PRIMERA PARTE Desarrollo, Cooperación Internacional y Cooperación Descentralizada -29- CAPÍTULO 1 DESARROLLO -31- Desarrollo A pesar del optimismo inicial en los años 50 y 60 del siglo XX, el pensamiento sobre desarrollo fue abandonando la idea de construir un marco homogéneo en el que insertar a todos los países del sistema mundial. En este sentido, durante los años 80 distintos autores destacan dos conclusiones al respecto. En primer lugar, que no existía el “típico país subdesarrollado” y por lo tanto no era posible la aplicación de políticas idénticas para todo el llamado Tercer Mundo. En segundo lugar, que otros factores, y no únicamente la economía, parecían tener una importancia considerable en el desarrollo (Adelman en Meier y Stiglitz, 2002: 91-139). En la actualidad, el paradigma no ha logrado construirse sobre el consenso de sus estudiosos (Martínez Peinado, 1999). Por el contrario, es un ámbito en permanente reflexión, siendo el debate y no la creencia en un modelo de desarrollo, el propio objeto de estudio en los últimos tiempos. Para comprender el proceso en el que se ha ido conformando se propone un recorrido histórico por sus principales escuelas y autores, incidiendo especialmente en las denominadas Teorías del Desarrollo. 1. Los orígenes de las Teorías del Desarrollo. Uno de los principales aspectos que han marcado estas teorías ha sido la determinación de sus inicios como disciplina vinculada a las ciencias económicas y sociales. Los primeros autores que hablaron sobre desarrollo se sitúan en la época inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, sin embargo existen precedentes en años anteriores. Aunque el sistema capitalista y el nacimiento del tipo de desigualdad que lo caracteriza puede remontarse al siglo XV (Tortosa, 2001), para esta investigación, se tendrá en cuenta los orígenes del desarrollo económico en el ya entrado siglo XX. -33- Capítulo 1 Son muchos los investigadores que han realizado clasificaciones de las teorías del desarrollo. Los criterios para su categorización han sido de tipo cronológico, en función de su visión del fenómeno, o por escuelas y autores. Las distintas escuelas de pensamiento se han solapado en el tiempo y en el espacio. Pero para esta tesis no se considera tan fundamental establecer un mapa cronológico riguroso, sino comprender la secuencia en la que el pensamiento sobre desarrollo se va conformando fruto de la propia historia social. Por ello se realizará una descripción de las teorías respetando la lógica de cada una de ellas en el panorama internacional. A pesar de la heterogeneidad que parece caracterizar a dichas teorías, su relevancia está vinculada a una perspectiva distinta de entender la naturaleza del desarrollo y del subdesarrollo, y a la búsqueda de los factores clave que puedan influir en uno u otro fenómeno (Hunt, 1989: 43). Los primeros autores del desarrollo trataban de otorgar una explicación diferente a las causas del subdesarrollo en las entonces colonias y ex-colonias, descartando lo que para otros intelectuales constituía un grupo homogéneo sobre el que generalizar (Kennet y Oakley en Kennet, 2001: 92-115). La convicción de que los países subdesarrollados tenían un contexto particular e individual empezaba a influir en el análisis económico de la época. Mientras que los orígenes del pensamiento sobre desarrollo en Latinoamérica se sitúan entre 1930 y 1940, en Europa Occidental y Norteamérica aparecerían entre 1943 y 1958 (Hunt, 1989:43). Ambas constituirían las perspectivas dominantes de la llamada Economía del Desarrollo entre los años 1940 y 1950. -34- Desarrollo 2. El pensamiento sobre desarrollo en Europa Occidental y Norteamérica. Tras la Segunda Guerra Mundial, economistas europeos y norteamericanos comienzan a prestar atención a la situación en la que se encontraban los países subdesarrollados. Las propias presiones sociales y políticas y la construcción de una política económica llevan a algunos autores a una reflexión sobre los factores que marcaban la diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo. Además, la idea de construir y mantener una estabilidad internacional, promocionar el desarrollo económico y contener el comunismo prevalece como un sentimiento general en las regiones desarrolladas. La reconstrucción europea a través del Plan Marshall, la incipiente descolonización y el comienzo de la guerra fría constituyeron el escenario sobre el que comenzar una redefinición de la relación entre los países ricos y los países subdesarrollados. (Rist, 2002) Poco después, en los años cincuenta del siglo XX, autores como RosensteinRodan, Nurkse, Rostow, Tinbergen, Bauer o Lewis, manifestaron que el subdesarrollo era un estadio que se podía superar, fundamentalmente, con industrialización e inversión extrajera (Berzosa, Bustelo, de la Iglesia, 1996: 246). El inicio de este debate puede situarse en una publicación, a mediados de los años 40, de un artículo de Rosenstein-Rodan. En este trabajo, más práctico que teórico, el autor proponía una serie de estrategias de desarrollo dirigidas al Sur y Sudeste de Europa. Estos autores, junto a otros como Myrdal, Leibenstein o Hirschman sentaron las bases en la búsqueda de las claves del desarrollo. Algunas de las consideradas por estos autores eran las siguientes: 1. La industrialización era el factor principal para alcanzar el desarrollo. -35- Capítulo 1 2. La fuerza de trabajo debía de ser desplazada de la agricultura a la industria. 