XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu EL PODER DE LO SAGRADO: EL CULTO A LOS ANTEPASADOS EN LA CHINA ANTIGUA Walburga Wiesheu Escuela Nacional de Antropología e Historia Ciudad de México, México El surgimiento del culto a los antepasados en China se remonta al período neolítico y parece estar relacionado con la consolidación de entidades políticas del tipo de las jefaturas en cuyo seno se estableció una jerarquía social que se refleja, entre otros aspectos, en un tratamiento mortuorio diferencial. En estas sociedades complejas tempranas solamente determinados individuos de un grupo de parentesco en particular deben de haberse convertido en objeto de una veneración especial que se diferencia de una atención general brindada en un culto a la muerte. De acuerdo con la definición sugerida por McAnany (1995:11), la veneración de los ancestros se refiere a “...rituales y prácticas vinculadas con el entierro y la conmemoración, por nombre, de ancestros apicales de grupos de parentesco.” Tal como anotaba ya el antropólogo Fortes (citado en ibid.:11): “Un ‘espíritu’ ancestral no es considerado como una especie de ser nebuloso o una presencia mística personificada pero en primer lugar como un nombre unido a una reliquia [...] y representa una validación ritual de la ascendencia de un linaje y la intervención mística en asuntos humanos.” Es en objetos fálicos de cerámica y piedra en culturas Longshan (circa 2600 a 2000 a.C.) del Neolítico Terminal, que los arqueólogos chinos identifican la evidencia material de la aparición del culto a los antepasados (cfr. Yu, 2006), en cuyo marco se empezó a enfatizar la descendencia masculina, dando pauta asimismo a la configuración del tradicional sistema patriarcal de China. Al delinear las transformaciones ocurridas en los ritos mortuorios en el período neolítico, Liu (2000) observa que éstos cambiaron desde actos dirigidos a los difuntos como miembros de grupos colectivos asentados en aldeas grandes, a prácticas en que se enfatizaron ancestros individuales con alto estatus social pertenecientes a familias o grupos de linajes particulares; y eventualmente, los rituales relacionados con la veneración de los antepasados llegaron a formar parte de las instituciones políticas y contribuyeron a reforzar el sistema de la estratificación social. 1 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu En el periodo siguiente de las primeras dinastías que surgieron en la Edad del Bronce, la veneración de los antepasados se volvió una prerrogativa del sector de la élite y se convirtió en un culto religioso plenamente institucionalizado. Los rituales relacionados con los ancestros conmemorados por su nombre se practicaron durante y después de las ceremonias luctuosas así como en o cerca de las tumbas, pero también se han detectado vestigios de actos ceremoniales como son el sacrificio de seres humanos y de animales al igual que de la quema de madera y de animales cerca de basamentos de algunos edificios en una zona dentro del núcleo cívico-ceremonial del centro de Anyang, que sirviera de última capital de la segunda dinastía de China conformada por los soberanos reales de los Shang (cfr. Lui, 2000). Estos basamentos probablemente corresponden a los templos de los antepasados en que se honraron los ancestros de los monarcas de esta dinastía en su etapa de Shang tardío (circa 1300 a 1046 a.C). Tal parece que para finales del periodo Shang la estratificación social era tan marcada que solamente miembros del sector real podían convertirse en poderosos espíritus ancestrales, lo que contribuyó a la prosperidad de la dinastía (Nelson, 2003). De seguro, la misma estabilidad dinástica dependió del poder sagrado de los ancestros, al que ahora únicamente lograban acceder determinados miembros de la realeza. Asociados al complejo de templos y palacios que componen el núcleo urbano del centro de Anyang, se descubrieron asimismo los archivos reales de los llamados huesos oraculares, cuyos registros constituyen el sistema de escritura más temprano de Asia Oriental y los cuales nos permiten reconstruir varios aspectos relacionados con las actividades políticas y religiosas del Estado Shang, en el que el culto a los antepasados llegó a desempeñar un papel central.1 Las inscripciones plasmadas sobre los huesos de omóplatos de animales y de caparazones de tortuga reflejan en primer 1 Para la etapa dinástica anterior al periodo de Shang tardío, es decir el periodo de la primera dinastía de China, la de los Xia (circa siglo 21 a 17 a.C.), y los periodos de Shang temprano y medio (aprox. 