LA PRODUCCIN ECOLGICA EN ESPAA: UNA OPORTUNIDAD

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LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA EN ESPAÑA: UNA
OPORTUNIDAD PARA UNA ECONOMÍA SOSTENIBLE
Sociedad Española de Agricultura Ecológica
SEAE
1
Introducción
España acaba de superar a Italia en número de hectáreas dedicadas a la
producción ecológica. Con ello, nuestro país se sitúa a la cabeza de Europa, alcanzando
1.317.752 hectáreas (datos a 31 de Diciembre de 2008, últimos datos publicados por el
MARM). España es, pues, el país líder en la Unión Europea en la producción de
alimentos y fibras prodecentes de cultivo ecológico (REC 834/2007). La Agricultura
ecológica en España viene creciendo a fuerte ritmo desde finales de la década de los
noventa y significa ya más del 4,5% de la superficie agraria utilizada por las
explotaciones(casi el 16% en Andalucía).
Este crecimiento tan importante se ha visto acompañado de un aumento también
significativo en el número de operadores, sobre todo agricultores que han reconvertido
sus explotaciones a cultivo ecológico. Actualmente, el sector cuenta con un total de
23.473 operadores. Un crecimiento también firme ha mostrado la industria
agroalimentaria vinculada a la producción ecológica. Los establecimientos industriales
casi se han duplicado desde 2001, alcanzando los 2.604 a finales de 2008.
El éxito que ha cosechado en los últimos años la agricultura ecológica se debe en
buena medida al efecto combinado de varios factores, la caída en la rentabilidad de
algunas producciones convencionales, el deterioro que han sufrido los recursos
naturales y las mayores exigencias en calidad y seguridad alimentaria que manifiestan
los ciudadanos. Este comportamiento de los consumidores europeos ha abierto un vasto
mercado para los alimentos ecológicos y ha estimulado su producción. Ha dejado de
constituir un sector marginal e ideologizado, tanto desde el punto de vista de los
productores como de los que consumen sus productos, para convertirse en un subsector
pujante de la agricultura española, que tiene en los mercados exteriores su principal
salida pero que comienza a penetrar con fuerza en el mercado interior, siendo cada vez
con mayor frecuencia objeto de las preferencias de un segmento relevante de los
consumidores españoles mejor informados y con cierta capacidad de compra.
Las expectativas de crecimiento son, además, bastante halagüeñas. El deseo de
consumir productos saludables y no contaminados se une a la predisposición que
muestran muchos consumidores a involucrarse activamente en la conservación del
medio ambiente. Las reducidas cifras de consumo interior que presenta aún España
hacen pensar, si se solventan ciertos problemas en la distribución, en una importante
expansión de la demanda que seguro redundará en un crecimiento aún mayor de la
superficie certificada. Por otro lado, la última reforma de la PAC ha apostado por la
mejora de la calidad agroalimentaria, el respeto al medio ambiente y al bienestar animal,
aspectos que son seña de identidad de la agricultura ecológica.
2
Estos datos hacen pensar en que la agricultura ecológica puede dejar de ser un
sello más de calidad agroalimentaria para convertirse efectivamente en una alternativa a
la agricultura convencional que se practica en la Unión Europea, gracias a los efectos
beneficiosos que se le suponen sobre la conservación de los sistemas agrarios, la renta
de los agricultores y, en definitiva, sobre el desarrollo rural. Sin embargo, el sector de la
agricultura ecológica en España es un sector mal conocido, tanto desde el punto de vista
económico como ambiental. El apoyo público que se le pueda dispensar será decisivo a
la hora de reforzar la competitividad del sector agrario en unos mercados cada vez más
globalizados y exigentes, donde la apuesta por la calidad y el respeto al medio ambiente
constituyen la forma más segura de competir frente a producciones proveniente de
países con menores costes de producción y normas de cultivo menos exigentes.
La agricultura ecológica y el sector agrario español.
La agricultura ecológica viene experimentando un fuerte crecimiento en Europa
y en general en todo el mundo (IFOAM, 2009). Ccomo se puede observar en el Gráfico
1, se ha producido un considerable crecimiento en la Unión Europea, más acusado a
partir de 1993 como consecuencia de la paulatina normalización legislativa y la entrada
en vigor de las ayudas agroambientales. Así, se ha pasado de poco más de seis mil
explotaciones que abarcaban apenas cien mil hectáreas en 1985 a cerca de 129 mil
explotaciones con más de cinco millones de hectáreas cultivadas en 2004. En
consecuencia, la tasa media de crecimiento anual para el periodo considerado (19852004) es muy elevada: 23% y 17,2% en los casos de la superficie y número de
explotaciones, respectivamente.