3. La intervención estatal debía convivir con el libre funcionamiento del mercado. Una de las teorías más relevantes fruto de este pensamiento fue la Teoría de la Modernización, que entendía el desarrollo como un proceso lineal, y que fue impulsada por Samuel Huntington. Enfatizaba en la necesidad de evolucionar desde una economía agrícola a una economía industrial en la misma línea de los países occidentales. Se aceptaba que este proceso transformaba la estructura productiva y social de los países, según las pautas de modernización con una base estrictamente económica (Alonso, 2001: 11-45). Esta línea de pensamiento fue defendida por un grupo de sociólogos y politólogos norteamericanos apoyados por el gobierno de Estados Unidos. La Teoría de las etapas de Rostow concibe el desarrollo como un proceso que parte de una situación de atraso y que desembocará inevitablemente en progreso a través del crecimiento de la renta per cápita de la población. Por otra parte, a mediados de los años cincuenta cobran importancia también los trabajos de Arthur Lewis, quien en esta época concibe un modelo de desarrollo basado en la transformación estructural de las economías de subsistencia (Hidalgo Capitán, 1998). Su obra, Teoría del Desarrollo Económico, constituye la primera aproximación relevante a la Economía del Desarrollo como disciplina que trata de entender dicho fenómeno. Defiende, en la línea del resto de autores, que las economías pobres debían disminuir su sector tradicional y potenciar los sectores secundario y terciario. La mano de obra excedente de la agricultura se canalizaría a otros sectores para incrementar su productividad y potenciar el crecimiento económico. Su objetivo era vencer las estructuras tradicionales para conseguir el desarrollo desde los siguientes principios, sin abandonar el sistema capitalista: intervenciones del Estado, fomento de -36- Desarrollo la industrialización, nacionalizaciones y protección de la competencia externa (Bustelo, 1998). Aunque Lewis puede ser considerado estructuralista y Rostow teórico de la modernización, ambos tenían cosas en común ya que veían el dualismo en las economías subdesarrolladas, que el crecimiento económico había de ser reflejado en la renta per cápita y que debía de constituirse una clase social emprendedora que manejara los recursos hacia el desarrollo nacional. Estas ideas tuvieron una gran influencia en la evolución del proceso de desarrollo en los años 50 y 60 en Europa y Norteamérica. En estos años, coexisten el paradigma estructuralista de Lewis junto a otro más centrado en el núcleo de expansión capitalista (Hunt, 1989). Por otra parte, las críticas de la época se basaban en la permanente polarización social y el continuo empobrecimiento de los países subdesarrollados. En general, los teóricos de esta época destacaban la importancia del crecimiento económico en el proceso hacia el desarrollo, pero rechazaban el paradigma neoliberal absoluto. Pensaban que éste carecía de realismo en su teoría. Sus planteamientos estaban basados en que el crecimiento económico iba impactando sobre la población en forma de empleos, mayor renta, mayor capacidad y diversidad de consumo y mejores oportunidades (Todaro y Smith, 2002: 68, 131). Posteriormente, el pensamiento neoclásico experimentará un gran impulso a partir de los años 60, alcanzando su máxima influencia en los años 80. La creación de instituciones multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ha encabezado la manifestación del neoliberalismo en el mundo a través de sus políticas económicas (Sanahuja, 2001). La idea principal que ha prevalecido en estas instituciones es que el crecimiento constituye un fin en sí mismo que se transformaría -37- Capítulo 1 directamente en desarrollo y que el mercado es el instrumento idóneo para resolver los problemas del subdesarrollo (Griffin en Ibarra y Unceta, 2001: 25-40). Una de las manifestaciones de esta línea fueron los Planes de Ajuste Estructural (PAE), conjunto de políticas encaminadas a reorientar las economías pobres a los supuestos de la economía de mercado, concretamente a incrementar el PNB y a reducir la deuda pública exterior, disminuyendo, para ello, la inversión interna en gasto público (Pérez de Armiño, 2000a). Estas políticas fueron aplicadas con el fin de impulsar el crecimiento económico y reducir la deuda externa. Sin embargo, a través de la llamada condicionalidad, que son los requisitos que tenían que cumplir los países receptores por la concesión de los préstamos, se consiguió el efecto contrario. Los países, fuertemente endeudados de nuevo, vieron perjudicados sus niveles de salud y educación y como consecuencia de ello han incrementado la pobreza y las desigualdades (Cavanagh, 1994). 3. La escuela estructuralista latinoamericana y su influencia. El pensamiento sobre desarrollo en Latinoamérica surge en los años 30 del siglo XX. La llamada escuela estructuralista latinoamericana se constituyó bajo la influencia de la coyuntura internacional, caracterizada por la Gran Depresión de los años 30 y la situación del sistema económico internacional tras la guerra. Aunque su fundador, Raúl Prebish, fue educado en la tradición neoclásica, pronto cambiaría su pensamiento influido por la situación económica de su país de origen, Argentina. En estos años, Prebish había advertido del colapso del comercio internacional, y del intercambio y la exportación de las manufacturas (Hunt, 1989: 47). -38- Desarrollo En 1948 se crea la Comisión Económica para América Latina y Caribe (CEPAL), dirigida por Prebish y que será el marco institucional de la teoría estructuralista. Ésta construye el análisis de la realidad como un fenómeno históricoestructural, y explica el subdesarrollo a partir de la herencia histórica de los países de la periferia (Bustelo, 1998). Además, el estructuralismo toma como objeto de la