1600 a 1400/1300 a.C.), resulta difícil determinar la naturaleza de diversos aspectos religiosos como es también el culto a los antepasados, ya que sobre los huesos adivinatorios aún no aparecen inscripciones, ni hasta la fecha se han encontrado los entierros reales, aunque la introducción y la consecutiva elaboración de un arte sagrado plasmado en las vasijas de bronce, como parte central de la parafernalia ritual relacionada con el culto a los antepasados, indica que éste ya debe de haber desempeñado una gran importancia en el desarrollo de prácticas religiosas impulsadas por el sector de la elite gobernante, con el fin de asegurar una consagración divina de un poder político de origen esencialmente secular a partir de los conflictos intergrupales intensificados que reforzaron el liderazgo militar de los primeros monarcas de China en la transición del Neolítico a la Edad del Bronce. 2 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu lugar las importantes prácticas adivinatorias en las que el rey o un adivino de la corte invocaban más que nada a los espíritus de los ancestros.2 Con la ayuda de éstos se pronosticaban la lluvia y las cosechas, y se tomaban decisiones gubernamentales vitales relacionadas con la conducción de guerras o la realización de rituales como son los de hacer sacrificios a los antepasados en cantidades adecuadas y momentos propicios, o también se consultaba el tipo de sacrificio que sería adecuado para un ancestro determinado (Keightley, 1999). Como ejemplo de ello tenemos la siguiente petición hecha por un adivino llamado Shi respecto de sacrificios destinados a un antepasado de nombre Fu Yi, que como es común en los registros de esta otra vital institución dinástica que es la práctica mántica3, empieza con la anotación de la fecha cíclica en que se efectuó la adivinación: “En el día yimao, adivinación de Shi: ¿Hay que sacrificar un carnero a Fu Yi, o no? ¿Hay que sacrificar dos carneros a Fu Yi o no, en el quinto mes?” (Kontler, 2002:22), o este otro registro oracular que dice: “¿Debemos pedir una buena cosecha a Wanghai [...], al ofrendarle un perro, una oveja, un cerdo, un sacrifico quemado de tres series de ovejas y cerdo, y la matanza de nueve toros, tres lechones, y tres gentes de los Qiang”? (Colección Jinbun 609, reproducido en Eno, 1996:49). Tal como afirma Keightley (1978), el culto a los antepasados representó un soporte ideológico vital en la promoción del dominio político de los dinastas de Shang, puesto que la capacidad del rey de determinar la voluntad de los espíritus de los ancestros por medio de la adivinación y de su influencia a través de los rituales de sacrificio, legitimó la concentración del poder político en su persona: “Todo el poder emanó de este teócrata dado que él era el canal, el único, que podía apelar a las bendiciones de los ancestros o a disipar sus maldiciones que afectaban a la entidad. Era el rey quien hacía posible las cosechas abundantes y las victorias gracias a los 2 Si bien en la religión Shang existía una deidad suprema más bien abstracta, llamada Shangdi ( el “Dios de Arriba”), ésta únicamente se invocaba por conducto de los espíritus de los ancestros; además de éstos se veneraban, y a veces se invocaban también, a diversas fuerzas de la naturaleza como el cielo, ríos, montañas, la tierra y el viento. 