Gráfico 1. Evolución de la agricultura ecológica en la Unión Europea (15)
160
6000
Superficie (000 ha)
120
4000
100
80
3000
60
2000
40
1000
20
0
1985 1986 1987 1988 1989
0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Fuente: Elaboración a partir de Lampkin (2003) y Eurostat (2006)
La evolución de la agricultura ecológica en el conjunto de la UE ha estado muy
influenciada por el establecimiento de apoyo institucional, desde que a inicios de los
años noventa del siglo pasado se estableciera la base normativa que regula este sector, el
R(CEE) 2092/91 como clarificador de la situación legal de este sector, así como el
R(CEE) 2078/92 relativo a las subvenciones destinadas al mismo y últimamente el R
(CE) 834/2007. Otros factores, como las expectativas de nuevos mercados y los
3
Explotaciones (000)
140
5000
escándalos alimentarios (pollos con dioxinas, encefalopatía espongiforme bovina…)
también han influido notablemente en el desarrollo de la agricultura ecológica (Lampkin
y Padel, 1994; Alonso, 2001).
Evolución de la agricultura ecológica en España
Distribución porcentual del número de explotaciones y superficie ecológicas en
España por Comunidades Autónomas en 2005
Las perspectivas de mercado que tiene actualmente la agricultura ecológica
certificada, las escasas dificultades existentes para practicarla, y el apoyo institucional
que se le brinda desde Bruselas y, en el caso español, desde algunas comunidades
autónomas, hacen albergar esperanzas respecto al crecimiento futuro del sector en
4
concordancia con lo que está ocurriendo en otros países de la UE. La agricultura
ecológica va a continuar siendo el principal instrumento para la mejora de la
sustentabilidad de la agricultura española, siempre y cuando las condiciones
institucionales que están favoreciendo su crecimiento no sólo no se modifiquen sino que
se consoliden e incluso se amplíen.
Los impactos sobre el medio ambiente y el medio rural.
La agricultura ecológica está permitiendo la generación de impactos
socioeconómicos positivos en el marco del desarrollo rural europeo (Ploeg et al., 2002),
añadiendo a la generación de renta y empleos adicionales respecto a la agricultura
convencional (Offerman y Nieberg, 2000) a través de la producción y comercialización
de productos de calidad, un manejo de los agrosistemas que contribuye de reducir las
externalidades ambientales negativas sobre los recursos naturales (suelo, atmósfera,
agua) y los seres vivos (biodiversidad y salud humana). Veamos sucintamente, a partir
de los trabajos realizados por varios autores (Stolze et al., 2000; Alonso y Guzmán,
2004), los posibles beneficios, no contabilizados económicamente, de la expansión de la
agricultura ecológica con respecto a la mitigación de tales externalidades. En la tabla
siguiente se presenta un esquema de valoración adaptado de estos autores, en el que se
señala en sombreado un rango de impacto comparado de carácter cualitativo, donde la
equis indica la valoración media, calculado a partir de una extensa revisión bibliográfica y
consultas a expertos de numerosos países.
El mantenimiento y mejora de la fertilidad del suelo juega un papel fundamental en
el manejo ecológico de los cultivos, dado que es el soporte físico y nutritivo de los
mismos. Para ello, es muy frecuente en el cultivo ecológico la realización de rotaciones de
cultivos en función de la familia botánica a la que pertenecen, la colonización radicular,
etc.; la adición periódica de materia orgánica como compost o estiércol; y el
mantenimiento de flora espontánea o la siembra de especies como cultivo de cobertura y/o
abono verde, entre otras prácticas agrícolas. Así, se ha constatado que el contenido de
materia orgánica y el grado de cobertura vegetal son mayores en suelos con manejo
ecológico que en convencionales, lo que incide directamente en una mayor actividad
biológica y, en una mejor estructura edáfica, aunque en este último caso no se han
encontrado diferencias concluyentes, probablemente debido a que se requieren periodos de
tiempo altos para que las diferencias estructurales se manifiesten. También se ha
encontrado un mayor potencial de control de la erosión en suelos manejados
ecológicamente (principalmente por la no utilización de herbicidas), aunque es necesario
apuntar que el excesivo laboreo puede reducir ese mayor potencial.
