Ammán Pocos lugar dan muestra de la evolución de la Historia de Jordania de una forma tan evidente como es el caso de Ammán, donde se pueden observar, capa por capa, las Ciudad de Amman diversas etapas de la metamorfosis experimentada en la ciudad. Fue la capital del Reino de Ammon en tiempos de la Edad del Hierro. Se convirtió, respectivamente, en una ciudad helínistica, romana, bizantina; seguidamente, en el corazón de la provincia omeya de Al-Balqa´; en un yacimiento de ruinas abandonado y, a finales del siglo XIX, en una ciudad otomana. Hoy en día, es la capital del Reino Hachemita de Jordania. Los primeros asentamientos tuvieron lugar en Jabal el-Qala´a, abastecidos del agua procedente de un estanque cavado en la roca. Se hace referencia por primera vez a Rabbath Ammon o Rabbah en la Biblia, como el lugar hasta donde se trasladó el enorme somier de hierro del rey Og de Bashan como botín de guerra (Deut. 3). 3). Más tarde, cuando las tropas del rey David atacaron los sumistros de agua de la ciudad (2 Sam, 12:27), éste mandó morir a Urías el Hitita en primera línea de batalla, de tal manera que pudiera casarse con su hermosa viuda, Betsabé. A principios del siglo VI a.C., las profecías de Jeremías (49:2) y Ezequiel (21:2; 25:35) sobre la destrucción de Rabbah a manos del rey Nabucodonosor de Babilonia no se cumplieron en su totalidad aunque, cierto es que, Rabbath Ammon, al igual que toda la región, pasó a ser una provincia más del Reino de Babilonia y, posteriormente, del persa. En el periodo helenístico, durante el cual Oriente Próximo estuvo dividido entre los sucesores de Alejandro Magno, enfrentados enre sí, los Ptolemaicos egipcios y los Seléucidos sirios se tornaron el control de la ciudad de manera periódica. Ptolomeo II Philadelphus (238- 246 a.C.) reconstruyó la ciudad, a la que denominó Philadelphia. Los Nabateos también tuvieron el control de la ciudad por algún tiempo. El momento de mayor prosperidad de la ciudad se experimentó bajo el control de los romanos, entrando a formar parte de la Decápolis. El resultado fueron nuevas edificaciones como el teatro, el odeón y el foro en la zona baja de la ciudad que quedaban conectadas a los nuevos templos, situados en la ciudadela, mediante una monumental escalinata. Philadelphia ostentó riqueza durante el periodo bizantino, momento en que se nombró sede del Obispado, así como tras la conquista árabe en el 636, de la que son testigos los restos de un precioso palacio omeya del siglo VIII y un complejo administrativo. A partir de este periodo, la ciudad recuperó su nombre primivito, de origen semítico: Ammán La época de decadencia de la ciudad llegó al trasladar los Abbasíes el centro del mundo islámico de Damasco a Bagdad a mediados del siglo VIII. Hacia el siglo XV, Ammán era una ciudad abandonada en ruinas. Y de esa manera permaneció hasta 1878, cuando los Otomanos asentaron a un grupo de circasianos en la zona, que habían huído de Rusia por practicar la fe islámica. Mantuvo su reducido tamaño (en 1918, I. E. Lawrence la denominó "pueblo") y sólo comenzó a crecer tras hacer el Emir Abdullah de Ammán la capital de su Emirato en 1921, expandiéndose de una colina a otra de manera vertiginosa en forma de hormigón o pieda de color miel claro. En 1946, el Emirato de Transjordania pasó a ser un reino con Ammán como capital, sede del Gobierno, centro comercial, legal y administrativo del Reino Hachemita de Jordania. MUSEO ARQUEOLÓGICO DE AMMAN Un museo realmente pequeño para una colección realmente grande... Los verdaderos tesoros del museo arqueológico constituyen un magnífico testimonio de la diversidad cultural e histórica del país desde la prehistoria hasta el imperio bizantino. En numerosas piezas se distinguen las influencias egipcias, asiáticas o persas que fueron dejando siglos de intercambios comerciales y conquistas. El broche del museo son las estatuas, de una o dos cabezas, de Ain Ghazal, consideradas como las figuras antropomorfas más antiguas (8000-6000 a.C.) halladas hasta el día de hoy. De visita absolutamente obligada. Busto bicéfalo. Yeso y bitumen, Ain Ghazi-Amman 2985.Cerámica preneolítica La mezquita King Abdullah A sólo 400 m. de la