INCIDENCIA DE LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL EN EL DERECHO PRIVADO ANÁLISIS JURISPRUDENCIAL EN EL DERECHO DE LA COMPETENCIA: PRÁCTICAS COMERCIALES RESTRICTIVAS Y ABUSO DE LA POSICIÓN DOMINANTE LINA MARÍA CORTÉS CONTRERAS ADRIANA LOZANO CALDERÓN VICTORIA EUGENIA SILVA CORTÉS PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS DEPARTAMENTO DE DERECHO PRIVADO BOGOTÁ D.C., FEBRERO DE 2003 2 TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCIÓN 3 EXTRACTOS DE LA JURISPRUDENCIA ENCONTRADA 4 ANÁLISIS DE LA JURISPRUDENCIA ENCONTRADA 29 1. EVOLUCIÓN LEGISLATIVA 29 1.1. LEGISLACION NACIONAL 29 1.1.1. CONSTITUCIÓN NACIONAL DE 1886 1.1.2. LEY 27 DE 1887 29 1.1.3. LEY 155 DE 1959 29 1.1.4. CÓDIGO DE COMERCIO 29 32 1.1.5. LEY 45 DE 1990 Y LEY 1° DE 1991 32 1.1.6. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1991 33 1.1.7. DECRETO 2153 DE 1992 34 1.1.8. DECRETO 266 DE 2000 35 1.1.9. REGÍMENES ESPECIALES 35 1.2. LEGISLACIÓN SUPRANACIONAL 37 1.2.1. ACUERDO DE CARTAGENA 37 2. DISTINCIÓN ENTRE EL DERECHO PRIVADO Y EL DERECHO PÚBLICO 40 3. ESPECTRO ELECTROMAGNETICO 3.1. DEFINICIÓN 43 3.2. NATURALEZA JURÍDICA 44 43 3 3.3. FACULTADES DEL LEGISLADOR 4. TELECOMUNICACIONES 46 48 4.1. EL DESARROLLO JURISPRUDENCIAL EN MATERIA DE TELECOMUNICACIONES (Telefonía celular) 48 4.2. LA COMPETENCIA EN MATERIA DE TELECOMUNICACIONES 50 4.3. MONOPOLIO NATURAL EN LOS SERVICIOS PUBLICOS 52 5. LA LIBRE COMPETENCIA EN LAS ACTIVIDADES DE NOTARIADO 6. ABUSO DE LA POSICIÓN DOMINANTE CONCLUSIONES 63 LINEA DE JURISPRUDENCIA BIBLIOGRAFÍA 70 69 57 54 4 INTRODUCCIÓN El siguiente documento tiene por objeto analizar la incidencia que han tenido los fallos de la Corte Constitucional, en lo referente a prácticas comerciales restrictivas, las cuales constituyen tan sólo una rama del derecho de la competencia. Sin embargo, aunque los monopolios constituyen una práctica anticompetitiva, debido a los importantes efectos que genera en el funcionamiento del mercado, y a la proliferación de fallos de la Corte a este respecto, consideramos pertinente tratarlo de forma independiente. Para tal efecto hemos recopilado en un solo documento los extractos más relevantes de la jurisprudencia emitida por la Corte que hace referencia al tema, señalando en cada uno si es la ratio decidendi de la sentencia, o si por el contrario constituye un argumento obiter dictum. Posteriormente, analizaremos la jurisprudencia encontrada a la luz de la legislación vigente y de los conceptos emitidos por importantes doctrinantes especialistas en el tema, para así poder llegar finalmente a una serie de conclusiones, que nos permitan comprender cual es el estado actual de la materia. Los fallos recopilados no hacen referencia propiamente a conductas constitutivas de prácticas comerciales restrictivas como pueden ser los actos o los acuerdos, sino que abarca el tema a partir del derecho al libre acceso al mercado en igualdad de condiciones. Finalmente resulta oportuno advertir, que la mayoría de la jurisprudencia emitida por la Corte Constitucional en este tema hace referencia al uso del espectro electromagnético y a la telefonía celular. 5 MARCO CONCEPTUAL Para analizar y definir cual ha sido la influencia de las decisiones de la Corte Constitucional en el Derecho de la Competencia, es importante lograr previamente una aproximación a la estructura y marco conceptual del mismo para delimitar el objeto de esta investigación y determinar el ámbito de acción e incidencia de la jurisprudencia constitucional en el tema que nos concierne. El Derecho de la Competencia puede definirse como un “conjunto de normas y principios cuya finalidad primordial es permitir tanto a consumidores como a empresarios participar libremente en un mercado, promoviendo la competencia y castigando las conductas que no permiten el desarrollo de las leyes naturales del mercado, en especial aquellas conductas que introducen importantes elementos de distorsión y desequilibrio”.1”Pero el derecho de la competencia no es solo un orden jurídico, también es un orden económico, moral y político que permite introducir los valores éticos y los principios socioeconómicos que conforman el ordenamiento jurídico consagrado constitucionalmente.” 2 Precisamente la estructura normativa del sistema económico constitucionalizado se sustenta sobre dos principios que comparten la misma naturaleza y que se montan sobre la libertad: el principio de la actividad económica y el principio de la libre iniciativa privada, los cuales se sustentan a su vez en el principio de la libre competencia, como derecho de los actores del sistema.3 En Colombia, “La Constitución Política en su artículo 333 consagra el principio de la libre competencia, se establece la libre iniciativa privada y la libertad de empresa, dispone la libertad económica garantizada y señala que la gestión estatal debe orientarse en adoptar medidas que impidan su obstrucción o restricción en especial 1 VELANDIA CASTRO, Mauricio. Catálogo de acuerdos restrictivos de la competencia; en: Colección de Derecho Económico; Homenaje a Enrique Low Murtra. Universidad Externado de Colombia, Tomo III. Noviembre, 2001. Pág. 208. 2 ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. Derecho de la Competencia: Abuso de la posición dominante, competencia desleal, uso indebido de información privilegiada. Legis. Bogotá 1998. Pág. 51. 3 GOMEZ LEYVA, Delio. De las restricciones, del Abuso y de la deslealtad en la competencia económica. Cámara de Comercio de Bogotá, 1998. Págs. 195 y 196. 6 si las mismas surgen del predominio de productores u oferentes de productos o servicios considerados en particular. En desarrollo de la economía de mercado, el Estado debe garantizar razonablemente algunos derechos de carácter económico, como por ejemplo, la libertad de asociación, la propiedad privada, la libertad de empresa, la iniciativa privada y la libertad de competencia económica. Ahora bien, si como resultado de la concurrencia en el mercado surgen eventualmente conductas ilegítimas como el abuso monopolístico, las prácticas comerciales restrictivas de competencia, la ejecución de actos desleales de comercio con el objeto principal de restringir el acceso de los competidores al mercado o monopolizar la distribución de productos o servicios, la actuación del Estado será preponderante en restringir, eliminar y sancionar las conductas desleales e ilegales en garantía de la misma libertad de competencia como derecho constitucional incuestionable y propender por el fortalecimiento de la economía de mercado dentro de su función general de garantizar el interés público.”4Es por ellos que se hace necesaria y se justifica una regulación adecuada que garantice la sobrevivencia de la libre competencia. En este orden de ideas, el Derecho de la Competencia se monta sobre tres pilares que lo constituyen5: Normas que regulan las conductas que eliminan, impiden o restringen la libre competencia (prácticas comerciales restrictivas y abuso de la posición dominante): Se orientan a lograr la prevalencia de la competencia, su existencia.6 Normas que sancionan la competencia desleal: Parten del supuesto de que la competencia existe y se orientan a reprimir las conductas que la afectan 4 5 6 Superintendencia de Industria y Comercio, Concepto 99043346 de Agosto 24 de 1996. GÓMEZ LEYVA, Delio. Op. Cit., pág 58. ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. Op. Cit., pág. 206. 7 por no estar acordes con las sanas costumbres que deben ser empleadas en el acto competitivo.7 Normas que regulan y desarrollan la defensa de los consumidores. Se hace necesario entonces, definir ciertos conceptos que resultan fundamentales para efectos de entender los objetivos y contenidos del Derecho de la Competencia y para delimitar el objeto de estudio del documento que se presenta a continuación: Libertad económica: La Constitución Política consagra la libertad económica como un derecho radicado en cabeza de todos los ciudadanos y sometido a los límites que establezca la ley. En desarrollo de dicho precepto, la Corte Constitucional ha definido esta libertad como “la facultad que tiene toda persona de realizar actividades de carácter económico, según sus preferencias o habilidades, con miras a crear, mantener o incrementar su patrimonio.”8 Libre empresa o libre iniciativa privada: Posibilidad efectiva de emprender alguna actividad productiva con aquellos recursos que ya se controlan a través de la propiedad, la viabilidad jurídica de transformarlos, mejorarlos, adaptarlos, explotarlos, etc., logrando así un producto que pueda tener un valor significativo para alguien más.9 Libertad Contractual: Instrumento jurídico que responde a la idea de autonomía de la voluntad de las personas para regular sus relaciones con los demás y a través del cual se expresa la propiedad, la empresa y la iniciativa económica; y que 7 Ibídem. Corte Constitucional, sentencia C-624 de 1998. M.P. Alejandro Martínez Caballero; citado en: Concepto 01049115 de Agosto 6 de 2001 de la Superintendencia de Industria y comercio. 9 ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. Op. Cit., pág 23. 8 8 en un Estado Social de Derecho debe orientarse hacia una función social y subordinarse a los principios y proyecciones sociales.10 Libre competencia: “Posibilidad para participar en el mercado, en el cual tanto vendedores como compradores utilizan como opción la de vender y comprar, sin estar aquellos ligados a convenios o pactos que perturben la competencia eliminándola o tornándola en competencia simulada, o restringiéndola, dejando espacios reducidos para su ejercicio, al igual que la imposición de condiciones que no son fruto o consecuencia de las leyes del mercado; convenios, pactos o imposiciones que, de igual manera, atentan contra la libre elección del consumidor”.11 Para elaborar un concepto de libre competencia desde el punto de vista jurídico hay que tener en cuenta que la realidad económica de la competencia se desenvuelve dentro del modelo de competencia imperfecta12 y se hace necesario abarcar los componentes que la caracterizan desde tres dimensiones13: Estructural: la competencia se concibe como la relación que se da o puede darse entre una pluralidad de agentes económicos que actúan en el marco de un determinado modelo de mercado. Dinámica: la competencia se concreta en conductas de los agentes económicos del mercado, por medio de las cuales esta pluralidad de personas lucha entre sí por conseguir la misma meta económica en una misma unidad de tiempo y espacio. Ideológica o político social: la competencia conforma un sistema institucional de vida social dentro del cual se ordenan las actividades de los agentes económicos. Es en esta dimensión en la que se incluyen las 10 11 12 13 Ibídem, pág 82. GÓMEZ LEYVA, Delio. Op. Cit., pág 49. Ibídem, pág 28. ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. Op. Cit., págs 32 y 33. 9 disposiciones que reconocen, garantizan o limitan el ejercicio de la libre competencia. Precisamente son estas características las que permiten señalar que la tutela jurídica del derecho de la competencia se otorga para proteger un interés general y de ahí que se haya dotado al estado de instrumentos adecuados para restablecer el equilibrio cuando este ha desaparecido del mercado o cuando se presenten situaciones que puedan atentar contra el mismo. 14 Límites de la libre competencia: la libre competencia al igual que todos los derechos y libertades dentro del marco de un Estado Social de Derecho, no es absoluta sino que se encuentra limitada por los derechos de los demás y por la prevalencia del interés general.15 Precisamente el texto constitucional establece como límite de aquella los que defina el legislador en salvaguarda del interés social, el ambiente y el patrimonio cultural de la Nación.16 De tal manera que los agentes económicos no se encuentran legitimados para actuar de forma arbitraria en el mercado, sino que deben respetar las reglas que el legislador haya establecido en aras de proteger la libre competencia. El ejercicio ordenado de la libre competencia requiere que los participantes actúen en un plano de igualdad jurídica; igualdad que descarta la utilización de instrumentos no queridos ni aceptados por el legislador; igualdad que se rompe cuando existen acuerdos o pactos que restringen o eliminan la competencia, o se abusa de posiciones de dominio.17 Por ello, el régimen de la competencia en nuestro ordenamiento jurídico, contempla disposiciones en materia de promoción de la competencia, las cuales tienen como objetivo principal procurar la competencia en el mercado, promover el mejoramiento de sus condiciones y 14 GÓMEZ LEYVA, Delio. Op. Cit., págs 42 y 57. Corte Constitucional, sentencia C-093 de 1996. M.P. Hernando Herrera Vergara: “Los derechos no se conciben en forma absoluta, sino que por el contrario, están limitados en su ejercicio para no afectar otros derechos y propender por la prevalencia del interés general. 16 Constitución Política, artículo 333 inciso 4. 17 GÓMEZ LEYVA, Delio. Op. Cit., pág 50. 15 10 prevenir o evitar la realización de prácticas restrictivas dentro del mismo; prácticas comerciales restrictivas cuyo objetivo es reprimir las limitaciones a la competencia y, competencia desleal, que buscan garantizar a quienes ya se encuentran dentro del mercado compitiendo, la utilización de medios legales y leales en la lucha por la clientela de tal manera que, buscan en primer lugar, la protección de los intereses particulares de los participantes en el mercado, aunque de todas maneras involucran el interés público al garantizar también el normal desarrollo del mercado. Restricciones de la Competencia: La competencia puede verse afectada por: 18 Conductas que emanan de los participantes (empresarios) en el mercado: Afectan el aspecto estructural de la competencia y se concretan en actos o acuerdos de los empresarios o por la explotación abusiva de la competencia. Limitaciones o condiciones que se imponen en las relaciones contractuales: Cláusulas permitidas por la ley que imponen ciertas limitaciones para las partes. Limitaciones o condiciones que se imponen en las disposiciones legales: En aquellos casos en los que el Estado se reserva la explotación de determinadas áreas de la economía o la prestación de ciertos servicios y en razón de concesiones otorgadas. Restricciones en razón a la explotación exclusiva: Se refiere a los derechos otorgados en razón de la propiedad industrial. Prácticas comerciales restrictivas: La libre competencia protegida constitucionalmente (artículo 333) implica no solo esfuerzos tendientes a promover su ejercicio sino que es necesario que exista un régimen normativo que contemple, 18 GÓMEZ LEYVA, Delio. Op. Cit., pág 58. 11 prohíba y sanciones todas las conductas que afecten y restrinjan el ejercicio de este derecho. Es así como, partiendo de los principios constitucionales expuestos, el artículo 1 de la ley 155 de 1959, modificado por el artículo 1 del decreto 3307 de 1963 prohibe “los acuerdos o convenios que directa o indirectamente tengan por objeto limitar la producción, abastecimiento, distribución o consumo de materias primas, productos, mercancías o servicios nacionales o extranjeros y, en general, toda clase de prácticas, procedimientos o sistemas tendientes a limitar la libre competencia y a mantener o determinar precios inequitativos.” Las prácticas comerciales restrictivas pueden definirse como todos los acuerdos, convenios y en general, todas las prácticas, procedimientos y sistemas tendientes a limitar la libre competencia, “se orienta a reprimir las limitaciones a la competencia y tutela la prevalencia de ésta en el mercado, como columna vertebral de la economía de mercado.”19 Es decir, estas normas se orientan a lograr la prevalencia de la libre competencia “para consolidar con su presencia y normal desarrollo, el imperio de un sistema económico que tenga como soporte la libre iniciativa privada, a fin de que el desempeño de los distintos participantes se realice libre de trabas, y los resultados que de su libre ejercicio obtengan, sean fruto del natural desempeño de las reglas de la oferta y la demanda; protección que, al ser otorgada, les impone de igual manera, como obligación, la de abstenerse de restringir la libertad de competencia.”20 Monopolio: Situación del mercado en el que existe un único oferente que posee posición de dominio en el mercado, lo cual le permite imponer los precios en este y a los consumidores.21 19 20 21 GOMEZ LEYVA, Op. Cit. Pág. 104. Ibídem, pág. 98 GOMEZ LEYVA, Op. Cit. Pág. 55. 12 Posición de dominio: “El constituyente definió la posición dominante como el poder que le permite a un ente económico sustraerse a una competencia efectiva en una parte importante del mercado afectando la libertad económica y los intereses de los consumidores; por su parte el Decreto 2153 de 1992 la definió como la posibilidad de determinar directa o indirectamente, las condiciones de un mercado; reconoce así que aunque la participación de una empresa en el mercado sea escasa puede llegar a tener posición dominante cuando controla elementos vitales para su funcionamiento. De otro lado la Superintendencia de Industria y Comercio considera que un agente económico se encuentra en posición dominante cuando pueda modificar unilateralmente y de manera sustancial, las condiciones en que se presta el servicio o se vende el producto respectivo, sin consideración a los competidores o a los clientes, y lo puede hacer de manera perdurable”.22 El régimen general de la competencia no contempla los criterios que se puedan seguir para determinar si en una situación particular una empresa ostenta posición de dominio; sin embargo la Superintendencia de Industria y Comercio ha señalado que para efectos de determinar si un agente económico ostenta posición de dominio dentro de su respectivo mercado, es necesario seguir los siguientes pasos:23 1. Definición del mercado relevante 2. Valoración de la posición de la empresa en el mercado 3. Establecer que no es probable que rivales actuales o potenciales debiliten la posición de dominio. Sin embargo, la Constitución Política, consagra que no está prohibido ostentar posición de dominio dentro del mercado, pero en cambio si lo está el abuso que se 22 23 ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. Op. Cit., págs 171 y ss. Superintendencia de Industria y Comercio, auto de archivo 000031 del 26 de agosto de 1996. 