LA SÍNTESIS AGUSTINIANA Ramón Xirau El Desarrollo y las Crisis de la Filosofía Occidental Sería inútil relatar nuevamente la vida de San Agustín, tantas y de su primera respuesta a ellas; habré de ocuparme después de su veces contada y tan espléndidamente escrita por el mismo San Agustín conversión al maniqueísmo y de esta duda existencial, que en libro XI en las Confesiones. No es inútil recordar que pocas obras están tejidas de las Confesiones constituye el análisis del tiempo; habremos de ver la con la vida propia como las de este santo algo desordenado, algo teoría agustiniana del alma y de los modos de conocimiento para poder retórico, aclarar su idea de Dios, del Bien y de la Providencia divina en las dos apasionado siempre y siempre abierto a nuevos descubrimientos. Sabemos que San Agustín entró de joven en un mar ciudades. de dudas; no es así de extrañar que al salirse de ellas, o acaso para salirse de ellas, escribiera Contra Académicos; sabemos que San Parece que el primer período de dudas y aun de escepticismo de Agustín fue maniqueo; no es tampoco de extrañar que al dejar de serlo San Agustín fue relativamente temprano. Estas dudas se ponen de entrara en una etapa de duda vital que va más allá de las dudas manifiesto en la angustia que San Agustín muestra a lo largo de los hipotéticas de Descartes y, una vez resueltas, más allá del cogito cuatro primeros libros de las Confesiones: ¿qué es el mal?; cartesiano, en una experiencia de la vida que pone en duda el sentido entender que exista el mal si el mundo ha sido creado por un Dios mismo de la vida. bueno? Aparecen también en sus primeros libros contra los académicos ¿cómo y específicamente en el libro que precisamente lleva por título Contra De hecho, es a partir de su idea del alma, y sobre todo de la Académicos, escrito en 386, cuando San Agustín tenía treinta y dos memoria, cómo San Agustín puede construir un sistema vital que años y se retiraba a Cassaciacum. Es bien sabido que la Nueva conduce a buscar las vías del conocimiento —niveles del alma que Academia fue una escuela escéptica o por lo menos, con Carnéades, concluyen en la triple y compatible manera de entender que probabilística. La gama de pruebas que San Agustín esgrime contra los proporcionan, armónicamente, fe, razón y amor. Es de hecho también, académicos, y acaso contra sí mismo como antiguo partidario de los fundándose en su idea del alma, que San Agustín podrá escribir sobre académicos, es variada y es, a veces, relativamente vaga. En este la naturaleza divina, la naturaleza del mal y la existencia de las dos diálogo San Agustín emplea viejos argumentos: ciudades. mismo tiempo no ver que ya los argumentos que se dan para entrar en .-cómo dudar y al dudas habrán de ser «verdades»—; por otra parte, «no son menos Lo cual nos conduce a un esquema que intenta asir en vivo el pensamiento agustiniano. Habré de ocuparme, en efecto, de sus dudas ridículos tus académicos, que pretenden encontrar en esta vida tan sólo 2 la semejanza de lo verdadero, sin saber ellos mismos qué es la verdad» (Contra Académicos, II, VII). San Agustín, ¿antecesor de Descartes? La respuesta a esta pregunta debe matizarse. Ambos coinciden en pensar que si dudo y, por lo tanto, pienso, es que existo. Pero para Descartes este principio Pero hay un argumento decisivo, un argumento que, por lo del «yo existo» se convertirá en el fundamento racional de toda su demás, habrá de emplear Descartes como fundamento de su propia metafísica. Para San Agustín no tendrá consecuencias sistemáticas. filosofía. El argumento se anuncia en De libero arbitrio, pero cobra Pero ¿será que San Agustín se limita a refutar a los escépticos, a los fuerza en un breve diálogo de los Soliloquios: «Tú, que deseas académicos? En parte, así es. Sin embargo, en San Asustan el «yo entenderte a ti mismo, ¿sabes que existes? —A. Lo sé. —R. ¿Cómo lo pienso», el que podríamos llamar cogito agustiniano, no es un principio sabes? —A. No lo sé. —R. ¿Sabes que piensas? —A. Lo sé. —R. metódico. Es un principio vital. Lo que le importa a San Agustín es Entonces es verdad que