INTRODUCCION T DISCURSO PRELIMINAR A LA BIST1)RlA DI COLOMBIA Pon PEDRO NEIRA ACEVEDO. BOGOTÁ. IMPRENTA DE ECHEVERRÍA RlmV Ali08. 1867. El objeto de esta publicacion es dar una idea de nuestra obra a la juventud colombiana, cuyo interesante anhelo es eonocer la historia del pais que le ha dado el ser, i cuyos destinos i libertades se depositarán un dia en sus manos para su conservacion i gloria. Veletó, qle el DIos tl)'a paterna mano La antlgll raeo de 1.8 tle.pos .uve, I nlladar de artlla al Odano I.pone qn a romper jamas se atreve, Aqnel qne de su ser en el Anano Del porvenir 108términos emkbe, Qalso librar a !mérlea del yugo ! flu elldel'll' someterla plago• ••• INTRODUCCION. Largo tiempo he vacilado para resolverme a presentar al público esta obra, fruto de mi borrascosa juventud, i escrita bajo el dominio de mui distintas i amargas impresiones. Allanzar al mundo literario sus primeras pájinas no he tenido pretensiones de ninguna especie, pues mi intelijencia no abriga la vana presuncion de juzgarse digna de figurar entre las altas capazidades que hoi ilustran el teatro de la historia. -6Penosa e ingrata por domas es la mision del escritor en nuestro país. ¿ Qué puede esperarse de un pueblo continuamente ajitado por convulsiones civiles i políticas? ¿ Cómo celebrar los hechos heroicos que inspiran amor a la libertad i a la virtud, cuando se vive en la barbarie? Es bien triste sin duda refeÍ'ir la historia de-la patria, cuando las guerras civiles escandalizan a la civilizacion i a la moral. Pero el hombre es arrebatado por la sociedad en que le tocó nacer, i yo no he hecho mas que trasladar al papel, los principales acontecimientos de Colombia. Rcco1'l'iendo una por una todas las naciones antiguas i modernas, incultás i civilizadas, débiles o fuertes, no encontraremos una sola cuyos historiadores mas o ménos eruditos, ensalzado; no hayan porque si es a los héroes a quienes toca dar libertad i gloria al suelo que les vió nacer, es a los historiadores a quienes corresponda inmortnlizar sus nombres. Al tomar la pluma para eSl?ribir la historia de mi país he tenido presente que en él jamas se ha protejido el talento. Aunque varios de nuestrol3 literatos han subido al poder, no han ausiliad'o nunca a los jóvencs que llenos de noble, entusias- -7mo marchan por la senda del saber luchando con numerosos e inauditos obstáculos. Nunca se ha llamado espontáneamente para animado en su árdua a alguno de ellos empresa. han deseado nuestros mandatarios Siempre que la intcli- jencia se arrastre a sus piús i les pida humillada un apoyo, que debiera alcanzar en cambio de sus gloriosas tareas. Por mi parte yo prefiero yerla, si es posible, en la indijencia, a verla deshonrada, gozando de una proteccion ganada por medios tan indignos. El vuelo de la literatura granadina podrin. aun hoi ser vigoroso i útil; pero por desgracia existen muchos obstáculos que lo estorban, vencido ya el de la falta de libertad. Entre ellos debe contarse la inconstancia e instabilidad de nuestras cosas. Cuando un j6ven se halla retirado en el hogar doméstico, entregado al estudio, meditando en las penas de la vida, u oyendo los dulcísimos acentos del ánjel de la inspiracion, truena el cañon fratricida, todo huye ante él, i solo encuentra una horrible realidad. Otras vczes, al ver el estado de abatimiento i postracion de su patria, i sabiendo que en nom· -8bre de la lihertad se cometen mil horrendoFl crímenes, arroja con indignacion la pluma, creyén<loIaun instrumento inútil, toma el fusil i se lanza al seno del combate, para defender en él los derechos e intereses conculcados de 8US conciu- dadanos. En esta ludia de las ideas vestida..q como la Palas de la antiguedad con las al'luas del gue- rrero, la \Toz de la prensa es como el eco de la trompeta que precede al estallido del e añon. Las ideas