Publicaciones en línea de PARI Las estelas de Chichén Itzá BRUCE LOVE Al hablar de un sitio que difícilmente se caracteriza por sus estelas, parecería inusual llamar a un estudio “Las estelas de Chichén Itzá” pero ahora se conocen, de hecho, dos estelas de este sitio. Aunque por lógica debería designárseles como Estela 1 y Estela 2, en el presente estudio se alude a ellas con los números 2 y 3. La razón de esto es que el nombre de “Estela 1” ya se había asignado a otro monumento. En 1923, Sylvanus Morley dio precisamente ese nombre a un monumento jeroglífico roto de gran tamaño que halló en el Caracol (Ruppert, 1935: 135; Morley, 1923: 262, 1935: 276-282), si bien la forma general de esta pieza no encaja en lo que típicamente se considera como una “estela” en el contexto de la arqueología maya. Estela 2 La “nueva” estela (que ciertamente tiene la forma de una estela típica) la halló Peter Schmidt rota en varios fragmentos, en el grupo de la llamada Casa Colorada en la década de 1990; fue Schmidt quien la rearmó y en la actualidad se conserva en la bodega del campamento arqueológico del sitio. Cuando Graña-Behrens publicó un dibujo de la nueva estela en Mesoweb (Graña-Behrens, 2004), lógicamente la designó como Estela 2. El autor del presente estudio publicó posteriormente, también en Mesoweb, un dibujo y una fotografía del monumento (Love, 2005), en los que, algo quijotescamente, cambió su nombre por el de “Estela 1.” En el presente artículo, habré de ceñirme a la nomenclatura que usan tanto Graña-Behrens como Peter Schmidt, quien se ha referido con autoridad a este monumento con el nombre de “Estela 2” (Schmidt, 2007: 159).1 Para ilustrar el presente artículo, el autor ha preparado un nuevo dibujo (Figure 1a), basándose en fotografías tomadas en el curso de diversas visitas, a partir de 1998 (Figure 1b). Estela 3 La Estela 3 formaba parte de un grupo de dos monumentos de piedra hallados por el proyecto arqueológico de la Institución Carnegie cerca del Templo de los Tableros de Pared, justo al sur del Caracol. Las fotografías tomadas por el equipo de la Carnegie se hallan ahora en los archivos fotográficos del Museo Peabody, en tanto que la parte superior de la pieza misma se encuentra en la bodega de las oficinas administrativas del sitio de Chichén Itzá.2 Como puede verse en la Figure 3, estas dos piedras forman parte de la cola de una serpiente de cascabel emplumada. Como puede apreciarse en la fotografía, en la piedra de la parte superior alguna vez hubo columnas talladas de jeroglíficos. Posteriormente, esta pieza volvió a tallarse y quienes lo hicieron trabajaron directamente en el área en la que se hallaban los textos glíficos, con el fin de crear la representación del cascabel de la serpiente y las plumas, forma típica de los monumentos de estilo “tolteca” que hay en el sitio.3 En una de las impresiones de la Carnegie que se han montado sobre cartón en los archivos del Museo Peabody, puede verse una nota escrita a mano que dice así: “Templo de los Tableros de Pared. Cola de Serpiente, la porción superior fue originalmente un dintel jeroglífico.” Pero al examinar con detenimiento este monumento, queda claro que originalmente no era un dintel, sino muy probablemente una estela. Si hubiera sido un dintel, entonces las columnas de texto están giradas 90 grados de lo que debió haber sido su orientación normal. En la Figura 2 es posible ver que si ponemos la piedra sobre su “costado,” hay un estrecho margen del lado izquierdo y una amplia área en la parte inferior, que habría sido la base de la estela. Parece ser que 1 En 1999, Erik Boot presentó un dibujo preliminar del texto de la estela, basado en una fotografía aparecida en Arqueología Mexicana, mismo que preparó para el cuaderno de trabajo de la Cuarta Conferencia Maya Europea (Boot, 1999). 2 Los números de imagen de las fotografías de la Carnegie de la “Cola de Serpiente en el Templo de los Tableros de Pared” son: 58-34-20/32041, 32823-32826, 32880, 32881, 32944, 32945, 33804, y 34107 y pueden consultarse a través de la sección de Colecciones en Línea del Museo Peabody, en la dirección electrónica http://140.247.102.177/col/default.cfm. Beyer publicó una fotografía de esta pieza (1937: lám. 13b). 3 Empleo el término “tolteca” en el mismo sentido en el que se ha utilizado en los últimos 100 años, con el fin de denotar un estilo diferente al estilo Clásico maya o al Puuc. Utilizo las comillas para señalar que no he tomado ningún partido en relación con la discusión tolteca/Chichén en el presente artículo, y utilizo el término sólo por conveniencia. 