“Queremos ser Nación”1

Anuncio
1
“Queremos ser Nación”
1
‘Queremos ser nación’ es el título de este panel. Creo que, a pesar de lo común de
esta frase, tendríamos que preguntarnos seriamente si sabemos qué es lo que
estamos diciendo cuando decimos esto. En primer lugar, me parece que no
sabemos bien qué es una nación Y en segundo lugar, no sé si realmente
queremos ser una nación. Es decir que, si me lo permiten, yo le agregaría a este
título, un para de signos de interrogación, para comenzar.
1) ¿Qué es una nación?
La nación es preexistente al Estado. No es lo mismo que el Estado. Es la base
sobre la cual se asienta la organización nacional.
José Ortega y Gasset decía que la Nación era un “proyecto sugestivo de vida en
común”.
Otro autor que escribió sobre el mismo tema, el francés Ernest Renán sostenía
que: “Una nación es un alma, un principio espiritual. Dos cosas que, a decir
verdad, no son más que una, constituyen este alma, este principio espiritual. Una
está en el pasado, la otra en el presente. La una es la posesión en común de un
rico legado de recuerdos; la otra es el consentimiento actual, el deseo de vivir
juntos, la voluntad de continuar haciendo valer la herencia que se ha recib ido
indivisa (...). La nación, como el individuo, es la consecuencia de un largo
pasado de esfuerzos, de sacrificios, de desvelos (...). Un pasado heroico,
grandes homb res (...), he aquí el capital social sob re el cual se asienta una idea
nacional. Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el
presente; haber hecho grandes cosas juntas, querer hacerlas todavía, he
aquí las condiciones esenciales para ser un pueb lo. Se ama en proporción a los
sacrificios soportados, a los males sufridos. Se ama la casa que se ha
construido y que se transmite (...). Una nación es pues una gran solidaridad,
constituida por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y los sacrificios
que todavía se está dispuesto a hacer. Supone un pasado; se resume, no
ob stante, en el presente por un hecho tangib le: el consentimiento, el deseo
claramente expresado de continuar la vida en común. La existencia de una
nación es un plebiscito de todos los días” (Ernst Renan; “¿Qué es una
nación?”).
Algunos autores afirman que ser una nación depende de determinados factores
objetivos, como por ejemplo, el idioma, la raza, la religión, las costumbres
comunes. Otros insisten en la conciencia de pertenecer a una misma raíz, a una
misma historia, acentuando el factor subjetivo.
1
Charla pronunciada el 21 de mayo de 2002 en la Casa Universitaria Santísima Trinidad
2
2) ¿Realmente queremos ser nación? ¿Queremos construir la nación?
Hoy la situación nos lleva a plantearnos si realmente queremos ser una nación; si
en los argentinos se encuentra la voluntad común de ‘hacer cosas juntos’, si tiene
algún sentido la nacionalidad, si la generación de mayo no fue una utopía.
Hoy los números nos hacen reflexionar:
• Estudiantes y profesionales que se van del país; muchos de los que no se van
es porque no pueden por ahora, pero no les faltarían las ganas.
• La clase política, totalmente desprestigiada, no da ninguna esperanza en el
sentido de una conducción capaz de sacar al país de esta crisis. La corrupción
y la falta de consecuencia en la búsqueda del Bien Común desmoralizan a
cualquier ciudadano honesto.
• El sector económico nos deja la imagen de una tierra de nadie en donde
empresarios y hombres de negocios poco escrupulosos lucran con la situación.
• La prensa hoy sigue el mismo camino: los periodistas venden noticias malas o
no constructivas.
• La clase intelectual parece estar tan desorientada como el resto: discuten entre
sí, pero no se intenta un serio esfuerzo en común para encontrar respuesta a
tantos interrogantes, y así guiar al pensamiento a campos con mayor luz y
claridad.
3) ¿Cuál es el proyecto nacional? ¿Qué significa hoy para los argentinos ‘ser
una nación’? ¿Qué significó a lo largo de la historia?
• En los primeros años de surgimiento de la Argentina, la independencia
nacional fue el proyecto que cohesionó la nación.
• Con el asentamiento y la autonomía de gobierno, luego de las guerras civiles,
podemos decir que fue la población del país y la educación de esa población la
que guió los planes de los gobiernos y reclamó la adhesión de la ciudadanía.
Pensemos en el ideal de Sarmiento, por ejemplo.
• El desarrollo y el progreso económico y material fue el camino explorado luego
por la generación del ’80 y por tantos otros gobiernos.
• La participación popular fue otro de los ideales propuestos que, mal o bien,
logró unificar a la población en pos de un objetivo común.
4) ¿Fracasó el proyecto nacional?
• Estamos a las puertas de un nuevo proyecto de nación o, mejor dicho, de una
nueva actualización del proyecto nacional.