vencidas enmudecen o sucumben bajo el sahle, i la lanza i la metralla ocupan el lugar de la política. Casi todos los capítulos que componen esta obra han sido escritos en diferentes épocas, i en Rituacione~ llien terribles i diversas. Mui pocos han salido del hogar paterno. La mayor parte son el fruto de noches horriblemente silenciosas, trazados a la trl~mu]a claridad de una lámpm a espirante; o en el esh'echo camarote del v~- por, en que pros('rito de mi Jlatria i separado de mis mas dulces afecciones, iba a errar, huérfano, en estranjeras playas. Mui poco he podido aprender, siendo aun jóven i desgraciado. La ciencia i 1"1Halwl' no llpgan tiit'ilm(,]lte al entendimiento -0del que sufre j el corazon oprimido por el dolor presente, i el alma consternada por la siniestra incertidumbre del dia que va a espirar, no pue- den producir sino lágrimas i suspiros, mucho mas cuando el asunto de que nos ocupamos está lleno a cada paso de luctuosos episodios. Empero, i sangrientos esos mismos desgraciados aconteci- mientos, negros como la bóveda del cielo en una noche tempestuosa, son la sombra del cuadro que llace destacar mas yigol'oSOSi admirables a los Mroes cuyas glorias referimos. DISCURSO PIlI~LI~TINAI\. El estudio (le la historia es uno de los primeros que deben ocupar el espiritu humano: nada forma mejor el corazon del hombre que los grandes modelos. La gloria de l\Iilcíades no dejaba un solo instante de reposo a Temístocles, i meditando en ella fué como logró eclipsal'la. El conocimiento de los grandes hombres éllseÍÍUa imitarlos. Los pueblos son bárbarof' o dejeneran por que ignoran lo que los otros han sido i 10 que ellos mismos pueden ser. J"as naciones atrasadas e ignorantes han mirado siempre con indiferencia el estutlio de la historia, miéntras los pueblos sabios de la filltigi.i.edad lo elevaron a una grande altura. Los moderhos lo han descuidado para ocuparse mas bien de ideas abstractas o de escursiones fantásticas por las rejiones maravillosas de 10 ideal. Los pueblos del Asia han c1'('ido siempre <¡ue la t'elizidad consiste únicamente en gozar del lujo -12i los placeres: por eso no han tenido nunca mas que Sardanápalos, Faraones i Sultanes. Los de Afríca parecen incapazes de salir de la eterna barbarie a la cual están probablemente conde· nados; i se ignora todAvía lo que pueden ser los de América, nacidos ayer en medio de los mas prodijiosos elementos de prosperidad i de riqueza. Hoi la historia del nuevo mundo comienza apénas a dejar de ser un sangriento episodio de la del antiguo. Solo la Europa no ha sido indiferente a su propia suerte. Solo ella ha comprendido bien todo el valor i la dignidad del hombre. Ni el poder, ni la gloria, ni la fortuna han debilitado nunca su constancia. La Europa no ha tenido nunca una ciega e insensata confianza en las inciertas promesas de sus mandatarios: ella los ha detenido sieml're en la culpable carrera de sus funestos errores, m::.nifestando un deseo iote. lijente i vivo de poner freno a los abusos del poder. Solamente en este siglo, llamado el siglo de las luzes, se ha negado o discutido la soberanía del pueblo en las naciones europeas! Con cuánta majestad, cuánta grandeza i cuánta gloria dieron los primeros pasos en la historia :- 13 de su vida los puehlos de la Grecia! Apénas en la infancia, produjeron esa.-~eminentes Repl.iblica.