Portal Educativo EduMec: www.edu.mec.gub............................................................................. Una lectura desde Descartes, del lugar de los sentidos en la “Propuesta Didáctica” de la ANEP. 1-Propósito. El propósito del siguiente trabajo, es abordar el lugar de los sentidos, a partir de la concepción de ideas adventicias, que se puede encontrar en la obra de Descartes – con especial énfasis en las Meditaciones Metafísicas- en las formulaciones didácticas del capítulo de educación y sensibilización artística, del manual titulado Propuesta didáctica, de la Administración Nacional de Educación Pública. 2-Presentación del punto. El presente trabajo es un emergente de un esfuerzo intelectual, un punto en un recorrido, en el que la intención, está puesta en analizar ciertas categorías teóricas en la obra de Renato Descartes -en la que se puso especial énfasis en las Meditaciones Metafísicas- para luego abordar desde éstas, ciertas problemáticas relacionadas a la educación. ¿Porqué la obra de Descartes? y ¿qué categorías teóricas? Para bordear la primera pregunta es propicio el comentario de Whitehead: “…la historia de la filosofía moderna es la historia del cartesianismo…” (Whitehead (apud Reale), 1983:305). La profunda influencia del cartesianismo llega hasta la época actual, y es preciso reconocer que los discursos, prácticas y saberes que se viven en la actualidad, están atravesados por éste. De aquí el interés en Descartes y en su filosofía. En relación a la segunda pregunta, cabe mencionar el intento de trabajar en primer lugar con las concepciones de cuerpo y de mente en Descartes, la res extensa y la res cogitans, que para Whitehead, los temas implicados en éstas, son “…los que determinan de un modo decisivo los desarrollos de la filosofía moderna…” (Whitehead (apud Reale), 1983: 305). Pero en los primeros intentos de leer distintas formulaciones didácticas, desde la representación de mente y de cuerpo, surgida de la metafísica cartesiana, surgen dificultades, -que para ser sorteadas, en caso de que tal cosa sea posible, se necesita más tiempo de investigación- a saber, ¿hasta qué punto y de qué forma es posible trasladar la concepción de res extensa, al concepto de cuerpo que se maneja en la educación? dado que para Descartes “…la Naturaleza de la materia o del cuerpo tomado en general, no consiste en ser una cosa dura, pesada, coloreada o que incide en nuestros sentidos de alguna otra forma, sino sólo en que es una substancia extensa en longitud, anchura y profundidad […] Su naturaleza consiste sólo en esto: es una substancia que posee extensión.” (Descartes (apud Reale): 327). Ante esta perspectiva, se opta por trabajar con la noción cartesiana de ideas adventicias, y es preciso introducirse en la teoría de las ideas del filósofo francés, y por ende en su noción de representación. Representar es hacer presente, re-presentar, reproducir un objeto exterior o interno. Puede ser el acto, la operación reproductiva, o el contenido de la misma. “Representar es sustituir a un ausente, darle presencia y confirmar la ausencia.”(Enaudeau, 1999: 27). Algo precisa de su intermediación (¿de su servicio gratuito?) para entrar en la escena del sujeto, un espejo (¿qué tan limpio?) que al traerle a éste la imagen, desaparece ante su mirada: “Por una parte, transparencia de la representación: ella se borra ante lo que muestra. Gozo de su eficacia: es como si la cosa estuviera allí.”(Enaudeau, 1999: 27). Pero el sujeto queda colgado en el espejo, y se olvida de que éste está ahí, el espejo no sólo entra en la escena del sujeto, sino que se vuelve toda ella, apariencia que encandila a éste último, lo encanta, lo engaña: “Pero. Por otra parte, opacidad: la representación sólo se presenta a sí misma, se presenta representando a la cosa, la eclipsa y la suplanta, duplica su ausencia.”