El resentimiento. Una cicatriz en el corazón. Prof. Dra. Amelia Musacchio de Zan Conferencia pronunciada el 5 de mayo del 2010, en ocasión de ser incorporada como Miembro Académico de Número de la Academia del Plata. El resentimiento. Una cicatriz en el corazón.* Prof. Dra. Amelia Musacchio de Zan INTRODUCCION El desarrollo de las pulsiones primarias del amor y del odio, de las que según Santo Tomás (1) y otros tratadistas posteriores se derivan todos los demás afectos humanos, han sido estudiados por la psicología profunda, por psiquiatras, por filósofos, sociólogos, religiosos, escritores de todos los tiempos. El fundamento y dinamismo de la vida afectiva de la personalidad normal y patológica fue la adquisición progresiva de los alienistas alemanes y franceses a partir de la mitad del siglo XIX. Actualmente la psiconeuroinmunología agregó sus deslumbrantes descubrimientos a la psiquiatría y subraya el conocimiento médico de los padecimientos mentales. Sin embargo, el término resentimiento no aparece en psicopatología con importancia propia, aún cuando sus elementos integrantes hayan sido estudiados con profusión y en profundidad Creo que merecemos detenernos en este sentimiento que hace sin excepción infeliz a quien lo posee, su entorno se ve alterado también por sus efectos y. desde una perspectiva más amplia, la sociedad ve perjudicada su capacidad de crecimiento espiritual, la solidaridad y el entendimiento que debería primar en las relaciones humanas. Sabemos que Sartre (2), en su obra de teatro ”Huis clos” “A puertas cerradas” postuló que “el infierno son los demás” Pero los psiquiatras sabemos que esto no es completamente cierto, y menos lo es si contabilizáramos las actitudes, que muchos practican, de generosidad, de hacer el bien sin estridencia, de tantos que actúan magnánimamente y que en la intimidad del consultorio nos hacen conocer las modalidades humanas generosas y positivas que en silencio hacen fructificar. Este fenómeno ha sido descrito profusamente en la literatura, (Shakespeare, Dostoievsky, Tolstoi, nuestro Borges y tantos otros) que son muchas veces los * Conferencia pronunciada el 5 de mayo de 2010 en ocasión de ser incorporada como miembro de Numero a la Academia del Plata. 2 sociólogos más profundos en el estudio de la conducta humana de la vida íntima o de relación. Otros ejemplos Federico Nietzsche (3) (4) en sus obras “Más allá del bien y del Mal” y “Genealogía de la moral” Max Scheler (5) en “El Resentimiento en la moral”, Gregorio Marañón escribió “Tiberio, Historia de un resentimiento”. Eduardo Mallea (7) (6) en su novela “El Resentimiento” Si bien el término no aparecía en la psicopatología con importancia propia, excepto en la primera edición del libro Psiquiatría de Mira y López (8), ellos describen lúcidamente algunos de sus elementos constituyentes, que han sido estudiados por tratadistas antiguos y modernos. Entre nosotros Luis Kancyper (9) escribió sobre el resentimiento desde el punto de vista psicoanalítico. El español Miguel de Unamuno (10) decía del resentimiento que no figura entre los pecados capitales porque en realidad más que pecado es una pasión. Pero que siendo una pasión es más grave que todos los pecados, más que la envidia y más que la soberbia. Scheler (5) dice que el punto de partida del resentimiento son ciertas emociones: la ojeriza la perfidia. Pero considera como lo más importante: el impulso de venganza. Describe que si este impulso es refrenado por la consideración de que el actuarlo seria fatal, nace un sentimiento de impotencia por este refrenarse, y la debilidad propia de este no poder hacer, es el cultivo apropiado, entonces, para engendrar resentimiento Por eso entiende su núcleo esencial como un envenenamiento anímico. El argentino Eduardo Mallea (7) en su novela da importancia a un primer episodio de humillación del amor propio en un joven que fue rechazado por una mujer que no aceptó sus sentimientos .amorosos Describe en él un dolor más que físico, un inmenso y desolado dolor moral. Y agrega que en estos casos la ponzoña que se introduce en el alma adultera su contenido natural y la hace venenosa para el sujeto que lo alberga y que luego se contagia a los demás. Por esto, y por la experiencia que brinda la clínica cotidiana he visto al resentimiento como “Una estructura caracteropática provocada por una herida 3 en el amor propio que se manifiesta por una disposición afectiva a revivir ofensas