piensas. —A. Ciertamente» (Soliloquios, II, I, afirmarse como existente. Y así, en buena medida, San Agustín va más 1). El mismo argumento se repite en palabras todavía más precisas en allá que Descartes. Por dos motivos: el primero es que San Agustín, De Trinitate: «Las verdades de este género nada tienen que temer de después de afirmarse a sí mismo su existencia, volvió a entrar en un los académicos. Dicen ellos: sí, pero puedes estar engañándote. Si me mar de dudas (cosa que no hizo Descartes), puso en duda el cogito, gusto a mí mismo es que vivo. Porque quien no es claramente no puede este pensamiento que revela mi existencia, esta existencia que es engañarse a sí mismo, así es que existo si me engaño a mí mismo. De existencia en el tiempo, un tiempo del cual puede decirse que ofrece esta manera existo cuando me engaño a mí mismo, al ver que es cierto razones para dudar de la existencia misma. En Descartes el cogito es que al engañarme existo, de ello se sigue que aun si me engaño debo un principio racional; en San Agustín el cogito y la existencia que éste existir para engañarme, y está fuera de duda que no me engaño cuando entraña conducen a dudar de cogito y existencia. sé que existo» (De Trinitate, XXII, 21). Dirá Descartes: «Pero en cuanto me di después cuenta de que cuando quería así pensar que todo era Veamos estos dos puntos. San Agustín, maniqueo; San Agustín, falso, era necesario que yo que lo pensaba fuera alguna cosa, y dubitativo en cuanto a su existencia misma. Preocupaba notando que esta verdad, pienso luego soy, era tan firme y segura que esencialmente a San Agustín el problema del mal, pero no de un mal todas las suposiciones extravagantes de los escépticos eran incapaces abstracto, sino de un mal vivido, de un mal que era parte de su de conmover, juzgué que podía recibirla sin escrúpulo como el primer existencia misma. Pensó encontrar una solución a sus problemas en principio de la filosofía, en busca de la cual andaba» (Discurso del el maniqueísmo. No es en este punto vano recordar qué fue el Método, IV). maniqueísmo y cómo se relacionó con el gnosticismo, enemigo mayor y principal tanto de los cristianos como de los neoplatónicos de Alejandría. 3 se prosigue una línea moral totalmente ascética de renuncia total al Ha hecho notar Hans Jonas que las conquistas de Alejandro entrañan un doble movimiento. Por una parte, influyen en el cercano y mundo o bien, en algunas sectas extremas, se practica la orgía para anular la carne. lejano Oriente; pero, por otra, traen la influencia de Oriente a Occidente. Esta influencia rué principalmente religiosa. Ya Zenón de El maniqueísmo, preconizado por este profeta persa que lleva por Citio y acaso Pirro de Elis importaron, por así decirlo, ideas orientales. nombre Manes, contiene reminiscencias del antiguo dualismo iranio. El Pero las tres influencias fundamentales fueron el monoteísmo del Príncipe de las Tinieblas y el Príncipe de la Luz son co-eternos. Satanás pueblo judío, la astrología de Babilonia y el dualismo iranio. Muchas de es la incorporación personal de la Tiniebla. Las Tinieblas atacan a la estas formas de vida religiosa llevaban en germen al gnosticismo. Pero Luz, pero ésta, por su luminosidad misma —por su misma bondad—, es ¿qué es el gnosticismo? Lo que todas las formas gnósticas tienen en incapaz de lucha. El Primer creado —llamado aquí tradicionalmente común es la existencia de un saber secreto —hermético, se dirá, Ormuz—, el Hombre Primordial, es derrotado por las potencias recordando a Kermes Trismegisto—, un saber que se llama gnosis, malignas. El alma humana se altera y se adultera. Pero el Hombre que se llama conocimiento. La multiplicidad de imágenes, metáforas, Primordial le ruega al Padre para que le ayude a regresar a su alegorías que se encuentran en los textos gnósticos hacen pensar, sin naturaleza. Viene entonces la segunda creación: la de Adán y Eva, hijos embargo, que este conocimiento no es tanto un conocimiento racional de la Luz; pero el cuerpo humano, parte de la materia, es diabólico. como una suerte de iluminación o de acto de fe. Estamos en pleno nihilismo; el hombre