1 Teórico 5 03/03/2016 Dictado por Verónica Moreira Bueno, empezamos. Mi nombre es Verónica Moreira, voy a hablar sobre fútbol. Hay una unidad dedicada al estudio de este deporte. Es un clásico del seminario. Pablo Alabarces, el titular de esta materia, es un especialista del tema. La visión sobre fútbol y el análisis de éste están presentes en sus producciones; el fútbol ha sido uno objeto clásico de reflexión a lo largo de estos años. Ustedes saben que es un tema taquillero, además es un objeto muy cercano a todos y todas. Empecemos la clase. Si tienen alguna duda, levantan la mano y preguntan y hacemos una clase un poco más dinámica que una exposición teórica de cuatro horas. Una clase de cuatro horas en términos pedagógicos no es lo mejor. Si hay algún comentario, también levantan la mano y ahí vemos. Nuestro primer desafío es pensar: ¿por qué el fútbol es un fenómeno popular y masivo? La clase está armada en función de un recorte de los estudios sobre deporte y fútbol en Argentina que tiene que ver con la discusión sobre violencia; en particular, los estudios sobre violencia dedicados a determinados actores sociales: los hinchas de fútbol que integran las denominadas “barras” (bravas) o “hinchadas”. Hay estudios sobre fútbol en Argentina que tienen que ver con la construcción de la identidad nacional, la identidad regional o local, etc. En nuestro caso, en este seminario, vamos a focalizar la mirada sobre estos hinchas y sobre ciertas prácticas que podemos vincular con la violencia. A lo largo de la clase vamos a ver cómo “lo popular” está conectado con la construcción de la identidad de estos sujetos que hacen de la violencia un emblema. Entonces, la unidad temática es un recorte que responde a los estudios sobre violencia, que son los estudios o la rama o la línea que más frutos ha dado en Argentina; incluso convirtiéndose sus investigadores en referentes en la región latinoamericana. Por otra parte, el tema de la violencia es un problema de la agenda política, de la agenda social, de la misma cotidianeidad. Es un tema que evidentemente no está resuelto, mantiene toda su vigencia. La clase está pensada entonces desde ese recorte y les propongo que vayamos pensando algunas cuestiones. Una pregunta que nos tenemos que hacer todos cada vez que elegimos algún objeto de investigación es en qué sentido podemos decir que es un fenómeno de la cultura popular y la cultura masiva. En este caso, pensemos en el fútbol. El estudio de este fenómeno tiene dos facetas. Una primera intención es conocer su especificidad, la búsqueda de la comprensión de determinadas lógicas internas, características propias. La otra faceta es complementaria: a partir del estudio de esta especificidad deberíamos poder conocer procesos históricos, sociales y culturales de la sociedad que lo incluye como fenómeno. Usamos el fútbol como una arena con muchas relaciones y complejidades para conocer procesos sociales y culturales de la sociedad mayor. Ese siempre tiene que ser nuestro desafío. Ustedes no tienen que hacer el examen domiciliario porque están haciendo el curso de verano, pero los chicos que cursan durante el cuatrimestre tienen que elaborar como segundo parcial una discusión en torno a un objeto con 2 textos del programa; poner a jugar textos obligatorios de la cursada para analizar un objeto x. Pero el ejercicio de pensar estas relaciones internas y su conexión con la sociedad, de reflexionar si es un fenómeno masivo y popular puede servir para pensar la tesina. Pueden pensar un objeto x (fútbol, música, telenovelas, etc.), conocer sus particularidades, y tratar de conectar esas particularidades con procesos sociales y culturales más amplios; porque, sino, queda como una comprensión desconectada del contexto que lo rodea. Entonces, el ejercicio científico es conocer sus especificidades y la conexión con la sociedad que lo está abarcando. Les muestro los puntos que quiero discutir en la clase de hoy. En primer lugar, toda esta serie de preguntas sobre la relación entre medios de comunicación y violencia en el fútbol. ¿Qué dicen los medios de comunicación sobre la violencia en el fútbol?, ¿Qué actores aparecen generalmente como protagonistas de estas representaciones?, ¿Cuáles son los estereotipos, las metáforas y las imágenes que usan los medios para contar los hechos de violencia?, ¿Cuáles son las consecuencias de estos usos? Un segundo punto es un intento de ir más allá de lo que dicen los medios de comunicación. Si nos quedamos con el discurso mediático, tenemos algo muy pobre. Tenemos que tratar de dar un salto y ese salto en la Argentina se ha dado a través de la etnografía, los estudios etnográficos sobre hinchas de fútbol de diferentes clubes. ¿Cuál es el aporte de las etnografías sobre el tema?, ¿Qué es una etnografía? ¿Qué investigadores argentinos han estudiado alguna de las dimensiones de la violencia en el fútbol? Un tercer punto es conocer ¿qué es “el aguante” para las hinchadas?, ¿en qué sentido “el aguante” representa un estilo, una retórica y una ética? Un cuarto punto es conocer: ¿cómo participan los hinchas en el juego de la política en los clubes de fútbol? ¿Qué capitales poseen para intervenir en los procesos políticos? Y algunas líneas para pensar el clientelismo político. Entonces, en relación al primer punto y a los siguientes, la idea es que frente a los sentidos que proponen los medios de comunicación que refieren a los hinchas como “salvajes”, “animales”, “bestias”, “locos” -que los desplazan del plano de la cultura dejándolos en el plano de la naturaleza-, determinados investigadores plantean, a partir del punto de vista del nativo, que los hinchas saben jugar muy bien el juego de los procesos políticos en los clubes de fútbol; a través de la exposición de recursos y capitales. Lejos de ser irracionales e inadaptados, los hinchas juegan en la política con sus capitales. En los prácticos van a ver el trabajo de Grignon y Passeron, estos autores discuten fuertemente con el texto de Bourdieu, que también tienen como lectura obligatoria. Esto es para ir precalentando (para usar metáfora deportiva) la exposición. Sé que es difícil tener la lectura al día porque es un curso de verano, es acelerado, son muchas horas. Pero cuando tengan la lectura de Grignon y Passeron van a comprender varias cuestiones que planteo aquí, que no quiero adelantar mucho porque responden a una unidad de prácticos. Una primera pregunta que surge es: ¿por qué el fútbol es un fenómeno de la cultura de masas y además un fenómeno de la cultura popular? Si nosotros pensamos que el fútbol es un fenómeno masivo, es mucho más fácil, ¿por qué? porque podemos decir que el fútbol es una mercancía, podemos pensar que es un producto de los medios de comunicación, podemos pensar en la 3 cantidad de televidentes, espectadores, consumidores; en la diversidad de formas que adquiere como producto de las industrias culturales. Es fácil tratar de entender el fútbol en este sentido. Tengan en cuenta que podemos pensar que el fútbol es un fenómeno de masas desde la década del veinte del siglo pasado. Esto lo ha trabajado muy bien un historiador que se llama Julio Frydenberg, un historiador que se dedica al fútbol amateur en Argentina. Pablo Alabarces lo menciona claramente en “Fútbol y patria”1. Pablo explica que ya en la década del 20 del siglo pasado los deportistas se habían convertido en héroes deportivos; esto quiere decir que pasaron a ser personajes reconocidos, con cierta popularidad, con cierto reconocimiento masivo. Y acá digo “popularidad” en términos de la primera definición de “lo popular” para Stuart Hall. Recuerden que Hall trabaja tres definiciones de “lo popular”. La primera es la de mercado. ¿Se acuerden que Hall hace una crítica muy fuerte de esta definición, pero no la descarta en su totalidad? Entonces, cuando Pablo dice que los jugadores de fútbol se han convertido en héroes deportivos, está diciendo que se habían dado las condiciones materiales, de innovación tecnológica, para producir información sobre este deporte para un público masivo a través de la radio, los diarios y las revistas de la época. La primera transmisión de radio se da en la década del 20 del siglo pasado. Nosotros podemos hablar también de un espectáculo que es masivo no sólo en relación con los medios de comunicación, sino también porque se habían hecho inversiones en términos del desarrollo del espectáculo: se construyó para la misma década el primer estadio de cemento (el de Independiente), se realizó la primera instalación eléctrica en el estadio de Vélez. Hay datos que nos permiten ubicar el fútbol como un producto de la cultura de masas ya en ese período. Hoy, en la actualidad, no podemos dudar que el fútbol es una mercancía globalizada. Hoy por hoy esto está muy claro. Está Messi que es un héroe deportivo global, es conocido en cualquier parte del mundo, o en casi todo el mundo. Entonces hoy el fútbol tiene una penetración en las economías nacionales y globales mucho más fuerte que hace un siglo atrás. No es difícil pensar, entonces, sus relaciones con la cultura de masas. Ahora bien, el desafío es pensar por qué el fútbol es popular, si sabemos que es transclasista porque en Argentina todas las clases sociales acceden al espectáculo asistiendo a los estadios, leyendo diarios, escuchando programas de televisión, jugándolo, etc. El fútbol es el deporte más conocido en nuestro país, EL DEPORTE por excelencia. Entonces nosotros tenemos que ver por qué pese a que es un deporte transclasista, tiene esta penetración de todas las clases sociales, sigue siendo popular. Bueno, tenemos que hacer el ejercicio de pensar esta pregunta con el texto de Gramsci. ¿Se acuerdan de Gramsci de la primera clase? Seguramente la profesora Libertad les habló de este texto, cortito pero contundente, que es Observaciones sobre el folclore; es brillante en la medida que nos va tirando pistas acerca de qué es lo popular, en su caso, lo llama “folclore”. Al final de ese texto enumera tres tipos de canto, (1) los cantos que son para el pueblo escritos por el pueblo, (2) para el pueblo pero no son escritos por el pueblo y (3) los cantos que no son ni escritos para el pueblo ni por el pueblo. Pero lo que agrega y esto es lo interesante: es que son 1 ALABARCES, Pablo (2002): Fútbol y Patria. El fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina. Prometeo. Buenos Aires. 