y que lleva a una persona a reaccionar hostil y vindicativamente”. Veremos esta descripción. Entendí que su origen era una herida narcisista profundamente humillante y, persistente. Que la etapa del desarrollo en la que acontecía le brindaba, si era precoz, y aún en la adultez , elementos de exigencia y le facilitaba la proyección, en las personas circundantes, de su necesidad de venganza, con la vivencia de ser y de haber sido una victima. Esta modalidad egocéntrica domina la actividad psíquica del individuo, percibí. Advertía entonces sobre la dificultad terapéutica que significa esa necesidad de venganza del paciente, pretendiendo un triunfo sadomasoquista (diríamos una victoria a lo Pirro) en la derrota del terapeuta en quien equivocadamente ubica a su antiguo ofensor antes que la propia curación. MODOS DE PRESENTACION El resentimiento se presenta, por sus expresiones, en dos planos. Uno que es obvio y manifiesto, y otro que esta enmascarado, disfrazado por otra patología. En el resentimiento clínicamente manifiesto la persona misma lo está mostrando al observador mediante frases, gestos, actitudes corporales, o razonamientos que pueden ser percibidos como lógicos y lúcidos, basados en un mínimo núcleo de realidad del cual dependen, pero cuya reacción está notablemente amplificada. Cuando prima la pasión, y el núcleo ya enquistado del resentimiento se halla estimulado, ese apasionamiento es peculiar, y tiñe su decir, su actuar, con actitudes reivindicatorias judiciales o vengativas. Esta patología desembozada, manifiesta, tiene su máxima expresión en los delirios paranoicos crónicos y en los delirios pasionales. La psiquiatría clásica (11) (12) ha descrito los rasgos de reivindicación en los delirios paranoicos crónicos o paranoia de Kraepelin y la escuela alemana, o interpretativos de la escuela francesa (Serieux y Capgras y otros) y los delirios 4 pasionales descritos sobre todo por Clerambault Algunos delirios tienen un núcleo mas afectivo; otros, mas ideativo. Levy-Valensi, Dide, Guiraud, Henri Ey, Brissaud, han descrito el orgullo, la vanidad herida, la megalomanía, la susceptibilidad exagerada de estos reivindicadores de derechos y de amor. Y han citado la hipertrofia de ese yo, que, frente a alguna presunta injusticia o hecho que los pudiera perjudicar, estallan en una sistematización apasionada y pueden llevar su odio y su venganza a límites extremos y criminosos. El paciente Lucich estudiado por el Profesor Alberto Bonhour (13) en su trabajo sobre “Delirantes Homicidas y los atentados contra la vida de Médicos Argentinos” entre nosotros, el caso Manson en Estados Unidos y tantos otros más actuales. Hay personas con otras patologías que sin llegar al cuadro psicótico en si, tienen rasgos prevalentes en los que hace eclosión la ira y un deseo de venganza contra instituciones o grupos o personas a las que se tiñe de una mala intención solo por el hecho de no coincidir con los mandatos o expectativas previamente imaginadas. Por eso el Resentimiento que encontramos con más frecuencia en nuestra tarea clínica es el encubierto o enmascarado. Suele estar disimulado detrás de otras variadas patologías: psiconeurosis o trastornos de adaptación, psicopatías, personalidades borderline, trastornos de la esfera yoica o sexual y otras. Solo se pone de manifiesto, a veces, cuando en el curso de la vida alguien o algo provoca que ese núcleo resentido saque a la luz sus elementos propios que representan malos pensamientos de rencor y reivindicación. Cuántas veces hemos visto en el consultorio y en la vida de relación, que hay personas que cuando podrían reconciliarse, alguna de ellas recuerda un viejo agravio, lo re-siente y actúa con un rencor llamativo como si el antiguo suceso fuera realmente actual. Esto, sin duda representa una dificultad terapéutica, cuando se dirige contra la acción curativa del médico 5 ORIGEN DEL RESENTIMIENTO Hay que recordar que una situación patógena depende del contenido y de la intensidad del hecho traumático; de la fuerza del Yo para resistirlo (resiliencia); la capacidad de afrontamiento (o coping skills), del momento vital en que acontece y de las experiencias anteriores, acompañantes o posteriores que corrijan o que reafirmen el daño recibido. También incide que el hecho de que una situación sea traumática o no para una persona, depende de sus disposiciones innatas, biológicas, de su organización yoica precoz. Los niños nacen con