Los discípulos del Greco y la escuela toledana

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LOS DISCÍPULOS DEL GRECO
Y
LA ESCUELA TOLEDANA DE PINTURA
Introducción:
A la muerte del Greco, en Toledo hay una intensa actividad artística y son numerosos
los pintores que visitan, viven o se forman en la ciudad. Tras el traslado de la corte a
Madrid, en el año 1563, Toledo pierde gran parte de su peso político y social, sin
embargo, durante el siglo XVII sigue siendo un foco pictórico importante.
La mayoría de los pintores que coincidieron aquí con el Greco son poco conocidos por
el público actual y son escasas las publicaciones dedicadas a difundir sus vidas o sus
creaciones. Salvo en los casos de Juan Sánchez Cotán y Luis Tristán es difícil encontrar
exposiciones o estudios artísticos dedicados a los pintores toledanos de esta época.
En esta guía se reúne información básica de los pintores que recibieron influencias
inmediatas o enseñanzas directas del Greco; al final, se incluye bibliografía para una
primera aproximación a estos artistas.
Contenido:
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Diego de Aguilar
Francisco de Aguirre
Francisco Fernández
Alfonso Florín
Cristóbal García Salmerón
Alejandro de Loarte
Pedro López
Juan Bautista Maino
Ambrosio Martínez Bustos
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Blas Muñoz
Pedro Orrente
Antón Pizarro
Cristóbal Ramírez
Doroteo Ramírez
Felipe Ramírez
Juan Sánchez Cotán
Jorge Manuel Theotocópuli
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
DIEGO DE AGUILAR (muerto en 1624)
Diego de Aguilar, el joven, fue hijo de un
modesto pintor homónimo, a quien se
documenta desde 1558 al servicio de la
catedral del Toledo en tareas menores de
carácter decorativo.
Formado, sin duda, en el taller paterno, es
artista arcaizante, próximo a Juan Sánchez
Cotán en la “evocación de una atmósfera de
primitivo”, que en él se refuerza por la
utilización de oros en vestiduras y accesorios
decorativos.
En su testamento, menciona como suyos los
retablos de las parroquiales de Méntrida y
Magán, ambos desaparecidos, además de
sendos retablos dedicados a San Juan
Evangelista en los conventos toledanos de la
Concepción Francisca y Santa Clara.
Diego de Aguilar. San Juan Evangelista en
Patmos. Interior de la puerta de un retablo,
Toledo, convento de madres dominicas de Santa
Isabel la Real.
FRANCISCO DE AGUIRRE
Su auge tuvo lugar entre 1645 y 1649.
Según Ceán Bermúdez fue discípulo de
Eugenio Cajés.
En 1646 se le documenta en Toledo,
trabajando en la catedral, en la reparación
de las pinturas de la sala capitular de
invierno. Al mismo tiempo, y con el mismo
destino, se encargó de la pintura del retrato
del cardenal infante don Fernando de
Austria.
En 1649, con Antonio Ponce, el escultor
Manuel Correa y otros artistas poco
conocidos, contrató las decoraciones de las
gradas de la iglesia de San Felipe en Madrid
con motivo de la entrada de Mariana de
Austria.
FRANCISCO FERNÁNDEZ
Activo entre 1633 y 1651.
En 1633 firmó la portada y algunos de los
grabados de los Diálogos de la Pintura de
Vicente Carducho, de quien probablemente
fuera discípulo.
En 1639 fue llamado a colaborar en la serie
de retratos de reyes para el Salón Dorado del
Alcázar. Pero el grueso de su obra tuvo como
destinatario a la Iglesia.
La primera obra firmada de su mano (1647)
que ha llegado a nuestros días es una
Inmaculada, donde el magisterio de
Carducho se ve atemperado por las
influencias de Cano en el perfil de la Virgen.
Un cuadro de la serie dedicada a
conmemorar las injurias que un grupo de
criptojudíos madrileños infligió a una imagen
del crucificado, destinada al convento de
Capuchinos de la Paciencia, es la última obra
firmada que del artista se conoce: Judíos
arrastran y azoten el Crucifijo, depósito del
Museo del Prado en el Ayuntamiento de
Setados (Pontevedra), composición próxima
a otras de Francisco Camilo, que colaboró
también en esta serie.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
ALONSO FLORÍN
Su obra, Santo Domingo Penitente del
Museo de Santa Cruz, de Toledo, firmada en
1621, de calidad muy modesta, muestra un
artista de formación manierista preocupado
de imitar las novedades naturalistas y la
iluminación tenebrosa de Tristán.
