ii i Núm. 9/85 HD iiiti LA I NDIG E S T I ON A CI DA DEL GA NAD O V A C UNO JOSE MANUEL HERNANDEZ BENEDI Veterinario Técnico del Servicio de Eztensión Agraria MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACION LA INDIGESTION ACIDA DEL GANADO VACUNO La indigestión ácida de los rumiantes adultos, conocida también con las denominaciones de acidosis de la panza o del rumen, empacho, etc, es una enfermedad relativamente frecuente de las vacas lecheras y del ganado vacuno de carne, debida, en la mayor parte de los casos, a un inadecuado manejo de la alimentación de estos animales. Pertenece al grupo de las llamadas enfermedades metabólicas porque, en los animales que la padecen, está alterado su metabolismo energético, es decir, el conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en su organismo y que son indispensables para el aprovechamiento de la energía que contienen los alimentos, y, por tanto, para la vida de las células que constituyen su cuerpo. En esta publicación se exponen las causas concretas de la enfermedad y las medidas que deben adoptarse para prevenir que la padezcan los animales, por considerar que esta información puede resultar útil para los ganaderos de vacuno; sin embargo, antes de tratar tales cuestiones prácticas, conviene recordar, aunque sea brevemente, el papel que juega la panza en la digestión de los alimentos y los procesos de descomposición que sufren los hidratos de carbono en su interior, ya que todo ello ayudará a comprender mejor el origen de la enfermedad y la forma de evitarla. LAS BACTERIAS Y LAS FERMENTACIONES DE LA PANZA En los rumiantes adultos, la panza o rumen es el compartimiento mayor de los cuatro que componen su estómago. Los alimentos sólidos que ingieren estos animales pasan a la panza tras sufrir una ligera masticación. Después de permanecer en el rumen un cierto tiempo, vuelven a la boca para ser rumiados y tragados de nuevo, con el fin de que sigan su curso a través del resto del aparato digestivo y se absorban en el intestino las sustancias nutritivas que contienen. En la panza hay millones de bacterias y protozoos de distintas especies que atacan a los alimentos mientras se encuentran en este órgano. Algunas de las especies de microbios que se encuentran en el rumen fermentan los hidratos de carbono, y los convierten en sustancias de composición más sencilla, que los rumiantes aprovechan para nutrirse. La mayor parte de estas nuevas sustancias producidas a partir de los hidratos de carbono son los ácidos acético, propiónico y butírico, llamados en conjunto ácidos grasos volátiles. Para que esos procesos fermentativos se realicen normalmente y el aparato digestivo de los animales funcione con regularidad es imprescindible que el contenido de la panza sea neutro o ligeramente ácido, porque, en esas condiciones, los microbios que hay en el rumen se multiplican y desarrollan satisfactoriamente y pueden cumplir la misión que tienen encomendada en la digestión y aprovechamiento de las sustancias nutritivas de los alimentos ingeridos. Cuando el rumen funciona con regularidad y las fermentaciones microbianas de los alimentos tienen lugar normalmente, la producción de los ácidos grasos volátiles indicados anteriormente mantiene un cierto equilibrio; las proporciones aproximadas que guardan entre ellos son del 65 al 70 por 100 de acético, del 15 al 20 por 100 de propiónico y del 10 al 15 por 100 de b^:`^rico. Sin embargo, hay ocasiones en que, como consecue^jcia de descuidos o errores en la alimentación de los animales, se producen en la panza otras fermentaciones diferentes de las habituales, que originan la formación de gran cantidad de ácido láctico. En condiciones normales este ácido se encuentra en el rumen en una proporción muy pequeña con respecto a los ácidos grasos volátiles anteriormente citados. El exceso de ácido láctico producido cuando se dan aquellas circunstancias, hace que el contenido del Fig. I. -Los forrajes frescos o conservados yue componen habitualmente la ración de volumen del ganado vacuno, contienen, junto con otros principios nutritivos, la fibra bruta yue necesitan estos animales