una tendencia innata al crecimiento y al desarrollo físico y psicológico. Estas tendencias están inscritas en el material genético individual o genoma, y son transmisibles de padres a hijos. Pero para que se puedan expresar, es necesario un entorno favorable, que provea los cuidados y los estímulos necesarios para que estas tendencias se actúen. Estas necesidades de un niño están habitualmente a cargo de la madre. En ausencia de la madre, la persona que asiste al niño es el llamado “cuidador primario”. La díada madre–hijo,madre-bebe, estudiada por pediatras, médicos psiquiatras, psicólogos y cuidadores, es una relación muy particular que tiene que ver con el tacto, la mirada, la mirada mutua, el acunar, el modo de alimentar, el afecto con el que se trata al bebe, la manera como se reciben las expresiones afectivas o físicas del mismo, la calidez de la relación. Habría que recordar que en esta etapa, peculiar y vulnerable, las vivencias traumáticas son más patógenas cuando son sufridas pasivamente, sin la capacidad de descarga adecuada del afecto, que entonces se retiene. En la vida adulta eso sucede por la imposibilidad de reaccionar frente a los ataques que impiden por ejemplo, la discusión civilizada de un problema pues el simple disenso puede rápidamente ser transformado en motivo de conflicto. 6 ESTRUCTURA DEL RESENTIMIENTO Damos por supuesto que ni el trauma en sí, ni la cantidad ni la calidad del mismo dan aun una explicación acabada de este fenómeno, veríamos entonces como necesario estudiar: Las experiencias afectivas primarias. Los sentimientos de inferioridad y de injusticia sufridos. La proyección en otros de aspectos del yo identificados con las personas que han hecho daño. Las experiencias afectivas primarias Vemos que el niño depende mucho de la influencia de factores sean estos externos o internos o combinados, porque su vulnerabilidad genética facilita la expresión de una enfermedad psíquica o física. Cuando el trauma irrumpe y se vivencia que las personas que deben procurar seguridad y amor fallan, la indefensión y la dependencia prohíben la descarga de reacciones. Es importante también la edad en la que los conflictos suceden. Ya vimos que la relación materno infantil es una díada en la que hay una interdependencia; en la que las conductas del niño están íntimamente relacionadas con las de la madre o el cuidador primario. Quisiera aquí recordar a John Bowlby (14), psiquiatra inglés. Trabajó en la Clínica Tavistock y estudió sistemas de comportamiento como típicos de la especie, que se organizan en torno a la madre como eje principal, y le sirven al niño para ligarse o ligarse mejor aún a ella. El llamado apego así logrado consiste en un vínculo con base biológica entre el niño y el cuidador primario que asegura la protección y la supervivencia del chiquito. Para el estudio de la relación de apego entre la madre y el niño durante el primer año de vida, Mary Ainsworth (que trabajó años con Bowlby) diseñó en Baltimore una prueba llamada “situación extraña” Extraña significa en este contexto una situación desconocida, algo que tiene falta de familiaridad. 7 Expone al pequeño en un lugar apropiado a separaciones breves de su madre y a una reunión breve también, con alguien desconocido y luego nuevamente con su madre. Los investigadores consideran que la respuesta del niño en el reencuentro con la madre muestra un cuadro más claro del estado del apego, que la mera reacción del niño a la separación misma. Las variantes resultantes de estos cambios son clasificadas como: Un apego seguro: cuando el niño presenta poca ansiedad durante la separación, juega, busca la proximidad de la madre, y cuando vuelve a reunirse con ella reanuda rápidamente sus actividades de juego. Un apego inseguro-evitativo sufren los niños que evitan tener proximidad cercana con la madre y no lloran. Cuando regresa la madre, eluden claramente el contacto con ella. Parecería que necesitan tener bajo control sus necesidades de afecto que intuían que no iban a ser provistas. Apego inseguro ansioso-ambivalente El niño muestra una angustia considerable con la separación, puede estar enojado pero busca acercarse al cuidador. Muestra a veces rabia, no se calma, o llora, o no retoma el juego. Otros investigadores encontraron una cuarta expresión que es un apego inseguro desorganizado o confusional. El cuidador para estos niños es una fuente de seguridad y al mismo tiempo una fuente de