• Hoy, la integración en el mundo parece ser un capítulo pendiente, un camino
que el país no logra encarar con autonomía y con realismo. A riesgo de
parecer pretenciosa, me arriesgo a decir que, junto con el hallazgo de nuevas
3
formas de participación de la ciudadanía y con un nuevo desarrollo económico
que saque al país de la pobreza en que se encuentran muchos de sus
habitantes, la integración en el mundo globalizado podría ser un factor en
donde apoyar un nuevo proyecto nacional.
5) Hacia un nuevo proyecto de nación. Claves para un nuevo proyecto de
nación
Me parece que, si queremos volver a encarar un proyecto nacional,
necesariamente tenemos que replantearnos algunos valores y actitudes que están
al alcance nuestro y que son los que construyen el edificio con solidez:
• La solidaridad es el primero de ellos: varias palabras están relacionadas con
el término ‘solidaridad’. La primera de ellas es ‘solidez’. Para ser solidario con
el otro necesitamos estar bien parados nosotros mismos. Otro término
relacionado es ‘consolidar’; aquí el prefijo ‘con’ nos indica que se trata de una
virtud comunitaria, que se encara con otros. También la palabra ‘solícito’, que
significa algo así como ‘poner en movimiento’, una persona solícita es aquella
que se mueve hacia las necesidades de los demás. No vamos a recuperar la
nación mientras sigamos indiferentes ante el dolor ajeno, mientras cuidemos
solamente lo nuestro, nuestro pequeño terrenito de bienestar, mientras
desperdiciemos nuestro tiempo en vagar por la calle tomando cerveza y en
cosas por el estilo.
• La capacidad de sacrificio: hoy más que nunca la necesidad exige esta
capacidad en nosotros. Y pareciéramos no estar lo suficientemente
preparados. Capacidad de sacrificio que se demuestra en los detalles
cotidianos que hacen a la opción personal por poner la propia vida al servicio
de un ideal más noble que lo inmediatamente cómodo o placentero. ¿Quién
considera esto hoy como una virtud? ¿Quién se propone crecer en esta
capacidad? Sacrificio es hoy sinónimo de entrega y de abnegación. De
postergar a veces legítimos deseos o derechos por el Bien Común. Tratemos
de hacer una lectura de esto según lo que nos está pasando hoy y vamos a ver
muchas formas de sacrificarnos por los que menos tienen, por los que más
sufren, por los que no tienen oportunidades, por los desempleados... Alo mejor
desde ahora mismo, con alguna acción concreta. Y seguro que podemos
prepararnos para ser profesionales sólidos, capaces, generosos, entregados y
santos. Esta es también la apuesta de esta Casa Universitaria Santísima
Trinidad. Ser un factor más en la construcción de esta nación que a veces
pareciera que se nos escapa de las manos.
• La búsqueda apasionada de la verdad: y esto los toca muy especialmente a
ustedes, universitarios y futuros universitarios, buscadores de la verdad por
excelencia. Y buscar la verdad no es solamente sumergirse en una pila de
libros, publicaciones, datos de internet y demás. Se trata de buscar la verdad
como hábito, siempre y en todas las cosas. La verdad de una relación, la
verdad de una situación, la verdad de una palabra, la verdad de una persona.
• La reivindicación de la dignidad de la persona hasta las últimas
consecuencias: profundamente vinculado con la búsqueda de la verdad. La
4
dignidad hace a la verdad más profunda nuestra y de nuestros hermanos.
Como universitarios y futuros profesionales, no podemos ser cómplices en la
vulneración de esta dignidad. Y la dignidad se vulnera con la extrema pobreza
de muchos al lado de la riqueza de pocos. También se vulnera con el atropello
de tantos derechos, comenzando por el derecho a la vida y culminando con el
derecho a una vejez digna.
La vuelta al cultivo de los valores trascendentes: algo ha fallado en
nuestros cálculos, en nuestras suposiciones y pretensiones. O hemos
construido nuestra sociedad en base a valores que no eran perdurables. Nos
hemos engolosinado con valores que eran relativos y no eran los
fundamentales. Hoy queremos animarnos a proponer un “camb io radical de
paradigmas”, una vuelta a aquellos valores que nunca pierden actualidad,
porque están fundados en Dios: la pureza, la verdad, la esperanza, la entrega,
la abnegación y tantos otros.
6) Invitación a tomar parte en la construcción de esta nación.
Más allá de lo que profesionalmente podamos hacer, que Dios quiera que sea
mucho, desde ahora podemos empezar a construir la nación. No quiero caer en la
clásica invitación a tomar los libros y a estudiar, cumpliendo con el deber de
estado. Pero sí me animo a proponer algo más sutil: trabajen para infundir a sus
estudios un nuevo entusiasmo; a sus relaciones humanas, una nueva fraternidad;
a sus buenas acciones, un nuevo espíritu; a su relación con Dios, un nuevo ardor.
No queremos más de lo mismo; queremos sí un cambio sustancial que se logra
sólo animándonos a tener otra mirada sobre las cosas. Animémonos a considerar
la posibilidad de haber estado equivocados hasta ahora, de no haber vivido una
vida plena. Y abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo para que
haga de nosotros hombres capaces de fundar una nueva nación.
Inés Franck
Descargar