para yue su aparato digestivo funcione normalmentc. rumen se vuelva muy ácido y, como consecuencia de ello, mueren muchos microbios, es decir, bacterias y protozoos que son indispensables para que la panza cumpla su cometido en la digestión de los alimentos que consumen los animales. COMPORTAMIENTO DE LOS HIDRATOS DE CARBONO EN LA PANZA Para comprender por qué los errores que se cometen a veces en la alimentación del ganado pueden ser la causa de que se alteren las fermentaciones del rumen, hay que tener en cuenta las clases de hidratos de carbono que contienen los alimentos y la forma en que se comportan en la panza cuando los ingieren los rumiantes. Los hidratos de carbono o glúcidos son los principios nutritivos que más abundan en los alimentos que consumen habitualmente los rumiantes. Proporcionan a los animales la mayor parte de la energía que necesitan para vivir. Algunos de ellos se encuentran bajo la forma de azúcares o de almidón; otros lo están en forma de celulosa, hemicelulosas, etc. Por lo que respecta a la presencia de hidratos de carbono de uno u otro tipo en los alimentos hay que señalar que las remolachas, las frutas (manzanas, por ejemplo), las melazas, los tallos y las hojas tiernas del maíz y otros cereales contienen gran cantidad de azúcares. El almidón es el componente principal de los granos de cereales (maíz, trigo, etc) y de los tubérculos (patata, batata, etcétera). La celulosa y otros hidratos de carbono de estructura -5- semejante constituyen lo que se denomina fibra bruta de los alimentos, forman parte de las paredes de las células vegetales y se encuentran, sobre todo, en los forrajes bastos tales como henos, pajas, hierba en estado vegetativo avanzado, etc. Los rumiantes son capaces de digerir estos dos tipos de hidratos de carbono, pero lo hacen de forma diferente. Los azúcares y el almidón que llegan al rumen son descompuestos rápidamente por microbios especializados en la fermentación de estos hidratos de carbono; la facilidad con que se disuelPLANTA ENTERA DE MAIZ Y OTROS CEREALES EN ESTADO VERDE GRANOS DE CEREALES PATATAS REMOLACHAS Fig. 2.-EI esquema muestra los hidratos de carbono que contienen en mayor proporción algunos alimentos del ganado, los ácidos grasos volátiles en que se descomponen aquéllos preferentemente al fermentar en el rumen, y la proporción que existe entre tales ácidos gra^ os volátiles en la pan7a de una vaca racionalmente alimentada. -6- ven en los líquidos que hay en el interior del rumen favorece el ataque de tales microorganismos. A1 descomponerse estos hidratos de carbono producen una gran cantidad de ácido propiónico, que altera el equilibrio que en condiciones normales existe entre los distintos ácidos grasos volátiles. Si la cantidad de azúcares o almidón que ingiere el animal es bastante grande, el grado de acidez que se alcanza en el interior de la panza es tan elevado que provoca la muerte de una gran parte de las bacterias y protozoos que viven en su interior cuando las condiciones son normales, mientras se multiplican activamente otras bacterias que producen ácido láctico. La celulosa, en cambio, se descompone de forma mucho más lenta en la panza, porque su mala solubilidad hace que los microorganismos que la atacan actúen mucho más despacio. En el proceso de fermentación y degradación de la celulosa se forman principalmente ácido acético y butírico. Por tanto, la digestión de la celulosa no produce un aumento brusco de la acidez de la panza, ya que los ácidos se van formando de manera más lenta que en el caso de los azúcares y del almidón, y pueden ser neutralizados convenientemente por el animal. Otro aspecto a considerar es el papel que juega la saliva en la neutralización de los ácidos que se forman en el rumen. Su acción neutralizante se debe a que contiene bicarbonato sódico en una proporción aproximada de 4 gramos por litro de saliva. La cantidad de saliva que segregan los animales en 24 horas es muy variable y depende del tipo de alimentos que consumen. Así, una vaca puede segregar entre 90 y 190 litros diarios según se alimente con ensilados y concentrados o con hierba tomada a diente