investigación al sistema en su conjunto, estudiando la interrelación entre las diferentes partes como base para comprender los problemas del mismo. Junto con un grupo de economistas y sociólogos latinoamericanos, Prebish impulsó, a través de su obra, una crítica a la teoría ortodoxa neoclásica, considerándola inaceptable para comprender los problemas de los países pobres. Por otra parte, el estructuralismo latinoamericano reforzó una visión del mundo polarizado entre lo que se vino a llamar centro y periferia (Hidalgo Capitán, 1998). El modelo centro-periferia había tratado de explicar las causas del subdesarrollo a través de las relaciones entre países ricos y países pobres y su posición en el sistema capitalista. Fue definido como “el sistema de relaciones económicas internacionales, basado en una constelación económica, cuyo centro lo ocupaban los países industrializados, favorecidos por un previo avance en progreso técnico, y que organizaban el sistema en función de sus propios intereses” (Hidalgo Capitán, 1998: 100-102). Los países del centro se caracterizaban por tener una estructura productiva homogénea y diversificada. Los países de la periferia, por el contrario, tendrían una estructura heterogénea y especializada. En el centro se encontraría el poder económico, tecnológico y político. La periferia se sitúa en los márgenes del sistema mundial, en desventaja, como proveedora de materias primas y mano de obra barata, contribuyendo a potenciar la competencia internacional por la reducción de costes de producción. -39- Capítulo 1 El estructuralismo también reflexiona acerca de la relación real de intercambio para los países exportadores de productos primarios. Poco antes de la II Guerra Mundial, los países del centro habrían reducido la demanda de importaciones de materias primas. Esta situación, junto con la caída de la relación real de intercambio para los países exportadores, provocó una recesión importante en sus capacidades de importación. La respuesta, estratégica y política, fue la llamada Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) (Bustelo, 1998). Las primeras propuestas de la CEPAL al respecto contemplaban que era el estado quien tenía la obligación de iniciar e impulsar un proceso de industrialización con empresas públicas, inversiones gubernamentales, orientación a la iniciativa privada, todo ello con el fin de que el crecimiento industrial tuviera resultados de efecto endógeno. Sin embargo, a finales de los años 50, los resultados económicos de la ISI eran ampliamente cuestionados por sus efectos sobre las economías receptoras. Su debilidad habrían sido los mercados internos, que no eran capaces de absorber la producción generada por las industrias nacionales. Por todo ello la demanda interna fue calificada como el mecanismo que provocó el agotamiento del modelo ISI como fundamento del desarrollo económico de América Latina. Por otra parte, en los años 50, Paul Baran llamará la atención de otros autores en el esfuerzo por comprender el fenómeno del subdesarrollo. Es el caso de André Gunder Frank., quien trabajó en Latinoamérica a principios de los años 60, y quien defendía que se trataba del proceso de extracción continua de la riqueza de los países pobres y transferido a los centros capitalistas mundiales (Reader, 1995). Durante los años 60, Frank, junto a otros autores como Samir Amin, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto impulsan la llamada Teoría de la Dependencia. -40- Desarrollo Aunque tenían posturas distintas dentro de la misma teoría, defendían que el subdesarrollo no era una fase previa al desarrollo, sino un producto histórico del colonialismo, y la consecuencia de la desintegración económica de los países más pobres provocado por la dependencia de la metrópoli, que en parte no desaparecía con la descolonización. Cuestionaban además que el problema del desarrollo se debiera a factores endógenos, manteniendo que era la propia estructura de la economía mundial la que bloqueaba las capacidades de los países del Sur (Berzosa et al, 1999: 17-31). Las economías subdesarrolladas eran dependientes del núcleo capitalista respecto al crecimiento económico, el acceso al mercado, la financiación y la tecnología (Hunt, 1989:65). A través de la evolución de su obra, Frank defenderá que no hay posibilidad de desarrollo dentro del sistema capitalista, principio que seguiría manteniendo cuando en los años 70 añadió que la dependencia y la lucha de clases durarían mucho tiempo. Niega, por tanto, la posibilidad de crecimiento económico y de desarrollo en la periferia capitalista. En El desarrollo del subdesarrollo, la periferia estaría relegada a perpetuar el subdesarrollo mientras se mantuviera la dinámica del capitalismo en el sistema mundial2 (Frank, 1992: 95). Por otra parte, Samir Amin, declarado marxista, estudia la articulación del capitalismo periférico con modos de producción precapitalistas. Plantea conceptos como “desarrollo desigual” (desarrollo producido por la intensidad del crecimiento a corto plazo) y “estrategia de desconexión”. 