Definición - Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra

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1.
DEFINICIÓN: LA DISCAPACIDAD MOTORA.
Se entiende alumno con DM, aquél que presenta alguna alteración
motriz, transitoria o permanente, debido a un mal funcionamiento
del sistema osteoarticular, muscular y/o nervioso y que, en grado
variable, supone ciertas limitaciones a la hora de enfrentarse a
algunas de las actividades propias de su edad.
El término permanente al que se hace referencia en la
definición no determina que dicha discapacidad sea de carácter
definitivo. Muchas de las dificultades que acompañan a estos niños
son susceptibles de mejoría y pueden llegar a ser superadas, si se
ponen todos los medios adecuados, tanto materiales como
psicopedagógicos, y se favorece el máximo desarrollo de las
potencialidades del alumno.
Las alteraciones que se pueden observar, consecutivas de
lesiones en el aparato locomotor, son de grado variable,
dependiendo de su extensión, localización, origen e importancia
funcional de la zona lesionada. Es imposible la generalización en
cuanto a síntomas y manifestaciones característicos de cada una de
las patologías que pueden ocasionarlas. Por lo tanto, se hace
necesario concebir a cada niño como una persona individual, con
unas determinadas capacidades funcionales y a su vez,
condicionado por el entorno socio-familiar y escolar que le rodea.
A continuación, se detallan las patologías de mayor incidencia
en el área escolar, atendiendo al origen de la lesión, por ser el
criterio de clasificación más frecuente en el ámbito educativo
(CNREE, 1990).
1.1
LESIONES DE ORIGEN CEREBRAL
1.1.1 Parálisis cerebral infantil
La parálisis cerebral infantil (PCI) fue conocida hasta 1889 como
Síndrome de Little. En la actualidad se define como trastorno
permanente, pero no inmutable, de la postura, el tono y el
movimiento debido a una disfunción en el encéfalo antes de que su
crecimiento y desarrollo se complete. Conviene señalar que este
daño cerebral conduce a una coordinación desajustada de la acción
muscular y no a una parálisis de los músculos. Es la causa más
frecuente de DM. Tradicionalmente, se diferencian los siguientes
tipos (Bobath y Bobath,1987):
Espástica: La lesión se localiza en la corteza cerebral y se
caracteriza por la rigidez muscular. Esta espasticidad se
instala poco a poco a medida que el niño madura y empieza a
reaccionar frente a su desarrollo. Presentan patrones
posturales anormales, articulación lenta, rostro inexpresivo. Si
caminan, es típico la marcha en "puntillas". Tienden a ser
introvertidos.
Atetósica: La lesión se localiza en los ganglios basales y en
el haz extrapiramidal del cerebro y se caracteriza porque el
tono muscular es fluctuante. Presentan movimientos
involuntarios, lentos y repetitivos que se acompañan, a veces,
de torsión de extremidades, cara y lengua. Si existe marcha,
ésta es inestable (un andar "a trompicones") y la prensión de
la mano es débil. Su habla es incoordinada y sin ritmo y
suelen babear. Tienden a ser extrovertidos y con presencia de
labilidad emocional.
Atáxica: La lesión se localiza en el cerebelo, afectando al
equilibrio, a la coordinación muscular y a la capacidad de
regular la precisión del movimiento. Cuando caminan, la
marcha es inestable y sin coordinación de brazos (tipo
"Charlot"). Presentan dificultad de coordinación visomotriz,
voz monótona y articulación distorsionante.
Mixta: En la práctica se suelen encontrar más casos mixtos
que puros.
A su vez, según dónde abarque y se localice la lesión se
distinguen: monoplejia o monoparesia (afecta a una extremidad),
hemiplejia o hemiparesia (afecta a una extremidad superior e
inferior del mismo lado), diplejia (mayor afectación en los miembros
inferiores que en los superiores), paraplejia o paraparesia
(afectadas las extremidades inferiores) y tetraplejia o tetraparesia
(afectación de los cuatro miembros).
Los niños con PCI pueden presentar otros trastornos
asociados, en grado variable que no siempre se dan en todos los
casos. No obstante, falta todavía por determinar cuáles se deben al
daño cerebral y cuáles a una falta de estimulación ambiental (Rosa
y cols., 1993). Los más frecuentes son crisis epilépticas,
alteraciones sensorioperceptivas, déficits de atención, trastornos del
lenguaje y del habla, problemas emocionales y retraso cognitivo.
