LA MEDICINA QUIMICA MODERNA Dr. Mariano José Bueno Cortés. BIOSALUD-INSTITUTO DE MEDICINA BIOLÓGICA Y ANTIENVEJECIMIENTO. INTRODUCCION. No pretendo ser alarmista, pero los medicamentos químicos que con tanta facilidad recetan los médicos alópatas, muchas veces alivian los síntomas que tiene el paciente, sobre todo el dolor, pero no tratan las causas que los originan, que suelen estar ocultas muy lejos de los síntomas. Estas sustancias enmascaran los síntomas y proporcionan la ilusión de una curación. De este modo, acabamos por desarrollar tolerancia a ellos, de modo que, tenemos que aumentar las dosis e incluso, cambiar a otros medicamentos más agresivos. En muchos casos, estos medicamentos, empeoran el cuadro, de modo que, al final, tiene que intervenir la Cirugía, que es el fracaso de la Medicina. No obstante, ¿cuántos de ustedes son capaces de marcharse contentos de la consulta del médico sin una “receta milagrosa”?. ¿Cuantas personas expresan la incompetencia del médico porque no les ha recetado medicamentos?. La culpa la tenemos todos. ANTIBIOTICOS. Muchas veces, los antibióticos, que son potentísimos inmunosupresores, se recetan para enfermedades banales. Cuando los tomamos, el antibiótico no sólo mata a las bacterias que producen el cuadro clínico que tiene el paciente, también matan la flora intestinal, compuesta de lactobacterias que nos ayudan a hacer la digestión y asimilar los elementos nutritivos. Estas lactobacterias, son las únicas que mantienen a raya las infecciones por Cándida u otros hongos, y así, cada vez que tomamos antibióticos, los hongos proliferan en nuestro organismo como un reguero de pólvora. Es una de las infecciones más frecuentes hoy en día. El problema es que la infección por Cándida, tiene el efecto en nuestro organismo de supresión del sistema inmunitario, lo cual significa que, el mismo medicamento que estamos tomando para combatir la enfermedad, daña la única defensa propia que tenemos contra ella. Los antibióticos destruyen las vitaminas B1, B6, B12, K, el ácido fólico, el hierro, el calcio y el magnesio. Si además se combina con la cortisona, que ya de por sí es un depresor de las defensas, dejamos fuera de combate al organismo. Una de las reacciones típicas del organismo ante la toma de antibióticos, son las diarreas. Al dañar la capacidad del aparato digestivo para descomponer y procesar las proteínas complejas, que son las fuentes principales en la alimentación de los aminoácidos que necesita el cuerpo para producir enzimas, glóbulos blancos, hormonas y otros factores inmunitarios. Por eso, mi consejo es que se piense dos veces antes de tomar antibióticos indiscriminadamente, y sobre todo a sus hijos, provocándoles un círculo vicioso en donde nunca acaban de estar enfermos. No obstante, si fuera estrictamente necesario según el criterio de su médico, deberá tomar varias medidas: aumentar el consumo de suplementos vitamínicos y minerales diariamente tomar suplementos de lactobacterias, para reponer la flora intestinal. Por ejemplo, zumo de col fermentada,... HIPOTENSORES. Otro ejemplo de medicamento que empeora el cuadro que trata son los hipotensores. Se utilizan para bajar la presión arterial. Esta, depende en parte de la cantidad que tengamos de potasio, sodio y magnesio en sangre. Los fármacos que se utilizan en este caso, favorecen la excreción rápida, por la orina, de estos mismos minerales, prolongando así el problema y provocando una dependencia de por vida. Varios estudios han demostrado que las personas que tienen la tensión moderadamente alta y no toman ningún medicamento para ello, viven más años que los que toman los fármacos recetados. LA ASPIRINA. Y por último, llegamos a uno de los causantes de mi vocación de médico biológico. Las enfermedades reumáticas. Como iremos viendo, la artritis suele tener su causa en las toxinas intestinales que pasan al torrente