LAS DIRECTRICES DE ORDENACIÓN TERRITORIAL Y DEL TURISMO DE CANARIAS: UN TEXTO SUJETO A POLÉMICA. Eduardo Cáceres Morales. Dr. Arquitecto y Catedrático de Urbanística y Ordenación del Territorio. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Las Palmas Universidad de las Palmas de Gran Canaria RESUMEN La Comunidad Autónoma Canaria asumió las competencias exclusivas en materia de Planificación del territorio desde 1998, al igual que el resto de las Comunidades Autónomas. En el año 2000, el parlamento de la Comunidad Canaria aprobó su propia Ley de Ordenación del Territorio de Canarias. (LOTC). Con posterioridad el gobierno estableció una “moratoria” en la construcción turística al tiempo que debatía un proyecto de ley constituido por un instrumento de planificación y control del territorio. El documento, denominado “Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias”, se convirtió en ley de artículo único: Ley 19/2003, de 14 de Abril. Los principales aspectos innovativos de tal Ley podrían resumirse: - Disolución del concepto de ciudad, por uno mas genérico que habla del territorio en sentido amplio. Valoración prioritaria de los aspectos medioambientales y de sostenibilidad Consideración de un necesario equilibrio del valor añadido que producen las intervenciones en el territorio entre los aspectos económicos y los sociales. Consideración de los valores y culturas multiétnicas como base de la transformación social y de las necesidades rotacionales para esa sociedad. Esta nueva iniciativa ha presentado, sin embargo, algunos problemas que no ha sido capaz de superar: la organización administrativa tradicional muy fragmentada y muy localista con grandes discrepancias e insolidaridad ente municipios turísticos y no turísticos. Además de una falta de voluntad real de transformar las figuras de planeamiento por falta de una infraestructura técnica adecuada. Y, por último, han aparecido efectos perversos que han creado un estado de polémica significativo 1 COMUNICACIÓN 1. Antecedentes y situación de partida. Desde el punto de vista legal, la Comunidad Autónoma de Canarias tiene conferida a través de su Estatuto (articulo 5), al igual que las 16 comunidades del resto de España, plenas competencias para la Planificación Territorial y sobre las actividades económicas que se implantan sobre el mismo. Aunque estas competencias estaban recogidas en el texto Constitucional, esta capacidad de ordenación del territorio no se hizo patente sino a partir de una Sentencia Interpretativa del Tribunal Constitucional, en 1998; fecha, a partir de la cual, cada comunidad autónoma elaboró su propia ley de Ordenación del Suelo. No obstante lo anterior, desde 1994, existía ya una Ley de Espacios Naturales, así como el primer Plan Director de Infraestructuras (PDI) y, sobre la Ordenación del Turismo, existía una ley desde 1995, todas ellas con repercusiones directas sobre el territorio. En 1999 se aprueba, independiente de la ley nacional que imperaba hasta ese momento, la Ley de Ordenación del Territorio de Canarias (LOTC) que, en parte, era una refundición de la ley de Espacios Naturales y distintas leyes territoriales que habían venido elaborándose con anterioridad, tales como la Ley de Planes Insulares de 1987. Una refundición que implicaba una toma de conciencia importante de la clase política para actuar de forma global sobre la ordenación del territorio, aunque se dejaba al margen la Ley de Ordenación del Turismo De cualquier forma, contemplando la situación del territorio, el modelo de crecimiento imperante había provocado un nivel de presión y un uso intensivo y desordenado de tal magnitud, que sobrepasaron las capacidades de un territorio frágil y limitado por la realidad insular Es conveniente advertir que, en las islas, los ecosistemas y las cuestiones medioambientales y paisajísticas adquieren una gran relevancia, muy sensibles a las externalidades, cuando se intenta lograr un aprovechamiento ordenado y cuidadoso con fines económicos. A ello se añadía el hecho de muchas zonas de alto valor paisajístico que se encontraban (y se encuentran) en un grave proceso de deterioro, por el abandono de la agricultura de medianías, que ejercía de ámbito conservacionista. Y aun más, la existencia de endemismos botánicos y zoológicos que se encontraban (y se encuentran) amenazados y, en muchos casos, en extremo peligro de extinción. Así pues, la alta ocupación y deterioro del territorio en términos de densidades de edificación y conservación medioambiental, la enorme dimensión del fenómeno turístico, y, en general, la propia situación económico social, hace que llegue un momento en que por parte de las autoridades administrativas autonómicas, se vean compelidos a promover una serie de medidas legales sucesivas que terminan con el Decreto de Moratoria1 de toda la actividad turística y de 1 DECRETO 4/2001, de 12 de enero, por el que se acuerda la formulación de las Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias. Este Decreto es anulado por el Tribunal Superior de justicia de Canarias en un auto de suspensión de 28 de Mayo y repuesto por el DECRETO 126/2001, de 28 de mayo, por el que se suspende la vigencia de las determinaciones turísticas de los Planes Insulares de Ordenación y de los Instrumentos de Planeamiento Urbanístico. 