PLATON Y EL IDEALISMO CLASICO

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REALISMO E IDEALISMO. AUTORES
Platón y el idealismo clásico
En esta corriente el punto de partida con Platón (428-347) (idealismo clásico).
Platón es célebre por su teoría de las ideas, con la cual busca dar solución al
problema del ser y del actuar moral, planteado en ese momento en la filosofía
clásica griega con respecto al movimiento y la ubicación del ser en ese
aspecto. Decía que las ideas son paradigmas que determinan al ser y guían la
praxis humana1. Para Platón el problema del movimiento era una conjunción
del planteamiento de Heráclito, donde decía que todo estaba en continua
mutación o movimiento, y de Parménides, quien formulaba que la realidad es
permanente y sólo puede ser descubierta por la actividad de la mente; esto
hace a un lado los sentidos, porque el conocimiento realizado por ellos es
variable y poco preciso. Decía Platón que las cosas existen pero no pueden ser
conocidas a través de lo sensible, existen en un mundo ideal que está fuera de
las categorías de espacio y tiempo (topos uranios o hiperuranios). Las ideas
son modelos o patrones que están imitados en las cosas y participan de ella de
manera imperfecta. El hombre conoce esas ideas por una intuición que recibe
el alma antes de unirse con el cuerpo, después en la unión las olvida, pero
quedan innatas. La relación con las cosas sensibles lo lleva a recordarlas.
Recordemos el mito de las Cavernas donde los hombres son como unos
prisioneros que están dentro de una caverna, y ellos no ven las cosas más que
sombras que aparecen en el fondo de ese lugar por el efecto de la poca luz que
entra. Si salen de la caverna el sol los deslumbra y para poder ver primero
tendrán sombreas, luego imágenes y finalmente las cosas en sí mismas. En
otras palabras según Francisco Gutiérrez2 Todo lo que conocemos está ya en
nuestra mente al nacer y lo que llamamos aprendizaje no sería más que la
actualización de ese conocimiento, haciéndolo consciente mediante el
desenvolvimiento lógico de la razón. Precisamente, Platón elude a la paradoja
del aprendizaje humano que relata en el Menón, suponiendo que el verdadero
conocimiento, el de las ideas, es innato y acude a la conciencia gracias a la
reflexión. Creía que aprender es recordar lo que ya está presente en el espíritu.
No descarta que la realidad y su información llegue a los sentidos y de ahí a la
mente, pero los sentidos no son confiables, y su información la califica de
desorganizada e imprecisa. Por ello la mente posee una estructura innata para
razonar e imponer sentido.
Platón proponía a la dialéctica como un camino hacia las ideas, lo cual requería
un ascenso moral. La dialéctica nos llevará a generalizar y a definir. La
dialéctica inicia su recorrido por el conocimiento imaginativo, que se basa en el
sensible y forma sólo conjeturas; después se forma la creencia de algunas de
esas sensaciones y se forma la opinión o doxa; entra la razón discursiva que
compara y generaliza las intuiciones sensibles, logrando las ideas que surgen
de éstas y la ciencia (episteme) que resulta de ellas, y por último aparece la
intuición de las ideas (noesis) por la que pasamos de las ideas secundarias a
las primarias, la cual la primera es el bien –belleza, la cual es Dios mismo.
1
Beuchot , Mauricio. (1998). Historia de la filosofía. Desde la antigüedad a la Postmodernidad. México,
Ed. Torres Asociados, p. 19.
2
Gutiérrez Martínez, Francisco (2005). Teorías del Desarrollo Cognitivo. Madrid, Mc Graw Hill, p. 20.
Este pensamiento de Platón pasa a la escuela llamada neoplatónica donde un
representativo es Plotinio (203-270 d.c.), el cual plantea que en lugar de
creación de Dios hay emanación. Dice que el Uno (Dios) nace por emanación
la inteligencia, donde están todas las ideas ejemplares de las cosas. De esta
inteligencia nace el alma universal, de la cual nace el universo compuesto de
materia y forma y ésta última es la Idea Divina, plasmada en las cosas
materiales. El alma intelectiva es inmortal y sólo se asciende a las ideas por
contemplación.