Las diferencias de manejo ecológico y convencional también se reflejan en los
impactos sobre la atmósfera, siendo los principales el efecto invernadero y el cambio
climático, la reducción de la capa de ozono, la lluvia ácida y la polución generalizada.
Obviamente, hay una significativa menor contaminación del aire bajo un manejo
ecológico, dado que los plaguicidas químicos no están permitidos. En el caso de dióxido de
carbono se puede decir que las emisiones por hectárea se reducen entre un 40% y un 60%
con la transformación de convencional a ecológico, dependiendo de la orientación
productiva, debido a la no utilización de fertilizantes nitrogenados y plaguicidas químicos,
y el bajo uso de fertilizantes potásicos y fosfóricos y alimentos concentrados. Por otro lado,
no existen evidencias de que haya diferencias significativas entre uno y otro manejo
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respecto a las emisiones de metano y óxido de nitrógeno (que principalmente ocurren en
sistemas inundados, como el arroz, y en granjas ganaderas).
Valoración del impacto ocasionado por la agricultura ecológica respecto a la
convencional
Indicadores
2
1
Suelo
X
Materia orgánica
X
Actividad biológica
0
-1
X
Estructura
X
Erosión
X
Atmósfera
X
CO2
X
N2O
X
CH4
X
Plaguicidas
X
Agua
X
Lixiviación de nutrientes
X
Plaguicidas
X
Diversidad
X
Diversidad de flora
X
Diversidad animal
X
Seres vivos
X
Residuos de plaguicidas
X
Nitratos
X
Metales pesados
X
Antibióticos
X
Leyenda: 2 = mucho mejor, 1 = mejor, 0 = similar, -1 = peor
Fuente: Adaptado de Stolze et al. (2000)
La contribución de la agricultura y ganadería ecológicas a la protección de los
recursos hídricos proviene principalmente de la no utilización de fertilizantes y plaguicidas
químicos, y de mantener unas cargas ganaderas por superficie más bajas. También existen
numerosas explotaciones ecológicas mixtas en las que se producen importantes sinergias
entre el subsistema agrícola y el ganadero, de tal manera que el estiércol es manejado
eficazmente para ser aprovechado como fertilizante dentro de la explotación. En general
las pérdidas de nitratos por lixiviación son menores en fincas ecológicas que en
convencionales, siendo especialmente bajas en cultivos con cobertura vegetal viva; sin
embargo, el proceso de maduración del estiércol en montones puede ocasionar pérdidas
significativas si el suelo no está bien impermeabilizado.
La artificialización del ecosistema que supone la actividad agraria reduce la
biodiversidad del mismo. Ahora bien, la conversión de explotaciones agrarias
convencionales hacia ecológicas contribuye al incremento de la diversidad de la flora y
fauna, y con ello, a mejorar el paisaje y a revalorizar el medio rural. Se ha constatado una
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mayor diversidad de especies cultivadas (incluidas variedades tradicionales con una amplia
diversificación genética), así como de flora espontánea y fauna (micro, meso y macro)
salvaje en múltiples campos de cultivo ecológicos, debido a la ausencia de plaguicidas y
fertilizantes químicos, aplicación de materia orgánica, etc., que permiten conformar nichos
ecológicos diversificados creando condiciones para el desarrollo de múltiples formas de
vida y para el fortalecimiento de nuevas cadenas tróficas.
Existen aún numerosas incógnitas, dada la poca investigación que se ha llevado a
cabo, sobre los efectos que acompañan a los alimentos en el ser humano. No obstante, a
modo de ejemplo es de señalar que en el sector agrario los efectos cancerígenos son muy
graves (principalmente por los plaguicidas), habiéndose encontrado tasas muy elevadas de
ciertos tipos de cáncer en agricultores y trabajadores agrícolas. Los compuestos con cloro y
carbono son especialmente peligrosos por su persistencia a lo largo de la cadena trófica; es
más, dado que no son hidrosolubles se almacenan preferentemente en los últimos
eslabones de la cadena: los tejidos grasos de los animales y, por supuesto, del ser humano.
