ESTRATEGIAS DE MARKETING El efecto acumulativo del azar El éxito tiene un componente de azar que se escapa a nuestro control, pero hay que saber arriesgar y asimilar que, en ocasiones, las pequeñas pérdidas son necesarias para conseguir ganancias. Alejandro Domínguez Doncel, Nuevos enfoques para el Marketing (adoncel@alejandrodoncel.com) | 68 68 www.marketingmk.com Autor: DOMÍNGUEZ DONCEL, Alejandro Título: El efecto acumulativo del azar Fuente: MK Marketing+Ventas n.º 258, junio 2010, pág. 68 Descriptores: •Estrategias de marketing •Toma de decisiones •Organización comercial Resumen: En el artículo anterior el autor demostraba cómo en general se tiende a confundir la suerte con las habilidades y cómo esta confusión puede resultar desastrosa. En esta segunda entrega explica la teoría de la “escalabilidad” como forma de establecer los negocios, como una propiedad que permite especializarse en la parte creativa de las cosas, que no es otra que la producción de conceptos e ideas. Afirma que en la economía del siglo actual los beneficios procederán de las ideas, pero que éstas necesitarán tanto de la oportunidad como de la suerte. E l azar tiene una propiedad, la acumulativa. Como ya hemos visto en mi artículo anterior (ver MK Marketing+Ventas n.º 257), los copos de nieve se acumulan hasta que se genera el alud: van cayendo sobre la montaña y amontonándose hasta que cae el que desestabiliza la masa y crea un alud. Un suceso explosivo y descontrolado. En el mundo editorial, un libro se vende en los diferentes puntos de venta, unidad por unidad. Al principio un pequeño número de lectores lo leerá, y si les gusta, lo recomendarán a otros que harán lo mismo, hasta llegar a un punto crítico en el que las personas se abalancen a las librerías a comprarlo, y entonces saldrá en los medios de comunicación como el fenómeno editorial de la temporada, con lo que se retroalimentará el círculo de crecimiento. La avalancha está servida. Esto mismo ocurre con las pandemias y con casi todos los productos que se tienen en casa. Nº 258 • Junio de 2010 Escalabilidad El éxito de un libro, una película o de una canción depende mucho del contagio. Igual sucede con los productos tecnológicos, como por ejemplo lo ocurrido con el iPod o con el sistema operativo Windows. Además, este tipo de productos crea comunidad, tan importante para el desarrollo de estrategias de marketing. Existen profesiones y negocios escalables y otros que no lo son. Una profesión escalable es la de escritor o músico. Ellos no necesitan reproducir o crear su producto cada vez que lo venden, pueden almacenarlo. Esto permite que el proceso de venta sea independiente del de creación. Un médico o un consultor tienen profesiones no escalables. Sus ingresos dependen de su presencia para generarse; seguramente les irá bien después de 30 años de ejercer su profesión, pero nunca se harán ricos en un solo día. Elvis Presley ha superado la cifra de los 1.000 millones 69 | ESTRATEGIAS DE MARKETING de discos vendidos desde 1980. Lleva muerto 33 años –murió en 1977–, pero sigue produciendo ingentes cantidades de dinero. Tenemos que centrarnos en la parte escalable de nuestros negocios, que son el diseño de productos y servicios, estrategias y métodos de gestión. El éxito de nuestro modelo productivoeconómico occidental ha venido de la mano de la propiedad de la escalabilidad. Comprenderla nos ha permitido especializarnos en el lado creativo de las cosas, que es la producción de conceptos e ideas. Nuestro éxito como modelo económico está en separar los componentes menos escalaSolo comprendiendo cómo funcionan las estructuras de azar podremos asimilar el grado de suerte que hay en nuestros éxitos. Así entenderemos que si el grado de suerte es grande, deberemos saltar del barco tiempo antes de que se empiece a hundir. bles y asignarlos a quienes se sienten satisfechos con que se les pague por horas. Ahí está China. Por eso tenemos que invertir más en el diseño de un par de zapatos o de un ordenador que en su fabricación. En la economía del siglo XXI los beneficios van a ser de las ideas. Pero éstas necesitan tanto de la oportunidad como de la suerte. Esta orientación escalable produce un mundo de extremos en el que unos pocos (productos, servicios o profesionales) se lo llevan casi todo. Pongamos mil autores de libros y comparemos sus ventas. Añadamos a J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, a la muestra. Esta escritora dejaría como enanos a los mil restantes, que tendrían en el mejor de los casos algunos miles de lectores. Pongamos todos los tipos de reproductores MP3 del mercado. Ahora añadamos el iPod. Obtendremos el mismo resultado que con los autores de libros. En el mundo del marketing estamos sometidos a la especulación de base extrema: podemos ganar o perder mercados en días. El experimento En el artículo anterior comentaba que en nuestro mundo es muy común confundir la suerte con las habilidades, que vivimos bajo los efectos de esta confusión, y esto puede resultar catastrófico. Solemos tener la impresión errónea de que una decisión es excelente cuando alcanzamos los resultados deseados. Por supuesto que la suerte no tuvo nada que ver, fue nuestra visión, nuestros esmerados cálculos, nuestra impecable estrategia y forma de hacer. Pero cuando no los conseguimos decimos lo mismo: tuvimos mala suerte, imposible prever aquello o lo otro. Vamos con el experimento para comprobar cómo funciona el azar. Y lo que es más curioso, cómo somos capaces de explicar lo que no tiene explicación. Se trata de estudiar en nuestro la- | 