solamente podrá salvarse por un acto de fe, de iluminación, de gnosis. El gnosticismo procede de fuentes diversas: se encuentra en el libro Sagrado de los Mandaneos, habitantes de las riberas del Eúfrates, El dualismo maniqueo convenció a San Agustín durante unos diez en los cantos gnósticos de Valen-tiniano, en la Biblioteca Maraquea años: de 372 a 382, cuando al encontrarse con Fausto el maniqueo descubierta en Egipto en el año 1930, en los textos paganos atribuidos percibe que éste no le da sino respuestas triviales y evasivas. De esta a Hermes Trismegisto (o Poimandres), en los evangelios apócrifos. ruptura nace un nuevo período de escepticismo (año 383). Pero San Agustín, ahora en Milán, oye y sigue a San Ambrosio y se convierte en Las diversas teologías gnósticas convienen en proclamar un total 386. dualismo. Dios, escondido, solamente podrá revelarse por una iluminación especial. El mundo, generalmente mundo del mal o creado por el mal, solamente admite a un Jesucristo simbólico —no a un Cristo encarnado. La consecuencia de esta imagen del mundo es clara: o bien De todas estas oscilaciones hay ecos y reflejos a lo largo de las Confesiones. 4 En ellas hay sobre todo el eco y reflejo de la segunda de estas dudas a que aludí más arriba: la duda existencial que proviene del esta duración que es, como el tiempo interior de San Agustín, tiempo de «distensiones». análisis del tiempo. Mi vida está tejida con la huidiza sustancia del tiempo. Pero ¿qué es el tiempo? Podemos definirlo como el límite entre En efecto, el pasado tiene un sentido, y lo tiene porque tenemos pasado y futuro. ¿Qué es el pasado? Si supongo cien años pasados, tal memoria; y el presente tiene sentido porque poseemos atención; y el vez uno, el último, sea presente; pero no, este año de doce meses me futuro tiene sentido porque podemos prever. De estos tres tiempos, la revela que tampoco el último mes es presente; ni es presente el último memoria tiene una clara primacía; en primer lugar porque sin ella no día, ni lo es la última sílaba que pronuncio. El pasado no es porque ha tendríamos sentido del presente ni del futuro. Este tiempo que dejado de ser. Si ahora contemplo el futuro y pienso que de cien años «sentimos» es, por otra parte, tiempo espiritual y la memoria imagen uno es presente, veré inmediatamente que no es presente ni tan solo el móvil de la eternidad. primer mes futuro, ni la sílaba que pronunciaré en un instante posterior al actual. El futuro no es porque todavía no es. Si el presente es el límite El análisis agustiniano no es especialmente psicológico. Es entre dos nadas, nada es el presente. Pero ¿y mi vida, mi vida que está mucho más que esto. Gracias a la memoria, que San Agustín tejida con el tejido de este tiempo que no es? Tal es el meollo de la identificará con el alma, podemos conocer a Dios. Dirá San Agustín: duda vital que vivió San Agustín. Ciertamente, Plotino había llevado a «No salgas fuera, vuelve dentro de ti mismo. La verdad habita en el cabo un análisis similar en las Eneadas, Pero el análisis de San Agustín interior del hombre. Y si encuentras dudable tu naturaleza, trasciéndete es a la vez más preciso y más vivido. ¿Cómo salir de esta duda? a ti mismo. Mas acuérdate que cuando te trasciendas es tu alma la que ¿cómo salvar estas «variedades que desmenuzan las íntimas entrañas al razonar te trasciende» (De la verdadera religión, XXXIX). Es decir, la del alma?» (Confesiones, XI, 39). memoria-alma nos revela, al trascenderse, a Dios mismo. Por otra parte, la atención nos permite entender el presente, relacionarnos con No habrá acaso otra clase de tiempo, menos esquemático, menos él, ya que San Agustín piensa que la sensación no procede del mundo rígido, menos mecánico que el que acabamos de analizar? San externo, sino que constituye un movimiento del alma que nos permite Agustín, descubridor del «sensus interior», del «sentido interior» que sentir, percibir el mundo. La previsión, por su parte, no solamente nos precede y preside a todos los sentidos, desarrolla una teoría del tiempo permite mirar hacia nuestro futuro; permitió a los profetas su modo