en el pasto. Estas diferencias se deben a que los cereales y, en general, los piensos concentrados son ingeridos casi sin masticar, mientras que cuando los animales consumen forrajes los mastican mucho más para poderlos tragar con más facilidad y, al hacerlo, los impregnan con abundante cantidad de saliva. Una variación tan importante en la cantidad de saliva producida, debida al tipo de alimentos que reciben los animales, influye, por tanto, de manera apreciable en la cantidad de bicarbonato que llega a la panza y en el grado de acidez del contenido de este órgano. Como resumen de lo expuesto en este apartado cabe decir que los cereales y los alimentos que contienen azúcares o almidón en abundancia, además de producir rápidamente una gran acidez en el rumen, llegan a él mezclados con una cantidad de saliva que resulta insuficiente para neutralizar el exceso de acidez; por el contrario, los forrajes fibrosos no provocan un aumento súbito de la acidez en el interior de la panza, y, además, la gran cantidad de saliva que el animal ha producido al masticarlos y que llega con ellos al tragarlos, hace que se amortig ^e la acidez y se mantenga dentro de los límites normales. CAUSAS PRACTICAS DE LA ACIDOSIS DE LA PANZA Ahora que se conocen ya los procesos biológicos que originan la producción de una gran cantidad de ácido láctico en el rumen y, también, que esta sustancia es en definitiva la responsable de la acidosis o indigestión ácida de la panza, resultará fácil comprender las causas que en la práctica originan este trastorno y que, en resumen, son las siguientes: - Alimentación del ganado con raciones en las que escasean los alimentos fibrosos y abundan los concentrados. - Cambios bruscos en los tipos de alimentos que forman las raciones de los animales. - Consumo elevado de ensilados demasiado ácidos. - Ingestión de una gran cantidad de concentrados en un corto período de tiempo. Alimentación del ganado con raciones pobres en fibra bruta Cuando se alimenta a las vacas lecheras o al ganado vacuno en cebo con raciones formadas principalmente por remolachas, pulpas secas, patatas y cereales, la cantidad de celulosa ingerida es muy pequeña. En cambio, la flora microbiana del rumen encuentra en estos alimentos azúcares y almidón en abundancia, que descompone con rapidez haciendo que la acidez en el interior de la panza aumente mucho en muy poco tiempo, sin que, por otra parte, pueda ser contrarrestada por la saliva, ya que la cantidad Fig. 3.-Las manzanas y otras frutas de desecho empleadas a veces en la alimentación del ganado vacuno, contienen gran cantidad de azúcares que se descomponen rápidamente al Ilegar a la panza. Por ello, para evitar trastornos digestivos en los animales que consumen diariamente varios kilos de estas frutas, debe proporcionárseles heno u otros alimentos fibrosos que, por su riqueza en celulosa, dan lugar a fermentaciones más lentas en eI rumen. que han segregado los animales al consumir estos alimentos es muy pequeña relativamente. La acidosis debida a esta causa puede presentarse también cuando en la ración de volumen entran, además de pulpas secas o sobreprensadas, el ensilado de maíz picado finamente y los animales no consumen heno. Cambios bruscos en la alimentación de los animales Esta situación se da con cierta frecuencia tanto en el ganado vacuno de carne como en el destinado a la producción de leche. En los animales de carne ocurre generalmente cuando, después de un largo período de estancia en los pastos, consumiendo forrajes, que son alimentos ricos en fibra, pasan al cebadero y se les da piensos en abundancia sin realizar el cambio de un tipo de ración a otra de una manera progresiva a lo largo de un par de semanas. La escasez de celulosa de las nuevas raciones, su abundancia en cereales y en otros concentrados ricos en almidón y la falta de adaptación de la flora microbiana de la panza al nuevo régimen alimenticio establecido bruscamente origina trastornos digestivos más o menos graves que, con frecuencia, adquieren la forma de acidosis. 