4 “adoptados” por el pueblo. Esto conduce a la cuestión sobre “que hacen los sujetos con esos cantos”. No importa quién escribió los cantos o si éstos estaban dirigidos al pueblo; lo que importa es la adopción, es decir (¿podemos traducir esa adopción en apropiación?), la apropiación de esos cantos por parte de los sujetos y cómo esos cantos se van conectando, articulando, con sus experiencias vitales y subjetividades. Entonces, si bien es un fenómeno transclasista, también debemos pensar que para algunos sujetos la adopción del fútbol conecta con sus experiencias de vida, subjetividades, identidades y cotidianidad. Después vemos cómo esto se conecta con la estética, ética y retórica del aguante. Bueno, entonces, vayamos punto por punto. Sobre los medios de comunicación, quiero mencionar dos trabajos. Uno es La fiesta que no fue. Un análisis sobre los medios de comunicación y la violencia en el fútbol argentino, de Javier Szlifman. Como ven en el power point, es una tesis de licenciatura de la carrera de Comunicación de 2010, de la UBA. Es un excelente trabajo sobre representaciones de la violencia. Javier estudia cómo van cambiando las representaciones de la prensa sobre episodios de violencia desde 1924 (primer muerte) hasta la actualidad. Para el autor hay un corte abrupto en las representaciones en 1990, con la muerte de Saturnino Cabrera; un hincha de boca que estaba en la popular del estadio de la rivera, y que en el marco de una disputa entre hinchas de boca y San Lorenzo, cayó sobre él un caño de 50 kilos que le partió el cráneo. Dice Javier que antes de esa fecha, cuando los medios narraban los hechos de violencia, entendían que estos eran un desvío de la norma. Esto cambia a partir de los noventa, la violencia se presenta como parte cotidiana del espectáculo deportivo. Algunos conceptos significativos de la tesis de Javier son: 1. cuando los medios se acercan a los hechos violentos, lo hacen bajo su propia lógica, espectacular y urgente. Hay una dinámica “temporal y específica”: el volumen de contenido mediático se incrementa luego de cada muerte o incidente; con el paso del tiempo, la cuestión de la violencia va perdiendo espacio en la prensa; desaparece; hasta que nuevamente sucede un hecho trágico y el fenómeno se repite. 2. Los medios periodísticos reducen la investigación al estudio de un “caso” relevante que toma estado público (por ejemplo, El Panadero en Boca en el partido por la Copa Libertadores). El segundo texto es de Coelho, Lobos, Sanguinetti y Szrabsteni2, egresados de la carrera también. Es una ponencia, un texto breve pero contundente. Es una excelente síntesis de cómo son las estigmatizaciones que ha pensado la prensa desde mediados de la década del 60 hasta mediados de la década del 90 sobre los hinchas de fútbol. Estos dos textos son referentes de la carrera de comunicación para analizar el tema de las representaciones. Coelho y compañía encuentran en la prensa una serie de categorías que clasifican del siguiente modo. ¿Cómo nombran a los hinchas? Con categorías criminales: grupos patoteros, patota, delincuentes organizados, asesinos, inadaptados, organizaciones mafiosas, bandas delictivas; 2 Aguante y represión: Fútbol, violencia y política en la Argentina. Ponencia para la IV Jornada de Investigadores de la Cultura, IIGG, FSOC, inédita, 1998. Ramiro Coelho, Andrea Lobos, Juan Sanguinetti y Ángel Szrabsteni 5 categorías bélicas: grupo de choque, guerrilla, campo de batalla, combate, parapetados, mercenarios; con categorías de estados pre-sociales o categorías infrahumanas: salvajes, bárbaros, bestias, energúmenos. Monstruos; y categorías biológicas: virus lacerante, enfermos y cáncer (que tanto le gusta usar a la derecha). Éstas son las categorías que encuentran Coelho y sus compañeros cuando estudiaron la prensa entre la década del 60 y mediados de la década del 90. Nosotros podríamos preguntarnos qué de todo esto continúa hoy. ¿Encontramos estas categorías para representar a los hinchas de fútbol? Uno de los proyectos que ganamos precisamente con el grupo que estudia fútbol y deporte tiene como objetivo tratar esto: cómo los medios representan la violencia en el fútbol. Escuchamos un audio… https://www.youtube.com/watch?v=-SA79rzDK50 [Alejandro Fantino enojado con la violencia en el fútbol; hasta el minuto 6 aproximadamente] Vamos con todas las categorías, ¿verdad? ¿Usó todos los tipos de categorías? La idea de mostrar este audio es evidenciar cómo determinadas personas, que tienen la voz autorizada en un medio de comunicación, hacen uso del concierto de categorías que estigmatizan a los sujetos sobre los que hablan. Este audio es de Alejandro Fantino después del episodio del gas pimienta en el estadio de Boca, en el marco de un partido entre Boca y River por la Copa Libertadores. Fíjense el uso del lenguaje. La cuestión de la razón, la metáfora biológica, la enfermedad o cáncer que hay que eliminar, etc. Y además, Fantino representa un estilo de periodismo que es el periodismo de conventillo, show, que hace de este tipo de hechos un espectáculo; él es el representante de este tipo de programas. Después, obviamente, hay periodistas que informan y comunican de otra manera, no voy a generalizar. Para las Ciencias Sociales puede ser interesante estudiar el discurso de Fantino, pero para resolver el problema de la violencia lo que él dice no es una buena interpretación, pues es un fenómeno sumamente complejo. A nosotros, como investigadores del tema, no nos sirve lo que él está diciendo, o mejor dicho nos sirve porque los medios son parte del problema de la violencia; no nos sirve como explicación científica. Nos posicionamos en las antípodas, nosotros tenemos que reconocer qué piensan los actores (los hinchas) sobre lo que hacen. Si nosotros nos quedamos con esto, nos quedamos con que los hinchas son bestias, locos, irracionales, bajamos la persiana y nos vamos para casa. No estamos haciendo análisis científico, académico. Una consecuencia de esto es desplazar a los actores del plano de la cultura, llevarlos al plano de la naturaleza. Y esto lo pueden unir con el texto de Grignon y Passeron, porque ellos plantean que todos los sujetos (están pensando en torno a las clases populares pero lo extendemos a nuestro caso sobre los hinchas) tienen la posibilidad de generar simbolismo, generar alguna producción de sentido. Que nosotros estemos de acuerdo o no con la violencia es otra cuestión, lo que pensamos en términos morales es otro tema, tenemos una posición tomada; acá lo central es entender que tales acciones 6 (pueden ser otras y pueden ser otros sujetos) tienen un significado cultural y social. Tales acciones tienen un sentido para los actores que las llevan a cabo. El sociólogo Rodrigo Daskal reflexiona sobre el tema y plantea el problema de las representaciones sobre la violencia en el marco del enfrentamiento “civilización y barbarie”, dilema que nos atraviesa culturalmente desde “la fundación” de nuestro país. Leamos esta cita del autor: Estamos habituados a escuchar, desde el sentido común y en el mensaje de la gran mayoría de los medios de comunicación ante cada hecho de violencia protagonizado por los hinchas de fútbol, un discurso estructurado principalmente alrededor de la antinomia general de civilización-barbarie, en la que alrededor del fútbol habría –y particularmente entre los que asisten como espectadores a una cancha –una dimensión no racional, de tinte animal, frecuentemente asociada a la enfermedad y bajo la comparación biológica de la existencia de un supuesto cuerpo “sano” –el fútbol-, dentro del cual se encontraría enquistado un verdadero tumor: los espectadores violentos organizados, particularmente las “barras bravas”, vinculadas a los poderes políticos de turno, a los que sirven y de los que se sirven. Estos sectores se encontrarían, aparentemente, fuera del alcance de la “civilización de las costumbres”, de aquello que hoy en día consideramos propio de “los hombres civilizados” (Elias 1987: 45) y como típico de una sociedad basada en el autocrontrol de las pulsiones, la interiorización e internalización de las normas y conductas y el control de la violencia elisianas (2013: 73) 3. Daskal se refiere a Elías, que es un sociólogo, que seguramente leyeron en otra materia. Elías escribió El proceso de la civilización4, que analiza el control de las pulsiones, las emociones, etc. Está vinculado al texto de Burke, de lectura obligatoria de prácticos. Ambos refieren a la reforma de las conductas durante la modernidad. Peter Burke nos recuerda el proceso de reforma de la cultura popular. Cuando Burke analiza “la reforma” no está analizando la reforma protestante. Sí tienen que tener en cuenta que la lucha entre protestantes y católicos (reforma y contrarreforma) se da en la primera fase del proceso de transformación de la cultura popular; y que este proceso cobra características propias según protestantes y católicos. El texto de Burke está fuertemente unido al de Elías pues analiza cómo se modificó la cultura popular en la Edad Moderna, bajo qué consignas e ideales. Una consecuencia de la reforma fue el autocontrol de las emociones. Con la modernidad, los individuos son presionados para domesticar sus cuerpos y controlar sus exabruptos y emociones. Durante el carnaval, ya no se puede festejar en un recinto sagrado, en una iglesia. Eso está prohibido. El cura no puede emborracharse (o mostrarse públicamente borracho) hablando en un lenguaje vulgar junto al pueblo. Hay un control sobre cuerpos, lenguajes, espacios. La consecuencia fue la apertura de la brecha entre la gran tradición y la pequeña tradición (ver texto de Burke). 3 Cultura, civilización y violencia en el fútbol argentino, en la compilación Violencia en el fútbol. Investigaciones sociales y fracasos políticos (Garriga Zucal, José, compilador). 2013. 4 El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Norbert Elías. Primera Edición en Alemán, 1977. 7 Visto desde esta teoría, el fútbol actual es el resultado del proceso civilizatorio. Los partidos de fútbol en la Edad Media no eran once contra once, eran un pueblo contra otro. Había un objeto en disputa, un grupo tenía que llevar dicho objeto a un lugar determinado del campo rival (del pueblo rival), y el grupo adversario debía hacer lo mismo pero en sentido contrario. Y pasaba de todo, sí, también se mataban (había muertos y heridos por todas partes). La violencia no estaba mal vista. El proceso de civilización implicó el control de este tipo de impulsos y emociones. Entonces, desde la teoría elesiana se piensa que el fútbol se convirtió en un deporte moderno en el siglo XIX, cuando se escribieron y respetaron las del juego, y se aplacó la violencia. Entonces, ¿por qué reflexionar sobre esto? Porque los medios de comunicación instalan discursos que circula socialmente; usan determinadas metáforas, símbolos, imaginarios, discusiones al estilo Fantino que insisten en esta dualidad entre civilizados y bárbaros (animales, irracionales, etc.). Pero además ¿cuál es el problema? Que los funcionarios y los políticos que tienen que generar políticas públicas para solucionar este tipo de problemas se nutren de y replican dichos discursos. Nos ha pasado (a grupo de investigadores) de hacer un diagnóstico sobre la violencia en el fútbol argentino a partir de la consideración de una serie de factores (para no pensar que existe una única razón) y no ser escuchados por aquellos que deben a crear soluciones y medidas para su control. En este sentido, hay una desconexión entre la producción académica y la política. Otra cuestión que plantea Javier Szlifman, que me parece muy interesante, es cómo los medios no reconocen que son parte del problema, porque los discursos al estilo Fantino no hacen más que alimentar las disputas y los enfrentamientos. Nosotros debemos reconocer que son