Facultad de Derecho LIBERTAD DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN CRISTINA SAN JUAN TIERNO 71036770-M MARIO RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ 71039108-C Salamanca 2015 INDICE I- CONSIDERACIONES INICIALES ................................................................................................................................. 3 II- ELEMENTOS QUE CONFIGURAN SU NATURALEZA JURÍDICA ............................................................................... 5 III- NUCLEO CENTRAL DEL DERECHO: ........................................................................................................................ 6 IV- SUJETOS TITULARES DEL DERECHO: ..................................................................................................................... 7 V- CONTENIDO LABORAL DEL DERECHO: ................................................................................................................... 8 VI- PRINCIPALES SITUACIONES DE CONFLICTO: ...................................................................................................... 10 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................................................. 12 I- CONSIDERACIONES INICIALES El derecho de reunión y manifestación, regulado en el artículo 21 de la Constitución Española, debe considerarse como una libertad de título individual pero cuyo ejercicio se lleva a cabo de forma colectiva, es decir, su titularidad recae en cada uno de los individuos pero su ejercicio debe ser llevado a cabo por un conjunto de ellos. Para ver la definición que le da la doctrina de este Tribunal debemos acudir a la STC 85/1988 de 28 de abril, la cual vamos a mencionar en numerosísimas ocasiones a lo largo de este trabajo debido a su amplio contenido teórico y clarificador sobre el tema, en su fundamento jurídico numero 1 dice textualmente: “El derecho de reunión surge como un derecho autónomo intermedio entre los derechos de libre expresión y asociación, que mantiene en la actualidad una tan íntima conexión doctrinal con ellos, que bien puede decirse, en una primera aproximación al tema, que el derecho de reunión es una manifestación colectiva de la libertad de expresión ejercitada a través de una asociación transitoria siendo concebido por la doctrina científica como un derecho individual en cuanto a sus titulares y colectivo en su ejercicio que opera a modo de técnica instrumental puesta al servicio del intercambio o exposición de ideas, la defensa de intereses o la publicidad de problemas o reivindicaciones.” Pese a ello, estas facultades de reunión y manifestación se configuran como un cuerpo autónomo con sustantividad propia. Aparece regulado en el antes mencionado artículo 21 de la siguiente manera: 1. “Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa. 2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes”. Una vez vista la redacción de este artículo llegamos a la conclusión de que, al igual que sucede con otros derechos constitucionales, la norma no se aproxima con exactitud a la delimitación del mismo, al no dar un significado claro de lo que debemos considerar reunión. Para clarificar el concepto debemos acudir a la Ley Orgánica que desarrolla tal precepto, en este caso hablamos de la LO 9/1983, reguladora del derecho de reunión. En su artículo 1.2 explica con mayor precisión lo que debemos entender por “reunión”, definiéndola como “La concurrencia concertada y temporal de más de 20 personas con finalidad determinada”. Esta es la definición aceptada por la doctrina mayoritaria, con la salvedad de opiniones como la del autor José Luis López González, el cual defiende en su libro “El derecho de reunión y manifestación en el ordenamiento constitucional español” que esta LO sólo delimita las reuniones que entran dentro de su campo de actuación. Otra de las consideraciones que debemos dejar clara es la referida a cómo tratar a estos derechos, si debemos tratarlos como dos materias diferenciadas o como un conjunto. Aunque a simple vista el tema de ese trabajo puede parecer que hace referencia a dos derechos diferentes, tras una análisis de la jurisprudencia y, sobre todo, de la LO anteriormente mencionada (la cual se refiere a ellos indistintamente), llegamos a la conclusión