temor. Si hay entonces una situación traumática se trastorna la relación afectiva con las personas protectoras, y nace la desconfianza y el enojo. Es preciso tener en cuenta, como vimos, que son los mismos padres que pueden producir la seguridad en un niño, y también un miedo incontrolable. Las situaciones traumáticas pueden ser no habituales, no comunes a todas las personas. Y las que más bien son habituales o comunes a casi todos los individuos. Entre las no habituales encontramos la violencia física o psíquica, la muerte o el abandono de personas significativas, las malformaciones, el acoso, bullying los abusos, la sobreprotección, a la que hay que categorizar la como una agresión porque no permite desarrollar la adecuada capacidad para soportar 8 frustraciones y vivir con independencia. La sobreprotección es una actuación agresiva sobre un niño. Lo hace más dependiente, carente de sentido social y superexigente hacia quienes deben darle lo que le corresponde. A ellos siempre les corresponde más. El filósofo Emilio Komar hablaba del “bien arduo”, de la conveniencia de que el bien apetecido cueste algo de sí para ser conseguido, porque si no fuera así se banaliza y deja de tener importancia en la formación del carácter. Como reacción ante un sufrimiento cabe recordar las quejas del Duque de Gloucester, quien luego seria Ricardo III de Inglaterra, vertía en la obra de Shakespeare (15): “…Deforme, inacabado, terminado antes de tiempo…renqueante...” Y al no poder elaborar esa visión de si mismo, nace su disposición a la venganza: “¡Y pues que no puedo actuar como un amante…estoy resuelto a actuar como un villano…!” Ciertamente actuó como un villano por su ambición de poder y fue un asesino de quienes pudieran interponerse a sus deseos desmesurados, entre ellos, dos pequeños sobrinos, que luego de ser encerrados en la Torre de Londres, fueron cruelmente asesinados.. Freud (16) comenta estas frases diciendo que “Ricardo es una magnificación gigantesca de este aspecto que también descubrimos en nosotros. Creemos tener pleno fundamento para poner mala cara a la naturaleza y al destino a causa de daños congénitos y sufridos en la infancia; exigimos total resarcimiento por tempranas afrentas a nuestro narcisismo, a nuestro amor propio! ” Pero todos conocemos personas que han nacido con defectos o discapacidades, y ellos y sus familias aceptan y dan lo mejor de sí para avanzar en una vida psicológica, física y espiritual que sea sana. Douglas Bader, “el piloto sin piernas”, Hellen Keller entre otros tantos. Pero puede verse en la clínica que es verdad que un hecho traumático provoca muchas veces menores consecuencias que un ambiente crónico no sustentador, ignorante de las necesidades básicas de afecto, apego mutuo y nutrición en un continuum. 9 Un ejemplo de esto son los estudios realizados en Londres sobre las reacciones emocionales de los niños durante los terribles bombardeos de la última guerra. Anna Freud y Dorothy Burlingham (17) que eran psicólogas, tenían niños refugiados a su cuidado Y observando el efecto psicológico y afectivo de los bombardeos sobre los niños, encontraron: Que la serenidad con que algunos grupos de adultos soportaron los ataques fue la causa del poco número de niños que sufrieron shocks traumáticos entre ellos. Que la angustia infantil estaba en relación, más que con una noción clara del peligro, con la actitud de los padres frente a ese peligro. Y además, que cuando había conflictos en el vínculo familiar, las consecuencias psicofisiológicas eran más graves que los mismos bombardeos. Si los pequeños tenían un ambiente familiar sereno, unido y con un nivel bajo de angustia, sufrían menos que aquellos que padecían la ausencia o la separación conflictiva de los padres en un clima disfuncional. Es decir, que pese a la violencia exterior, los verdaderos autores de la armonía eran los padres, y que solo en la medida en que sus conflictos los hacían aliados de los atacantes, es que los niños sufrían su efecto. Esta génesis del resentimiento por la patología de las primitivas experiencias afectivas puede verse también en la historia a través del escritor Suetonio (18). Suetonio en “Los Doce Césares” describe la personalidad de Tiberio, quien fue el segundo César. Tiberio fue tan cruel con su gente que cuando murió, el pueblo de Roma, feliz con su muerte, gritaba por las calles: “Tiberio al Tíber!!” El historiador refiere que su padre fue desterrado y en una fuga precipitada para huir de Roma, casi denuncia a los suyos con sus gritos, siendo un bebe, cuando fue arrancado del seno de su nodriza y después del de su madre. Nuevamente corrió peligro de muerte en esa huída, cuando, cruzando un bosque, estalló un incendio tan súbito y voraz, que prendió fuego a los vestidos y al pelo de su madre quien lo llevaba en brazos. Cuando Tiberio tenía cuatro años su madre, que estaba embarazada, lo abandonó a él y a su padre para unirse con Octavio, quien sería el futuro emperador Augusto. 