parte del problema de la violencia. No hay un cuidado acerca de lo que dicen. Hay una interdependencia y retroalimentación entre hinchas y medios. Las coberturas entran en relación con la violencia de los hinchas ya que la espectacularidad y el sensacionalismo que caracterizan a muchas de las coberturas periodísticas están estrechamente vinculados con la necesidad de reconocimiento y notoriedad que muchos de estos grupos violentos manifiestan. La posibilidad de aparecer en los grandes medios es uno de los objetivos de los hinchas, que ven reflejada así su importancia y notoriedad y los estimula a seguir actuando. (Pregunté si conocían el diario Olé para reflexionar sobre cómo los periodistas alimentan las disputas, el show, las peleas) Un alumno: (…) El otro día mencionó en una de sus editoriales que los jugadores se enteran; yo soy hincha de River. Que River había perdido contra Boca un clásico y los jugadores de Boca se quedaron festejando en el medio de la cancha, en la cancha de River. Y el editorial dijo, sin ningún tipo de reparo, que los jugadores de River le tendrían que haber ido a pegar a los jugadores de Boca porque se quedaron festejando en una cancha (…) -Sí, está la disputa permanente, que yo digo que es grave porque si bien el diario no tiene el mismo grado de responsabilidad que la gente de la barra que elige matarse, sí alimenta la rivalidad. Esta cuestión del diario Olé es paradigmática no sólo porque tiene una lógica partidista (el término le pertenece a nuestro compañero Leandro Araoz Ortiz) -que quiere decir que aquel que escribe sobre determinados jugadores, hinchas, partidos, es hincha del club sobre el que 8 escribe-, sino también porque usa el lenguaje de un hincha en la cancha. Así, los periodistas no hacen más que fogonear esa rivalidad con un otro. Y el tema de la rivalidad acá, en Argentina -lo trabajó muy bien Frydenberg – es un fenómeno que se instaló desde los inicios del fútbol, en su era amateur. Frydenberg analiza cómo el rival deportivo se convierte en enemigo durante la fundación del fútbol criollo. Lo interesante es pensar que la rivalidad-enemistad actual es un proceso que tiene una historicidad; es un fenómeno con una base sociocultural. La rivalidadenemistad expresada en “querer matar al otro” (más allá de que esto suceda para todos los hinchas), que se extiende a hinchas muy distintos -y se expresa por ejemplo en los cantos de cancha-, es una cuestión cultural. Por eso digo que el problema de la violencia es un escenario complejo. Ahora bien, en Inglaterra, donde combatieron el tema del hooliganismo, en rigor: sacaron de los estadios a los hinchas que ahora se pelean en los alrededores. En aquel país varios teóricos analizaron la violencia bajo el paradigma del proceso de civilización de Norbert Elías. Eric Dunning, que fue su discípulo, usa la teoría del proceso civilizador para entender el tema del hooliganismo. Una conclusión para Dunning ha sido que los protagonistas de los hechos de violencia eran “los sectores más duros” de la clase obra, que fueron desplazados del sistema de trabajo. Éstos encontraron en el fútbol un lugar donde expresar sus emociones desbordantes, menos pulidas, las pulsiones que debían ser controladas en una sociedad moderna y civilizada. Piensen que hay un reduccionismo terrible en dicha postura. Dos antropólogos, Gary Armstrong y Richard Giulianotti, discutieron tal hipótesis. Hicieron trabajo de campo y encontraron que la violencia no era protagonizada únicamente por sujetos ligados a los sectores populares. Esa asociación entre violencia y sectores populares es la que debemos desarmar. Recuerden en Argentina, el caso de los hermanos Schlenker en River. Ojo con sugerir de manera lineal pobres=protagonistas de la violencia en el fútbol. Nos interesa ver los matices, las profundidades, las densidades de los fenómenos. Si hay contradicciones, aceptarlas porque enriquecen el análisis. En el caso de las interpretaciones sobre violencia, queda claro que son muy limitadas las de los medios de comunicación y las que responden a la teoría elesiana. Muestro esta etapa de Olé, en torno al episodio del gas pimienta. 9 Vamos al segundo punto del temario de hoy. ¿Qué es una etnografía? Hay una triple acepción. Tomo el texto de Rosana Guber, que para aquellos que quieren introducirse en el trabajo de campo antropológico es excelente5. Las etnografías surgen como una vía para reponer otros significados, significados distintos a los que circulan en los medios de comunicación. Siempre colocamos esa tensión, entre las representaciones mediáticas y los fenómenos culturales y sociales. Hasta diría que es una estrategia de construcción de un objeto de investigación: cuando escribimos proyectos o un argumento para un parcial escrito podemos plantear: “frente a las representaciones hegemónicas, que circulan en determinados medios de comunicación, sobre la irracionalidad de los hinchas que realizan prácticas violentas, nuestro trabajo es mostrar los significados de dicha práctica para los actores”. Tomando las palabras de Guber, la etnografía tiene una triple acepción: es un enfoque, un método y un texto. Como enfoque constituye una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros (entendidos como “actores”, “agentes” o “sujetos sociales”). Un investigador social difícilmente pueda comprender una acción si no entiende los términos en que la caracterizan sus protagonistas. Los agentes son informantes privilegiados pues sólo ellos pueden dar cuenta de lo que piensan, sienten, dicen y hacen con respecto a los eventos que los involucran. Una buena descripción es aquella que no los malinterpreta, es decir, que no incurre en interpretaciones etnocéntricas, sustituyendo su punto de vista, valores y razones, por el punto de vista, valores y razones del investigador. Adoptar un enfoque etnográfico consiste en elaborar una representación coherente de lo que piensan y dicen los nativos, de modo que esa “descripción” no es ni el mundo de los nativos, ni el modo en que ellos lo ven, sino una conclusión interpretativa que elabora el investigador. Esa conclusión proviene de la articulación entre la elaboración teórica del investigador y su contacto prolongado con los nativos. Como método caben las técnicas no directivas (la observación participante, las entrevistas no dirigidas), y la residencia prolongada con los sujetos de estudio. La etnografía es un conjunto de actividades que suele designarse como “trabajo de campo”, y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción. Como texto, es un texto monográfico y por escrito, que intenta representar, interpretar o traducir una cultura o determinados aspectos de una cultura para lectores que no están familiarizados con ella. Entonces, surge la pregunta sobre ¿qué significa el aguante para los hinchas? Para conocer esto hay que tratar de suspender momentáneamente nuestro sistema de valores. Siempre, obviamente, tenemos prenociones, supuestos, que nos ayudan a construir las preguntas. Pero el punto es no hacer una interpretación de un fenómeno x (que queremos conocer) bajo nuestro sistema de valores y perspectiva; porque entonces me dedico a otra cosa, bajo la persiana y me voy a casa. La idea en este caso, o con cualquier otro objeto que no tenga que ver con la violencia en el fútbol, puede ser otra cuestión, es comprender y preguntar sobre el fenómeno desde el punto de vista del actor. Qué piensan sobre lo que hacen los sujetos con los que trabajamos. Eso es lo que se llama el punto de vista del nativo o la perspectiva del actor. Éste es el enfoque. En cuanto a la metodología, lo que ustedes vieron seguramente en antropología son algunos aspectos del trabajo de campo, que tiene que ver con un trabajo de tiempo prolongado junto a los actores, 5 La etnografía. Método, campo y Reflexividad. Rosana Guber. Siglo XXI Editores. 2011. 10 experimentar lo que hacen las personas en sus entornos, en su cotidianidad. Entre las técnicas, se destacan la observación participante y la entrevista etnográfica. Participar de los contextos en los que ellos circulan y, en la medida de lo posible, participar de sus actividades. La etnografía en cuanto texto es un texto escrito que conjuga categorías teóricas y el dato que obtengo del trabajo de campo; los datos funcionan como evidencia del argumento. En Argentina, en torno a los hinchas hay excelentes trabajos sobre masculinidad. Esos trabajos enlazan las categorías analíticas de estudios sobre masculinidades y los datos recogidos durante el trabajo de campo con los hinchas de fútbol. Quiero mencionar, antes de ir al texto obligatorio del programa, a Eduardo Archetti, que ha sido el fundador de los estudios de deporte y fútbol en la Argentina. Fútbol y ethos es un texto fundador de 1985. Lo que me interesa señalar es que este antropólogo en la década del 80 planteó el tema de la polarización, la cuestión de entender al rival no como un rival deportivo sino como un enemigo al que hay que eliminar, al que hay que –metafóricamente- someter y penetrar sexualmente. Su corpus de estudio fueron los cantitos de cancha y su experiencia como hincha. Hay una retórica en estos cantos que Archetti relacionada con la construcción de la masculinidad. El duelo entre hinchas rivales es una disputa por la definición de “los verdaderos hombres”; la separación entre los hombres y los no hombres; “los machos” y “los putos”. Acá, fíjense que la disputa es entre hombres, contra otros hombres, no contra las mujeres. Leo algunos pasajes del texto de Archetti: “En la Argentina no sólo los jugadores son los que están en actividad tratando de probar quiénes son los mejores, los más inteligentes, los más hábiles y los más oportunistas. Esto se reproduce a nivel de las hinchadas: los hinchas ponen en juego no sólo el prestigio del club sino partes de su identidad posicional” (1985: 9) (quienes son los mejores, los machos, superiores, etc.) “El fútbol es un ritual, es decir, una secuencia que tiene cierta lógica y se repite, y además puede tener un alto contenido dramático. El drama no sólo tiene que ver con un final en el que hay o puede haber vencedores y vencidos sino con la constitución de “comunidades”. El fútbol como drama social en el que se vehiculizan visión del mundo y ethos implica una polarización, por un lado, entre jugadores y técnicos rivales, pero, por otro lado, entre hinchas rivales. La polarización no sólo es social sino también es posible observarla a nivel del significado para los actores y el modo cómo se (ellos) representan y verbalizan las secuencias de las que son partes. En esa dirección podemos aceptar como hipótesis de trabajo que en el fútbol encontramos elementos de todo proceso de polarización de significados (Archetti 1985, p. 77-78)6. La segunda mención es para Pablo Alabarces, que es el investigador de fútbol en la Argentina. Él ha conseguido nuclear en proyectos de investigación a estudiantes de grado y posgrado con 6 Fútbol y Ethos. Flacso. Monografía. 1985. 