RELATIVA AL TEMA "DE LA INDEPENDENCIA A LA OTRA DEPENDENCIA", A CARGO DEL DIPUTADO JAIME VERDÍN SALDAÑA, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PAN Decía Pascal que: "El corazón tiene razones que la razón no conoce" y ciertamente, el ser humano es la razón; pero también es la pasión. Este 15 de septiembre celebramos un año más la independencia de México; es fiesta nacional, la vivimos con una gran pasión. La reflexión queda en un plano secundario, por eso hoy, desde esta tribuna quiero hacer una reflexión y, desde luego, con su respectiva dosis de pasión. Pues bien, comienzo citando el pensamiento escrito en Tlatelolco, con motivo de la conquista de México – Tenochtitlan: "En la conquista no hubo ni vencedores ni vencidos, fue únicamente el doloroso nacimiento de la nueva nación mestiza que ahora es México". 13 de agosto de 1521. Esto sería el colofón de una primera etapa histórica y, casi simultáneamente, el comienzo de una etapa de dominación española que duraría trescientos años; luego vendría la independencia de México. Sin embargo, para comprender éste proceso, es necesario precisar y definir las causas internas y externas que la originaron. Por eso, creo yo, la independencia consistió en un proceso moral y político dado dentro de las circunstancias culturales e históricas de su tiempo. De valor local, pero con trascendencia universal. Esta lucha no dejó de ser en su época una verdadera innovación política, sólo comprensible por las personas más evolucionadas desde el aspecto cívico. Al principio, el movimiento libertario hallaba su inmediata justificación, para la mayoría de la gente, en la venganza que se estaba consumando como respuesta a las injusticias de carácter material cometidas por los gachupines, peninsulares y criollos. Aquí es preciso aclarar que en 1810 no se contaba en la colonia con un concepto a priori de México como nación. Y fue hasta la época del presidente Benito Juárez cuando ya pudo advertirse y estuvo a prueba la conciencia nacional mexicana. Coincido con algunos autores en que "El origen de la modalidad de nuestro ser político habría que buscarlo desde el siglo XVI (nos guste o no) porque en este siglo tuvo lugar el encuentro de occidente con las civilizaciones precolombinas de América". En éste contexto es importante entender el concepto ontológico del mexicano y lo mexicano. Este fenómeno histórico nos dejó como herencia un pueblo y una cultura mestizos. Sin embargo, es necesario aclarar que el nuevo ser México tuvo necesidad de reforzarse, por estos días, con elementos del mundo indígena, que por tener grandeza y deferencias esenciales con los hispánicos, eran oponibles a todo lo español. En otro orden de ideas quiero mencionar que Morelos, con sus avanzadas ideas y conceptos edificó la primera Constitución Mexicana de 1814. También es necesario decir que más tarde la Constitución de Cádiz sirvió de fuente para la redacción de nuestra primera Constitución Federal de 1824. Pues bien compañeros, estamos en éste que se ha dado en llamar "mes de la patria", celebramos un aniversario de nuestra independencia; nos liberamos del yugo español; de trescientos años de dominación española. De eso hace ya casi doscientos años. Podríamos pensar que se trata de la reivindicación de la raza cósmica. Todos celebramos, con mucha pasión y algunas veces con razón; no es para menos. Sin embargo, desde hace algunas décadas hemos caído en una dependencia más sutil y hasta peligrosa, porque es encubierta. Se trata de una dominación material e ideológica, de la nueva dependencia de nuestro vecino del norte. La economía tiene ya mucho tiempo. La ideología que, con la aparición de los medios de comunicación, sobre todo la televisión y el cine, ha promovido la vida al estilo americano; el sueño americano, afectando nuestra idiosincrasia. Me queda claro que el mundo vive el fenómeno de la globalización. Y es casi imposible sustraerse del aspecto económico. Pero nuestra cultura, nuestra idiosincrasia deben preservarse para seguir teniendo identidad como mexicanos. Esto lo podemos lograr si transitamos hacia un México armónico, sin pobreza, sin ideologías, pero sobretodo, sin complejos. Atentamente Diputado Jaime Verdín Saldaña