Así, existen sustancias químicas, como el dietilestilbesterol (DES), los PCB, el DBCP
(nematicida), el kepone y metoxicloro (plaguicidas organoclorados), que alteran los
efectos del estrógeno, hormona sexual femenina: se han detectado casos en los que los
testículos de hombres expuestos al DES cuando estaban en el útero materno no han
descendido, lo que constituye uno de los principales factores de riesgo del cáncer de
testículos. Obviamente, el riesgo de contaminación de los productos alimenticios por
nitratos, plaguicidas o antibióticos es mucho menor en aquellos producidos bajo técnicas
ecológicas que en la proveniente del cultivo convencional. Sin embargo, no existen
resultados concluyentes respecto a otro tipo de sustancias, tales como micotoxinas o
metales pesados.
Desde un punto de vista económico, los impactos que de la agricultura ecológica
pueden considerarse positivos. Sirva como botón de muestra lo que acontece en
Andalucía. Según el estudio realizado por M. Soler, D. Pérez y J. Molero (2009) la
producción final agraria ecológica alcanzó en 2005 a precios básicos poco más de 165
millones de euros. Ello supone el 1,63% de la producción final agraria del sector en su
conjunto, ya que la producción ecológica es menos intensiva que la convencional. Ello
es debido a la preponderancia de cultivos y aprovechamientos que generan escaso valor
añadido y a que las tierras dedicadas a cultivo ecológico son en general menos
productivas que la media de las convencionales. El olivar es buena prueba de ello. No es
que, como a menudo se cree sin fundamento, la producción ecológica dé menores
rendimientos, sino que se trata de olivares poco productivos sea cual sea su manejo.
En ese sentido, la AE está contribuyendo de manera significativa a mantener la
actividad agraria en zonas de baja competitividad de la agricultura convencional.
Comarcas como el Valle de los Pedroches, la Sierra de Huelva, la Sierra de Segura, el
Norte de la provincia de Granada, etc. son comarcas en las que la producción ecológica
se ha convertido en la alternativa más viable a la crisis de rentabilidad que atraviesan las
explotaciones. Especialmente cierto es esto en los territorios comprendidos en los
Parques Naturales o en sus zonas de influencias, donde se convierten también en un
valor añadido que refuerza la oferta ambiental de los parques y es más compatible con
las restricciones que los espacios protegidos suponen.
No obstante, en los últimos años ha emergido un potente sector intensivo y muy
competitivo en torno a las frutas y hortalizas y en menor medida al aceite, que significa
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un porcentaje muy importante del valor de la producción ecológica y que refleja la
progresiva especialización del sector. Significa también que los mercados comienzan a
traducir las preferencias de los consumidores por productos libres de residuos tóxicos y
con cierto nivel de calidad. Son estas las producciones que están mejor adaptadas a los
mercados y menos apoyadas en subvenciones procedentes de la PAC. El sector de frutas
y hortalizas tiene, por tanto, un alto potencial de crecimiento en Andalucía que, seguro,
van a protagonizar no sólo las explotaciones al aire libre, sino también el dinámico
sector hortofrutícola bajo plástico que va a poder seguir manteniendo así su importante
cuota de mercado en Europa y terceros países, superando las restricciones ambientales y
de seguridad alimentaria que los consumidores exigen cada vez con más rigor a sus
gobiernos. En este sentido, la Agricultura Ecológica debiera constituir una apuesta
estratégica que permitiría al sector agroalimentario español mantener e incluso
incrementar su capacidad competitiva.
La Ley de Economía Sostenible: una oportunidad para impulsar la Agricultura
Ecológica.
No obstante, las subvenciones son vitales para el sostén de la renta agraria de las
explotaciones ecológicas. En algunos subsectores (ganadería, herbáceos de secano y
frutos secos principalmente), el montante de las subvenciones (las derivadas de los
pagos del primer pilar más las agroambientales) representa un porcentaje muy
importante del excedente de explotación. Las subvenciones compensan la pérdida de
rendimientos en frutos secos, olivar de baja producción, o cultivos de cereales en
secanos poco productivos. El peso de las subvenciones en la renta de muchas
explotaciones ecológicas, tanto en la mayoría de las producciones ganaderas, en una
buena parte de las explotaciones de olivar como, en general, en las extensivas, hace que
una parte nada despreciable de la producción ecológica se comercialice como productos
convencionales, perdiendo el precio-premio que son acreedores los alimentos
ecológicos. La atomización de la oferta, su falta de organización, la falta de canales
ciertos de comercialización, la aún escaso nivel de consumo interno son también causas
que explican este desvío hacia canales convencionales de la producción ecológica.