3 Más específicamente, se trata de una práctica piromántica, puesto que los huesos adivinatorios constituidos por omoplatos de animales y caparazones de tortuga fueron sometidos al calor mediante una varilla candente que se introducía en hoyos preparados para este fin, lo que produjo grietas sobre los huesos, mismas que fueron interpretadas por los adivinos o el mismo rey, según la petición hecha al espíritu invocado. Esta petición junto con el pronóstico y muchas veces también el resultado, fueron anotados sobre los huesos. Para más detalles sobre esta práctica adivinatoria, que después de los Shang se convirtiera en el famoso sistema de los hexagramas del Yijing o Libro de los Cambios, véase a mi artículo en Wiesheu (2003). 3 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu sacrificios que ofreció, los rituales que ejecutó y las adivinaciones que él hizo...el rey dependió de sus ancestros....” (Ibid.:213). El panteón de los ancestros de los Shang incluía a algunos soberanos anteriores junto con ministros o funcionarios legendarios; destacados ancestros predinásticos Shang; ancestros dinásticos comenzando por el primer rey de la dinastía; y algunos ancestros femeninos representados por consortes de reyes de la línea de descendencia principal, reforzando así la sucesión directa de padre a hijo como un aspecto importante de la legitimación del poder y de la consolidación de su autoridad dinástica. De este modo, para las dinastías de la Edad del Bronce, existió toda una lista de ancestros venerados a quienes se les otorgaban nombres póstumos conocidos también como “nombres de templo”, que asimismo figuran en los textos oraculares de Shang tardío (Keightley, 1999). A todos estos personajes se les rendía culto siguiendo una secuencia regular de cinco rituales repartidos a lo largo del año litúrgico. En estos rituales los ancestros divinizados eran conmemorados en los templos de los antepasados, a través de la realización de determinados sacrificios en días particulares de la semana de diez días combinado con un ciclo de sesenta días que pudo ser reconstruido a partir de los registros oraculares. De hecho es posible afirmar que la liturgia relacionada con el culto a los antepasados dio lugar al calendario chino tradicional basado en lo que en tiempos posteriores se conoce como el sistema ganzhi, que consiste en una combinación de los diez tallos celestiales y las doce ramas terrenales de la milenrama. No existe certeza aún acerca de la secuencia específica y el contenido de estos cinco rituales. En opinión del estudioso chino Dong Zuobin (apud. Keightley, ibid.), el ritual yang incluyó música tocada con tambores, el de yi la ejecución de la danza de plumas, el de ji una ofrenda de carne, el de zai una ofrenda de granos, y en el de xie quizás se combinaron varios tipos de ofrendas para completar el ciclo. Sin embargo, respecto de las consortes reales convertidas en antepasadas existía un ciclo ritual más corto, que empezaba veinte días después del de los difuntos reales varones.4 (Keightley, ibid.; Ying Wang, 2004). Entre las esposas reales objeto de 4 Es decir, se omitía el primer ciclo. 4 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu tales prácticas rituales figuran tres consortes de Wu Ding, uno de los reyes más prominentes de Shang tardío; conocidas como las “Duo Mu” o “Muchas Madres”, deben de haber sido especialmente apreciadas por haber dado luz a varones.5 Dos de éstas mujeres fueron la Lady Jing y la Lady Hao (o Fu Hao). De este último sobresaliente personaje femenino tenemos por ejemplo la siguiente inscripción oracular: “Cuando el rey invita a la consorte de Wu Ding, la ancestro Madre Xin, y realiza el ritual zai, no habrá falla”; Mu Xin (”Madre Xin”) era su nombre póstumo (Keightley, 1999). Regresaré más adelante sobre este sobresaliente personaje femenino cuando hablaré de su tumba desenterrada por los arqueólogos en Anyang. Para finales de Shang, la adivinación acerca de tales rituales dedicados a los ancestros era tan rutinaria que al parecer la ancestralización de los personajes reales difuntos se había completado, de forma que