de que debemos analizar el derecho de reunión y manifestación como un bloque único. Esto va en línea con la doctrina del TC, que se pronuncia en la STC nº 170/2008, de 15 de diciembre de 2008, donde considera el derecho de manifestación como una “vertiente” del derecho de reunión, por tanto, desde su punto de vista el derecho de manifestación estaría comprendido dentro del de reunión. Cabe destacar también que dentro del contenido de este derecho existen varias modalidades integradas en el mismo que están contempladas en la Constitución, concretamente en su artículo 21: - Reunión en general. - Reunión en lugar de tránsito público. - Manifestación. La existencia de estas categorías podría hacernos pensar que nuestra concepción de estos derechos como uno solo quizás es errónea, sin embargo, aunque la doctrina es polémica en este caso, la opinión principal es que lo que tenemos enfrente es un único derecho, con distintas modalidades que forman parte de él. Esta postura es la que comparten también autores como Fernández Segado o Sánchez Ferríz, quienes entienden en su obra que el derecho de reunión comprende tanto las reuniones en lugares públicos como las manifestaciones de las que también se ocupan. Para finalizar estos rasgos iniciales del derecho debemos hacer hincapié en el componente político ligado a su ejercicio, esto es puesto de relieve por autores como Tomas Vidal Marín en su obra “Derecho de reunión y manifestación” en la que postula que no es concebible un sistema democrático de no ser reconocido este derecho. Esta afirmación puede completarse a su vez con la de otro autor importante en la materia, como es Ignacio Torres Muro, que recalca esta importancia política al decir que el intercambio de ideas producido en todas las modalidades de reunión es una pieza clave para la libre circulación de opiniones, que constituye la base del Estado democrático. También destacar la doctrina al respecto recogida por el TC en la STC 66/1995 de 8 de mayo, que define este derecho como “Un cauce del principio democrático participativo”. La relevancia de la reunión y manifestación como medio de intervención de los individuos en este modelo de Estado de carácter democrático hace que sea necesaria una protección por parte de los poderes públicos para fomentar que se lleve a cabo. Para esto cuenta con todas las garantías de las que disponen los derechos fundamentales, como la eficacia jurídica de carácter inmediato, el principio de reserva de ley orgánica, recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional… Además de todas estas medidas, cuenta con una regulación de carácter muy permisivo que podemos observar, por ejemplo, en la ausencia de necesidad de un permiso administrativo previo (solo en caso de que se desarrolle en lugares de transito público y aun así solo se podrán prohibir en contadas situaciones). II- ELEMENTOS QUE CONFIGURAN SU NATURALEZA JURÍDICA Una vez hemos definido el derecho de reunión y comentado sus rasgos principales, debemos hacer mención a los elementos que lo conforman, lo cual es indispensable para determinar qué tipo de reuniones son las comprendidas en el ámbito de actuación de este derecho. Para ello debemos realizar un análisis de la doctrina del TC y sobre todo destacar una vez más la STC 85/1988, que argumenta cuales son las características que establecen la distinción entre las reuniones que están reguladas por este derecho recogido en el artículo 21 de la CE respecto de otras congregaciones como pueden ser las meras agrupaciones de individuos sin una finalidad concreta. Este Tribunal también habla de estas características en la STC nº 170/2008, de 15 de diciembre y STC nº 163/2006, de 22 de mayo. Podemos dividir estos elementos diferenciadores y necesarios en cuatro grandes bloques según la doctrina comentada: a) Elemento personal: Referido a la agrupación de personas que es necesaria para constituir una reunión. Cabe recordar aquí lo que mencionamos con anterioridad cuando explicábamos que estamos ante un derecho cuya titularidad corresponde a cada uno de los individuos pero cuyo ejercicio obligatoriamente debe llevarse a cabo de forma colectiva. Recordemos que la LO 9/1983 entiende por reunión la concurrencia de más de 20 personas, por tanto es necesario alcanzar esta cifra para entrar