estación de autobuses Agdali, es muy moderna pero construida con buen gusto. Especialmente impactante es su enorme cúpula de color azul. En teoría es la única mezquita de Ammán visitable por no-musulmanes y la entrada cuesta 1 JD. Por la noche se ilumina con focos y la vista desde el exterior de sus minaretes y cúpula resulta muy bonita. El teatro romano El más imponente y mejor conservado monumento de la Philadelphia romana es su teatro. Según una inscripción, fue construido durante el reinado de Antonino Píus (138- 161 d.C) para albergar a 6000 personas. El teatro y el odeón, éste último con una capacidad para cerca de 500 personas, se ubicaban a ambos lados de un foro columnado. En un principio, ambas construcciones estaban dispuestas junto a un arroyo y una calle principal, la Decumanus Maximus. Hoy en día, el arroyo transcurre por una tajea; la calle se ha prologado con más tramo de carretera. El Propylaeum, que tampoco se conserva, constituía en su momento un puente de tres arcos situado al norte del foro, junto al arroyo y la calle. Suponía la entrada a la escalinata que llegaba hasta la ciudadela y de la que los viajeros han hecho referencia hasta 1911. Jabal Jofeh, la motaña sobre la que se levantó el teatro, pasó a conformar la residencia habitual de la alta sociedad durante los primeros años de vida del Emirato de Transjordania; esto es, los años 20 y comienzo de los 30 del siglo XX. Seguidamente, Jabal Amman acogió a dicha clase social, que terminó por ubicarse, hasta hoy en día, en Abdoun, mucho más al oeste. En 1948, el teatro y las viejas tumbas dispuestas por toda la colina sirvieron de primer refugio para algo más de 50.000 palestinos que huían de sus hogares dentro de lo que, posteriormente, se convertiría en Israel. En dos semanas, la población de Ammán prácticamente se duplicó. Muchos permanecieron en Jordania como ciudadanos jordanos y, poco a poco, remplazaron sus tiendas por estructuras más estables, superpuestas, hoy en día, las unas a las otras en las laderas de las montañas de la ciudad. La ciudadela Jabal Al-Qal´a o Colina de la Ciudadela, en forma de L, ha estado habitada desde, al menos, la Edad del Bronce Antiguo, momento a partir del cual se fortificó en varias ocasiones. Muestra de ello son las sólidas murallas pertenecientes a la Edad del Bronce Medio, que recientemente se han excavado en el suroeste de la montaña. Sin embargo, escasos son los restos arquitectónicos que perduran de dichas épocas. La mayoría de lo que podemos contemplar hoy en día son restos romanos, bizantinos y omeyas que dan fe de lo que una vez hubo allí. Templo de Hércules El Templo de Hércules, la edificación romana más significativa, se contruyó, según reza una inscripción, siendo Geminius Marcianus gobernador de la provincia de Arabia (162-166 d.C), dedicado a los coemperadores Marcus Aurelius y Lucius Verus. No fue el primer santuario en alzarse en la zona, ya que se han encontrado restos de un santuario que data de la Edad del Hierro, probablemente dedicado al dios amonita Milcom. Asimismo, se cree que la gran roca expuesta en el centro del Tempo de Hércules forma parte de un santuario anterior. Las piedras y columnas del templo se reutilizaron para la iglesia ubicada en el noreste de la ciudadela, construida entre los siglos V-VI. Se levantó para satisfacer las necesidades espirituales de la pequeña comunidad cristiana, que hizo de la ciudadela su residencia habitual y lugar de trabajo. En el periodo omeya, el material de la edificación romana se reutilizó para levantar un palacio y oficinas, en el mismo recinto que podría haber ocupado un segundo templo romano. Sirvió de cuartel general del gobernador principal, nombrado por los califas omeyas de Damasco. Aún perdura el monumental vestíbulo, conservando toda su altura (a pesar de haber sido restaurado recientemente con una cúpula de madera): una majestuosa sala de espera para aquellos que quisieran entrevistarse con el gobernador. Entre el palacio y el único edificio moderno de la ciudadela, el Museo Arqueológico, yacen los restos de la mezquita omeya. Al oeste del vestíbulo, encuentramos una enorme cirterna circular que suministraba agua al palacio.