(Enaudeau, 1999:27). Tan solo una palabra: representación, un signo de algo, un espejo más ¿en qué momento, en qué pliegue del entramado simbólico que atraviesa a un grupo humano emerge como concepto, se vuelve necesaria su enunciación? Según Guy Le Gaufey “...el concepto de representación es perfectamente situable y no se vuelve definitivamente claro hasta la elaboración de la teoría del conocimiento que serviría de fundamento a los primeros avances de la ciencia, a saber, el procedimiento cartesiano.” (Guy Le Gaufey, 1998: 201). Descartes “...reducirá la noción de representación a la de idea.” (Vásquez, 2006:2). Entre la res cogitans, la cosa pensante -esa “...substancia cuya esencia entera o naturaleza es la de pensar.”(Verneaux, 1977: 29)- y la realidad media la idea, y el hombre se relaciona sólo con ella. 2 Reale se pregunta: “...las ideas1, que Descartes no considera en el sentido tradicional de esencias o de arquetipos de lo real, sino como presencias reales ante la conciencia, ¿poseen un carácter objetivo, en el sentido de que representen un objeto, una realidad?” (Reale, 1983: 322). El sujeto que se mira en el espejo ¿puede garantizarse la existencia real de lo que se refleja en éste? El lector de las Meditaciones Metafísicas, puede observar en la obra un recorrido que va desde el escepticismo total de la meditación primera -en la que nada resiste el embate de la duda metódica: “...supondré que hay [...] cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme.” (Descartes, 1977: 21)- hasta el establecimiento cada vez más nítido de una certeza necesaria para justificar el método de la naciente ciencia moderna, en la que “...se ha fundamentado la claridad y la distinción...” (Reale, 1983: 326). Enaudeau al referirse al periplo realizado por Descartes en las Meditaciones dice que el autor inventó la carrera por la existencia: “Las Meditaciones son el relato de la lucha metódica por atribuir a las cosas algo más que un ser de razón: una existencia efectiva, independiente del espíritu que la piensa; son una lucha, pues, por dar cuerpo a fantasmas, si no carentes de consistencia, con una existencia sólo representativa.” (Enaudeau, 1999: 52). Para Descartes existen tres tipos de ideas: las imaginarias, forjadas por la imaginación, las adventicias que provienen del exterior a través de los sentidos, y las innatas “...que son las únicas que tienen una función en la metafísica, porque son las únicas claras y distintas...” (Verneaux, 1977: 37). 2 La idea de extensión es una idea innata, y como tal se presenta en la res cogitans, con toda claridad y distinción, y sin proceder del exterior. Cabe preguntar -dado que esta idea no “...contiene la existencia de su objeto.” (Verneaux, 1977: 35), como sucede con la idea de Dios¿cómo se llega a la certeza de la existencia de su representado, del mundo extenso exterior? Para dar este paso, Descartes cuenta con que Dios es benévolo, que se presenta como garantía para la existencia de algo afuera de la caja negra de la res cogitans, el genio maligno es reemplazado por 1 En su meditación segunda Descartes dice: “Pero, en fin, ¿qué soy? Una cosa que piensa. ¿Y qué es una cosa que piensa? Una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina y siente.”(Descartes ( Apud Gómez Haedo):3).Descartes es preasociacionista y preintelectualista, el pensamiento para él, no se reduce al intelecto, se trata más bien de un flujo mental, aquello que se presenta ante la mente es más abarcativo y complejo que la noción de idea que manejamos en nuestro tiempo. Para Verneaux el término idea en Descartes “…es, pues, muy amplio, equivale al de representación, que es de origen alemán y reciente, y significa la presencia de un objeto cualquiera al espíritu.” (Verneaux (Apud Gómez Haedo): 3). 2 Tanto el cogito, como la idea de Dios y de extensión, todas ideas innatas, son las que permiten a Descartes dar el salto de la metafísica, a la física. Pero no es el propósito de este trabajo profundizar en esta cuestión. 