dentro de las previsiones de la ley. b) Elemento temporal: Referido al carácter transitorio de la reunión, cuya duración siempre será limitada en el tiempo (ya que la razón de ser de la misma tiene un fin concreto), por lo que la temporalidad será una de las principales notas distintivas. La LO 9/1983 establece la obligación de dicha temporalidad en su artículo 1. c) Elemento finalista: Referido al objetivo que tiene la reunión, esta agrupación de personas se habrá de prefijar con anterioridad para satisfacer una intención concreta, por tanto está latente el carácter voluntario en la participación de los miembros. La STC 85/1988 establece que “En las cuestiones que suponen actividad de los asociados o, en su caso, reunidos, proyectada hacia transeúntes o terceros ajenos a la asociación o reunión, no concurren los elementos del concepto de reunión, consistente en el concierto mutuo para concurrir, en saberse partícipe”. El motivo es determinante dado que la LO 9/1983 establece en su artículo 2 que están fuera de la regulación de este derecho las reuniones por motivos familiares/de amistad o las reuniones entre profesionales y clientes con motivo de su profesión. d) Elemento objetivo: Referido al lugar de celebración de la reunión. Para que puedan entrar dentro del ámbito de actuación de la LO 9/1983 deben celebrarse en un ámbito público, ya que las celebradas en un domicilio particular no están sujetas a los mandatos de esta ley según su artículo 2, tratándose en ese caso de una cuestión regulada por el derecho a la intimidad. III- NUCLEO CENTRAL DEL DERECHO: Nos estamos refiriendo al núcleo indispensable que conforma el derecho, lo que se podría denominar como contenido esencial, del que el artículo 53 de la CE recoge un mandato para el legislador cuya finalidad es respetarlo. Respecto del derecho que nos ocupa, la doctrina que el Tribunal Constitucional ha llevado a cabo está reflejada en la STC 115/1987 de 7 de Junio. Dicha sentencia entiende que el núcleo de este derecho es “La no existencia en su ejercicio de una previa autorización” El TC entiende que si se obligara a contar con una autorización previa se estaría yendo en contra del precepto constitucional al coartar la libertad del individuo en su ejercicio. No debemos llegar a la conclusión a raíz de lo visto en la doctrina de que este derecho es cuasi absoluto, el legislador podrá hacer uso de su poder para establecer las restricciones que considere necesarias, pero dichas restricciones deberán de estar fuera de este núcleo que se yergue como fundamental y estar debidamente justificadas (al igual que sucede con el resto de derechos fundamentales). Esta cuestión queda explicada por la propia doctrina del TC en la STC 91/1983 de 7 de Noviembre, donde se establece que “Los derechos fundamentales constitucionales incluido el derecho de reunión no son absolutos, cuentan con limites en los derechos de los demás”. IV- SUJETOS TITULARES DEL DERECHO: La redacción constitucional acerca de este derecho tiene un carácter muy favorable en cuanto a los sujetos que son titulares del mismo, ya que el artículo 21 no parece establecer limitaciones para ningún colectivo, sin embargo, cabe preguntarnos qué pasaría con algunos sujetos que han contado a lo largo del tiempo con particularidades en cuanto a dicha titularidad, refiriéndonos en este caso a los ciudadanos extranjeros. El conflicto histórico que surgió con los extranjeros hace referencia a la posible necesidad de autorización para la estancia o residencia legal en España como requisito en el ejercicio del derecho de reunión y manifestación. En un primer término debemos atender a la previsión contenida en la Ley Orgánica 4/2000 sobre los derechos y libertades de los extranjeros en España, esta norma no establece el requisito de autorización de estancia para poder ejercer este derecho de reunión. Sin embargo, con la modificación que realiza a este precepto la Ley Orgánica 8/2000 sí se implanta esta obligación en su artículo 7.1. Por tanto, es necesario acudir a la doctrina del Tribunal Constitucional para ver en qué sentido se posiciona sobre esta materia y si es o no un requisito necesario. Se pronuncia al respecto en la STC nº 259/2007, de 19 de diciembre: “Centrándonos en los derechos de reunión y manifestación se