13 haga de la misma, afectando los derechos de los competidores o de los consumidores. De ahí que para que se pueda hacer referencia a la existencia de posición de dominio en el mercado, ésta debe predicarse de una empresa o un grupo de empresas que conformen una unidad o agente económico, cuya característica es la de ostentar el control efectivo o potencial de su mercado relevante.24 Abuso de la Posición Dominante: El Decreto 2153 de 1992, no define qué es el abuso de la posición dominante, pero el artículo 50 enuncia algunas conductas que se consideran abusivas de la posición dominante: La disminución de precios por debajo de los costos cuando tengan por objeto eliminar uno o varios competidores o prevenir la entrada o expansión de estos. La aplicación de condiciones discriminatorias para operaciones equivalentes, que coloquen a un consumidor o proveedor en situación desventajosa frente a otro consumidor o proveedor de condiciones análogas. Los que tengan como objeto o tengan como efecto subordinar el suministro de un producto a la aceptación de obligaciones adicionales, que por su naturaleza no constituyan el objeto del negocio, sin perjuicio de lo establecido por otras disposiciones. La venta a un comprador en condiciones diferentes de las que se ofrecen a otro comprador cuando sea con la intención de disminuir o eliminar la competencia en el mercado. Vender o prestar servicios en alguna parte del territorio colombiano a un precio diferente de aquel en el que se ofrece en otra parte del territorio colombiano, cuando la intención o efecto de la práctica sea disminuir o eliminar la competencia en esa parte del país y el precio no corresponda a la estructura de costos de la transacción. 24 Superintendencia de Industria y Comercio, concepto 01079812 de Octubre 23 de 2001. 14 Obstruir o impedir a terceros, el acceso a los mercados o a los canales de comercialización.25 25 Adicionado por el artículo 16 de la ley 590 de 1999 15 DELIMITACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO Para efectos del desarrollo de la investigación realizada en torno a la incidencia de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en el Derecho de la Competencia, y debido a la complejidad y extensión de este, fue pertinente tratar de manera separada e independiente los temas estructurales del mismo, con el fin de facilitar y optimizar los resultados de la misma de acuerdo con la metodología utilizada. En este orden de ideas, teniendo en cuenta que las normas sobre competencia están encaminadas no solo a promover la libre competencia, la libertad contractual y la libre empresa sino que también están dirigidas a prohibir y sancionar todas aquellas conductas que tengan por objeto o efecto restringir y limitar el ejercicio de los derechos mencionados, el análisis de la jurisprudencia presentado en este documento, que a su vez es solo una de las partes integrantes de la investigación desarrollada, está referido solamente a esas restricciones y limitaciones de los derechos señalados. Es por ello, que el presente documento solamente contiene las sentencias que contienen la jurisprudencia existente al respecto. Las demás sentencias, no son aquí presentadas porque están referidas en estricto sentido a la promoción de la libre competencia, a la libertad contractual a la libre empresa, y a la competencia desleal y por lo tanto están contenidas en los demás documentos integrantes de la investigación. Así mismo es importante aclarar que, aunque la existencia y desarrollo de monopolios constituye una conducta limitativa de la competencia, debido a la importancia que por sí mismos tienen estos y a la magnitud de sus implicaciones a nivel económico, el análisis de la jurisprudencia sobre este tema, se hace de 16 manera separada y no forma parte de este documento relativo a las Prácticas Comerciales Restrictivas y al Abuso de la Posición Dominante. Por otra parte, cabe anotar que los pronunciamientos que se presentan y analizan a lo largo de este documento, giran en torno a la idea de igualdad de oportunidades en el acceso o desarrollo de determinadas actividades o servicios, que por su naturaleza y características requieren de la necesaria intervención y dirección del Estado para imponer restricciones y garantizar los principios y finalidades del Estado Social y Democrático de Derecho; es decir, las sentencias analizadas se refieren a las limitaciones que imponen ciertas disposiciones legales, pero no están referidas a las prácticas comerciales propiamente dichas. En lo que tiene que ver con el Abuso de la Posición Dominante, la jurisprudencia analizada en relación con el tema no constituye doctrina constitucional vinculante, salvo lo que tiene que ver con la sentencia SU-1193 de 2000; es decir los pronunciamientos de la Corte al respecto no son argumentos de la decisión que toma esta corporación en cada una de las sentencias y que poseen fuerza obligatoria por constituir el denominado precedente jurisprudencial; las reflexiones y pronunciamientos que la Corte hace sobre el tema que nos concierne no son la ratio decidendi de la sentencia sino que simplemente tiene el carácter de meras consideraciones persuasivas u obiter dictum de la sentencia. De todas maneras en la sentencia SU-1193 de 2002, la Corte hace un tratamiento superficial y no desarrolla una concepción profunda del tema. 17 EXTRACTOS DE LA JURISPRUDENCIA ENCONTRADA 1. Definición y características del espectro electromagnético. Técnicamente, el espectro electromagnético es una franja de espacio alrededor de la tierra a través de la cual se desplazan las ondas radioeléctricas que portan diversos mensajes sonoros o visuales. Su importancia reside en ser un bien con aptitud para transportar información e imágenes a corta y larga distancia. Las restricciones a su uso obedecen a limitaciones normativas, técnicas y físicas que deben ser respetadas para evitar abusos del derecho, interferencias o prácticas monopolísticas. T-081 de 1993 (O.D) La apropiación del espacio electromagnético no hace parte de la capacidad patrimonial y de la autonomía negocial de los particulares. Tampoco pueden los particulares pretender adquirir su dominio mediante prescripción. La voluntad constituyente se expresó inequívocamente en el sentido de definir el espectro electromagnético como un bien de uso público inajenable e imprescriptible. T-081 de 1993 (O.D) La utilización del espectro por parte del concesionario para los fines del servicio, no representa ni apropiación del mismo ni abdicación de las facultades del Estado, como quiera que éste es quien en virtud de la concesión respectiva dispone y asigna por sí mismo los canales para cubrir las áreas a las cuales se 18 extiende el servicio que en su nombre y por su cuenta temporalmente se presta. C-318 de 1994 (R.D) La gestión estatal en el uso del espectro electromagnético tiene como finalidad mantener las condiciones óptimas que hagan posible la transmisión de información, el pluralismo informativo y la competencia. Hasta el presente los operadores no han tenido la facultad de emitir ondas radioeléctricas contentivas de información sonora y visual, debiendo proceder al arrendamiento de los espacios televisivos. Con la Constitución de 1991, la emisión puede realizarse por los particulares, previa autorización del Estado, mediante el sistema de concesiones. T-081 de 1993 (O.D) 2. La igualdad de oportunidades en el acceso al espectro electromagnético, es un derecho fundamental susceptible de ser protegido mediante acción de tutela. Dice el artículo 75 de la Constitución Política: "Artículo 75. El espectro electromagnético es un bien público inajenable e imprescriptible sujeto a la gestión y control del Estado. Se garantiza la igualdad de oportunidades en el acceso a su uso en los términos que fije la ley. Para garantizar el pluralismo informativo y la competencia, el Estado intervendrá por mandato de la ley para evitar las prácticas monopolísticas en el uso del espectro electromagnético". 19 La Corte Constitucional entiende que en la norma transcrita se consagra un derecho fundamental, que no deja de serlo por hallarse incorporado a un capítulo de la Carta Política distinto del que se destina a la enunciación de tales derechos (Cfr. Sentencia T-02 del 8 de mayo de 1992. M.P.: Dr. Alejandro Martínez Caballero).SU 182 de 1998 (R.D) Ese derecho, reconocido por la Constitución no solamente a las personas naturales sino a las jurídicas -incluidas las de naturaleza pública-, no presenta un contenido que sustancialmente lo sustraiga de los elementos básicos del derecho a la igualdad. Por el contrario, hace parte de él; es una de sus especies y, en consecuencia, obedece a los fundamentos y postulados constitucionales que informan aquél -los cuales han sido extensamente analizados por la doctrina y la jurisprudencia de la Corte-, de donde se infiere que, ante violaciones o amenazas a su ejercicio, cabe la acción de tutela para impetrar de los jueces inmediata y completa protección. SU 182 de 1998 (R.D) 3. El acceso al espectro electromagnético debe estar sujeto a la gestión y control del Estado con el fin de garantizar la libre competencia. Las tareas de gestión y control del espectro electromagnético permanecen confiadas al Estado, con todas las facultades que aparejan, entre otras, la asignación y verificación de frecuencias, el otorgamiento de permisos para su utilización, la comprobación técnica de emisiones, el establecimiento de condiciones técnicas de equipos terminales y redes, la detección de irregularidades y perturbaciones, la adopción de medidas tendientes a establecer su correcto y racional uso etc. C-318 de 1994 (R.D) 20 En un Estado Social de Derecho, dentro del cual el Poder Público asume responsabilidades tales como la racionalización de la economía, el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo, no menos que la de promover la productividad y la competitividad, y que tiene a su cargo la orientación de la política económica hacia el desarrollo armónico de las regiones (artículo 334 C.P.), la libre competencia no puede erigirse en derecho absoluto ni en barrera infranqueable para la actividad de intervención del Estado. Esta se debe dar, por mandato de la ley, en la explotación de los recursos naturales, en el uso del suelo, en la producción, distribución, utilización y consumo de bienes, todo lo cual implica indudables limitaciones, correctivos y controles para la iniciativa particular. Se trata, al fin y al cabo, de realizar fines esenciales del Estado como los de promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución (Preámbulo y artículo 2º C.P.), en ejercicio de un papel dinámico y activo inherente a su función básica de dirección general de la economía (artículo 334 C.P.). C – 398 de 1995 (R.D) Lo primero que cabe señalar es que la voluntad del constituyente de 1991 en lo referente al uso del espectro electromagnético, concebido como un bien público, inajenable e imprescriptible, fue la de permitir la emisión de éste por los particulares, aunque sujeta siempre a la gestión y control del Estado. De esta manera, de acuerdo con la regulación consagrada en el artículo 75 de la Carta Política, el ejercicio del derecho fundamental de fundar medios masivos de comunicación para la utilización del espectro electromagnético no es absoluto, sino que por el contrario, requiere de la intervención estatal en razón del carácter de bien público que ostenta, a fin de garantizar el pluralismo informativo y la competencia y con el objeto de preservar y desarrollar las finalidades sociales inherentes a los servicios televisivos. C–093 de 1996 (R.D) 21 Ya en anterior ocasión, esta Corporación tuvo oportunidad de destacar que la potestad de fundar medios masivos de comunicación, de acuerdo con lo estipulado en el artículo 20 constitucional, no es libre, ya que en tratándose de un bien de uso público, como lo es el espectro electromagnético, su ejercicio está sujeto a la gestión y control del Estado, a fin de que en los términos que fije la ley, se garantice la igualdad de oportunidades en el acceso o uso, así como el cumplimiento de los fines propios del servicio eficiente de la televisión colombiana y la eliminación de las prácticas monopolísticas en el mismo. C – 093 de 1996 (R.D) 1) El espectro electromagnético es un bien público sujeto a la gestión y control del Estado (CP. art. 75). A diferencia de otros operadores de medios de comunicación, los que se ocupan de la televisión necesariamente deben hacer uso del espectro electromagnético. Por consiguiente, su situación y régimen jurídico no puede ser igual al de los restantes medios de comunicación, inclusive desde el punto de vista de la libertad de acceso. Aquellos no usan el espectro y, por ende, no están sujetos a las restricciones que surgen de su gestión y control, las cuales a su vez, en parte se explican por razones técnicas, entre las cuales, una significativa es el número limitado de frecuencias y espacios que podrían adjudicarse, lo que torna imposible garantizar la libertad de acceso al espectro para todas las personas que decidan ser operadores de televisión. C – 093 de 1996 (R.D) Tratándose de un bien público objeto de intervención del Estado, la ley -siempre que se ciña a la Constitución y a los principios analizados- tiene plena capacidad para establecer las pautas y mecanismos para acceder al espectro electromagnético (CP. art. 76).C – 093 de 1996 (R.D) Entratándose de un bien del Estado, inajenable e imprescriptible como lo es el espectro electromagnético, “su uso” está sujeto a la gestión y control del mismo 22 “en los términos que fije la ley” (artículo 75 CP.) y por consiguiente el legislador está facultado por la Constitución para regular en condiciones de igualdad, su acceso y ejercicio para lo relacionado con el servicio público de televisión. C – 093 de 1996 (R.D) “ARTICULO 37.- Régimen de prestación. En cada uno de los niveles territoriales antes señalados, el servicio público de televisión será prestado en libre y leal competencia, de conformidad con las siguientes reglas: 1. Nivel Nacional. Para garantizar que la competencia con los operadores zonales se desarrolle a partir del 1o. de enero de 1998, en condiciones de igualdad efectiva y real, y prevenir cualquier práctica monopolística en la prestación del servicio, así como para velar por la protección de la industria de televisión constituida al amparo de la legislación expedida hasta la vigencia de ésta Ley, el Estado se reservará, hasta dicha fecha, la prestación del servicio público de televisión en el nivel nacional, el cual estará a cargo del Instituto Nacional de Radio y Televisión. Este operará los canales nacionales que determine la Junta Directiva de la Comisión Nacional de Televisión, de acuerdo con las posibilidades del espectro, las necesidades del servicio y la prestación eficiente y competitiva del mismo. A partir del primero (1o.) de enero de mil novecientos noventa y ocho (1998), el servicio podrá ser prestado también nacionalmente por los operadores zonales mediante encadenamientos, o por extensión gradual del área de cubrimiento y de acuerdo con la reglamentación que sobre el particular expida la Junta Directiva de la Comisión Nacional de Televisión. (...)”. 23 Con fundamento en esa consideración y en las nuevas políticas de privatización del servicio de televisión que abren el camino a los particulares organizados como personas jurídicas, constituidas como sociedades anónimas con acciones inscritas en una bolsa de valores para operarlo, el legislador decidió establecer en la norma materia de examen, un término razonable y prudencial, cuyo propósito es hacer un acoplamiento gradual de la legislación anterior a las nuevas condiciones, términos y prescripciones de la ley de televisión, con sujeción a la nueva normatividad constitucional (artículos 20, 75, 76 y 77 de la CP.). C – 093 de 1996 (R.D) o De esta manera, hasta el 1 de enero de 1998, debe existir un ajuste propio del proceso de transición del servicio público de televisión, sometido a una nueva normatividad constitucional y legal, para que con posterioridad a la fecha estipulada, puedan los operadores zonales y nacionales competir libremente y en unas condiciones que permitan garantizar efectivamente una igualdad real y efectiva, en los términos de los artículos 13 y 20 de la Constitución Política. C – 093 de 1996 (R.D) Ante las circunstancias descritas, considera la Corte que era procedente fijar un término razonable para garantizar que la competencia con los operadores zonales se desarrolle en condiciones de igualdad efectiva y real, y de esa manera prevenir la práctica monopolística en la prestación del servicio. C – 093 de 1996 (R.D) El ejercicio de los derechos fundamentales de informar y fundar medios masivos de comunicación que utilizan el espectro electromagnético no es libre. Por el contrario, requiere de la intervención estatal en razón del carácter de bien público que ostenta el espectro electromagnético y, además, con el objeto de preservar y desarrollar las finalidades sociales inherentes a los servicios televisivos. T- 081 de 1993 (O.D) 24 La potestad estatal de intervenir en materia del uso del espectro electromagnético no es ilimitada. El legislador al regular la materia está sujeto a lo dispuesto en los tratados internacionales (CP art. 93) que garantizan los derechos fundamentales tanto del emisor como del receptor de la información. T- 081 de 1993 (O.D) La Convención Americana de Derechos Humanos prohibe en su artículo 13 numeral 3º el ejercicio abusivo del control estatal o privado sobre los medios masivos de comunicación: "3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación o circulación de ideas u opiniones". T- 081 de 1993 (O.D) 3.1. El legislador puede limitar los operadores del servicio de televisión a personas jurídicas constituidas como sociedades anónimas abiertas. (Constitucionalidad de los Arts. 35 y 56 de la ley 182 de 1995) Dadas estas condiciones -cupo limitado de frecuencias y espacios e imposibilidad de que “todos” puedan fundar medios que hacen uso del espectro electromagnético-, la solución contemplada en la ley consulta el principio de efectividad, proporcionalidad y democratización del acceso a la propiedad, siempre que se interprete de conformidad con lo que indica la Corte. C – 093 de 1996 (R.D) (2.1) Principio de efectividad.- Es fin del Estado garantizar la efectividad de los derechos fundamentales (CP. artículo 2o.). La posibilidad de que las personas 25 naturales puedan fundar medios masivos de comunicación, a través de personas jurídicas en las que participan como asociados, aparte de ser la más práctica, es la más funcional en cuanto a la universalización de este derecho. En efecto, si se garantiza en términos de beneficiario real, que el capital de estas personas jurídicas sea abierto, esto es, constituido desde un comienzo, con base en ofertas dirigidas al público en general, se logra que cualquier persona pueda “efectivamente” de esta forma, fundar y gestionar medios televisivos, lo que de otro modo sería imposible salvo para contadas personas. C – 093 de 1996 (R.D) (2.2) Principio de proporcionalidad.