3 “…un Dios protector, garante del saber y por lo tanto de la existencia exterior de lo real.” (Enaudeau, 1999: 54). Cabe preguntar ¿de qué protege Dios al hombre? De que en el momento en que éste a través de sus facultades sensibles, de las ideas adventicias, recibe el mundo exterior, no sea engañado en lo que respecta a la efectiva existencia de la causa de esas ideas, que no es más que el mundo físico exterior, el mundo de los cuerpos: “Tampoco puedo dudar de que hay en mí cierta facultad pasiva de sentir; es decir, de recibir y reconocer las ideas de las cosas sensibles; pero tal facultad me sería inútil, y no me podría servir de ella de ninguna manera, si no hubiera en mí, o en cualquier otra cosa, una facultad activa, capaz de formar y producir estas ideas[...]Pero, como Dios no engaña, es cosa manifiesta, que inmediatamente, y por sí mismo, no me envía estas ideas[...] Porque, no habiéndome dado Dios ninguna facultad para conocer esto, sino una gran inclinación a creer que estas ideas proceden de las cosas corporales, no sería fácil librarle de la nota de impostor, si realmente estas ideas procedieran y fueran producidas por causas distintas de las cosas corporales.”(Descartes, 1641: 122). “Por lo tanto si las facultades imaginativas y sensibles atestiguan la existencia del mundo corpóreo, no hay razón alguna para ponerlo en discusión.” (Reale, 1983: 326). He aquí las ideas adventicias y su entrada decidida en la paradoja. Éstas, como se ha dicho en párrafos anteriores, proceden del exterior, como sean las facultades sensitivas, pero Descartes si bien desconfía de la existencia del representado de estas ideas, las necesita para llegar a tener certeza de la existencia exterior del representado de la idea de extensión. Dice Gilson: “La existencia de sensaciones confusas que nacen en el alma sin su consentimiento prueba por lo tanto que el alma está substancialmente unida a un cuerpo, y por consiguiente también que este cuerpo existe [...] por lo tanto el mundo exterior existe.” (Gilson, 1645: 15). En las Meditaciones, así presenta Descartes la prueba definitiva de la existencia del mundo exterior. Acto seguido, recuerda que no se puede confiar en los sentidos, por lo que llega a la conclusión de que sólo puede admitir como reales, de entre todas las cosas que se encuentran en el exterior, aquellas que al espíritu le es posible concebir con claridad y distinción, es decir, “...todas las comprendidas en el objeto de la geometría especulativa...” (Descartes, 1641: 122). “Así pues, ¿carecen de valor los sentidos? No, pero su función es puramente práctica o pragmática: no nos informan acerca de qué sean las cosas en sí mismas, o acerca de su naturaleza, nos enseñan sólo en qué son útiles o nocivas al compuesto humano. Las cualidades sensibles (colores, sonidos, etc.) no son formalmente objetivas, no existen tal como las percibimos; pero 4 tienen un fundamento real, a saber, la forma y el movimiento de los cuerpos.” (Verneaux, 1977:35). Es posible, desde estas coordenadas cartesianas, en particular desde la concepción de ideas adventicias, y del lugar que éstas tienen para Descartes en sus Meditaciones, abordar el lugar de los sentidos en ciertas formulaciones didácticas. Para delimitar el terreno, se enfocará el análisis en las propuestas didácticas para la sensibilización artística y la educación de los sentidos, contenidas en un manual de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), que se llama: Propuesta didáctica (ver la bibliografía del presente trabajo para ampliar las referencias de esta obra). En éste, se presenta el material didáctico como mediador en los procesos de enseñar y aprender. En el capítulo referido a la educación artística, se plantea que a través de las actividades artísticas, es posible desarrollar “…facultades sensibles, imaginativas, creativas y comunicativas…” (ANEP, 1999: 271). Los “…objetivos que plantea el programa escolar (1986) para esta área tienden a la formación de tres competencias básicas: a) el desarrollo de los sentidos y la sensibilidad, b) el