declara inconstitucional, aunque no nulo (lo produciría un vacío legal contrario a la Constitución), el precepto 7.1 de la mencionada LO, en el que el legislador no realiza una modulación estableciendo condiciones a su ejercicio, sino que niega dichos derechos a los extranjeros que carezcan de autorización de estancia o residencia en España. Tal exigencia se trata de una restricción injustificada y contraria a la Constitución, ya que los derechos fundamentales pertenecen a todas las personas por el hecho de serlo.” Por lo tanto, el Tribunal Constitucional reconoce la titularidad y ejercicio de los derechos de reunión y manifestación para todos los extranjeros, independientemente de su condición administrativa. Además la STC 236/2007, de 7 de noviembre, resolvió anteriormente un caso similar, señalando que: “La definición constitucional del derecho de reunión, entendido como una manifestación colectiva de la libertad de expresión ejercitada a través de una asociación transitoria de personas y de su conexión con la dignidad de la persona, el TC concluye que resulta necesario reconocer a toda persona un contenido mínimo de este derecho al margen de la situación administrativa en la que se encuentre. Esto no significa que el legislador no pueda establecer condiciones específicas para el ejercicio del derecho de reunión y del derecho de manifestación, sí podrá hacerlo, pero siempre y cuando dichas condiciones no se traduzcan en una supresión del contenido mínimo de tales derechos, los cuales son reconocidos por la Constitución a toda persona.” V- CONTENIDO LABORAL DEL DERECHO: La Ley Orgánica que regula el derecho de reunión recoge en su Disposición Final Primera que “tiene carácter general y supletorio respecto de cualesquiera otras de las que se regule el ejercicio de derecho de reunión”. De la literalidad de este precepto extraemos que un gran número de casos están recogidos dentro de dicha Ley, pero que otros se encuentran enmarcados en legislaciones especiales. En relación con el contenido de este trabajo nos centraremos en las legislaciones especiales de contenido laboral, que son las referidas a las reuniones en la esfera empresarial y las reuniones en el centro de trabajo del personal de las Administraciones Públicas, en adelante, AA.PP. Las primeras encuentran su regulación en el Real Decreto Legislativo 2/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores (arts. 4.1 f) y 77-81) y en la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical (art. 8.1b)). El art. 4.1f) del ET reconoce como derecho básico de los trabajadores el de reunión. Su capítulo II del Título II se encuentra integrado por cinco artículos (del 77 al 81) que versan sobre las asambleas de trabajadores, el lugar de reunión y su convocatoria, las votaciones, el local y el tablón de anuncios. El art. 8.1 b) de la LOLS establece que: “Los trabajadores afiliados a un sindicato podrán, en el ámbito de la empresa o centro de trabajo […] celebrar reuniones, previa notificación al empresario, recaudar cuotas y distribuir información sindical, fuera de las horas de trabajo y sin perturbar la actividad normal de la empresa”. En este sentido la STC nº 91/1983, de 7 de noviembre, señala que el derecho de reunión los trabajadores en el ámbito empresarial se conforma como “parte del contenido esencial del derecho de sindicación”, aunque precisando que el derecho de reunión sindical “existe con independencia del derecho de reunión que, con carácter de fundamental, reconoce el art. 21 CE”. El art. 8.2 c) de la anterior Ley permite a las secciones sindicales de los sindicatos con más representatividad usar un local apropiado para llevar a cabo sus actividades representativas cuando estemos ante empresas o centros de trabajo que cuenten con más de 250 trabajadores. Es relevante hacer mención al Auto del TC 869/88, de 4 de julio, el cual incide en que el derecho de reunión se tiene que conciliar con los derechos y obligaciones derivados de la relación laboral, sobre todo con los derechos del empresario referidos a los criterios directivos y organizativos, y también acerca de los locales de los que dispone la empresa. En cuanto a las reuniones llevadas a cabo de manera irregular, éstas quedarían excluidas del derecho de reunión, ya que sobrepasan su