El derecho de leer y escribir, de Silvia Castrillón Escrito por Juliana Báez Y entonces el gigante dijo, rompiendo sus últimas cadenas: creían que me tendrían sujeto para siempre. Me encadenaron mientras dormía, pero nadie me volverá a encadenar, ahora que he despertado. Barrows Dunham Romper el límite que ubica a la lectura en un campo aislado de la vida supone una visión distinta de la cultura escrita. “Leer puede ser un medio para mejorar las condiciones de vida y las posibilidades de ser, de estar y de actuar en el mundo” (Castrillón 2005, p.13), esta concepción se presenta en el texto: El derecho a leer o, mejor aún, esta afirmación que realiza Silvia Castrillón es la base para explorar sus ideas, pues concebir la lectura no solo como una actividad, sino como un hecho político, además de ser interesante, es el foco sobre el cual se apoya su tesis. Ubicar la lectura dentro de un contexto histórico, político y social conlleva saber que la cultura escrita está sumergida en la exclusión y la desigualdad, es decir, que no todos tienen acceso a la misma. Más allá del problema, la autora plantea una serie de soluciones: la primera de ellas, es un fortalecimiento de las bibliotecas, basado en la implementación de verdaderos programas con una visión adecuada de la lectura, y la segunda, brindar una mejor formación para los docentes que implique enseñar a leer y a escribir realmente, para que ellos a su vez lo inculquen a sus estudiantes, a través de debates u otras actividades que involucren la reflexión y el pensamiento. Sin olvidar que el Estado debe asumir un verdadero compromiso y financiar estos planes. Todas estas soluciones giran alrededor de un punto central que destaca la autora: leer y escribir debe convertirse en una política pública de interrelación dinámica, esto supone que el Estado trabaja en la búsqueda del pleno reconocimiento y promoción de la lectura y la escritura y la sociedad se apropia de esta práctica y participa de ella. Silvia Castrillón insiste en que todos los ciudadanos tienen derecho a leer y a escribir, pero que este derecho solo se verá cumplido cuando la comunidad civil reclame por el acceso a la cultura escrita. Para Castrillón leer va mucho más allá de la individualidad, pues esta práctica no sólo puede cambiar la vida de una persona, sino que también puede cambiar una sociedad entera. Esa visión distinta de leer implica lograr la transformación de una comunidad que, además, puede conseguir trabajar en conjunto con el desarrollo. Analizando las soluciones dadas por la autora es interesante profundizar en el hecho de que no basta con que los ciudadanos tengan acceso a la lectura, sino que también es importante que sepan leer. La ignorancia es la mayor pobreza que tiene el hombre, y para contrarrestarla es necesario trabajar en la calidad de la lectura, “leer permite escuchar lo que se está viendo, pero no se trata de un simple comprobar lo que está escrito y de aceptarlo sin más, se trata de dar vida a aquellas letras inertes para que resuciten en nosotros y puedan ser confrontadas y analizadas, pues ser capaz de escuchar, significa ser capaz de comprender.” (VÉLEZ, 2005, p.11). Finalmente, se debe señalar la necesidad de que la lectura se convierta en una política pública de la que todos puedan participar. El compromiso, de esta manera, radica en apropiarse de la práctica y cambiar la visión que se tiene de ella, pues al contrario de lo que muchos piensan, leer no supone el silencio, sino un diálogo con formas de entender el mundo. Para la mayoría la capacidad de lectura es, entonces, como el cerebro, esta ahí, pero hay que usarla.