de personal e íntimo que no habrá de reaparecer con todo su vigor sino en profetizar, y es en nosotros la posibilidad misma de esta virtud que as la los tiempos modernos: en parte, en la idea de una conciencia dinámica esperanza. que describe William James; sobre todo, en la duración bergsoniana, 5 Recogida en sí misma, trascendiéndose a sí misma, la memoria, lo que la vida es». Este nivel del alma, que poseemos en común con sinónimo de alma, nos permitirá referirnos a los niveles que el alma los animales, es visto por San Agustín de una manera original. Los manifiesta como formas del conocer, y sobre todo por medio de la sentidos no provienen del mundo, sino que son proyecciones de armonizada operación de la fe, el amor, la razón, entender a Dios, nuestra alma hacia el mundo. Tercer nivel: se trata de facultades entender el mal y tratar de ver cuáles son los fundamentos de estas únicamente humanas, y en especial de la memoria, «no de cosas a las dos ciudades —humana y divina— que San Agustín describe en la cuales nos hemos habituado por actos reiterativos, sino del sinnúmero Ciudad de Dios. de cosas que hemos alcanzado y retenido mediante la observación y la ilustración; memoria que por lo demás nos proporciona la capacidad de De la grandeza «del espacio del alma» (De la grandeza del alma, relacionar sensaciones, ideas, conceptos, es decir, de pensar y V) sabemos que es mucho mayor que la velocidad del viento, «pues reflexionar». No es ésta aún, por decirlo con Bergson, la memoria este aire, aunque probablemente levanta los vientos, pudiera llenar profunda que, lo señalábamos ya, San Agustín identifica con el alma todo el universo; todavía el alma puede imaginar más mundos, a tal toda. Cuarto nivel: el alma ve las cosas del mundo, pero se retira hacia punto que ni siguiera puedo sospechar cuántas imágenes y qué sus propios adentros: «así cuanto más el alma se recoja en sí misma espacio tenga ella... Luego es mejor que convengas conmigo que el por su propio placer, tanto más se retira de las cosas sórdidas y se lava alma no es larga, ni ancha, ni alta» (Ibidem,V). y se hace inmaculablemente limpia...» Esta alma es ya camino de sabiduría, aun cuando entrañe dificultades, esfuerzos, temor a la Pero esta alma, que es todo un universo y está más allá de muerte. Nivel quinto: en él nuestra alma ya purificada se acerca a la medida y número, posee siete niveles que muestran los caminos del contemplación, «porque una cosa es realizar la pureza y otra poseería» conocimiento. como ahora el alma la posee. Nivel sexto: «el ardiente deseo de entender la verdad y la perfección es la visión más alta del alma: no En el primer nivel, que es común a hombres, animales y plantas, posee nada más perfecto, nada más noble, nada más propio». «Una «cualquiera puede observar que el alma por su presencia da vida a la cosa es conservar la salud de la vista y otra dirigir la mirada tierra y al cuerpo, destinada a la muerte». Para evitar confusiones calmadamente... a lo que debe ser visto.» Por fin el nivel séptimo es el habría que decir aquí que San Agustín habla del cuerpo durante nivel de la contemplación, «mediante la cual alcanzaremos, gracias al nuestra existencia en la vida. Mucho más que los griegos, insistirá San poder y la sabiduría de Dios, la Causa suprema o Principio supremo de Agustín en la importancia del cuerpo (el Dios cristiano es Dios todas las cosas, o cualquier otro mejor apelativo que pueda existir para encarnado) y en su futura resurrección. El segundo nivel del alma es el tan grande realidad». de los sentidos, «que ofrecen un entendimiento más sencillo y claro de 6 El camino que señala San Agustín, de las criaturas a Dios, se no hablamos de creencias, o por lo menos de cierto tipo de creencias. asemeja mucho a las escalas de los místicos. Con una diferencia: los No se trata de la fe que procede de las promesas, sino de la fe que místicos suelen proceder por vía negativa, por negación de todo lo que consiste en creer en algo, y específicamente en Dios. ¿Procede Dios no es: así la «noche oscura» o la cuádruple «nada» de San Juan nuestra fe totalmente de