Don José de la Borda, minero mejicano del siglo XVIII

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DON JOSÉ DE LA BORDA, MINERO MEJICANO
DEL SIGLO XVIII
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L de la Borda es un apellido ilustre en la historia de la
minería y del arte de la Nueva España del siglo XVIII.
No hay mejicano de cierta cultura histórica que no tenga
noticias de las fabulosas fortunas hechas por don José de la
Borda con los negocios de minas, ni aficionado a las Bellas
Artes que no haya visitado la primorosa iglesia de Tasco,
construida a sus expensas, o al menos no la conozca por el
excelente libro a ella dedicado por Manuel Toussaint 1 , el
más prestigioso de los historiadores del Arte mejicano.
Hijo de don Pedro de la Borda y de doña Magdalena
Sánchez, nació el 2 de enero de 1699. Establecido su hermano mayor don Francisco en Tasco desde 1708 y dedicado
a los negocios de minas, embarcó él con el mismo rumbo
en 1716. Cuatro años más tarde se casaba en aquella población con doña Teresa Verdugo Aragonés. Los hijos que en
ella tuvo, Ana María y Manuel, entraron en religión sin dejar descendencia.
No es lugar éste de hacer historia de todos sus negocios
mineros, pero sí de hacer un breve resumen de los que más
contribuyeron a crearle el título de Fénix de los mineros ricos
con que se le conoció en su tiempo. La explotación que le
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Tasco. Su historia, sus monumentos, características actuales y posibilidades turísticas. Méjico, 1931. Editorial Cultura.
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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
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convirtió en una personalidad de primer orden fué la de la
mina de La Lajtcela, que, heredada de su hermano, comenzó a trabajar en 1745.
En 1748 descubría la veta de San Ignacio, que durante
nueve años de bonanza le produjo una cantidad de plata
fabulosa. Iniciada la decadencia de la mina, se dedicó principalmente a las de Real del Monte, al parecer en unión del
Conde de Regla; pero ni en ellas, ni en otras que benefició
en esos años, logró tener fortuna. La munificencia con que
construyera y decorara la espléndida iglesia de Tasco, obra
capital de la arquitectura mejicana del siglo XVIII y, sobre
todo, la marcha de los negocios, llegaron a consumir su primera fortuna. Hubo de acudir a préstamos, que la propia
parroquia por él tan ^lujosamente construida le denegó.
Pero como tal vez, en previsión de futuras adversidades, se
había reservado la propiedad de parte de la orfebrería de la
parroquia, consiguió que fuese adquirida por la catedral de
Méjico. La pieza más importante era la famosa custodia,
que vendida por el Gobierno en el siglo XIX aseguran que
se encuentra en Nuestra Señora de París. Con los ciento
diez mil pesos producto de la venta se dedicó en Zacatecas
al desagüe de la mina La Quebradillo.. Cuando se le agotaban los recursos, tuvo la fortuna de abrir el tiro de La Esperanza, en la Veta Grande, y en poco tiempo volvió a convertirse en un nuevo Creso.
El 30 de mayo de 1778 moría en Cuernavaca, ciudad a
donde se había retirado dos años antes para restablecer con
su clima suave su ya quebrantada salud.
La Borda era persona que sabía disponer de sus inmensos recursos económicos con esplendidez. La iglesia de San
Sebastián y Santa Prisca de Tasco, por él construida, es,
como queda dicho, una de las obras maestras de la arquitectura colonial.
Pero no son únicamente los edificios religiosos los testimonios de su munificencia. El abrió caminos, construyó
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puentes, trajo aguas, costeó escuelas, repartió alimentos en
enormes proporciones en épocas de escasez. Su desprendimiento era de todos conocido, y de él se decía: «Dios a darle a Borda y Borda a darle a Dios.»
Como en el caso de Laborde, también ha preocupado el
origen de don José de la Borda. El mismo Toussaint, con
posterioridad a su libro sobre Tasco, ha escrito un folleto,
que ha costeado un español ilustre, el editor don Pedro Robredo. Se titula así: Don José de la Borda restituido a España,
Otra prueba de su nacimiento en la jurisdicción de Jaca 1.
Aunque en los letreros que ilustran los retratos de la
Borda, conservados en la iglesia de Tasco y en el Museo de
Méjico, se dice que era natural de los reinos de Francia, y
aun se precisa que de la ciudad de Olorón, el propio interesado declara en dos ocasiones que nació en el reino de Aragón en 1761, que era «natural de la jurisdicción de Jaca en
el reino de Aragón». Según Toussaint, se ha buscado infructuosamente la partida de nacimiento, tanto en Olorón como
en Jaca, y supone, aunque sin poder probarlo por falta de
datos, que su padre, don Pedro, debió de ser francés, y que
pasado a España casó en Jaca con doña Magdalena, madre
del célebre minero. Recuerda que el financiero francés Juan
José Laborde, decapitado en París en 1794, había nacido
en Jaca en 1724, y sospecha que pudiera ser un sobrino de
don José.
A esto se reduce cuanto en relación con el problema que
motiva esta nota contienen los dos trabajos de Toussaint
Por mi parte, no quiero desaprovechar esta ocasión para
invitar a los eruditos de Huesca a que busquen la partida
de casamiento de los padres del ilustre minero y la de casamiento de éste.
DIEGO ÁNGULO.
1
México. Pedro Robredo, librero y editor, en el antiguo solar
de los Avila.
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