11 distintas perspectivas disciplinarias: comunicación, antropología y sociología. Pablo a partir de los 90 comenzó a ganar proyectos para estudiar fútbol en Argentina, no fue poco porque hasta ese momento, imagínense en la década del 90, éste era un objeto de estudio ilegítimo para las Ciencias Sociales. Estudiar fútbol no estaba bien visto, era raro en las Ciencias Sociales. Ha sido sumamente importante su tarea, y varios colegas nos hemos formado bajo su trayectoria (en mi caso particular, él fue mi director de tesis de doctorado). Pongo estos dos libros entre los muchos que escribió: Crónicas del aguante que es un texto de divulgación, un poco esquemático en algunas cosas, pero precisamente porque es de divulgación, para un público amplio: y éste que es su último texto, que salió el año pasado, Héroes, machos y patriotas. ¿Hasta acá alguna duda, alguien quiere plantear alguna pregunta? ¿Nada? Entonces vamos con el texto que tenemos para hoy y la pregunta es, obviamente, a los futboleros y futboleras: ¿qué es el aguante? así puedo tomar un vasito de agua. ¿Alguien que se anime? [...] Claro. La compañera dice, si te entiendo bien, que hay una actitud incondicional de los hinchas que siguen a sus equipos, que alientan a los jugadores durante el partido; la incondicionalidad refiere a seguir al equipo a todos los estadios, aunque ahora no se puede porque hay una suspensión de los visitantes, bajo condiciones adversas (climáticas, económicas, geográficas, etc.). Ahora bien, como la categoría aguante es una categoría polisémica, el significado que señala la compañera es uno de los sentidos posibles. Ésta es una definición nativa, de los actores, de los hinchas, que está vinculada especialmente a un sector de los espectadores que llamamos “hinchas militantes”: hinchas que entienden su participación en términos de sacrificio. Los hinchas 12 militantes no hacen de la violencia física un rasgo de su identidad. Los hinchas militantes se distancian de la violencia física. El aguante entendido en términos de enfrentamiento físico, pelea, “combate” (ésta es una categoría nativa también) es el que representa a otro sector de hinchas, aquellos que integran las llamadas “barras bravas”, pero que desde las etnografías hemos dado en llamar “barras” o “hinchadas” (respetando la definición de los actores). Ahora bien, el mundo es mucho más complejo. Por un lado, podemos decir que existen dos subtipos de hinchas (militantes y barras). Podemos establecer esta clasificación. No obstante, también la realidad es más compleja y entre ambos tipos de hinchas hay comunicación, traspasos, tránsitos, intercambios. Y entonces puede suceder que los hinchas militantes condenen la violencia física pero luego protagonicen algún episodio de enfrentamiento; o viajen con la gente de la barra o se encuentren con hinchas de este grupo en otras provincias y países, y compartan con ellos ciertas prácticas. Hay que tener en cuenta que la violencia no es sólo responsabilidad de la barra. Por otro lado, hay que tener en cuenta que hay distintos tipos de violencia. (hablan los alumnos) -Me parece que también hay mucho como proposición. A veces es tan importante tener aguante como que el otro no lo tenga y a partir de eso (...) le recuerda al otro ciertas oportunidades en las que no tuvo aguante, abandonó, se fue... Los hinchas (...) del aguante y el otro en general no tiene. Hay como una... Esto siempre se explicita en los cantos, por ejemplo. Por los cantos pasa una retórica, la retórica del aguante, es una plataforma para ver la cosmovisión de los hinchas. Pero no me quiero adelantar. Tenemos, entonces, el aguante que reconocen las barras, que es el de “cagarse a trompadas”, “ir al frente en las peleas”, porque “el macho es el que se la aguanta, el que se la banca”. Todo esto está en el texto de lectura obligatoria. Les quiero mostrar un video. https://www.youtube.com/watch?v=pTuvSREn8h8 (hinchas peléandose, minuto 6) Perdón, voy a aclarar algo. El video es para que vean una pelea de todos contra todos, de barras de diferentes clubes. En el momento en el que nosotros hicimos investigación (y me refiero a José Garriga Zucal, que hizo el trabajo con la hinchada con Colegiales -y con Huracán después-, y mi trabajo con la hinchada de Independiente), en el año 2000, interpretamos que el aguante tenía que ver con la idea de matarse pero no con armas de fuego. Si los hinchas usaban armas blancas o de fuego no era aguante. Aguantar era pelearse mano a mano. No obstante, en ese momento, tenían armas de fuego, era algo habitual que las tuvieran durante los viaje; las guardaban en las camperas, en los asientos de los micros. Esto que les cuento tiene que ver con la antropología. Los que hacemos etnografía tratamos de distinguir entre lo que dicen y hacen los actores; porque 13 muchas veces te dicen una cosa y después hacen otra, y eso también es un dato. Tenemos que considerar esa diferencia entre lo que dicen y lo que hacen. Entonces, con el tiempo fuimos viendo que el uso de armas era parte del aguante. Fuimos inocentes en pensar que esto no era parte del aguante. En el texto van a ver un montón de palabras nativas. Miren estos dos trailers de un documental que está filmando un ex integrante de la barra de Independiente, que a raíz de la muerte de El Gallego, que fue el líder de la barra del club en los años 80 y principio de los 90, que falleció el año pasado. Entonces, este hincha quiere hacer un video sobre la barra vieja, y convocó a varios de los integrantes de la barra de la década del 70, 80 y 90. Quiero que vean cómo ellos definen el aguante, algo de eso pervive. Los protagonistas de este documental dicen que ahora no hay aguante. Ciertos significados que ellos mencionan continúan en la retórica del aguante actual. ¿Qué significados aporta la categoría? Es bastante gracioso cómo los hinchas se van presentando a sí mismos, no tiene desperdicio. [suena] https://www.youtube.com/watch?v=-ERFkOllF0M [suena] https://www.youtube.com/watch?v=gLrtamf4IFw En el documental aparece un hincha que es una suerte de referente de la facción de Camioneros, o sea, pertenece al sindicato y también a la barra del club Independiente. La organización de la barra tiene una estructura piramidal, jerárquica. En el momento en el que trabajé, había dos o tres jefes de barra, luego 15 personas que denominé “hombres influyentes” que estaban bien posicionados y preparados para ocupar la posición de mayor jerarquía, y los más chicos que tenían una trayectoria muy breve en la barra, eran los más jóvenes. Por un lado, había una estructura piramidal y, por otro lado, una organización territorial que refería a identificar a los hinchas por los barrios de origen. En ese entonces, la barra estaba compuesta por 250 /300 personas. Cada barrio, a su vez, tenía un referente que era el que se comunicaba con los jefes u hombres influyentes para conseguir entradas. En el caso del hincha que aparece en el documental, que les mencioné arriba, respondía al liderazgo de la barra del club y también al sindicato, tenía una doble pertenencia. Esto tiene consecuencia a nivel de los procesos políticos electorales en el club, que lo van a ver con el texto escrito por mí, que es de lectura obligatoria. Del texto que escribí con Pablo y José rescato cuatro puntos. El primero es una discusión sobre la cuestión de la violencia; entender que es una categoría escurridiza en la medida en que no tiene una sola definición. Podemos entonces hablar de violencias. Hacemos una síntesis y decimos violencia pero tengan en cuenta que tiene múltiples significados. Nosotros marcamos la idea de hablar en plural porque pensamos que la definición se va armando de acuerdo a los actores. Un actor puede pensar que cagarse a trompadas con otro o con miembros de un mismo grupo no es 14 violencia, y para un tercero ajeno a la pelea no hay dudas de que sí lo es. Ellos dicen: “nosotros tenemos aguante”, no dicen “somos violentos, esto es violencia”. Entonces tiene que ver con el significado que le dan los actores. También es una categoría escurridiza en términos teóricos porque nosotros podemos hablar de violencia física, de violencia simbólica, de violencia psicológica, deportiva, montones de violencias. Entonces, es complicada su definición en términos teóricos y en términos nativos. Eso es lo que quiero decir, que tiene múltiples significados. No existe una definición universal, sino que ésta debe considerarse según los parámetros presentes en una sociedad en un tiempo determinado. Las concepciones de violencia que aparecen entre los propios hinchas se contraponen muchas veces con una posición discursiva hegemónica, que tiene lugar en los medios masivos, que ubica de forma negativa estas prácticas y que, como vimos, las incluye dentro los ámbitos de la locura, el salvajismo y el mundo criminal. Es necesario, entonces, hablar de violencias en el fútbol y no de violencia. Hay que agregar el plural al término violencia, además, con el objeto de dar cuenta de la diversidad de acciones. El plural informa sobre la multiplicidad de prácticas y representaciones; pero aún en ese plural, los únicos actores sociales que hacen de la violencia un valor positivo, y señal distintiva, son las hinchadas. El aguante es la forma nativa que tienen los hinchas de definir prácticas y representaciones que los investigadores sociales concebimos como violentas. Toda acción social, incluso las prácticas violentas, tiene para sus actores significados determinados; desconocer estos sentidos hace que se confunda un fenómeno social con el salvajismo o la locura. La hinchada, a diferencia de los otros actores que tienen prácticas violentas en el fútbol (jugadores, dirigentes, árbitros, hinchas militantes, hinchas comunes), hace de estas acciones un valor positivo, un arma de distinción. Vamos a ver más adelante cómo la violencia para los hinchas se convierte en un capital que les permite a los hinchas ingresar exitosamente en una red de relaciones con otros actores, con políticos, empresarios, funcionarios, dirigentes, etc. Lejos de excluirlos, el aguante los incluye en redes de relaciones sociales, pero no como sujetos que son utilizados por estos actores sino como sujetos con cierto margen de acción y autonomía. No sé si me siguen con este dato. También nosotros tenemos que ir pensando esta cuestión: no son autómatas, no son animales, no son sujetos que son manipulados totalmente por otros, tienen un margen de acción y sus acciones tienen significado. Y, en todo caso, si son utilizados, los hinchas también usan a tales actores. Por eso digo que la violencia en el fútbol es un emergente de una trama de relaciones entre distintos actores sociales. Lo que sucede es que cuando los medios tratan el tema, como vimos, sólo focalizan en los hinchas. Un segundo punto central del texto es pensar que el aguante “es una categoría práctico-moral en tanto define en el mundo de las acciones –en este caso el de los enfrentamientos violentos– un universo de lo permitido y lo prohibido, lo aceptado y lo inaceptable”. Idealmente, y según el discurso de los hinchas: las peleas son entre iguales, sin armas de fuego o con armas para equilibrar el número de peleadores, contra individuos de hinchadas opuestas. Pero