2005 Traducción de “The Stelae of Chichen Itza.” The PARI Journal 11(3):1-7. Esta traducción: www.mesoweb.com/pari/publications/journal/1103/ Love2011.pdf. 1 Las estelas de Chichén Itzá A E B C D 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 F-G a b Figura 1. Estela 2 de Chichén Itzá. Escala 1:10. Dibujo y fotografía del autor. 2 Las estelas de Chichén Itzá A B C D E 1 2 3 a A B C D E 1 2 3 b Figura 2. Estela 3 de Chichén Itzá. Escala 1:5. Dibujo y fotografía del autor. 3 Las estelas de Chichén Itzá quienes tallaron la cola de serpiente utilizaron como materia prima una estela en perfectas condiciones para ejecutar su talla decorativa. Cuando aún estaba intacta, esta estela debió tener más filas de glifos en su parte superior y una o más columnas a la derecha que las que aún pueden verse en esta pieza. Con el fin de rescatar la mayor información posible, he dibujado sólo las líneas que fueron parte de los jeroglíficos originales, dejando la talla de los cascabeles y las plumas en blanco en el dibujo. El resultado puede verse en la Figura 2a. Los dibujos se basan en cuatro fotografías, iluminadas desde diferentes ángulos, tomadas en el año 2000 (por ejemplo, Figura 2b) y en dos impresiones fotográficas tomadas por la Carnegie y que actualmente se encuentran en los archivos del Museo Peabody. Discusión El propósito del presente artículo consiste en presentar estas dos estelas al campo de estudio mesoamericano, con el fin de que pueda discutirse sobre su contenido. Su intención, pues está más orientada a brindar un registro de datos que a interpretarlos, aunque hay algo que ciertamente vale la pena mencionar. La destrucción de un monumento jeroglífico tallado para reutilizarlo como material de construcción (como en el ejemplo de la Estela 3, en el que una estela se talló nuevamente para hacer la cola de una serpiente) no es un caso único. Se hallaron otros ejemplos de esta práctica durante la excavación de la pirámide del Osario. En un artículo de reciente publicación de Schmidt y Love, el análisis de varios fragmentos de textos jeroglíficos que Schmidt halló en las excavaciones en el Osario como parte del Proyecto Chichén Itzá del INAH llegó a la conclusión de que las piedras que presentaban glifos tallados o porciones de éstos “se utilizaron como material de construcción y ya no fungían como unidades de información textual cuando se construyó el edificio” (Schmidt y Love, 2009: 12). En otras palabras, los tableros jeroglíficos y otras piedras talladas se rompieron intencionalmente, con el fin de reutilizarlos como material de construcción, sin dar ninguna importancia a su contenido textual. Esto tiene claras implicaciones en términos de la sustitución de un grupo por otro, al menos en lo que hace a la arquitectura, si no es que a la ideología, y los eventos son claramente consecutivos. En un primer momento, está claro que se tallaron monumentos jeroglíficos, pero posteriormente otras personas los rompen y los reutilizan. ¿Sugiere esto que “extranjeros” se apoderaron del sitio? Las piezas reutilizadas no son, por sí mismas, prueba de nada, pero ciertamente se ajustan a una situación como la descrita. 4 Figura 3. “Cola de Serpiente en el Templo de los Tableros de Pared.” Número de Imagen del Museo Peabody: 58-34-20 / 34107. Usada con permiso del Museo Peabody de Arqueología y Etnología. Otro punto del que vale la pena ocuparse es el “Ave de Fuego” que aparece en el tablero superior de la Estela 2. Una revisión de las imágenes de aves presentes en Chichén Itzá (Figuras 4-5), sugiere que el ave con el símbolo de fuego sobre el pecho es única entre las imágenes de aves que hay en el sitio. Sus primos más cercanos son las aves que hay en el Dintel 1 de Yula y en el Dintel 1 del Templo de los Cuatro Dinteles (Figura 4a-b), si bien éstas carecen del símbolo de fuego y del elemento que se proyecta hacia arriba en la parte superior del pico. Hay otras diferencias obvias e importantes, específicamente la presencia de una cabeza humana dentro de la boca y las marcas de pedernal en las alas. Existe una casi total certeza de que el texto de la Estela 3 habla del “Ave de Fuego” (en el bloque glífico E1) y de eventos relacionados con ésta. “Ave de Fuego” aquí, al igual que “Ave de Pedernal”4 