CRISTÓBAL GARCÍA SALMERÓN
(c. 1603-c. 1666)
Se perciben en este artista influencias de
Orrente, Tristán y Maino.
La primera obra firmada, el San Julián,
obispo de Cuenca, para la Catedral de
Málaga (1637), muestra obvias influencias
orrentescas junto a recuerdos de Vicente
Carducho.
En 1648 contrató la ejecución de una serie
de apóstoles y profetas para el monumento
de Semana Santa que se instalaba en la nave
de los Reyes de la catedral de Cuenca. Se le
atribuyen también otra serie de apóstoles de
medio cuerpo portando cartelas con los
versículos del Credo y Jesús como Buen
Pastor.
En fecha desconocida pasó a Madrid, según
parece confirmar algún cuadro pintado para
conventos madrileños.
matizada por la influencia de matriz
veneciana de Orrente.
Si en algún género destaca Loarte, es sin
duda en el de la naturaleza muerta.
Partiendo de la obra de Juan Sánchez Cotán,
incluso la supera, pues su factura es más
ligera y de aire veneciano.
Su dibujo es muy cuidado, aunque tal vez no
llegue al nivel de perfección de Cotán. En sus
bodegones se observa su gusto por la
simetría, aunque sus composiciones
muestran
cierta
tendencia
al
apelotonamiento.
Entre sus obras podemos destacan: La nave
eucarística (1624, Santa María, Los Yébenes);
San Francisco (1626, Convento de las
Capuchinas, Toledo); Gallinera (1626, Museo
del Prado, Madrid); Bodegón con melón y
frutas colgadas (colección particular,
Madrid).
Alejandro de Loarte. Cocina, Rijksmuseum,
Ámsterdam.
ALEJANDRO DE LOARTE
(c. 1590-1626)
Como artista de tema religioso su obra tiene
grandes altibajos, llegando incluso en algún
caso a copiar de manera literal estampas de
otros autores.
Su técnica está muy emparentada con la de
Luis Tristán, aunque con menos energía y
PEDRO LÓPEZ
Artista modesto en el panorama toledano de
su tiempo y discípulo del Greco, quien en
1605 le nombra tasador de su obra en el
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
retablo del Hospital de Illescas, y el hospital
lo rechaza por ser “oficial suyo”.
En 1598 pinta y dora el retablo de Nuestra
señora de las Misericordias para la parroquia
toledana del Salvador.
En 1622 dora y estofa un retablo en la
Parroquia de la Magdalena.
En 1623 dora parte del perdido retablo
mayor de Ocaña.
Su única obra conservada, hoy en la iglesia
del Salvador, la Adoración del los Reyes, está
firmada en 1608, y es de discreta calidad.
Felipe III lo llamó a la Corte en 1620 para que
fuera maestro de dibujo del futuro Felipe IV,
ya que era famoso en esta disciplina que
aprendió en Italia y desarrolló luego en
Toledo. Por entonces Maino trabó amistad
con Diego Velázquez, a quien protegió.
Maino murió en el convento de Santo Tomás
de Madrid, en 1649. Uno de sus discípulos
fue Juan Ricci.
El Museo del Prado de Madrid posee el
mejor conjunto de obras de este artista, y le
abrió una exposición antológica en octubre
de 2009. Esta muestra permitió reunir varias
obras de nueva atribución.
JUAN BAUTISTA MAINO (1581-1649)
Algunos críticos piensan que Maino aprendió
con el Greco, pero no ha podido demostrarse
documentalmente; el hecho es que se formó
en Italia, donde pasó los años que van de
1600 a 1608 y donde conoció la pintura de
Caravaggio, Gentileschi y Reni entre otros.
En 1608 regresa a Pastrana, su localidad
natal, donde da a conocer un estilo inspirado
en el clasicismo boloñés, el naturalismo y el
tenebrismo en una Trinidad pintada para el
altar
lateral
del
Monasterio
de
Concepcionistas Franciscanas del lugar.
En marzo de 1611 se instala en Toledo y en
1612 pinta para los dominicos el Retablo de
las cuatro Pascuas, ahora en el Museo del
Prado, acaso su obra más conocida. Son
especialmente reseñables los lienzos de La
Adoración de los Reyes Magos y La
Adoración de los pastores, de formato
vertical alargado que fueron pintados para el
retablo mayor de San Pedro Martir.
El 20 de junio de 1613, Maino ingresó en la
Orden de Santo Domingo y vivió en su
monasterio de San Pedro Mártir. Ello redujo
su actividad artística, aunque a esta época
pertenece otra Adoración de los pastores
actualmente en el Museo del Hermitage de
San Petersburgo. Este tema bíblico fue
tratado varias veces por Maino; otra versión
se guarda en el Museo Meadows de Dallas.