10 En plena juventud de Tiberio, estando ya casado, Octavio le impuso que repudiara a su legítima mujer, que estaba embarazada, y a quien Tiberio realmente amaba. Y más aun, Octavio le impuso que se uniera con Julia, que era una mujer de vida pública, despreciada por las gentes de su época. Cabe destacar aquí que Tiberio, este personaje, cruel y resentido como pocos, tuvo entonces un destete traumático: peligros vitales importantes, pérdida de la madre por el abandono de ella y culmina en su juventud con un desgarrador sometimiento a una figura de autoridad paterna, que era Octavio, quien le obliga a perder a su mujer tan amada por él. Una frase describe a de estas personalidades cuando se los ve descargar en otros un odio vengativo. Apuntan a aniquilar al otro, exigiendo con todo un amor pleno Las situaciones casi comunes a todas las personas son: ciertas características caracterológicas de los padres, el destete, el nacimiento de hermanos, los cambios de colegio. Aquí, como en los graves casos anteriores, lo importante no es solo la intensidad del trauma en si, sino la intima, peculiar y personal manera de vivenciar lo traumático que cada uno tiene y en qué entorno familiar o social esto sucede. Por ejemplo Un niño de cuatro años que fue informado de que iba a tener un hermanito. Pero que luego fue advertido de que seguramente el niño que venia en camino iba a ser más bueno que él, porque él era demasiado travieso. Si el nacimiento de un hermano se anuncia como amenaza o castigo, esto no solo va a provocar los lógicos celos del niño sino que podría acarrearle una sensación de maldad interna, o de culpa que sin duda podría perjudicar a su sano narcisismo. Por supuesto así sucedió en este caso, en el que el niño retrocedió en su evolución psicofísica, Nació una hermana y el niño aumentó notablemente su conducta turbulenta y agresiva, como en realidad era de esperar, si se hubiera tenido una mayor empatía para con él. Es sugestiva la referencia que hace Jean Paul Sartre (19) en su autobiografía llamada “Las palabras” cuando describe con lucidez las consecuencias de su 11 destete, que es un hecho universal pero que tiene a veces peculiares características. Sartre dice: “Las vigilias y las preocupaciones agotaron a Anne Marie –la madre- se le cortó la leche, me pusieron un ama y me dispuse a morir a mi vez de enteritis y tal vez de resentimiento.” Los sentimientos de inferioridad y de injusticia sufridas. Estos sentimientos torturan a muchos pacientes. Una mujer con rasgos obsesivos pensaba iterativamente que cuando se embarazara iba a tener un hijo deforme. Cuando nació su hijo le informaron que tenía una malformación cardíaca. Eso hizo que la madre se sintiera víctima injusta de un daño exterior. Y decía en tono neutro y monotonamente: “A mi ya no me importa nada de nada - . Odio a Dios, no le basta sacarme a mí la salud durante años. Estoy mejor, tengo un hijo y me sale enfermo. Qué quieren que uno dé, que uno haga. Por qué a mí”. Otra persona creó un conjuro impresionante contra Dios cuando dijo: “Dios ama a los seres humanos porque envió a su Hijo, Cristo, para salvarnos Quiere decir que lo peor para El ha de ser que un ser humano no se salve porque sería despreciar a su Hijo y a El mismo. Dios no puede sufrir, pero no puede ser que permanezca indiferente a que un ser humano se condene .Por lo tanto, elijo libremente odiar a Dios, decretar que lo odio, que no quiero que me salve, que me quiero condenar, porque es la única manera que tengo de vengarme del que me hizo tanto daño. Condenarme yo para siempre es poder disminuir la felicidad de Dios haciéndole sufrir algo a El de cualquier modo que sea” Estos alambicados pensamientos denotan en primer lugar un desconocimiento importante de la religión que esta persona cree practicar; la identificación de Dios con una ser maligno que se solaza con los sufrimientos del otro y que puede ser