2 Tal y como argumenta Frank, “... la mayoría del desarrollo para un grupo siempre vendrá a expensas del antidesarrollo de los demás. Esto es lo que significa realmente el desarrollo mundial real. Por lo tanto, la definición normativa de Higgins del desarrollo, en tanto “debe ser”, de elevar el bienestar de todo ser humano se vuelve difícilmente operacional” (Frank, 1992: 95). -41- Capítulo 1 Ésta se basa en la idea de que la periferia debía desligarse voluntariamente del sistema por las consecuencias económicas y sociales del capitalismo. La lógica del capital tendería a producir distribución desigual de los ingresos entre las clases sociales, a nivel nacional e internacional, contribuyendo al estancamiento económico relativo y provocando desempleo, empobrecimiento y marginación (Bustelo, 1998). Ya en los años 90, Amin defiende que las soluciones a la crisis mundial tenían que llegar necesariamente como resultado de las transformaciones en las relaciones de las fuerzas políticas y sociales, que serán el producto de luchas cuyos resultados parecen ser impredecibles (Amin, 1998). En los años 70, Cardoso y Faletto destacan en su obra Dependencia y Desarrollo en América Latina el concepto de “desarrollo dependiente”. Esta tesis expone que la dependencia no hacía imposible el desarrollo de la periferia, sino que lo condicionaba de tal manera que se generaban contradicciones y desigualdades específicas al capitalismo periférico (Hidalgo Capitán, 1998). En general, para todos estos autores, la clave del concepto de dependencia era la atención dada a una serie de factores que vulneraban el derecho de autonomía por parte de los países más pobres de elegir su propia estrategia de desarrollo (Hunt, 1989). 4. Las contribuciones a la definición del desarrollo. En la década los años 60, el debate sobre el desarrollo y el subdesarrollo había cobrado una importancia considerable para las ciencias económicas y sociales. Pero conforme se iban sucediendo las escuelas de pensamiento y los autores, la -42- Desarrollo discrepancia acerca de las claves del desarrollo y su propia definición como fenómeno resultaba más complejo. Mientras que algunos autores aceptaban cierta desigualdad para alcanzar el crecimiento, otros no estaban en absoluto de acuerdo aludiendo a razones humanitarias y políticas (Hunt, 1989). En esta línea de discusión, algunos economistas del desarrollo como Lefeber, ante la constatación de que el crecimiento económico era incapaz por sí mismo de generar desarrollo y acabar con la pobreza, plantearon una nueva variable: la redistribución de la riqueza. En esta época el Banco Mundial, junto al Instituto de Estudios para el Desarrollo de Sussex, publicaron el informe Redistribución con crecimiento (Hunt, 1989: 72). Con esta obra trataban de aproximarse a una nueva definición de desarrollo. Por otra parte, a finales de los años 60 surge el paradigma del desarrollo autónomo, autocentrado o self-reliance a partir de los trabajos de Johan Galtung y Julius Nyrere. Esta nueva contribución puede definirse como el “desarrollo basado en las propias fuerzas de los ciudadanos del Sur” (Rist, 2002: 145). Algunas de sus principales características son las siguientes: 1. Que la producción debe orientarse hacia las capacidades básicas de la población, por encima de las ventajas del comercio internacional y la orientación hacia las exportaciones. 2. Está ligada a la participación ciudadana en los procesos de decisión sobre desarrollo, así como en la descentralización del poder. 3. Evita la imitación, el estilo rostowiano, de modelos de desarrollo importados, suponiendo la diversificación de estilos propios de desarrollo. -43- Capítulo 1 4. Transforma la periferia en una multitud de centros autónomos. El modelo de desarrollo autónomo se puso en práctica de una manera experimental en Tanzania con el gobierno de Julius Nyrere. Sin embargo, supuso un fracaso, en la medida en que se impuso desde el poder central hacia las regiones. En Tanzania no se produjo ningún cambio de mentalidad desde los poderes locales hacia arriba, sino que desde los niveles superiores de poder se trató de instaurar en las diversas comunidades locales, con amplio rechazo de la población. En los años 70, la preocupación por la distribución del crecimiento también influirá en la aparición de una corriente de pensamiento dirigida a la satisfacción de las necesidades básicas. Uno de los autores más relevantes de esta teoría será Paul Streeten. Se basaba fundamentalmente en el intento por proporcionar a las personas las oportunidades para su desarrollo físico, social y mental, y en el alcance de los medios para alcanzar este objetivo. En 1975, la Conferencia Mundial sobre Empleo de la Organización Internacional del Trabajo definió cuatro categorías de necesidades básicas : el consumo alimentario, la vivienda y el vestido para tener un nivel de vida digno; el acceso a los servicios públicos como la sanidad, la educación, el agua potable o saneamiento básico; la posibilidad de tener un empleo remunerado adecuadamente; y el derecho a participar en las decisiones que afecta a la forma de vida de la gente y a vivir y disfrutar de un medio ambiente sano, humano y satisfactorio. Uno de los logros más importantes del enfoque de necesidades básicas fue la capacidad de atraer la atención de muchos economistas hacia la dimensión social del desarrollo, y la importancia para el mismo de fenómenos como la participación, las desigualdades y el agotamiento de los recursos naturales (Bustelo, 1998). -44- Desarrollo Posteriormente, la obra Teoría de las Necesidades Humanas de los autores Len Doyal e Ian Gough aportará una nueva visión al respecto. Esta teoría rechaza las concepciones naturalista, relativista y culturalista de la necesidad. Sostienen que la forma de satisfacción puede variar, pero se ha ido generando un consenso moral sobre ciertas necesidades básicas para el desarrollo de una existencia digna. Ambos autores coinciden con Streeten en que la supervivencia física y la autonomía personal son las necesidades básicas en cualquier cultura y tienen que verse satisfechas para poder conseguir otros logros individuales y sociales (Doyal y Gough, 1994). En la evolución de las corrientes de pensamiento vinculadas al tema del Desarrollo