San Agustín
Este planteamiento pasa después a San Agustín, quien en su filosofía
manifiesta el influjo de Platón y del Neoplatonismo. Se dio a la tarea de
investigar la verdad divina, única razón que explica plenamente todas las
cosas. Dice que el hombre puede alcanzar la legítima certeza. El principio firma
del cual parte es el yo pensante, pues aún si me equivoco esto sucede porque
existo. Es el “pienso, luego existo” de Descartes.3También está instalado en la
duda. Dice que este es el fundamento racional de la verdad, pero ella viene
propiamente de Dios. El es la verdad suprema y nos la da a conocer por
iluminación. Dios nos da a participar de sus ideas ejemplares y sus razones
eternas. En San Agustín no hay innatismo, sino dice que Dios ilumina el
entendimiento por la participación de las ideas que da al ahombre. Las cosas
sensibles despiertan la sensación, pero sólo como una motivación remota del
conocimiento. El hombre ve en su espíritu la plasmación de las ideas
ejemplares y de las razones eternas y así se une a Dios. Aunque intervienen
los sentidos internos (común, imaginación y memoria), el conocimiento decisivo
es el intelectual. Las ideas de las cosas sensibles vienen de la materia, pero las
ideas de cosas necesarias y trascendentes vienen del Intelecto, vienen de
Dios. Dice San Agustín que el hombre está compuesto de cuerpo y alma y que
ésta es inmaterial, y lo es porque podemos conocer los hechos de la conciencia
y eso nos lleva al conocimiento de la naturaleza del yo. El alma tiene certeza
de sí misma y de su esencia. Dice que el cuerpo material entorpece al alma en
su conocimiento. Esta es una sola en el cuerpo y tiene memoria, entendimiento
y voluntad.
Vamos a tomar en cuenta estos planteamientos y hagamos una síntesis.
Recordemos que hay dos grandes vertientes en relación al conocimiento y por
lo tanto en función del aprendizaje y su desarrollo. Una donde las ideas, la
razón, el intelecto predominan sobre las cosas, y otra donde las cosas
predominan sobre lo anterior. Estamos ubicados ahora en la primera de ellas,
para eso hemos rascado en la historia de la filosofía y hemos descubierto que
el inicio sistemático de todo este planteamiento está en Platón y sus seguidores
(neoplatónicos y San Agustín). Pasamos de largo la edad media y nos
dirigimos exactamente al renacimiento, época donde se gesta un nuevo espíritu
llamado Modernidad. El renacimiento es un movimiento cultural que inicia a
mediados del siglo XV. Sus principales ideas son: Autonomía civil frente a la
religiosa; Autonomía de lo intelectual sobre la autoridad. Se abandona la lógica
férrea y se opta por la experiencia. Se revalora el cuerpo y lo material y se
redimensiona el valor del hombre y todas sus manifestaciones. Se rescata la
individualidad del hombre y se revalora su libertad e independencia, se valora
por sí mismo. En filosofía se regresa a Platón, a los neoplatónicos y a los
estoicos. Y pasamos así a la filosofía de la Modernidad, donde estará ubicado
nuestro siguiente pensador, que da muchos elementos para la conformación
del racionalismo. El es el filósofo y matemático francés René Descartes (15961650).
3
Beuchot, Mauricio, op. cit., p. 43.
Descartes y el racionalismo
La Filosofía moderna se constituye en el siglo XVII. Aquí es donde
propiamente vamos a ubicar nuestras dos corrientes de lleno: Racionalismo
que va de Descartes a Leibniz (recordemos que es Hegel el primera en
caracterizar como racionalismo a la dirección que va de Descartes a Spinoza y
Leibniz, oponiéndolo al empirismo encabezada por Locke), y paralelamente el
Empirismo inglés de Bacon a Hume. Estas fueron las dos facetas principales
de la modernidad, que dan paso a la ilustración y culminan con las
construcciones criticistas y sistemáticas del idealismo alemán (Kant y Hegel). 4
El racionalismo es una forma de pensar que plantea a la razón por encima de
los sentidos. Esta se ubica principalmente en Francia, aunque también se da
en Holanda y Alemania. Los racionalistas dicen que la razón es más confiable
que los sentidos, los cuales solo aportan a la materia que ella elaborará.