éstos eran objeto de un culto sumamente ritualizado que involucraba una liturgia protocolaria de la colocación de ofrendas consistentes en cereales, bebidas alcohólicas, animales y seres humanos (Keightley, ibid.). En los llamados rituales liao se quemaba leña para que su humo se pudiera elevar al cielo donde se creía vivían los ancestros y algunas otras entidades sobrenaturales, mientras que el ritual chen consistía en sumergir las ofrendas de animales en un río; en tanto que mediante el ritual mai se enterraban las ofrendas debajo del suelo, las cuales también incluían sacrificios de animales y de víctimas humanas (Malmqvist, 1975; Liu, op.cit.). Por su parte y según afirma Keightley (op.cit.), el sabor que despedía el humo de la carne rostizada y el aroma del alcohol eran de especial agrado para los ancestros, tanto en los banquetes funerarios como en los festejos que los mismos reyes llevaban a cabo para honrar a sus antepasados en los templos dedicados a su memoria; en éstos se guardaba una tablilla que encarnaba al espíritu del ancestro, 5 Aunque autoras como Ying Wang (2004) piensan que el hecho de que algunas consortes reales se hubieran convertido en antepasadas dependió más bien de la posición ritual de sus maridos y no tanto de que hubieran dado a luz a hijos varones y que acaso también eran herederos al trono. Ying Wang también menciona que la mayoría de los reyes tenían incluida a una consorte en dicho ciclo ritual dedicado a la memoria de los ancestros, mientras que otros reyes tenían incluidas a dos, todas las cuales en generaciones posteriores también eran posiblemente consideradas como las consortes legales o reinas oficiales. Pero en el caso de las más de cincuenta esposas que tuvo el rey Wu Ding, tres eran objeto de atención cúltica al ocupar el rango de antepasadas. De lo contrario deben de haber sido sacrificadas como parte de la ceremonia funeraria, lo que de seguro fue el caso de la mayoría de las esposas y concubinas de los soberanos reales. 5 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu mismo que el rey viviente en uno de los rituales conocido como bin, allí lo “invitó” o lo “tuvo como huésped”, en presencia de la parentela más cercana de miembros de la familia o del linaje. Algunos arqueólogos chinos piensan que determinados objetos de piedra y jade de unos 7 cm de largo recuperados en tumbas y sobre los que se encontraban grabados los nombres de templo de los difuntos, podían haber sido los restos de tales tablillas, pero creen que la mayoría de éstas estaban hechas de madera, por lo que no se han conservado. Otro ritual, llamado xiang, cuyo signo retrata a dos hombres de cara a un recipiente, parece haber consistido en ofrecer una fiesta a los espíritus. Tal como observa asimismo Keightley (ibid.), la misma palabra se usaba para cuando el rey entretenía a sus aliados con fiestas seculares que también son mencionadas en los textos oraculares. En todas estas fiestas se usaba una gran cantidad de vasijas rituales de bronce para la preparación y el consumo de alimentos y bebidas, sobre todo de “vino” (jiu)6 cuya esencia degustaban los ancestros en las ceremonias dedicadas a su memoria y en aquellas fiestas funerarias en que personajes destacados se convirtieron en tales. De documentos históricos tempranos como el Libro de los Ritos (Li JI) -uno de clásicos confucianos conservados desde el período de Zhou Oriental-, se deduce que la celebración de fiestas funerarias en la China antigua precisamente tenía como propósito el de crear un nuevo espíritu ancestral que pudiera comunicar sus bendiciones a los descendientes y así obtener su ayuda y protección en diversos asuntos mundanos, con lo que dichos difuntos convertidos en antepasados se volvían no solamente espíritus sumamente activos sino también poderosos aliados del sector gobernante (Nelson, 2003). Más que de crear alianzas entre los vivos, se trató aquí de sellar un pacto entre los ancestros reales difuntos y sus descendientes. La evidencia existente incluso