aparecen nuevos conceptos como el “Desarrollo Endógeno” y el “Etnodesarrollo” en los años 70 y principios de los 80. El primero está relacionado con el papel que juega el territorio como elemento fundamental de cualquier estrategia de desarrollo. Considera que la población de un territorio tiene capacidad suficiente para liderar su propio proceso de desarrollo, mediante la utilización de sus recursos locales, económicos, humanos, institucionales y culturales. El segundo concepto podría definirse como un conjunto de principios propios del desarrollo que resalta los valores éticos y culturales de una determinada comunidad (Hidalgo Capitán, 1998). En este proceso de teorización del desarrollo y del subdesarrollo destaca la influencia de Johan Galtung a través de su Teoría Estructural del Imperialismo. Ésta se configura a partir de una realidad basada en la desigualdad entre los países y dentro de los mismos. El binomio centro–periferia sería aplicable por tanto, a escala mundial y a escala nacional. Galtung argumenta que la desigualdad se configura como violencia estructural por causa de un sistema de dominación llamado imperialismo. Éste se define como la relación de dominación entre colectividades (naciones) (Galtung, 1995). Sería un tipo sofisticado o sutil de dominación, que atraviesa las naciones, y que está -45- Capítulo 1 basado en una conexión que el centro de la nación situada en el centro establece con el centro de la nación de la periferia, para beneficio de ambos. Galtung establece que entre los agentes sociales que protagonizan esta dominación existe armonía de intereses, desequilibrio de intereses y conflicto de intereses. La relación entre las naciones es asimétrica, y los centros entendidos como núcleos de poder se alían para reforzar su influencia sobre el mundo. Se convierte en una relación estructural que deja fuera a las periferias. Las causas de la desigualdad y la pobreza, para este autor, no podrían desvincularse de un análisis de las consecuencias del imperialismo sobre las naciones. En esta época, la obra de Immanuel Wallerstein sobre la dinámica del sistema mundial constituyó un salto cualitativo en el proceso de análisis del desarrollo. Para este autor, el proceso de la economía-mundo a lo largo de su historia permite considerarla como un sistema-mundo caracterizado por una determinada división internacional del trabajo concreta y dinámica, tanto geográfica como socialmente. La economía-mundo capitalista, la manifestación del sistema-mundo desde el siglo XVI se creó, consolidó y desarrolló sobre la base de la acumulación incesante de capital. Ante este estímulo, la economía-mundo se expande de manera desigual, constituyendo un sistema jerarquizado, donde la posición que se ocupe en la división internacional del trabajo determinará las posibilidades de movimiento dentro del sistema. Y en este contexto, el sistema se configura a través de sus distintos elementos: centro, semiperiferia y periferia. La aparición de un mercado mundial unificado y la dinámica del capitalismo han provocado una pobreza real en los países del Tercer Mundo. Por lo tanto, los problemas económicos y sociales de estos países no podrán subsanarse mientras estén situados en el contexto del capitalismo mundial (Wallerstein, 1984). -46- Desarrollo Además de todos estos enfoques, hay que añadir el impacto de un paradigma vinculado al desarrollo y su relación con el medioambiente. En 1972 se publica un informe encargado por el Club de Roma cuyos autores, entre los que destaca Meadows, titularon Límites del crecimiento. Este informe exponía las dificultades que el modelo de crecimiento económico tenía para subsistir, así como los peligros que este modelo entrañaba para el planeta (Hidalgo Capitán, 1998: 204). La aparición de este documento introdujo un nuevo planteamiento en los estudios y reflexiones sobre el desarrollo. En esta línea surgieron una serie de corrientes de pensamiento entre las que destacan el Ecodesarrollo, cuyo autor fundamental fue Sachs. Éste plantea concebir el proceso de desarrollo para un colectivo concreto de personas situadas en un ecosistema social determinado, con unos valores culturales y sociales concretos. Piensa fundamentalmente que el desarrollo no puede tener una teoría universal, ya que dicho desarrollo se daría en función de las necesidades concretas de colectivos específicos (Bustelo, 1998). A su vez, surgen dos propuestas impulsadas por Naciones Unidas referidas al problema del desarrollo y del medioambiente: el Informe Brundtland3 (1987) y la Conferencia de Río (1992). El informe Brundtland (elaborado por la Comisión Mundial de Medio Ambiente en 1987) supone, por primera vez, la aparición del concepto desarrollo sostenible, que para los autores del mismo significa asegurar un desarrollo que satisfaga las 3 El informe Brundtland parece sintetizar en gran medida el discurso sobre desarrollo en la década de los 90. Este documento comienza señalando lo siguiente: “En la mitad del siglo XX, vimos nuestro planeta desde el espacio por primera vez. Tarde o temprano los historiadores encontrarán que esta visión tuvo un impacto mayor sobre el pensamiento que la revolución de Copérnico del siglo XVI, la cual cambió por complejto la imagen de nosotros mismos al revelar que la Tierra no es el centro del universo. Desde el espacio, vimos una pequeña y frágil esfera dominada no por la actividad humana, sino por un patrón de nubes, océanos, áreas verdes y suelos. La incapacidad de la humanidad para encuadrar sus actividades dentro de este patrón está cambiando los sistemas planetarios en formas fundamentales. Muchos de estos cambios vienen acompañados de