Postulan suma desconfianza en los sentidos y postulas ideas innatas, puestas
por Dios en el alma humana, o también algún tipo de conocimiento dado por
Dios al hombre de manera directa. Privilegian la deducción sobre la inducción.
Entra en escena Renato Descartes. El partía del conocimiento de la realidad a
partir de la duda, que era su método, situación que lo llevó a generar verdades
absolutas, ya no sujetas a la duda (Descartes descubre el método en el cuartel
de invierno de Neuburg, el 10 de noviembre de 1619. Recordemos que se hizo
militar para conocer más, ya que había quedado decepcionado de la ciencia
aprendida en su época escolar cursada en un colegio de Jesuitas de La
Fléche. Para agradecer este descubrimiento, hace una peregrinación a Loreto
para dar gracias a la Virgen). Aunque está sumergido en la duda, quiere crear
una Filosofía que no haga dudar. Se apoya en su propia duda y parte de ella.
Rechaza la evidencia de los sentidos, la seguridad del pensamiento y el saber
recibido y a partir de ahí construye una certidumbre al abrigo de la duda.
Esta duda metódica encuentra el principio básico de su filosofía: “Pienso, luego
existo”. Hay algo claro, que yo existo, y a partir de esta existencia se pueden
derivar verdades, tales como la existencia de Dios, del alma y del mundo
exterior. Así, dice, hay tres substancias (infinitas: Dios, pensante (alma) y la
extensa (el mundo). Demuestra la existencia de Dios mediante razonamiento
deductivo, desde premisas generales hasta instancias particulares y concluyó
que las ideas obtenidas mediante la razón deben ser ciertas.
Descartes estableció, igual que Platón el dualismo mente-cuerpo (materia)
aunque su concepción del mundo externo decía que era mecánico. El hombre
se distingue por su habilidad para razonar y su alma o su capacidad de
raciocinio, influye en los movimientos mecánicos del cuerpo, aunque éstos a su
vez, lo hacen en la mente por medio de las experiencias sensoriales. Notamos
aquí un planteamiento de interacción entre mente y materia. La importancia
que concede al método la da la seguridad de la razón y del pensamiento. Esto
lo lleva a una irreconciliación del alma con el cuerpo. Tiene un idealismo
deductivista, ya que a partir del método pasa de la duda a la idea clara, y
4
Ibid, p. 90.
encuentra la certeza en el pienso y lo aplica al existo. El mundo exterior es
mediato y tiene convicción de él, de aquí deduce la existencia de Dios, por lo
que no se puede dudar de él. Dios es perfecto y un atributo es ser pensante y
lo todo lo que piensa se hace realidad. Dios es garantía de verdad al crear el
alma le infunde ciertas ideas claras y distintas que son innatas. La experiencia
puede ser engañosa y la razón es el camino más confiable para conocer la
verdad. La razón depende del espíritu y los sentidos del cuerpo. El cuerpo
entorpece el conocimiento que alcanza el espíritu por si mismo. El alma tiende
a su perfección por medio de la verdad y el bien. Y alcanza las ideas de forma
clara y distinta a través de las conclusiones de la razón, obtenidas de modo
deductivo como en la geometría.