Por contraste, se sufre cierto desabastecimiento del mercado interior y pérdida
de capacidad competitiva en los mercados exteriores como consecuencia del déficit en
la producción ecológica de frutas y hortalizas. Éste es un handicap muy importante para
el desarrollo del mercado interior, mercado este cuyo desarrollo constituye la estrategia
más segura y ambientalmente sostenible para la consolidación e incluso para nuevos
crecimientos de la agricultura ecológica.
Ciertamente, la AE está siendo refugio de producciones en crisis. Las ayudas son
la única manera de que subsistan. De ello puede dar idea el hecho de que las
subvenciones en conjunto (las provenientes del primer pilar más las agroambientales)
suponen el 43% del valor de la producción final olivarera, el 71% de la producción de
frutos secos y nada menos que el doble del valor de la producción en el caso de los
cultivos extensivos. En este último caso, la renta es prácticamente igual al valor de las
ayudas, sin ellas no habría cultivo. Son tierras de secano de muy baja productividad. El
paso a producción ecológica se justifica en estos casos por el plus que significa la
percepción de las subvenciones o porque se reemplean en explotaciones ganaderas a las
que pertenecen.
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Con los frutos secos, es su mayoría explotaciones de almendro, ocurre otro tanto,
sin llegar ciertamente al nivel de los cultivos extensivos. Las ayudas suponen casi el
78% de la renta que perciben sus titulares. El excedente medio de explotación alcanza,
en estos casos, el 95% del monto total de las subvenciones. Ello quiere decir que son
cultivos en los que las ayudas resultan decisivas, provenientes en exclusiva de las
ayudas agroambientales y el sello ecológico una buena oportunidad para paliar la baja
rentabilidad de las tierras, situadas en zonas de montaña y bajas precipitaciones, con
suelos muy pobres y fuertes pendientes. Para el olivar de baja producción la subvención
es decisiva para su propia subsistencia como explotación, por ello más de 30.000 ha se
han reconvertido a la producción ecológica y han encontrado en ella una posibilidad de
obtener una renta mínima.
Quizá sea en la ganadería donde esta tendencia haya alcanzado situaciones más
extremas. Las subvenciones equivalen al 69,4% del valor de la producción y gracias a
ellas, la renta ganadera supera a este en un 18%. La ganadería necesita para subsistir de
las ayudas agroambientales, máxime en una coyuntura de graves dificultades para la
ganadería en general y para la ecológica en particular por la escasez y alto precio de los
piensos.
La afluencia al sector ecológico de este tipo de explotaciones tiene efectos muy
positivos tanto desde el punto de vista económico, social como ambiental. Ahora bien,
para que ello sea posible es imprescindible que se mantengan de manera indefinida las
ayudas a la renta de forma que se compensen los servicios que tales explotaciones
prestan a la sociedad andaluza y a su medio ambiente. Porque tales explotaciones
mantienen la biodiversidad, protegen el suelo frente a la erosión, evitan su
contaminación y la del agua, contribuyen a la mitigación del cambio climático, etc. La
Administración, en nombre de la sociedad, debe comenzar a reconocer estos servicios y
remunerarlos adecuadamente.
En este sentido, se debe superar el enfoque tradicional que considera al
agricultor un productor de alimentos o materias primas. La actividad agraria en general
y la agricultura ecológica en particular desempeñan funciones básicas para el
mantenimiento de la vida y de la sostenibilidad de las actividades humanas,
especialmente en las zonas urbanas. La sociedad reconoce cada vez más el carácter vital
de tales funciones, rescatando al campo del lugar secundario al que se ha relegado. Una
de las manifestaciones de este lugar subalterno ha sido el continuo deterioro de las
retribuciones recibidas por los agricultores para remunerar su trabajo, reducidos, como
hemos dicho, a la mera condición de productores de alimentos y materias primas. En
ecosistemas como los nuestros, la actividad agraria realizada de manera sostenible
contribuye decisivamente a mantener la biodiversidad, la calidad de las aguas, el nivel
de materia orgánica del suelo, la fertilidad de los agroecosistemas, etc. y contribuye al
secuestro de carbono, a la reducción de los gases de efecto invernadero y, por tanto, a la
mitigación del cambio climático.
El sistema de incentivos actual, incluso el que recientemente establece la nueva
PAC dentro del eje 2 del FEADER, está lejos de reconocer como se merece los
servicios ambientales que prestan la agricultura ecológica y la seguridad alimentaria
que proporcionan a los consumidores.