nosotros? No lo piensa así San Agustín, para de la Cruz antes de la contemplación. Es posible que San Agustín quien el creer con verdadera fe es un «acto de Dios». estuviera en este punto influido por estas místicas de la mirada y de la claridad que son las místicas de los neo-platónicos, y especialmente La fe precede a la razón. Dirigida a lo invisible y no a lo visible, la Plotino. Lo cierto es que este camino y ascenso carecería de sentido si fe puede darse no necesariamente a los rectores, no necesariamente a no lo impulsaran la razón, la fe, el amor y la iluminación. los gobernantes, sino a los pescadores, a los apóstoles pescadores. Así, hay que creer para entender. Pero la fe necesita de la razón y la En muchas partes de su filosofía muestra San Agustín con toda reclama. «De esta manera en las cuestiones de religión y de piedad si claridad su deseo de conciliar razón y fe, razón v amor, pero un amor no somos capaces de pensar nada por nosotros mismos y nuestra que ya no es aquí amor platónico, sino «peso del alma» atraída por un suficiencia es de Dios, tampoco podemos creer nada por nosotros Dios que es amor. mismos, puesto que no podemos hacerlo sin pensar; pero nuestra suficiencia, por la cual empezamos a creer en Dios..., y si la fe no fuera Limitémonos, en primer lugar, a señalar las relaciones entre fe y materia de pensamiento, carecería de toda importancia; y no somos razón. Como San Justino, San Agustín conciliará razón y fe. Su suficientes para pensar nada por nosotros mismos, sino que nuestra filosofía podrá, en efecto, resumirse, en cuanto al conocimiento, en las suficiencia procede de Dios» (La predestinación de los santos, II, 5). dos frases complementarias: intelligo ut credam; credo ut intelligam. El Pensar, creer. Preeminencia del creer sobre el pensar, pero también hombre es un ser racional; y es precisamente porque lo es que puede necesidad del pensar para entender, hasta donde la inteligencia entender: el intelecto y el inteligir no son formas primordiales, ambas humana lo permite, la fe que nos viene de Dios. presuponen la existencia en los hombres de la razón. Sería insensato abandonar la razón por el hecho de que haya malas razones: «de la La insistencia de San Agustín en la suficiencia divina llevará en el misma manera que no abandonáis el habla porque existen hablas futuro a múltiples discusiones. Tanto Erasmo, defensor del libre falsas, no debéis apartaros siempre de la razón por el hecho de que albedrío, como Lutero, defensor del servo arbitrio, recordarán en su haya malos razonamientos» (Carta, 120), frase en la cual San Agustín argumentos a San Agustín. Ciertamente, su idea del libre albedrío es critica tanto a los escepticos como a los fideístas. Pero si la razón es variable y no se presta a una clara definición. Con todo. San Agustín importante, lo es más la fe. Ahora bien, cuando aquí habíamos de fe defenderá el libre albedrío —insuficiente por sí solo para alcanzar la 7 gracia— como la «base necesaria para la obligación moral. Nuestra A estas formas de la existencia y del conocimiento habría que voluntad es, en efecto, libre para aceptar o rechazar el pensamiento y añadir lo que San Agustín llama «iluminación». La mayoría de los la fe que Dios les otorga». autores están de acuerdo en que esta noción, de origen probablemente neo-platónico, no es del codo clara. Por una parte, la idea de una Fe y razón se aúnan; se aúnan dos aspectos del hombre: el que iluminación divina hace que el pensamiento humano dependa, tal vez por sí solo podría parecer tan fundamental como irracional como el de manera demasiado estrecha, de un acto divino que venga a racional mismo. Esta unión está presidida por el amor. iluminarla. Algunos, entre ellos Malebranche, interpretan la iluminación como una forma de contemplación mística; otros, al recordar los siete El amor agustiniano —ágape, caritas— no es el eros platónico. Es grados del saber, consideran que éste se realiza plenamente en la el amor evangélico, el amor paulino. Dios armoniosamente es para San iluminación-contemplación. Entre todas las explicaciones, la que Agustín la