- La restricción de la ley consistente en establecer una modalidad concreta para el ejercicio del derecho a fundar medios masivos que hacen uso del espectro electromagnético, se ajusta al principio de proporcionalidad. La finalidad de la ley es constitucional: hacer efectivo y posible, dadas las restricciones técnicas advertidas, para el mayor número de personas, el derecho a fundar medios masivos de comunicación que hacen uso del espectro electromagnético. C – 093 de 1996 (R.D) El medio empleado para el efecto -posibilidad de participar en sociedades de capital abierto-, es idónea para lograr el fin propuesto. El sacrificio que comporta la medida -fundación directa de medios masivos que hacen uso del espectro electromagnético por parte de personas naturales-, no es en modo alguno superior al beneficio que se obtiene al arbitrar modalidades de inversión colectiva para el ejercicio del derecho, pues en el primer caso sólo pocos privilegiados podrían acceder al espectro electromagnético, y en el segundo, lo harían todas las personas que decidieran concurrir a la oferta pública de acciones, cuotas o partes de interés. C – 093 de 1996 (R.D) 26 La exigencia de la persona jurídica en las condiciones establecidas por la Corte, garantiza el pluralismo informativo y la competencia, no menos que ayuda a evitar prácticas monopolísticas (CP. art. 75). C – 093 de 1996 (R.D) Debe destacarse así mismo, que el artículo 35 parcialmente demandado, no limita la posibilidad de fundar medios masivos de televisión exclusivamente a las personas jurídicas, pues de una parte, su configuración sólo es posible con el concurso de las personas naturales -con lo cual puede afirmarse que de esta forma la persona natural no queda excluida de la prestación del servicio de televisión, y de la otra, la finalidad de la norma es encauzar la participación de las personas jurídicas dentro de unas condiciones que permitan garantizar el control y la vigilancia por parte del Gobierno, a través del organismo creado para el efecto -la Comisión Nacional de Televisión-. C – 093 de 1996 (R.D) Así pues, la circunstancia de que el artículo 20 de la Carta Fundamental garantice a toda persona la libertad de fundar medios masivos de comunicación, no significa de acuerdo al mandato contenido en los artículos 75, 76 y 77 ibídem, que necesariamente las personas naturales deban ser autorizadas para ser operadoras de los servicios de televisión en forma independiente, lo cual, cabe agregar, tampoco equivale a que se les esté negando dicho derecho, que bien puede ejercerse por estas dentro de los parámetros fijados por la ley, organizados como personas jurídicas. C – 093 de 1996 (R.D) “ARTICULO 56.- Sociedades anónimas para la prestación del servicio de televisión. Para efectos de la prestación del servicio de televisión en cualquiera de los canales zonales a que se refiere la presente 27 Ley, los concesionarios deberán ser sociedades anónimas, cuyas acciones estén inscritas en una bolsa de valores.” Sin embargo, debe recalcarse que las sociedades anónimas a que se refiere el precepto acusado deberán estar constituidas a través del mecanismo de la oferta pública, con la participación efectiva de los particulares en la prestación del servicio de televisión para que pueda cumplirse realmente con la garantía constitucional de la existencia del pluralismo informativo y de la intervención del Estado por mandato de la ley para evitar las prácticas monopolísticas en el uso del espectro electromagnético de que trata el artículo 75 de la Carta Fundamental. C – 093 de 1996 (R.D) Lo anterior solamente resulta plausible en la medida en que el legislador garantice la existencia y funcionamiento para los efectos de la prestación del servicio de televisión, de sociedades anónimas abiertas y democráticas, cuyo capital en su totalidad pueda integrarse mediante ofertas destinadas al público en general y siempre que conserven realmente, el carácter de abiertas, con el fin de que a través de ellas pueda garantizarse plenamente el ejercicio del derecho fundamental a fundar medios masivos de comunicación (artículo 20 CP.), la igualdad de oportunidades en el acceso al uso del espectro electromagnético “en los términos que fije la ley”, el pluralismo informativo y la competencia, la prohibición de las prácticas monopolísticas (artículo 75 CP.) y la obligación del Estado de promover la democratización accionaria (artículo 60 CP.). Bajo ese entendido, es como resulta exequible la norma acusada, como así se declarará en la parte resolutiva de esta providencia. C – 093 de 1996 (R.D) 28 3.2. Análisis de la constitucionalidad del artículo 44 de la Ley 182 de 1995 " Artículo 44. El servicio de televisión por cable en concurrencia con otros servicios de telecomunicaciones. Las personas públicas o privadas que sean licenciatarios de los servicios de valor agregado y telemáticos, y que se encuentren en consecuencia autorizados (sic) para prestar legalmente servicios de telecomunicaciones, podrán operar, en concurrencia, el servicio de televisión por cable, únicamente con la autorización previa de la Comisión Nacional de Televisión, sujetándose a las normas previstas en la presente ley, y deberán cancelar adicionalmente las tasas y tarifas que fije la Comisión para los operadores de televisión por suscripción por cable." El objetivo de la norma acusada antes que contrariar las disposiciones que señala el actor, es coincidente con las mismas, pues no sólo se garantiza la igualdad de oportunidades para todas aquellas personas públicas o privadas que aspiren a concesiones para operar televisión por cable, pues todas deben participar en los procesos de licitación pública que para el efecto adelante la Comisión Nacional de Televisión, sino que las características de ese tipo de procesos garantiza, más que ninguno otro, la autonomía que la Constitución le atribuyó a la CNT, para definir este tipo de asuntos, además de que facilitan el control que les corresponde ejercer no sólo a los órganos estatales especializados, sino en general a la opinión pública. C-711 de 1996 (R.D) Los conceptos de productividad y competitividad, tal como lo ha señalado esta Corporación, deben estar presentes en las políticas diseñadas por el Estado cuando interviene como director general de la economía en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 334 de la Carta, sin que ello quiera decir que la propiedad, fundada en el principio de libre competencia, se despoje de la 29 función social que le atribuyó el Constituyente, erigiéndose en un derecho absoluto. C-711 de 1996 (R.D) 3.3. Alcance del Art. 75 de la C.P. (igualdad de oportunidades en el acceso al espectro electromagnético) Debe tenerse en cuenta no sólo la igualdad en el contenido de la ley (de iure) sino también en la aplicación de la misma (de facto) T-230 de 1994 (R.D) El concepto genérico de igualdad encuentra uno de sus desarrollos específicos en la llamada igualdad de oportunidades, que, sin desconocer las reales e inmodificables condiciones de desequilibrio fáctico, social y económico en medio de las cuales se desenvuelve la sociedad, exige de la autoridad un comportamiento objetivo e imparcial en cuya virtud, en lo que respecta a las condiciones y requisitos que ella puede fijar, otorguen las mismas prerrogativas y posibilidades a todos aquellos que tienen una determinada aspiración (ingreso a una plaza de trabajo o estudio, ascenso dentro de una carrera, reconocimiento de una dignidad o estímulo, culminación de un proceso académico, etc) T-624 de 1995 (R.D) En el fondo, la garantía constitucional que así se define y protege no consiste en nada diferente de impedir que, al iniciarse entre las personas -naturales o jurídicas- una competencia para alcanzar o conseguir algo -lo cual, en la materia objeto de revisión, se relaciona con la prestación de un servicio público mediante el acceso al espectro electromagnético-, alguno o algunos de los competidores gocen de ventajas carentes de justificación, otorgadas o auspiciadas por las autoridades respectivas con criterio de exclusividad o preferencia, o se enfrenten a obstáculos o restricciones irrazonables o 30 desproporcionados en relación con los demás participantes. SU - 182 de 1998 (R.D) El acceso al uso del espectro electromagnético, para emplearlo de conformidad con la gestión que de su manejo y utilización hace el Estado, debe obtenerse por quienes a él aspiren, en un plano de igualdad y equidad, garantizado en diversas formas por el sistema, por fuera del monopolio y la concentración, que la Carta Política de 1991 quiso erradicar. SU – 182 de 1998. (R.D) 3.4. Inconstitucionalidad del Art. 48 de la ley 182 de 1995 por violación al derecho a la igualdad de oportunidades en el acceso al espectro electromagnético. Ley 182 de 1995 "Artículo 48. De las concesiones a los operadores zonales. La escogencia de los operadores zonales, se hará siempre y sin ninguna excepción por el procedimiento de licitación pública. La adjudicación se hará en audiencia pública. De ninguna manera la concesión se hará por subasta pública. "Para tales efectos, la Junta Directiva de la Comisión Nacional de Televisión tendrá en cuenta las siguientes disposiciones especiales, sin perjuicio de las que ordene incluir en los correspondientes pliegos de condiciones: "(...) "n) Además de los establecidos en el literal b), los criterios de adjudicación que se deberán tener en cuenta son: experiencia, capacidad y profesionalismo, condiciones a las cuales se les debe conceder el 70% al registro de empresas concesionarias". 31 Sin embargo, una cosa es establecer condiciones de calidad -experiencia, capacidad y profesionalismo-, lo que evidentemente se constituye en factor determinante para la efectiva y eficiente prestación del servicio de televisión; y otra muy distinta, es otorgarle un puntaje del 70% a las empresas concesionarias que los acrediten. Esto último, constituye un claro factor de diferenciación entre las actuales programadoras y los demás participantes en la licitación pública para la escogencia de los operadores zonales, que a juicio de la Corte no encuentra justificación alguna y, por tanto, genera una discriminación manifiesta. C –310 de 1996 (R.D) En relación con el derecho a la igualdad, esta Corporación ha sido clara en señalar que el establecer formas de diferenciación y tratos distintos no genera necesariamente una discriminación ya que no pueden ignorarse las diversas condiciones que afectan o caracterizan a los sujetos. Pero también ha precisado en forma por demás reiterada, que el trato diferente debe ser razonable y objetivo, producto del análisis serio de proporcionalidad entre los medios empleados y la medida considerada, en forma tal que no admita la posibilidad de alegar violación alguna del derecho a la igualdad. C –310 de 1996 (R.D) En el presente caso, no encuentra la Corte razón alguna que justifique el otorgarle a quien acredite los requisitos de experiencia, calidad y profesionalismo tan alta calificación -el 70%-. En cambio, como ya se anotó, observa que el mismo porcentaje favorece a las actuales programadoras, ya que a estas les asiste la mayor experiencia y profesionalismo en el ramo, como quiera que muchos de los demás participantes en el proceso de escogencia de los operadores no han tenido oportunidad de desarrollar la misma actividad. Ello contraviene el artículo 13 de la Carta Política que consagra el derecho que tienen las personas a que no se establezcan excepciones ni privilegios que sean arbitrarios y que pretendan 32 excluirlos de los beneficios que bajo idénticas circunstancias se conceden sólo para algunos. Igualmente, va en contravía de los objetivos del servicio público de la televisión, que de conformidad con la Constitución Política (art. 75) y la propia ley 182 de 1995 (arts. 1° y 4°), propenden por garantizar el pluralismo informativo, la competencia y la eficiencia en el servicio, y evitar las prácticas monopolísticas en su operación y explotación. C –310 de 1996 (R.D) Evidentemente, artículo 75 de la Constitución Política garantiza la igualdad de oportunidades en el acceso al uso del espectro electromagnético en los términos que fije la ley; e Igualmente, agrega la norma, que para garantizar el pluralismo informativo y la competencia, el Estado intervendrá por mandato de la ley para evitar las prácticas monopolistas en el uso del espectro electromagnético. Por ello, si se le otorga tan alta calificación a quienes acrediten los mencionados requisitos, se está permitiendo aquello que el constituyente quiso evitar: las prácticas monopolísticas en el servicio público de la televisión y la desigualdad de oportunidades en el acceso al uso del espectro electromagnético. C –310 de 1996 (R.D) 3.5. Inconstitucionalidad del Art. 10 de la ley 335 de 1996 por violación al derecho a la igualdad de oportunidades en el acceso al espectro electromagnético. Ley 335 de 1996. "Artículo 10o. El artículo 49 de la Ley 182 de 1995 quedará así: "Todos los contratos de concesión que se celebren a partir de la vigencia de la presente Ley, serán adjudicados por las dos terceras partes de la Junta 33 Directiva de la Comisión Nacional de Televisión y ésta podrá delegar su firma en el Director de la entidad. "El término de duración de los contratos de concesión de espacios de televisión en canales nacionales de operación pública, que se adjudiquen para programación general y para realización de noticieros a partir del 1o. de enero de 1998, será de seis (6) años, de acuerdo con la reglamentación que expida la Comisión Nacional de Televisión para el efecto. "En todo caso los contratos de concesión de espacios de televisión pública son improrrogables. "Además de las causales de caducidad previstas en la ley, darán lugar a la terminación del contrato y al cobro de la cláusula penal pecuniaria, aquellas causales pactadas por las partes. "Hasta el 1o. de enero de 1998, el registro de empresas concesionarias de espacios de televisión a que se refiere la Ley 14 de 1991, seguirá siendo manejado por el Instituto Nacional de Radio y Televisión. A partir de esta fecha, los concesionarios con contratos vigentes, deberán estar inscritos en el registro único de operadores del servicio de televisión a que se refiere el literal a) del artículo 48 de la Ley 182 de 1995. Para este efecto, Inravisión deberá remitir la información correspondiente a la Comisión Nacional de Televisión. "La Comisión Nacional de Televisión deberá determinar las condiciones, requisitos, mecanismos y procedimientos que deberán cumplir los aspirantes a ser concesionarios de los espacios de televisión, teniendo en cuenta para ello criterios que garanticen la igualdad de oportunidades en el acceso de los servicios de la televisión, el pluralismo informativo y que eviten las prácticas 34 monopolísticas, así como el aprovechamiento indebido de posiciones dominantes en el mercado. "Parágrafo transitorio. Sin perjuicio de lo estipulado en la presente ley con relación a los contratos de concesión de espacios en los canales nacionales comerciales actualmente vigentes, otorgados mediante licitación Pública número 01 de 1994, 01 de 1995 y 01 de 1996, se respetarán los términos originalmente convenidos para su vigencia pero sin opción de prórroga alguna. Para la Corte, si se tiene en cuenta el cupo limitado de frecuencias y espacios y la imposibilidad de que “todos” los ciudadanos que lo deseen puedan ejercer efectivamente su derecho a fundar medios masivos de comunicación que requieran del uso del espectro electromagnético, un sistema que prevea prórrogas como la descrita, que privilegie a quienes ya han tenido la posibilidad de explotarlo, sin permitir la libre competencia por los espacios para un nuevo período de adjudicación, necesariamente restringe las oportunidades de acceso de aquellos que en una anterior oportunidad no hayan participado o no hayan sido favorecidos con una concesión, con lo que se viola, entre otros, el mandato del artículo 75 de la Carta. C350 de 1997 (R.D) De otra parte, dadas las condiciones de restricción del bien público que se aspira a explotar, que impiden que todas las personas que lo deseen ejerzan libremente su derecho a fundar medios masivos de comunicación que requieran de la utilización del espectro electromagnético, consagrado en el artículo 20 de la C.P., la prórroga a que se refiere el artículo 40 de la ley 14 de 1991, se traduciría en un tratamiento preferente para aquellas personas que hayan sido concesionarias, que excluye definitivamente la posibilidad de que otras que no lo hayan sido compitan con ellas, lo cual implica discriminación para las segundas, sin que exista una “justificación 35 objetiva y razonable” que legitime ese distinto trato, lo que contradice las disposiciones del artículo 13 de la Constitución. C- 350 de 1997 (R.D) 4. El legislador puede dar un tratamiento diferente a los concesionarios de espacios públicos y privados sin que ello implique una violación al derecho a la igualdad de oportunidades al acceso al espectro electromagnético. Como se anotó en las consideraciones que hizo la Corte, al analizar en esta misma providencia las acusaciones contra el artículo 10 de la ley 335 de 1996, las relaciones entre el Estado y los concesionarios de espacios públicos de televisión, y entre el Estado y los concesionarios de canales privados, son de fondo diferentes, por lo que generan dos tipos de contratos, cuyos supuestos de hecho son distintos, lo que implica que en principio no exista razón válida para que el legislador esté obligado a brindarles a los contratistas de unos y otros un tratamiento idéntico; en el primer caso, el Estado se reserva la operación directa de unas frecuencias del espectro electromagnético para la prestación del servicio público de la televisión, dando en concesión espacios a particulares seleccionados mediante el proceso de licitación; en el segundo las frecuencias las asigna, también por licitación, a particulares, personas jurídicas, que directamente operarán el canal. C- 350 de 1997 (R.D) Los supuestos de hecho a partir de los cuales se definen las condiciones de contratación en uno y otro caso son evidentemente diferentes, y que en 36 consecuencia ameritan y justifican por parte del legislador un tratamiento también diferente, sin que ello implique discriminación ni violación del artículo 13 de la C.P. C- 350 de 1997 (R.D) 4.1. Telefonía celular: Las empresas estatales pueden intervenir con las empresas privadas para obtener la concesión de la prestación del servicio. El Estado social de derecho es eminentemente participativo y no escatima oportunidades propicias para " facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la nación" (CP art. 2). En el campo de las funciones públicas (CP art. 123) y, más concretamente en el de los servicios públicos (CP arts. 