2 planificación, durante un periodo en el que se pretendía reflexionar sobre la implantación de un modelo territorial de Desarrollo Sostenible (DS). Este periodo culmina con la aprobación en Abril de 2003, de las Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias. (Ley 19/2003, de 14 de Abril). (En adelante DOGTC), un documento que pretendió tener un carácter general y servir de guía – con carácter vinculante en muchos de sus aspectos - para todo el planeamiento a desarrollar en la Comunidad Canaria. Cuando en esos momentos el Parlamento Canario establece las DOGTC, hubiese sido preciso entender, según nuestra opinión, que las formas de gobierno de este territorio no solo debían ser el resultado de una mayor responsabilidad política y de una participación social más activa, sino también de un cambio de los instrumentos de planificación que debían aplicarse. 2. Características y conceptos generales desarrollados. La base ideológica (OBJETIVOS) que sustenta el documento aprobado, DOGTC, es la obtención de un desarrollo sostenible (DS) basado, de una parte, en una Equidad intra e intergeneracional que implica, a su vez, un Cambio del modelo económico y social Todo ello basado en los principios de a. reducción y limitación del consumo de los recursos territoriales b. uso eficiente y recualificación del patrimonio inmobiliario y cultural Estos dos principios son básicos para entender el valor de las Directrices, en un territorio, como se ha dicho, fragmentado y orográficamente complejo como son las islas. De una parte pues, estaba la consideración del territorio como un recurso escaso y limitado y, es este sentido, se dirigían a conseguir no solo un menor consumo de suelo sino una limitación al crecimiento del espacio edificado, bien sea para la normal actividad residencial o terciaria, bien sea para la actividad turística. Y por otra parte, muy ligado al principio anterior, estaba la necesidad de conferir una mayor eficacia del uso del patrimonio inmobiliario y cultural, con operaciones basadas sobre todo en la rehabilitación y recalificación de los espacios urbanos y protección de los espacios naturales. La normativa que desarrolla las Directrices, tienen distinto carácter vinculante2 y se aplican con carácter general a todo el territorio, (Directrices Territoriales). Pero, al mismo tiempo, existe una aplicación específica a la actividad turística (Directrices Turísticas), siempre contemplada desde el punto de vista de su influencia y capacidad de transformación de ese territorio. 2 Las Directrices tienen tres niveles de vinculación legal: NDA (Normas de desarrollo de aplicación directa); ND (Normas de desarrollo de aplicación indirecta) y R (recomendación) 3 Las Directrices territoriales, más allá de la política enunciada de reducir y limitar el uso del suelo, trataban de implantar un modelo del uso del suelo a través de normativas que dieran cuerpo a un sistema de planificación que se planteaba a nivel insular y se desarrollaba a nivel municipal. Con lo que, hasta cierto punto, permitía distribuir las competencias entre las distintas administraciones públicas. Desde este punto de vista, existía un intento de mayor complejidad y equilibrio en la gestión de ese territorio, desde un nuevo modelo territorial más equilibrado, eficiente y limitado hasta un sistema de planeamiento más amplio y coordinado Directrices de Ordenación Generales Sectoriales Planes Insulares Planes Espacios Naturales Planes Territoriales Parciales Planes Rectores de Uso y Gestión Areas metropolitanas Planes Territoriales Especiales Equipamientos Planes Directores Comarcas Infraestructuras Planes Especiales Sistemas insulares Aprovechamiento recursos Normas de Conservación Espacios litorales Actuaciones económico sociales Calificación Territorial Proyectos de Actuación Territorial Fig. 1. Sistema de planeamiento previsto. Dentro de este objetivo general, aparecía como prioridad el uso eficiente del territorio en base a la reutilización y mayor compacidad de los suelos