Verdad, la Belleza, la Justicia, el Amor, y «amar a Dios es parece más certera as la que identifica la iluminación con la teoría de amar la verdad, la justicia, la belleza y la bondad». las Ideas. Amar a Dios es acercarse a Dios por la razón y por la fe, y en el San Agustín adopta la teoría platónica de las Ideas como formas mundo de la historia o de la transhistoria el amor será el fundamento de ejemplares que residen en la naturaleza divina. Las Ideas son tanto los la ciudad, de la ciudad de Dios. pensamientos de Dios corno los modelos de las criaturas. La iluminación sería así una forma de conocer a Dios, y especialmente de Resumo: la naturaleza divina es, en San Agustín, una naturaleza conocerlo en lo que tiene de racional. No es ésta una tesis muy alejada armoniosa en la cual se alían indisolublemente Verdad, Belleza, Amor y de la que sostiene Gilson en La filosofía cristiana de San Agustín Justicia; la naturaleza humana racional, constituida por la fe, es también cuando afirma que las ideas son los modelos o reglas eternas en la amorosa. El hombre es un ser que ama en ens amans. Pocas filosofías naturaleza divina. La iluminación sería así la luz que Dios nos como la de San Agustín han sido, de manera abierta y viva, de manera proporciona para que nuestro intelecto sea capaz de entender las dinámica y llena de simientes para el futuro del pensamiento humano, Ideas. Con todo, en un pensamiento como el agustiniano, donde se una de estas grandes summas, de estas grandes síntesis en las cuales integran la teología, la filosofía y la mística, es probable que la doctrina hombre y naturaleza, Dios y hombre, ciudad humana y ciudad divina, de la iluminación sea teológica —materia de fe—, sea lógica —materia se interpenetran para formar un conjunto a la vez matizadamente rico y de Logos— y sea mística —materia de contemplación y unión con la matizadamente completo. divinidad. 8 En La Ciudad de Dios San Agustín escribe: «Dos amores pequeño; todo sentido, grande y pequeño; toda luz, grande y pequeña; fundaron dos ciudades; es, a saber: la terrestre, el amor de sí propio toda suavidad, grande y pequeña; toda medida, grande y pequeña; hasta llegar a menospreciar a Dios, y la celestial, el amor a Dios hasta toda belleza, grande y pequeña; toda paz, grande y pequeña, y otros llegar al menosprecio de sí propio. La primera puso su gloria en sí bienes semejantes que se nos pudieran ocurrir, y máxime aquellos que misma y la segunda en el Señor» (La Ciudad de Dios, XIV, 28). se encuentran en todas las cosas, sea espiritual, sea corporal; todo modo, toda especie, todo orden, grande y pequeño, son por Dios Fundador de la filosofía de la historia, San Agustín ve a ésta Nuestro Señor...» (De Natura Boni, XIII). presidida por la ciudad divina, si bien es frecuente que los hombres y los pueblos elijan la ciudad meramente humana. En este mundo donde «el Rey es la Verdad, la ley es el Amor y la duración es la Eternidad», los hombres pueden elegir la armonía, cuya La elección de todo lo que no sea divino surge de nuestra voluntad, pero surge sobre todo de nuestra voluntad hacia el mal. belleza está, naturalmente, en Dios, pero cuya belleza se reparte, igualmente, en el mundo de las criaturas que, por su propia presencia, señalan hacia Dios. Pero ¿qué es el mal?; ¿es un principio independiente en lucha con Dios, como lo pensaron los maniqueos? No puede serlo. San Agustín piensa que todo cuanto existe es, por el hecho de existir, un bien. El mal es carencia, es defecto y es, en última instancia, carencia o ausencia de ser en la espera de la Jerusalén celeste, donde habrán de encontrarse las dos ciudades siempre que la sociedad humana sepa ser y quiera ser divina. Dios, Justicia, Caridad y Verdad son el Bien supremo. Escribe San Agustín armoniosamente completo: «Recordemos todos los bienes que podamos, que sea posible atribuir a la creación de Dios; apartados éstos veamos si queda alguna natura. Toda vida, grande y pequeña; toda memoria, grande y pequeña; toda virtud, grande y pequeña; toda inteligencia, grande y pequeña; toda tranquilidad, grande y pequeña- todo talento, grande y