Juan Bautista Maino. Adoración de los pastoes.
Museo del Prado, Madrid.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
AMBROSIO MARTÍNEZ BUSTOS
(1614-1672)
Natural y vecino de Granada, habría sido
“pintor de mucho crédito de la escuela del
Racionero Alonso Cano”, según Antonio
Palomino.
Nacido en el seno de una familia
acomodada, se formó en el taller de Miguel
Jerónimo de Cieza, testigo en el expediente
matrimonial de Martínez Bustos el 8 de
febrero de 1635.
El taller de Cieza era uno de los más activos y
de mayor prestigio de Granada y serán sus
enseñanzas las que siga Martínez Bustos
quien, además, como el resto de pintores
granadinos antes de la llegada de Cano,
estuvo influido por la pintura flamenca
conocida a través de estampas, como se
observa en sus Inmaculadas del Museo de
Bellas Artes de Granada, de seca y dura
ejecución. Este tema será su especialidad
como pintor, del que se conservan varios
ejemplares, así como de sus versos, también
fue poeta.
Colaboró además con Pedro Atanasio
Bocanegra y los Cieza en las decoraciones
efímeras para las fiestas del Corpus Christi.
BLAS MUÑOZ (1650-1708)
Documentado ininterrumpidamente en
Toledo entre 1674 y 1708 es un artista
ecléctico y de escasa inventiva. Su obra
conocida muestra diversidad de influencias,
desde el Greco y Tristán a artistas
madrileños contemporáneos, como Gabriel
de la Corte o Bartolomé Pérez.
Practicó el género floral de la guirnalda
envolviendo escenas sagradas, como
demuestra el San José con el Niño en brazos
del convento de Santo Domingo el Real de
Toledo, firmado y fechado en 1692.
Blas Muñoz. San Francisco de Asís.
Museo del Greco, Toledo.
PEDRO ORRENTE (1580-1645)
Formado en Toledo, completó su formación
en Italia con Leandro Bassano. Sus
constantes desplazamientos dentro de la
península hace de Orrente un artista clave
en la formación y difusión del naturalismo
tanto en Castilla como en Valencia.
En 1612, avecindado en Murcia, contrajo
matrimonio y fechó la Bendición de Jacob de
la colección Contini, obra ya plenamente
bassanesca.
En Toledo trabó amistad con Jorge Manuel
Theotocópuli, hijo del Greco, apadrinando
junto con su esposa a dos de sus hijos en
1627 y 1629. Este mismo año, avecindado en
Toledo, contrató el retablo mayor y
colaterales del convento de franciscanos de
Yeste (Albacete).
Discípulos o seguidores suyos en la etapa
valenciana, según se aprecia en sus
respectivas obras, fueron Esteban March,
Pablo Pontons y el también murciano Mateo
Gilarte.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
Ha sido conocido como el “Basanno
español”. La influencia de los Basanno, y en
particular de Leandro, resulta evidente, así
como la de Veronés. Aunque en la ejecución
se separa más de lo veneciano, avanzando
más en la dirección del naturalismo
tenebrista.
Pedro Orente. Autorretrato con la inscripción
«Pedro Orrente/Murçiano». Museo del Prado,
Madrid.
En el conjunto de su abundante producción
destacan los lienzos de temas bíblicos, pero
también fue autor de grandes cuadros de
altar, y de algunas series de fábulas
mitológicas extraídas de las Metamorfosis de
Ovidio
donde en 1596 contrató unas pinturas para
el retablo de la Concepción Francisca.
Noticias de trabajos menores para años
sucesivos, siempre en Toledo, se completan
con la firma en 1609 de dos cuadros del
martirio de San Acacio y los diez mil mártires
en la iglesia de Santos Justo y Pastor, figuras
cuidadosamente dibujadas, de proporciones
exageradamente alargadas y cálidos colores
aún manieristas.
Obras firmadas, sin fecha, son un Nacimiento
de la Virgen en la parroquial de Casarrubios
del Monte, y el retrato de un Caballero con
su hijo.
Su maestría en el retrato se pondrá de
manifiesto también en el grabado hecho a
partir de un dibujo suyo de Rodrigo Ponce de
León, duque de Cádiz.
Completan su producción conocida un gran
lienzo de la Asunción de la Virgen en el
monasterio de Bernardos de Montesión de
Toledo y una Presentación de la Virgen en las
Comendadoras de Santiago de Madrid,
ambas con recuerdos de la pintura
escurialiense. Además de los dibujos para las
estampas que ilustran la Vida de San
Ildefonso de Salazar de Mendoza, editada en
1618, y la atribución de los lienzos de los
cuatro evangelistas en el retablo del
monasterio de Guadalupe.