circulatorio por ósmosis, como el té en bolsita, a través de las frágiles paredes de ciertas partes del intestino. Para impedir que estas toxinas envenenen el torrente circulatorio, la sangre las deposita en las articulaciones, donde se acumulan, forman cristales y, producen la artritis. Hace años que se sabe que la aspirina produce úlceras de estómago y hemorragias gastrointestinales, debilitando aún más las paredes y permitiendo un mayor paso de toxinas a la sangre. Esto, empeora a la artritis, aumentando el enfermo la toma de estos medicamentos,... Pero, fíjate lo que son las cosas, hace unos 6 años se aprobó en España la Ley del Medicamento Homeopático. Para la mayoría de estos productos, que no producen efectos secundarios, es necesaria la receta médica. Por el contrario, la aspirina con la cantidad de efectos secundarios y riesgos que tiene, se vende sin receta. Qué contradicción. Cada día se ingieren 36 millones de aspirinas. Antes de terminar de leer este artículo se habrán consumido medio millón de aspirinas. Según un estudio del Dr. Kenneth F. Lampe, profesor de farmacología en la Universidad de la Escuela de Medicina de Miami, publicado en la revista médica JAMA: El 23 de septiembre de 1974, “Unas 400.000 personas tienen reacciones a la aspirina, pero pueden no ser conscientes de su alergia.” Una sola dosis de aspirina, dice el Dr. Lampe, puede causar una reacción que puede variar desde una simple tos con cierta sensación de falta de aire, hasta un grave ataque de asma. Erupciones en la piel, hinchazón de cara y lengua, sensaciones de cosquilleo y ardor en la palma de la mano, e irritaciones en el cuero cabelludo y plantas de los pies, pueden ser otros de sus efectos. El Dr. Lampe, habla de personas con cuarenta años, intolerantes a la aspirina y que pueden contraer síntomas semejantes a los de un catarro común. Incluso después de dejar de “moquear”, pueden desarrollar un asma bronquial. La pena es que en algunos casos de desenlace fatal, el paciente era consciente de su sensibilidad, ¡ pero su médico le dijo que una o dos pastillas nunca hicieron daño a nadie!. Lo curioso de todo esto es que la aspirina se compone de ácido acetil salicílico, que es una sustancia de síntesis. El caso es que antiguamente, se descubrió que una planta llamada Spiraea Ulmaria, era magnífica por sus efectos analgésicos. En aquella época, no existían los métodos ni la aparatología que tenemos actualmente para detectar los principios activos de una planta, de modo que lo que se vio es que fundamentalmente se componía de ácido acetil salicílico. ¿Pero dónde está el problema? Llegada la época de la preponderancia de la Medicina de síntesis, que se ocupaba de elaborar químicamente sustancias que se encontraban en la naturaleza y que tenían determinados efectos beneficiosos para la salud, se inició un período en el que el médico abandonó el uso de las plantas medicinales, porque se le convenció que estaba obsoleto, y que eran más efectivos los fármacos sintéticos, con lo cual, se fue abandonando la medicina tradicional, y se fue pasando a la medicina moderna. ¿Pero realmente, qué motivó al principio que los laboratorios sintetizaran sustancias en sus instalaciones en vez de extraerlas de la naturaleza? Lo de siempre, el dinero. Es más barato producir sintéticamente el ácido acetil salicílico, que tener campos y campos sembrados de Spiraea Ulmaria, que hay que sembrar, regar, proteger de las plagas, recoger, limpiar, y extraer el ácido acetil salicílico, o mejor aún, hacer extracto fluido de Spiraea Ulmaria. Pero dónde está el error. Muy sencillo. En efecto, la Spiraea Ulmaria contiene fundamentalmente ácido acetil salicílico. Este es el principal causante del efecto analgésico, pero a su vez, es un gran irritante de la mucosa gastrointestinal, y un magnífico anticoagulante. El problema es que la naturaleza es tan sabia, que en la composición