AMERICA, PATRIA DE NACIONES (INEDITA) Nos congrega en esta circunstancia la vocación democrática de América. En esta solemne ocasión nuestra presencia conlleva un elocuente testimonio de júbilo y de optimismo en el futuro. Estamos, a nombre de nuestros gobiernos y de nuestros pueblos compartiendo la mesa fraternal de la solidaridad y de la esperanza del continente. Y proclamamos ante el mundo que nuestra madurez política se acrecienta y se robustece cuando por paradoja en otras latitudes superavanzadas se advierten signos decadentes y trágicos para la vida civilizada. 1.- FIESTA DE AMERICA Esta es por lo tanto una fiesta de América, que compromete con pasión y con fe la responsabilidad de todas sus fuerzas creadoras y dinámicas en el propósito indeclinable de su lucha por un mundo próspero y justo. Pero, al tiempo que de júbilo, es éste también un instante de honda reflexión. Porque somos conscientes de cuanto hemos aportad a la cultura occidental y de las amenazas que se ciernen sobre el planeta, es indispensable un paréntesis para la introspección, para volver la mirada sobre nuestro panorama e interrogarnos acerca de nuestro destino. América Latina no es ya continente de la esperanza sino de las realidades. Avanzamos a pesar de la trágica racha de sucesos que oscurecen el horizonte con las energías e ilusiones propias de un continente joven. Hemos dado prueba de que tenemos suficiente capacidad para decidir entre las alternativas políticas y sociales y queremos continuar realizando la gesta para consolidar la posición a que tenemos derecho en el concierto universal. 2.- EL ESPIRITU DE LA LIBERTAD La consolidación de la democracia es el primer afán y la meta prioritaria de los países latinoamericanos. Este es un proceso irreversible y el tiempo que muerde sin descanso nos esta demostrando que nada podrá atajarlo porque en ello radica nuestra esencia política y porque es resultado de la madurez que obtuvimos escribiendo la biografía continental con sangre, sudor y lagrimas. El espíritu de las libertades flota en nuestros cielos. No existen solamente los nubarrones sombríos de la guerra centroamericana. Los esfuerzos comunes que estamos haciendo se fundamentan en la convicción de que nuestra anchurosa geografía, respetando las condiciones propias de cada país y la senda que escoja para su realización, permite y demande el disfrute pleno de la paz, de la convivencia y de la cooperación. Invocamos con el corazón exultante la vigencia de nuestras democracias. Pero en la misma forma pretendemos cantar el himno de la paz ya que, junto con la justicia, una es condición de las otras y al desequilibrarlas o hacer exclusiones, todo el edificio que tan afanosamente buscamos construir, se desintegraría con resultados fatales. 3.- HURACANES DE VIOLENCIA Sobre nuestra América, que ha despertado con ansia al disfrute de elementales beneficios del progreso económico, se han desencadenado en los últimos tiempos ominosos huracanes de guerra y de violencia. La América Central, que es de nuestra entraña y lleva nuestra sangre, aparece convulsionada, víctima del juego diabólico de la bipolaridad del poder mundial. Los antecedentes que determinaron la constitución del grupo de paz de Contadora, son del dominio de la opinión. Recogimos el amor universal; escuchamos los gritos dolientes de las víctimas, nos asomamos al drama de los hogares centroamericanos destruidos por la violencia, el terrorismo, la guerra cruel que se alejó de los viejos moldes para convertirse en carnicería indiscriminada. Y pensamos en que bien valía la pena promover la gestión de la paz, no como protagonistas de ella porque esa es tarea de los propios actores, sino como de buena voluntad, como amigos y hermanos deseosos de ayudar a abrir rutas y exploraciones que permitan el alivio de la tragedia, el desarme de los espíritus y el retorno a la existencia con la alegría de los niños, la sonrisa de las mujeres, el empuje de los hombres de trabajo. 4.