1.1.2 Traumatismo craneo-encefálico
Es una lesión cerebral que se produce por un impacto, pudiendo ser
éste directo (golpe) o indirecto (desplazamiento de la masa
encefálica). Las consecuencias pueden ser diversas y las
manifestaciones, en la práctica, son similares a las descritas en la
PCI. Además, puede aparecer problemática emocional ligada a la
conciencia y aceptación de la nueva situación de discapacidad.
1.1.3 Accidente cerebro -vascular
Es un proceso neurológico de comienzo brusco, debido a un fallo en
el aporte sanguíneo, que provoca lesión cerebral y pérdida
permanente o temporal de la función motriz. Se manifiesta,
generalmente, con hemiplejia o hemiparesia y puede acompañarse
o no de pérdida de lenguaje.
En síntesis, las necesidades educativas especiales (NEE) derivadas
de las lesiones cerebrales afectarán a los ámbitos de postura,
movilidad y desplazamiento, manipulación, comunicación y
lenguaje, sensorioperceptivo, personalidad, autonomía personal así
como a los aprendizajes escolares propiamente dichos. (Le
Metayer, 1995; Levitt, 2000).
1.2
LESIONES DE ORIGEN MEDULAR
1.2.1 Espina bífida
Es una malformación congénita del cierre del canal vertebral, que
puede ir o no acompañada de salida al exterior de una parte de la
médula espinal y/o de las meninges. Es una lesión permanente y no
modificable. El pronóstico de locomoción viene dado por el nivel y la
extensión de la lesión.
Existen diferentes tipos (Oculta, con Meningocele y con
Mielomeningocele). Es este último el que presenta NEE, ya que
cursa con parálisis y debilidad muscular por debajo del nivel de la
lesión (generalmente lumbar y sacra), alteraciones de la
sensibilidad, trastornos ortopédicos (pies equinovaros, luxación de
caderas…), incontinencia urológica e intestinal, debilidad en los
brazos y control manual fino disminuido y, en ocasiones,
hidrocefalia. A veces, se observan alteraciones del carácter y
lenguaje
superficial, con dificultad para inhibir respuestas
irrelevantes.
1.2.2 Lesión medular traumática
Es una lesión en la médula espinal adquirida por un traumatismo
que provoca una desconexión de las vías nerviosas, sensitivas y
motoras con el cerebro. Es una lesión permanente y no modificable.
Según el nivel de la lesión, los trastornos son variables: tetraplejia y
paraplejia. Hay pérdida de sensibilidad por debajo de la lesión e
incontinencia de esfínteres.
Las necesidades educativas que van a presentar estos alumnos son
las derivadas de su lesión en la médula, afectando los ámbitos de
postura, movilidad y desplazamiento, manipulación, percepción
cinestésica, autonomía personal e integración social, tanto en el
entorno escolar como en el familiar ( Sáenz, 2002).
1.3
PROCESOS NEUROMUSCULARES
1.3.1 Distrofia muscular progresiva
Es una alteración del trofismo muscular que produce debilitamiento
y degeneración progresiva de los músculos de acción voluntaria.
Según el tipo de distrofia las consecuencias de la enfermedad
varían desde formas benignas a muy graves. Estas últimas
conllevan un progresivo deterioro físico que llega hasta la pérdida
de la marcha, limita la capacidad respiratoria y disminuye la
expectativa de vida.
El tipo más grave y frecuente es la enfermedad de Duchenne
de Bolougne. Cursa con dificultades para realizar los cambios
posturales (levantarse del suelo o de la silla). El ascenso por las
escaleras es lento y laborioso, ayudándose siempre de los brazos.
Su marcha es patológica y con dificultad para correr y saltar,
siendo finalmente usuarios de silla de ruedas. La capacidad de
movimientos amplios de miembros superiores es limitada, con
dificultad para separar los brazos del tronco y llevarlos a la cabeza.
Pueden aparecer problemas emocionales ligados a la conciencia de
la enfermedad.
1.3.2 Neuromiopatías
Son enfermedades congénitas, desmielinizantes y de evolución
variable. Su grado de severidad varía desde formas asintomáticas
hasta otras muy graves. En los casos leves se produce cierta
parálisis en los miembros inferiores, sin impedir la marcha (aunque
precisen de aparatos ortopédicos). En los muy graves existe
imposibilidad para adquirir la deambulación. El tipo más frecuente
es la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth.
Las NEE derivadas de la deficiente o nula acción muscular
repercutirán en las áreas de postura, movilidad, desplazamiento,
manipulación y, por tanto, en su autonomía personal y social y en
sus aprendizajes escolares (Bethlem y Knobbout, 1993).