9 Consumo de ensilados muy ácidos Todos los ensilados tienen un grado de acidez más o menos alto, porque la conservación de los forrajes por este procedimiento se debe a que una parte de los hidratos de carbono que contienen, fermenta y se producen diversos ácidos, sobre todo, ácido láctico, que actúan como conservadores porque impiden el desarrollo de los hongos y bacterias causantes de la putrefacción. Sin embargo, hay ocasiones en que la acidez de los forrajes ensilados supera los límites normales. En el caso de que el ganado consuma diariamente y durante un período de tiempo continuado una cantidad importante de estos ensilados, los animales pueden sufrir los trastornos propios de la acidosis de la panza. Atracones circunstanciales de pienso La ingestión de una gran cantidad de cereales u otros piensos concentrados, producida, a veces, por un descuido en el manejo de los animales que les permite alcanzar los alimentos que se encuentran almacenados en distintos lugares de la explotación Fig. 4.-Una medida adecuada para prevenir la indigestión ácida del ganado vacuno es suministrar diariamente a los animales una cierta cantidad de heno. (silos, graneros, etc), origina lo que se conoce comúnmente con el nombre de empachos y que, en el caso de los rumiantes, no es otra cosa que un caso de indigestión ácida del rumen. SINTOMAS DE LA ENFERMEDAD La acidosis de la panza puede presentarse como una enfermedad más o menos grave, según la cantidad de ácido láctico que se forme en el rumen y la rapidez con que éste se produzca. En las formas leves se observa que los animales tienen menos apetito, incluso lo pierden totalmente y dejan de comer; beben poca agua. Los movimientos de la panza están muy disminuidos; existe algo de meteorismo, pero poco acentuado. EI morro está seco, las heces tienen poca consistencia y son de color grisáceo. Si se trata de vacas lecheras, la producción láctea disminuye mucho y de forma rápida. En los casos graves, además de los síntomas indicados anteriormente, puestos de manifiesto algunos de ellos con mayor intensidad, ya que las heces, por ejemplo, son diarréicas, existen otros que afectan al estado general de los animales; así, el pulso y la respiración están acelerados y hay pérdida de fuerzas, por lo que los animales se tumban en el suelo. También es posible apreciar en ocasiones rechinamiento de dientes, quejidos, revolcones y agitación de las patas posteriores. Algunos animales mueren y los que no lo hacen pueden presentar cojeras incluso después de haber empezado a recuperar el apetito. PREVENCION DE LA ENFERMEDAD Ya se ha dicho anteriormente que con un manejo adecuado de la alimentación es posible evitar la acidosis en los rumiantes. Las medidas preventivas que el ganadero debe conocer y poner en práctica con tal fin son las siguientes: - Realizar los cambios de ración de los animales de forma progresiva, es decir, poco a poco durante varios días, para que la flora microbiana de la panza se vaya modificando y adaptando a ll los nuevos alimentos que recibe el ganado. Hay que evitar especialmente el paso brusco de una ración en la que predominen los forrajes y, en general, alimentos de volumen ricos en fibra, a otra que esté constituida en gran parte por alimentos concentrados. - Procurar que la ración aporte una cantidad suficiente de sustancias celulósicas, es decir, de fibra bruta. Cuando se trata de vacas lecheras, el porcentaje de celulosa bruta en la ración debe estar comprendido er.tre el 17 y el 22 por 100 de la materia seca. Una forma indirecta de comprobar que la ración contiene suficiente fibra bruta es calcular el índice de volumen de la misma para ver si es el adecuado al tipo de animal que la consume. Cuando las raciones incluyan cantidades importantes de concentrados, dárselos a los animales repartidos a lo largo del día en lugar de ponerlos a su disposición en una sola toma. - Evitar los descuidos que hagan posible que los animales tengan acceso a los sitios donde está almacenado el pienso y se den un atracón. - En el caso de que se empleen en la alimentación de los animales forrajes en forma de gránulos, darles también algo de heno para que ingieran fibra que no esté excesivamente picada y troceada. De esta forma se les obliga a que mastiquen más tiempo y, por consiguiente, a segregar más saliva. - Cuando los animales consuman gran cantidad de pienso, ensilados muy ácidos o finamente picados, o se pase de una Fig. 5. F.I consum<^ dc concentradus rcpartidos en varias veces al día, opcración yue resulta más fácil cuxndo se dispone de distribuidores automáticos de pienso, y el suministro de ade^uadas racionés de volumen contribuven al buen funcionamiento del aparato digestivo de las vacas lecheras que dan altati produccioncs. Fig. 6.