365 y 369), la Constitución contempla y favorece, de acuerdo con lo que establezca la ley, la participación de las comunidades organizadas y de los particulares en su gestión y fiscalización. C – 318 de 1994 (R.D) No es contrario a la Constitución que las empresas estatales o las sociedades de economía mixta, puedan, en los términos que la ley señala, intervenir en un plano de igualdad con las sociedades privadas, para obtener la adjudicación de los contratos de concesión del servicio de telefonía móvil celular. A este respecto, cabe señalar que las empresas industriales y comerciales del Estado y las sociedades de economía mixta, por regla general, se someten al derecho privado y, excepcionalmente, al derecho público. El principio general dentro del sistema económico es la igualdad (CP art. 13) y a él sólo pueden excepcionalmente sustraerse las empresas públicas, cuando lo autorice la ley y por motivos de relevante interés público; de lo contrario, no se entiende cómo pueda pregonarse que "la libre competencia económica es un derecho de todos que supone responsabilidades" (CP art. 333). En este orden de ideas, cuando por decisión de la ley un aspecto - la gestión - de un servicio reservado al 37 Estado se abre a los particulares, la garantía institucional de la libre competencia económica, trasunto de la igualdad en el terreno económico, cobra plena vigencia, frente a los operadores públicos y privados. De otra parte debe observarse que la intervención económica ordenada por la ley puede tener por objeto no solamente actividades privadas sino también servicios públicos y que su finalidad puede ser tanto la promoción de la productividad como el estimulo de la competitividad, en aras del mejoramiento de la calidad de la vida y de los intereses de los usuarios (CP art. 334). Los sujetos públicos no están, pues, exceptuados de la intervención estatal en la economía. No escapa a la Corte que una forma legítima de intervención en lo que hace a la gestión de un determinado servicio público, puede ser la de homologar a los operadores públicos y privados como competidores para su realización y prestación. Justamente a esto se contrae el artículo 3º acusado que luego de contemplar la hipótesis de la prestación indirecta del servicio a través del sistema de concesiones, procede a establecer las pautas conforme a las cuales se adelantarán las respectivas licitaciones y a fijar las condiciones que deben acreditar sus eventuales concesionarios. C – 318 de 1994 (R.D) 5. La libre competencia en las actividades de notariado: El reparto reglado del trabajo de las Notarías no constituye una violación al principio de igualdad. Además de la jurisprudencia encontrada sobre la igualdad de oportunidades en el acceso al espectro electromagnético, la Corte se ha pronunciado sobre la aplicación del derecho a la igualdad y el respeto a la libre competencia en la actividad de notariado. 38 En la sentencia C-216 de 1994, la Corte Constitucional resolvió la demanda de inconstitucionalidad del artículo 15 de la Ley 29 de 1973 "Por la cual se crea el Fondo Nacional de Notariado y se dictan otras disposiciones", el cual disponía: "Artículo 15.- Los actos de la nación, los departamentos, intendencias, comisarías y municipios, y, en general, de todos sus organismos administrativos, institutos, empresas industriales y comerciales y sociedades de economía mixta, que deban celebrarse por medio de escritura pública, cuando en el círculo de que se trate haya más de una notaría, se repartirán equitativamente entre las que existan. La Superintendencia de Notariado y Registro reglamentará el procedimiento del reparto, de modo que la administración no establezca privilegios en favor de ningún notario. "El incumplimiento de esta disposición hará incurrir al responsable en multa de quinientos ($500.00) a cinco mil ($5.000.00) pesos, que impondrá disciplinariamente, con conocimiento de la causa, la Superintendencia de Notariado y Registro, de oficio o a petición de cualquier persona natural o jurídica. "Parágrafo.- Los establecimientos bancarios, oficiales y semioficiales, que tengan por objeto principal de sus actividades desarrollar planes de vivienda y negocios de finca raíz, quedan sometidos al régimen de reparto y de sanciones de que tratan los anteriores incisos". Con respecto a la supuesta violación del derecho a la igualdad aducida por el demandante, esta Corporación encuentra que, por lo contrario, la finalidad esencial que persigue la norma acusada es la de garantizar en derecho, tal como lo consagra el artículo 13 superior, al no establecer privilegios en favor de 39 ningún notario. En este caso la igualdad consiste en que no pueden establecerse privilegios ni, por ende, discriminaciones, por parte de la Administración pública, la cual, por excelencia, debe siempre obrar con objetividad, y no puede estar legitimada para hacer discriminaciones de ninguna índole, otorgando privilegios, prerrogativas o excepciones a las personas naturales o jurídicas que tienen que tratar con ella. La igualdad es un parámetro que debe guiar a la Administración, de manera que es un contrasentido pretender que ésta tenga una facultad discrecional para determinar la Notaría que preste el servicio por ella requerido. Mientras los particulares son titulares de derechos subjetivos y pueden decidir lo que les convenga de acuerdo con sus preferencias y opciones, la Administración tiene una potestad ejercible sólo en condiciones objetivas predeterminadas por la Ley. Los actos de la Administración pueden recaer sobre una persona, como adaptación de la generalidad al caso concreto, pero lo que nunca pueden hacer, en el caso que nos ocupa, es optar, sin unas condiciones preestablecidas y objetivas, por una determinada Notaría, desconociendo a las demás su derecho a la igualdad de oportunidades. Es por ello que el reparto tiene que estar reglamentado, con la condición de no vulnerar el derecho a la igualdad. C-216 de 1994 (R.D) 6. Abuso de Posición Dominante 6.1. Concepto La posición dominante se refiere a un poder de mercado que le permite a un agente económico actuar con independencia de sus competidores, por lo menos dentro de un grado relativamente amplio y apreciable. El poder de mercado implica menos participación colectiva en la fijación de precios y cantidades y, correlativamente, 40 mayor unilateralidad y relevancia de las decisiones que sobre estos extremos adopten las fuerzas dominantes que, de llegar a ser avasallantes, sustituyen los mecanismos de mercado. Las normas sobre competencia se enderezan a evitar concentraciones en los mercados y, desde este punto de vista, pueden proponerse evitar que se den posiciones dominantes. Sin embargo, cuando estas se presentan o cuando la ley las tolera, lo que puede obedecer a razones de eficiencia, lo que en modo alguno se puede permitir es que, además de este factor de pérdida de competitividad, las personas o empresas en esa situación hagan un uso abusivo de su posición dominante o restrinjan y debiliten aún más el nivel de competencia existente (C.P. art., 333). T-375 de 1997 (O.D) 6.2. Criterios para calificar la existencia de una posición dominante Aunque el tamaño de la empresa y su alto porcentaje de control sobre un porcentaje importante del mercado, normalmente se asocian a una posición dominante, no pueden ser ellos los únicos elementos para efectuar dicha calificación. En un mercado pueden incidir muchos otros criterios y coyunturas que, en un momento dado, no son ajenos a la entronización de un poder material de control. Desde el punto de vista geográfico, no es necesario que la posición dominante se extienda a todo el mercado nacional. De lo contrario, empresas dominantes en una determinada zona geográfica, sólo por la menor escala territorial de su poder, quedarían habilitadas para cometer abusos en el mercado, lo que carece de toda justificación. La determinación del mercado, para los efectos de calificar la existencia de una posición dominante, no sólo se precisa a partir de las coordenadas geográficas, sino también con base en el producto o bien materia de transacción. A este respecto, será decisivo esclarecer en la realidad si el bien puede resultar, en términos de precios, calidades y demás características, intercambiable por otros o no intercambiable por ellos. En este último caso, se tratará de un mercado separado; en el primero, de un mismo mercado. Por lo demás, una calificación de ese género, en principio escapa a 41 la jurisdicción constitucional y difícilmente puede adelantarse en el marco de un proceso de tutela. T-375 de 1997 (O.D) 6.3. Imposibilidad de determinar la configuración de una posición dominante en el marco de la jurisdicción constitucional Una calificación de ese género, en principio escapa a la jurisdicción constitucional y difícilmente puede adelantarse en el marco de un proceso de tutela. Añádase a lo anterior que la libertad de competencia y la libre competencia, son derechos que no tienen el carácter de fundamentales y que, por ende, sus vulneraciones no son objeto de la acción de tutela. T-375 de 1997 (O.D) 6.4. La simple posición dominante es legítima Las modificaciones introducidas por las Resoluciones 42 y 48 de 1999, emanadas de la Comisión de Regulación de Energía y Gas, así como las explicaciones del Director Ejecutivo de dicha Comisión sobre el particular, y del apoderado tanto del Ministerio de Minas y Energía como de la aludida Comisión, según las cuales, tales modificaciones tuvieron por objeto garantizar de manera efectiva la libre competencia en el mercado de generación de energía y evitar que las Empresas Públicas de Medellín adquirieran una posición dominante, señalan cuál fue el propósito que animó la expedición de tales normas, en una supuesta defensa del bien común, asunto éste que es objeto de controversia por la actora. La defensa del bien común a que aluden los demandados en esta acción de tutela, la hacen consistir en que de esa manera evitarían la existencia de una posición dominante en el mercado nacional, e invocan para el efecto el artículo 333 de la Constitución Política. 42 Al respecto, se observa por la Corte que el Estado garantiza la libertad económica, conforme a la norma citada y que ha de intervenir, por mandato de la ley, para impedir el abuso de la posición dominante en el mercado nacional. Pero no puede confundirse ésta, que puede ser legítima, con el abuso de ella que es cosa distinta y que merece el reproche del constituyente. SU-1193 de 2000 (R.D) 6.5. Abuso de la posición dominante como práctica que atenta contra la libre competencia La Constitución ha elevado la libre competencia a principio rector de la actividad económica, en beneficio de los consumidores y de la misma libertad de empresa. Es del resorte de la ley prohibir - excepcionalmente autorizar bajo ciertos supuestos y condiciones - conductas, acuerdos o prácticas que tenga por efecto impedir, restringir, obstaculizar o falsear la libre competencia en cualquier mercado de bienes o de servicios, tarea ésta del legislador esencial para conformar y mantener mercados eficientes y para que en verdad la libre competencia pueda ser "un derecho de todos", como lo consagra la Constitución (CP art. 333). De otra parte, la ley debe impedir que personas o empresas que detenten una posición dominante en el mercado la exploten de manera abusiva. La posición dominante de una empresa suele definirse como la posibilidad de ejercer un comportamiento independiente respecto de los precios, condiciones de venta, volúmenes de producción y sistemas de distribución de bienes o de servicios dado el control que ella puede ejercer sobre una parte significativa del mercado en razón de la magnitud de sus recursos financieros, tecnológicos o del manejo estratégico de las materias primas y demás factores económicos. El abuso de la posición dominante - no estrictamente ésta - es la que resulta censurable. T-240 de 1993 (O.D) 43 ANÁLISIS DE LA JURISPRUDENCIA ENCONTRADA 1. EVOLUCIÓN LEGISLATIVA 1.1. LEGISLACIÓN NACIONAL CONSTITUCIÓN NACIONAL DE 1886 Los artículos 31 y 32 consagran el marco general de la intervención del Estado en lo referente a la participación de las empresas e industrias en la economía, con el fin de lograr la racionalización de los recursos y evitar los monopolios. LEY 27 DE 1887 Constituye un antecedente precario en la materia, pues su contenido se reduce a prohibir a las sociedades anónimas la práctica de conductas que tiendan al monopolio de los bienes de subsistencia. Esta ley no desarrolló ni aún de manera global los aspectos relacionados con la libre competencia en el mercado, y todo lo que puede llegar a afectarla. 44 LEY 155 DE 1959 La primera regulación concreta que se desarrolló en nuestro país en materia de derecho de la competencia referida a la prohibición de las prácticas comerciales restrictivas y al abuso de la posición dominante está contenida en esta ley, la cual fue expedida con base en el artículo 32 de la Constitución, arriba mencionado. Según se puede extraer de la exposición de motivos, presentada por Hernando Agudelo Villa, la finalidad primordial de esta ley era llenar el vacío legislativo que existía en la materia, puesto que únicamente se tenía la referencia constitucional y la ley 27 anteriormente referida. En efecto, en el texto de la exposición se dice que “sin duda alguna Colombia es uno de los pocos países que no tienen una legislación sobre este particular, no obstante que desde hace cerca de treinta años el país viene desarrollando activamente un proceso de industrialización que presupone una definitiva política de protección a la empresa privada”26. Esta ley no pretendió hacer una regulación completa y exhaustiva del tema, sino que su objetivo era iniciar en el país el proceso legislativo tendiente a impedir prácticas restrictivas de la competencia y a garantizar la real operancia de la misma. Los artículos 1 a 8 de la ley, consagran prohibiciones a ciertas conductas que de una u otra manera limitan la libre competencia, en lo que tiene que ver con la producción, distribución, consumo y abastecimiento de productos; también se contempla la necesidad de vigilancia por parte del mercado a aquellas empresas que controlen una parte significativa del mercado; además establece la facultad que tiene el Gobierno para intervenir en la fijación de ciertos criterios de mercado, con el fin de proteger tanto a los consumidores como a los productores. 26 Historia de las leyes, antecedentes del proyecto de ley número 5, pag 474. 45 Adicionalmente consagra la prohibición de realizar conductas tendientes al establecimiento de monopolios y extiende una serie de incompatibilidades y prohibiciones a quienes ejerzan cargos directivos en determinadas empresas. Desde el punto de vista de su aplicación, esta ley se tropezó con varias dificultades que impidieron su efectivo desarrollo en la práctica. En concepto del doctor Alfonso Miranda Londoño27, cuatro fueron los elementos que contribuyeron a tal circunstancia: La falta de voluntad política de los gobiernos y su falta de disposición para entrar en confrontación con los grupos económicos; el proteccionismo económico existente en el país que impidió impulsar una política de competencia; la carencia de elementos técnicos y humanos necesarios para implementar completas y adecuadas normas al respecto; y por último la existencia del parágrafo del artículo 1 de la ley28, el cual establecía la posibilidad de introducir excepciones a la prohibición de acuerdos o convenios tendientes a limitar la libre competencia. Posteriormente a su expedición, esta ley fue modificada por el Decreto extraordinario 3307 de 1963 y reglamentada por el Decreto 1302 de 1964. El primero de ellos tuvo como objetivo tomar medidas sobre monopolios y precios; es así como redistribuye funciones (artículo 2), contempla disposiciones tendientes a proteger al consumidor en relación con los precios mediante la imposición de ciertas obligaciones en cabeza de industriales y comerciantes (artículo 4), y la creación de nuevas dependencias con funciones específicas en la materia (artículo 5). Por su parte el Decreto 1302 de 1964, mediante su artículo 1°29, contribuyó a 27 MIRANDA LONDOÑO, Alfonso. El régimen general de la libre competencia; en: CEDEC III, Centro de Estudios de Derecho de la Competencia, compilación de documentos sobre derecho de la competencia; colección seminarios No. 10. Facultad de Ciencias Jurídicas, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999. Págs.22 y 23. 28 El parágrafo del artículo 1° de la ley 155 de 1959 establece que “El gobierno sin embargo, podrá autorizar la celebración de acuerdos o convenios que no obstante limitar la libre competencia, tengan por fin defender la estabilidad de un sector básico de la producción de bienes o servicios de interés para la economía general”. 29 El artículo 1 del decreto 1302 de 1964 dice que “Para efectos del parágrafo del artículo 1° de la ley 155 de 1959, considérense sectores básicos de la producción de bienes o servicios de interés para la economía general y el bienestar socia, todas aquellas actividades económicas que tengan o llegaren a tener en el futuro importancia 46 la inoperancia de la Ley 155 de 1959, por cuanto consagró una serie de actividades de importancia y gran significación para la economía del país, que no quedarían sujetas a las prohibiciones de ciertas conductas contempladas en el parágrafo del artículo 1° de la Ley 155 de 1959; de tal manera que el ámbito de aplicación de la Ley 155 de 1959 se veía muy reducido. El mismo decreto contempla en su artículo 5° las situaciones que llevan a que se presuma que una concentración jurídico-económica, tiende a producir indebida restricción de la libre competencia; y el artículo 13 se refiere al control de las incompatibilidades respecto de las empresas industriales y comerciales del Estado. Las disposiciones mencionadas se complementan con preceptos de tipo procedimental contempladas en el decreto mencionado, para que se hagan efectivas. Adicional a los decretos mencionados, se expidieron otras leyes complementarias a la Ley 155 de 1959 como la Ley 16 de 1936 por medio de la cual se dictaron varias disposiciones sobre bancos, ahorros, crédito hipotecario y bolsas de valores, la cual fue modificada por la Ley 5 de 1945. La primera de estas leyes solo complementó el tema, con la consagración de incompatibilidades e inhabilidades en cabeza de empleados del orden judicial y del Ministerio Público (artículo 9°), y para los directores de los establecimientos bancarios. CÓDIGO DE COMERCIO La regulación sobre el tema de las prácticas comerciales restrictivas fue mínimo. Básicamente el único artículo que trae al respecto esta vinculado a las normas de las sociedades por acciones; en efecto el artículo 202 del estatuto mercantil fundamental para estructurar racionalmente la economía del país y abastecerlo de bienes o servicios indispensables al bienestar general, tales como: a. El proceso de producción y distribución de bienes destinados a satisfacer las necesidades de alimentación, el vestido, la sanidad y la vivienda de la población colombiana. b. La producción y distribución de combustibles y la prestación de los servicios bancarios, educativos, de transporte, energía eléctrica, acueducto, telecomunicaciones y seguros. 