• e n s o c i e d a d • Minoría y mayoría de edad URANTE la minoría de edad la persona depende de quienes ejercen sobre ella la patria potestad o tutela, ya sean sus padres o tutores, que son quienes poseen su representación. La capacidad del menor se entiende limitada –que no es lo mismo que considerarle incapaz– para evitar que la responsabilidad que se derive de sus actuaciones le perjudique. Por ello necesita el consentimiento de sus representantes legales para realizar determinados actos. Por el contrario, la mayoría de edad, que se obtiene a los 18 años de forma automática, significa adquirir la plena capacidad de obrar o ejercitar por sí mismo derechos y obligaciones. D El menor puede pedir al juez emanciparse si concurren determinadas circunstancias y previa audiencia con los padres. La emancipación permite al menor con 16 años contraer matrimonio. A mayoría de edad, tal y como establecen nuestra Constitución y el Código Civil, se adquiere a los 18 años, aunque la ley permite la emancipación a los 16. L P OR MATRIMONIO y por concesión de quienes ejercen la patria potestad mediante una sentencia judicial es posible adquirir la mayoría de edad antes de tener los 18 años cumplidos. Le- Escritura 68 PÚBLICA galmente ese el momento en el que toda persona adquiere la plena independencia, y por tanto se entiende que la capacidad de obrar. La emancipación la pueden conceder quienes ejercen la patria potestad siempre y cuando el menor esté de acuerdo. Se puede Limitaciones. La emancipación permite al menor con 16 años cumplidos obrar como si fuera mayor de edad, regir su persona y sus bienes aunque con ciertas limitaciones que afectan a la esfera personal, familiar, patrimonial y procesal, hasta que alcance la mayoría de edad real. Le sitúa, de esta forma, en un nivel intermedio entre la mayoría y la minoría de edad desde el punto de vista legal. A nivel personal la emancipación supone la extinción de la patria potestad o de la tutela, el menor emancipado tiene la misma capacidad de obrar que el mayor de edad y actúa por sí mismo sin necesidad de representante legal tanto en los actos que conciernen a su persona como los que afectan a su situación familiar, matrimonial o de filiación. En lo relativo a la esfera familiar, entra en juego la equiparación entre menor emancipado y mayor de edad, y por lo tanto podrá gestionar sus intereses fami- La emancipación se obtiene por matrimonio, por concesión de quienes ejercen la patria potestad y mediante una sentencia judicial LA EMANCIPACIÓN PEPA MARTÍN MORA y seguirá bajo la patria potestad de los padres hasta que cumpla los 18 años. otorgar en escritura pública ante notario o compareciendo ante el juez encargado del Registro Civil, donde quedará inscrita mediante anotación en el certificado de nacimiento del emancipado. También puede otorgarla un juez a petición del menor, aunque con el requisito de audiencia previa de los padres, siempre y cuando se produzcan determinadas circunstancias. Estas son que quien ejerce la patria potestad vuelva a casarse o conviva de hecho con otra persona, si los progenitores viven separados o cuando existe una situación que impide gravemente el ejercicio de la patria potestad. Los jóvenes tutelados pueden alcanzar también la emancipación a los 16 años por la concesión judicial del “beneficio de la mayor edad”. Aunque para solicitarla necesitan contar con el informe favorable del fiscal de menores co- rrespondiente. Esta norma es también aplicable en el supuesto de los huérfanos de padre y madre. Por otro lado, la ley también contempla que a todos los efectos se considera emancipado, tanto en la esfera personal y familiar como en la patrimonial, el hijo mayor de dieciséis años que con el consentimiento de los padres viva independiente de ellos. En este supuesto existe una peculiaridad, y es que mientras que en los demás casos la emancipación no se puede revocar, en este sí. Llegado el caso, el menor dejará de ser considerado emancipado liares. De esta forma puede contraer matrimonio –de hecho, buena parte de las emancipaciones se solicitan para ello–, reconocer hijos extramatrimoniales sin autorización judicial, ejercer la patria potestad y ejercitar las acciones de filiación. El menor emancipado no puede desempeñar ningún cargo o función pública cuando la ley exige expresamente que se trate de personas mayores de edad. E s f e r a p a t r i m o n i a l . Desde el punto de vista patrimonial, el menor emancipado responde de las Escritura PÚBLICA 69 • e n s o c i e d a d • Emancipación por matrimonio: sí, pero... A legislación española actual establece que el matrimonio tiene como derecho la emancipación. Según esto, el estatus de menor emancipado se adquiere por el sólo hecho de contraer matrimonio y sin necesidad de que concurra ningún otro requisito. Sin embargo, realmente no es así. Aunque no hay establecida una edad fija a partir de la cual se pueda contraer válidamente matrimonio, sí dice el Código Civil que no pueden contraerlo los menores de edad no emancipados. Se entiende así que sólo podrán casarse los menores a partir de 16 años y siempre y cuando se hayan emancipado legalmente de forma previa. SIMEÓN RIBELLES DURÁ Emancipación y vida independiente Los jóvenes tutelados pueden alcanzar también la emancipación a los 16 años. Una persona emancipada puede contraer matrimonio, reconocer hijos extramatrimoniales y ejercer la patria potestad Escritura 70 PÚBLICA go, tiene el inconveniente de la falta de certeza, de modo que hasta el propio sujeto puede ignorar que está emancipado, con perjuicio para él, ya que si realiza un acto de disposición de bienes sin tener el consentimiento de sus padres al ser “capaz” tanto él como la otra parte contratante podrían pedir la nulidad del mismo, mientras que si no está emancipado solo él podría pedir dicha anulación o mantenerla si le conviniera. Así, en caso de que se anulase el acto, como emancipado debería restituir lo recibido, con sus frutos e intereses. Sin embargo, si fuera un menor no emancipado sólo tendría que devolver aquello en lo que se