>;que asombraron al mundo entero con el brillo de su:,;hechos i la potente combinacion de su estructura. Vino luego Roma, que luch6 quinientos años; i el pueblo con su sangre i con razones, recobr6 uno por uno todos sus derechos, usurpados por la obstinada i orgullosa tiranía de los nobles. Pero las guerras produjeron las conquistas, i la esclavitud fué el suplicio del vencido, mas como no se tienen impunemente e::>clavos.LOH reyes, condes i barones, trataron de transformar en tiranía la mas pura democracia, i en efecto, lograron convertir a los hombres libres en esclavos, igualando los vencedores al vencido. Finalmente, ayudados por las circunstancias i por toda especie de intrigas i de crímenes, pretendieron someterlo todo al nivel brutal de la conquista. Empero, el pueblo les opuso siempre una resÍ8tencia noble ivigorosa, que hizo correr torrentes de sangre, i aun hoi mantiene viva e incesante esa lucha terrible que cuenta ya veinte siglos de vida i parece destinada a continuar todavía. Al principio la Italia sola sostuvo el peso de -14tan sangrienta cruzada. Por eso su gloria es in•. mortal. Nunca el poder salvaje de los Atilas del Norte dispuso tranquilamente de lo$ des~s de su bella península, i en algunos de sus pueblps ellos no dominaron jam!l.<J.Por toQ.~ partes s;urjieron estados, naciones i repúblicas que SQ gl)bernaron por sí mismas, ¡'esistiendo 'ellas solas touos los esfuerzos de la.' indomable barbarie. Heredera inmediata de las tradiciones i grJ,u;uJe~ Z3S del antiguo mundo, la Italia abrió a la Europa entera las puertas de la civilizacíon. Noble patria de las artes i las ciencias, cuando la cultura renació, ella fué tambien la ti,erra de la libertad.en las época.') de su esplendor i gloria; su jemo resplandeció com.oun faro an 4s tinie., bIas de la. edad media, i no hai una sola ll$Cion moderna que no la deba el jérmen de cuanto hermoso posee; no existe un solo pueblo a quien no haya educado, i que no deba vener~lacCQU1-o a una madre. Aun hoi mismo i quién no se~tremece de admiracion i de entusiasmo al contemplar 4l.nobl~ i magníficacausa que denende? Nada es lIl30fl bello ni mas grandioso que 10$ nombr~ d.eMilan, Mesilla, Bracia, Bolooia, .fénova, FIOl'encia, Ro- -lfí- roa i Venecia. Venecia! la última que ha dejado de tremolar su glorioso estandarte, destinado 301gun dia a flotar victorioso sobre las ondas del Adriático. En Alem~nia 108 reyes devastadores tampoco encontraron una sumision fácil: los pueblos regaron con su sangre los campos de oatalla; pero copservaron intactos sus derechos i su libertad. La Polonia <lióel ejemplo dela mas pnra democracIa. En Inglaterra i en Francia los reyes se adormecieron al pérfido arrullo de la adulacion idel egoismo, para despertar sobre el cadalso al grito illBultante de un populacho feroz. La España mjovnst, que ha permanecido largo tiempo olvi- dada, por haberse dejado arrebatar lt1.libertad de sus padres, se despierta hoi, i rompiendo la losa de s u sepulcro vuelve a cntrar en el mundo de].Qs vivos. Solamente en las húmedas i oscuras soledades de Rusia, no ha brillado nunca la autora de la libertad i de las ciencias. Si la ciencia es la esperiencia, cinco mil años de historia nos ofrecen un rico tesoro, cuyo estudio no puede dejar de producir los mas fecundos resultados. Es:aminemos, pues, las historias pa- -16sadas ; estudiemos las filosofías e interroguemos los hechos. Un escritor moderno i célebre ha dicho que 1 las civilizaciones antiguas no llegaron a su apojeo, porque no hacian marchar sino 11nprincipio aislado; pero que hallándose la civilizacion actual en posesion de todos los principios, i haciéndolos marchar de frente, estaba destinada a alcanzar este resultado. Sin duda los antiguos poseian grandes conoci. mientos; tenian casi los mismos elementos que nosotros; solo les faltaba uno: la mayor sucesion de siglos. 1como la ciencia es la esperiencia, aun no habian esperimentado bastante, i carecian de las fechas necesari8S para. madurar una ffi08Otla.. He aquí por qué ellos no pudieron elevarse a la. altura de la civilizacion actual. Los antiguos tenian toda la intelijencia, toda la capazidad de que es susceptible el hombre; pero carecian de los datos que se adquieren solamente por medio de una larga esperiencia. No teman bastantes ejemplos, i por consiguiente no podian comparar, juzgar ni escojer. Pero los hombres del siglo XIX no tenemos la misma dificultad ni la misma escusa que los -17antiguos, 110 <fue cál'ccian de precedentes. NO~Otl'08 hemos nacido ayer: tantas jeneraciones devo- l'adas, tantos- imperios destruidos, tantos ensayos frustrados, tanta sabiduría, tanta.s decepciones, tantlt. sangre i tantM lágrimas .... Oh! un mun- do que ha sufrido tanto no puede estar todavía en la i.n.