-En los cebaderos de terneros conviene que haya rastrillos con paja a discreción para que los animales puedan equilibrar su alimentación en lo que se refiere a contenido en fibra. ración abundante en alimentos de volumen a otra en la que predominen los concentrados, suministrarles diariamente una cierta cantidad de bicarbonato sódico. Veamos un poco más detenidamente el interés que presenta el empleo de esta sal en la alimentación del ganado vacuno, las situaciones en que es aconsejable utilizarlo y las posibles formas de dárselo al ganado. EL BICARBONATO DE SODIO EN LA ALIMENTACION DEL GANADO VACUNO El poder antiácido del bicarbonato sódico es conocido desde antiguo, pero no es esta la única cualidad que aconseja el empleo de tal sustancia en la alimentación del ganado en ciertas ocasiones.. La incorporación de bicarbonato de sodio a las raciones de las vacas lecheras empezó a realizarse al comienzo de la década de los sesenta, pero es en los últimos años cuando más han avanzado los conocimientos sobre el papel que desempeña en los procesos digestivos que tienen lugar en el interior de la panza, lo que ha hecho que su empleo como un aditivo en la alimentación, se haya generalizado en muchas explotaciones de ganado vacuno, tanto de carne como de leche. EI suministro de bicarbonato de sodio a estos animales tiene los siguientes efectos beneficiosos: - 13 - - Aumenta la solubilidad de la proteína que contienen los alimentos, lo que mejora su digestibilidad y permite que el animal utilice más eficientemente estos principios nutritivos. Por consiguiente, el ganado es capaz de producir más sin que para ello sea necesario que ingiera mayor cantidad de alimento. - Estimula el apetito de los animales y, por tanto, el consumo de alimentos por las vacas o terneros en cebo. - Reduce los riesgos de empachos en el ganado que se alimenta con cantidades elevadas de concentrados o está sometido a un régimen alimenticio inadecuado. - Hace que aumente la cantidad de leche que producen diariamente las vacas y también el porcentaje graso de la misma, especialmente en los tres primeros meses de lactación. Por lo que respecta al ganado vacuno de carne hay que señalar que la incorporación de bicarbonato de sodio a la ración de los animales que entran en cebadero es una práctica habitual en los Estado^ Unidos, porque está comprobado que, cuando se hace, aumenta apreciablemente el consumo de alimento y la ganancia diaria de peso. El bicarbonato se añade en estos casos a la ración de concentrados en la proporción del 1 por 100, poco más o menos; su empleo se hace cuando se realizan cambios en Fig. 7.-Carga de forraje ensilado en un remolque de preparación y distribución de raciones completas. En las explotaciones que disponen de esta máquina, la forma más cómoda de dar bicarbonato de sodio a los animales es incorporarlo a los alimen[os que integran la ración antes de efectuar la mezcla. 14 el régimen alimenticio de los animales y dura, por lo menos, mientras el ganado se acostumbra a los nuevos alimentos y raciones. En las vacas lecheras los efectos del bicarbonato son más patentes durante los primeros meses de lactación o cuando los animales están sometidos a un régimen alimenticio poco racional en lo que se refiere a la ingestión de fibra bruta. Por el contrario, no parece ofrecer ventajas apreciables en animales que se encuentran en fase de lactación avanzada o que reciben suficiente cantidad de materias celulósicas. El incremento en el contenido de materias grasas en la leche que se produce en los animales que se encuentran en los tres primeros meses de lactación