además, esta “posibilidad del aguante de edificar un sistema de valores, un marco de percepción del mundo –un sistema moral, restringido al contexto del fútbol– está sustentada en las prácticas de lucha, en los enfrentamientos corporales. En suma, la identidad construida en el aguante está solidificada en las 15 experiencias físicas; es una identidad práctica que organiza un discurso de la distinción, una moral distinta y distintiva”. En síntesis, estamos hablando de lo que está bien y de lo que está mal; qué es lo aceptable y lo inaceptable para los hinchas. Lo bueno y aceptable es tener aguante. El aguante les permite la identificación o la construcción de una identidad muy fuerte. El aguante es lo que les permite a determinados sujetos entrar a las barras o no entrar. Aquel que muestra que tiene aguante, que va al frente en las peleas, es valorado positivamente (incluso a algunos hinchas los exponen a adrede a situaciones bastante difíciles para que demuestren su valentía; su hombría para pertenecer al grupo). No sé si vieron algo del texto de Thompson, sobre el tema de la economía moral de la multitud. ¿Vieron algo o no? ¿Qué es lo que vieron sobre este tema? ¿Qué recuerdan? - No era (...) solamente buscaba presionar por ejemplo con el precio, ¿no? -Si por el precio digo... -(...), solamente buscaba presionar moralmente al trabajador (...). Claro, no sé si todos los prácticos ven este punto, porque el capítulo Economía moral de la multitud es lectura complementaria, pero sirve para ilustrar el texto de Thompson que tienen como obligatorio. En éste, el autor trabaja sobre dos períodos históricos, siglo XVIII y siglo XIX. El Siglo XVIII es un período de proto-industrialización, momento previo a la industrialización. Entonces Thompson plantea que hay una conciencia de los sujetos de que se están haciendo determinadas modificaciones, determinados cambios económicos, que están afectando sus vidas, sus costumbres, sus maneras de trabajar, determinadas formas que se han heredado de los siglos anteriores (no confundir con conciencia de clase). Los campesinos y artesanos producen una serie de acciones de resistencias para defender la costumbre. Entonces, sobre el precio del trigo, había un precio que se consideraba justo. Cuando el precio se elevaba más allá del límite considerado moralmente justo, los plebeyos protestaban, llevaban a cabo acciones (motines de subsistencia) para que el precio vuelva a su nivel. Entonces, dice Thompson, que eso lo hacían no porque se morían de hambre (podía suceder que la gente muriera de hambre, efectivamente, y estallara de la bronca), sino porque el precio se elevaba más allá de lo aceptado socialmente. La idea es que el fenómeno de los motines de subsistencia no debe entenderse de manera unicausal. Los plebeyos consideraban que eso era inmoral, no era lo que correspondía, lo que conocían como correcto. Un ejemplo es el del trigo; otro es cuando los obligaban a aumentar el tamaño del paño que tejían. La resistencia se daba en nombre de la costumbre; históricamente se había hecho el paño con determinadas dimensiones y se negaban a ampliar su tamaño. Entonces, había una manera de ver el mundo que se dividía entre lo justo/injusto, bueno/malo, correcto/incorrecto, etc. Entonces, el aguante es una categoría práctico moral que se define por los que pertenecen al grupo, que clasifican entre lo que está bien y lo que está mal, algo que se va modificando con el tiempo, por eso es necesario leer estos procesos contextualmente. 16 El tercer punto es la discusión sobre masculinidad. Esto es importante porque ustedes cuando tengan que mencionar este punto, tienen que decir que es una disputa que se da en el marco de la polarización entre hombres de distintos equipos (incluso la masculinidad se disputa al interior de las barras). En dicha disputa se va definiendo quién es “macho” en términos nativos y quién es “puto”, aquel que carece de los atributos de este tipo de masculinidad. “Macho” y “puto” son las categorías nativas que van armando la retórica del aguante, como dice el compañero, y coincido. Es entender que los hinchas cuando pelean –o se enfrentan verbalmente a través de los cantosexpresan un mundo de disputa por la masculinidad que refiere centralmente a una disputa por la posición de poder, sobre quién es el mejor, quién es el macho (siguiendo a Archetti). Y esto lo expresan retóricamente en desafíos verbales y cantos donde las palabras “puto” y “cagón” articulan el discurso. El polo negativo de esta relación es el puto o cagón que figura como el sometido/dominado. Que en términos prácticos sería aquel que no se la aguanta, que no acepta el desafío, que corre frente a una pelea. Los hinchas en esta confrontación con otras hinchadas no tienen que ser dócil ni sumiso; no pueden representar los atributos designados comúnmente a las mujeres y homosexuales. Un hincha puede ser homosexual pero en la relación debe tener el papel activo, ser el dominador. “La identidad masculina se asocia al hecho de poseer, tomar, penetrar, dominar y afirmarse si es necesario por la fuerza. La identidad femenina, al hecho de ser poseída, dócil, pasiva, sumisa” (Badinter, 1994: 165). Piensen que los atributos de lo no machos son los que se asocian generalmente a las mujeres en nuestra sociedad, en términos de su pasividad, sometimiento, etc. No estamos hablando de las prácticas sexuales de los hinchas sino de cómo ellos representan las luchas y van conformando su identidad posicional a través de las metáforas que refuerzan el imaginario sobre el hombre/no hombre, y cuáles son los valores asociados a esta relación. El “aguante”, como principio organizador de la vida grupal, permite distinguir el mundo de los hombres de los no hombres. En los cantos no aparecen afirmaciones del estilo “nosotros somos machos”, lo que el enunciador afirma es que “nosotros tenemos aguante”, ya que es esta categoría la que verdaderamente prueba la masculinidad. En estos casos, los “putos” son los que no “aguantan”, los que huyen (“corren”) frente a la presencia de los verdaderos hombres. Por este motivo este mundo está organizado de manera polar entre los hombres y los no hombres. La disputa se da en términos prácticos (en las peleas) y en términos discursivos en los cantos futboleros. Escuchamos uno… [suena cantito de la hinchada de Chicago, facción Los Perales) https://www.youtube.com/watch?v=WYHNz6UWZZM La disputa entonces es por la masculinidad y contra otros hombres. El cuarto punto es uno que mencioné anteriormente que tiene que ver con no hacer un reduccionismo y pensar que la violencia es producto de la pobreza. Las barras están compuestas por sujetos que pertenecen a los sectores populares, pero también hay diversidad de orígenes. No hay una relación directa entre violencia y sectores populares, violencia y pobreza; eso es lo más 17 importante para señalar en este caso. La “lógica del aguante” no es específica de los sectores populares. Ni todos los que participan de la hinchada son pobres y desempleados ni todos aquellos “olvidados” por el sistema que visitan los estadios se suman a la hinchada. De esta forma, a través de los datos de campo evitamos aumentar la “sospecha” que siempre recae sobre las clases populares como las violentas, producto de una “natural” ausencia de civilización –como sostenía Dunning y compañía. En segundo lugar, se aprecia un escenario complejo donde no existe una relación directa entre pautas culturales y variables económicas (esta relación de la que siempre hablamos en clase de prácticos sobre la cultura como epifenómeno de la estructura económica). La relación entre estructura social y la violencia es la de influencia y la de oportunidad. No se insinúa que la estructura social fuerce a la violencia; existen siempre líneas alternativas de acción. Estos son los cuatro puntos centrales del texto. ¿Alguien quiere hacer algún comentario o tiene alguna duda al respecto? Avanzo un poquito más y cortamos. El otro texto obligatorio es el de Garriga Zucal, que trata sobre tres prácticas y representaciones que son condenadas socialmente pero que para los hinchas se convierten en signos de prestigio. El texto es “Pibitos chorros, fumancheros y con aguante. El delito, las drogas y la violencia como mecanismos constructores de identidad en una hinchada del fútbol”. José analiza tres acciones y representaciones desde el punto de vista nativo: “tener aguante”, “estar de la cabeza” y ser un “pibe chorro”. Éstas son perseguidas por las fuerzas de seguridad y son pensadas como ilegítimas desde el punto de vista hegemónico. No obstante, para los hinchas generan honor y prestigio. Sobre el aguante ya hablamos. Pasamos a la segunda dimensión. Explica José que los integrantes de la hinchada se muestran en los estadios de fútbol bajo la influencia de drogas o el abuso de bebidas alcohólicas. Al hacer uso y abuso de estas sustancias exhiben un estado anormal, un cuerpo fuera de sus estados de conciencia, están de “la cabeza” o “locos”. El cuerpo de los hinchas es la muestra material de los consumos o abusos: un hincha drogado o alcoholizado tiene formas de moverse, de pararse, de hablar, que evidencian su estado. Es común ver en las gradas a pibes que fuman marihuana, u otros alcoholizados al punto de no poder mantenerse en pie. Estar de la “cabeza”, “dado vuelta”, “re loco”, “descontrolado”; son términos que refieren al estado en que los hinchas concurren a los estadios. Éste no es un estigma ni una marca negativa, por el contrario nutre de reputación y estima. Las adicciones funcionan como “signo de prestigio” porque ubican al adicto en un mundo alternativo; para los hinchas lo concebido como normal (la locura) es una herramienta identitaria. Estar “loco” o de “la cabeza” permite acrecentar la reputación. (suena cantito de la hinchada de San Lorenzo) https://www.youtube.com/watch?v=kO4eR3X2q64. Estos cuerpos (que pelean y se drogan) por elección poseen un estilo distintivo, han escogido un sendero diferente al propuesto por la modernidad y la razón. En otro texto José analiza los cuerpos rollizos y las panzas abultadas de los hinchas como partes de una estética que se enfrenta 18 a la estética hegemónica (cuerpos delgados, racionales, modernos, lejos del exhabrupto). Los hinchas muestran con jactancia sus tatuajes (muchos “tumberos”, que denotan su paso por la cárcel) y cicatrices como señales de antiguas peleas. José sostiene que estos cuerpos no han pasado por la matriz racional de la modernidad porque muestran lo grotesco y los excesos. Hay una suerte de estilo -o estética- que es distinto al estilo dominante, y por ende decimos que es un estilo alternativo. Es un tipo de estilo distinto y alternativo. Ahora bien, esto es diferente de pensar que es un estilo hegemónico o contrahegemónico. -Si fuera hegemónico no se mostraría (...) La tercera acción y representación reenvía a la relación con la policía. Muchos de los que participan en las hinchadas se identifican como “chorros”, que roban. Eso no está sancionado dentro del grupo. Por supuesto que hay diferentes tipos de delito pero en principio no está sancionado (mal visto) robar. Todos los integrantes de la barra no se dedican a robar. Pero muchos se identifican como pibes chorros o chorros. Si bien es una práctica ilegal, para los hinchas no es ilegítima. Por esto se genera con la policía una relación muy contradictoria, porque, por un lado, podemos decir que se conocen y que hay arreglos entre ellos, pero también la policía es ese “otro” que los persigue y con el que hay que enfrentarse. La saña con la policía existe porque es ese otro que persigue a los hinchas. Pero claro, esa relación con las fuerzas de seguridad no está pensada en términos contrahegemónicos. No hay una sanción contra “el brazo armado del Estado burgués”. La policía es pensada como una hinchada que hay que combatir. No hay una posición política de generar algún tipo de cambio en la sociedad. A eso voy: el gesto es alternativo pero no contrahegemónico. El tema con la policía es destruirla de alguna forma. No hay una conciencia política en dicha concepción y relación. También se da que se usa a la policía para satirizar a la hinchada contraria porque la policía representante algo negativo. Por ejemplo, cuando se trata a la otra hinchada de “botón”, “vigilante”. También se acusa a los hinchas de la hinchada adversaria de ir a la cancha en patrullero porque son “cagones” que no tienen aguante. Necesitan de la policía para entrar en el territorio del enemigo. Todo esto es parte de la retórica del aguante, que los hinchas utilizan para pensar estas rivalidades. Voy a poner un video que está colgado en la web por la gente de Almirante Brown. Fíjense cómo ellos se representan: como hinchas que se enfrentan con la policía, como hinchas con aguante. https://www.youtube.com/watch?v=rpiAYzBVaas Pongo un cantito para ver esta cuestión retórica, prometo poner algo de Boca porque no salgo de esta clase [suena cantito de River] https://www.youtube.com/watch?v=K7_2ExCnHV4&nohtml5=False 19 Entonces, para cerrar las ideas centrales del texto de José. Vean que los hinchas convierten el estigma en emblema. Los elementos conflictivos, fracturas y oposiciones a lo “normal”, pueden pensarse como ejemplos de una disputa por la legitimidad de prácticas y significados. Se dice que hay disputa porque para la policía u otros actores, estas acciones son ilegales e ilegítimas; para los hinchas son acciones legítimas y están dentro de los parámetros de lo que ellos consideran que está bien. La violencia, los abusos a las drogas y el delito son “anormales” para el discurso dominante, quien los clasifica, los persigue y los estigmatiza. Los integrantes de la hinchada modifican la valoración negativa de sus prácticas convirtiéndolas en acciones que los nutren de honor y prestigio. El estigma negativo que ubica a sus prácticas dentro de los límites de las acciones no válidas, aquel que revestía de ilegitimidad sus acciones, es resignificado. Dice el autor que el contexto del fútbol en la Argentina genera un espacio propicio, donde se ponen en juego identidades y estilos que confrontan lo normalmente estipulado por la sociedad. Un escenario donde prácticas, que en otros contextos se ocultan, aquí emergen y se transforman en señales positivas que realzan a sus actores. Goffman afirma que existen grupos sociales que transforman los signos de estigma en signos de prestigio. El espacio del fútbol se transforma en el contexto apropiado donde exhibir prácticas y representaciones distintivas, marcas de un modelo que en otros espacios no puede exhibirse sin ser perseguidos o reprimidos, marcas distintivas de un modelo alternativo. Una conclusión del trabajo que coloco de manera textual: “La elección de estas acciones como herramienta identificante y distintiva no debe ser interpretada como una condición de la subordinación de estos actores o como una picaresca salida ante la carencia. Por el contrario, esta elección muestra una forma diferente de concebir su experiencia. Diferencia que estructura un modo de vida propio y distintivo, donde creativamente se amalgama la experiencia y sus representaciones en “un estilo de vida para sí”, si pensamos que los actores dominados pueden ser capaces de constituir un estilo propio que no depende de la relación que los subordina (Grignon y Passeron 1991). La violencia, el consumo de drogas, etc., puede ser aceptada como un estilo propio de los integrantes de la hinchada, sólo si consideramos que éste no existe como respuesta a las condiciones de subordinación. Proponemos interpretarlos como una particularidad del estilo de los participantes de grupos organizados de hinchas, quienes la instituyen como mecanismo distintivo. Así, puede pensarse como un conjunto de prácticas estilizantes, adaptadas a modelos ideales que no provienen de las clases dominantes pero que no están escindidas de las relaciones de dominación. Los actos estigmatizados se construyen como mecanismos identificadores de un estilo, instituido sobre condiciones materiales y expresiones que la significan. Podemos pensar en formaciones de un estilo que no sólo legitima una forma de ser en el mundo, sino también identifica con un modelo ideal distinto y distintivo”. 20 Hay un margen de autonomía dentro de las relaciones de dominación que permite a los actores construir, muchas veces a partir de estas relaciones, un estilo propio, y que dentro de los límites de éste existen elecciones identitarias que pueden terminar siendo criminalizadas. Vamos a ver en los prácticos más adelante cuál es el planteo de Grignon y Passeron sobre el estilo, sobre la posibilidad de las clases populares de estilizar su vida, de hacer elecciones desembarazadas de la urgencia material. Es una discusión que los autores sostienen con Bourdieu. El estilo de los hinchas no es una copia degradada del estilo que está socialmente aceptado, sino que sus prácticas y representaciones generan un estilo que es distinto y está generado desde un margen de autonomía que tienen los sujetos. No es una copia de lo dominante, sino que es algo así como una suerte de creación propia, una producción de los propios sujetos. Esto lo van a entender mejor cuando lean el texto de Bourdieu y el de Grignon y Passeron. Voy adelantando esto: Bourdieu, en el texto que ustedes van a ver en prácticos, sostiene algo así como que las clases populares no tienen estilo, no generan un estilo, no pueden estilizar su vida. Porque el único estilo que reconoce es el estilo burgués. Para Bourdieu no existe una cultura popular que se oponga a la cultura dominante. Lo popular es algo degradado de la cultura legítima. No hay una cultura popular que se defina como alternativa ni mucho menos contrahegemónica. Para él no existe la cultura popular como la pensaríamos desde una matriz gramsciana (Gramsci, Hall, Thompson). Bourdieu está pensando en un único universo simbólico, que es el legítimo, ordenado en función de capitales legítimos (capital económico y capital cultural). Lo popular sería una apropiación degrada de esos capitales. Entonces Grignon y Passeron, que también son franceses y discuten con Bourdieu, plantean que las clases populares pueden generar un estilo propio, que no es una copia del estilo dominante; es una creación de estilo distinto. Algo de lo dominante hay, por ejemplo, cuando los jóvenes usan zapatillas Nike (ejemplo del texto de Garriga Zucal de la unidad de prácticos). No podemos desconocer que las zapatillas están impuestas por un mercado, son reconocidas como un bien legítimo; pero puede suceder que la apropiación de dichas zapatillas genere un estilo propio, una producción simbólica distinta. Ya lo van a ver en prácticos. -(...) es diferente, no es una copia de lo dominante, no es degradado, y después es autónoma. Recuerden que no es autónoma en términos de estar separada de la cultura dominante. Es autónoma en la medida es que hay un margen de acción. -...es autónoma en general... - (...) por eso si ustedes entienden Grignon y Passeron también van a entender esto que estoy diciendo porque nos basamos bastante en ese tipo de perspectiva. El gesto antropológico, ¿en dónde está? En identificar y conocer qué es lo que tienen estos sujetos. No realizan una copia degradada de lo dominante. Ni son autómatas ni animales. No están desplazados de la cultura. ¿Qué es lo que tienen? No tienen los capitales legítimos, no tienen un título universitario, ni son grandes empresarios con un volumen de capital terrible, como Macri digamos. Pero tienen otros recursos, otros capitales. Grignon y Passeron van a señalar que los individuos que identifican como clases populares no tienen titulación, no tienen título universitario, pero tienen otros recursos 21 porque estudiaron y aprendieron oficios. Entonces, no es que no tienen nada, algo tienen. Ahora bien, una vez que Grignon y Passeron reconocen que los individuos tienen estos recursos que llaman “haberes”, otro paso es ponerlos a jugar con los capitales legítimos. En dicha relación, los que tienen más peso son los últimos, ¿verdad? Los legítimos son los socialmente aceptados, son los que valen más. Acá está el tema de la autonomía porque hay cierto margen de acción para generar un tipo de producción simbólica distinta a la dominante, pero no podemos olvidar que hay relaciones de poder, y que dicha producción y haberes tienen las de perder. Entonces, a esta altura ya podemos decir que el aguante es una estética, una ética y una retórica ¿y que estas dimensiones tienen posiciones dominadas en relación con las posiciones legítimas? El aguante resulta con sus tres dimensiones un fenómeno distinto y subordinado en el campo de lo legítimo o considerado socialmente aceptable y deseable. Responde a una cultura no letrada, fuertemente corporal y gestual, que se transmite de generación en generación. Y si bien podemos hablar de plebeyización de la cultura en el sentido de cómo las elites o clases dominantes se apropian del aguante futbolero, tenemos que pensar qué sentidos tiene el fútbol para los sujetos que hacen de éste una experiencia directa, cercana, constructora de identidades alternativas. Si quieren cortamos acá, me queda algo sobre cantitos de cancha para mencionar un trabajo que hizo un compañero, y después vamos a la cuestión sobre la relación con la política. Cortamos acá 15 minutos, ¿está bien? Quería mencionar el trabajo de Javier Bundio, que es antropólogo también y que está haciendo su tesis de doctorado sobre cantitos de cancha. El estudio se llama Un análisis del contenido y la melodía de los cantos de cancha desde sus orígenes hasta las tendencias actuales. Es un artículo que todavía no salió publicado. Quiero mencionar algunas cuestiones. Las canciones son el mejor lugar para observar la condición retórica del aguante, que es además la que nos permite leer una ética, ese mundo moral del que hablamos. Retórica en términos del mundo de las palabras, los lenguajes, las metáforas, los juegos (Metáfora de la penetración del otro; de eliminación del otro; de matar al otro). Un mundo moral que se divide entre machos y putos, en el que simbólicamente está correcto realizar estas acciones. Javier muestra cómo los cantos han cambiado en los últimos 100 