Buena Enseñanza: En La Formación de Nuestros Estudiantes Son varias las dudas que nos surgen cuando en nuestros procesos de enseñanza nos surge la duda de la formación, es nuestro papel como docentes no solamente transmitir los conocimientos de las profesiones; es relevante desempeñar el papel de guiar a nuestros estudiantes por las necesidades de la formación integral. En la formación de nuestros estudiantes, existen varios enfoques, uno de ellos es la formación Ciudadana. En nuestro contexto, tiene que ver con la educación y con la construcción de identidades, ya sean políticas o sociales. Lo educativo en la formación ciudadana tiene un papel de alta importancia en cuanto a que es lo que contribuye a la constitución de ser político. Tiene su implicación ética directa y vital importancia en la responsabilidad social que tenemos al estar formando los profesionales que tienen responsabilidad directa en los entornos productivos de nuestro país. La identidad ciudadana es definida por Ch. Mouffe (1999) como “Una forma de identidad política construida a través de la identificación con los principios políticos de la democracia moderna: libertad e igualdad para todos. La expresión de la construcción identitaria ciudadana es la “lealtad a un conjunto de reglas y prácticas que construyen un juego de lenguaje específico, el lenguaje de la ciudadanía democrática moderna”. En nuestra Colombia encontramos un terreno de intensas discusiones. Somos conscientes del la inmensa responsabilidad del sector educativo para asumir el reto de contribuir a la construcción de una cultura democrática y de paz, desde perspectivas formativas y humanizantes que prevengan la violencia y las circunstancias que actualmente se viven en nuestro país, este tipo de formación no lleva a la Buena Enseñanza. En el entorno que conocemos, la Buena Enseñanza se basa en buscar las condiciones apropiadas para que los maestros interactúen con sus estudiantes en el aula, y los cambios deben basarse en el conocimiento sobre cómo aprenden y se forman como verdaderos ciudadanos. Es decir, se deben aplicar en el aula los conocimientos que se tienen para garantizar que no solo la formación si no que el aprendizaje sea realmente significativo. Una Buena Enseñanza debe buscar propósitos de formar y al tiempo enseñar a pensar; es preparar los alumnos para que, en un futuro, puedan resolver problemas con eficiencia, tomar decisiones bien meditadas y disfrutar de toda una vida de aprendizaje. (Perkins, 1994). Pensaríamos que una buena enseñanza es aplicar los códigos de la modernidad como los enuncia Luisa Machado a través de las competencias genéricas académicas, pero aplicadas de manera coherente y dosificada de acuerdo con las profesiones específicas. Durante la planeación de todo ese trabajo de formar y enseñar debe incluir unos pasos y características: En primer lugar de fondo, y de alta responsabilidad social y coherencia. En segundo lugar, un trabajo pedagógico y didáctico, que estará concentrado en las competencias pedagógicas básicas como las interpretativas argumentativas y propositivas, haciéndose énfasis en la educabilidad y en la enseñabilidad que debe caracterizar todo proyecto pedagógico en un entorno investigativo actual. Finalmente, debe procurar por las buenas prácticas con relación a la aplicación correcta de las generalidades de las profesiones. El papel del maestro en el aula debe ser muy activo y relevante en la construcción de los procesos educativos. El rol del maestro en el proceso de enseñanza no puede quedarse en él un exclusivo transmisor de programas académicos, el docente debe asumir su papel de “Maestro Formador” que tiene en sus manos una responsabilidad crucial en la actividad pedagógica. Este hecho ineludible lo obliga a reflexionar sobre la naturaleza de su propia función y sobre el alcance de su trabajo cotidiano en el salón de clase. La didáctica debe entrar de manera decidida y sistemática en el currículo de la clase, deben combinarse para abordar la verdadera participación social que el maestro junto con sus estudiantes debe cumplir en ese espacio que es su trabajo en el aula, convencido de su rol. El docente no puede descuidar la figura Enseñanza-Aprendizaje mirándola como un proceso que permite lograr los fines propuestos. La educación actual espera revaluar y modificar las viejas tradiciones utilizadas en el aula, por lo tanto se necesita innovar a nivel de la Didáctica pero para ello también hace falta un nuevo rol del maestro que piense en: Una concepción de mayor sentido de pertenencia con su profesión de maestro Una evaluación formativa continúa, centrada en el estudiante. Un maestro que considere las cualidades personales y estilos, que promueva la destreza educacional. Utilización dinámica de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación Debe tener algunas cualidades como: Ser un buen facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje. Promover con sus estudiantes y colegas un pensamiento crítico. Orientar a los estudiantes a definir sus necesidades educacionales complementarias. Promover en su grupo un sentido de trabajo colectivo y eficiente, Desarrollar en su clase una atmósfera de confianza y respeto. Fomentar la sensibilidad a las necesidades y sentimientos colectivos e individuales, Asegurarse de que todos sus estudiantes participen. Centrar el proceso educativo en el estudiante[1]. Concluyendo y como dice Díaz Barriga, “El papel del docente en el proceso formador de enseñanza-aprendizaje no debería ser el de un mero ejecutor de contenidos: el profesor tiene en sus manos una responsabilidad crucial en la actividad pedagógica. Este hecho ineludible lo obliga a reflexionar sobre la naturaleza de su propia función y sobre el alcance de su trabajo cotidiano en el aula”.[2] El papel del maestro en la educación contemporánea debe ser el de Identificar el mejor ambiente, examinar la realidad, detectar valores positivos dominantes y procesos que permitan un ambiente participativo de investigación que promuevan procesos reales para contribuir al currículo. El Maestro de su actitud y los ritmos que desarrolle en clase, de su conocimiento y aplicación de un sentido investigativo, dependerá en gran parte el logro de sus metas frente al aprendizaje de sus estudiantes y así contribuirá de manera activa a la Formación Ciudadana de nuestro alumno Uninpahuista Ing. Jesús Peñaranda [1] Todo aquello que nos sugería Quintiliano en su figura de Maestro, según la cita con la que comienza este escrito hace aproximadamente 2000 años [2] Díaz Barriga, Ángel, Didáctica y currículo, Paidos, 1998.