47 prohíbe a una misma persona ejercer simultáneamente cargos directivos en más de cinco juntas. LEY 45 DE 1990 Y LEY 1° DE 1991 Estas dos normatividades constituyen, después de la Ley 155 de 1959, un gran avance en lo que tiene que ver con la regulación de la competencia en el mercado; pero ambas están dirigidas a actividades específicas de la economía: la Ley 45, referida al sistema financiero y La ley 1° a la actividad portuaria. La primera de las leyes mencionadas contempla en el capítulo I del título sobre instituciones financieras, una serie de prohibiciones a las sociedades de servicios financieros; el artículo 40 se refiere a las inhabilidades e incompatibilidades para el desarrollo de la actividad aseguradora; por su parte el capítulo II, trae disposiciones que regulan la integración de instituciones financieras. Dentro del título sobre la actividad aseguradora, el artículo 73 consagra la prohibición de acuerdos, decisiones y prácticas concertadas que tiendan a restringir la libre competencia dentro del sistema financiero o asegurador; el capítulo III sobre protección al consumidor, señala reglas de competencia referidas a la determinación de tarifas y pólizas y las consecuencias de su inobservancia. En virtud de esta ley se expidió posteriormente el Decreto 1730 de 1991 correspondiente al Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, que retomó las normas mencionadas; tal decreto fue reformado a su vez por el Decreto 663 de 1993. La Ley 1°, contentiva del Estatuto de Puertos Marítimos, en su artículo 22, capítulo cuarto trae una regulación particular sobre el tema de las prácticas restrictivas de la competencia, pues prohíbe cualquier acto o contrato que restringa en forma 48 indebida la competencia entre las sociedades portuarias, y señala de manera enunciativa una serie de conductas constitutivas de restricciones a la competencia. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1991 A partir de su vigencia se empezó a desarrollar de manera real y efectiva el tema de las prácticas comerciales restrictivas en Colombia, pues eleva a rango constitucional (artículo 333), el derecho a la libre competencia y la libertad en lo que a actividad económica e iniciativa privada se refiere. DECRETO 2153 DE 1992 Es tal vez la manifestación más importante de la consagración constitucional antes expuesta, pues como lo afirma el doctor Alfonso Miranda Londoño30, “…junto con la Ley 155 de 1959 y sus decretos reglamentarios, constituye el régimen general de la libre competencia en Colombia”. En su capítulo V, artículos 44 a 52, el decreto trae una serie de disposiciones complementarias sobre promoción de la competencia y prácticas comerciales restrictivas; en efecto, tras señalar las funciones en cabeza de la Superintendencia de Industria y Comercio relacionadas con el cumplimiento de las normas sobre la materia y la posibilidad de que dicha entidad imponga las medidas correspondientes en caso de la realización de practicas contrarias a la libre competencia (artículo 44), define lo que se entiende por acto, acuerdo, conducta, control, posición dominante y producto (artículo 45); seguidamente contempla la prohibición de realizar conductas que afecten la libre competencia y las considera de objeto ilícito (artículo 46). Más adelante hace una lista enunciativa sobre ciertas conductas consideradas como acuerdos (artículo 47) y actos (artículo 48) contrarios a la libre competencia; y adicionalmente señala taxativamente excepciones 30 a tales conductas (artículo 49). Acto seguido, MIRANDA LONDOÑO, Alfonso. El régimen general de la libre competencia. En: CEDEC III, Centro de Estudios de Derecho de la Competencia, compilación de documentos sobre derecho de la competencia; colección seminarios No. 10. Facultad de Ciencias Jurídicas, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999. Pág. 31. 49 contempla las conductas constitutivas de abuso de la posición dominante (artículo 50); y finalmente se refiere a las integraciones empresariales (artículo 51) y al procedimiento para determinar la existencia de infracciones a las normas sobre promoción de la competencia y prácticas comerciales restrictivas (artículo 52). LEY 446 DE 1998 Esta ley que adoptó como legislación permanente algunas normas del Decreto 2651 de 1991, modificó algunas del Código de Procedimiento Civil, derogó otras de la Ley 23 de 1991 y del Decreto 2279 de 1989, modificó y por medio de la cual se expidieron normas del Código Contencioso Administrativo y se dictaron otras disposiciones sobre descongestión, eficiencia y acceso a la justicia, otorgó facultades jurisdiccionales a la Superintendencia de Industria y Comercio en materia de competencia. DECRETO 1122 DE 1999 En este decreto en el cual se dictaron normas para suprimir trámites, facilitar la actividad de los ciudadanos, contribuir a la eficiencia y eficacia de la Administración Pública y fortalecer el principio de la buena fe, se contemplan disposiciones en materia de protección al consumidor y a la preservación de la libre competencia. El artículo 230 modifica el número 1 del artículo 2 del Decreto 2153 de 1992 en relación con la competencia de la Superintendencia de Industria y Comercio; a su vez el artículo 239 modifica el artículo 4 de la Ley 155 de 1959 en cuanto al pronunciamiento de la Superintendencia de Industria y Comercio sobre integraciones empresariales; y el artículo 240 contempla la documentación requerida para ello. Finalmente el artículo 244 señala el procedimiento que debe seguir la Superintendencia de Industria y Comercio para adoptar decisiones en las 50 investigaciones de promoción de la competencia y prácticas comerciales restrictivas, competencia desleal y protección al consumidor. DECRETO 266 DE 2000 Trató de modificar el procedimiento de investigación de las conductas contrarias a la libre competencia contemplado en el Decreto 2153 de 1992; decimos trató, porque fue declarado inexequible mediante la sentencia C-1316 de 2000, pues al analizar la constitucionalidad del mismo, la Corte encontró que el numeral 5 del artículo 1 de la Ley 573 de 2000 el cual facultaba al ejecutivo para expedir este decreto era contrario a la constitución, pues señalaba una norma que había sido retirada del ordenamiento jurídico, como límite material a las atribuciones conferidas. Dijo la Corte en aquella oportunidad: “Si el decreto 1122 de 1999 había sido retirado del ordenamiento positivo por la Corte Constitucional con anterioridad a la expedición de la ley de habilitación legislativa (573/2000), mal podía el legislador ordinario tomarlo como referente para delimitar el ámbito material de las atribuciones dadas, pues al hacerlo convirtió las facultades extraordinarias, como ya se ha anotado, en imprecisas e indeterminadas, al no existir parámetro dentro del cual podía el Presidente de la República cumplir la tarea asignada, violando de esta manera el artículo 150-10 de la Constitución.” REGÍMENES ESPECIALES Con posterioridad a la Constitución Política de 1991, se expidieron diversas normatividades dirigidas a actividades y sectores específicos de la economía, que contemplan un régimen especial en materia de competencia; en efecto, en materia de telecomunicaciones se expidieron el Decreto 1900 de 1990, reglamentado por el Decreto 1794 de 1991, y complementado por el Decreto 2122 de 1992; la Ley 37 de 1993 y el Decreto 741 de 1993. En relación con la actividad financiera, en 51 1993 se expide el Decreto 663 que reformó el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero vigente (Decreto 1730 de 1991), el cual en su artículo 98 dispuso que “están prohibidos todos los acuerdos y convenios entre empresarios, las decisiones de asociaciones empresariales y las prácticas concertadas que, directa o indirectamente, tengan por objeto o efecto impedir, restringir o falsear el juego de la libre competencia dentro del sistema financiero o asegurador”. En lo que tiene que ver con servicios públicos domiciliarios, encontramos la Ley 142 de 1994, la cual en su artículo 34 prohíbe a las empresas de servicios públicos desarrollar prácticas discriminatorias, abusivas o restrictivas, y enumera, no taxativamente, una serie de conductas atentatorias de la competencia; sin embargo, esta ley es imprecisa por cuanto señala indistintamente conductas constitutivas de competencia desleal y aquellas que constituyen prácticas limitativas de la competencia; en el artículo 98, se hace referencia a las prácticas tarifarias restrictivas de la competencia; por su parte en su artículo 14, numeral 13 consagra que hay posición dominante por parte de las empresas de servicios públicos respecto a sus usuarios (elemento subjetivo), y respecto al mercado, cuando sirva al 25% ó más de los usuarios del mismo (elemento objetivo). Finalmente el artículo 133 señala una serie de cláusulas en las cuales se presume que hay abuso de la posición dominante. En materia de salud, se expidió la Ley 100 de 1993 que en su artículo 183 dispuso en su parágrafo segundo que “Están prohibidos todos los acuerdos o convenios, así como las prácticas y decisiones concertadas que directa o indirectamente, tengan por objeto impedir, restringir o falsear el juego de la libre escogencia dentro del Sistema General de Seguridad Social en Salud.” Finalmente, en relación con el sector portuario se dictó la Ley 105 de 1993. 52 1.2. LEGISLACIÓN SUPRANACIONAL 1.2.1. ACUERDO DE CARTAGENA Al haber firmado el Acuerdo de integración subregional andino, las decisiones que adopte la Comisión tienen plena fuerza vinculante para Colombia; por ello es preciso hacer una referencia al tratamiento que se le ha dado al tema de la competencia desde la perspectiva Andina. El Capítulo VIII del Acuerdo de Cartagena regula lo referente a la competencia comercial, y consta de dos artículos que disponen lo siguiente: Artículo 105.- Antes del 31 de diciembre de 1971 la Comisión adoptará, a propuesta de la Secretaría General, las normas indispensables para prevenir o corregir las prácticas que puedan distorsionar la competencia dentro de la Subregión, tales como "dumping", manipulaciones indebidas de los precios, maniobras destinadas a perturbar el abastecimiento normal de materias primas y otras de efecto equivalente. En este orden de ideas, la Comisión contemplará los problemas que puedan derivarse de la aplicación de los gravámenes y otras restricciones a las exportaciones. Corresponderá a la Secretaría General velar por la aplicación de dichas normas en los casos particulares que se denuncien. 53 Artículo 106.- Los Países Miembros no podrán adoptar medidas correctivas sin ser autorizados previamente por la Secretaría General. La Comisión reglamentará los procedimientos para la aplicación de las normas del presente Capítulo. Lo dispuesto por el artículo 105 anteriormente mencionado, en efecto fue cumplido por la Comisión pues en 1971 mediante la Decisión 45 adoptó disposiciones en relación con las prácticas tendientes a distorsionar la libre competencia. Posteriormente está Decisión fue sustituida por la 230 de 1987, que a su vez fue sustituida en 1991 por la Decisión 285, disposición que en la actualidad se encuentra vigente. En el artículo 2, este estatuto determina su ámbito de aplicación, excluyendo expresamente las prácticas que lleven a cabo una o más empresas situadas en un solo país miembro que no tengan efectos en la subregión, pues dadas estas condiciones la legislación aplicable será la nacional. En el artículo 3 se establecen dos conductas que se entienden como prácticas restrictivas de la libre competencia a saber: • Los acuerdos, actuaciones paralelas o prácticas concertadas entre empresas, las cuales de acuerdo con el artículo 4 consisten en la manipulación indebida o fijación directa o indirecta de precios u otras condiciones de comercialización, la limitación o el control de la producción, la distribución, el desarrollo técnico o las inversiones, las limitaciones o prohibiciones de exportar, importar o competir; el reparto del mercado o de las fuentes de aprovisionamiento, la aplicación de condiciones desiguales para prestaciones equivalentes, la subordinación de la celebración de contratos a la aceptación de prestaciones suplementarias, y otros de efectos equivalentes. 54 • La explotación abusiva por una o varias empresas de su posición de dominio en el mercado. Se entiende que una empresa goza de una posición de dominio cuando puede actuar de forma independiente, sin tener en cuenta a sus competidores, compradores o proveedores, y se considera que hay abuso de esa posición de dominio en el mercado cuando (artículo 5) se da lugar a la manipulación indebida o imposición directa o indirecta de precios u otras condiciones de comercialización, se limita el control de la producción, la distribución, el desarrollo técnico o las inversiones, la negativa injustificada de satisfacer las demandas de compra de productos, la aplicación en las relaciones comerciales de condiciones desiguales para prestaciones equivalentes, la subordinación de la celebración de contratos a la aceptación de prestaciones suplementarias, y otros casos de efectos equivalentes. Por último, la Decisión 285 consagra la manera en que se debe adelantar el procedimiento ante la Comisión, y las medidas que se pueden adoptar en estos casos. Es importante resaltar que “el mayor problema que los estudiosos le han asignado a la Decisión 285 del Acuerdo de Cartagena, es su carácter ex post que va en contravía con la moderna concepción ex ante de las normas sobre promoción a la competencia en el mundo”31, pues a lo que debe apuntar la legislación no es tanto a la prevención o indemnización de los perjuicios provenientes de dichas prácticas, sino más bien a la raíz misma del problema, es decir, al acuerdo de las empresas o al abuso en sí mismo considerado. 31 MIRANDA LONDOÑO, Alfonso. El régimen general de la libre competencia; en: CEDEC III, Centro de Estudios de Derecho de la Competencia, compilación de documentos sobre derecho de la competencia; colección seminarios No. 10. Facultad de Ciencias Jurídicas, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999. Pág. 26. 55 2. DISTINCIÓN ENTRE EL DERECHO PRIVADO Y EL DERECHO PÚBLICO Este análisis ha tenido por objeto la incidencia de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en el derecho privado, específicamente en el área del derecho de la competencia. Al adentrarnos en el estudio del derecho, encontramos que tradicionalmente este se ha dividido en dos grandes ramas: la privada y la pública. Sobre esta clásica distinción se han construido las bases fundamentales para estructurar toda la ciencia jurídica. De esta forma, el hecho de que un asunto pertenezca a una u otra rama determina importantes aspectos como la jurisdicción, los principios generales de derecho aplicables, las presunciones, la legislación aplicable, entre muchos otros. A este respecto considera Bobbio que la distinción tradicional entre las esferas de derecho privado y del derecho público radica en que en el primero de ellos prima el presupuesto de que todo aquello que no se encuentra proscrito en las normas está permitido; por el contrario, en el derecho público todo lo que no está expresamente autorizado en la ley, está prohibido.32 A pesar de las evidentes ventajas que ofrece la clasificación planteada, consideramos que no hay que perder de vista que el derecho es uno sólo. Los conceptos jurídicos no pueden almacenarse en compartimentos independientes; por el contrario deben integrarse de forma armoniosa, para que puedan cumplir adecuadamente la función social para la cual han sido creados. 32 Cfr. BOBBIO, Norberto. Teoría General del Derecho. Editorial Temis, segunda edición. Bogotá, 1994. Págs. 88 y 89. 56 Según el célebre Ulpiano el derecho privado es aquel que concierne a la utilidad de los particulares mientras que el derecho público es el que atañe a la organización de la cosa pública.33 Aunque, a primera vista parece clara la diferenciación, en el momento de decidir en concreto si una situación jurídica se enmarca dentro del derecho privado o el derecho público, la tarea no es sencilla. Pese a que nunca ha sido fácil, hace unos años esta situación era un poco menos compleja, pues las funciones que correspondían exclusivamente al Estado estaban definidas con cierta claridad. Sin embargo, con el paso de los años, son muchas las actividades que a pesar de ser consideradas tradicionalmente privativas del Estado, hoy en día están en cabeza de los particulares, tal es el caso de los servicios públicos. En efecto, la teoría clásica sostenía que esta era una función propia a cargo del Estado, por lo que este mismo debía suministrar el servicio a todos los asociados. El origen de esta tesis lo encontramos en el celebre Fallo Blanco de 1873, el cual al dirimir un problema de responsabilidad del estado en la prestación de un servicio, adoptó la noción de servicio público la cual fue acogida por la doctrina y se constituyó en la piedra angular del Derecho Administrativo34; de esta forma “se pretendía que las actividades de servicio público estuvieran regidas por el derecho público”.35 Con el tiempo, por razones que no es del caso del caso exponer en este documento, la noción de servicio público entró en crisis; así “en un tiempo inicial se consideraban servicios públicos los que eran prestados por el Estado o por una organización oficial. Más tarde, al lado de la concesión, que entrega a un particular la atención de un servicio, aparecieron otras actividades que a pesar de 33 SIERRA GARCÍA, Jaime. Diccionario jurídico ajustado a la legislación colombiana. Librería Jurídica Sánchez R. Ltda. Medellín, 1996. Pág. 73. 34 Cfr. PEREZ ESCOBAR, Jacobo. Derecho constitucional colombiano. Editorial Temis, quinta edición. Bogotá, 1997. Pág. 447. 35 VIDAL Perdomo Jaime. Derecho administrativo. Editorial Temis, undécima edición. Bogotá, 1997. Pág. 188. 