Kant y el idealismo trascendental
Pasemos ahora del racionalismo al idealismo. Parecen tumbos, pero no. Hay
líneas históricas que se van conformando y que después a nosotros sólo nos
toca reparar en ellas, para poder encontrar argumentación para lo que
deseamos. Al idealismo, al que nos vamos a referir aquí, no es el Platónico,
sino es una confluencia del racionalismo y el empirismo (corriente que
revisaremos después), principalmente en Kant, en quien la conexión de ambas
da como resultado la actitud crítica (quien le atribuye a Hume el haberlo sacado
del sueño dogmático que viene de la duda cartesiana. Del empirismo está la
tendencia al fenomenismo y a desconfiar del objeto como cosa en sí y se
prefiere un objeto como algo concebido o como concepto o idea. El predominio
de las ideas y del mundo interior en el hombre es lo que conforma el idealismo.
Aquí la metafísica está centrada en el yo, es una especie de lógica de los
conceptos que nos dan la realidad desde las estructuras racionales del
pensamiento y como dependiente de ellas.5
Emanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán, llevó a su pleno a la corriente
racionalista. Kant, fue una persona muy estable. La mayor parte de su vida la
pasó en su ciudad de nacimiento. Ahí murió, ahí estudió y fue profesor. En él
su fase crítica se inicia con una disertación en 1770 sobre La forma y los
principios del mundo sensible e inteligible; en ella se pregunta tres aspectos:
¿qué puedo conocer?, ¿qué puedo hacer?, ¿qué puedo esperar?. A nosotros
nos interesa el primer aspecto. En su Crítica de la Razón Pura (1781), da
respuesta mediante la crítica de las condiciones de posibilidad del
conocimiento. A partir del uso del método trascendental, que consiste en
examinar más que a los objetos, los actos y las facultades de conocimiento
para conocer sus disposiciones, Kant aborda la crítica de la razón. Busca
encontrar en esa facultad los elementos independientes de la experiencia, que
le confieren cientificidad a su universalidad y necesidad.
Mauricio Beuchot6 nos plantea que la teoría en la Crítica de la razón pura, Kant
distingue dos parejas de juicios: los analíticos y los sintéticos; por otro lado, los
a priori y los a posteriori. Todos los juicios analíticos son a priori, es decir
evidentes por el sólo análisis de sus términos. Pero no todos los juicios
sintéticos son a posteriori, es decir en cuanto su evidencia depende de la
verificación empírica, hay también juicios sintéticos a priori, y es que los
analíticos no añaden nada nuevo al conocimiento y los sintéticos sí, pero
carente de universalidad y necesidad. Los juicios sintéticos a priori plantean un
conocimiento que avanza y que además tiene universalidad y necesidad. Esto
constituye verdadera ciencia. (Luego veremos que precisamente la educación
al desarrollar el conocimiento científico en los alumnos busca precisamente
todos los tipos de juicios, de forma que lleven al alumno a un conocimiento
ideal). Cuando Kant se refiere a la Dialéctica trascendental (es dialéctica
porque es la disciplina de la argumentación no demostrativa), a la Metafísica,
se da cuenta que lo que ésta busca superar o trascender son los fenómenos y
así llega a tres ideas a priori: la del yo o alma (aquí está la disciplina de la
psicología), la del mundo (cosmología o ciencia de la naturaleza) y la de Dios (
5
6
Ibid, p. 113.
Ibid, p. 116.
Teodicea o ciencia de Dios). Estas tres disciplinas están llenas de confusión:
por ejemplo la psicología entre el yo empírico y el nouménico (sin embargo,
sólo es posible conocer el fenómeno, no lo noménico, o realidad en sí). Aunque
la metafísica da respuesta a los principales problemas del conocimiento, Kant
no la considera como ciencia ya que no le permite tener juicios sintéticos a
priori. Esto lo lleva a desconfiar de la razón la cual conoce el fenómeno y no el
nóumeno.
Nos dice Kant, en palabras de Beuchot, “que tanto la sensibilidad como la
inteligencia se rigen, para la captación de los fenómenos, por formas a priori,
que son las estructuras subjetivas por las que organizamos los datos amorfos
de la realidad. Lo único trascendente es el propio sujeto. Como la metafísica no
es posible, entonces busca la solución a los problemas principales en la razón
práctica.”7
7
Idem
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