años tanto en su contenido como en su melodía, prestando especial atención a las distintas apropiaciones que los hinchas realizaron de la industria cultural, a la aparición de la categoría aguante y a los cambios en las maneras de construir identidad y representar a la otredad. Los cantitos son composiciones poéticas que poseen una letra y una melodía. El canto de cancha es colectivamente emitido y requiere de una coordinación grupal. Y uno de sus rasgos más importantes es que son anónimos, no reconocen autoría, y a menudo sus hinchas hasta olvidan la melodía original que le sirvió de base o a la hinchada que los creó. Los cantitos implican un cambio de la letra de una canción original que mantiene su melodía, a despecho de su métrica. En el fútbol argentino, se da que los cantos tienen un aprendizaje inter-generacional en el seno de las hinchadas y de las familias; y la difusión es mediante la copia, al resto de las hinchadas y al resto del país. 22 Fíjense que podemos decir que es un fenómeno vinculado a la oralidad y a la enseñanza que va pasando de generación en generación. ¿Qué dice Thompson de la cultura popular?: la cultura popular está asociada a experiencias que se pasan de generación en generación; no tiene el soporte de la escritura; es distinta de la cultura oficial. Entonces tenemos ya las tres dimensiones: la dimensión ética, estética y la retórica. Y a mí me parece que precisamente son estas tres dimensiones las que nos permiten pensar lo popular, porque para los hinchas que son protagonistas de estas acciones y estas representaciones, eso tienen de sentido, permite la construcción de una identidad; hay una conexión con la cotidianidad y la subjetividad de los actores. Otro texto obligatorio es el mío: La política de “los otros”: el juego de los hinchas, entre trayectorias y posiciones legítimas. Es un capítulo de mi tesis de doctorado que trata la relación entre política y fútbol. En este trabajo, puntualmente, analizo las relaciones de los hinchas de Independiente con los políticos del gobierno municipal de Avellaneda y los dirigentes de fútbol. Lo que me interesa mostrar es cómo se van generando intercambios de bienes materiales e inmateriales entre estos tres sujetos. Por eso digo que la violencia es un emergente de una red de relaciones. Hay que entender que los dirigentes y políticos dan reconocimiento y legitimidad a las acciones de los hinchas. Vemos cómo. Una primera cuestión es que el aguante funciona como un capital, el capital aguante, que les permite a los hinchas insertarse en las redes de relaciones junto a actores que gozan de posiciones y roles aceptados socialmente. Los hinchas tienen capital aguante y también capital social. Ambos capitales funcionan como recursos para entrar en el juego de relaciones, especialmente las que se establecen o refuerzan en los procesos políticos electorales que se celebran en el club cada tres años. Los hinchas son buscados por dirigentes y políticos porque saben pintar las paredes de la ciudad con las consignas del candidato que los convoca. Ellos saben manejar muy bien –por la lógica de la defensa de los bienes propios- la apropiación de las paredes para pintar. Ustedes saben que las hinchadas se pelean por las banderas, “los trapos” en términos nativos. Roban los trapos ajenos y defienden los propios. La otra disputa que se da entre las hinchadas es por el territorio. Hay que defender el espacio que creen propio de la invasión y del uso de los rivales. Los hinchas van pintando la ciudad, que en ocasiones vuelven a pintar los hinchas rivales. O se producen corridas entre hinchas de equipos adversarios por las calles y estación de tren del barrio. Sabiendo todo esto propongo que los hinchas exponen este saber frente a políticos y dirigentes para entrar en el juego político durante las elecciones. Por otra parte, una cuestión que quiero discutir en el trabajo es que los intercambios entre hinchas, dirigentes y políticos no están atravesados únicamente por el dinero. No es únicamente una lógica mercantil: “un toma y daca”. Quiero decir que no es únicamente el dinero lo que está circulando en estas relaciones que se establecen entre ellos. Por supuesto que hay dinero en juego; las barras reciben mucho dinero, pero eso es precisamente lo que quiero complejizar. En ese armado de relaciones pasa de todo. No es el dinero su único articulador. No son sólo relaciones mercantilizadas. 23 Por ejemplo, cuando yo trabajé con la gente de Independiente en 2005, había algunos integrantes de la barra que pintaban a favor de un candidato y decían que lo hacían “ad honorem”. Claro, pintaban porque entendían que si ganaba fulanito les iba a dar un puesto en el club o iban a conseguir algún tipo de favor. Y de eso se trata, de analizar matices cuando estudiamos estas relaciones de reciprocidad, estas relaciones de intercambio y estas relaciones que podríamos entender de tipo clientelar. En términos clientelares, nosotros tenemos que empezar a discutir estas cuestiones, no son relaciones atravesadas únicamente por la ética del favor por voto: me das el voto, yo te doy dinero o algún bien material. Es mucho más complejo. -(...) puesto de trabajo, puesto político o un reconocimiento político también es material, (...) interés económico material (...) ese partido, sino que es algo (...) Claro, lo que pasa es que también desde el punto de vista de los actores es visto como una promesa, en este caso de tener un trabajo en el futuro, no es una seguridad. A veces puede pasar que creen en el político, creen en la persona. Por ejemplo, en las elecciones de 2005, la hinchada que estaba dividida en muchos barrios, se dividió en dos facciones, una que respondía a los líderes de la barra y otra al sindicato de camioneros (en ese entonces no eran gobierno del club). La primera apoyaba a Noray Nakis y, la segunda a Julio Comparada que compartía la lista con Hugo y Pablo Moyano. Este faccionalismo, la división entre facciones, estaba permitido durante las elecciones en el club. El apoyo de una facción a Moyano estaba directamente relacionado con el apoyo que le daban al líder sindical en el sindicato. En un momento, durante el trabajo de campo, hice una entrevista a un hincha de Independiente, que no era de la barra, que era un boxeador que trabajaba en alguna de las ramas afiliadas al sindicato, y él se refería a Pablo Moyano como su “patrón”, una persona que le había dado mucho al obrero camionero. El boxeador habla con mucho respeto de su patrón, mostrando su aprecio y lealtad. Por eso, cuando hablamos de bienes inmateriales podemos señalar: el respeto, la estima, la acción de hablar bien del patrón, la fidelidad, la lealtad. Moyano lo sacó de una situación complicada, y él por respeto y/o movilizado por la lealtad, respondió en un futuro con un favor (apoyo incondicional en una elección). La lealtad se construyó a partir de un gesto inicial y también por el sostenimiento de esos gestos por parte del líder sindical. [...] -Sí. O sea, coincido con los dos. Lo que quiero decir es que las relaciones de reciprocidad y las clientelares incluyen estas dimensiones que están nombrando (lo material, y también lo inmaterial). En primer lugar, quiero decir que el clientelismo es una relación donde hay una asimetría, es una relación de desigualdad: alguien tiene más poder que el otro, que es el que distribuye y el otro es el que da apoyo, lealtad, voto, estima. Y, en esta relación, los actores no viven ese lazo como un lazo que los oprime. Por el contrario, se construye un vínculo afectivo y sentimental muy fuerte. Es muy interesante esto que están diciendo porque, precisamente, son esas preguntas las que empiezan a complejizar una categoría que entiendo que es usada desde el sentido común, especialmente en la actualidad, y que tiende a simplificar los sentidos. Por eso 24 también quería discutir un poco sobre eso y traer algunas pinceladas sobre el clientelismo. Yo intento tratarlo en el fútbol, pero insisto, desde el fútbol pueden extraer algunas categorías, articulaciones, relaciones y pensarlas para otros ámbitos, procesos, realidades y fenómenos. Hay gente que no le interesa el fútbol y no quiere saber nada sobre él, pero capturen entonces la interpretación para otros casos. Lo inmaterial relativo a la afectividad de la relación provoca que ésta tenga más potencia y fuerza. Tomo varios ejemplos en el trabajo. Uno es de la barra vieja, algunos muchachos son los que están en el tráiler del documental que pasé, que me permite pensar la cuestión de la lealtad. También están los jefes de la barra que, efectivamente, reciben mucho dinero. No se puede minimizar en éste último caso la circulación de lo material, y la relación con los dirigentes. Y en este caso, podemos pensar que la relación entre ellos tiene tiempos largos, y que intercambian distintos tipos de favores. Y si hablamos del dinero que circula también hay que tener en cuenta cómo éste incide en la distribución que hacen los jefes al interior de la hinchada. Allí se disputa una cuestión de prestigio y jactancia del reparto de bienes. Entre los hinchas de la barra no se distribuye dinero, pero sí entradas, comida, bebida, y otras ayudas (en caso de hospitalización o detención). El reparto de este tipo de bienes es una forma de construir poder y prestigio en el grupo. Todas estas aristas de la circulación del dinero entre hinchas y dirigentes es una manera de complejizar el tema de las relaciones y reciprocidades. Entre los hinchas, el poder se construye no sólo mostrando aguante sino también mostrándose como buenos distribuidores de bienes (nuevamente materiales e inmateriales); exhibiendo la capacidad de repartir. Al interior del grupo, también se producen cadenas de reciprocidad. Volviendo al caso de la barra vieja. La gente de la barra vieja respondía al liderazgo de El Gallego, que participaba de una agrupación política y era empleado del club. La agrupación apoyaba a Julio Comparada en las elecciones de 2005. Entonces, el Gallego le pidió a sus amigos de la barra vieja que lo acompañaran en el trabajo de campaña a favor de Comparada. ¿Y cómo lo tenían que acompañar? “Llevando gente a votar”, presentando cada uno de ellos su capital social. Me refiero a la red de conocidos, amigos, familiares, vecinos que cada uno podía aportar para las elecciones a favor de Comparada. Entonces, aquí, conectando con el texto de Grignon y Passeron, no es que los hinchas no tienen nada, tienen capital social. Entonces, por eso digo que los hinchas presentan no sólo su capital aguante para pintar las paredes, sino también su capital social (llevan gente a votar a favor del candidato). Ahora bien, el capital social no es sólo un capital de los hinchas. En el período de elecciones, los socios que participan de este proceso exhiben la capacidad de “arrastrar” gente conocida para votar a favor de. “Te piden que lleves 5, 10, 100 personas para votar”. Entonces, no es un capital sólo de los hinchas, pero fíjense ustedes cómo los hinchas también participan del juego político mostrando lo que tienen, porque tienen capital aguante y capital social. Ahora