¿Cómo alguien puede ser “nacionalista” y “de izquierdas”? Alberto Sicilia, investigador en física teórica. Nunca he podido comprender a quienes se definen “de izquierdas” y “nacionalistas”. Antes de explicar mis razones, permitidme dos notas importantes: 1) Los que se oponen a la independencia de Catalunya o Euskadi son tan nacionalistas como quienes la reclaman. En España se suele reservar el término “nacionalistas” para referirse a los nacionalismos independentistas, pero la “unidad de España” es otro nacionalismo igual. En los siguientes párrafos, utilizo el término “nacionalismo” para referirme a cualquier tipo de expresión de orgullo patrio, ya sea español, vasco, catalán, gallego, estadounidense, ruso o alemán. 2) Supongo que muchos de vosotros no estaréis de acuerdo con mis argumentos. Me gustaría escuchar los vuestros. Si son mejores, aceptaré mi error y cambiaré de opinión. Mi convicción sobre la incompatibilidad entre el nacionalismo y la izquierda se basa en la siguiente observación empírica: ¿Cuál es el elemento que más condiciona las oportunidades en la vida de un ser humano? Su nacionalidad. Si naces suizo, tienes bastantes probabilidades de disfrutar de agua potable, una buena educación y permiso para viajar al país que te apetezca. Si naces etíope, olvídate. Vivimos en un mundo que clasifica a cada ser humano en una categoría que el afectado no elige, que es arbitraria (pues las fronteras son construcciones imaginarias) y que determina, en gran medida, las oportunidades de su vida. ¿Hay algo más contrario a las ideas de la izquierda? ¿Cómo alguien de izquierdas puede sentirse orgulloso de que existan estas barreras? Podríais decirme que algunos de los argumentos anteriores también pueden aplicarse a la familia en la que naces. Nadie elige a su familia y la familia es un factor determinante en las oportunidades que tendrá cualquier persona. Sin embargo: 1) Ninguna nación puede ofrecer el soporte humano y emocional que unos padres pueden dar a sus hijos y 2) Precisamente la izquierda defiende que las oportunidades de una persona no deberían estar limitadas por el nivel económico de la familia en la que nace. Si la redistribución de la riqueza es un objetivo de quienes somos de izquierda, ¿la existencia de fronteras nacionales no resulta una limitación evidente? ¿Cómo alguien de izquierdas puede ondear una bandera sin sentir vergüenza? Cualquier nacionalismo implica necesariamente insolidaridad. Primero nosotros, y si nos sobra, ya daremos algo a los demás. “Los españoles, primero”, “los catalanes, primero”, “los estadounidenses, primero”. ¿Os imagináis a alguien de izquierdas diciendo “los hijos de tal familia, primero”? El nacionalismo es uno de los motivos por los que la pobreza está tan concentrada en algunos lugares del mundo. ¿Por qué la mayoría de los etíopes son pobres? ¿Porque son todos tontos? ¿Porque son todos vagos? ¿O porque nacieron en Etiopía? El nacionalismo establece que nuestras obligaciones con otros seres humanos son muy diferentes dependiendo del lugar donde los otros hayan nacido. Como los argumentos económicos son de difícil justificación moral, los nacionalistas suelen esconderse tras la cantinela de la “excepcionalidad cultural”. Yo tengo pasaporte español, pero me siento más cerca de Galileo Galilei que de Torquemada, me emociona más la música de Dylan que la de Sara Montiel, me río más con Desproges que con Los Morancos y me gusta más el rugby que los toros. Me fascinan Goya, Quevedo y Ramón y Cajal, pero no precisamente porque naciesen en un terruño que alguien decidió llamar España. Como físico teórico, trabajo en una disciplina que ha tenido premios Nobel judíos y árabes, británicos y alemanes, soviéticos y norteamericanos. ¿Cuál es la excepcionalidad española de la debo sentirme tan orgulloso? ¿Y la catalana? ¿La paella? ¿El pa amb tomàquet? Los idiomas también suelen ser una justificación habitual de los nacionalistas. Permitidme otra observación empírica: si mucha de la gente con quien comparto más ideas no habla castellano y con muchos de los que hablan castellano, no comparto casi nada, ¿por qué darle tanta importancia a mi lengua materna? Yo lo que quiero es ser capaz de comunicarme con las personas que tienen ideas interesantes. Quizás lo más absurdo de todo es observar cómo los nacionalismos manipulan la Historia para justificar sus ideas. Digo absurdo porque, aunque respetasen la Historia, no entiendo cómo podrían apoyar en ella sus razones. Tomemos como ejemplo el nacionalismo español. Quienes defienden la unidad patria suelen repetir que “España es una de las naciones más antiguas de Europa”. Supongamos para nuestro argumento que España es, en efecto, la nación más antigua de Europa. 1) ¿Desde cuándo la antigüedad de algo justifica su legitimidad? ¿Desde cuándo que algo haya existido en el pasado es razón suficiente para que deba seguir existiendo en el futuro? 2) La elección de una fecha de origen es puramente arbitraria. En el año 1000, la mayor parte de lo que hoy es España formaba parte de un califato islámico. Si utilizas la Historia para justificar la “nación española”, no puedes quejarte de que Al Qaeda luche por restaurar Al Andalus. Ellos han elegido una fecha tan legítima (y arbitraria) como la tuya. Si de verdad queremos respetar la Historia, si tanto nos importa la tierra de nuestros antepasados, deberíamos mudarnos todos al Valle del Rift. De aquél rincón de África salimos todos los humanos. ¿Me escucha Sr. Mayor Oreja? La próxima vez que le pregunten por su origen, quiero escucharle decir: “yo, antes que nada, soy un inmigrante africano”. Si alguno de vosotros es nacionalista español o nacionalista catalán, os ruego que me respondáis a esta pregunta: ¿en qué se diferencia un madrileño de un barcelonés? ¿y de un parisino? Lo digo en serio. Si no encontramos una respuesta concreta y razonable a esta pregunta, ¿qué sentido tienen los nacionalismos? Nota importante para responder: no vale señalar las diferencias entre cierta persona de Madrid y tal persona de Barcelona. Los nacionalistas no hablan de individuos. Siempre se refieren al genérico: “nosotros, los españoles”, “nosotros, los catalanes”, “nosotros, los franceses”. Es evidente que algunos nacionalismos han intentado aplastar a otros. Preguntad a quienes hablaban catalán o euskera durante la dictadura franquista. Pero entonces, la solución óptima sería luchar contra todas las banderas en vez de alimentar más nacionalismos. Permitidme acabar con una anécdota que me hace ser optimista. Cuando alguna vez he leído a los clásicos griegos, siempre me he preguntado: ¿cómo puede ser que estos genios de las matemáticas, el teatro y la política, no se diesen cuenta de la aberración moral que suponía la esclavitud? Estoy convencido que dentro de unos siglos, los seres humanos mirarán hacia nuestro tiempo y dirán, ¿cómo puede ser que estos tipos que descubrieron la mecánica cuántica no se diesen cuenta de la aberración moral que suponían las banderas y naciones? PD.- Como decía al principio, estos son los argumentos que más me convencen. Me gustaría escuchar los vuestros. Si son mejores, aceptaré mi error y cambiaré de opinión.