EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD Y EL QUERELLANTE EN EL

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EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD Y EL QUERELLANTE EN EL
CÓDIGO PROCESAL PENAL DE LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO.
Por PABLO IRIBARREN
La última reforma al CPP de esta provincia, ha introducido diversos criterios
de oportunidad en cabeza del agente fiscal, quien podrá prescindir total o
parcialmente del ejercicio de la acción penal. Estos criterios reglados por el
art. 180 ter ponen a nuestra ley ritual en una posición de avanzada con
respecto a los demás códigos de procedimientos penales del país. Los dos
artículos siguientes (180 quater y quinto) completan la regulación del instituto
estableciendo sus efectos y el control de la decisión fiscal. El procedimiento
adoptado es coherente con la intención del legislador de avanzar hacia un
procedimiento acusatorio, en el que la acción penal queda en manos del
Ministerio Público. Prueba de ello es el control de lo decidido por el Fiscal de
grado a través de la intervención del Fiscal Cámara. El panorama se
complica, cuando a pesar de la oposición de la víctima, se decide en favor del
criterio de oportunidad. En tal supuesto los artículos mencionados, habilitan
la persecución del hecho por parte de la victima por medio de la “acción
privada”. La falta de precisión legislativa sobre el tipo de procedimiento que
debe seguir el ofendido de un delito de acción pública, ha llevado en la
práctica a que los fiscales eviten aplicar el principio de oportunidad cuando
la victima se opone, aunque sea injustificadamente.
No me cabe duda que una reforma del Código en este aspecto resulta
inevitable. Sin perjuicio de ello, estimo que planteado un caso, se pude llegar a
una solución compatible con los principios que llevaron a plasmar el instituto
dentro de nuestro Código. Someramente recordemos siguiendo a Clariá
Olmedo (Derecho Procesal Penal T II Pág. 31) las variantes que puede asumir
el querellante. El llamado querellante subsidiario es aquel que solo actúa
cuando el Ministerio Fiscal abandona o no ejerce la acción penal de un delito
de acción pública. El querellante adhesivo es un mero colaborador del
Ministerio Fiscal, adhiriéndose a sus conclusiones y acusación. Y por último,
el querellante autónomo o exclusivo que desplaza al Ministerio Fiscal y se
encuentra previsto por la legislación de fondo para los delitos de acción
privada. Además regulado por los Códigos de Procedimiento a través de un
proceso especial, que en el caso de nuestra ley ritual, es de competencia
correccional.
Tanto el CPP de la Provincia de Río Negro como el de la Nación receptan el
querellante adhesivo o conjunto. Su actuación es eventual, coadjutor del
acusador estatal y sin autonomía. Sin embargo la interpretación que ha dado la
jurisprudencia y en especial nuestro más alto Tribunal de este tipo de
querellante (como veremos mas adelante), permite sostener que nos
encontramos frente a un híbrido con características especiales. Es así que
Creus ha señalado que el C.P.P.N. “...parece...proponer una figura impura del
querellante conjunto” (Derecho...Pág. 257). La CSJN se ha expedido en varias
oportunidades sobre la posibilidad de que un Tribunal de juicio condene,
cuando hay pedido de absolución fiscal. En los fallos “Tarifeño”, “Santillán” y
“Marcilesé” entre otros, se aborda la temática. La posición de la Corte en
dichos precedentes ha sido errática y en algunos casos hasta contradictoria, lo
que ha llevado a innumerables discusiones doctrinarias y jurisprudenciales
sobre sus consecuencias y alcances (puede verse Francisco D’Albora. Código
Procesal Penal de la Nación. Anotado. Comentado. Concordado. Abeledo
Perrot. Sexta Edición pág. 195 y ss. y 835 y ss.).
A los fines de este trabajo solo cabe mencionar que en el ámbito local, el
STJRN ha seguido “Tarifeño” en la causa “Ortiz” y “Santillán” en causas
“Valle” y “Corgatelli”. Resumiendo podemos decir que en la provincia de Río
Negro la falta de acusación fiscal al momento de los alegatos en el debate oral,
impide que el Tribunal condene al imputado. A su vez, y a pesar del pedido
absolutorio de la fiscal, se reconoce el derecho del querellante a formular la
acusación penal y obtener un pronunciamiento acorde a su pretensión.
Volviendo a la redacción del Código, parece que las dos posibilidades que
permite el texto legal son: 1. Que el ofendido utilice el procedimiento
establecido a partir del art. 386 del CPP (Juicios por delitos de Acción
Privada). 2. Que el querellante sustituya al agente fiscal durante la
instrucción y el eventual juicio. El primer supuesto resulta inaplicable por
razones prácticas y procesales. El trámite previsto para este tipo de delitos
resulta incompatible con una necesaria faz instructoria previa al debate, y
sobre todo con una actuación policial (conf. Vázquez Iruzubieta-Castro
Procedimiento Penal Mixto. T III Pág.173). Explica D’Albora (ob. cit. Pág.