urbanizados. Y, aparte de ello, se planteaban algunas políticas sectoriales (como vivienda, transportes, infraestructuras etc.) que podían tener una gestión directa desde el gobierno regional, al menos desde el punto de vista de su planificación, localización y financiación. Las Directrices Turísticas, aparentemente, eran más agresivas, puesto que en la actividad turística estaba la clave de evitar un declive económico 3de la misma, constatado el nivel de ocupación del suelo, las expectativas de crecimiento y el contingente de turistas que nos visitan anualmente (superior a los 12 millones). De ahí que se pretendiese una real planificación de la actividad ligada al territorio, cuyas competencias se trasladan directamente al gobierno regional (limites del crecimiento) y que la planificación se confíe a los planes insulares (planes subregionales a nivel de cada isla). Su aplicación normativa tendía a lograr una mayor competitividad de este sector económico y la transferencia de beneficios al entramado empresarial, así como a la mejora de la vida local. Aparte de que, en el capítulo de planificación, en este caso, se trataba de mejorar sustantivamente la calidad tanto de la urbanización como del componente alojativo. 3 Recuérdese la enorme dependencia de la economía canaria respecto del sector servicios (especialmente turístico) que llega a constituir casi el 80% del PIB. 4 Además, hay dos aspectos significativos a destacar: el primero referido a la reutilización y rehabilitación de los suelos urbanizados y el segundo a la fijación del concepto de “capacidad de carga” para determinar los limites de actividad que puede soportar el territorio. Este último aspecto, quizás de los que más debate han producido, se traducía en establecer límites al crecimiento, concretando los procesos y ritmos. En efecto, para que estas políticas se pusiesen en marcha, se recurre a instrumentos tales como la suspensión de nuevas edificaciones en un periodo de tres años y en su caso, crecimientos posteriores no superiores al 1% del total de plazas alojativas. En este caso, la política de reconversión de las áreas y edificios obsoletos, la congelación y reconversión de áreas agotadas (nivel de densidad excesivo y deficiencias de servicios) y el cambio de modelo del producto turístico (sustitución de apartamentos dispersos, por complejos con mayor nivel de servicios – resorts-) se convierte en una de las bases estratégicas del cambio. 3. Aspectos innovativos de las Directrices Aun admitiendo determinados defectos, tanto metodológicos como de política instrumental, de los que hablaremos luego, es indudable que, en general, partiendo de esa preocupación de las autoridades gubernativas por identificar un nuevo modelo de desarrollo territorial, existen algunos aspectos que son interesantes comentar y que, según nuestra opinión, modifican la tradicional visión del sistema de planeamiento al uso. Estos aspectos podrían resumirse en: a. La disolución del concepto de “ciudad” dentro de uno más amplio que bien puede ser el territorio como expresión genérica y que entendemos que va más allá de la que se utiliza en el ámbito anglosajón, “the built environment” ( el espacio edificado). En cierto sentido se trata de un concepto más difuso, (no como una cuestión de identificación geográfica o técnico urbanística y, obviamente, superando las tradicionales diferencias entre ciudad y campo.) y en el cual se integran aspectos como la calidad de este espacio, la transformación antrópica del lugar y las actitudes sociales de sus habitantes. Lo anterior implica la valoración prioritaria de los aspectos medioambientales y de sostenibilidad como preocupación básica de la sociedad contemporánea. Desde el punto de vista de la disciplina, se trata de romper, en todo caso, la dicotomía entre los geógrafos, los ecólogos y los urbanistas como disciplinas separadas. Estamos contemplando, ello no debe olvidarse, la transformación del espacio, pero vista desde una perspectiva distinta. b. Entender el espacio como un recurso escaso y no renovable (este aspecto es claramente constatable en determinados lugares geográficos, como es el caso de las islas) Mostrar la preocupación por el impacto de la edificación y las infraestructuras, tanto por la densidad y ocupación que provocan las mismas, así como por su calidad, por el hecho de que 5 fagocitan no solo el espacio que ocupan sino por el efecto transformativo que provocan en el entorno, que lo convierten en agresivo, inutilizable e irrecuperable en la mayoría de los casos. Lo anterior implica la introducción de indicadores y parámetros para medir la calidad del espacio construido, básicamente referidos a