pudiera sugerir que las fiestas funerarias eran más importantes que 6 La palabra china jiu se refiere genéricamente a cualquier tipo de bebida alcohólica, pero por lo general se ha traducido a otros idiomas como “vino”; existen evidencias de la existencia de toda una industria floreciente dedicada a la destilación de bebidas alcohólicas, pero es de señalar que en cuanto a éstas en realidad se trata de licores hechos de cereales como el mijo, fermentados y aromatizados con ciertas plantas. En las ceremonias, éstas se preparaban, calentaban, escanciaban, servían y consumían en las llamadas “vasijas rituales de vino”, en tanto que otros recipientes de bronce consistían en aquellos recipientes usados para cocinar y servir la carne y los granos, así como los que se empleaban para las abluciones rituales. 6 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu las fiestas seculares, y conseguir la ayuda de los ancestros difuntos debe de haber constituido una estrategia política e ideológica crítica: “Tal parece que los fallecidos, tanto los que partieron recientemente como los ancestros más antiguos, eran aliados más poderosos que sus contrapartes terrenales” (Nelson, ibid.:65). Se podría decir incluso que el poder sagrado emanado de los ancestros divinizados hizo que éstos se convirtieran en los espíritus protectores del propio Estado Shang (Wang Wei, 2006, apud. Wiesheu, 2007b). Las fiestas funerarias celebradas en ocasión del entierro de un soberano real deben de haber sido casi orgiásticas, si nos imaginamos la cantidad de seres humanos sacrificados en los funerales. En el cementerio real conocido como Xibeigang ubicado al noroeste del núcleo central de la ciudad-capital de Anyang en Shang tardío, se han localizado ocho tumbas con cuatro rampas y con cámaras subterráneas centrales, además de dos tumbas con dos rampas y una con una rampa. Tanto en las rampas como cerca o debajo de la cámara funeraria había víctimas humanas que siguieron al rey al más allá, tratándose probablemente de parientes cercanos junto con esposas, concubinas y tal vez también algunos funcionarios. Además, asociadas a algunas tumbas grandes los arqueólogos han revelado asimismo más de 1300 fosas dispuestas en hileras, con los esqueletos mutilados de un elevado número de seres humanos inmolados. Se ha calculado que en el último periodo Shang se pudieron haber sacrificado hasta unas 15 000 víctimas humanas. 7 Todas estas tumbas de la necrópolis real desafortunadamente estaban saqueadas. Mientras que los ocho u nueve monarcas del último periodo fueron sepultados en las tumbas cruciformes de cuatro rampas, las de dos o una rampa deben de haber sido de miembros de la corte de menor rango en la jerarquía real. La única 7 Tal como señala Kontler (2002:21), hacia el final de la dinastía Shang el culto a los reyes difuntos: “.... presenta un carácter que nuestra sensibilidad contemporánea juzga a la vez fastuosa y brutal. A la violencia incontrolada del mundo, a la que emana de los enemigos, de los animales salvajes y de las calamidades naturales y fisiológicas, se respondía con la violencia controlada del sacrificio. [...] Por ello se les sacrificaba, a veces en números considerables, y según determinados protocolos, animales domésticos (bueyes, cerdos, perros y carneros), animales salvajes (capturados durantes las cacerías rituales) y hombres, enemigos y presos. Las víctimas humanas eran decapitadas; las víctimas animales, degolladas, despellejadas, ofrecidas cocidas o crudas, partidas o enteras, ahumadas o asadas, enterradas, ahogadas o quemadas. Su sangre, manantial de vida, consagraba los instrumentos y el lugar del sacrificio”. 