- CONTADORA Y LA PAZ Se ha escrito y discutido mucho sobre si Contadora logró o no lo que se propuso. Todos los días se habla del fracaso y de las desilusiones. Con cada alborada surge un nuevo factor de desengaño y los tropiezos se magnimizan, quizá con secretos deseos de que surjan el desconcierto y la ruda sensación de lo irremediable. Pero nosotros sabemos que la paz no es un don que se nos da sino una meta que debe ser trabajada con abnegación, incluso con sacrificio. Elaborada como una joya inapreciable, cincelada con esmero y con amor. Y no nos hemos fatigado de tal esfuerzo. A lo largo de dos años Contadora evitó que el conflicto se generalizara; en las situaciones críticas trajo la calma, en el oleaje de los acontecimientos restableció el buen sentido y determinó siempre que el diálogo es el mejor sendero, el único que garantiza la perduración de la tolerancia, cuando no la convivencia. Recibimos emocionados el abrumador y estimulante apoyo de todas las naciones, de sus jefes de estado, de los organismos supranacionales, de los políticos e intelectuales. Adhesiones al trabajo de Contadora, como la que ha formulado el Perú al par que otros países hemisféricos, nos comprometen a avanzar en ese empeño solidario y confirman la importancia de su cometido. Hoy podemos anunciar que no obstante las voces del escepticismo, avanzamos segura y confiadamente hacia el fin exitoso de tales aspiraciones. Hechos recientes lo confirman y el proceso se encuentra en una etapa final que aspiramos a culminar con la vehemencia que nos imprime nuestra inmensa fe en el destino promisorio de América Latina. 5.- LA DEUDA Y LA DIGNIDAD SOCIAL Pero si bien es cierto que la paz se yergue como el objetivo primordial, existen otros graves factores de inquietud que con suficientes razones preocupan al continente y que demandan por lo mismo su atención. El de la deuda es un problema que desde atrás ha convocado el interés de nuestros países cuya ubicación dentro del contexto geopolítico del Tercer Mundo no cabe soslayar, como quiera que es definitoria para el planteamiento de las soluciones y de las estrategias que habrán de seguirse. Nuestros pueblos aspiran a la dignidad social idéntica para todos los seres humanos, que sea capaz de eliminar los nuevos obstáculos de carácter económico. El deseo de liberarse de tantas carencias presiona cada día más sobre los Estados, incapaces de detener bajo el concepto de seguridad, la ríada de esas aspiraciones sociales. 6.- UNA COMISION HEMISFERICA La crisis económica que hoy padece el Tercer Mundo ejerce profundas influencias en este proceso de reivindicaciones en demanda de empleo, de nuevos mercados para el trabajo y de condiciones mínimas en las cuales el individuo y la familia puedan aspirar a cierto grado de realización. Resulta ingenuo pretender que al paso de los acontecimientos actuales puedan surgir esperanzas para tan agobiante situación. El problema de la deuda surge frente a las esperanzas del hombre latinoamericano como un gigantesco muro infranqueable. América Latina –señalé en reciente carta al Presidente Reagan- deberá pagar más de 800 billones de dólares (ochocientos mil millones) por concepto del servicio de su deuda en los próximos quince años. Este nivel de servicio llevaría a absorber una altísima proporción del ahorro interno y del ingreso de divisas hasta el punto de que no se puede esperar un aumento del ingreso per cápita, que ya se ha estancado cuando no disminuido, durante el mismo período. De ahí que haya sugerido crear una Comisión Hemisférica de Alto Nivel para evaluar las distintas opciones que se presentan en torno a la valiosa iniciativa del doctor Henry Kissinger al proponer para la América Latina un programa conceptualmente equivalente al Plan Marshall que determinó la salvación de Europa hace cuarenta años. 7.- EL TREMENDO ABISMO Hemos insistido en la clarísima actitud del Consenso de Cartagena en busca de fórmulas constructivas que permitan reconciliar el servicio de la deuda y la continuación del desarrollo cuya parálisis sería más catastrófica aún. Resulta evidente que para obtener dicho fin debemos contar con mejores términos de intercambio, menores tasas reales de interés y acceso libre a los mercados de los países industrializados. Estas decisiones adoptadas en junio de 1984 en Cartagena se complementan con el propósito de cada uno de nuestros países, de cumplir con los compromisos derivados de su endeudamiento externo, sin acudir a fórmulas como la que implicaría la constitución del llamado Club de Deudores. Y al mismo tiempo se afianzó el objetivo de avanzar en los programas de reordenamiento fiscal y cambiario en sus economías y de continuar los esfuerzos para tener una mayor participación en la producción y el comercio mundial. Queremos por lo tanto contribuir con todo lo que esté de nuestra parte para salvar el tremendo abismo que se nos interpone entre la real crisis y los anhelos comunes de adelanto y bienestar. He dicho que una de las posibles alternativas dentro de la propuesta del doctor Kissinger sería el fortalecimiento del Banco Interamericano de Desarrollo con tasas de interés más bajas y plazos más amplios. Por lo tanto no estamos eludiendo la responsabilidad que a cada cual corresponde en esta cruzada general para superar el gigantismo de la deuda externa. Acudimos al dialogo porque estamos convencidos de que el tratamiento de la deuda debe ser de carácter político y porque los intereses para hallar soluciones son tanto de parte de las naciones industrializadas como de los países en desarrollo. 