amenazas letales (Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo, 1987: p1)” (Gimeno y Monreal, 1999: 242) -47- Capítulo 1 necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias (Martínez Peinado y Vidal Villa, 1995: 256-257). Para la comisión encargada de este informe los objetivos del desarrollo serían inviables sin la erradicación de la pobreza. Ésta sería una de las causas más importantes de desastre ecológico. El Informe Brundtland solicita a los responsables de medioambiente de Naciones Unidas una Conferencia Mundial en la que plantear cambios hacia un nuevo modelo de crecimiento económico. Con esta finalidad tuvo lugar, en 1992, la Conferencia de Río, de la que se extrajeron importantes conclusiones acerca de las causas y consecuencias del deterioro medioambiental mundial. Aprovechando la coyuntura de la Cumbre de Río, el Banco Mundial dedica su Informe sobre Desarrollo Mundial de 1992 a la relación entre desarrollo y medioambiente. Este informe afirmaba que la conservación del medio y el crecimiento económico eran compatibles y podían reforzarse mutuamente. Sin embargo, muchas políticas del Banco Mundial fueron investigadas y calificadas de perjudiciales para el medio ambiente a través de diversas evaluaciones (Sanahuja, 2001: 188-189). En los años 80 hay que destacar la aparición de la llamada contrarrevolución neoclásica. La influencia de la hegemonía política estadounidense en el mundo condicionaron los planteamientos de la política económica. Sus principales premisas consistían en la crítica a la intervención del Estado, a las estrategias de industrialización por sustitución de importaciones a la vez que defendía la liberalización del mercado a nivel externo e interno de los países (Bustelo, 1998). Las políticas neoliberales fueron aplicadas, entre otras, por las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. -48- Desarrollo 5. El paradigma del desarrollo humano. Crecimiento y desarrollo no tienen por qué ser la misma cosa (Ghatack, 1995). Este es uno de los argumentos que responden al énfasis de la contrarrevolución neoclásica en los años 80. Aunque el pensamiento favorable al mercado parece tener todavía un peso importante en la actualidad, aparece a principios de los 90 un concepto que encabezará buena parte de la investigación sobre desarrollo. Se trata del Desarrollo Humano, o de una forma más integral, del Desarrollo Humano Sostenible, que suponía poner en el centro de sus objetivos al ser humano en clave de sostenibilidad (Unceta, 2000) y que será un aspecto novedoso en la historia del desarrollo. Este concepto será impulsado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A través de sus Informes anuales de Desarrollo Humano (IDH) y de su asesor especial, Mahbub ul Haq, se producirá un cambio en la concepción tradicional del desarrollo. El PNUD realiza en sus informes un ranking mundial de países por niveles de desarrollo a través de diferentes indicadores. En esta época se crea el llamado Índice de Desarrollo Humano con la finalidad de establecer diferencias entre países. El informe de 1990 comienza afirmando que “la verdadera riqueza de una nación está en su gente. El objetivo básico del desarrollo es crear un ambiente propicio para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable y creativa. Esto puede parecer una verdad obvia debido a la preocupación inmediata de acumular bienes de consumo y riqueza financiera” (PNUD, 1990). El paradigma de desarrollo humano plantea una estrategia de desarrollo que pretende trascender la satisfacción de las necesidades básicas. Poniendo mayor -49- Capítulo 1 énfasis en el proceso de ampliación de las capacidades y oportunidades de los seres humanos. Éstas han sido definidas como: disfrutar de una vida prolongada y saludable adquirir conocimientos tener acceso a los recursos necesarios para conseguir un nivel de vida decente participar en las decisiones de la comunidad. En el año 2001 Jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo se reúnen en la Asamblea General de Naciones Unidas con el fin de aprobar la llamada Declaración del Milenio, en el que reconocen la responsabilidad colectiva de respetar y defender los principios de la dignidad humana, la igualdad y la equidad. En este encuentro se fijaron una serie de objetivos establecidos como prioridades del desarrollo para el año 2015: Reducir a la mitad la proporción de habitantes del mundo que viven con menos de un dólar al día. Reducir a la mitad la proporción de habitantes del mundo que carecen de acceso a agua potable. Lograr la asistencia universal al ciclo completo de enseñanza primaria. Lograr la equidad de género en el acceso a la educación. Reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes. Reducir la mortalidad de los niños menores de cinco años en dos terceras partes. Detener y comenzar a reducir la propagación del VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades importantes. -50- Desarrollo Junto a estas metas se plantearon disminuir la mortalidad infantil en dos tercios, dar acceso a los servicios de salud reproductiva a todos los que deseen y aplicar estrategias nacionales en pro del desarrollo sostenible hacia el 2005 para detener y retrasar la pérdida de recursos ambientales hacia el 2015 (PNUD 2003). Dentro del paradigma de desarrollo humano destaca el pensamiento y la obra de Amartya Sen, que lo define como “un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos”. Según el autor, el hecho de que se centre la atención en las libertades humanas contrasta con las visiones más estrictas del desarrollo, como su identificación con el crecimiento del Producto Nacional Bruto (PNB), con el aumento