castigado por su mala actitud. Es como el tratamiento de una persona que prefiere seguir enfermo que curarse (condenarse para castigar a otro) Por otro lado su patología no le permite ver, sin ayuda, intensos sentimientos de culpabilidad por aquella agresión retenida cuando ocurrieron las frustraciones que lo marcaron. Aunque este es un caso extremo y muy 12 doloroso su proceso terapéutico, esta claro el desplazamiento de la ira incontenible que proviene de un pasado doloroso y de una venganza patológica pues es a costa de su vida o de su salud o, imaginariamente en este caso, de su salvación en el más allá. En estas situaciones es muy útil, paralelamente a la psicoterapia, la ayuda de algún familiar, o de un entorno amistoso, o cuando el paciente se aconseja y recurre a un miembro de su culto, que ayude a reconstruir su vida con una visión menos distorsionada de su relación con Dios. Estos pacientes coinciden con lo que Edmund Bergler (20) llamó “coleccionistas de injusticias” Primero, construyen o imaginan una situación en la que alguien es injusto y los rechaza. Luego se solazan con la cólera de un arsenal de “Justa indignación” aparentemente en defensa propia. Y por último se compadecen de sí mismos disfrutando de un placer psíquico masoquista. La culpa ha cumplido su ciclo, y frecuentemente el enojo cohabita con sentimientos de humillación o de vergüenza. Qué diferente modo de vivir sus dificultades o déficits tiene quien no ha sido marcado con el signo de la humillación o la culpa. En la Roma Imperial, aquellos soldados que habían luchado valientemente y querían pedir una merced, se presentaban en las arenas del circo mostrando a su Emperador y a su pueblo las mutilaciones y cicatrices que ostentaban, con orgullo, por haberlas recibido en el transcurso de una gesta honrosa. El pueblo aclamaba agradecido, al héroe y a sus gloriosas heridas, intercediendo frente al Emperador, quien concedía la gracia. En la psicopatología hemos visto que, la culpa desaparece por un conocimiento profundo de sí mismo, por el reconocimiento de las fallas habidas, el, arrepentimiento, el proyecto de no volver a cometerlas y un cambio en los sentimientos internos que abran otro panorama más sano. Es la metanoía, palabra griega que expresaba el significado de profundo cambio interior. 13 La identificación con personas real o presuntamente ofensivas. Por esta maniobra que estructura a la patología, de cualquier modo que sean las personas reales, el resentido va a vivirlas, con una ofuscación reiterativa, como poseyendo las cualidades de las primitivas personas frustradoras. Porque si no son malas, él las crea malas, así su falsa justicia ve libre el camino a la venganza. Ha sido descrito en trabajos sobre acosadores, mobbing , la inacabable ira y malos tratos que estas personalidades patológicas derraman sobre algunas personas, por más que ni las acciones de estas, ni sus pensamientos ni las repetidas ofertas de aclarar alguna situación, ni la solidaridad demostrada pese a sus ataques, pueda frenar la necesidad de destruir al otro. La venganza (que equivoca su blanco) puede oscilar, como puede observarse, entre simples comentarios cáusticos, oleadas de calumnias, búsqueda de grupos amigos para unirse contra el blanco elegido, comportamientos agresivos hacia la fama y el prestigio del otro. Los conductas criminosas pueden llegar a ser una realidad delictiva, como se ha visto en los delirantes, fronterizos y psicópatas graves. Kohut (21) ha descrito en 1978 (y ya lo habíamos visto en la clínica) la llamada “Furia narcisista”. La furia narcisista es una reacción más que exagerada a algún ataque casual o no, a su persona, o ideas o aspecto. Es decir a su autoestima. Entre gritos o ataques de rabia, o rotura de objetos, o el destilar una mirada elaborada que significa odio vengativo o desprecio (a algunos les llega a causar temor) o que pretende que el otro reconozca que ha hecho algo malo. O un silencio y apartamiento congelado que es una mas que reconocible venganza. Más de una vez estas personas me han hecho recordar a un pasaje de la novela “La Amortajada” de la fina escritora chilena María Luisa Bombal (22). En la novela describe que una mujer ha muerto. Y figuradamente, desde su ataúd, ve inclinarse sobre ella a su marido, un hombre malvado, quien ahora llora con 14 gran remordimiento. La “amortajada” siente que su odio se retrae, empieza a conmoverse, pero al percibir esto, desea