de la Spiraea Ulmaria (de donde procede el nombre Aspirina) hay multitud de sustancias en muy pequeña cantidad, que unas potencian todavía más el efecto analgésico, y otras contrarrestan el efecto irritante de la mucosa, con lo cual, es imposible que se produzca una úlcera de estómago. Estas son las sustancias que no contiene la aspirina, y por eso hace los estragos que hace. En un estudio realizado por el Dr. Requena, de Aix en Provance Francia, se demuestra que utilizando el extracto fluido de Spiraea Ulmaria es necesaria mucha menos cantidad de ácido acetil salicílico que si utilizamos aspirina, y sin efectos secundarios. Dicho de otra manera, es menos efectivo el ácido acetil salicílico sintetizado en el laboratorio, que si lo utilizamos por medio de la Spiraea Ulmaria. Saque sus propias conclusiones. El Dr. Harvey J. Weiss publicó el 26 de agosto de 1974 en la revista JAMA que la aspirina, tomada en cantidad de tres a nueve pastillas diarias, puede causar hemorragias gastrointestinales en siete de cada diez personas. Se calcula que en un sólo un día todos los estómagos sometidos a la acción de la aspirina, pierden en conjunto más de 20.000 litros de sangre. Esto lógicamente, equivale a unas pocas gotas de sangre por persona, pero aún así, resulta de extrema gravedad. Esto me recuerda los años en los que empecé a trabajar con la Medicina Tradicional China, en los que la acupuntura era un “ cuento chino “. Ahora ya es aceptada en todas las Universidades del mundo, pero sin embargo, se le ha pedido para su reconocimiento científico mucho más que a la aspirina, a pesar de que la acupuntura lo que sí se tenía claro es que no tenía efectos secundarios. Pues bien, ya podemos ver las excelencias de la famosa aspirina. Fue muy alabada durante años, hasta que el doctor Morton Y. Grossman, especialista en Gastroenterología de la Universidad de California, en Los Angeles, en el Congreso Mundial de Gastroenterología de 1974, afirmó que una de cada tres personas que padece úlceras de estómago es un consumidor crónico de aspirina. También, el 23 de mayo del mismo año (fatídico para la aspirina), el doctor Micha Levy, en el New England Journal of Medicine, da una voz de alarma diciendo: “Existen relaciones causales entre una ingestión fuerte y regular de aspirina y dos enfermedades: la hemorragia gastrointestinal superior y la úlcera gástrica benigna”. La aspirina deja la pared del estómago en condiciones de producirse una ulceración por debilitar la barrera mucosa, según el doctor Hugh H. Hussey en JAMA de 29 de abril de 1974. No sólo se vuelve más susceptible a la ulceración el estómago, sino cualquier órgano del cuerpo que entre en contacto con la aspirina antes de ser metabolizada por completo. Es más, debido a su potente efecto anticoagulante al reducir el poder adhesivo de las plaquetas, las hemorragias gástricas que produce, se mantendrán más tiempo, debido a la disminución de esta coagulación de la sangre. Esto es todavía más grave si la persona es anémica. El doctor Ranjit S. Nanra, del Hospital Real de New Castle en Australia, explicó en el Simposio Internacional sobre Abuso de Fenacetina, celebrado en Viena en 1974, que, cuando se toma aspirina en grandes cantidades y durante un tiempo prolongado, pueden causarse “daños irreparables al tejido renal”. Se ha comprobado que se produce daño renal en seis de cada diez casos examinados de pacientes con artritis reumatoide (enfermedad que por otra parte, se acompaña de anemia). Todos ellos tenían un historial de consumo de aspirina. En algunos de esos casos, había aparecido un fallo renal por abuso de aspirinas. El doctor Zimmerman, del Hospital VA de Washington D.C., dice en Enero de 1974 en Annals of Internal Medicine, tras estudios de varios años de duración, demuestra que también el hígado puede dañarse por tomar aspirina. En un caso típico descrito en esta revista, se