? Hay vida ma´s alla´ de la densitometrıa o´sea?

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Med Clin (Barc). 2011;136(14):623–624
www.elsevier.es/medicinaclinica
Editorial
?
Hay vida más allá de la densitometrı́a ósea?
Is there life beyond bone densitometry?
Manuel Sosa Henrı́quez a,* y Marı́a Jesús Gómez de Tejada Romero b
a
Grupo de Investigación en Osteoporosis y Metabolismo Mineral, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Unidad Metabólica Ósea, Hospital Universitario Insular,
Las Palmas de Gran Canaria, España
b
Departamento de Medicina, Universidad de Sevilla, Sevilla, España
I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O
Historia del artı´culo:
Recibido el 9 de noviembre de 2010
Aceptado el 11 de noviembre de 2010
On-line el 22 de febrero de 2011
La osteoporosis es una enfermedad muy frecuente que afecta a
un amplio segmento de la población, sobre todo a mujeres de edad
avanzada. La definición más utilizada de osteoporosis fue
publicada por el NIH (National Institutes of Health) en el año
2000, que la considera «una enfermedad de todo el esqueleto,
caracterizada por una masa ósea baja y una alteración en la
microarquitectura ósea que condiciona la presencia de un hueso
más frágil, con el consecuente incremento en el riesgo de
fractura»1; y esta definición integra todo lo que es necesario
conocer sobre la osteoporosis para su diagnóstico y tratamiento:
masa ósea baja (trastorno cuantitativo), alteración microestructural (trastorno cualitativo), mayor fragilidad y la fractura como
complicación y única manifestación clı́nica, que es lo que debe
tratar de evitarse, idealmente la primera y, si no es posible, las
sucesivas.
Sin embargo, desde un punto de vista clı́nico esta definición no
es práctica2, ya que, aunque identifiquemos y aceptemos todos
estos elementos como componentes necesarios para la definición
de la enfermedad, no disponemos de una herramienta única,
sencilla y reproducible que permita aplicar medidas preventivas o
terapéuticas. Desde luego, no es la fractura la que define la
existencia de la osteoporosis (es su complicación), y tampoco lo es
exclusivamente una densidad mineral ósea baja, pues con ésta,
medida habitualmente por densitometrı́a, solo se valora uno de los
aspectos de la osteoporosis: la alteración cuantitativa3.
Y aún con estas limitaciones, el desarrollo de la densitometrı́a
en los años 1980-1990 y la aceptación casi universal de los criterios
diagnósticos densitométricos de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) publicados en 19944 generaron entre los clı́nicos una
Véase contenido relacionado en DOI: 10.1016/j.medcli.2010.09.043
* Autor para correspondencia.
Correo electrónico: msosa@ono.com (M. Sosa Henrı́quez).
enorme dependencia de la densitometrı́a, tanto para el diagnóstico
como para la toma de decisiones sobre la prevención y el
tratamiento de la osteoporosis. Y consideramos que esto fue un
error, porque de haberse seguido rigurosamente la filosofı́a
publicada «en letra pequeña» por los propios autores, los criterios
densitométricos de la OMS deberı́an aplicarse exclusivamente con
fines epidemiológicos y solo en mujeres de raza blanca, y no como
instrumento de diagnóstico y práctica clı́nica generalizada. A partir
de ese momento, se generalizó el diagnóstico de osteoporosis a
todo paciente con una puntuación T inferior a 2,5 en cualquier
localización ósea, ya fuese varón o mujer de cualquier raza, y se
empezó a utilizar el diagnóstico de «osteopenia», término
enormemente desafortunado en nuestra opinión5, ya que en
muchas ocasiones generó en las pacientes una psicosis de «estado
previo a la osteoporosis» hacia cuya evolución la progresión parecı́a
inexorable. Más adelante, la OMS aconsejó cambiar el término
osteopenia por el de masa ósea baja, cuando ya era tarde. Por otra
parte, al no disponer de instrumentos que permitiesen estimar la
calidad ósea y, con ello, completar una valoración global del estado
óseo, nos encontrábamos con la paradoja clı́nica de que en algunos
estudios se observó una alta prevalencia de fracturas vertebrales
(del 50%) en las mujeres postmenopáusicas clasificadas por
densitometrı́a como «osteopénicas»6.
La sobrevaloración de la densitometrı́a ha sido tal que algunas
guı́as, como las publicadas por la International Society of Clinical
Densitometry7, recomiendan la realización de una densitometrı́a a
toda mujer de edad superior a 65 años y a todo varón mayor de 70
años. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de
Estadı́stica8, esto supondrı́a en España la realización de densitometrı́a a casi 7 millones de personas (6.854.977), lo cual a todas
luces es imposible.
La herramienta FRAX1 fue publicada en 2007 por Kanis et al9,
curiosamente primer autor también y máximo responsable de la
clasificación densitométrica de la OMS. Siguiendo la misma
0025-7753/$ – see front matter ß 2010 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
doi:10.1016/j.medcli.2010.11.006
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M. Sosa Henrı´quez, M.J. Gómez de Tejada Romero / Med Clin (Barc). 2011;136(14):623–624
trayectoria, la herramienta FRAX1 fue apoyada por la OMS, y desde
su publicación ha generado una enorme polémica entre sus
defensores y detractores. El FRAX1 permite calcular el riesgo
absoluto de sufrir una fractura por fragilidad en los próximos 10
años, tanto en varones como en mujeres, a partir de una serie de
datos clı́nicos, que son los factores de riesgo tradicionalmente
conocidos como de mayor peso especı́fico para la aparición de
fracturas, como la edad, la presencia de fracturas previas, la toma
de glucocorticoides por vı́a oral o los antecedentes maternos de
fractura de cadera, por nombrar solamente algunos. Por otra parte
tiene sus limitaciones, pues no incluye factores claramente
relacionados con las fracturas como las caı́das, se valora de la
misma manera el haber padecido una o varias fracturas, y no se
tiene en cuenta la dosis a la que se han tomado los glucocorticoides,
poniendo solo tres ejemplos. Además, su aplicabilidad queda
limitada a mujeres no previamente tratadas, excluyendo por ello
un gran número de casos que diariamente afrontamos10. Por ello, y
aunque el FRAX1 sea de una gran utilidad, es evidente que hace
falta «algo más» para estimar con mayor precisión el riesgo de
fractura.
En este número de Medicina Clı́nica, Azagra et al11 presentan un
trabajo en el que, aplicando los criterios de la National Osteoporosis
Guideline Group (NOGG) conjuntamente con la escala FRAX1,
estiman que podrı́an reducirse hasta casi en un 50% las
densitometrı́as realizadas en la práctica clı́nica habitual. Y ello
lo consiguen aplicando dos herramientas inocuas y gratuitas, ya
que el acceso tanto a los criterios de la NOGG como a la
herramienta FRAX1 es universal, pues ambos se encuentran
disponibles gratis en Internet. Quizá la sencilla aplicación conjunta
de estas dos escalas por fin nos libere de la dependencia, a veces
tiranı́a, de una prueba que, útil en un determinado contexto, ha
sido, en nuestra opinión, sobrevalorada en exceso. Definitivamente, hay vida más allá de la densitometrı́a.
Bibliografı́a
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