07 SIN MALDAD 13-10-16_9 MALDAD.qxd 13/10/16 20:47 Página 7 SIN MALDAD Por José García Abad jgarcia@elsiglo-eu.com Correa se acoge al ‘Sistema’ EUROPA PRESS F rancisco Correa, que da nombre a la trama de corrupción del Partido Popular, ha defraudado a quien esperaba que tirara de la manta. Sólo ha reconocido en la Audiencia Nacional lo obvio, cuidándose mucho de disparar sobre piezas mayores. Correa quiso “aclarar muchos malos entendidos”: que no es un mafioso, que nadie le llama Don Vito, que es un empresario como los demás que si pueden ocultan ingresos al Fisco a mucha honrra, que se ven obligados, muy a su pesar, a utilizar el soborno, el maletín, como herramienta de trabajo porque si no no te comes una rosca. Si van a pillarle los de Hacienda se acoge a la amnistía fiscal o “pago mi multa, como la pagó Don Emilio Botín”, se permitió declarar en la Audiencia Nacional pero, a diferencia de Botín, no ingresó un euro en la Agencia Tributaria. Y contesta a la pregunta de la fiscal: “¿Cuál era la finalidad de tener una cuenta en Suiza?”, con una explicación sencilla, natural: “Yo tenía fondos en Suiza, por no tenerlos en España”. Elemental, señoría ¿Y éste es el cerebro de la trama?. Dios mío, ¿cómo hemos caído tan bajo? De forma un poco basta, Francisco Correa se ha acogido a El Sistema. Se ha valido de tan excelsa cobertura como antes lo había hecho Mario Conde pero con un significado diferente. El banquero gallego trataba de explicar la persecución del Gobierno, de la oposición y los tribunales de Justicia por su heterodoxia, por su condición de desclasado, porque hacía peligrar el statu quo vigente: El Sistema. De forma un poco basta Correa se ha acogido a ‘El Sistema’, como hiciera Conde pero con otro significado. Lo aplica a la corrupción generalizada que ha predominado hasta que unos jueces han dicho “¡Basta!” Correa, cuya categoría social no es comparable con la de Mario Conde –un peligroso personaje delirante de ambición, pero que juega en otra división–, aplica el término a la corrupción generalizada, al establishment que ha predominado en este país hasta que unos jueces han dicho “¡Basta ya!”. Correa forma parte, relevante por su alta notoriedad, del gremio de los pícaros de larga tradición hispana. Lo ha dicho con descaro que generará simpatías en mucha gente. Hizo lo que todo el mundo y su delito reside en que fue pillado. Y hace profesión de honradez: “Yo no tenía ninguna conciencia de estar cometiendo ningún delito”. Ello no le exculpa pero, desgraciadamente, tiene razón en la corrupción del sistema, no del sistema político como sostenía Conde, sino del de los negocios con las Administraciones Públicas. De los procedimientos venales para acceder a los concursos de adjudicación pública, utilizados mayormente por los grandes constructores o concesionarios de infraestructuras. Como me decía un gran emrpesario de la construcción para un libro mío de próxima aparición: “En este país no se coloca un bolardo entre Irún y Tarifa sin que alguien cobre. Te digan lo que te digan y se pongan como se pongan”. “¿Quiénes son los corruptos –le pregunté–: los técnicos o los políticos?”. “Pues muy sencillo –sentencia mi fuente–. Es como la dinámica del junco: cuando el político quiere trincar, el técnico, como el junco cuando sopla el viento, se retira. Cuando el político no puede trincar, como ahora, se le- vanta el junco y trinca el técnico que es lo más habitual”. ¿Que como lo hacen? La respuesta de mi fuente era como la que ha proprocionado el jefe de la trama: Pues muy sencillo, “quedaba con ellos y les daba el sobre”. Los altos dirigentes políticos, pongamos de director general para arriba, son en general honrados. Es difícil encontrar un ministro corrupto. Corrupto en su gestión ministerial. No me refiero a los casos de José Manuel Soria y su historia de los papeles de Panamá o a Ana Mato y las artimañas de su marido. Pero si al alto mando del Partido Popular de la calle Génova que Correa afirma: “Era mi casa; estaba más tiempo allí que en mi despacho”. Correa cita a Jesús Sepúlveda, exalcalde Pozuelo de Alarcón, por el coche regalado, viajes gratis total y financiación de las fiestas de sus hijos. Todo ello perfectamente conocido. Y según el procesado, normal: “Yo estoy cansado de hacer regalos a las grandes empresas que me dan negocio. Eso es una práctica habitual”. Es El Sistema. Sólo merecía una regañina del juez Garzón: “Garzón –declaró Correa– me tenía que haber llamado, dado un tirón de orejas importante y las empresas debían seguir”. También señala a otros personajes de menor jerarquía ya abrasados: al exdiputado por Segovia Jesús Merino; al exconsejero del PP en la Comunidad de Madrid Alberto López Viejo; o al exconcejal de Majadahonda José Luis Peña, que denunció la trama. Y aprovecha para dar un zurriagazo a Esperanza Aguirre y un toquecillo a Felipe González que se aplaudirá en Génova. l nº 1172. 17–23 de octubre de 2016 7