dos parámetros, densidad de edificación y espacios libres y, en definitiva, el establecimiento de una valoración paisajística en sentido amplio Dentro de este apartado cabria hacer referencia a la capacidad de carga como limite a su transformabilidad y que incluye, situaciones de saturación, deterioro e insatisfacción del usuario; incapacidad de abastecimiento de servicios e infraestructuras, así como restricciones del mercado- en el caso de usos económicos, como el turismo - o, en ultimo extremo, pero no menos importante, problemas de contaminación o pérdida de biodiversidad En Consecuencia el establecimiento de límites al crecimiento y desarrollo se impone como una exigencia necesaria para la salvaguarda de la sostenibilidad del territorio. Lo anterior no significa confundir esta preocupación con una cierta nostalgia por lo rural, en la tradición centro-europea de principios del XX, ni a la reivindicación por la ciudad de baja densidad. . Figura 2. Edificación en las medianías c. La preocupación por la generación de valores añadidos, en las intervenciones y en los usos que se asignan al territorio, de forma equilibrada, tanto desde el punto de vista social como económico, que implique una mejora de los niveles de vida y mayor nivel económico de los usuarios. 6 En estos casos puede entenderse como una perversión el considerar como un logro positivo el que una intervención urbanística o edificatoria implique una revaloración de los precios del suelo en los terrenos colindantes. d. En último lugar es posible entender a la sociedad contemporánea desarrollada, como esencialmente compuesta de valores y culturas multiétnicas y, en ese sentido, sus necesidades como plurales y cambiantes. No se trata solamente de los efectos de la globalización, sino, en nuestro caso particular, entender que estamos en un territorio de emigración y con el añadido de una posible, y numéricamente importante, población flotante (caso del turismo) que debe ser considera como parte integrante y esencial de esta sociedad en términos generales. Romper la idea de las sociedades uniformes conforme a los valores estándar. 4. Una conclusión crítica. No obstante lo anterior, y al esfuerzo político realizado (que debe suponérsele a la administración actuante), por llevar adelante la política propuesta estas Directrices, la realidad es que se ha denotado un alto grado de improvisación y algunas faltas de coordinación e incluso dejación en cuanto la implementación de las políticas previstas, tanto desde el punto de vista técnico urbanístico como político - administrativo. En este sentido pondríamos de manifiesto: a. La insuficiencia y contradicciones de la instrumentación técnica Aunque la Ley de Directrices parezca que tiene una cierta autonomía, es lo cierto que no se apartan de técnicas e instrumentos de planificación, relativamente tradicionales y al uso en la comunidad. En efecto, apoyados por la cobertura de la citada Ley de Ordenación Territorial de Canarias (LOTC) del año 2000, los dos pilares fundamentales de las Directrices, desde el punto de vista de los instrumentos de planificación urbanística, son el Plan Insular de Ordenación Territorial (PIOT) y el Plan Territorial Especial de o Ordenación Turístico, (PTEOT),4 que se establecen para cada isla. Ello al margen de las determinaciones que se transmiten indirectamente a los planes Generales municipales. En este sentido, así como los Planes Insulares vienen perfectamente definidos sus determinaciones en la LOTC, (artículos 17 a 20), los Planes Territoriales Especiales de Ordenación Turística Insular (PTEOTI) aparecen en la Disposición Adicional Primera de la Ley y no estaban en el Texto aprobado inicialmente y sometido a Información Pública. 4 El plan Territorial Especial de Ordenación Turística Insular (PTEOTI) no es consustantivo de las Directrices. Aparece en una Disposición Adicional de las mismas. 7 Si bien es cierto que entre la las previsiones de la LOTC estaban los Planes Territoriales Especiales, estos procedían de una cierta refundición de diversas leyes anteriores tales como la Ley de Espacios Naturales de Canarias (LENC) de 1994 y la Ley de Planes Insulares de Ordenación Territoriales (PIOT) de 1987. De hecho la definición de este tipo de planeamiento aparece como respuesta a la tipología de planes que incoherente y contradictoriamente aparecían en la LENC (Planes rectores, Planes directores, Normas de conservación, etc.) Esto indica la improvisación y errores que se producen por esta inclusión. Fig. 3. Plan Insular de Gran Canaria Ahora estos planes (PTOTI) se entienden como alteración de las determinaciones Planes Insulares y pueden llegar, según