Trauma de Párpado y Anexos Gabriel Jiménez E., MD* Palabras clave: trauma, herida palpebral, menejo. INTRODUCCIÓN Parafraseando a Rowe y Killey, se dice que en trauma existen tres principios básicos: 1. preservar la vida, 2. conservar la función y 3. restaurar la apariencia física. El trauma local de la región orbitaria debe ser valorado cuidadosamente, no conformándose el examinador a las heridas más aparentes, sino también a la posible lesión del globo ocular. De máxima importancia es practicar el examen de agudeza visual, y si las condiciones y la edad del paciente lo permiten debe utilizarse la tabla de Snellen, o en su defecto la de visión cercana tipo Rosenbaum, que da una aproximación a la primera y facilita la valoración en niños. Nunca debe practicarse cirugía en un paciente que por su ansiedad, o por estar bajo los efectos de sustancias tóxicas, no está en capacidad de cooperar, siendo preferible posponer unas cuantas horas el procedimiento y llevarlo a cabo con la cooperación y la autorización adecuadas; sin llegar a los extremos impuestos en la Segunda Guerra Mundial de no intentar ningún procedimiento plástico reconstructivo, antes de tener una total cicatrización (figura 1). TIPOS DE TRAUMATISMO PALPEBRAL Laceraciones: causadas generalmente por traumatismos con vidrios o metales de bordes cortantes, como las ocurridas en accidentes automovilísticos. Los bordes suelen ser netos. Es fundamental llevar a cabo una minuciosa limpieza de la herida, en especial de las llamadas “de carretera”, en las que el polvo, tierra y demás detritus no retirados de inmediato, al cicatrizar dejarán un tatuaje que luego será casi imposible de eliminar. Figura 1. Avulsión palpebral traumática. * Jefe Unidad de Oftalmología, cirujano oculoplástico, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Hospital Universitario San Ignacio. Heridas penetrantes: pueden mostrar tan solo una pequeña herida en el párpado con apariencia inofensiva, producida por antenas de carro, lápices etc., pero requieren de una cuidadosa valoración ya que se han reportado heridas casi imperceptibles en el párpado superior, que llegan a la cavidad craneal. Heridas puntiformes: causadas por objetos tipo aguja, estilete, dardos, etc. En el momento del examen puede a veces no apreciarse el sitio de la entrada del objeto injuriante y tan solo el examen de agudeza visual y de fondo de ojo pueden revelar ya sea la disminución marcada de la visión, hemorragia, desgarro o desprendimiento de la retina. Si la herida ha comprometido el cristalino, habrá catarata, la cual será de mayor o menor intensidad según el tamaño de la solución de continuidad de la cápsula cristaliniana. En estos casos el párpado no necesita ser suturado y el procedimiento final debe ser realizado por un oftalmólogo. Traumatismos cerrados: llamados contusiones, causa lesión de los tejidos blandos y casi siempre es de buen pronóstico. Excepcionalmente es necesario drenar un hematoma localizado en el párpado, siendo el calor local y los analgésicos antiinflamatorios la única medida que tomará del médico de urgencias. Si existe proptosis con imposibilidad de movimiento del ojo peligra la integridad visual el oftalmólogo llevará a cabo la descompresión quirúrgica con la ayuda de un bisturí y una sonda acanalada, penetrando en la órbita por una zona libre de músculos extraoculares que permita llegar al sitio de la colección hemática. Es relevante un estudio cuidadoso de los traumas más severos en los cuales el llamado ojo negro, nos puede hacer sospechar fracturas de la base del cráneo, al igual que fracturas nasoorbitales que estadísticamente cursan con un 25% de posibilidad de daño ocular. TRATAMIENTO DEL TRAUMATISMO PALPEBRAL Laceraciones: la severidad y la localización de la laceración indicarán el tratamiento más apropiado el cual deberá ser casi siempre tratado por el especialista cuando existe compromiso del borde libre, de los ligamentos cantales, o del sistema lagrimal. Se administrará toxoide o antitoxina tetánica y se evitarán los antibióticos profilácticos excepto en heridas orbitocraneales en donde son altamente recomendados. Las heridas deben lavarse exhaustivamente con antiséptico y abundante solución salina a temperatura