de las rentas personales, con la industrialización, con los avances tecnológicos o con la modernización social (Sen, 1999). Se puede concluir con todo ello que desarrollo puede significar diferentes cosas para diferentes personas. Se han identificado cinco fuentes de disparidad que pueden dificultar el alcance del desarrollo: las heterogeneidades personales, la diversidad del medio, las variaciones en el clima social, las diferencias en las perspectivas relacionales y la distribución de los bienes dentro de la familia (Todaro y Smith, 2002: 23). En estas variables se identifican diferentes aspectos que poco tienen que ver con el crecimiento económico únicamente. El debate sobre el Desarrollo Humano como una corriente realmente alternativa al Desarrollo Económico Tradicional ha cobrado importancia en los últimos años. El paradigma ha tratado de abrirse un hueco en las teorías del desarrollo contemporáneas. Aunque ha recibido abundantes críticas como la carencia de una base teórica reconocida, habría avanzado más en el objetivo de la medición con su Índice de Desarrollo Humano. -51- Capítulo 1 Los organismos impulsores del concepto, como el PNUD, habrían puesto más énfasis en la mejora de los indicadores con que se mide el fenómeno que en su consolidación como teoría. Medir el desarrollo en torno a capacidades, oportunidades y libertades podría implicar aspectos más complejos que acudir a variables macroeconómicas. Por lo tanto, si detrás de cada medición del desarrollo hay una manera de entenderlo, en el fondo la inclinación por una u otra forma de medición respondería a visiones distintas (Martínez Peinado, 1999: 109-125). El desarrollo humano demandaría una visión macro del sistema para trascender los posibles cambios a nivel local en la calidad de vida de las poblaciones. Es aquí donde aparecería la cuestión de la “inversión de los resultados” del desarrollo. Un ejemplo es el análisis de la relación entre las capacidades humanas y las oportunidades sociales. En este sentido, Valpy Fitzgerald destaca la importancia de crear las oportunidades a través de la inversión en capital social para un proceso de desarrollo efectivo: “la construcción de una base de trabajo cualificado constituye un objetivo central en la política de desarrollo (…..). Una vez consideramos la importancia de ese capital (la mayoría del cual se financia por el gasto público, o como mínimo social), pueden explicarse muchas de las diferencias de renta internacionales. Y permite entender por qué la inversión extranjera no se dirige a los países más pobres, con salarios menores, a menos que tengan algunos recursos naturales como el petróleo” (Fitzgerald, 1999). El análisis destaca que la formación de las capacidades humanas parece enfrentarse muchas veces con las oportunidades que ofrece el sistema económico internacional, sobre todo del mercado de trabajo y de la adquisición de bienes y servicios básicos. -52- Desarrollo Siguiendo con la dimensión empírica, el PNUD ha tratado de trascender los indicadores macroeconómicos clásicos como el PNB incorporando otros relacionados con el bienestar humano (Griffin en Ibarra y Unceta, 2001: 25-40). El primer índice que se creó fue el Índice de Calidad de Vida Física. Será con el Índice de Desarrollo Humano cuando aparezca una alternativa más sólida de medición del desarrollo. Éste aborda cuatro aspectos : la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización de adultos, la tasa de matriculación combinada, y la renta real medida en términos en paridad de poder adquisitivo (Dubois en Ibarra y Unceta, 2001: 43-68). También incorpora este índice la perspectiva de género, así como variables relacionadas con el medioambiente o la democracia. También reconoce el PNUD la pobreza, no sólo como falta de ingreso, sino como privación de capacidades. Se elabora así el Índice de Pobreza de Capacidad en 1996, pero el año siguiente se presenta como Índice de Pobreza Humana. Las variables que incluye el índice son la alfabetización y el acceso al conocimiento, tener una alimentación apropiada, la maternidad sin riesgo de morbilidad y mortalidad, la población sin acceso a agua potable, falta de acceso a los servicios de salud y niños menores de cinco años con peso insuficiente (PNUD, 1997). Aunque en el entrado siglo XXI se han alcanzado importantes metas en la mejora de los indicadores de desarrollo propuestos por el PNUD, la gran mayoría de países del sistema mundial parece no alcanzar los estándares mínimos de calidad de vida. Cada año, el informe del PNUD resume los logros alcanzados, aspecto que contrasta con la gran cantidad de situaciones que se encuentran sin solucionar, y que van desde los 968 millones de personas sin acceso a fuentes de agua mejorada, hasta los 1200 millones de personas que viven con menos de un dólar al día. En este sentido, las políticas que tratan de solucionar estos problemas pueden encontrarse ante determinados intereses económicos que actúan como barreras. Éste sería uno de los aspectos más criticados de instituciones como el Banco Mundial y el Fondo -53- Capítulo 1 Monetario Internacional, que por otra parte también respaldan programas de desarrollo dirigidos a la población más pobre. Una contradicción que supone la ruptura entre las agencias de Naciones Unidas (Sanahuja, 2001). 