57 estar a cargo de particulares recibían el tratamiento de servicio público por su vinculación con el interés general (...) se rompe la celebre ecuación de servicio público igual servicio público”36 Sin embargo, en la Constitución de 1991 se dijo que aunque es deber del Estado asegurar la prestación eficiente de los servicios públicos a todos los habitantes del territorio nacional, “podrán ser prestados por el Estado directa o indirectamente, por comunidades organizadas o por particulares” (artículo 365 C.P.) De esta forma, la línea divisoria entre derecho privado y público, en materia de servicios públicos es demasiado sutil. Podría decirse que el derecho de la competencia pertenece en estricto rigor jurídico al derecho privado, sin embargo como es el Estado quien idea mecanismos tendientes a promover la competencia, y quien se encarga de vigilar las conductas de los empresarios de forma tal que ésta no se vea vulnerada por ninguna circunstancia, resulta imposible concentrar este análisis de forma exclusiva, en el campo del derecho privado. En efecto, en un Estado Social de Derecho, la libertad económica y la iniciativa privada no pueden ser anuladas por la intervención estatal pero deben ser reguladas. En ese orden de ideas, la conveniencia o no de la intervención del Estado en las leyes económicas del mercado, ha sido una reiterada discusión entre los abogados y economistas de todos los tiempos. Hoy en día se considera que no es conveniente adoptar ninguna de las dos teorías en su forma pura, es decir, se cree que el mercado no puede estar totalmente intervenido, pues éste requiere para su funcionamiento de cierta libertad; así mismo, también es peligroso dejar que el mercado opere con absoluta independencia, ya que esto puede generar un efecto negativo, tal como ocurrió en el año de 1930. En medio de esos dos extremos 36 Ibídem, págs. 188 a 191. 58 existen un sinnúmero de matices, entre los cuales resulta complejo encontrar cual es el más conveniente. En el caso colombiano, de los documentos y ponencias que se tramitaron en la Asamblea Nacional Constituyente, resulta claro que la intervención activa del Estado se justifica en la medida en que ella constituye un medio idóneo para alcanzar la consecución de los objetivos propios de un Estado social y democrático de derecho, tales como el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la distribución equitativa de los recursos, la preservación sostenible del medio ambiente, la satisfacción de las necesidades básicas de todos, el ejercicio del derecho fundamental del trabajo, y la promoción de la solidaridad y conjunción de esfuerzos entre los sectores económicos y sociales para los fines del bienestar común.37 En efecto, “el Estado Social y Democrático de Derecho y la economía social suponen una relación entre lo público y lo privado distinta a la del estado demoliberal; existe una mutua interacción entre estos campos, ya que los miembros privados de la sociedad civil asumen obligaciones sociales y pueden llegar a ser responsables de funciones públicas, y el Estado aparte de ejercer funciones públicas, puede situarse en el plano privado de los particulares.38 Todo este análisis respecto al derecho privado y el derecho público simplemente busca poner de presente, que aunque este trabajo busca en teoría centrarse en analizar el impacto de la jurisprudencia de la Corte Constitucional en el derecho privado, resulta especialmente difícil hacerlo, pues la línea divisoria entre derecho privado y derecho público es demasiado tenue, más aún, cuando le corresponde el Estado garantizar el ejercicio de libre empresa privada y de la libre competencia pero dentro de un marco de igualdad real creado por este, que corrija las desigualdades sociales. 37 Gaceta Constitucional No. 46. Informe de ponencia sobre régimen económico, libertad de empresa, competencia económica, monopolios e intervención del Estado. Abril 15 de 1991, pág. 10. 38 ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. Op. Cit., págs 59 3. ESPECTRO ELECTROMAGNÉTICO 3.1. DEFINICIÓN La constitución política de 1991 garantiza la competencia en el uso del espectro electromagnético en el artículo 75; por tal motivo la mayoría de los fallos proferidos por la Corte Constitucional que se refieren al derecho de la competencia, lo analizan a la luz de este importante bien de uso público. Como ya se ha dicho nuestro objeto de estudio se limita al campo del derecho privado; sin embargo, dado que la Corte ha estudiado el derecho de la competencia en el uso del espectro electromagnético, resultaría imposible hacer este análisis sin tocar por lo menos tangencialmente este último tema. La constitución en el artículo 75 ha definido el espectro electromagnético como un bien público inenajenable e imprescriptible sujeto a la gestión y control del Estado. Por su parte, la Corte Constitucional tomó unos elementos más técnicos que jurídicos para construir la siguiente definición: “el espectro electromagnético es una franja de espacio alrededor de la tierra a través de la cual se desplazan las ondas radioeléctricas que portan diversos mensajes sonoros o visuales.”39 A pesar de que esta definición constituye un elemento obiter dictum en la sentencia T081/93, su importancia recae en que es la única dada por la Corte Constitucional encontrada en este estudio. La importancia de este concepto radica en que para la Corte es perfectamente claro que el espectro electromagnético es un bien público y que todas aquellas actividades y actuaciones tendientes a su uso deben contar con la necesaria intervención del estado, ya que las características de este bien imponen la 39 Sentencia T-081 de 1993. 60 exigencia de determinar condiciones para su acceso sin que esto signifique apropiación del bien por parte del particular. En efecto la Corte ha dicho que “la utilización del espectro por parte del concesionario para los fines del servicio, no representa ni apropiación del mismo ni abdicación de las facultades del Estado, como quiera que éste es quien en virtud de la concesión respectiva dispone y asigna por sí mismo los canales para cubrir las áreas a las cuales se extiende el servicio que en su nombre y por su cuenta temporalmente se presta”40 y que “ la gestión estatal en el uso del espectro electromagnético tiene como finalidad mantener las condiciones óptimas que hagan posible la transmisión de información, el pluralismo informativo y la competencia. Hasta el presente los operadores no han tenido la facultad de emitir ondas radioeléctricas contentivas de información sonora y visual, debiendo proceder al arrendamiento de los espacios televisivos. Con la Constitución de 1991, la emisión puede realizarse por los particulares, previa autorización del Estado, mediante el sistema de concesiones.”41 3.2. NATURALEZA JURÍDICA Aunque el derecho al uso del espectro electromagnético no se encuentra consagrado en el capítulo de los derechos fundamentales de nuestra constitución, la Corte considera que sí es un derecho fundamental, por ende susceptible de ser protegido mediante la acción de tutela; en este sentido “entiende que en la norma transcrita se consagra un derecho fundamental, que no deja de serlo por hallarse incorporado a un capítulo de la Carta Política distinto del que se destina a la enunciación de tales derechos”.42 40 Sentencia C- 318 de 1994. Es importante aclarar que este pronunciamiento de la Corte se constituye como parte de la ratio decidendi de la sentencia mencionada, lo cual indica su carácter vinculante y obligatorio por ser doctrina constitucional 41 Sentencia T- 081 de 1993. Aunque se trata de un pronunciamiento obiter dictum, lo expuesto por la Corte reafirma y justifica la intervención del Estado a través del legislador en ciertas actividades. 42 Sentencia T-02 de 1992. 61 Además considera que este derecho es “reconocido por la Constitución no solamente a las personas naturales sino a las jurídicas -incluidas las de naturaleza pública-.”43 Para justificar el carácter de derecho Fundamental, la Corte argumenta que “(este derecho) no presenta un contenido que sustancialmente lo sustraiga de los elementos básicos del derecho a la igualdad. Por el contrario, hace parte de él; es una de sus especies y, en consecuencia, obedece a los fundamentos y postulados constitucionales que informan aquél -los cuales han sido extensamente analizados por la doctrina y la jurisprudencia de la Corte-, de donde se infiere que, ante violaciones o amenazas a su ejercicio, cabe la acción de tutela para impetrar de los jueces inmediata y completa protección.”44 Garantizar la protección del derecho de la competencia en el acceso del espectro electromagnético resulta especialmente complejo, pues el artículo 75 de la carta política dispone que para garantizar la competencia, “el Estado intervendrá por mandato de la ley para evitar las prácticas monopolísticas en el uso del espectro electromagnético". Pero eso garantía debe estar enmarcada dentro de la efectiva igualdad de oportunidades, principio fundamental de un Estado Social y Democrático de Derecho; considera la Corte que “en tratándose de un bien de uso público, como lo es el espectro electromagnético, su ejercicio está sujeto a la gestión y control del Estado, a fin de que en los términos que fije la ley, se garantice la igualdad de oportunidades en el acceso o uso, así como el cumplimiento de los fines propios del servicio eficiente de la televisión colombiana y la eliminación de las prácticas monopolísticas en el mismo”45 y además “el espectro electromagnético es un bien público sujeto a la gestión y control del Estado (CP. 43 44 45 Ibídem. Sentencia SU-182 de 1998. Sentencia C-093 de 1996 62 art. 75). A diferencia de otros operadores de medios de comunicación, los que se ocupan de la televisión necesariamente deben hacer uso del espectro electromagnético. Por consiguiente, su situación y régimen jurídico no puede ser igual al de los restantes medios de comunicación, inclusive desde el punto de vista de la libertad de acceso. Aquellos no usan el espectro y, por ende, no están sujetos a las restricciones que surgen de su gestión y control, las cuales a su vez, en parte se explican por razones técnicas, entre las cuales, una significativa es el número limitado de frecuencias y espacios que podrían adjudicarse, lo que torna imposible garantizar la libertad de acceso al espectro para todas las personas que decidan ser operadores de televisión.”46 Por ello para la Corte “era procedente fijar un término razonable para garantizar que la competencia con los operadores zonales se desarrolle en condiciones de igualdad efectiva y real, y de esa manera prevenir la práctica monopolística en la prestación del servicio.”47 Para la Corte, es entonces primordial hacer efectivo ante todo el principio de igualdad y este se constituye como la base de sus pronunciamientos sobre el tema de espectro electromagnético, con carácter de ratio decidendi; ya que los argumentos expuestos en las sentencias mencionadas tienen tal naturaleza, de tal manera que son vinculantes y obligatorios y constitutivos de doctrina constitucional Si se analizan las sentencias proferidas por la Corte Constitucional de forma global, puede verse el esfuerzo que hace por determinar qué tipo de intervenciones del Estado sí están permitidas, pues con ellas se busca justamente proteger la competitividad; y cuales por el contrario, resultan incompatibles con la finalidad constitucional, pero siempre y en todo caso con miras a garantizar la igualdad de oportunidades. 46 47 Sentencia C-093 de 1996. Ibídem. 63 Los sentencias proferidas por la Corte en las cuales ha analizado este tema48 , no han sido suficientes para establecer unos criterios claros que permitan trazar una línea divisoria entre las actuaciones permitidas y las que implican un abuso por parte del estado. 3.3. FACULTADES DEL LEGISLADOR En las sentencias objeto de análisis, la Corte Constitucional reconoce que la Constitución quiso hacer del acceso al uso del espectro electromagnético un derecho de los particulares garantizado por el Estado; es así como la posibilidad de fundar medios masivos de comunicación se contempla en la Carta superior como un derecho fundamental cuyo ejercicio da lugar a la utilización del espectro electromagnético por parte de los particulares. Sin embargo, por el carácter de bien público, imprescriptible e inajenable que ostenta el espectro electromagnético, el derecho que se garantiza a los particulares no es absoluto, sino que es necesaria la gestión estatal en el uso de tal franja, para mantener las condiciones óptimas que hagan posible la transmisión de información, el pluralismo informativo y la competencia, así como para garantizar, preservar y desarrollar las finalidades sociales inherentes a los servicios televisivos; en últimas, la intervención estatal esta encaminada a hacer efectiva la igualdad de oportunidades en el acceso, lograr la eficiencia en el servicio televisivo e impedir el desarrollo de prácticas monopolísticas en el mismo. Precisamente por la necesidad que existe en el control y gestión del Estado sobre el espectro electromagnético, la Constitución faculta al legislador para fijar las pautas y regular en condiciones de igualdad lo referente al acceso y ejercicio de 48 Sentencias C-318 de 1994, C-398 de 1995, C-093 de 1996, C-310 de 1996 y C-350 de 1997. 64 las actividades que impliquen la utilización de la franja espacial; es por eso que en desarrollo de esa facultad y con el fin de garantizar los principios constitucionales y lograr el cumplimiento de los fines del Estado, el legislador puede establecer limites al ejercicio de ese derecho fundamental mencionado; es así como consideró conveniente y razonable que los prestadores del servicio de televisión fueran personas jurídicas constituidas como sociedades anónimas con acciones inscritas en bolsa, y prohibió a las personas naturales ser operadores del mismo. Sin embargo, la facultad del legislador no es ilimitada; en efecto, al regular lo referente al uso del espectro electromagnético, debe sujetarse a lo dispuesto en los tratados internacionales que existen sobre el tema y que consagran derechos fundamentales de los sujetos que intervienen en la prestación y recepción del servicio. Es así como el Estado, a través del legislador, no puede abusar del control que puede ejercer al respecto, mediante la restricción por cualquier medio, del derecho de expresión. Así mismo, es importante que el legislador tenga en cuenta en el momento de imponer parámetros y limitaciones, una serie de principios que solucionen el problema que trae consigo la imposibilidad de que todos los particulares accedan al uso del espectro electromagnético. En efecto, mediante el principio de efectividad, el legislador puede garantizar el real ejercicio de los derechos fundamentales; invocando el principio de proporcionalidad se puede hacer efectivo y posible el derecho a fundar medios masivos de comunicación para el mayor número de personas posible; es decir, que si bien las personas naturales no pueden por si solas acceder al uso del espectro electromagnético, su derecho se garantiza en la medida en que inviertan en la constitución de sociedades anónimas abiertas. 65 Puede decirse entonces, que ante la supremacía del interés general sobre el particular y con miras a garantizar el principio constitucional de la igualdad, se hace necesaria la intervención directa del estado en actividades que solamente pueden desarrollarse a través del uso de un bien público y que implican el ejercicio de un derecho fundamental; a diferencia de lo que ocurre en el desarrollo de actividades que se enmarcan en el ámbito del derecho privado, la prevalencia de los intereses del Estado justifican la necesidad del legislador de fijar una serie de condiciones para acceder al mercado y competir en plano de igualdad. 4. TELECOMUNICACIONES 4.1. EL DESARROLLO JURISPRUDENCIAL EN MATERIA DE TELECOMUNICACIONES (Telefonía celular) En este campo únicamente encontramos referencia en la sentencia C-318 de 1994 que versa sobre la evaluación de la constitucionalidad del varios de los artículos de la Ley 37 de 1993 por la cual se regula la prestación del servicio de telefonía móvil celular y la celebración de contratos de asociación en el ámbito de las telecomunicaciones. En esta sentencia, la Corte afirma que el Estado social de derecho es eminentemente participativo en el campo de los servicios públicos de tal forma que la Constitución contempla y favorece, la participación de las comunidades organizadas y de los particulares en su gestión y fiscalización; lo que no impide que las empresas estatales o las sociedades de economía mixta, puedan, en los términos que la ley señala, intervenir en un plano de igualdad con las sociedades privadas, para obtener la adjudicación de los contratos de 66 concesión del servicio de telefonía móvil celular, ya que éstas inclusive por regla general, se someten al derecho privado y, excepcionalmente, al derecho público. En este orden de ideas, se dice que cuando por decisión de la ley un aspecto de un servicio reservado al Estado se abre a los particulares, la garantía institucional de la libre competencia económica, cobra plena vigencia, tanto frente a los operadores públicos como a los privados. Por tanto la intervención económica ordenada por la ley cuya finalidad es tanto la promoción de la productividad, como el estímulo de la competencia, puede tener por objeto no solamente actividades privadas sino también servicios públicos, de tal suerte que los sujetos públicos no están exceptuados de dicha intervención estatal. Por último la Corte establece que una forma legítima de intervención en lo relativo a la gestión de un determinado servicio público, puede ser la de homologar a los operadores públicos y privados como competidores para su realización y prestación. Atendiendo a la finalidad que subyace a ésta investigación, que consiste precisamente en establecer en qué medida las instituciones de derecho privado se han visto influenciadas por los pronunciamientos de la Corte Constitucional, consideramos pertinente hacer referencia a la regulación general en materia de telecomunicaciones. Se pude afirmar que desde las primeras regulaciones en el tema49 se evidencia la voluntad del legislador de conceder el monopolio de las telecomunicaciones al 49 Leyes 110 de 1912, 198 de 1936, 41 de 1921 y 56 de 1922. 