cuando se incorpora bicarbonato a sus raciones, se debe a que este producto orienta las fermentaciones de la panza y hace que se produzca mayor cantidad de ácido acético, que es el precursor de la grasa láctea. La acción del bicarbonato se empieza a manifestar al cabo de una semana aproximadamente de iniciar su inclusión en la dieta. Cuando la ración de volumen de las vacas está formada principalmente por forrajes de leguminosas frescos o henificados de buena calidad, la incorporación de bicarbonato a la ración no suele traducirse en un aumento apreciable del contenido graso en la leche que producen los animales. En los casos, ya comentados, en los que es aconsejable suministrar bicarbonato a las vacas lecheras, hay diversas formas de hacerlo; tales formas son: mezclado con los concentrados, incorporado a los forrajes ensilados y formando parte de raciones integrales o completas. Cuando el bicarbonato se da mezclado con los piensos la proporción suele ser del 1 al 1,5 por 100 de la mezcla de concentrados; no obstante, conviene empezar con el 0,5 por 100 para que los animales se acostumbren a su sabor, Ilegando a las dos semanas a las cifras indicadas anteriormente. El suministro de bicarbonato sódico con los ensilados está indicado, sobre todo, cuando el forraje así conservado tiene un grado de acidez excesiva. La cantidad a añadir al ensilado en estos casos es de unos 20 gramos de bicarbonato por cada 100 kilos de peso del animal y día; es decir, una vaca de 500 kilos - 15 podrá recibir 100 gramos de bicarbonato con la ración de ensilado que consume en 24 horas. Cuando la alimentación de los animales se realiza con raciones completas o integrales el suministro de bicarbonato sódico al ganado resulta sumamente fácil, ya que únicamente hay que añadir a los alimentos a mezclar la cantidad de bicarbonato conveniente, que en este caso se calcula en función de la materia seca de la ración y oscila entre el 0,6 y el 0,8 por 100 de la misma. Además del bicarbonato sódico hay otras sustancias que actúan amortiguando o neutralizando la excesiva acidez en la panza producida a causa de una alimentación inadecuada; entre ellas está el óxido de magnesio, el bicarbonato de potasio, la bentonita sódica, etc. Sin embargo, la más utilizada con estos fines es, sin duda, el bicarbonato de sodio. Algunos técnicos aconsejan el empleo de bicarbonato de sodio y óxido de magnesio conjuntamente, porque parece que los resultados que se obtienen con la mezcla de ambos son todavía mejores. Cuando se hace así, la proporción de bicarbonato sódico debe ser entre 2 y 3 veces mayor que la de óxido de magnesio, y el porcentaje en que la mezcla de ambos se incorpora al pienso del 1 al 2 por ] 00, es decir, semejante a la que se indicó al tratar del empleo de bicarbonato sódico exclusivamente. En cualquier caso, una dosis diaria de 150 a 200 gramos de bicarbonato sódico y de 50 a 100 gramos de óxido de magnesio resulta suficiente para una vaca lechera de peso medio. CONCLUSION Como resumen de todo lo comentado en páginas anteriores conviene que los ganaderos de vacuno tengan presente en todo momento los siguientes puntos: • La indigestión ácida de la panza, acidosis o empacho de las vacas lecheras y de los terneros en cebo es una enfermedad producida la mayor parte de las veces por un manejo inadecuado de la alimentación. • Los cambios bruscos en la alimentación de los animales, el suministro de raciones formadas por una cantidad importante 16 - de piensos concentrados y poco heno o forrajes bastos, o el consumo excesivo de ensilados muy ácidos son las causas principales de la enfermedad. • Para prevenir esta enfermedad el ganadero debe adoptar alguna o varias de las medidas que se indican a continuación: - Realizar los cambios de alimentación de forma progresiva. - Suministrar diariamente a los animales una cierta cantidad de heno u otros alimentos fibrosos. - Proporcionar al ganado bicarbonato de sodio mezclado con los concentrados, con los ensilados o con las raciones completas, en las proporciones o dosis que se han indicado anteriormente. 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