4 Esta ave con las marcas de pedernal en las plumas de sus alas se ha conocido por muchos años como “Ave de Alas de Cuchillo,” aunque sugiero que el apelativo “Ave de Pedernal” resulta más apropiado. Si la imagen en verdad sirve para “escribir” un nombre, es muy probable que éste contenga la palabra tok’, “pedernal,” como en el caso del famoso capitán Junpik Tok’, “8,000 Puntas de Lanza,” mencionado en las fuentes etnohistóricas (por ejemplo, ver Kowalski, 1989: 174). Las estelas de Chichén Itzá a c b d e g f h Figura 4. Imágenes de aves sobrenaturales o de seres humanos vestidos como aves en Chichén Itzá: (a) Frente del Dintel 1 del Templo de los Cuatro Dinteles (conforme a Krochock, 1989: fig. 4); (b) Frente del Dintel 1 de Yula, (conforme a Love, 1989: fig. 2) [ver también Krochock, 1988: fig. 99]; (c) Templo Bajo de los Jaguares (conforme a Maudslay, 1889-1902, 3: lám. 47 [ver también Schmidt et al., 2008: fig.9]); (d) Tablero de las Aves y los Monos, Nº 7 de la Casa de los Monos, Estructura 5C6 en el Grupo de la Serie Inicial (Schmidt, 2003: fig. 53 [ver también Schmidt, 2007: fig. 36]) (e) relieve superior del Tablero Norte de la Casa de los Falos, Estructura 5C41 en el Grupo de la Serie Inicial (Schmidt, 2003: fig. 31); (f) friso de la fachada poniente de la Casa de los Caracoles, Estructura 5C5 en el Grupo de la Serie Inicial (Schmidt, 2003: fig. 36 [ver también Schmidt, 2007: fig. 30]) (g) pilastra poniente del lado Oriente del Templo de los Búhos (Schmidt, 2003: fig. 42 [ver también Schmidt, 2007: fig. 32; Von Winning, 1985: fig. 53]) 5 Las estelas de Chichén Itzá Figura 5. El Osario, Tablero de los Pájaros: Tablero Sur 1, Tablero Sureste 3, Tablero Sureste 5. Calcas D40673, D40674 y D40675 de Merle Greene Robertson. Ver también Schmidt, 2007: fig. 20. 6 Las estelas de Chichén Itzá en los dinteles antes mencionados posiblemente sean glifos nominales de señores o principales mayas, del mismo modo que la imagen de K’inich Yax K’uk’ Mo’ en la Tumba Margarita de Copán muestra a un quetzal y a una guacamaya entrelazados con signos yax, con el propósito de así “escribir” Yax K’uk’ Mo’, el fundador dinástico del sitio (Martin y Grube, 2008: 194). Por medio de fuentes etnohistóricas, sabemos de la existencia de una muy importante “ave de fuego” en Yucatán: K’inich K’ak’ Mo’. Esta legendaria ave mítica de Izamal descendía como un fuego en mitad del día, con las alas encendidas, para quemar las ofrendas colocadas en el templo de la pirámide del mismo nombre (Lizana, 1995: [16], 63). Ni Ave de Fuego en la Estela 2, ni Ave de Pedernal en los dinteles (Figura 4a-b) son guacamayas; más bien parecen ser cormoranes (Alfonso Escobedo, comunicación personal 2010).5 Cormorán (Phalacrocarax olivaceus) se dice mach en maya yucateco (Hartig, 1979: 14). Las malas condiciones de la Estela 2 dificultan mucho la lectura de los glifos, pero no es imposible que parte de los largos y erosionados pasajes hayan aludido también a la gran ave, como parece ser el caso en la Estela 3. Conclusión Tanto Ave de Fuego como Ave de Pedernal, independientemente de cual sea su traducción al maya, probablemente sean nombres de personajes del sitio y deberían considerarse como tales. Podrían estar relacionados y formar parte de un linaje “de cormoranes” (aunque esto probablemente sea un tanto especulativo). Al menos hay algo claro: a Chichén Itzá ya no puede considerársele un sitio sin estelas. Dado que los ocupantes del sitio más recientes parecen no haber dado gran importancia a los textos escritos que existían en el sitio con anterioridad — como ha quedado demostrado aquí y en el caso de los fragmentos ya mencionados que se hallaron en el Osario— apenas podemos imaginar todo lo que debió perderse por la destrucción y/o reutilización de monumentos jeroglíficos. También es posible imaginar, sin embargo, las piezas que quedan aún por encontrar y que aportarán su parte al mejor entendimiento de la historia del sitio. Alfonso Escobedo es un reconocido especialista en aves y guía, tanto en Yucatán como en otras partes de Mesoamérica. 5 7 Referencias Beyer, Hermann 1937 Studies on the Inscriptions of Chichen Itza. Carnegie Institution of Washington, Publication 483. Contributions to American Archaeology 21. Washington, D.C.: Carnegie Institution of Washington. Available online at www.mesoweb.com/publications/Beyer/index.html. 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