8. - EL CUMPLEAÑOS DE LA ONU En la época actual el planeta está conformado por una serie de interrelaciones y quien pretende aislarse de su participación directa o indirecta en la densa maraña del devenir histórico, quedará fatalmente marginado en la toma de decisiones y en la adaptación a los nuevos modelos del bienestar y la participación social. Lo anterior se torna mucho más evidente cuando nos aprestamos a celebrar los 40 años de la fundación de las Naciones Unidas, hecho que no obstante registrar notables antecedentes, marca un hito en la historia de la humanidad pues implica, según lo proclamara Dag Hanmarskjold, el nuevo límite entre la civilización y la barbarie. Por ello la celebración del 40 avo. periodo de sesiones de la Asamblea General en el próximo mes de septiembre, significa para nuestros pueblos la oportunidad de reafirmar sus vigorosos principios orientados a la implantación de normas justas y equitativas en las relaciones entre los países, a promover la asistencia no obstante la pluralidad de los sistemas políticos y la sana cooperación de las naciones poderosas hacia los países en proceso de crecimiento. Aspiramos a que la Organización pueda superar los crecientes obstáculos que se abren en el camino de la paz, el entendimiento y la solidaridad. Sentimos una honda preocupación por el deterioro cada vez mayor de la situación internacional. Hondas divisiones y crecientes amenazas se ciernen sobre todos los pueblos de la tierra. Al egoísmo ciego de las potencias se suma toda una serie de fenómenos destructivos como la segregación racial, el fanatismo con raíces religiosas, la opresión y el odio que se aprovechan de armas tan siniestras como la violencia y el terror para el logro de sus oscuros fines. 9.- HAMBRE Y ARMAMENTISMO En cuanto a nuestra acción futura en el seno de las Naciones Unidas, ésta debe abarcar el planteamiento de que los países del globo no pueden aceptar impasiblemente cómo los estados poderosos se disputan la supremacía de la dominación universal compitiendo gracias a sumas fabulosas que expresan la magnitud del derroche, en la carrera armamentista que amenaza no sólo al planeta sino también al espacio exterior. En efecto, los gastos mundiales para fines militares totalizaron el año pasado más de 800 mil millones de dólares. En sólo el año de 1980 los gastos de investigación y desarrollo militares alcanzaron la suma de 35 mil millones de dólares. Y por otra parte el comercio anual de armas entre los países desarrollados y los países en desarrollo, sobrepasan los 260 mil millones de dólares en tanto que existen almacenadas en toda la tierra más de 400.000 ojivas nucleares cuya potencia explosiva equivale a más de tres toneladas de TNT por cada hombre, mujer y niño del planeta. Ante el espectáculo sobrecogedor del hambre que invade extensas zonas de varios continentes, ante los gestos misericordiosos que protagonizan los filántropos y las asociaciones benéficas para salvar de la muerte a millones de seres, ¿cómo pueden quedar mudos e indiferentes Estados que como los de América Latina, sienten en carne propia la inminencia de un futuro preñado de angustia? Ello nos indica que es preciso reconvertir el complejo militar existente puesto que armamentismo y desarrollo son incompatibles. La paz, la seguridad, el bienestar y el progreso sólo serán realidad cuando seamos capaces de reestructurar la presente economía de guerra en una economía orientada al progreso integral del hombre. El desarme aparece así como una exigencia para todos los estados, pues resulta monstruosamente inconcebible que mientras crecen los gastos militares y se emplean los equipos más costosos y los científicos de mayor renombre en la producción de armas, las necesidades de los países en desarrollo se agigantan en proporciones que llegarán a ser incontrolables. 10.