7 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu tumba de una sola rampa, localizada en el sector este del cementerio real, fue posiblemente la de la Dama Jing, quien como ya se mencionó, era una de las consortes oficiales del rey Wu Ding que logró acceder al rango de antepasada. Como tal fue conmemorada mediante su nombre póstumo de Biwu, que, por ejemplo, figura en una inscripción sobre uno de los recipientes de bronces más grandes que se han recuperado de la dinastía Shang (Ying Wang, 2004). En esta tumba, que también había sido violada, se identificaron un total de 38 esqueletos de seres humanos sacrificados. Para entender mejor la complejidad de los rituales mortuorios efectuados en ocasión de la muerte de miembros del sector real convertidos en antepasados, contamos sólo con la evidencia arqueológica de la tumba en la que fuera enterrada otra consorte del monarca Wu Ding, la de Fu Hao. Excavada en 1976, ésta es la única tumba real conservada intacta -puesto que se había construido un templo encima-, y cuya ocupante pudo ser identificada con seguridad a través de las inscripciones en los mismos recipientes de bronce de su ajuar funerario y de las menciones que existen acerca de ella en los registros oraculares (Bagley, 1999). La Dama Hao murió hacia el 1200 a.C., y en el marco de la fiesta funeraria celebrada a su muerte le fue otorgado el nombre de templo ya señalado de Mu Xin o Madre Xin. Dicha tumba de la Dama Hao (conocida como la “Tumba 5”), forma parte de un grupo de siete tumbas de menor escala, ubicadas a unos 200 m al oeste de los basamentos palaciegos y de los templos ancestrales del núcleo cívico-ceremonial de Anyang. En esta tumba se verificaron un total de 16 esqueletos de seres humanos sacrificados, de los cuales ocho se encontraban en el ataúd exterior, otro que estaba junto con un perro en una fosa debajo del ataúd, y otros cuatro esqueletos habían sido dispuestos encima de las ataúdes, en tanto que tres más estaban acomodados en nichos laterales. Aún siendo una tumba menor dentro del conjunto de los entierros reales de la ciudad-capital, ostentó una gran cantidad de ofrendas. 8 La presencia de armas entre los muchos objetos lujosos de esta tumba pudiera hacer alusión al 8 Además de armas, instrumentos y recipientes de bronce que en total pesaron más de 1600 kilogramos, se recuperaron más de 700 piezas de jade y otros objetos de diversos materiales, entre las que destacan más de 7000 conchas caurí (Bagley, 1999). 8 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu destacado papel militar que desempeñó Fu Hao, ya que como se puede desprender de los registros oraculares, en vida ella tuvo grandes logros como comandante militar y realizó varias campañas bélicas en que hizo importantes conquistas para el Estado Shang9. La mayoría de las ofrendas, incluyendo elaboradas vasijas de bronce, estaban colocadas dentro del ataúd interior, pero los recipientes de bronces más grandes estaban dispuestos a lo largo de tres lados del ataúd exterior; varios de estos recipientes tenían vestigios de tizne, lo que indica que de hecho habían sido utilizados en la preparación de comidas. Pero destaca que de los 195 recipientes de bronce recuperados en la tumba, 144 eran “vasijas de vino”, lo que muestra la importancia del consumo de alcohol en ocasión de la ceremonia mortuoria.10 Por su parte, un gran número de los recipientes de bronce conformaban juegos de vajilla, con 5 a 10 de éstos colocados en series específicas, evidenciando la existencia de un determinado patrón en su uso. Como señala al respecto Rawson (1996, apud. Nelson, 2003), ello hace sugerir la realización de una comida formal, con determinados tipos de alimentos y bebidas ofrecidos dentro de una secuencia prescrita, que en el caso de las bebidas incluían como pasos importantes el de calentar, servir y consumir alcohol. En algunos de los bronces que componían el ajuar funerario de la tumba figuraba su “nombre de día” de Fu Hao o Hao, tratándose de recipientes que ella acaso poseía en vida, en tanto que otro grupo de 26 vasijas llevaban la inscripción de siqiaomu -“la niña inteligente y amable”- que pudo haber sido su apodo o nombre de niña, de modo que estos bronces deben de haber sido parte de su dote o le habían sido regalados por su familia (Ying Wang, 2004). Pero las inscripciones en una serie de recipientes enormes y en una estatua de un buey señalan que los mismos estaban dedicados a la memoria de la Dama Hao en su calidad de antepasada, puesto que llevan su nombre póstumo indicado en el ciclo ritual de la veneración de los ancestros, 9 Tenemos, por ejemplo, este registro oracular: “¿Debe Fu Hao seguir a Guo de Zhi y atacar la tribu X, con el rey atacando desde el este hacia el lugar donde va a estar Fu Hao?” ( Registro Yibian 2948, en Eno, 1996:50). 