relata el caso de una mujer que padecía Lupus eritematoso sistémico, enfermedad explicada antes, sometida a una terapia con altas dosis de aspirina, que contrajo hepatitis. Al eliminar la aspirina, la hepatitis desapareció. Pero cuando volvió a la aspirina, la hepatitis retornó. También dice que “ No obstante, de un medicamento que produce lesión hepato-celular... debe sospecharse que pueda ser capaz de producir en ocasiones lesiones parenquimatosas más graves (lesiones a una parte del órgano)”. Otra faceta importante en el caso de la aspirina (me extiendo tanto por lo frecuente de su uso), son las interacciones con otros fármacos. Con los anticoagulantes, la mezcla de aspirina reduciría todavía más la capacidad de coagulación de la sangre. Con los antidiabéticos, puede disminuir severamente la glucemia (nivel de azúcar en sangre), pudiendo provocar incluso un coma hipoglucémico. Con la cortisona, es casi seguro que se produzca de inmediato una úlcera de estómago. Igual que si se combina con la ingesta de alcohol. Un grupo de médicos especialistas testificaron en junio de 1973 (New York Times, 6 de junio de 1973) ante el Subcomité de Monopolios del Senado de EE.UU. diciendo lo peligrosa que es la aspirina para los que tienen problemas de hemorragias gástricas y úlceras estomacales. “ La aspirina es potencialmente capaz de inducir graves trastornos gástricos, una ulceración grave de la membrana mucosa gástrica y duodenal, el agravamiento de una úlcera péptica duodenal o gástrica preexistente o latente, la iniciación de una ulceración nueva y la precipitación de una hemorragia gastroduodenal aguda masiva o crónica “ según el doctor Elliot L. Sagall, director de educación médica de la Asociación Americana de Abogados ( Trial, marzo de 1969). En la revista Medica Lancet, el 2 de septiembre de 1972, el doctor J.R. O’Brien, del Hospital de St. Mary en Portsmouth, Inglaterra, dice: “La aspirina puede influenciar la iniciación de arteriotrombosis pues los análisis de la función plaquetaria fueron regularmente anormales en el grupo de la aspirina y sin cambios en el grupo placebo”. La aspirina inhibe la liberación del factor de agregación plaquetaria, destruyendo así la capacidad de las plaquetas para adherirse entre sí, e interfiere con un buen funcionamiento del corazón, así como con la salud general del cuerpo. Mi recomendación es que se tome exclusivamente bajo prescripción del médico, combinándolo con zumo de patata (excepcional para la acidez del estómago), dos litros de agua mínimo al día, y abundantes verduras y frutas no ácidas. LA CORTISONA. No quiero abandonar este tema sin dedicarme a informarte de las “magnificencias” de la cortisona. Se utiliza con mucha frecuencia por ejemplo en las artritis, a pesar de que no cura su causa, ni pretende hacerlo. También se usa mucho en alergias, en asma, etc. Es un medicamento de síntesis, semejante al componente principal del Ribes Nigrum, el Grosellero Negro, planta con un fuerte efecto antialérgico y antiinflamatorio sin efectos secundarios. El doctor Peter Wingate dice en la Enciclopedia Médica Penguin: “ Los corticosteroides (preparaciones de cortisona), al afectar muchos de los procesos químicos del cuerpo, tienen numerosos efectos indeseables si se administran por largos períodos. La curación, que depende de la inflamación, se dificulta, y las úlceras gástricas y demás se vuelven verdaderos problemas. Los tejidos óseo y conectivo se debilitan, el paciente engorda, por la retención de líquidos, y la tensión arterial sube. Tal y como cabría esperar, los síntomas de un tratamiento prolongado con grandes dosis de corticosteroides son como los de la hiperactividad de las glándulas suprarrenales, el Síndrome de Cushing”. El doctor Wingate afirma que dar cortisona durante un gran período de tiempo (lo cual sucede en todas las artritis reumatoides, por ejemplo) “suprime la