67 Estado, no solamente en lo referido a la tecnología del momento sino también la futura, hecho que ha influenciado notoriamente la regulación vigente. En la actualidad el sector de las telecomunicaciones cuenta con un marco jurídico que está sustentado desde la propia Constitución, pues en ella encontramos una referencia precisa a la materia en los artículos 75 a 77, hecho este que ha constituido un factor determinante al momento de analizar la el desarrollo jurisprudencial de este asunto por parte de la Corte Constitucional. En el campo legal, existen dos regímenes diversos; el primero de ellos, para los servicios públicos de telecomunicaciones no domiciliarios, está conformado por la Ley 72 de 1989 la cual, además de fijar ciertos conceptos y principios, le otorga facultades extraordinarias al Presidente de la República para reglamentar la materia, y en virtud de las cuales se expiden con posterioridad los Decretos 1900 y 1901 de 1990; la telefonía móvil celular si bien hace parte de este tipo de servicios, está regulada de manera especial en la Ley 37 de 1993, parcialmente modificada por la Ley 422 de 1998. Este sector de las telecomunicaciones, se rige por las normas generales de libre competencia contenidas en la Ley 155 de 1959, el Decreto 2153 de 1992 y normas concordantes. El segundo régimen corresponde a los servicios públicos de telecomunicaciones domiciliarios, está contenido en la Ley 142 de 1994 y contempla a una serie de disposiciones especiales en materia de competencia. Una vez establecido este marco general, atendiendo a nuestro interés por el pronunciamiento de la Corte en relación con la telefonía celular, dejaremos de lado lo referente al régimen de la Ley 142, y abordaremos el régimen de la competencia de los servicios públicos no domiciliarios, haciendo énfasis en el tema de la telefonía móvil celular. 68 4.2. LA COMPETENCIA EN MATERIA DE TELECOMUNICACIONES Puede afirmarse que en este campo la regla general está dada por la intervención del Estado en la materia; así a Ley 72 de 1989 en su artículo 1º le otorga la facultad al gobierno nacional de adoptar una política general en materia de comunicaciones; y en su artículo 4 establece la propiedad exclusiva del Estado sobre los medios de transmisión que se puedan utilizar en el ramo de las telecomunicaciones. Estos presupuestos influyen necesariamente en el régimen de competencia, de tal suerte que la referencia al mismo en el artículo 13 del Decreto 1900 de 1990, parte de la premisa del otorgamiento de las concesiones por parte del Estado, estableciendo que dichas concesiones de servicios de telecomunicaciones deben “otorgarse de modo tal que se promuevan la eficiencia, la libre iniciativa y competencia, la igualdad de condiciones en la utilización de los servicios y la realización plena de los derechos a la información y al libre acceso a los servicios de telecomunicaciones.” Es importante resaltar, en relación con este artículo, que “los bienes jurídicos aquí relacionados, hacen referencia más que todo a la eficiencia, al libre acceso y a la igualdad de los competidores en el mercado, sin mencionar la satisfacción de las necesidades o bienestar de los consumidores, como sí lo hace el artículo 2 del Decreto 2153 de 1992”50, lo que evidencia una vez más, el especial matiz que le da la intervención Estatal a la regulación en materia de competencia, pues ello hace que el análisis esté centrado únicamente en la igualdad de oportunidades para los competidores al momento de acceder al mercado. 50 MIRANDA Londoño, Alfonso. El derecho de la competencia en el sector de las telecomunicaciones; en: CEDEC II, Centro de Estudios de Derecho de la Competencia; colección seminarios No. 8. Facultad de Ciencias Jurídicas, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1998. Págs. 178 y 179. 69 Estas disposiciones en materia de competencia, cobraron mayor importancia con la expedición de la constitución del 91, pues al permitir a los particulares prestar los servicios de telecomunicaciones a través de concesiones, se hace necesario proteger la competencia en términos de distribución del espectro electromagnético. Nos encontramos entonces ante un régimen especial en el que se da cabida al tanto al derecho privado como al público, pues de un lado es necesario garantizar la libre competencia económica tanto frente a los operadores públicos como a los privados, y de otro, al ser el Estado quien presta indirectamente el servicio a través de concesiones, le es posible intervenir, tanto para garantizar la igualdad al momento de adjudicar los contratos de concesión, como en la economía propiamente para garantizar la libre competencia. Por último, se resalta que el pronunciamiento de la Corte Constitucional en la sentencia C- 318 de 1994 es importante en materia de protección a la competencia, no solamente por poner de presente la igualdad que debe existir entre los sujetos privados y públicos para obtener la adjudicación de los contratos de concesión con el fin de garantizar una efectiva competencia para la gestión y prestación de los servicios públicos, sino también por evidenciar que ello es procedente por virtud de la potestad de intervención económica en cabeza del Estado, cuyo norte es precisamente, la promoción de la productividad y el estímulo a la competencia. 4.3. MONOPOLIO NATURAL EN LOS SERVICIOS PÚBLICOS Una vez analizado y expuesto el tema de las telecomunicaciones desde el punto de vista de los pronunciamientos de la Corte Constitucional y de su marco legislativo, cabe plantear la dificultad que ciertos autores encuentran en aplicar el concepto de competencia en el mercado de los servicios públicos, y en este tipo de servicio 70 específicamente, debido a la presencia de economías de escala en el sector. En efecto, a partir de un análisis económico y estadístico se ha enmarcado el tema dentro de los conceptos de costos medios y marginales, y de reducción de ganancias, así como dentro de la idea del predominio de bienes públicos dentro del sector como el espectro electromagnético y las redes. En este sentido, Eduardo Sarmiento Palacio51 señala que “la existencia de economías de escala indica que el fraccionamiento de la producción o su distribución en muchos productores, redunda en mayores costos de producción”. El autor destaca que se trata de una típica actividad que tiende al monopolio natural; de ahí que la existencia de pocas empresas con capacidad para ampliar la producción, manejando grandes volúmenes y en forma integrada trae como consecuencia una gran reducción en los costos. Así mismo, al referirse al sector de telecomunicaciones y al sector eléctrico, y en relación con los bienes públicos que hay de por medio, considera que para que resulte posible una mayor participación en la prestación y por ende haya una situación de competencia, los empresarios privados necesitarían adquirir los activos (equipos, empresas o concesiones) por debajo del costo de oportunidad porque de lo contrario, la totalidad de inversiones a realizar traerían consigo costos totales demasiado altos. Como complemento de lo anterior, puede decirse que además de las implicaciones económicas que trae para las empresas la participación en el sector de los servicios públicos, están de por medio actividades de interés general que requieren del uso de bienes públicos y por ello deben ser controladas por el Estado con miras a lograr equidad y bienestar común. Lo anterior pone de presente que en los servicios públicos lo primordial es la prestación del servicio de manera adecuada, eficiente y generalizada, de tal 51 SARMIENTO Palacio, Eduardo. Estructuras monopólicas de los servicios públicos; en: Derecho de la Competencia. El navegante editores, primera edición. Bogotá, 1998. Pág. 68. 71 manera que el Estado pueda cumplir con sus fines y garantizar la satisfacción del interés común. Desde luego si la estructura del mercado genera competencia, ésta debe promoverse conforme a unas normas legales efectivas que protejan los intereses de todos los involucrados; pero si, como lo afirma el autor mencionado, la prestación del servicio se desarrolla en unas condiciones de mercado que generan un monopolio natural, la competencia pasa a un segundo plano, pues lo realmente importante es la eficiente prestación del servicio de forma genérica. 5. LA LIBRE COMPETENCIA EN LAS ACTIVIDADES DE NOTARIADO Entre la jurisprudencia encontrada, sobresale la sentencia C-216 de 1994, en la cual la Corte hace referencia a la igualdad de oportunidades en la oferta de un servicio como el de notariado, la cual es sustancialmente diferente al resto de los fallos encontrados que tratan principalmente el tema del acceso al espectro electromagnético y la telefonía celular. En dicha sentencia la Corte Constitucional declara la exequibilidad del artículo 15 de la Ley 29 de 1973 el cual consagra lo siguiente: "Artículo 15.- Los actos de la nación, los departamentos, intendencias, comisarías y municipios, y, en general, de todos sus organismos administrativos, institutos, empresas industriales y comerciales y sociedades de economía mixta, que deban celebrarse por medio de escritura pública, cuando en el círculo de que se trate haya más de una notaría, se repartirán equitativamente entre las que existan. La Superintendencia de Notariado y Registro reglamentará el procedimiento del reparto, de modo que la administración no establezca privilegios en favor de ningún notario. 72 "El incumplimiento de esta disposición hará incurrir al responsable en multa de quinientos ($500.00) a cinco mil ($5.000.00) pesos, que impondrá disciplinariamente, con conocimiento de la causa, la Superintendencia de Notariado y Registro, de oficio o a petición de cualquier persona natural o jurídica. "Parágrafo.- Los establecimientos bancarios, oficiales y semioficiales, que tengan por objeto principal de sus actividades desarrollar planes de vivienda y negocios de finca raíz, quedan sometidos al régimen de reparto y de sanciones de que tratan los anteriores incisos". En esa oportunidad dijo la Corte que: “Con respecto a la supuesta violación del derecho a la igualdad aducida por el demandante, esta Corporación encuentra que, por lo contrario, la finalidad esencial que persigue la norma acusada es la de garantizar en derecho, tal como lo consagra el artículo 13 superior, al no establecer privilegios en favor de ningún notario. En este caso la igualdad consiste en que no pueden establecerse privilegios ni, por ende, discriminaciones, por parte de la Administración pública, la cual, por excelencia, debe siempre obrar con objetividad, y no puede estar legitimada para hacer discriminaciones de ninguna índole, otorgando privilegios, prerrogativas o excepciones a las personas naturales o jurídicas que tienen que tratar con ella. La igualdad es un parámetro que debe guiar a la Administración, de manera que es un contrasentido pretender que ésta tenga una facultad discrecional para determinar la Notaría que preste el servicio por ella requerido. Mientras los particulares son titulares de derechos subjetivos y pueden decidir lo que les convenga de acuerdo con sus preferencias y opciones, la Administración tiene una potestad ejercible sólo en condiciones objetivas predeterminadas por la Ley. Los actos de la Administración pueden recaer sobre una persona, como adaptación de la generalidad al caso concreto, pero lo que nunca pueden hacer, en el caso que nos ocupa, es optar, sin unas condiciones 73 preestablecidas y objetivas, por una determinada Notaría, desconociendo a las demás su derecho a la igualdad de oportunidades. Es por ello que el reparto tiene que estar reglamentado, con la condición de no vulnerar el derecho a la igualdad”. Este fallo resulta especial respecto a los demás encontrados, en la medida en que no hace referencia a la igualdad de oportunidades que se le deben garantizar a los competidores en el acceso al desarrollo de una actividad o prestación de un servicio, sino que, partiendo de que los competidores ya se encuentran ofreciendo sus servicios en el mercado, se centra en la idea de promover condiciones de igualdad en la prestación del servicio como tal. La norma que estudia la Corte, no constituye propiamente una práctica comercial restrictiva, porque no supone un comportamiento unilateral anticompetitivo, como ocurre en el caso de los actos; tampoco un acuerdo de voluntades entre los competidores encaminado a restringir la libertad del mercado, como sucede con los acuerdos; se analiza sí las funciones atribuidas a un tercero, afectan o no la libre competencia. Es fundamental tener en cuenta que el tercero que interviene en este sector del mercado, es el Estado, el cual actúa a través de la Superintendencia de Notariado y Registro; aunque esta intervención se justifica en el hecho de tratarse de una actividad pública que debe estar regulada y vigilada por el Estado, no puede aquella, estar encaminada a afectar las condiciones de igualdad que deben darse en cualquier mercado. Podría pensarse en principio, que la medida afecta la competencia, pues no permite a las notarias competir abiertamente entre ellas, ya que independientemente de que presten su servicio con mayor o menor eficiencia, el reparto que lleva a cabo la Superintendencia se realiza de forma objetiva según los criterios fijados por dicha entidad; sin embargo, en esta situación en concreto es 74 necesario hacer una valoración de la calidad de los sujetos que se constituyen como usuarios del servicio. Es claro que en el caso de los particulares, estos pueden escoger subjetivamente, de acuerdo a su propio fuero interno, el notario que más se ajuste a sus gustos y necesidades, razón por la cual no resultaría lícito en ningún caso, imponer arbitrariamente un prestador del servicio. No obstante lo anterior, la situación es sustancialmente diferente cuando el usuario es una entidad pública, puesto que aunque su voluntad se manifiesta necesariamente a través de sus funcionarios, que en realidad gozan del mismo criterio subjetivo de cualquier particular, se busca idear mecanismos que permitan adoptar decisiones sometidas a unos criterios objetivos determinados previamente en la ley, para así evitar que prevalezca la voluntad individual del funcionario, y no la de la Administración. A modo de conclusión, es importante anotar que no es posible hablar de un régimen único de competencia, pues como se dijo en un acápite anterior existen diferentes regímenes dependiendo del sector de que se trate, puesto que las condiciones varían en cada caso según la actividad, lo cual hace que las necesidades de reglamentación y protección sean diversas. Así el régimen general del derecho de la competencia aplicable a las relaciones entre particulares no puede aplicarse de manera idéntica a la circunstancia en las que quien accede al servicio es una entidad de derecho público, ya que en este caso la protección de los intereses en juego se realiza de manera distinta, teniendo en cuenta la calidad de los sujetos que están involucrados. En ese sentido no se puede afirmar que la intervención del Estado es contraria a la libre competencia, sino que ésta es garantizada por medio de otros mecanismos. 75 6. ABUSO DE LA POSICIÓN DOMINANTE Dentro del concepto del abuso de la posición dominante es necesario diferenciar dos acepciones del mismo que hacen referencia a dos situaciones sustancialmente distintas. La primera de ellas constituye una conducta que restringe la libre competencia, mientras que la segunda hace referencia al abuso de la desigualdad contractual que puede presentarse, por ejemplo, entre una empresa, y el usuario. Esta distinción es fundamental al momento de dar una mayor claridad en los conceptos jurídicos, puesto que el tratamiento del abuso de la posición dominante contractual52, a pesar de guardar una relación cercana con el abuso de posición dominante como tal, debe tener un tratamiento especial en la medida en que apunta a la protección de los intereses del consumidor. En este punto, es importante mencionar que la regulación contenida en la Ley 155 de 1959 y en el Decreto 2351 de 1992 hace referencia únicamente a la posición dominante en el mercado; sin embargo, a partir de la expedición de la Ley 142 de 1993 se da una nueva definición de la posición dominante, de acuerdo con la cual ésta “es la que tiene una empresa de servicios públicos respecto a sus usuarios; y la que tiene una empresa respecto al mercado de sus servicios y los sustitutos próximos de éste, cuando sirve al 25% o más de los usuarios que conforman el mercado” (artículo 14 No. 13). En relación con esta norma el Dr. Alfonso Miranda ha puesto de presente que ésta “resulta completamente antitécnica, arbitraria y contraria a la definición del 52 Respecto de la posición dominante contractual ha señalado la Corte Constitucional en sentencia C-332 de 2000 que, “no es constitucionalmente de recibo, aducir el derecho a la propiedad privada, la libre iniciativa privada, la libertad económica, la libertad de empresa y el derecho a la libre competencia económica como si se tratase de barreras infranqueables que pudiesen impedir la eficaz protección del interés público mediante la adopción de medidas que salvaguarden los intereses de los usuarios de los servicios financieros y aseguradores, pues, ciertamente, el que las empresas financieras y aseguradoras gocen de la posición dominante, puede propiciar desequilibrios que las autoridades deben precaver, en cumplimiento del deber de prevenir abusos que puedan afectarlos, de hacer efectiva la prevalencia del interés público, de salvaguardar los consumidores y de construir un orden justo.” 76 decreto 2153 de 1992, hace consistir la posición de dominio de las ESP en un criterio de participación en el mercado, criterio que fue inicialmente utilizado en la Ley 155 de 1959, pero fue totalmente abandonado por el Decreto 2153, siguiendo en esto la evolución conceptual que se ha presentado a nivel internacional.”53 Para efectos de este documento nos limitaremos al estudio de la primera de las acepciones, pues la segunda desborda las pretensiones de este análisis. Aunque en el derecho colombiano no se sanciona la posición dominante como tal sino el abuso de la misma, haciendo un análisis en derecho comparado podemos ver que otras tendencias legislativas prohíben incluso el simple hecho de detentar una posición dominante. “Lo que permita caracterizar el régimen establecido por el derecho colombiano, como ocurre con el régimen comentado en oposición a otras tendencias, es ante todo la ausencia de prohibición concerniente a que puede existir una posición dominante, solo se condena el ejercicio abusivo del poder conferido a la empresa por su posición de dominio sobre el mercado”54 El Tratado de Roma en el artículo 86, ha definido la posición dominante como “... una posición de fuerza económica de la que goza una empresa que le permite impedir el mantenimiento de una competencia efectiva en el mercado relevante posibilitándole comportarse en una medida apreciable independientemente de sus competidores...”. Por su parte, el artículo 45 del decreto 2153 de 1992, consagra que la posición dominante consiste en “la posibilidad de determinar directa o indirectamente las condiciones de un mercado”; a su vez el artículo 50 señala de forma no taxativa, una serie de conductas constitutivas del abuso de la misma. 53 MIRANDA, Londoño Alfonso. El derecho de la Competencia en la ley de Servicios Públicos Domiciliarios; en: CEDEC III, Centro de Estudios de Derecho de la Competencia, compilación de documentos sobre derecho de la competencia; colección seminarios No. 10. Facultad de Ciencias Jurídicas, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999. Págs. 93 y 94. 