íancia. El Eijipto i el Oriente no tenían sino sus proejemplos; la Grecia $010 tuvo el del Ejipto; :Roma el del Ejipto i el de la Grecia.; })Cl'O noso- piOi tros tenemos el del Ejipto, el de la Grecia, el de Roma, i el de la edad media con sus democramNl, su feudalismo, sus monarquías, sus gobiernos de todas cl8Bel!l, i últimamente, la Imprenta l.... ., elemento' maravilloso de la civilizacion se- ~ elemento destinado a oor el verdadero i úni- co poder de las sociedades modernas; tribuna m4jioa desde donde el talento puede hacerse oir detodoe los puebl08 civilizados; finalmente, poder fOrmidable i desconocido ese de los antiguos, que elevándonos a la cima de lOi\ sígloB i colocando a nuestra vista el e.epejo del mundo, hace reileju en él toda la historia i la filosofía.. No: hoi ya no somos iguales sino sllperióre.~ a. 108 antiguva 1 no tenemos cabezas mejor organiBANCO DE L;\ ;':~')U?.L!CA •. 5¡L,,;~" " c~·r.au.ÚvAUO~ ." 1' ••••• ¡'J -18~ zadas, pero tenemos mas libros; no tenemos mas intelijencia propia, pero tenemos mas esperiencia; en una palabra, sabemos mas que todos los que nos han precedido, por la sencilla razon de que el anciano es mas sabio que el niño, porque tiene mas edad; i nosotros tenemos la edad de ciento cincuenta jeneraciones. Sí; hoi un hombre puede aprender en un solo dia todo lo que cost6 a un sabio una vida entera de laboriosas investigaciones. Hoi en tres o cuatro años se puede saber, sobre una sola materia, todo lo que hansabido nuestros predecesores. La imprenta con su poder omnipotente, nos presenta en un mapa, en un cuadro, toda la historia de la humanidad, desde la creacion de los seres, tan claramente, que vemos, distingOim09 i aun podemos señalar con la mano todos los caminos conocidos, todos los obstáculos destruidos i todos los peligros existentes. Si la ciencia es la esperiencia, es en ese cuadro, en esa historia, fuent.e i oríjen de todos los conocimientos humanos, en donde debemos buscar la solncion del sublime problema que encierra nuestro destino in. mortal. Observando atentamente por dónde han mar- -19ehado las naciones en su prosperidad, dónde se han detenido, vacilado o perecido, aprenderemos ciertamente a conocer i a marchar por el buen camino, a huir los escollos, a evitar los precipi: dos, i ñ1timamente, a llegar al fin posible de las preten"iones humanas. Sinembargo, en vano las principales naciolle~ de uno i otro hemisferio se nos ofrecen hoi por modelos, haciendo oStentacion de un brillo aparente. Como el Diablo de Chateaubriand, el profundo i doloroso jemido de la miseria i de las discordias intestinas, descubre la llaga sangrienta que devora su existencia precaria. Casi toda la Europa yace actualmente bajo el yugo de la eSclavitud. Sucede a la lucha la victoria; pero a una victoria sucede otra lucha, i por donde quiera los gobiernos incapazes abusan de la necesidad de su existencia. No obstante, despues de los combates, de las victorias o de los desastres, las intelijencias surjen del seno mismo de las calamidades: los instintcs se exaltan con la 0l)resion, i miéntras mas se tiraniza a los pueblos, mas indispensables se hacen las reformas. Los rcyes se obstinan en sus ideas de rigor i de injusticia: la multitud amenazante Se subleva, i los tronos -20- tiemblan i bs sociedades vacilan sobre sUs viejos fundamentos. Francia, España, Italia, i ann Inglaterra, globo ilustrado Alemalúa, América