102 25. Breves referencia a la expropiación forzosa Por

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Límites al uso y disfrute de los bienes inmuebles
En conclusión, la sala ratifica la valoración que de las pruebas se ha realizado en la instancia, así como la conclusión alcanzada respecto de la realidad
de la existencia de inmisión acústica y el origen de la misma en el ordenador
del hijo de la demandada».
25.
Breves referencia a la expropiación forzosa
Por tratarse de un tema muy trillado, del que se han vertido ríos de tinta, simplemente interesa realizar unas anotaciones, por cuanto no hacerlo,
supondría dejar incompleto el presente estudio. Ya se ha hablado de la
finalidad social del derecho de propiedad, es en esta finalidad donde hay
que buscar la justificación de la institución de la expropiación.
El artículo 33 de la Constitución española dispone:
«1. Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. 2. La
función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las
leyes. 3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa
justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente
indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las leyes».
Como bien se puede observar y así se ha manifestado en más de una
ocasión en el presente estudio, la función social delimitará el contenido del
derecho de propiedad, despojándolo de esta manera de un carácter absoluto, estableciendo, llegado el caso, una eventual reducción del mismo.
La Ley de Expropiación forzosa –por cierto una ley preconstitucional– y
el reglamento que la desarrolla, van a establecer los principios y criterios
rectores que van a delimitar el derecho dominical.
El objeto de la Ley es la expropiación forzosa por causa de utilidad
pública o interés social en la que se entenderá comprendida cualquier
forma de privación singular de la propiedad privada o de derechos o intereses patrimoniales legítimos, cualesquiera que fueren las personas o
Entidades a que pertenezcan, acordada imperativamente, ya implique
venta, permuta, censo, arrendamiento, ocupación temporal o mera cesación de su ejercicio.
Consecuentemente, para proceder a la expropiación forzosa será indispensable la previa declaración de utilidad pública o interés social del fin a
que hay de afectarse el objeto expropiado.
Límites al derecho dominical en las relaciones de vecindad
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Por otra parte, de la misma manera recogida en la Constitución, cualquier privación del derecho de propiedad, en los términos previstos en la
ley, dará lugar a una indemnización.
La legitimación activa para promover la expropiación es del Estado, la
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Comunidad Autónoma, la Provincia y los Municipios .
__________
79. La regulación de las expropiaciones por razón de urbanismo se encuentra compartida en la actualidad por legislación estatal y autonómica. Ello es así como consecuencia del
reparto competencial sentado, en relación con esta materia, por la Sentencia del Tribunal
Constitucional n.º 61/1997, de 20 de marzo. Gran parte de la doctrina constitucional relativa
a las competencias para establecer la regulación en materia de expropiaciones se contenía en
la anterior Sentencia del Alto Tribunal, de 26 de marzo de 1987, relativa a la Ley de Reforma Agraria andaluza. La última de sus sentencias al respecto, la ya citada de 1997, ha reforzado aquella doctrina básicamente a favor de las competencias autonómicas en el triple sentido
siguiente:
A) Se reducen las competencias del Estado, tanto en lo que se refiere a la determinación de la causa expropiandi como a la fijación de las garantías procedimentales del proceso
expropiatorio, reconociendo una competencia concurrente en ambos aspectos, de las Comunidades Autónomas.
B) Corresponde al Estado establecer la expropiación por incumplimiento de la función
social solo en los supuestos «de incumplimiento de aquellos deberes básicos cuya regulación
compete al amparo del art. 149.1.11 CE, en tanto que a las Comunidades Autónomas les
incumbe definir, en su caso, otras posibles causas de expropiar como técnica al servicio, entre
otras materias, del cumplimiento de los deberes dominicales que con respeto de las condiciones básicas cumpla a las Comunidades Autónomas establecer en virtud del art. 148.1.31 CE y
de sus respectivos Estatutos de Autonomía».
C) El Estado ostenta una competencia general sobre la expropiación forzosa, no limitada estrictamente a lo básico (art. 149.1.181 CE) y que comprende la determinación de las
garantías expropiatorias. Ahora bien, ello no significa que pueda establecer y predeterminar
en detalle todas las garantías que rodean a la institución en todos los sectores del ordenamiento. [¿dónde cierran?]»Más allá de su competencia para regular la expropiación con
carácter general, el legislador estatal ha de considerar los títulos competenciales sectoriales en
juego, con los que deberá articularse (...).
(...) Por ello, cuando el sector de que se trate sea de la exclusiva competencia autonómica, las peculiaridades que merezcan las expropiaciones especiales solo podrán ser establecidas, en su caso, con un marcado carácter principal o mínimo y en cuanto sean expresión
de las garantías procedimentales generales. En otros términos, a la regulación del procedimiento expropiatorio especial le es aplicable en buena medida la doctrina sobre el reparto
competencial del procedimiento administrativo, esto es, que se trata de una competencia
adjetiva que sigue a la competencia material o sustantiva, con respeto, claro está, de las
normas generales atinentes al procedimiento expropiatorio general que al Estado le corresponde establecer y sin perjuicio también de que no se le pueda negar de raíz la posibilidad
de fijar alguna norma especial en cuanto expresión o modulación de las normas procedimentales generales».
