Carta de liberación del Clan

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Carta de liberación del Clan...
En este acto de mi puño y letra como regalo al clan al cual pertenezco y en el amor de Dios, los
bendigo, pido perdón y libero a todos mis antepasados mis pares y mis hijos, de cualquier ofensa
que otro clan haya recibido del nuestro, pidiendo perdón en nombre del que ofendió. De posibles
pérdidas económicas, de herencia, de asesinatos y muertes repentinas, violentas, enfermedades
mentales y/o físicas accidentes, violaciones, adulterios, hijos no deseados, hijos no nacidos, no
reconocidos, incesto, abandonos, crueldades, suicidios, maldiciones, desarraigos falta de amor,
todo lo que ha afectado a mi clan y a otros a traves del mío, trabajos forzados, esclavitud, guerras,
todo aquello que fuera alguna vergüenza y limitación.
Los no dichos y toda memoria de dolor, para que ya no se siga perpetuando.
Para mi mayor Bien y el de todos los involucrados.
Espíritu santo te entrego mi voluntad y me entrego a la Paz Divina Amén
Gracias, Gracias, Gracias que ya ha sido concedido!!!
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El símbolo del infinito es un ocho y lo puedes trazar repetidamente cuantas veces quieras.
El símbolo del infinito, dispersa los dolores y además sana.
Cuantas más veces se haga mayor movimientos energéticos sanadores.
El símbolo tiene dos trabajos y virtudes que cuando empieza desde el centro del ocho, hacia la
derecha por la parte de arriba, siguiendo el trazo, dando vuelta para dirigirte otra vez al punto de
donde partiste y así seguir el trazo hacia el lado izquierdo, otra vez dando vuelta para dirigirte de
nuevo al punto de partida, se dispersa la enfermedad y el problema de la parte dañada y enferma
del cuerpo.
Al hacer este movimiento repetidamente, sentirás como si empujaras o arrojaras la energía hacia
afuera.
Haz el trazo de este movimiento con el dedo índice de tu mano.
También se puede usar para armonizar lugares o personas.
------------LAS MUJERES DE MI CASA, SANACION DE NUESTRO LINAJE FEMENINO....
“La salud de la mujer es el terreno sobre el que crece toda la humanidad. Mejorar la salud de una
mujer fertiliza y aprovisiona el terreno para todos, hombres, mujeres, niños, animales, plantas y el
propio planeta. El vínculo madre- hija, en toda su belleza, dolor y complejidad, forma el cimiento
mismo del estado de salud de una mujer. Esta relación primordial deja su huella en todas y cada
una de nuestras células para toda la vida”
Las mujeres, como los hombres, nos creamos en el útero de nuestra madre. Bebemos sus
emociones, sentimos todo aquello que acontece en su cuerpo, mente y espíritu. Es nuestro
universo durante nueve lunas y constituye nuestra esencial referencia de la vida humana.
En el caso de las mujeres, nuestros úteros son creados en el útero de nuestra madre y en él se
imprimirán sus emociones básicas acerca de la feminidad. Así, en su útero, se albergan también
aquellas de nuestra abuela y, si seguimos esta espiral, caeremos en la cuenta de que en este útero
de creación y recreación, nuestro Templo Sagrado (útero), está construido sobre los pilares de
todas las mujeres de nuestro linaje matrilineal.
El legado de todas estas mujeres hasta nosotras (o hasta nuestras hijas) está impreso en nuestro
cuerpo, en concreto en nuestros genitales, nuestros órganos sexuales, nuestros senos y nuestro
abdomen. Tener conciencia de esto nos ayuda a entender el porqué de tantos dolores
“inexplicables”, de tanta ira contenida y de tantas lágrimas sordas anudadas en nuestra garganta.
Las mujeres de nuestra casa sufrieron miles de abusos, desde la imagen de pecadora que tuvieron
que aceptar “gracias a” la Iglesia Católica hasta la reclusión “recomendada” en los fogones.
Nuestras ancestras fueron niñas, fueron mujeres, fueron hijas, fueron madres como hoy lo somos
nosotras.
Sus miedos y sus contentos eran similares a los nuestros.
Ellas tuvieron sus sueños cumplidos y sus sueños frustrados.
Fueron algo más que cuidadoras, aunque ahora apenas lo recordemos.
Tuvieron inquietudes y necesidades de brillar como las que hoy sólo confesamos ante el espejo o
una mano amiga.
Leyendo el libro de Madres e Hijas de la Dra. Northrup pude poner palabras a lo que tantas veces
había sentido hacía mi madre y hacia mi abuela.
Esa necesidad de verlas como mujeres, sin el lazo específico de la sangre familiar sino con el lazo
universal que nos une a las mujeres en manada.
Llorando encontré que en el seno de mi madre residía una mujer llena de poder. Una mujer a la
que podía admirar.
El reflejo de la Diosa, que tantas veces ilustré con dibujos prestados, estaba ahí y era real. Todos
estos años la buscaba y hasta que no bajé la espada del reproche y abracé nuestras sombras no
pude ver el verdadero rostro de la mujer en la que me crié y acuné.
Mi madre también es hija, como lo es mi abuela y todas mis ancestras.