se Grecia tnisína, todó' el ajita actualmente, tiembla i combate al grito imperioso de las reformas sociales. Todos los pueblos esperimentan un profundo malestar i reconocen la necesidad de un cambio. Todos luchan heroicaníente;por 8~cudir el lodo ensangrentado en quéló8 slilrierJió lt\ barbarie de los siglos pasados. Todos .aahim 'qu~ han perdido injUstamente sus derechos i que deben recobrarlos; por eso se lanzan con valor al combate, i frecuentemente vemos al poder in- motado por la multitud desenfrenadá 80bréél altar de la venganzá, en medio de la embriaguez de las orjías o del horrible tnmú1to de '188 batallas. A falta de civilizacion, los pueblos de'la an& giícdad inteITÓgaron sus 'sentidos, 'porqtie no'podian interrogar otra cosa, pues la l'azbn ho' éStaba aun deaarroUada; en ellos .. ViendO' que el me- jor remedio para los mala; producidos por el 6'3- ceso de la luz, era la oscuridad.; creyeron ql1e para el mal prodac«10 por un gobierno me:l'te, -21no hbbia. ningun antídoto mejor que el de un gobierno activo i fuerte. Convencidos de que miéntras mayor es el mal, el remedio debe ser mas enérjico, i de que para curar los males violentos de In. anarquía, es preciso un poder fuerte i una repre:;ion vigorosa; se lanzaron al estremo opuesto i organizaron el poder con toda la fuerza de que es susceptible. Creyeron, sin duda, que el pueblo era una bestia feroz que debian encadenar, i llamando en su 8usilio a la 8upersticioll) crearon (:sus monarquía..~teocráticas que tanto oprimieron a los pueblos del .Asia CIl los siglos pl'imitiV(~. Pero la Grecia no pudo conformarse con semejante sistema, pues veía que por espacio de dos siglos él no habia enseñado a 108 ejipcios ¡ti a. los orientales mas que a em balsan.mr sus cadáveres, i a construir jigantescas pirámide; con sangre humana; en una palabra) que su historia no era. otra cosa que el esqueleto de sus dinastías, manohadpa con la 88Ilgre de las conquistas o bar- nizadas por la insolente ostent.'lclon de sus déspotas. Los sabios de la Grecia eran entónces esos filósofos profundos que han cuuti vado la admira- -22cion d.elos siglos; colosos de intelijencia. que, como los jigantes de sus fábulas, no intentaron n~ da ménos que escalar el Cielo. Ellos poseían 1:.0da la Babiduria humana; pero desgraciadamen.. te les faltaba la esperiencia. Sinembargo, tenian dos hechos para apoyar sus investigaciones: la democracia primitiva i la tiranía asiática. Sabian que ambM eran impotentes, la. una por esceso de fuerza en el gobierno, la otra por superabundancia de libertad en 108 gobernados. Comprendieron que el jérmen de todos los males provenia de las pasiones del hombre; en las monarquías de las de los reyes, en las democracias de las de los particulares, icreyendo medio mas eficaz de hacer cesar UD. qu&el efecto, es es- tinguir su causa, no pensaron en reprimir las pasiones, sino en destruirlas. N o quisieron tom&l' al hombre tal cual es, para correjirlo, sino formarlo como debia ser. Ignoraban que las afecciones naturales son inestinguibles, creyeron que todo dc3bia ceder a la fuerza de la .lei, i no pretendieron nada ménos que domar i vencer la nat.uraleza. Hacicndo consistir toda la fi1osofia en la estincion de las afecciones, algunos llegaron -23hasta. privarse de tener hijos í amigos para no esponel'se a perderlos. Ent6nces se formaron esas Repúblicas dificiles, que proscribieron la ambi- oion, la propiedad i hasta el amor; en donde se sustituyó a la tiranía del hombre la tiranía de la leí; en donde elgohierno se apoderaba del ciudadano desde la cuna para formado en un molde inflexible; finalmente, esas Repúblicas que parecian mas bien una. vasta prision en donde no se salia nunca de la mas rigorosa tutela, sino para ejereerla oon la mi"ma severidad. Semejantes a ese empírico que temiendo los malos efectos de