reza el propio texto, a incidir incluso en la reclasificación y recalificación de suelos de los Planes Generales afectados por la actividad turística. Ocurre así que determinaciones del PTOTI, como son la localización de equipamientos de excelencia turística (por ejemplo, campos de golf o puertos deportivos) son incompatibles con las restricciones del PIOT. O, en el otro caso, que las restricciones del número de plazas en determinados municipios sean incompatibles con la capacidad de los suelos calificados como aptos para tal fin por los Planes Generales municipales. La adecuada adaptación entre planes de distinto nivel está teniendo muchos problemas no solo técnicos sino de enfrentamiento político. 8 Fig. 4. Plan Insular de Tenerife b. Las incompatibilidades conceptuales En nuestra opinión, esta circunstancia se hace evidente en la aparente desconexión que existe entre las medidas que se arbitran para la protección del territorio, desde el punto de vista del medioambiente, y aquellas otras que se establecen para el desarrollo urbano, de infraestructuras y, en general, de actividades de carácter productivo vinculadas al uso del suelo. La sensación que se transmite es que no hay diálogo entre ambas concepciones y que son cuestiones diferentes para ser tratadas igualmente de forma separada. Ello, aunque muchas veces se hagan referencias lejanas, por ejemplo en los desarrollos turísticos o urbanos en general, a que se deben respetar las condiciones naturales y paisajísticas del territorio donde se interviene. Estas recomendaciones no pasan de ser meramente retóricas debido a que no se parte de un concepto único de espacio antropizado y en permanente transformación. Si bien es cierto que cada isla tiene peculiaridades que necesariamente requieren de un tratamiento especializado, no es menos obvio, a nuestro entender, que la economía y aun el tratamiento del territorio como soporte de las actividades económicas, requiere de políticas globales respecto a determinadas actividades que podríamos considerar estructurales (que son esenciales por su capacidad de estructurar el territorio) tales como el turismo, el comercio y en general las actividades del sector terciario, teniendo en cuenta que nuestro desarrollo socio económico se basa en el sector de los servicios. Esta concepción unitaria que reclamamos es más necesaria en cuanto que del sustrato ideológico que aparentemente se deduce de las Directrices está el de considerar al territorio como un recurso no renovable y la necesidad de avanzar hacia un desarrollo sostenible. Esta 9 idea - la sostenibilidad insulares. - no puede tener una interpretación distinta según islas o planes Es decir, por encima de las políticas territoriales a nivel insular debería haber una política general de toda la región que articulase las distintas políticas insulares, de la misma forma que se asignaba al planeamiento insular un papel, no solo coordinador sino directivo, de las políticas municipales. c. La ineficiencia de los procedimientos de control de la ciudad y el territorio. No menos importante son las limitaciones que la estructura administrativa impone y el propio sistema de planeamiento. A ello se añaden las limitaciones que impone la estructura de propiedad y las plusvalías que genera el propio planeamiento. No se debe olvidar que estamos en un sistema de planeamiento declarativo, donde la simple clasificación del suelo a efectos de uso implica una valoración distinta del mismo. Por tanto, buscar, tanto una mayor eficacia técnica (un nuevo plan para una nueva geografía) como la incorporación al proceso de toma de decisiones del protagonismo y participación social, se convierte en una tarea difícil, incluso desde el punto de vista de la cultura legal del país. Para evitar la disociación y descoordinación que se produce actualmente entre las políticas urbanas y la resolución de los problemas de construcción del espacio, habría que haberse planteado un proyecto de rehabilitación - conceptual y real - del espacio construido y la integración sus usuarios (y habitantes) en el mismo. Hubiese sido necesario comprender que se necesitaban soluciones más completas para problemas más complejos. En este sentido se podría hablar de medidas tales como: - - - - La sustitución de los tradicionales mecanismos de control de tipología y edificabilidad por los de densidad variable. Ello significaría aplicar a un territorio heterogéneamente edificado y ocupado un control del potencial de los usos, mas que a cantidades fijas aplicadas a los aspectos formales de la misma. La utilización del principio de subsidiariedad en cuestión de usos del suelo. Ello implicaba abandonar la