desarrollo de la capacidad de expresión a efectos de lograr una comunicación eficaz y c) el desarrollo de la creatividad con miras a la búsqueda de soluciones originales.” (ANEP, 1999: 274). Merece especial atención, para el propósito del presente trabajo, el interés evidenciado en la propuesta didáctica presentada en el párrafo anterior, en educar los sentidos, “…la sensibilidad se consigue y se aumenta también por el aprendizaje…” (ANEP, 1999:271). Cabe preguntarse, ¿Qué lugar ocupan los sentidos en estas formulaciones didácticas? ¿Permiten al sujeto captar la realidad de las cosas en sí mismas? ¿Le informan al hombre acerca de la naturaleza del mundo, o presentan una relación más indirecta con éste? En el desarrollo del punto, se intenta abordar estas problemáticas desde la concepción cartesiana de ideas adventicias, y del lugar que éstas ocupan en el sistema de Descartes, en especial en las Meditaciones Metafísicas. 3-Desarrollo del punto. “Aprendemos a reaccionar de manera diferente ante estímulos cuyo grado de diferenciación es difícilmente perceptible, nos hacemos sensibles ante lo que podría pasarnos inadvertido. Resulta curioso cómo el medio, el estudio, la experiencia, pueden aclarar nuestra sensibilidad y encauzarla hacia los aspectos para los que estamos especialmente adiestrados; así el pintor ve tonalidades y matices de colores en un paseo por el campo en los que no reparamos los demás; el ornitólogo no sólo oye los trinos de los pájaros sino que identifica la especie a la que pertenece.”(ANEP, 1999: 271). 5 “Quizá sea lo que ahora pienso, es decir, que esta cera no era ni la dulzura de la miel, ni el agradable olor á flores, ni la blancura, ni la figura, ni el sonido, sino solamente un cuerpo que un poco antes me parecía sensible bajo estas formas, que ahora se manifiesta bajo otras…” (Descartes, 1641: 44). 3 En la presentación del punto, se dejó en claro que para Descartes, existía una realidad afuera de la caja negra de la res cogitans, y que no se puede dar cuenta de ésta a través de los sentidos, sino a partir de la idea innata de extensión. La razón, lo que se le presenta al hombre como claro y distinto es lo que le permite conocer. Las ideas adventicias, sirven al hombre para vivir, pero no son una vía de acceso directo para saber qué son las cosas. En las propuestas didácticas analizadas, se pretende educar los sentidos a través de actividades y talleres de sensibilización artística, esta empresa trae implícita cierto empirismo. Desde el momento en que se reflexiona en torno a los sentidos, se puede decir que existe al menos, un matiz de empirismo, y esto puede decirse para el mismo Descartes, que trabaja en profundidad con las ideas adventicias en algunos de sus textos más importantes. Según Vásquez, “…Descartes nos presenta un discurso heterogéneo, ofreciendo un tipo de explicación en torno a la forma en que la res cogitans se relaciona con los sentidos, llámese empirista o mecanicista, que lo aleja de la versión monolítica típica de los manuales de filosofía y lo hace ver como un filósofo preocupado por la sensibilidad.” (Vásquez, 2006:12). Pero un análisis de tal profundidad trasciende las posibilidades de este trabajo, para realizarse, es necesario rastrear toda la obra de Descartes, con especial énfasis en Las pasiones del alma, y la correspondencia que mantiene con la princesa Isabel del Palatinado. Es suficiente, para este momento de la investigación, conformarse con la concepción de ideas adventicias que se presenta en las Meditaciones, -mencionada en párrafos anteriores- según la cual, las ideas adventicias no le permiten al hombre conocer las cosas, pero le son útiles para la vida. Entretanto, la credibilidad otorgada a los sentidos en las formulaciones didácticas aquí analizadas, es de otra índole, en éstas subyace la creencia de que los sentidos no engañan, de que son nobles, y por tanto permiten al sujeto conocer la realidad. Cada sentido tiene su particularidad, y en