incorporarse gimiendo: “: Devuélvanme, devuélvanme mi odio!....” Las descripciones que en sus autobiografías han hecho algunos autores y muchos pacientes sobre sus madres o padres, vistas éstas con la necesaria relatividad que merece un juicio catatímico, cuentan de los temibles ambientes familiares, con madres narcisistas y siempre ofendidas, padres golpeadores o indiferentes, también capaces de episodios de furia narcisista jamás justificadas. Esta disfunción familiar, más común de lo que parece. Hace humillar a los hijos, que silencian su realidad ambiental por la vergüenza de pertenecer a un entorno tan patológico; y que además también explotan a veces en una ira vengativa contra otros. El problema es que las personas que se educan en estos ambientes pueden copiar o identificarse con esos rasgos patológicos. Es decir se transforman en aquello que rechazaron. Otra salida que algunas de estas víctimas desarrollan, es idealizar a los padres, Los transforman en extraordinarios atribuyéndoles virtudes que no tienen. Pero esta maniobra inconciente compensa la sensación de vacío agrandando imaginariamente no solo a sus padres sino a ellos mismos, por la anhelada satisfacción de compartir condiciones tan positivas y notables, De todas maneras, estas compensaciones no duran demasiado; .son más bien prótesis transitorias que verdaderos cambios. LA SALIDA DEL RESENTIMIENTO Este panorama sobre aspectos de la naturaleza humana, se transforma en una difícil tarea al intentar el psiquiatra devolver al paciente su libertad interior. La enfermedad mental es una patología de la libertad, decía Henri Ey. Como éste no es el ámbito propio para discutir o comentar tratamientos en profundidad, quisiera que viéramos la posibilidad de entender algo del ambiente que puede evitar que aparezca este fenómeno. Ya he descrito algunas situaciones dolorosas de la relación entre padres e hijos, y sus 15 consecuencias patológicas. Por eso le doy una importancia primordial a la familia. La Familia Los psiquiatras hemos tenido que padecer hace un tiempo los ataques a la familia pregonados por Cooper, líder de la antipsiquiatría quien nos informa en su libro “La Muerte de la Familia”: “Es fatuo hablar de la muerte de Dios o de la muerte del hombre mientras no podamos contemplar de frente la muerte de la familia, ese sistema que asume como obligación social la de filtrar oscuramente la mayor parte de nuestra experiencia y vaciar nuestros actos de toda espontaneidad generosa y genuina”… “Criar a un niño es en la práctica equivalente a hundir a una persona. Del mismo modo, educar a alguien es conducirlo fuera y lejos de sí mismo”. Sobre los inadvertidos, estos conceptos pueden ejercer cierta seducción por lo contestatarios, pero su íntima falacia queda en descubierto cuando el propio autor, más adelante, nos confiesa que…”mientras escribía el final de este libro contra la familia atravesé una profunda crisis espiritual y corporal… los que me acompañaron y atendieron con inmensa solicitud y dedicación durante la peor parte de esta crisis fueron mi hermano, mi cuñada y sus pequeñas hijas” Aunque se la niegue, y actualmente esto se cumple de múltiples maneras, a la familia se la necesita, o se la recrea de un modo u otro. Así que en la medida en que nuestros pacientes puedan gozar de una familia relativamente equilibrada menos motivos de resentimiento van a tener. Por otra parte hay personas que podrían resentirse pero no viven esa triste experiencia proyectiva del ver a los otros siempre como malos y dignos de castigo La Psicoterapia. Recordamos que todos los procesos mentales derivan de operaciones del cerebro. Kandel (23) muestra que -La mente es un rango de funciones llevadas a cabo por el cerebro 16 Los genes y sus productos proteicos son determinantes importantes de los patrones de interconexión entre las neuronas y los detalles de su funcionamiento, La alteración de los genes no explica por sí misma todas las variaciones de una enfermedad mental mayor. Factores sociales ejercen acciones modificatorias. Las alteraciones de la expresión genética inducidas por el aprendizaje dan lugar a cambios en los patrones de conexión neuronal. La psicoterapia puede ser efectiva y produce cambios duraderos en la conducta. Es a través del aprendizaje, que provoca cambios en la expresión genética, que alteran la fuerza de las conexiones sinápticas y cambios estructurales que alteran los patrones anatómicos de