1.4
PROCESOS OSTEOARTICULARES
Son lesiones evolutivas. Las alteraciones que se producen incluyen
malformaciones que afectan a los huesos y a las articulaciones.
Pueden ser de etiología congénita (artrogriposis y agenesias),
distrófica (osteogénesis imperfecta) y adquirida (reumatismos
infantiles y traumatismos). Presentan poca movilidad por la rigidez
articular, posturas viciosas antiálgicas (evitadoras del dolor) y, en
general, dificultad postural por la dismetría segmentaria que tienen.
Las necesidades educativas afectan a la movilidad, postura,
desplazamiento y manipulación, siendo menor la incidencia en otros
ámbitos de la persona y del entorno escolar y familia (Xhardez,
2000).
2. NECESIDADES EDUCATIVAS ASOCIADAS A
DISCAPACIDAD MOTORA
Una vez descritas las manifestaciones de cada patología, es preciso
conocer como éstas condicionan a las funciones y actividades del
niño, en los siguientes ámbitos (CNREE,1990 y CREENA, 2000):
2.1.
POSTURA, MOVILIDAD Y DESPLAZAMIENTO
Los alumnos con DM presentan dificultades para adquirir o
mantener las diferentes habilidades motoras. Así, las limitaciones
más significativas que se pueden encontrar en la escuela son las
referidas al desplazamiento, la postura y movilidad.
Es frecuente que estos niños presenten problemas en sus
desplazamientos por ausencia o inestabilidad en la marcha, debido
a alteraciones en el equilibrio estático y dinámico, en la
coordinación muscular y/o por debilidad o parálisis muscular. Como
consecuencia, suelen ser usuarios de diferentes ayudas técnicas
(sillas de ruedas, muletas, andadores...). Todo ello dificulta al
alumno el traslado al colegio, así como el acceso al centro y la
utilización de las diferentes dependencias del mismo. Y, en
consecuencia, debe plantearse la posibilidad de transporte
adaptado y la eliminación de barreras arquitectónicas.
En cuanto a la postura y movilidad, presentan dificultades para
mantener una postura adecuada (alineación corporal incorrecta y
escaso o nulo control raquídeo) y para adaptar las distintas partes
del cuerpo a los cambios posturales. Existen además, dificultades
para disociar movimientos de unas zonas corporales respecto de
otras y/o para coordinar adecuadamente los grupos musculares
necesarios para realizar diferentes actividades escolares y de la
vida diaria. Asimismo, el mantenimiento prolongado de posturas
anormales y la falta de movilidad conllevan la aparición de
deformidades osteoarticulares. Por todo ello, es necesario realizar
adaptaciones en el mobiliario escolar, atendiendo a las
características individuales del alumno. Se buscarán aquellas
modificaciones que sean lo más normalizadas posibles, partiendo
del propio mobiliario del centro.
2.2. MANIPULACIÓN
La ausencia de control postural, la incoordinación de movimientos y
las dificultades para la independencia segmentaria repercuten en la
utilización de los miembros superiores. Se encuentran alumnos que
no utilizan nada sus manos, los que dirigen la mano a los objetos
pero no pueden agarrarlos, los que pueden hacerlo pero no pueden
soltarlos y aquellos que pueden asir los materiales pero de forma
atípica.
En ocasiones, las dificultades de manipulación se pueden ver
agravadas por la existencia de movimientos involuntarios, debilidad
muscular y sincinesias. Todo ello enlentece el desarrollo y
adquisición de los diferentes contenidos curriculares, entre ellos la
escritura. Como consecuencia, es preciso adaptar el material
didáctico de manera que se facilite la realización de las diferentes
tareas escolares.
2.3. COMUNICACIÓN
En algunos casos, la DM puede ir acompañada de dificultades en la
expresión oral y/o escrita, e incluso de incapacidad para exponer
sus deseos a través de expresiones faciales o gestos. Estas
dificultades pueden presentar diferentes niveles: emisión de sonidos
guturales, emisión de sonidos diferenciados, producción de algunas
palabras, enunciados y frases, habla no inteligible en determinados
contextos o condiciones, etc.
Estas alteraciones pueden darse en distintos momentos del
proceso evolutivo de la persona: en un proceso inicial del desarrollo
del lenguaje (adquisición de funciones básicas de comunicación),
en situación de perfeccionamiento de competencias en la forma, el
uso y el contenido del lenguaje (estructurar adecuadamente una
frase, saludar en el momento oportuno, explicar acontecimientos del
fin semana), o en condiciones avanzadas de habilidades
comunicativas (exponer un trabajo, plantear cuestiones para una
entrevista).