el manual, se proponen talleres de sensibilización, actividades y ejercicios para cada uno de los sentidos. En la sección de talleres de juegos visuales, se comenta que: “El niño cuenta con un panorama visual ampliamente desarrollado a partir de los cuatro años de edad. Percibe antes las formas que el color, hasta el punto de que distingue al 3 Es necesario aclarar, que algunas citas a Descartes, realizadas en este trabajo, son de una edición de las Meditaciones Metafísicas de 1904, por tanto pueden encontrarse aparentes faltas de ortografía como “á”, o “hé”, o “ó”, pero se trata mas bien de la ortografía de la época. 6 principio los objetos por la forma que tienen” (ANEP, 1999: 285). La palabra distinguir, no es decisiva, pero acerca al sujeto a la posibilidad de captar la realidad a través de la vista. Pero si no alcanza con esto, las expresiones siguientes, definen la balanza a favor de los sentidos como algo digno de confianza, como una vía de acceso al conocer: “El objetivo general para todo el campo óptico, puede cifrarse en el reconocimiento, identificación y diferenciación de los objetos y la percepción de su forma, tamaño, materia, color, y utilidad.” (ANEP, 1999:285). En el caso del oír: “Sin duda que el oído es el sentido de lindes más alejadas. Junto con la vista forma el grupo de los sentidos “nobles” por no requerir el contacto físico para captar sus impresiones…” (ANEP, 1999:287). Entretanto se presentan ejercicios para educar estos sentidos en los niños 4, por ejemplo, para el caso del oído: “Que por el ruido que hacen al caer lleguen a identificar los objetos (pelota, caja de lata, caja de madera o de cartón, silla, papelera, libro, lápiz, etc.).”(ANEP, 1999: 288). “Si tomamos una copa de cristal y pasamos la yema humedecida del dedo índice, oiremos un sonido ligero y agradable y al mismo tiempo, sentiremos en el dedo las casi imperceptibles vibraciones del cristal. Ésta y otras pruebas nos acercan al conocimiento de la estructura de la onda sonora y las características de su desplazamiento y los componentes propios de las distintas fuentes productoras.” (ANEP, 1999: 302). Subyacen en estos ejemplos, una concepción de los sentidos en la que éstos no engañan, cuando se mira algo, lo que es observado, es la realidad, cuando se escucha algo, lo que se escucha, es la cosa en sí. Existe un acceso directo, la representación es la cosa. Es revelador contrastar estos ejemplos (presentados en las líneas anteriores) con la siguiente reflexión de Descartes en torno a un trozo de cera: “Consideremos, pues, ahora las cosas que vulgarmente se estiman más fáciles de conocer por la generalidad […] a saber: los cuerpos que tocamos y que vemos; […] consideremos más bien uno en particular. Tomemos, por ejemplo, este pedazo de cera: aún conserva el frescor de la colmena, no ha perdido aún la dulzura de la miel que contenía; retiene aún algo del olor de las flores de que ha sido recogido; su color, su figura, su tamaño, son aparentes; es duro, es frío, es manuable; y si golpeáis encima, dará algún sonido. En suma: todas las cosas que pueden distintamente dar á conocer un cuerpo, se encuentran en éste. Pero hé aquí que en tanto yo hablo se le acerca el fuego; lo que en él quedaba de sabor se exhala, el olor se evapora, el color se cambia, su figura se pierde, su tamaño aumenta, se hace líquido, se abrasa, apenas se puede manejar, y, aunque se le hiera encima, no dará sonido alguno. ¿Sigue siendo después de este cambio la misma cera? Preciso es confesar que sigue siendo la misma; nadie podrá dudarlo. ¿Qué es, pues, lo que se conocía en ese pedazo de cera con tanta distinción? 4 La Propuesta didáctica, aquí analizada, fue ideada para primaria. 