interconexión entre las células nerviosas del cerebro (Kandel,1998) La psicoterapia, vista desde este sustrato, deberá en los pacientes resentidos estimular el verse a sí mismos en profundidad para entender el por qué de semejante enojo crónico. Fue de veras maltratado? Fueron ciertas personas en su vida realmente malos? Porque si fue así, debe recurrir a la comprensión y al perdón, dentro de lo que pueda. Solo así mediante un importante trabajo interior, puede hacer desaparecer un odio y una culpa patológica. Si fueron realmente buenos, tendrá que estudiar por qué cambió su historia de manera tan radical. Si el ha tomado de los malos ejemplos recibidos sus malos hábitos actuales deberá darse cuenta que él se ha “disfrazado” de un cuidador malo, transformándose en un como sí actual, pero donde descarga lo que aún no ha elaborado. La psicoterapia, siempre, necesita de la intimidad, la confidencialidad, el respeto por el paciente. Entrar en sí mismo es difícil, por más que sea la manera de encontrar su propia verdad, por eso se necesita a veces la asistencia de alguien idóneo, leal, confiable y reservado. Velasco Suárez (24) Académico de esta Institución muestra que la acción de la psicoterapia, tiende a operar una rectificación, tanto de la vida afectiva como 17 de la cognoscitiva en el sentido de un acatamiento cada vez más perfecto al orden objetivo de las cosas, Los fantasmas, las imágenes, las palabras y los conceptos tienen que ser devueltos a su función representativa de lo real. Las emociones y los sentimientos, a una correspondencia lo más ajustada posible a ese orden objetivo. Y el psicoterapeuta – dice - es el “guardián de la cordura” debe velar para que el paciente afiance de manera cada vez más profunda la racionalidad de su corazón y la cordialidad de su razón. Ayuda así a transformar su “desordre de coeur” en un “ordre de coeur”, de acuerdo con Landsberg en que “el corazón está conformado al orden del mundo y no el mundo conformado al capricho del corazón” 18 Cuatro ejemplos de personas que ignoraron o superaron el resentimiento. Henri Baruk Fino Psiquiatra francés .Director de Charenton. perseguido por su origen judío, por nazis y personal del Hospital. Pudo ir revirtiendo esa situación con tiempo, paciencia y energía. Los enfermos, antes desmoralizados luego decían: “Ahora hay una justicia justa” Baruk creyó y propuso el Tsedek, “La justicia-caridad” Nguyen van Thuan Obispo de Vietnam. Cuando asesinan y ejecutan a sus parientes, hecho que comenzó la destrucción de su familia, Thuan prefirió cambiar la ira por el amor. En 1975 fue detenido y encerrado en una cárcel bajo vigilancia y aislamiento. Su ejemplo ablandó el corazón de sus captores después de muchos años. El, hablando luego de ellos, los llamo “mis captores, mis amigos”. 19 Dr. Oscar Elías Biscet Dr Elías Biscet: Joven Medico cubano Especialista en medicina interna en los años ochenta se manifiesta contra el régimen dictatorial cubano, es puesto en prisión y torturado. En 2003 fue condenado a prisión. Declaró su opción por la no violencia y amar a sus enemigos Irena Sendler Humilde mujer polaca. Cuando el Ghetto de Varsovia, Irena capta los peligros que se cernían sobre las personas allí encerradas. Decide ir retirando a los niños ocultos en una canasta que solía llevar sin despertar sospechas en los guardias nazis. Cuando descubrieron su acción la detuvieron y la torturaron. Al terminar la guerra ella buscó lo que había enterrado debajo de un árbol: eran los nombres, direcciones y datos de los niños rescatados, que había guardado en pequeños recipientes de vidrio. “El amor vencía al odio”. 20 Bibliografía 1. Tomás de Aquino, Santo, Suma Teológica. Tomo IV B.A.C., Madrid, 1954. 2. Sartre, J.P. Huis Clos. PUF, Paris, 1944 3. Nietzsche, F. Más allá del bien y del mal. Obras completas, T. III. Aguilar, Buenos Aires, 1965. 4. Nietzsche, F., Genealogía de la moral. Obras completas. T III. Aguilar, Buenos Aires, 1965. 5. Scheler, M., El resentimiento en la moral. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1938. 6. Marañon, G., Tiberio, historia de un resentimiento. Espasa Calpe, Madrid, 1963. 7. Mallea, E., El resentimiento. Sudamericana, Buenos Aires, 1970. 8. Mira y López, E., Psiquiatría. Salvat, Barcelona, 1935. 9. Kancyper, L., Resentimiento y remordimiento. Paidos, Buenos Aires, 1991 10. Cárcamo, C., Comunicación Personal, 1971. 11. 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