Trampas de la Memoria Año 1 No. 11 - Agosto 2011 Walkyria Rivadeneira-Goode Profesora visitante de ESPAE wgoode@espol.edu.ec ¿Quiere hacer un experimento sobre memoria? Reclute a diez colegas. De forma individual, indíqueles que va a leer una lista de palabras y que luego les hará unas cuantas preguntas. Lea las siguientes palabras pausadamente: cama cansado reposo letargo paz descanso sueño colcha roncar bostezo despierto despertar descansar siesta somnoliento Cada colega deberá indicar verdadero o falso si recuerda haber escuchado el siguiente grupo de palabras. Lea las siguientes palabras una por una y pregunte si estaba incluida en la lista anterior. Escriba las respuestas de sus colegas en los casilleros correspondientes: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 reposar manzana casa sueño dormir Este experimento fue realizado por los investigadores Deese, Roediger y McDermott de Johns Hopkins University y Rice University. Ellos encontraron que las personas son buenas al recordar cuáles palabras estaban dentro de la lista y cuáles no. Sin embargo, hay un error que las personas realizan sistemáticamente: recuerdan falsamente que la palabra ‘dormir’ estaba en la lista. Inclusive, muchas personas tienen un alta certeza de que ‘dormir’ estaba en la lista. Si se fija bien, todas las palabras están relacionadas con ‘dormir’; pero esa palabra específicamente no está incluida. Las personas no simplemente memorizan palabras; construyen y memorizan un contexto y su correspondiente significado. Una vez que un pedazo de información se integra con otros, es difícil de recordar qué es nuevo y que ya es conocido. Consideremos que en una situación tan sencilla como el experimento realizado – dónde se pidió recordar unas cuantas palabras - nuestras memorias pueden engañarnos. ¿Cómo podría afectarnos en situaciones complejas? La memoria es una parte central de nuestros procesos de aprendizaje y toma de decisiones. Es por esto, que debemos tener claro los alcances y límites de la misma. Un profesional se inicia utilizando el conocimiento adquirido académicamente y lo incrementa al incluir sus experiencias en el ámbito laboral. Ambos tipos de conocimiento se complementan: conocimiento académico y conocimiento práctico. Una falla en la memoria del conocimiento académico implica olvidar un concepto o proceso estudiado. Afortunadamente, el acceso a información que tenemos hoy en día nos permite buscar ese pedazo de información en línea y disminuir el impacto de no recordar. Una falla en la memoria del conocimiento práctico es un tanto más complicada. Si olvidamos un proceso interno de la empresa, tal vez lo podamos encontrar dentro de la documentación empresarial. Si olvidamos la fecha de un evento, la podremos encontrar en nuestras agendas. Pero, ¿Qué pasa si olvidamos los hechos de un evento o de una serie de eventos? ¿O si recordamos selectivamente ciertos hechos? Nuestra memoria selectiva nos puede llevar a creer que somos mejores profesionales de lo que realmente somos. Es muy fácil recordar nuestros éxitos, ya que tendemos a recordar eventos que nos muestran favorablemente. Por otro lado, la memoria de nuestros fracasos es más difusa, ya que solemos atribuirlos a las circunstancias fuera de nuestro control y no a nuestros propios errores. Si bien esta memoria selectiva es buena para nuestro bienestar emocional, no lo es para nuestro aprendizaje. Por ejemplo, si usted le pide a un par de colegas que le describan los hechos relacionados a un fracaso propio, los recuerdos de sus colegas serán menos negativos: olvidarán sus propios errores, tenderán a describir cómo las circunstancias alrededor del fracaso contribuyeron al mismo. Las personas tienden a enmarcar sus recuerdos para no sentirse mal. El efecto de la memoria selectiva es que no aprendemos de nuestros errores; si nos encontramos nuevamente en una situación similar, es muy posible que actuemos de la misma manera. Pensamos que tal vez en esta ocasión las circunstancias van a ser distintas y no nos afectarán negativamente. Hay que tener precaución inclusive cuando nuestra memoria funciona correctamente, ya que nos pueden llevar a tomar decisiones desventajosas. Un error que las personas suelen cometer se presenta al momento de vender un bien; el error es recordar el pasado. Por ejemplo, imagine que usted compró una casa en $80,000. Lastimosamente, el vecindario ya no es muy seguro por lo que sus vecinos están vendiendo sus casas en un promedio de $60,000, incluso, uno de sus vecinos le indica que estaría dispuesto a vender en $40,000. Usted no quiere perder dinero y decide no vender y esperar la plusvalía. Ahora imagine, que no tiene memoria del pasado, solo sabe que - por su seguridad y la de su familia - quiere mudarse de casa, el precio del mercado es $60,000 y es muy posible que los precios bajen. Un posible comprador le hace una buena oferta, usted sabe que el comprador todavía no ha visto la casa de aquel vecino que está dispuesto a vender en $40,000. ¿Vendería usted su casa ahora? En este ejemplo, he incluido solamente el recuerdo del valor monetario de la casa. Imagine que pasaría si empieza a incluir memorias emocionales. Por ejemplo, esta fue su primera casa, aquí nacieron sus hijos, en esta casa empezó su negocio, remodeló la cocina y el patio, etc. En este caso, una excelente memoria puede llevarnos a tomar decisiones que a la larga no nos serían útiles. La mejor manera de evitar caer en estas trampas es estar consciente de ellas: Pensar cómo nuestro recuerdo de algún evento nos puede afectar, pedir la opinión de una persona relevante que pueda aportar con una perspectiva distinta, etc. Es bueno recordar, pero a veces es mejor olvidar. Todas las opiniones vertidas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de los autores, y no representan necesariamente la opinión de ESPAE o de ESPOL.