ANTÓN PIZARRO (muerto en 1622)
Se le considera discípulo del Greco, a pesar
de que nada en su obra conocida permita
afirmarlo con certeza.
La primera noticia documental, de 1594 y
llamándose ya pintor, lo sitúa en Toledo
Antón Pizarro. Retrato de caballero y su hijo.
Colección particular, Madrid.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
CRISTÓBAL RAMÍREZ
FELIPE RAMÍREZ
Pintor de un reducido número de obras
firmadas en las que se aprecia una calidad
no desdeñable, su personalidad es apenas
conocida y problemática.
En 1638 firmó el Salvador, del Museo del
Prado y el Ángel de la guarda, del Museo de
Santa Cruz de Toledo. Ambas obras se
inscriben en la tradición toledana, con
recuerdos de Juan Sánchez Cotán en la
primera y de Luis Tristán, a cuya escuela se
atribuye la segunda; pero con un sentido del
color nuevo, apuntándose en este sentido
influencias de Alonso Cano y Bartolomé
Román.
Una influencia más directa de Sánchez Cotán
tienen los dos bodegones de Dumbarton
Oaks, fechados en 1644. Con sus fondos
oscuros, el tratamiento naturalista de sus
reducidos objetos y los colores cálidos, el
pintor busca, ante todo, la perfecta mímesis
con los objetos representados por el
diferente tratamiento pictórico de sus
texturas.
En 1641, siendo vecino de Toledo, tasó las
pinturas dejadas a su muerte por el canónigo
Gregorio Barreiro, propietario entre otras de
«El Retrato de Toledo de mano de el griego»,
y en noviembre hará lo propio con las
pinturas dejadas por doña Jerónima Tenorio.
Activo entre 1628 y 1631, seguidor de Juan
Sánchez Cotán. Se le supone natural de
Toledo o al menos que tuviese allí fijada su
residencia y relacionado quizá con el
toledano pintor de bodegones Cristóbal
Ramírez.
Autor del excelente Bodegón con cardo,
francolín, uvas y lirios del Museo del Prado,
firmado y fechado en 1628, y de un Varón de
Dolores, fechado en 1631.
DOROTEO (?) RAMÍREZ
Autor de un San Sebastián en 1610, en
donde muestra un evidente arcaísmo, por lo
que su formación tuvo que hacerse en el
estilo manierista de finales del s. XVI.
El modesto artista se expresa en el mismo
lenguaje que fue por muchos años común a
la pintura devota y conventual de la zona
toledana, contemporánea de las novedades
naturalistas de los artistas mayores.
Felipe Ramírez. Bodegón con cardo, francolín,
uvas y lirios. Museo del Prado, Madrid.
En el bodegón del Prado, para algunos
autores copia de un original perdido de
Sánchez Cotán, utiliza algunos elementos
tomados directamente de este, como la
disposición general y la figura del cardo,
copia literal de los pintados por el maestro
de Orgaz en algunos de sus bodegones, pero
difiere de él en cuanto a la técnica, por la
acentuación de la iluminación tenebrista
aplicada a base de trazos ordenados del
pincel, además de por la introducción de un
rico jarrón dorado con violetas ausente en
toda la obra conocida de Sánchez Cotán.
Obra se sus pinceles también se conserva un
Cristo flagelado, en una colección particular
belga, copia casi literal de otro lienzo de la
Catedral de Toledo y una Lapidación de San
Esteban.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
JUAN SÁNCHEZ COTÁN (1560-1627)
Discípulo de Blas de Prado e influido por
algunos artistas que trabajaron en el Escorial
como Luca Cambiaso o Juan Fernández
Navarrete, trabajó en Toledo hasta que en
1603 decidió ingresar como hermano lego
en la Cartuja, estableciéndose en Granada
hasta su muerte.
Algunas de sus pinturas autógrafas tienen
rasgos inequívocamente de Bassano.
A pesar de ser los bodegones los que le
darían fama, son más numerosos los
retratos.
Su estilo personal apenas experimentará
cambios con los años. El recuerdo de lo
escurialense está muy presente todavía en
las obras que realizó para la cartuja de
Granada. De allí proceden tanto la
monumentalidad de algunas de sus figuras,
como el riguroso sentido geométrico de sus
composiciones. La solemnidad de lo
escurialense será reinterpretada por Sánchez
Cotán con un muy personal y “candoroso
primitivismo”,
recuperando
modelos
flamencos de comienzos del s. XVI aunque
tratados con técnica diversa. Contrario a las
exageraciones anatómicas, aún lo será más
al incipiente barroquismo.