70 Nº 258 • Junio de 2010 www.marketingmk.com La mayoría de los mejores directores de marketing no es capaz de aceptar que está ahí por pura suerte boratorio una muestra de 10.000 directores de marketing y ventas (DMKV). Las reglas son las siguientes: vamos a suponer que los directores de marketing y ventas que alcancen los objetivos de ese año permanecerán en el mercado, y los que no, saldrán de él, serán despedidos. Para determinar si un director los ha conseguido lanzaremos una moneda al aire: si sale cara determinaremos que habrá alcanzado los objetivos; si sale cruz, será que no. Como la probabilidad de que salga cara o cruz es del 50%, el primer año quedarán en el mercado 5.000 directores, que serán los que hayan logrado los objetivos. Y saldrán del mercado otros 5.000, los que no lo hayan conseguido. Y así sucesivamente. Esto lo vamos a realizar durante diez años, donde obtendremos los resultados que muestra la siguiente tabla: Como vemos, el décimo año quedarán diez directores en el mercado. Diez supervivientes. Para continuar con el experimento vamos a llevar al mundo real a esos diez supervivientes. Estas diez personas están consideradas como de éxito, brillantes profesionales, que ocupan los cargos que tienen debido a su magnífica formación, sobresaliente estrategia y esmerada educación. Algunos, quizá, hasta escriban libros, artículos e impartan clases en alguna escuela de negocios. De hecho, si pudiéramos hablar con ellos serían capaces de explicarnos con todo detalle Nº 258 • Junio de 2010 cómo han llegado a ocupar o mantener sus puestos actuales. Nos describirían profusamente sus magníficas estrategias de marketing y ventas, su esmerada gestión y su inigualable visión. Esto demuestra que somos capaces de construir magníficas (y falsas) historias retrospectivas, que somos capaces de explicar minuciosamente con hechos pasados. Lo que ninguno quiere aceptar es que está donde está por pura suerte. Podemos continuar con el experimento haciendo una nueva tirada. El siguiente año, el año once, quedará la mitad (cinco directores): Una vez que hemos llegado al año once, volvamos al mundo real. Nos encontraremos de nuevo magníficas explicaciones de cómo los cinco directores ya no están en el mercado. De cómo no cumplieron con sus objetivos. Serán explicaciones del tipo: “el éxito hizo que se confiaran…”, “se durmieron en los laureles …”, etc. De este experimento podemos obtener dos conclusiones: ´´Muy pocas personas son capaces de reconocer que el azar tiene cierta influencia en su carrera profesional. De hecho, como ya se ha visto, hay profesiones en las que el azar es determinante. ´´Cuanto más alto es el número de profesionales en el sector, mayor será la probabilidad de que existan algunos con gran éxito como resultado únicamente de la suerte. 71 | ESTRATEGIAS DE MARKETING Debemos confiar menos en la planificación y más en juguetear con las oportunidades cuando se presenten Este experimento con personas funciona igual con productos y servicios. Otra cosa que aclarar: para que una estructura de azar positiva nos alcance, tenemos que estar ahí. Hay que acumular probabilidades de que pasen cosas positivas. La formación, la educación, el trabajar son importantes, pero no determinantes para alcanzar el éxito. Éste conlleva un componente de azar que escapa de nuestro control, y un fracaso después de un éxito es debido muchas veces a que la estructura de azar cambió. Solo comprendiendo cómo funcionan estas estructuras de azar podemos asimilar el grado de suerte que hay en nuestros éxitos. Esto nos va a permitir entender que si el grado de suerte es grande, deberemos saltar del barco tiempo antes de que se empiece a hundir. Si muchos de los promotores inmobiliarios de este país hubieran asumido que su repentino éxito era fruto de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, habrían podido vender sus negocios a tiempo. Lo hubieran hecho con el siguiente razonamiento, “estoy donde estoy gracias no solo mi esfuerzo, sino a una serie de circunstancias promovidas por el azar, por la suerte. Así que antes de que se termine la suerte voy a venderlo todo.” Genere nuevas oportunidades Debemos generar nuevas oportunidades que nos permitan incrementar nuestras probabilidades de éxito. Para jugar con la no linealidad hay que estar preparado. Tenemos dificultades con el método ensayo/error, para aceptar que los pequeños fracasos (con los aguijonazos que se crean por parte de nuestro entorno) son necesarios en la vida. Es necesario que nos guste perder. La conclusión es que si no nos arriesgamos a tener pequeñas pérdidas, jamás conseguiremos una gran ganancia. Nuestras abuelas decían que “quien no se arriesga no cruza la mar”. Si no nos arriesgamos a tener pequeñas pérdidas, jamás conseguiremos una ganancia. Debemos confiar menos en la planificación de arriba abajo, concentrarnos al máximo en reconocer las oportunidades cuando se presentan y juguetear con ellas. Pero hay que hacerlo siempre que este juego esté regido por la norma de sangrar y no reventar; es decir, cuando el juguetear con nuevas oportunidades no implique una excesiva inversión o apalancamiento que, de no resultar rentable, nos lleven a la ruina. Si no se juega nada, no se gana nada. Probar suerte de vez en cuando es algo muy razonable. Confiar en ella como una política sistemática a seguir es una estupidez. Otros artículos relacionados del autor: “Cómo encuentran comida las hormigas” (vea MK Marketing+Ventas nº. 257) y “Cisnes negros” (de próxima publicación en esta revista). • | 72 72 Nº 258 • Junio de 2010