bien, todos los miembros de la hinchada no están capacitados para jugar el juego político en el club. Los más chicos, los de menor trayectoria en el grupo, no van a tener la posibilidad de 25 insertarse como lo hace un hombre influyente o un jefe. Algunos integrantes del grupo, los que están bien posicionados, pueden hacerlo. Una pregunta que no se oye… -Coincido. En este capítulo no me acuerdo, pero me acuerdo que en la tesis está la idea sobre si se piensa que los políticos y los dirigentes usan a la gente de la barra como una fuerza de choque; también hay que pensar que los barras usan a estos sujetos; que, en todo caso, la manipulación viene de los dos lados. Si vos decís “uso” o “manipulación” por parte de determinados sectores sobre el otro, me parece que conduce a desactivar el poder de acción del otro. Mi posición, para los hinchas, es que los hinchas pueden tomar sus propias decisiones, “usar” a políticos y dirigentes. En ese sentido coincido con lo que vos decís y que lejos de ser pasivos cobran protagonismo. Entonces, por un lado, tenemos el tema de los capitales; y volviendo al tema de la barra vieja, que apoyaba al Gallego, que fue el líder de la barra en los 80 y los 90. Los hinchas de este sector decían: “mi lealtad es con el Gallego, no con Julio Comparada”. Y ese es otro de los aspectos que se trabaja con el clientelismo político. Me refiero a la relación de estos sujetos, los clientes, con el candidato. En rigor, la relación de lealtad no es con el candidato a presidente del club sino con el referente de la hinchada. El referente de este grupo, el Gallego, funcionaba como un referente porque era el conector de dos mundos, el mundo de los dirigentes y el mundo de los hinchas. Era un mediador, lo que se puede llegar a decir: un puntero o un mediador. Está mediando entre dos mundos, el mundo de los hinchas y el mundo de los dirigentes; y por esa posición de conector de dos espacios distintos conserva una posición de poder. Este es un aspecto que se discute en los textos sobre clientelismo político, la figura del mediador o puntero; es una discusión que propone la bibliografía sobre el tema. El caso de Camioneros ya lo mencioné. Bueno, no sé quién me dijo recién algo (...), lo que quería mencionar es (...); claro, hay una relación de reciprocidad que se da en el tiempo de la política. El tiempo de la política es el tiempo de la política eleccionaria, cuando la política aparece, casi de manera omnipresente porque la campaña implica la pegatina de carteles, la pintada de paredes, que la gente hable sobre los candidatos, que los programas de radio del club hablen de eso, etc. Dentro de un marco de la división de trabajo político, se da que el hincha pinta las paredes, lleva gente a votar, los candidatos presenten sus proyectos. Pero también hay que entender todo esto en el marco de un sistema de relaciones de reciprocidad más amplio. Si bien se puede observar en el tiempo de la política electoral, eso hay que inscribirlo en relaciones que no se acaban cuando termina la elección, sino que perviven de manera continua en la vida de los socios. Entonces, eso también es complejizar un poco la mirada. Por eso, los favores por votos se inscriben en un sistema de reciprocidades, de intercambios, prolongados. Es decir, durante el año “pasa de todo”, porque se oculta información desde ambos lugares (de los dirigentes y los hinchas), se hacen favores de otro tipo, se prestan abogados, médicos, pasa de todo y nosotros sólo nos enteramos de una parte. Quiero decir, los favores por votos pertenecen a reciprocidades de tiempos largos en el marco de las cuales se hacen otros favores en ambos sentidos. 26 Quiero introducir el texto de Gabriel Vommaro, Diez años de ¿Favores por votos? El clientelismo como concepto y como etiqueta moral. De lectura obligatoria también. El texto es una crítica a un texto que fundó las discusiones sobre clientelismo en Argentina: Favores por votos7, de Javier Auyero. Otro texto más conocido que éste es “La política de los pobres”8. Es un tema super interesante que no vamos a tratar en profundidad en esta oportunidad. De este texto voy a extraer algunas ideas para desmitificar algunas nociones del sentido común hegemónico. Hay una primera parte del texto en la que Vommaro discute cinco puntos de la tesis de Auyero. Voy a pasar a la segunda parte, la que analiza puntualmente la relación favores por votos. Vommaro señala dos cuestiones para discutir y problematizar. La primera es la de circunscribir analíticamente la cuestión del clientelismo a los sectores populares y al peronismo. Vommaro cuenta que la participación de los sujetos de los sectores populares puede tener efectivamente rasgos clientelares, pero que no es la única expresión, sino que también pueden tener rasgos no clientelares. Y que esto podría verse en múltiples programas sociales que dan cuenta de la diversidad de criterios de atribución de los bienes (algunos se conciben desde los escritorios, otros desde la municipalidad y desde los territorios); y que estos programas aparecen en términos de “derecho”, como algo que es posible exigir y demandar por parte de los individuos; no necesariamente como partes de una relación clientelar. Otro punto es la pregunta sobre si hay clientelismo más allá de la política de los pobres (haciendo un juego con el título del libro de Auyero que mencioné más arriba). Y Vommaro responde: “sí hay”. Entonces, para que ustedes vean cómo se tejen relaciones clientelares más allá de los sectores populares, quiero mencionar un trabajo de Rodrigo Hobbert (sociólogo también): Comprendiendo y explicando el clientelismo académico en la Universidad de Buenos Aires (20042012). No es específicamente clientelismo político, pero sirve para desnaturalizar la idea señala arriba: pobres igual clientes de relaciones asimétricas. El trabajo de Rodrigo trata sobre procedimientos de intercambio informal que se corresponden con prácticas similares en otras esferas como la acción académica. En términos generales el clientelismo académico emerge como una herramienta conceptual que permite dar cuenta sobre modalidades informales de intercambio que son motorizadas por vínculos de carácter asimétrico en la universidad. Así, el clientelismo académico es definido y examinado como vehículo de intercambio, legitimación, reproducción y reconocimiento dentro de un contexto caracterizado por la preeminencia de la informalidad. El análisis de estos fenómenos le permitió a Rodrigo identificar distribuciones discrecionales de designaciones y rentas docentes, la organización de grupos informales en torno a determinados responsables de cátedras y/o de funcionarios que tuvieron la capacidad de repartir recursos o cargos, y la constitución de equipos de investigación articulados con las cátedras en donde su composición y distribución de estipendios estuvieron atravesadas por vinculaciones extra académicas. Estas cuestiones contribuyeron a comprender los relatos de los entrevistados sobre su adscripción, agradecimiento y/o fidelidad hacia quienes los seleccionaron; así como sus 7 8 Favores por votos. Estudios sobre clientelismo político contemporáneo. Losada. 1997 La política de los pobres: las prácticas clientelistas del peronismo. Manantial. 2001 27 aceptaciones frente a los casos de inequidad laboral que los atravesaron. Pero el doble carácter de la informalidad (útil y perjudicial) entra en juego al momento en que los actores definieron sus posiciones, pertenencias, lealtades y estrategias de reproducción. Sigue Rodrigo en su texto: “La disconformidad de algunos entrevistados, ayudó a interpretar que ésta emergió cuando la informalidad los perjudicaba, pero no así cuando actuó en su beneficio. El fastidio frente a la ilegibilidad de los procedimientos, la preeminencia de los lazos clientelares y de los intercambios prebendarios, constituye la expresión resultante de posicionamientos desfavorables en torno al sistema de intercambios que les garantizó su inserción y permanencia. El empleo de la relación clientelar como concepto está orientado a describir complejos entramados de prestaciones, obligaciones, lealtades y seguimientos que exceden al intercambio de bienes o protecciones; pues su fortaleza reside en la densidad moral, simbólica y afectiva que inviste a los actores. El análisis de las relaciones clientelares en el contexto académico nos permitió comprender las complejas relaciones informales de intercambio material y simbólico de carácter asimétrico que acontecían dentro del espacio universitario de producción y difusión del conocimiento. De este modo, se tornaron legibles aquellos “compromisos” afectivos que moldearon las decisiones y continuidades de los docentes, y permitieron un tratamiento integral de sus trayectorias, motivaciones y expectativas. De allí que consideremos que, al incorporar la perspectiva de la afectividad en relación con los sistemas de intercambio asimétrico, es posible dar cuenta sobre la particularidad de las relaciones emotivas comprendidas en la constitución de estos marcos de significación; dado que dieron sentido a los bienes (designaciones, rentas, recomendaciones, etc.) que fueron transados dentro del espacio, a las posiciones de los actores, a sus expectativas y a sus estrategias de reproducción”. ¿Por qué discutir el clientelismo políticos? Porque es muy común que se use con una carga negativa. El sentido común hegemónico que circula en los medios de comunicación señala el aspecto negativo de este tipo de relación. Hay un uso estigmatizante del concepto. Entonces, el primer paso es no estigmatizar. Alejarnos de la carga negativa. Para cerrar señalo estos puntos en el power point: ¿Por qué trabajar sobre hinchas y violencias en este seminario destinado a la cultura popular y la cultura masiva? El fútbol es un producto masivo, es una mercancía. Hay una lógica del aguante que remite a una estética, ética y retórica, que discute en el plano simbólico con una cultura reconocida, legítima y dominante (que condena dicha lógica). Metodológicamente, podemos positivizar las prácticas de los hinchas; entender las prácticas desde el punto de vista de los actores y ver qué tienen -y no lo que les falta(Link con Grignon y Passeron en prácticos) Capital violencia (aguante) y capital social como bienes de intercambio de los hinchas con otros actores del mapa social (dirigentes y políticos) 28 Porque podemos construir una mirada crítica sobre las problemáticas teóricas y prácticas que surgen del análisis del fútbol (pueden ser otros objetos). Reflexiones sobre clientelismo y sectores populares Bueno, los escucho para ver las dudas que hay, ¿algo que quieran manifestar? Los escucho. ¿No hay ninguna duda? Seguramente no llegaron a leer los textos porque es mucha la carga horaria semanal, pero bueno, creo que no nos vamos a volver a ver hasta el final, porque yo doy nada más el teórico sobre fútbol. Si tienen alguna duda después, me pueden consultar por mail. El examen de la materia es un trabajo escrito. Cualquier cosa ustedes me escriben al mail y siguen la clase que viene con la profesora Libertad. Buenas noches.