JORGE MANUEL THEOTOCÓPULI
(1578-1631)
Juan Sánchez Cotán. La barbuda de Peñaranda,
Museo del Prado, Madrid.
El grueso de su obra lo constituyen pinturas
de asunto religioso, aunque cultivó también
el retrato y el paisaje, pero es célebre por sus
bodegones, de sentido austero y sobrio.
Llevó una vida desahogada, contando con
una amplia clientela formada por algunos
miembros de la nobleza local y muchos
eclesiásticos, como también fue numerosa la
relación de sus deudores.
Su inventario de bienes recoge cerca de
sesenta pinturas, la mitad de asunto
religioso, trece retratos y nueve bodegones,
aunque no todas de su mano.
El arte del Greco no dejó huella perceptible
en el pintor de Orgaz. Su inclinación se
dirigía con preferencia hacia la pintura
escurialense.
Único hijo del Greco. Aprendió el oficio de
pintor trabajando en el taller de su padre. En
1607, comenzó a elaborar trabajos
independientes, como el retablo de Titulcia,
donde comienza a distinguirse un estilo
personal, aunque su calidad como pintor fue
siempre notablemente inferior a la del gran
maestro cretense. Tras la muerte de su
padre, Jorge Manuel enfocó sus intereses
hacia la arquitectura, donde siguió la escuela
herreriana junto a Nicolás de Vergara el
Mozo y Juan Bautista Monegro. Entre 1612 y
1618 participó en la finalización de la
construcción del Ayuntamiento de Toledo.
Más tarde, en 1625, obtuvo el cargo de
maestro mayor, escultor y arquitecto de la
Catedral de Toledo, donde trabajo en la
construcción de la capilla de Ochavo y en la
cúpula de la capilla mozárabe de Enrique
Egas.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
Casado en dos ocasiones, acabó arruinado
debido a un litigio con el Hospital de Tavera,
por el que le fueron embargados sus bienes.
El Greco. Retrato de Jorge Manuel Theotocópuli.
Museo de Bellas Artes, Sevilla.
LUIS TRISTÁN (c. 1585-1624)
Luis Tristán de Escamilla, también conocido
como Luis de Escamilla o Luis Rodríguez
Tristán, fue un pintor español de
manierismo, perteneciente al Siglo de Oro.
Se le considera el mejor discípulo del Greco,
si bien evolucionó hacia un naturalismo
tenebrista totalmente opuesto.
Estuvo con el Greco de 1603 a 1606, luego
marchó a Italia, de 1606 a 1613, pero trabajó
toda su vida en Toledo.
No estilizó tanto las figuras como el Greco e
intentó matizar un manierismo ya pasado de
moda con el enfoque naturalista en los
pormenores y el tratamiento de la materia,
enfoque que provenía del caravaggismo
italiano y los ecos de la Contrarreforma. Su
estilo es muy personal, con un tono de
áspera gravedad, de gamas tenebrosas sobre
las que brillan toques de intenso colorido
luminoso. Aparte de algunos retratos de
acusado realismo, su obra principal es de
temática religiosa.
Acaso su trabajo más importante es el
conjunto de cuadros realizado para el retablo
del altar mayor de la Colegiata de san Benito
abad de Yepes, fechado en 1616.
Única muestra del género del retrato es el de
un Médico del Hospital Tavera (Oropesa,
colección Páramo).
La pintura religiosa, en pequeño formato,
está representada por una impersonal
Adoración de Los Magos, fechada en 1689, y
dos copias del San Francisco en oración, y
San Francisco en éxtasis (Toledo, Museo del
Greco).
Cabe destacar su profunda amistad con el
hijo del Greco, Jorge Manuel Theotocópuli,
con el que colabora en algunas obras, como
el túmulo levantado en 1621 a la muerte de
Felipe III. Su estilo, gracias a lo heterogéneo
de su formación, aparece muy variado, casi
contradictorio, en ocasiones. La fuerte
impronta del Greco permanecerá siempre en
su pintura, sobre todo en el alargamiento y
la inestabilidad de sus figuras; pero su
conocimiento directo de la experiencia
caravaggista en Roma, precisamente en unos
años en los que ésta se encuentra en pleno
auge, lo vinculan también hacia un
naturalismo patente en algunas de sus obras.
Luis Tristán. Santa llorosa
Madrid, Museo del Prado.
Los discípulos del Greco
y la escuela toledana de pintura
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