7 Ciertamente nada puede ser de cuanto se observa por mediación de los sentidos, puesto que todas las cosas que caían bajo el dominio del gusto, del olfato, de la vista, del tacto y del oído, se encuentran cambiadas, y, sin embargo, la misma cera permanece.” (Descartes, 1641: 43). Más adelante Descartes dice, que el saber qué cosa es ese pedazo de cera, “…sólo puede comprenderlo mi entendimiento[…]Además, lo que hay aquí muy digno de notarse es que mi percepción no es una visión, ni un tacto, ni una imaginación […] sino solamente una impresión del entendimiento, la cual puede ser imperfecta y confusa, como antes era, ó bien clara y distinta como al presente es, según que se fija más o menos mi atención en las cosas que están en ella y de que se compone.”(Descartes, 1641: 45). De los extractos presentados aquí de la segunda meditación, se puede decir que para Descartes, la percepción no es lo que accede al fenómeno, sino una impresión en la res cogitans. Sólo es posible conocer el pedazo de cera, a través de lo que se presenta al espíritu como claro y distinto, es decir por medio del entendimiento; el hombre ha de discernir entre las impresiones que se le presentan a su atención, para elegir aquellas que lo hacen claramente, a la sola luz de la razón. No ha de dejarse engañar por los sentidos, las ideas adventicias no son dignas de fiar, en el momento de saber qué es el trozo de cera. Al analizar las propuestas didácticas a la luz de este contraste, se puede notar con mayor claridad, la fe puesta en los sentidos por parte de los creadores del manual en cuestión. Para éstos, de la sensación se pasa a la percepción, y ésta tiene el poder de captar la cosa. Entretanto, es de interés prestar especial atención al sentido del tacto. En la sección de talleres de juegos táctiles de la Propuesta didáctica, se refieren al mismo: “Tradicionalmente se entienden como sentidos más notables el de la vista y el oído. Sin embargo, el sentido del tacto, es el que nos hace más patentes las cosas y el que nos muestra más claramente su realidad, gracias al cual es posible adquirir la noción del mundo exterior y sentir que existen objetos fuera de nosotros mismos […] nos hace conscientes […] de la bipolaridad sujeto-objeto […] nos saca de nuestro ensimismamiento y nos abre como ningún otro sentido a los demás.” (ANEP, 1999: 290). Más allá de que se vuelva a constatar, y con mayor claridad, la creencia de los creadores de la Propuesta, de que los sentidos no engañan, y de que se presente al sentido del tacto como el que le permite al hombre conocer con mayor claridad la realidad de las cosas, aparece algo nuevo en el extracto citado en el párrafo anterior: para los educadores de la Propuesta, el sentido del tacto es el más eficiente de los sentidos, a la hora de constatar la existencia de objetos en el exterior del sujeto. Dentro de la interpretación realizada en la presentación del punto, de cómo en 8 la sexta meditación, Descartes necesita a los sentidos, para abrir un agujero en la caja negra de la res cogitans, para luego tomar como real sólo aquello que es claro y distinto, es decir la extensión, se puede agregar que el tacto es el sentido por excelencia para conectarse y dar crédito al mundo exterior. Si bien la interpretación a la cual se hace referencia, no es de directa transferencia a lo que los creadores de la Propuesta didáctica quieren decir en relación al tacto -ya que dado el claro empirismo de éstos, los sentidos no sólo muestran que el mundo exterior existe, sino que también captan la realidad en forma directa-, se puede encontrar a partir del último extracto citado, un punto de complacencia entre Descartes y los creadores de la Propuesta. Es que para Descartes el tacto “…era el modelo de la visión, lo que –objeta Merleau-Ponty- nos libera de la ubicuidad que constituye justamente la dificultad de la vista, su delirio, su locura, puesto que ver es “tener a distancia”, y “la visión es tele-visión […] cristalización de lo imposible.”