hubiese enriquecido. Además, si por su culpa se perdiera lo que tuviera obligación de devolver, no podría pedir la anulación del acto, ni, por tanto, la restitución de lo dado a cambio. Por el contrario, si el menor no estuviera emancipado y se perdieran las cosas objetos del contrato –incluso por culpa suya– podría pedir la restitución de lo que él dio. La vida independiente, el consentimiento paterno y la consiguiente emancipación “de hecho” se acredita con el acta de notoriedad que regula el Reglamento notarial. Este acta, sin embargo, no tiene carácter certero, ya que los padres pueden revocar el consentimiento que prestaron. La falta de certeza explica que la emancipación “de hecho” no se inscriba en el Registro Civil (ni consiguientemente en otros Registros Públicos) y hace que su validez no sea permanente, y que sólo sirva para un acto inmediatamente posterior a su aprobación. Para la realización de actos futuros se deberá justifiLa legislación española no exige car, nuevamente, que los padres no han revocado su conque el emancipado tenga ni sentimiento. De lo que antecede se deduce que las dos formas de emanaptitud, ni voluntad ni posibilidad cipación se deberían reducir a una, que compaginara la segude llevar una vida independiente ridad que da el acto “formal” de concesión de la emancipación con intervención de un tento, habitación, vestido, asistencia médica, educafuncionario público, con el hecho de la vida indepención e instrucción del hijo emancipado, obligación diente del emancipado. Así se evitaría el uso indebique, teniéndolo en su compañía, no se extingue con do, y a veces fraudulento, que se hace de la emancipala emancipación. ción, sin merma de la fluidez y seguridad del tráfico En la emancipación “de hecho”, por el contrario, la jurídico, ya que ésta queda asegurada por la posibilivida independiente y la demostrada aptitud que condad de sustituir la autorización judicial para disponer lleva es presupuesto para que ésta exista. Se sustituye los padres de los bienes y derechos del menor no la “forma” constituyente de la emancipación formal emancipado mayor de dieciséis años, por el consentique sólo persigue un fin, la propia emancipación, por miento de éste en documento público. Precisamente el “contenido” de la vida independiente. Como los está opción, unida a la rebaja de la mayoría de edad, efectos de las dos maneras de emanciparse son, en hace que la emancipación haya caído en desuso. principio, los mismos, en la emancipación “de hecho” Simeón Ribelles Durá es notario. se armoniza mejor la realidad demostrada. Sin embar- E L obligaciones que asume con todos sus bienes y de los actos ilícitos que realice. Sin embargo, no puede pedir préstamos, gravar o transmitir bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales ni bienes de extraordinario valor sin el consentimiento de sus padres, y si lo hace estos actos se pueden anular. Como excepción los emancipados por matrimonio sí pueden realizarlos cuando el cónyuge es mayor de edad. Las restricciones a la capacidad de obrar sobre sus bienes no opera respecto a la disposición de los bienes mortis causa, ya que el emancipado puede disponer libremente de sus propiedades en testamento en los mismos términos y con las mismas restricciones que el mayor de edad. N la emancipación se suele resaltar su aspecto patrimonial, la habilitación que tiene el menor emancipado para regir sus bienes como si fuera mayor, dejando en segundo plano el importante efecto personal de la misma, que equipara a éste, sin restricciones, al mayor de edad, pudiendo por ejemplo, decidir sobre su educación, viajar libremente, tener domicilio propio o contraer matrimonio. La importancia de este efecto personal se acrecienta al constatar que nuestra legislación, en la emancipación “formal” –es decir la hecha por concesión paterna o judicial o por matrimonio– no exige que el emancipado tenga ni aptitud, ni voluntad ni posibilidad de llevar vida independiente, a diferencia de las legislaciones anglosajonas que admiten la emancipación sólo si el menor demuestra que puede administrar su propio patrimonio, tiene una manera legal de ganar dinero y asume el compromiso de vivir de modo independiente. Se coloca así al emancipado en una situación que podría perjudicarle porque, siendo menor de edad, tiene un total poder de decisión personal cuando aún está formándose y los padres han perdido la facultad correctora sobre él, al haberse extinguido la patria potestad. Lo máximo que podrían hacer los padres sería cumplir con su obligación de alimentos y sufragar los gastos de sus- Tiene también plena capacidad procesal, y comparece en juicio por sí mismo sin necesidad de la ayuda o intervención de otras personas. Se entiende que el menor emancipado goza de una situación de independencia jurídica, y por lo tanto carece de representantes legales o de personas que suplan su capacidad. Sin embargo, es posible exigir el complemento de capacidad para que el menor emancipado pueda hacer valer en un juicio ciertas cuestiones ante la posibilidad de una sentencia desfavorable. Complemento de capacidad. La responsabilidad de los padres con el menor emancipado aparece con el complemento de capacidad. Significa que el menor emancipado actúa con el consentimiento de sus padres o del tutor, pero no por su condición de titulares de una potestad familiar, sino mediante un derecho de vigilancia que les atribuye la ley en interés del emancipado y para protegerle de un eventual daño. De esta forma, el menor emancipado adquiere la capacidad de obrar por sí mismo aunque restringida, ya que para los actos de relevancia la ley exige un complemento de capacidad mediante la asistencia de los que fueron titulares de la patria potestad o la de un tutor nombrado al efecto. El complemento de capacidad también se exige para que el menor emancipado por matrimonio pueda enajenar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles u objetos de extraordinario valor que sean comunes en el supuesto de que su cónyuge tampoco haya alcanzado la mayoría de edad. ■ Escritura PÚBLICA 71