54 VELILLA, Marco. Una aproximación al concepto de Abuso de la Posición Dominante; en: Derecho de la Competencia. El navegante Editores, primera edición. Bogotá, 1998. Pág. 128. 77 La Corte Constitucional se pronunció al respecto en el siguiente sentido : “La posición dominante de una empresa suele definirse como la posibilidad de ejercer un comportamiento independiente respecto de los precios, condiciones de venta, volúmenes de producción y sistemas de distribución de bienes o de servicios dado el control que ella puede ejercer sobre una parte significativa del mercado en razón de la magnitud de sus recursos financieros, tecnológicos o del manejo estratégico de las materias primas y demás factores económicos. El abuso de la posición dominante - no estrictamente ésta - es la que resulta censurable”.55 El concepto de abuso de la posición dominante, en opinión de Marco Velilla, tiene los siguientes elementos: la empresa o el grupo de empresas en posición dominante, el mercado objeto de dominación, el dominio del mercado, los comportamiento prohibidos, y la exigencia de un nexo causal entre el poder de dominación del mercado y el obstáculo en el libre juego de la competencia. 56 Para determinar la existencia de estos elementos, y por ende, el abuso de la posición dominante, es necesario acudir a criterios auxiliares, que van más allá de la ciencia jurídica, tales como la economía, la estadística, la geografía, etc. En este sentido se pronuncia el Doctor Gustavo Saldarriaga Lopera al decir que “Para la evaluación de operaciones de concentración económica, las autoridades encargadas de la promoción de la competencia disponen de un conjunto de instrumento elaborados en el marco de la economía y más específicamente, de la literatura sobre la organización industrial. Como punto de partida para evaluar si una operación de concentración económica tiene efectos restrictivos sobre la competencia o conduce a una posición dominante, se debe establecer el “mercado relevante” en el que operan las empresas que se concentran”57. En efecto, para referirse a la imposibilidad de calificar la posición dominante con base en el 55 Sentencia T-240 de 1993. Cfr. Ibid. 57 SALDARRIAGA LOPERA, Gustavo. Instrumentos de análisis económico para el estudio de la competencia; en: Derecho de la Competencia. El navegante editores, primera edición. Bogotá, 1998 56 78 tamaño de la empresa y su control sobre un porcentaje importante del mercado, la Corte Constitucional afirma que “En un mercado pueden incidir muchos otros criterios y coyunturas que, en un momento dado, no son ajenos a la entronización de un poder material de control.”58 A la dificultad metodológica de incorporar de una gran cantidad de factores disímiles para determinar la existencia o no abuso de la posición dominante, se le suma el hecho de que la temática no es propiamente competencia de la jurisdicción constitucional, básicamente porque la acción de tutela no constituye un mecanismo idóneo para la protección del derecho a la libre competencia, en la medida en que éste no tiene el carácter de derecho fundamental. En efecto, la Corte Constitucional considera que “una calificación de ese género, en principio escapa a la jurisdicción constitucional y difícilmente puede adelantarse en el marco de un proceso de tutela. Añádase a lo anterior que la libertad de competencia y la libre competencia, son derechos que no tienen el carácter de fundamentales y que, por ende, sus vulneraciones no son objeto de la acción de tutela.”59 Es importante resaltar que la Corte únicamente se ha pronunciado respecto a este tema en dos oportunidades, sin embargo, el argumento usado en ambos casos no constituye la ratio decidendi de la sentencia60. 58 Creemos que esto se debe Sentencia T- 375 de 1997. Sentencia T- 375 de 1997. 60 En efecto, en la sentencia T- 240 de 1993 se expresa que “es del resorte de la ley prohibir - excepcionalmente autorizar bajo ciertos supuestos y condiciones - conductas, acuerdos o prácticas que tenga por efecto impedir, restringir, obstaculizar o falsear la libre competencia en cualquier mercado de bienes o de servicios, tarea ésta del legislador esencial para conformar y mantener mercados eficientes y para que en verdad la libre competencia pueda ser "un derecho de todos", como lo consagra la Constitución (CP art. 333). De otra parte, la ley debe impedir que personas o empresas que detenten una posición dominante en el mercado la exploten de manera abusiva. La posición dominante de una empresa suele definirse como la posibilidad de ejercer un comportamiento independiente respecto de los precios, condiciones de venta, volúmenes de producción y sistemas de distribución de bienes o de servicios dado el control que ella puede ejercer sobre una parte significativa del mercado en razón de la magnitud de sus recursos financieros, tecnológicos o del manejo estratégico de las materias primas y demás factores económicos. El abuso de la posición dominante - no estrictamente ésta - es la que resulta censurable.” La misma sentencia cita el artículo 86 del Tratado de Roma para enunciar de manera ilustrativa algunas conductas consideradas como abusivas de la posición dominante. Por su parte en la sentencia T- 375 de 1997 , la Corte Constitucional define el concepto de posición dominante y se pronuncia sobre los criterios necesarios para calificar si ésta existe o no en el mercado; así mismo considera que “una calificación de ese género, en principio escapa a la jurisdicción constitucional y difícilmente puede adelantarse en el marco de un proceso de tutela. Añádase a lo anterior que la libertad de 59 79 precisamente a las dos razones anteriormente enunciadas, es decir, a la necesidad de evaluar una gran cantidad de factores para determinar la existencia de un abuso de la posición dominante, y a la dificultad que se presenta para desarrollar el tema en el marco de la jurisdicción Constitucional tanto por la complejidad del tema, como por la improcedencia de la acción de tutela como mecanismo para la protección de los derechos que se afectan mediante estas prácticas. Creemos también que otra de las razones por las cuales los pronunciamientos de la Corte Constitucional han sido tan escasos en este campo, es precisamente porque existen otros mecanismos para acudir a la jurisdicción y obtener la protección en caso de existir un abuso de la posición dominante; con ello nos referimos a la posibilidad que tienen de conocer de este tipo de casos tanto los jueces civiles, como la Superintendencia de Industria y Comercio, lo que en la práctica se ha mostrado como mecanismo más idóneo para dar cumplimiento a las disposiciones legales del caso. competencia y la libre competencia, son derechos que no tienen el carácter de fundamentales y que, por ende, sus vulneraciones no son objeto de la acción de tutela.” 80 CONCLUSIONES • Aunque tradicionalmente los autores han dividido el estudio del derecho en derecho privado y derecho público, este estudio ha sido un claro ejemplo de que el derecho es en realidad uno sólo. La tajante división entre derecho privado y derecho público tiene una mayor aplicación en el campo académico, pues en la práctica vemos que las relaciones jurídicas abarcan aspectos de las dos ramas mencionadas. • La jurisprudencia de la Corte Constitucional en materia de prácticas comerciales restrictivas y abuso de la posición dominante en el mercado es bastante escasa; consideramos que tal situación encuentra sustento en la existencia de otros medios de protección de la libre competencia distintos a la acción de tutela y que no se enmarcan en el ámbito de la jurisdicción constitucional. En efecto, existe una actuación de carácter administrativo 81 que se surte ante la Superintendencia de Industria y Comercio para este tipo de asuntos; en el Decreto 2153 de 1992 se otorgó a esta entidad la competencia para investigar y sancionar las conductas constitutivas de prácticas comerciales restrictivas, y se estableció el procedimiento a seguir para ello. Es importante decir que las decisiones que se tomen como consecuencia de esta actuación son actos administrativos demandables exclusivamente ante el Consejo de Estado. Así mismo, los particulares cuentan con la posibilidad de acudir ante la jurisdicción ordinaria para demandar aquellas conductas contrarias a la libre competencia por tener objeto ilícito, y adicionalmente, a diferencia de lo que ocurre en el procedimiento administrativo, es posible solicitar la indemnización de perjuicios. Además, el legislador ha regulado las denominadas acciones populares y de grupo, de consagración constitucional, creadas para solicitar ante la jurisdicción ordinaria o contencioso administrativa según el caso, la protección de derechos o intereses colectivos; precisamente, la ley 472 de 1998 que regula lo referente a este mecanismo jurisdiccional, señala expresamente que la libre competencia es uno de los intereses colectivos susceptibles de ser protegidos por esta vía. • Al ser poca la jurisprudencia encontrada con relación a las Prácticas Comerciales Restrictivas, podríamos decir que la influencia de la interpretación jurisprudencial de la Corte Constitucional en esta institución jurídica es realmente escasa. Sin embargo, resulta claro que las herramientas jurídicas y legales se han creado y están a disposición de todas las personas, lo cual sin duda abre la posibilidad para que a futuro se discutan muchos más casos ante la jurisdicción constitucional de forma tal, 82 que la Corte tenga la oportunidad de pronunciarse, y así la influencia de sus fallos en esta institución pueda ser mayor. • El artículo 241 de la Constitución Política, señala de manera taxativa las funciones atribuídas a la Corte Constitucional, e indica que a ésta le corresponde decidir sobre las demandas de inconstitucionalidad que presenten los ciudadanos contra leyes y contra ciertos decretos del gobierno nacional. El régimen general de competencia esta contemplado principalmente en la Ley 155 de 1959 y en el Decreto 2153 de 1992, normas que no han sido objeto de pronunciamiento por parte de dicha corporación; creemos que la ausencia de jurisprudencia respecto de la primera de las normas citadas obedece a que ningún ciudadano haya acudido a la Corte para solicitar su revisión. Por su parte, el decreto mencionado es de carácter reglamentario, de ahí que la Corte no tenga competencia para llevar a cabo el análisis de constitucionalidad; en efecto, el artículo 241 C.P. no le atribuye el conocimiento sobre esta clase de decretos; por ello y en virtud del artículo 237, numeral 2 de la Constitución, le corresponde al Consejo de Estado llevar a cabo dicho análisis. Es por esto que podemos afirmar que el campo de acción de la Corte Constitucional en materia de prácticas comerciales restrictivas es bastante limitado; por una parte, se encuentra subordinado a la participación e interés de los ciudadanos en activar el aparato jurisdiccional con miras al control constitucional de las leyes relacionadas; y por otra parte el hecho de ser el Consejo de Estado el órgano que finalmente tiene la potestad de pronunciarse al respecto, deja sin posibilidades a la Corte de emitir fallos y por ende jurisprudencia sobre el tema. • En materia de competencia existen, además del régimen general de competencia propio del derecho privado, unos regímenes especiales para 83 determinadas actividades de interés público e intervención estatal que se aplican de manera preferente al régimen general. Dichos regímenes están consagrados en las leyes que regulan tales actividades y respecto de las cuales no ha habido pronunciamientos de la Corte Constitucional en relación con el aspecto específico de la competencia; ello porque no ha habido lugar a demandas de inconstitucionalidad en la materia. De todas maneras, de acuerdo con la jurisprudencia analizada, los pocos pronunciamientos que hay relacionados con algunas de esas actividades de interés estatal, se desarrollan a partir el postulado general del derecho a la igualdad y no tratan las prácticas restrictivas de la competencia propiamente dichas. • Existe una característica común en los pronunciamientos de la Corte Constitucional relativos a las relaciones de los particulares que intervienen en el mercado; estos se desarrollan a partir del acceso al uso del espectro electromagnético y a la actividad notarial, aspectos ambos en los cuales, si bien hay de por medio un servicio prestado por particulares, la intervención por parte del Estado se hace necesaria con miras a proteger el carácter social que revisten y los bienes públicos que resultan implicados. En ese orden de ideas se puede afirmar que los pronunciamientos jurisprudenciales respecto de materias con características tan particulares, tienden a proteger la igualdad en el acceso al mercado, pero bajo el argumento de la necesaria intervención estatal en tales asuntos; por ello, aún existe incertidumbre respecto de la manera en la que este tipo de derechos serán protegidos cuando se trate de particulares que no presten servicios de interés público. • La Corte Constitucional ha desarrollado un concepto de espectro electromagnético que toma en consideración más elementos técnicos que jurídicos, lo cual es una consecuencia lógica de la naturaleza de este bien de uso público. 84 • La Corte Constitucional se ha pronunciado en el sentido de definir el acceso al uso del espectro electromagnético como un derecho fundamental, lo cual trae como consecuencia la posibilidad de ser protegido vía acción de tutela. Creemos que este planteamiento constituye una interpretación forzada, porque a pesar de encontrar su sustento en el derecho a la igualdad, compartimos la idea del doctor Manuel José Cepeda61 en cuanto a que lo que realmente le da el carácter de fundamental a un derecho es el hecho de que éste sea inherente a la persona humana. Sin embargo, como el autor mencionado lo señala al tratar de establecer cuales son los derechos constitucionales fundamentales “La Corte Constitucional tiene la última palabra, mientras la propia constitución no responda la pregunta.” Dado que la Corte Constitucional desarrolla el carácter de fundamental del derecho al acceso al espectro electromagnético con base en el derecho a la igualdad, ha remitido a otras sentencias en las que trata de manera más extensa tal derecho, utilizando para ello el test de razonabilidad, el cual no ha sido analizado en esta investigación por cuanto ello desborda el objeto de este estudio. • La interpretación de la igualdad de oportunidades en el acceso al espectro electromagnético (Artículo 75 C.P.) resulta especialmente compleja, pues hay que trazar una línea muy sutil entre las medidas que toma el legislador con el fin de proteger la competencia, y aquellas que por el contrario afectan la igualdad en el acceso al espectro. Los fallos reseñados en esta investigación, ponen de presente el importante esfuerzo que ha hecho la Corte Constitucional para tratar de delimitar con cierta precisión esa compleja línea. 61 CEPEDA, Manuel José. Los derechos fundamentales en la Constitución de 1991. Editorial Temis, segunda edición. Bogotá, 1997. Pág. 2. 85 • En cuanto al tema específico del abuso de la posición dominante, la Corte Constitucional, no se ha pronunciado de manera contundente, pues las referencias que se han hecho a esta figura no constituyen en ningún caso la ratio decidendi de las sentencias, de tal suerte que si bien es de notar el avance en cuanto al desarrollo del concepto, también es de suma importancia destacar que éste tema, como bien lo reitera la Corte en sentencia T-240 de 1993, en principio escapa a la jurisdicción constitucional, luego las referencias que se han hecho en esta materia son mínimas, y no constituyen por tanto un marco de referencia amplio del tema, que permita identificar claramente el sentido y alcance de ésta figura jurídica. • Es de suma importancia poner en conocimiento de la población en general, la existencia de las herramientas jurídicas propias del derecho de la competencia, pues del análisis de la jurisprudencia de la Corte Constitucional, se puede concluir que únicamente algunos sujetos pertenecientes a determinados sectores económicos, han sido los destinatarios de dichos pronunciamientos, de tal forma, que a pesar del amplio margen de protección que se puede brindar a través de los diferentes mecanismos creados por la ley, el desconocimiento de estas posibilidades ha hecho que el ideal de protección deseada quede relegado al campo teórico, dejando de lado la finalidad práctica pretendida. Consideramos que aun no existe una conciencia real y un claro interés de las personas en general sobre el derecho a la libre competencia, que los estimule para buscar su protección vía tutela, bien sea para lograr que se reconozca como un derecho fundamental, o que se proteja por su conexión con otro derecho fundamental. A pesar de haberse introducido en la Constitución Política una nueva concepción sobre la libre competencia y la 86 necesidad de evitar las prácticas contrarias a ella, los empresarios y pequeños comerciantes aun no tienen una mentalidad clara en el tema y no son conscientes de la necesidad y ventajas que tiene lograr un profundo desarrollo jurisprudencial del mismo. • La incidencia de los pronunciamientos de la Corte Constitucional en la legislación sobre prácticas restrictivas de la competencia y en las normas que imponen limitaciones necesarias para el ejercicio de ciertas actividades, radica en ambos casos en legitimar y hacer efectivo el principio de igualdad, fundante de un Estado Social y Democrático de Derecho como es Colombia, puesto que el contenido sustancial de la jurisprudencia analizada se desarrollo en torno a la garantía de este principio constitucional. Consideramos que futuros pronunciamientos consignarán como hasta ahora, un aval a la regulación que haga el Congreso sobre actividades en las que este de por medio la libertad económica, la libre competencia y la libre iniciativa privada. Incluso, tratándose de casos de actividades en los que la intervención del Estado sea mínima y haya una relación entre particulares estrictamente de derecho privado, la Corte podría seguir una línea de jurisprudencia montada sobre la necesidad de garantizar la igualdad real y material para corregir las desigualdades de hecho que inevitablemente existen en la sociedad. 87 LÍNEA DE JURISPRUDENCIA 1993 1994 1995 1996 1997 1998 C - 216 / 94 C - 310 / SU - 182 96 / 98 C - 398 / C - 711 / C - 350 / 95 96 97 T - 081 / C - 093 / 93 96 C - 318 / 94 T - 624 / 95 T - 230 / 94 88 BIBLIOGRAFÍA • Acuerdo de Cartagena, Decisión 285. • ALMONACID SIERRA Juan Jorge, GARCÍA LOZADA Nelson Gerardo. 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