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Límites al uso y disfrute de los bienes inmuebles
Cuestión a tener en cuenta es que nos movemos en el ámbito jurisdiccional de lo contencioso-administrativo con su sinfín de particularidades.
•
Apuntes jurisprudenciales
En Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, de fecha 26 de
diciembre de 2001, se dice:
«El Tribunal Supremo tiene declarado con relación a la declaración de
utilidad pública y necesidad de ocupación, por todas, en sentencia de 30 de
junio de 1996 (RD: 6.743), que “La jurisprudencia ha venido finalmente a
declarar, tras un camino evolutivo en torno a esta cuestión, que el acuerdo
de necesidad de ocupación, no obstante la prohibición que formalmente
pervive en la Ley de Expropiación Forzosa, es susceptible de impugnación
en la vía contencioso– administrativa, pues otra cosa vulneraría el principio
de plenitud de la fiscalización por los tribunales de los actos de las administraciones públicas, esencial en el Estado de derecho, que proclama el artículo
106 de la Constitución. La jurisprudencia, en efecto, viene declarando que,
al iniciarse el expediente expropiatorio con el acuerdo de necesidad de ocupación (artículo 21.1 de la Ley de Expropiación forzosa), cabe dirigir la acción impugnatoria en vía jurisdiccional contra él, a pesar de lo establecido
por los artículos 22.3 y 126.1 de la Ley de Expropiación Forzosa, por haber
estos preceptos devenido sin eficacia alguna en virtud de la disposición derogatoria general contenida en la Constitución, en relación con los artículos
24.1 y 106.1 de esta (sentencias de 14 de junio de 1983, 4 de abril de 1984, 6
de junio de 1984, 28 de noviembre de 1984 y 7 de noviembre de 1994)”».
Conclusiones
A modo de primeras conclusiones de esta primera parte y antes de abordar la segunda parte del estudio, referida a los límites al uso y disfrute de los
bienes inmuebles en el marco de una propiedad especial como es la propiedad horizontal, voy a intentar resumir la idea fundamental recogida hasta el
momento.
Partimos del derecho de propiedad como derecho abstracto y elástico,
en principio con una eficacia erga omnes, es decir frente a todos, sin embargo condicionado en su contenido y ejercicio a una función social y al límite
establecido por la ley.
Límites al derecho dominical en las relaciones de vecindad
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Esta función social también debe entenderse desde el punto de vista de
vivir en sociedad, con lo que ello acarrea.
Es obvio, porque así lo mandan las normas de la lógica y del sentido
común, por otro lado necesarias para una convivencia pacífica, que el ejercicio de un derecho propio debe estar condicionado por el ejercicio de los
derechos ajenos que concurran. El ejercicio de la propiedad, como derecho, va a estar definido, primero por las normas que regulan su propio
contenido material y conceptual, después por el conjunto de normas que
atañen a las relaciones de vecindad, con especial atención a las ordenanzas
municipales por su cercanía material con la materia, y, finalmente, por las
circunstancias que lo circunscriben atendiendo al caso concreto.
Por consiguiente, la conjunción de todos estos elementos va a determinar el contorno limitativo en el que desarrollar el ejercicio del dominio y
en general el ejercicio de derechos de uso y disfrute.
Especial mención por su importancia evidente en el ejercicio del derecho de propiedad tienen las relaciones de vecindad. Principalmente por una
cuestión básica cual es la de que será habitual que el ejercicio del derecho
de propiedad se desarrolle en un entorno en el que conviven otros derechos
de propiedad de titulares distintos, dándose de esta manera una ineludible
relación de vecindad.
En este escenario de las relaciones de vecindad es donde se producen las
fricciones entre los derechos de distintos titulares o colisión de derechos y,
según mi criterio, la tolerancia debida debe ser la medida para determinar y
corregir los excesos en el ejercicio de los derechos de dominio.
Se ha intentado, a través de la jurisprudencia reseñada, vislumbrar o
arrojar luz acerca de la profusa casuística que suscita la materia, asomando
de esta manera un principio de diversidad que ha de regir el enfoque del
estudio de los límites.
Por otra parte, hay que reseñar que mucho de lo dicho respecto a los
límites en el ejercicio de dominio debe interpretarse de manera extensiva
hacia el ejercicio de otros derechos en general de uso y disfrute de los bienes inmuebles. Se puede afirmar, por tanto, que el uso y disfrute de bienes
inmuebles, sin distinguir el derecho del que traigan causa, estará delimitado
por las normas que subyacen de las relaciones de vecindad.
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