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La producción sigue necesitada, pues, de un apoyo económico más decidido que
anime a un número mayor de agricultores a reconvertir sus explotaciones y mantenga en
el sector a los que ya están. Pero la dependencia de las ayudas públicas sólo se reducirá
si las explotaciones ecológicas son rentables y mejoran los ingresos de los agricultores.
Para conseguirlo es preciso reducir los costes de producción, hoy anormalmente altos,
procurando cerrar al máximo los ciclos e incrementando la autonomía de las
explotaciones. Se trata de asegurar el suministro de los insumos necesarios a precios
reducidos o sin coste para el agricultor, de tal manera que pueda beneficiarse de un uso
menor de estos y del aprovisionamiento esencialmente local que por naturaleza es
privativo de la producción ecológica. Para ello se necesita el apoyo público y la
continuidad y la ampliación de los planes de fomento que algunas administraciones han
puesto en marcha.
Propuestas.
Como establece el artículo 1º del anteproyecto de ley de Economía Sostenible, el
objeto de la misma es: “introducir en el ordenamiento jurídico las reformas estructurales
necesarias para crear condiciones que favorezcan un desarrollo económico sostenible”.
La Agricultura y la ganadería Ecológicas constituyen una herramienta que por su
efectos positivos puede contribuir a ello, no sólo en el sector agrario --al que no se alude
en este anteproyecto, pese al enorme impacto ambiental que tiene una actividad que
involucra más de la mitad de territorio nacional y más de la mitad de los ecosistemas-sino también en el resto de la economía de nuestro país, al elevar su grado de
sostenibilidad mediante la mejora de los servicios ambientales que prestan nuestros
ecosistemas. Sin esos servicios ambientales, que la agricultura convencional deteriora,
problemas ambientales como el calentamiento global pueden incrementar su impacto
negativo.
La agricultura y la ganadería ecológicas constituyen ya una espléndida realidad
en España, de tal manera que su inclusión en el anteproyecto reforzaría un sector que ha
convertido a nuestro país en líder europeo de la producción de alimentos y fibras
orgánicas. Un sector cuyo fomento no exige ni grandes inversiones ni grandes cambios
institucionales, sólo el reforzamiento de las ya tomadas y su ampliación al conjunto de
las administraciones.
En consecuencia, la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE)
propone se recoja una mención expresa en el texto del anteproyecto a la Agricultura
Ecológica, al desarrollo de planes de fomento y al necesario soporte institucional y
financiero, instando al gobierno al desarrollo normativo posterior que favorezca dos
aspectos básicos: i) medidas de fomento de la producción y del consumo de productos
ecológicos, incluyendo la compra pública; y ii) el reconocimiento de la contribución
positiva que los agricultores ecológicos realizan a la mitigación del cambio climático y
la conservación óptima de los servicios ambientales básicos, abriendo las puertas a la
posibilidad de --como se está haciendo ya en bastantes países y como se recogió en el
anteproyecto de ley de Desarrollo del Medio Rural, incluso en los Presupuestos
Generales del Estado de 2008-- al pago por los servicios ambientales.
Dicha mención podría hacerse en el preámbulo de la ley y de manera explícita
en el Título III, Capítulo II, artículos 109 y 110. En el artículo 109 añadiendo al
apartado 2 un nuevo parágrafo: h): “El fomento de la agricultura y la ganadería
10
ecológicas”. Y al artículo 110, incorporando una mención al parágrafo 1: “Las empresas
y personas físicas que así lo deseen podrán compensar sus emisiones de CO2 a través de
inversiones en incremento y mantenimiento de masas forestales, programas agrarios de
reducción del CO2, agricultura y ganadería ecológicas y otros programas que se
establezcan por la Administración General del Estado, en colaboración con las
Comunidades Autónomas. Igualmente se deberían incluir las inversiones necesarias
para la reconversión o instalación de fincas y establecimiento agroindustriales para la
producción ecológica en las deducciones de la cuota previstas en el apartado 1.1 del
artículo 112º del anteproyecto.
No obstante lo dicho, la SEAE entiende que el anteproyecto de Economía
Sostenible carece de un título o al menos de un capítulo específico en el que se
desarrollen acciones tendentes a conseguir un modelo de desarrollo del sector agrario
que concuerde también con la filosofía de la ley y que no están recogidas
suficientemente en la vigente ley de desarrollo rural. En el marco de dicho título o
capítulo deberían desarrollarse más y mejor medidas de fomento efectivo de la
agricultura y la ganadería ecológicas.
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