- INDOLENCIA Y TERRORISMO En la misma forma en que habremos de plantear nuestras tesis sobre el desarme y en que se fundamentan nuestras esperanzas en las próximas reuniones en la cumbre, habremos también de considerar con la debida atención el incremento de las acciones terroristas. Es infortunado que hasta hoy el terrorismo se considere como problema particular de quien lo sufre, desconociéndose el hecho de que se trata de un peligro real para todos: para los poderosos y los débiles. Hasta ahora el terrorismo cuenta con un aliado muy eficaz: la indolencia de los países, su incapacidad y su falta de solidaridad cuando estas acciones criminales se presentan y afectan a una determinada nación. Pues bien, es urgente reaccionar contra esta apatía cómplice que cubre con alas de impunidad al terrorismo. En la batalla para el exterminio de las actividades terroristas deben participar todos los países y todas las fuerzas que los integran. El terrorismo tiene como objetivo desestabilizar el orden internacional, crear el caos e imponer a la fuerza principios que no cuentan con la adhesión voluntaria de las sociedades. Por lo tanto, para doblegarlo y debilitarlo se necesita -como afirmara recientemente un conocido estadista- una respuesta internacional. Respuesta que implica la unidad de los esfuerzos y del entendimiento para que desaparezca de la faz de la tierra. “La violencia -declara Giscard D’Estaing- se ha instalado en el corazón de la sociedad civil. No se ha hecho dueña de ella todavía, pero este momento puede llegar. Si no se hace nada para responder a su desafío llegará de veras”. 11.- LA REUNION DE LA OEA Desde luego que simultáneamente con la proximidad de la Asamblea de las Naciones Unidas tenemos otras preocupaciones también fundamentales dentro del esquema de la realidad hemisférica. En el mes de diciembre se reunirán en Cartagena la Asamblea de la Organización de Estados Americanos y la Asamblea Extraordinaria que habrá de estudiar las reformas a la Carta. Sabemos que la OEA es el foro insustituible para el diálogo de América. Es nuestro máximo organismo supranacional y contiene los instrumentos adecuados para conducir por el mejor sendero las aspiraciones de nuestra coherencia, del entendimiento, de nuestro futuro. Entendemos que si existen fallas, éstas se deben a la lentitud del proceso que le quita su dinámica y eficacia en el tratamiento de los conflictos continentales. La Organización de Estados Americanos debe por lo tanto afrontar con suficiente capacidad el reto que le imponen las nuevas circunstancias surgidas de la pluralidad de los países que la integran y que provienen no sólo de factores políticos sino culturales y étnicos. Esta nueva característica en vez de anquilosarla puede ser su mejor carta para el futuro y de ahí la preocupación porque la Asamblea de Cartagena colme las aspiraciones que en ella se han depositado. Estamos seguros por lo tanto de que en Cartagena se producirá la victoria del sistema, interamericano, única garantía capaz de devolvernos la fortaleza y la capacidad de decisión que hemos perdido a lo largo de los años. 12.- UNA PATRIA DE NACIONES Al hacer estas consideraciones sobre el panorama del mundo y de América, no puedo menos que señalar también el enorme y significativo esfuerzo que distintos países del continente estamos adelantando en la lucha contra diversas y oprobiosas manifestaciones de la delincuencia como es el tráfico y consumo de drogas estupefacientes. Los programas de cooperación y el éxito que hemos obtenido en tan dura batalla, nos demuestran cómo es de eficaz y positiva la unidad regional y la comunidad de esfuerzos para el logro de metas que rebasan los intereses particulares de los estados, pues constituyen un reto universal. Los hombres de América, quienes sufrimos con sus padecimientos y nos alegramos con sus éxitos; los hombres y mujeres de América que en mayor o menor medida hemos contribuido a forjar esta patria de naciones como la definiera el Libertador Bolívar, nos sentimos todos comprometidos en la ponderosa tarea de luchar sin desmayo para la consolidación de la democracia política y social, sin que nada pueda detenernos en estos empeños. Queremos eliminar lo más pronto posible las causas sociales de la violencia, tanto de esa visible que diariamente nos aflige, como de la otra, larvada pero gigantesca. Queremos combatir las llagas sociales del marginamiento, de la exclusión de millones del festín de la vida, de la frustración y el aislacionismo que convierte a los hombres en enemigos de sus semejantes. Aspiramos a eliminar los factores sociales y económicos que crean el desempleo y el subempleo e impiden a la juventud encontrar trabajos acordes con sus metas y posibilidades. El objetivo último de la democracia, de la cual somos por mandato de nuestros pueblos, transitorios conductores, no debe ser otro que la eliminación de las disfunciones institucionales que arrojan a los menos privilegiados y a los desamparados al margen de la vida social o no les permiten participar de modo efectivo en las decisiones que los afectan.