Todas tenemos en común nuestra Fuente de Origen y sólo cuando pude llegar hasta ella entendí
los misterios más inciertos y oscuros de mi.
Comprendí que muchos no eran míos, supe que tantos otros no eran de mi madre y así fui
deshilando la manta de los recuerdos, hasta llegar a Ellas.
Las mujeres del pasado se manifiestan en nosotras a través de los pálpitos de nuestro útero.
Esta Sagrada Vasija contiene las aguas de todas las emociones, suyas y nuestras. Hemos de
sentirla sin miedo para poder elegir qué es lo que queremos quedarnos y qué queremos desechar.
Ellas nos acompañan desde la luz si así se lo pedimos. Simplemente hemos de nombrarlas con
solemnidad, con el corazón y los brazos abiertos pidiendo su presencia y ayuda. Reconociendo el
linaje de sangre lunar.
Os invito a invocarlas.
Así lo hago yo desde las profundidades de mi Ser : En este caminar soy Erika, hija de Ana Rosa,
hija de Lucila, hija de Eleuteria, hija de Pascuala, hija y nieta de las mujeres valientes que me
precedieron. ....A vosotras, abuelas, os invoco desde el Amor, buscando la Sabiduría que reside en
vuestro legado.
Con estas palabras reconozco su labor aún perenne en esta Tierra, pues ellas viven en mi sangre.
Porque decido honrarlas, las nombro. Porque decido liberarme de aquello que no quiero, las
nombro. Ellas son la fuerza que impulsa cada una de mis acciones. Ellas son la Savia de mi cuerpo.
De todas y cada una, una sonrisa y cientos de lágrimas recorriendo mi cara. De todas y cada una,
el regazo acogedor. De todas y cada una de las mujeres de mi casa llevo la luz y la sombra.
Son cientos y a todas ellas muestro mi veneración, porque del linaje de mis mujeres vine a este
cuerpo, a esta familia en concreto. Como hija y nieta de tantas, decido caminar hacia las
profundidades de sus úteros para encontrar el origen de la angustia y ponerle fin.
Siento que no estamos completas hasta el día en que tomamos aire y nos aventuramos a bucear en
las profundidades de nuestro linaje femenino. El momento en el que nos reconocemos únicas es el
momento en el que honramos aquello de lo que formamos parte. Sólo cuando pude sentirme
cómoda y reconfortada en los brazos de mi madre, pude dar el paso hacia mi propio universo.
Hasta entonces había sido una niña perdida, buscando la aprobación de una mujer que no sabía si
amar u odiar. Fuera como fuera nunca tuve elección, sabía que hiciera lo que hiciera, siempre la
amaría.
Pese a todo lo que me dolía reconocerlo, era cierto.
Mi universo fue esa mujer y como nuestra Madre Tierra, por mucho que trates de ignorarla ella
siempre te sostiene. Quizás no es como esperas, pero Ella es el mundo que necesitas para
aprender lo que has de aprender.
Cuando comienzas a amar tus tifones, cuando entiendes tus cataratas, llegas a encontrarla
hermosa.
La miras y te reconoces en ella. Entonces sabes que sois Una, tal y como fuisteis hace años.
Hemos de aventurarnos a recorrer este laberinto mágico que nos conduce a la Fuente. Nuestro
primer pasadizo es nuestro cuerpo y de ahí se abren las puertas hacia las mujeres de nuestra casa.
Pasamos a través de nuestro útero al útero materno y de allí al útero de nuestras ancestras.
De una a otra tomamos conciencia de quiénes somos en realidad. Cada una descubrimos nuestros
misterios y os aseguro, hermanas, que todos son bellos, sea cual sea su forma.
Para avanzar, no sólo hemos de comprender, sino también honrar nuestro origen. Gracias a Ellas
palpitamos. Sólo Nosotras podemos elegir cómo.
Erika Irusta Rodríguez
Mujer, hija, doula, pedagoga especializada en energía femenina y sanación de Lo Sagrado
Femenino
* INFANCIA *
"Tus padres hicieron lo mejor que podían hacer con el entendimiento y la conciencia que tenían. No
podían enseñarte nada que ellos mismos no supieran. Si tus padres no se amaban a sí mismos, no
había manera de que te pudieran enseñar cómo amarte.
No importa que tu infancia haya sido buena o mala: ahora, quien está a cargo de tu vida eres tú, y
sólo tú.
Con amor abrazo a mi niño interior
El amor es el borrador más grande que hay, borra incluso las impresiones más profundas, porque el
amor cala más hondo que nada. Si las impresiones de tu niñez fueron muy fuertes. Mírate a los
ojos y ámate, y ama al niño que llevas dentro.
Cuida a tu niño interior. Es él quien está asustado. Es él quien sufre. Es él quien no sabe qué hacer.
Ocúpate de tu niño. Abrázalo y ámalo y haz todo lo que puedas por satisfacer sus necesidades. No
olvides hacerle saber que, suceda lo que suceda, tú estarás siempre a su lado. Nunca le volverás la
espalda ni te escaparás de él. Siempre amarás a ese niño."
Louise Hay
Imagen: Lindy Longhurst
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