actividad natural de la corteza suprarrenal. Si el tratamiento se detiene de golpe (cosa que no debe hacerse nunca), el paciente queda sin hormonas suprarrenales (naturales) y desarrolla la enfermedad de Addison”. La Fundación Americana para la Artritis, dice: “La cortisona y otros fármacos esteroideos relacionados constituyen un problema especial. Pueden traer consigo una sensacional reducción del dolor y de la inflamación en cuestión de horas. El paciente incapacitado se vuelve útil una vez más. Pero se ha descubierto que los esteroides tienen graves efectos colaterales, a veces peores que la propia enfermedad reumatoide. Y los esteroides no detienen el proceso de la enfermedad. Meramente ocultan el hecho de que el daño en la articulación sigue en marcha. De modo que, aún siendo todavía muy útiles en situaciones especiales, son recetados hoy en día cada vez con menos frecuencia por los reumatólogos en el tratamiento de rutina de la artritis reumatoide”. LAS SALES DE ORO. También quiero señalar que las Sales de oro, empleadas para reducir la severidad de una inflamación reumática desde hace muchos años, causan reacciones tóxicas. La más ligera sobredosis, por pequeña que sea, puede ser muy peligrosa. Además no es efectiva en todos los artríticos. LA FENIL-BUTAZONA. Otra sustancia es la Fenil-butazona. Es un analgésico que produce un alivio temporal de la inflamación. También tiene muchos efectos secundarios. LA INDOMETACINA. La Indometacina. También muy prescrita en las espondilitis. Al igual que la anterior, puede causar trastornos gastrointestinales, vértigo, disminución en el número de elementos celulares de la sangre y problemas capilares y de piel. LAS APLICACIONES TOPICAS. También es muy frecuente en los tratamientos antirreumáticos la utilización de cremas de aplicación tópica. Según el Muestrario Médico publicado por la Unión de consumidores de EE.UU., muchos de estos aerosoles, ungüentos, pomadas y cremas contienen salicilato de metilo (aceite de Wintergreen) como ingrediente principal. Dicen: ” La aplicación de estos analgésicos externos tiende a aumentar el flujo de sangre en las capas superiores de la piel, dando como resultado un enrojecimiento de la piel así como una sensación de calor. Este moderado aumento de la temperatura de la piel puede proporcionar un alivio sintomático por un breve período de tiempo. Advertimos contra el uso indiscriminado de analgésicos externos con un elevado contenido en salicilato de metilo. La absorción es acelerada si el medicamento se aplica a la membrana mucosa en áreas donde la piel está cortada o inflamada. El uso en los niños de preparaciones que contienen este medicamento debería de ser fuertemente desaconsejado. Nunca debe de utilizarse una manta eléctrica en conjunción con un linimento o analgésico externo. Puede dar como resultado quemaduras graves con ampollas.” ALTERNATIVAS. En estos casos, me da muy buen resultado unos aceites espagíricos de venta en farmacias, llamados Azinat Öl I y II que no contiene salicilato de metilo, y que con muy poca cantidad me da resultados espectaculares. Pero no sólo los medicamentos nos producen un agravamiento de la enfermedad. Estoy cansado de ver a pacientes que se operan de hernia discal, y a los dos años están igual o peor que antes de la cirugía. Esto es lo que ocurre en el 80 % de los casos. La pena es que estos magníficos cirujanos no se den cuenta de que a lo mejor ese proceso se debe a una muela del juicio que no ha salido, o a una prostatitis, o a un acumulo de toxinas en el intestino. Ya explicaremos todo esto en el tema de Odontología neurofocal. De todos modos, cada vez son más los pacientes que se acercan a la Medicina Biológica, y desde ese momento, al menos, pueden elegir qué hacer con su salud. Cada Medicina tiene su parte positiva. La Medicina Biológica es sobre todo, preventiva; la Medicina Moderna es paliativa.