6. El desarrollo y la cooperación internacional. La cooperación internacional tiene sus orígenes en la expansión del fenómeno del desarrollo. Ésta ha identificado, diseñado y realizado sus acciones en función del significado sobre desarrollo que otorgaban sus agentes promotores. Aunque en el siguiente capítulo se expondrá la aparición de la cooperación en el panorama internacional, conviene sin embargo establecer la relación que adquiere con el pensamiento sobre desarrollo. La expansión capitalista en la historia del sistema mundial crea, según diferentes autores, la destrucción de las economías de los países colonizados y la implantación en ellos de economías dependientes de la metrópoli, distorsionadas hasta la especialización productiva y orientada hacia la exportación (Vidal Villa, 1996). Este fenómeno implica pobreza y desigualdad, y también ha impulsado la creación de políticas y estrategias encaminadas al alcance de la cobertura de las necesidades de todos los seres humanos. El desarrollo, en este sentido, sería un proceso cuyo principal objetivo ha sido el crecimiento económico. Este enfoque del desarrollo impulsado en Bretton Woods no habría dado los frutos esperados. Por lo tanto, podría decirse que es un fenómeno en crisis ya que sus estrategias parece que no han alcanzado las metas previstas (Tortosa, 2001). -54- Desarrollo Algunos autores han tratado de explicarlo de diferente forma: “(Es fundamental) aceptar que una economía que incrementa su PIB no es una economía desarrollada. Es decir, un país puede incrementar su producto per cápita desarrollando, por ejemplo, una mina en una remota región del país, pero no se crea ningún país desarrollado; todo lo contrario, puede permanecer subdesarrollado en todos los aspectos del funcionamiento de una sociedad”. (Stiglitz, 2003: 21)4. Algunas de las consecuencias negativas de esta manera de entender el desarrollo promoverán la creación de políticas de cooperación internacional. En este sentido, la ayuda al desarrollo, que constituye el principal instrumento de la cooperación, habría tenido la finalidad de influir en las políticas nacionales de los países receptores (Mosley en Alonso y Fitzgerald, 2003: 131-153). Sin embargo, pronto se cuestiona la eficacia de la ayuda e incluso se ha llegado a plantear que ésta sólo es eficaz si se destina a países con “buenas políticas” (Banco Mundial, 1999)5. Ésta será una estrategia contrastada por diferentes autores que tratan de entender el proceso de manera inversa (Alonso, 2000). La aparición del paradigma de desarrollo humano otorga una nueva dimensión a la cooperación internacional. Las agencias de Naciones Unidas planifican acciones de cooperación en el marco de este nuevo pensamiento, al que pronto se suman las organizaciones no gubernamentales. La cooperación desde principios de los noventa se planteará reforzar las dimensiones humana y sostenible, aunque los resultados no siempre parecen apuntar a esa dirección (Sogge, 1998). 4 Fruto de su experiencia en el Banco Mundial, Stiglitz expone en El Malestar de la Globalización los efectos contradictorios de las políticas económicas impulsadas fundamentalmente por el Fondo Monetario Internacional sobre los países más pobres. 5 En Assessing Aid, What Works, what doesn’t and why, el Banco Mundial afirma que la ayuda al desarrollo es eficaz en la medida en que se dirige hacia estados democráticos, con estabilidad institucional y políticas públicas favorecedoras del desarrollo. -55- Capítulo 1 La coyuntura de la llamada globalización habría cuestionado no sólo una tradicional concepción del desarrollo sino también de la cooperación. Algunos autores han definido la globalización económica como la culminación a escala planetaria del proceso de expansión capitalista (Vidal Villa, 1996). Este fenómeno también se ha identificado con un crecimiento de la desigualdad sin precedentes. Uno de sus efectos habría sido la exclusión de millones de personas de derechos humanos como el derecho a la salud (Brundtland, Estébanez y Martín en Estébanez, 2002: 23-51). Esto habría provocado una crisis en las estrategias de desarrollo orientada a objetivos sociales y a lo que se ha venido a llamar la fatiga de la ayuda (Alonso en Alonso y Fitzgerald, 2003). La eficacia de la ayuda se cuestionará como política, en cierta medida, de desarrollo. Entre las causas se encuentra la pérdida de su valor geoestratégico, la revalorización del papel del mercado y la evaluación de sus resultados. Por ello, la cooperación internacional se pondrá en evidencia como un instrumento eficaz. De hecho, en los últimos años ya no se haría referencia al alcance del desarrollo a través de estas políticas, sino a la lucha contra la pobreza (PNUD, 2003). Algunos autores defienden que la ayuda, bien gestionada, puede ser un instrumento al servicio de la gobernabilidad global a través de la provisión de los bienes públicos internacionales. Otros, sin embargo, consideran que sirve a los intereses del donante (Martínez Peinado, 1999)6. Por último, no estaría exenta de las críticas acerca de la pertinencia de su existencia en la coyuntura actual internacional (Rist, 2002). 6 El autor afirma que la dimensión objetiva de la cooperación formaría parte de la estructura económica mundial tanto para lo bueno como para lo negativo, llegando a definirla como “la cooperación para el desarrollo de un capitalismo, que por otra parte no puede ser si no periférico, extravertido, dependiente”. (Martínez Peinado, 1999: 91-95) -56- Desarrollo En cualquier caso, tanto el desarrollo como la cooperación internacional parecen estar condicionados por la historia social de cada país (Kennet y Oakley en Kennet, 2001: 92-115). El debate sigue su curso, como también las políticas tanto de desarrollo como de cooperación, esta última expandiéndose desde el ámbito de la sociedad civil (Díaz Salazar, 1997). Para comprender los nuevos procesos, en el próximo capítulo se expondrán las diferentes tipologías de la cooperación, así como sus instrumentos y agentes sociales. -57-