rigidez heredada del funcionalismo que establece áreas especializadas y optar por la intersección y sustitución. La mezcla de usos, salvaguardando las incompatibilidades de carácter higiénico o medioambiental. La utilización de sistemas de control de la ocupación del suelo. en términos de "vacíos" y "llenos". Abandonar la tradicional dicotomía entre espacio edificado y espacio libre y recurrir a una gradación del "esponjamiento" de la ciudad. Y, por ultimo, La utilización de estándares prestacionales para los servicios, en los que se tenga en cuenta sobre todo los potenciales usuarios reales. La aparición de nuevas necesidades no previstas en la ciudad tradicional para sectores sociales muy específicos (jóvenes, inmigrantes, tercera edad, mujeres…). Plantearse nuevas formas de gobierno. La creación de agencias de servicios frente a la gestión centralizada. 10 d. La indisciplina y laxitud de la propia administración. El Decreto de Moratoria y aun la propias Directrices dejaron muchas puertas abiertas a la indisciplina. Los propios medios de comunicación se hacían eco de esa evidencia. Tal como se reconocía ya en ese momento, “La citada moratoria afecta a unas 200.000 plazas que aún carecen de permiso de obra, aunque no evitará que otras 90.000, ya aprobadas, se sumen a las 350.000 camas turísticas del Archipiélago. En números redondos, Fuerteventura y Lanzarote son las que más camas tienen por construir (32.000 y 21.000, respectivamente), seguidas de Gran Canaria (14.000) y Tenerife (10.000). La Palma tiene aprobado un millar de plazas. Sin embargo, la "ralentización" -tal y como la calificó el Gobierno- tiene "cauces reconductores", que permitirán al sector redefinir sus proyectos y llevarlos a cabo sin restricciones” 5 Pero las consecuencias posteriores no fueron menores “Hace justamente seis años, el 12 de enero de 2001, el Gobierno de Román Rodríguez aprobó el decreto de moratoria que significaba la paralización de nuevas licencias en el sector turístico y anunciaba la creación de la Ley de Directrices. En este tiempo se han construido casi 60.000 nuevas camas, apenas se ha rehabilitado la planta obsoleta y se mantienen las diferencias sobre esta decisión y sus consecuencias. (…) Estas iniciativas (las promovidas por el Decreto de Moratoria) eran más blandas que la posterior ley de Directrices, ya que permitían la construcción de establecimientos turísticos rurales, hoteles de cuatro estrellas con instalaciones de ocio (campos de golf, puertos deportivos o complejos temáticos) y cinco estrellas. La Ley en cambio sólo permite como nueva planta el 1% de las camas construidas (3.600). Es decir que las plazas que estaban vivas cuando se decretó la moratoria -el Gobierno calculó que unas 90.000- y las que se aprobaron de manera urgente en los días previos al decreto no iban a ser las únicas permitidas. Sin embargo, han sido 60.000 las plazas alojativas creadas en este tiempo, ya que cuando se decretó la moratoria, el Gobierno cifró en 354.131 las camas que operaban legalmente. A finales de 2006, esta cifra era de 413.330 plazas, determina el Istac.”6 En general, se puede decir que la efectividad de una contención del crecimiento turístico ha quedado en entredicho. La causas no merecen comentario. e. La inercia política y técnica La conclusión, pues, que queremos sacar de las reflexiones anteriores, es que para que documentos como las Directrices que plantean un nuevo modelo sean eficaces y creíbles, son necesarios ineludiblemente, no solo cambios de actitud política (autodisciplina del propio gobierno) , sino procesos innovadores respecto a las formas de control del espacio, 5 6 Nota de prensa de Hostel Tour.com de publicada el 29 de Mayo de 2001, al dia siguiente de la suspensión cautelar. Canarias 7 (diario local) en su edición de 12 de Enero de 2008. El Istac es el Instituto Canario de Estadística. 11 tanto desde puntos de vista de la conformación de una política territorial y urbana diferente, como en la construcción de instrumentos técnicos de planificación acordes con esta nueva problemática. Los procesos de difusión de las actividades en el espacio, implica la presencia de un territorio que se ocupa de manera diferente, con unas actitudes sociales distintas a las actuales. Hemos dicho en otras ocasiones que la cuestión está en que tanto los políticos como las leyes que ellos elaboran, siguen coaccionadas por la experiencia pretérita, y por tanto periclitada, en disonancia con los cambios que plantea el territorio de la ciudad contemporánea. La tradición napoleónica y la cultura del orden preestablecido tienen mucha responsabilidad en estas actitudes. Las Palmas Febrero 2008 12