MANIFESTAR EN LOS MODOS DE PRESIDIR QUE LA EUCARISTÍA ES CELEBRACIÓN COMUNITARIA (II) En el artículo anterior, recordábamos el importante principio teológico-práctico propuesto por SC de que cada uno de los participantes, ministro o fiel, debe hacer todo y solo lo que le corresponde según la naturaleza de la acción litúrgica y las normas litúrgicas” (n 28). Este principio no solo debe observarse sino también manifestarse en los modos de ejercer el ministerio. Habituados -sobre todo los más celosos responsables de la promoción litúrgica en la primera etapa del Movimiento litúrgico- a exhortar a los fieles a seguir atentamente la Misa (para ello se editaron los misalitos de los fieles), en el fondo, muchos continuaron y aún continúan- pensando que el ideal es que los fieles sigan con atención al llamado equívocamente celebrante. Y no es lo mismo seguir la misa que participar en ella. El antiguo Código de Derecho Canónico de 1917 se refería al precepto de oír la misa (audienda missa, c. 1248); el nuevo código (1983), en cambio, habla de participar en la misa (missan participandi, c.1247). El defecto de muchos ministros es que continúan recitando, incluso con un mismo tono de voz presidencial (aumentada frecuentemente por un micrófono) no solo las partes presidenciales (Plegarias eucarísticas oraciones propias del día) sino también las que deben recitar como simples miembros del asamblea y omitir aquellas otra que corresponden en exclusiva a la asamblea. ¡Qué imagen más distinta de la celebración es oír el alternado de las voces de la asamblea, los ministros y obispo o presbítero! Este modo de proceder realiza expresivamente el precepto del Vaticano II de cada uno de los participantes hace todo y sólo lo que corresponde según la naturaleza de la acción litúrgicas” (SC n. 28). ¿Quién imaginaría que en la recitación comunitaria del rosario, por ejemplo, quien dirige el acto piadoso recitara la primera y la segunda parte del Padre nuestro y del Ave María, mientras los que rezan con él la devoción mariana estuvieran únicamente escuchando estas oraciones? Y es esto lo que acontecen con frecuencia en las misas. Solo se oye la voz del que no es único celebrante, sino ministro que hace al servicio de hacer presente al principal sacerdote, Cabeza del pueblo sacerdotal, que es quien preside la celebración. Los llamados a servir a la asamblea (obispo y presbíteros) deben hacer lo que les corresponde según la naturaleza de la acción litúrgica y las normas litúrgicas” (SC n. 28).