la intemperie, ordenaba como medida de hijiene privarse del aire i del sol; los antiguos ignoraban que el hombre puede reprimir por algun tiempo sus instintos naturales, así como puede permanecer oon la cabeza inclinada; algunos iustanteg pero que tanle () tem- prano una. fuerza invencible lo obliga a ohede.cer a las leyes de la naturaleza., apesar de todos los preceptos civiles. Por consiguiente semejan- tes sistemas no pudieron sostenerse largo tiempo, i fueron relegados a hs rejiones id(~ales de la utopía. Sinembargo, elloB eran magnífico;;::: i pl'odnj<:- -24l'on los mas brillantes resultados. Roma i-los pueblos que pensaban como ella, se nivelaron bajo estos preceptos: mas luego las consecuen- cias hicieron conocer su ineflcazia.Algunos, vien<loel rigor de estos principios, los violaron, como Espllrta, i se perdieron. Los Ateniense2 i los Romanos se fatigaron tambien de ese heroismo perpetuo que cxijian de ellos leyes implacablemente exajeradas, i cayeron en el est"remo con, trario; ent6nces la ociosidad Ua molicie, la ti:. rania de los AlejandroB i de lc@ Césares-les parecieron necesarias. Siempre los estremos, siempre las reacciones, nunca el justo medio i la razono Los estremos son funestos hasta en el bien~ Por consiguiente, ni los hombres ni los pueblos deben ser educados de una manera exajeradll. Ademas, el sistema de educacíon publica de 1()S nntiguos seria absolutamente imposible hoí, por~ 't'lu.elas naciones modernas no son pequeñas ciudades como Roma, Esparta o Aténas. Hoi los Estados son grandes, inmensos. La. fuerza material no es ya el primer elemento del poder, i todas las naciones antiguas senan reducidas a cenizas en una sola oampaña, por no ha- liarse al nivel de la civilií5llcion i oe los allelant.amientos actuales. Hoi la ciencia es todo, cada día se adelanta unpnso. Hoi estamos mas adelantallos que ayer. Es necesario marchar continuamente, porque desgraciados de los que se quedan atras! Abiertas como están a todo el mundo las pnertas del saber, es preciso no omitir medio alguno para descubrir En todas las carreras, i animar las illtelijencias. artes, empleos, profesio- nes i oficios, se necesita ante todo el saber i el estudio. Todo hombre bien educado debe haber hecho un curso completo de historia, porque la ciencia es la historia. Empezando por el conocimiento de la historia nacional, nos formaremos una teoría nuestra, apropiada a las necesidades de cada localidad, una teorla que armonize con la de la universalidad Hispano-Americana, i nos permita levantar la frente con todo el orgullo i dignidad bre libre. del hom. En una palabra, estudiando la mar- cha de los acontecimientos, encontraremos en ella la esplicacion de los errores pasados, de los males presentes i de las esperanzas futuras. -~6La inteliJencia solo tiene culto en los pueblo8 libres, que poseen una vida propia, i en cuyo seno jerminan las semillas de la civilizaciori. He aquí por qué durante el largo período de la dominacion colonial no hemos visto brotar una s<r la de esas altas capazidades, que consagrándose al bien de sns semejantes, son el eco de una nacion, i la encaminan al desarrollo de sus facultades físicas i morales, por la enseñanzafiloB6nca i la propaganda de las ideas civilizadoras: soles a cuyo calor vi vificante brotan las flores q ue per~ fuman el templo de la patria. Bajo'el sistema colonial tuvimos algunos escritores de mérito, mas no grandes ilustraciones intelectuales, porque no podia existir el saCerdote, donde no existia la relijion: -la relijion de los derechos del hombre i de la humanidad. Mas apénas rayó la aurora de nuestra emancipacion política; apénas tuvimos patria, la in~ telijencia se declaró tambien independiente. vió el mundo con asombro descender ¡lo 1 la arena revolucionaria, poetas, historiadores, publicistas, hombres de