MONSTRUOS Por Pedro Mateo A lo largo de los últimos dos años, el cómic, la literatura y el cine han tendido que decir adiós a cuatro de sus más imprescindibles y trascendentales iconos: Ray Harryhausen, Richard Matheson, Ray Bradbury y Moebius. Creadores absolutos, intocables, mentes que han hecho de la ciencia ficción algo de incuestionable valor y fascinación. Sus prodigiosas aportaciones al mundo de la fantasía han influido, influyen e influirán en las generaciones venideras de artistas y seguidores. La creación de monstruos, la robótica y el futuro especulativo han sido siempre algunas de las constantes y obsesiones de estos cuatro tótems y por supuesto también las del hombre del que hablaremos a continuación. Vampiros, insectos gigantes, fantasmas, seres infernales, faunos… estas son algunas de las criaturas que han inspirado y estimulado la imaginación de una de las mentes más brillantes del fantástico actual, Guillermo Del Toro, quien este fin de semana ha estrenado su epopeya kaiju “Pacific Rim”. Para los no familiarizados con la materia, Kauiju es un término nipón que significa: bestia extraña, y que pertenece al género de películas de monstruos japonesas o Kaiju-eiga. El primer y casi único espécimen que nos viene a la cabeza cuando hablamos de esto es Godzilla, un monstruo del tipo: daikaijū que ha sembrado el terror y la destrucción desde que apareciera por primera vez en 1954 en una producción de los estudios Tōhō titulada “Gojira”. Su director, Ishiro Honda, concibió a Godzilla como una suerte de metáfora sobre el ataque nuclear que el pueblo japonés sufrió en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial. Del Toro ha resucitado a este dinosaurio mutante, a este King Kong japonés de las entrañas de un portal inter-dimensional perdido en el fondo del Océano Pacífico con la única misión de destruir cuantas ciudades se opongan a su paso, y por lo tanto, con el correspondiente exterminio masivo de la humanidad. Los combates tienen lugar en varias megalópolis que hacen las veces de gigantescos rings en donde tienen lugar los combates entre Kaijus y Mechas, rebautizados aquí con el nombre de Jaegers, enormes robots tripulados por dos pilotos humanos cuyas mentes están conectadas entre sí. Al oír esto, al menos a los que pasamos ya la treintena, el grito de ¡Puños fuera! Invade nuestra nostalgia, y la figura inmortal de Mazinger Z se erige como una de las imágenes imborrables de nuestra infancia. Precisamente Mazinger siempre estuvo en la mente del director mejicano, al igual que Ultraman, Robotech, Evangelion, Bioman y otros tantos robots Mecha. Pero estos monstruos del metal no siempre han estado ahí para impedir los malvados planes de sus némesis cinematográficas. Un pequeño ejército de Jaegers entregados a la causa habrían podido salvar las vidas de los habitantes de “Cloverfield”, “Starship Troopers”, “Monsters” o “The Host”, films protagonizados por criaturas titánicas que lucharon contra soldados no robotizados de tamaño humano, con los consiguientes y esperados resultados que todos conocemos. Un final parecido al que podrían haber tenido los Aliens, Depredadores, Jeepers Creepers, Dinosaurios, Gorilas-Lobo, Tarántulas o Trolls, monstruos de menor tamaño que, en un momento dado, podrían tomar el ejemplo de los zombies de la reciente Guerra Mundial Z y multiplicarse como si no hubiera mañana, con lo que el escuadrón Mecha se vería obligado a ampliar su plantilla de pilotos. En cualquier caso, es un placer ver y oír en pantalla grande la fantasía fluorescente de Guillermo Del Toro. Robots Deluxe contra criaturas de naturaleza abisal. La tecnología futurista contra las ensoñaciones teratológicas de un director que ha querido que Lovecraft exista de una manera u otra tras su nuevo exilio de sus amadas “Montañas de la locura”. En un alarde de humildad y honestidad, al final de los títulos de crédito, podemos leer que Pacific Rim está dedicada a la memoria de dos de los nombrados más arriba: Ray Harryhausen e Ishiro Honda.