898) que el proceso carece de instrucción y la investigación preliminar
prevista es solo una mera información sumaria tendiente a individualizar al
querellado y la obtención de ciertos documentos. Como la aplicación del
principio de oportunidad se produce en la gran mayoría de los casos al
iniciarse las actuaciones, resulta ineludible comenzar o continuar las
investigaciones con la activa participación de un auxiliar de justicia
insustituible como es la Policía. Si optamos por la segunda posibilidad,
deberemos superar algunos aspectos no menores. Es hoy una constante
jurisprudencial el criterio de que el desinterés del Ministerio Fiscal, sobre
todo en la faz instructoria, aborta la posibilidad del querellante de continuar
la acción penal. Desde este punto de vista parece que nos encontramos ante
un callejón sin salida, ya que al aplicar el agente fiscal algunos de los criterios
de oportunidad, en contra de la voluntad del ofendido, le resulta imposible a
éste constituirse en querellante o constituido continuar con la tramitación de la
causa. Entonces, solo a través de una renovada interpretación del querellante
podremos encontrar alguna luz en el camino. En este aspecto un reciente fallo
de la Cámara Nacional Criminal y Correccional Sala I ha innovado sobre los
alcances de la figura. En causa S., F. de fecha 8 de Marzo de 2004. se
declara la inconstitucionalidad de la elevación para consulta a la Cámara de
Apelaciones establecido en el art. 348 parraf. 2 del CPPN, por afectar la
independencia del Ministerio Publico. En este aspecto nuestro Código ha sido
más congruente con el sistema acusatorio al disponer que el control quede
dentro del órgano acusatorio. En segundo lugar la Cámara, señaló que el
querellante tiene legitimidad suficiente para requerir la elevación de las
actuaciones a juicio de manera autónoma en los delitos de acción pública, aún
contra el dictamen desestimatorio del fiscal de instrucción al postular el
sobreseimiento del imputado en la etapa de la clausura. La mayoría del
Tribunal, en especial del voto del Dr. Bruzzone, sostuvo que las
consecuencias del fallo “Santillán” ha investido al acusador particular de la
autonomía necesaria para impulsar el proceso hasta el dictado de la sentencia
definitiva. El magistrado basándose en los trabajos de Cafferata Nores (Se
terminó el monopolio del Ministerio Publico Fiscal sobre la acción penal LL
1998-E-331 y ss.) y de Santiago Martínez (El querellante en el proceso penal...
y después de “Santillán“ Que?....Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia
Penal, 2000, E. D. Ad Hoc, n.10-Ap. 453 y ss), sostuvo que: “…Por estos
motivos es que, reproduciendo una tradición centenaria que rigió en nuestro
país para los delitos de acción pública, se debe hacer extensivo el efecto que
surge de “Santillán” también al momento en que, al comienzo del asunto, el
Ministerio Público Fiscal considera que no se debe impulsar la acción ( vgr:
cuando se solicita la desestimación por inexistencia de delito, el
sobreseimiento, el archivo o reserva, etc.), o cuando entiende que no existe
merito para llevar el asunto a juicio, al momento del art. 346 CPPN, como
ocurre en este caso. Cuando hay un particular damnificado constituido en
parte querellante y este impulsa la acción, sin perjuicio de la opinión del
Ministerio Público Fiscal, la jurisdicción se ve obligada a analizar la
viabilidad del pedido, correspondiendo a la querella, en forma autónoma,
impulsar los procedimientos al comienzo de un asunto, conforme lo
establecen los arts. 180 y concs. CPPN, y al finalizar la instrucción, de
acuerdo con lo dispuesto en los arts. 346 y concs. CPPN para obtener su
elevación juicio, con las limitaciones correspondientes. Por ejemplo; no
puede operar la delegación de la instrucción prevista en el art. 196 CPPN o
lo dispuesto en los arts. 196 bis o 353 bis CPPN, ni tampoco tiene facultades
para acordar un juicio abreviado en los términos del art. 431 bis CPPN pero
para el resto de las atribuciones que le son conferidas, sí.”. Concluye el
votante terminantemente, al señalar que el querellante ha quedado legitimado
“... para actuar de esta forma en solitario, desde el comienzo de una causa
penal, o en la etapa del juicio, sin que sea necesaria la intervención del
Ministerio Público Fiscal”. Si a estas consideraciones se ha llegado dentro de
la hermenéutica del CPPN, con más razón en nuestra ley procesal, que como
dijera, habilita expresamente al ofendido a continuar la persecución del hecho
a través de la “acción privada”. En definitiva sostengo, que producida la
situación prevista en los arts. 180 quater. y quinto, el querellante particular
asume en forma autónoma la persecución penal con las mismas facultades y
deberes que el Ministerio Publico Fiscal, salvo aquellas que resultan
incompatibles con una acusación privada (vgr: arts. 61, 172 primera parte y
art.325 bis del CPP).
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