Por lo tanto, se hace necesario el uso de ayudas técnicas, así
como la adaptación curricular centrada no sólo en el desarrollo del
habla, sino en todos los procesos de la comunicación.
2.4. SENSORIOPERCEPTIVAS
Pueden presentar también pérdidas o disminución de la audición,
de la agudeza visual así como nistagmus y restricción del campo
visual. Si bien estas dificultades son más propias del escolar con
PCI, las alteraciones y/o pérdidas totales o parciales de las
sensaciones al tacto, dolor, presión, frío o calor…, acompañan a los
lesionados medulares.
A su vez, todas éstas condicionan la percepción, incidiendo en
gran manera en el aprendizaje escolar. Entre las alteraciones más
frecuentes de tipo visual destacan la incoordinación visomotriz, las
dificultades de percepción figura-fondo, constancia visual y
percepción de las posiciones en el espacio y su relación con él. La
percepción auditiva se ve afectada en los aspectos de
discriminación, memoria e integración. Asimismo, las alteraciones
en la percepción cinestésica condicionan la adquisición e
integración del esquema corporal y la estructuración espacial y
temporal. Todo ello se debe contemplar en una adaptación
curricular si fuese necesario.
2.5. AFECTIVO-SOCIAL
La incapacidad de influir eficazmente sobre los objetos, hechos y
personas, conlleva la ausencia de control de cualquier experiencia
personal, generando sentimientos de incompetencia y debilitando la
motivación de logro. Si a ello se añade que el entorno que le rodea
tiende a la sobreprotección, se refuerzan las conductas de
aislamiento, pasividad y dependencia. Si el escolar, además,
presenta inexpresividad facial y un lenguaje poco inteligible puede
acabar sin comunicarse y sin desarrollar habilidades sociales
básicas.
Además, la autoimagen puede generar una angustia
permanente, máxime en situaciones de progreso de enfermedad o
aparición brusca de ésta, que se traduce en conductas de repliegue
personal, negativismo y refugio en la fantasía para escaparse de la
realidad. También se observan dificultades para controlar las
emociones, pasando de conductas de tipo depresivo al optimismo,
no exentas en ocasiones de agresividad e indisciplina,
especialmente si hay dependencia física máxima.
En consecuencia, se constata la necesidad que tiene este
alumnado de un refuerzo de la motivación para el trabajo escolar y
un diseño de actividades y estrategias que posibiliten sentimientos
de autoeficacia y normalización de las interacciones sociales,
permitiendo un desarrollo adecuado de sus relaciones
interpersonales.
2.6. AUTONOMÍA PERSONAL
Las
alteraciones
de
movilidad,
de
control
postural,
sensorioperceptivas
y
de
manipulación
condicionan
el
desenvolvimiento en las actividades de la vida diaria (AVD):
vestido/desvestido, aseo personal, alimentación, juegos, etc.,
dificultando la adquisición de la autonomía personal de los alumnos
con DM.
Existen niños que precisan de una participación total del adulto,
otros que colaboran en la medida de sus posibilidades y alumnos
que sólo requieren ayuda verbal y/o una cierta vigilancia para el
mantenimiento de posturas correctas y para la utilización adecuada
de las manos, utensilios, juguetes...
Partiendo de sus posibilidades y dificultades, se llevará a cabo
un programa de autonomía (adaptación curricular) que marque las
pautas de actuación y se proporcionará, para ello, los recursos
materiales y/o personales necesarios.
2.7. APRENDIZAJES ESCOLARES
La capacidad intelectual del alumno con DM no tiene porqué verse
afectada, si bien aparecen en casi todos ellos problemas de
aprendizaje derivados, fundamentalmente, de su limitado contacto y
control sobre el mundo que les rodea. En consecuencia, no
estructuran el espacio y el tiempo, ni expresan lo que van
conociendo ni lo que sucede en su mundo interior, etc.
La existencia de otros trastornos asociados y las ausencias de
la escuela por enfermedades complican, además, el dominio de los
aprendizajes previstos (Rosa y cols., 1993). A ello, se añade que
tienen dificultades al realizar las tareas que se les encomienda y el
ritmo que imprimen en ellas es lento. Por tanto, estas limitaciones
deberán contemplarse en el diseño de la respuesta educativa
(adaptación curricular).
En síntesis, la intervención pedagógica deberá dar respuesta a las
siguientes necesidades educativas:
• Traslado al centro.
• Supresión de barreras arquitectónicas.
• Adaptación de mobiliario y material didáctico.
• Ayudas técnicas
• Personal especializado.
• Adaptaciones curriculares.
• Desarrollo de relaciones interpersonales.
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