estado, jenerales, diplomáticos, sa~ bios i lejislac1ores. Maravilloso fenómeno de la libertad! - Una colonia de la atrasada E3paña -=- ;F; improvisó con mano firme una sociedad civilizada i abrió una nueva era dc incalculablc3 re.su1tados para la humanidad! L~~esplicacioll de es- te enigma se halla en 11lS ideas escritas en caractér-es de fuego por Juan Jacobo Rousseau, ensayadas por la revolucion fmIlcesa i puestas defi- nitivamente en práctica por los Estados Unidos de América . La.falanje revolucionaria, bajó a la arena tem- • plada en la fe del Apóstol: ella puso la piedra angular del edificio, i derribando la barrera de la ignorancia, ensanchó los límites de la.vida intelectual dando impulso i direccion al movimiento rejenerador. La revolucion de 1810 no ha sido iniciada, sostenida i sellada solamente por el sable: tal idea no puede tener otro oríjen que la ignorancia absoluta de los hechos, i la falta de filosofía de los que S8 han dejado ofuscar por el polvo de 108 combates, i no han visto mas allá del campo d~ batalla los móviles poderosos que produjeron el choque de las masas. La tribuna patriótica fulminando los rayos de su elocuencia, i descendiendo iluminadas desde lo alto de ella, como de la cumbre del 8inaf, las tablas de nuestros dere .• ehos ; - la p"ensa anatematmando razona.daménte a la tiranía, discutiendo \,.as cuestiones sociales de mas vitalidad, ilustrando al puoblosobre sus verdaderos intereses i colocando coronas inmor., t.ales sobre la cabeza de los héroes ;-el púlpito cristiano predicando la union i la igualdad, i ha~ cien do :fluir del seno del Evanjelio los principios constitutivos (le la RcpliLlica.-la poesía entu· siasmando al pueblo con sus májicos acentos i i!eñalando como el dedo de Dios el término de la jornada; -la nave del Estado gobernada por pilotos armados de la espada civil ;-la dignidad humana, que al erguirse despues de tres siglos <le humillacion, derribó los obstáculos que se oponian a su fuerza invencible; -los ejél'citos re. publican os que se movian como un BOlohombre, impulsados por el soplo omnipotente de la li. bertad; i finalmente, la opinion pública, unáni- me i fundada en la l'cvelucion de un nuevo sistema que, enalteciendo la dignidad humana, multi. plicaba la9 fuerz&s del hombre para la accion, la. produccion i el sacrificio. No: la revolucion de 1810 no fué un hecho puramente material. Si en algo se }u\esccdido es en la superabundancia de bellas teorías, con las cuales nos hemos estra. -29- viado hasta llegar al estado presente. ¡Santos i jenel'osos errores que debemos enmendar, pero minciimalc1ecir! ¿ Quién armó el brazo del ciu~ d8dano, sino' la proclamacion elocuente de los derechos del hombre ~ ¿ Quién dió vigor en el conflicto, al firmar con mano tranquila el acta de nuestra independeucia, en medio de los desas- tres, sino la esperanza de mejores dias bajo un réjimen de igualdad i de justicia? ¿ Por qué, aun hoi mismo, envueltos en las negras calamidades de la época, no desesperamos de la realizacion de los dogmas de julio? Porque el espíritu que les dió vida existe alín entre nosotros, i porque del hecho material de la cadena rota por la es-o pada, nuestra mente se levanta a la idea abstracta de las causas, de los objetos, i de los resultados. Durante la fermentacion de los elementos sociales ¿ qué estraño es que todo haya sido revolucion, inversion, cáos? Mas hoi se presenta la necesidad de una labor tle reconstruccion, que solo puede, emprenderse sobre datos históricos, presentados con toda la desnudez de la verdad, sin el colorido de la pasion, sin las adulteraciones de la lisonja; hechos históricos que refieran -30- a 10:'1 pueblos lo que verdaderamente han sido; que les den la esperanza de un bello porvenir, pero que no les mientan un pasado de gloria i de grandeza que han estado mui léjos de poseer.