.” (Enaudeau, 1999:116). Por tanto, para Descartes, el tacto también es el sentido por excelencia para sacar al hombre de su ensimismamiento, y por ende para llevarlo a la certeza de la existencia de objetos exteriores, y de la bipolaridad sujeto-objeto. Pero a diferencia de lo que se expresa en las propuestas didácticas analizadas, esto no conlleva, como se dejó en claro en párrafos anteriores, que ese objeto, que el tacto percibe, sea real, sea la cosa en sí misma (tal paso a la naturaleza de las cosas, sólo se puede dar, a través de lo que en forma clara y distinta se conoce como extensión). Sí se puede decir, que existen objetos afuera del sujeto, y ésto no es para nada menor. Por otra parte, esta salida del ensimismamiento del sujeto, que el tacto parece facilitar con tanta presteza, no está carente de complicaciones, pues como dice Enaudeau: “…hay una gran paradoja en confiar justamente en el único sentido (el tacto, al que también pertenece el gusto) que asigna a sus objetos el cuidado de enseñarnos la distancia que nos separa de ellos. El contacto se pretende fusión, interpenetración de la boca y el pecho, mientras que la vista se mantiene apartada del espectáculo que contempla. Por cierto, el peligro de la vista consiste en que pierda su objeto, pero el tacto corre el riesgo de quedar soldado a él. Un doble escollo para una representación cuya tarea es hacernos identificar el objeto.” (Enaudeau, 1999:128). 4- A modo de conclusiones. En este trabajo, se intentó generar un análisis, del lugar que ocupan los sentidos en las formulaciones didácticas, que se pueden encontrar en el capítulo de educación y sensibilización artística, del manual titulado Propuesta didáctica, de la Administración Nacional de Educación Pública. Esta lectura se desarrolló desde la categoría de ideas adventicias, manejada por Descartes, en sus Meditaciones metafísicas. Es necesario aclarar, que lo realizado en este trabajo obedece a una suerte de cartesianismo, pues si bien se establece la discusión dentro del marco de 9 las obras aludidas, se realizan ciertas interpretaciones de las mismas, de las cuales es necesario hacerse responsable. En este sentido, como se dijo al principio de este texto, este trabajo, es un punto en un recorrido, un paraje en un trayecto teórico que puede ser continuado. Varias son las posibilidades a tener en cuenta, el primer camino a tomar, puede tratarse de un análisis más profundo del lugar de las ideas adventicias en Descartes, tomando en cuenta, la obra del autor en su totalidad. Desde ya se puede vislumbrar lo mencionado en párrafos anteriores, Descartes no es un racionalista absoluto, pues desde el momento en que considera a las ideas adventicias, les está dando lugar en su sistema de conocimiento. ¿Hasta dónde los sentidos son importantes en este sistema? Desde la teoría del conocimiento de Descartes -tomando debida cuenta de nuevas perspectivas, para situar a las ideas adventicias dentro de ésta- es posible realizar un estudio más profundo del lugar de los sentidos, en distintas formulaciones didácticas de la educación. 5- Referencias bibliográficas. -Administración Nacional de Educación Pública, 1999, Propuesta didáctica, Administración Nacional de Educación Pública, Montevideo. - Descartes, R. Obras Filosóficas, El ateneo, Buenos Aires, [1945]. - Descartes, R. (1641) Meditaciones Metafísicas, Biblioteca económica filosófica, Madrid, [1904]. - Enaudeau, C. (1999) La paradoja de la representación, Paidós, Buenos Aires. - Gómez Haedo, E. El punto muerto cartesiano en la obra de Baruch Spinoza, Disponible desde Internet en <http://www.edu.mec.gub.uy/articulos.htm> [con acceso el 16 de mayo de 2008]. -Guy Le Gaufey (1998) El lazo especular, Universitas, Editorial científica universitaria, Córdoba. -Reale, G., Antiseri, D. (1983) Historia del pensamiento filosófico y científico (TomoII), Herder, Buenos Aires, [1988]. -Vásquez,M, (2006) Representación, ideas y conocimiento sensible en R. Descartes, Disponible desde Internet en <http://www2.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S131675532006000100002&lng=es&nrm=iso> [con acceso el 16 de mayo de 2008]. -Verneaux, R. (1977) Historia de la filosofía moderna, Herder, Barcelona. 10