10 Autores como K.C. Chang (1983), quienes han postulado la existencia de un predominio de creencias y prácticas chamánicas en la religión shang, creen que en diversos rituales se recurría a la intoxicación con el alcohol para producir un estado de trance que facilitaba la comunicación con los espíritus de los ancestros, tal como se puede inferir para el caso de las ceremonias mortuorias realizadas en el contexto de entierros de la élite de la Dinastía Zhou. Véase para una descripción y discusión al respecto, a Wiesheu (2005). 9 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu el de Mu Xin o Simuxin, que precisamente quiere decir “Madre Xin conmemorada” (Ying Wang, ibid.:103). Como un hallazgo único en la tumba de Lady Hao se encontró una estufita con tres ollas de bronce para cocinar alimentos al vapor; éstas igualmente tenían huellas de tizne, por lo que quizás también habían sido usadas en el acto funerario celebrado en ocasión de su muerte. Este tipo de evidencias arqueológicas que nos aportan entierros como el de la Dama Hao de la última etapa de la dinastía Shang, reflejan una elaborada ritualidad desplegada en un festejo mortuorio celebrado con el fin de la ancestralización de un miembro del sector de la realeza, la cual gobernó con el poder sagrado emanado de sus ancestros divinizados. 10 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu Bibliografía Bagley, Robert . “Shang Archaeology”, en Michael Loewe y Edward L. 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Datos del autor: Walburga Wiesheu Afiliación institucional: Posgrado en Arqueología, División de Posgrado, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México Dirección postal: División de Posgrado Escuela Nacional de Antropología e Historia Periférico Sur/Zapote s/n Colonia Isidro Fabela 01030 México D.F., México. Correo electrónico: walburga_enah@yahoo.com Teléfono particular: 55281986; de oficina: 5556060487 ext. 252 Síntesis curricular: 12 XII Congreso Internacional de ALADAA Walburga Wiesheu Licenciada en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Realizó estudios de maestría en Asia y Africa con especialización en China en El Colegio de México y de doctorado en Antropología en la UNAM en México. Desarrolló varias estancias de investigación en China y cuenta con numerosas publicaciones sobre temas de teoría arqueológica, de arqueología mesoamericana y de la China antigua. Desde 1999 se desempeña como profesora-investigadora de tiempo completo del Posgrado en Arqueología de la ENAH, donde dirige la Línea de Investigación de Arqueología de las Sociedades Complejas y actualmente participa en varios proyectos de investigación comparativa entre culturas mesoamericanas y asiáticas. Resumen del trabajo: El culto a los antepasados en China se desarrolló desde el Neolítico, pero se convirtió en una práctica religiosa plenamente institucionalizada en las primeras dinastías de la Edad del Bronce; no sólo contribuyó a reforzar el sistema de la estratificación social sino los ancestros venerados y conmemorados mediante diversos rituales llegaron a ser los espíritus protectores de Estados antiguos como el de los Shang. En esta dinastía únicamente determinados miembros del sector real podían acceder al rango de antepasados quienes eran poderosos aliados de sus contrapartes terrenales, al grado que la misma estabilidad dinástica dependió de los ancestros. Para finales de la dinastía, la ancestralización de los personajes reales difuntos estaba completada y ellos eran objeto de un culto sumamente ritualizado. 13