corporal, aunque otros autores prefieran el agua oxigenada que no irrita la herida ni produce destrucción celular. En heridas de consideración se preferirá la anestesia general, máxime cuando se trate de niños o en adultos si existe la sospecha de lesión canalicular o de los puntos lagrimales. Si se ha decidido por la local, una mezcla de lidocaína 2% con epinefrina y bupivacaína 0,75 en parte iguales da un prolongado efecto anestésico y una considerable disminución del sangrado operatorio. La hemostasia debe ser muy cuidadosa con el cauterio, evitando la utilización de pinzas hemostáticas colocadas a ciegas por el peligro de lastimar, ya sea la vía lagrimal, en el ángulo interno, el complejo elevador en párpado superior, la glándula o conductillos excretores en la porción superoexterna de la órbita, o los ligamentos traccionales, e incluso el oblicuo inferior en el caso del párpado inferior. La correcta reaproximación del borde libre será la que llevará a un efecto estético perfecto, para lo cual la colocación de tres puntos claves deberá ser impecable (figura 2). El primer punto en la línea gris, segundo punto línea de las pestañas y tercero en medio de los dos anteriores, pudiendo utilizar como referencia la desembocadura de las glándulas de Meibomio. Ellos deberán tener una profundidad adecuada a fin de poder contar con la consistencia del tarso para lograr un cierre más fuerte y firme, dejando los cabos de la sutura largos, para que no sólo sirva de tracción y evitar así la retracción de los primeros días, sino además para que no exista molestia e irritación por los extremos que rocen la córnea o la conjuntiva. El tarso se sutura posteriormente con dos o tres puntos separados de Vycryl 6 ó 7-0 y la piel se cierra con Prolene o seda 7 ó 9-0. Estos puntos se retirarán a los 5 ó 6 días, en tanto que los del borde libre permanecerán por unas dos semanas ya que su retiro precoz podría ser causante de un coloboma antiestético en forma de muesca en el sitio de la solución de continuidad. Figura 2. Sutura, herida borde libre palpebral. Avulsión palpebral. La avulsión es aquella en la cual además de la herida, el paciente presenta un verdadero arrancamiento de los ligamentos cantales, responsables de la fijación del párpado a la órbita. En estos casos además, intentar un perfecto alineamiento, se fijará el ligamento cantal, ya sea al periostio, al propio hueso, o mediante transfixión nasal con fijación de los ligamentos cantales entre sí, con el uso de prolene, alambre de acero o incluso con microtornillos. Dependiendo de la extensión de la herida se localizará el músculo de Müller, el cual será suturado al tarso con vycryl 7 u 8-0, maniobra facilitada con el uso del microscopio quirúrgico. También puede ser necesario localizar la aponeurosis del elevador, la cual será reparada y fijada a la cara anterior del tarso. Cuando la avulsión ha sido total, con pérdida completa del párpado, puede ser posible encontrar en el sitio del accidente el tejido avulsionado. Si el resultado es fructífero y el tejido se encuentra rápidamente, éste puede limpiarse con agua oxigenada y suturado por capas, siguiendo las mismas pautas enumeradas anteriormente. Es obvio que en estos casos es mandatorio el uso de antibioterapia intravenosa y que la posibilidad de necrosis tisular es muy alta. Si el defecto tisular es tan grande que es imposible intentar cualquier tipo de afrontamiento directo, se harán plastias por deslizamiento, transposiciones de párpado superior al inferior o viceversa, o injertos libres del párpado contralateral, piel retroauricular, o supraclavicular. Una pérdida en el párpado inferior de una extensión menor al 25% de la longitud total del mismo, podrá corregirse con un cierre directo primario. Si llega al 50%, se puede afrontar después de hacer una lisis del ligamento cantal lateral. En pérdidas del 75% al 100%, será necesario relajar parte de la piel del malar o incluso de la mejilla (Tenzel o Mustardé). Finalmente, en casos de avulsiones totales o parciales de la porción interna del párpado el compromiso del sistema de drenaje lacrimal es muy probable y definitivamente la reparación debe ser responsabilidad de un oftalmólogo con experiencia en el manejo de este tipo de pacientes.