legitimidad, pudiendo dar lugar a sanciones si se lesionaran otros derechos protegidos o se infringieran reglas empresariales. Para conocer los límites de este derecho es primordial señalar los siguientes supuestos en los que el empresario podrá oponerse a facilitar el centro de trabajo para celebrar una reunión, recogidos en el art. 78.2 de ET: a) Incumplimiento de lo previsto en el Estatuto. Esta Ley intenta resguardar el poder directivo del empresario, compaginándolo con este derecho. Pero también prevé mediante la negociación colectiva el ajuste de dicha manera de regular. Así, el art. 85.1 del mismo menciona que los convenios colectivos podrán regular las materias que “afecten a las condiciones de empleo y al ámbito de relaciones de los trabajadores y sus organizaciones representativas con el empresario”. b) Si la última reunión se hubiese producido dentro de un periodo de tiempo inferior a dos meses, lo que nos llevaría al establecimiento de una limitación en el tiempo. La doctrina valora este límite como una medida desproporcionada, ya que el art. 87.1 del ET alude a que las asambleas se celebrarán “fuera de las horas de trabajo”. Asimismo esta acotación puede disminuir la eficacia del ejercicio del derecho de reunión, pues en ese periodo pueden tener lugar actuaciones que precisen de la celebración de asambleas inminentes. También debemos tener en cuenta que si nos referimos al derecho de los representantes de los trabajadores de informar a sus compañeros sobre los temas laborales que tienen lugar en la empresa (art. 64.1 ET), ese plazo mínimo coaccionara dicha información. Ante los problemas que presenta el caso anterior, el legislador ha optado por suprimir del art. 78 b) “las reuniones informativas sobre convenios colectivos” que incidan sobre los trabajadores correspondientes. c) Si todavía no se hubiese reparado o afianzado el resarcimiento por los daños ocasionados en alteraciones acontecidas en alguna reunión previa. d) Cierre legal de la empresa. En lo referido al orden del día de las reuniones no se establecen limitaciones, siempre y cuando se centren en temas laborales de los trabajadores. Por lo contrario, sí que se establecen obligaciones respecto a la redacción de dicho orden del día, respecto a la necesidad de que la convocatoria se realice 48 horas de antelación y respecto a la notificación de la misma al empresario (arts. 77.1 y 79 del ET). “La asamblea podrá ser convocada por los delegados de personal, el comité de empresa o centro de trabajo, o por un número de trabajadores no inferior al treinta y tres por ciento de la plantilla” (art. 77.1 ET). La misma será presidida por el comité o los delegados. En cuanto a los acuerdos, éstos se deberán adoptarán en votación secreta por “la mitad más uno de los trabajadores de la empresa o centro de trabajo” (art. 80 ET). Como conclusión de lo expuesto es de vital importancia resaltar que los titulares del derecho de reunión son los trabajadores de la empresa, los cuales participan en la misma ejerciendo directamente sus derechos y barajando decisiones que deberán ser conocidas por la representación unitaria. Igualmente es importante recordar el fin del ejercicio del derecho de reunión como acción sindical, tal y como aparece en la STC 18/81, de 8 de junio. En segundo lugar, las reuniones en el centro de trabajo del personal de las AA.PP se encuentran reguladas en el Real Decreto Legislativo 5/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público. El artículo 15 de la citada ley reconoce que los empleados públicos gozan del derecho individual de reunión, el cual se ejercerá colectivamente atendiendo a lo establecido en el artículo 46 de este Estatuto (Capítulo IV). El citado art. 46 reconoce en su primer apartado que “están legitimados para convocar una reunión, además de las organizaciones sindicales, directamente o a través de los Delegados Sindicales: a) Los Delegados de Personal. b) Las Juntas de Personal. c) Los Comités de Empresa. d) Los empleados públicos de las Administraciones respectivas en número no inferior al 40 por 100 del colectivo convocado. En el segundo señala que las reuniones dentro del centro de trabajo se tendrán que llevar a cabo fuera del horario laboral, a no ser que exista un pacto entre el órgano competente en materia de personal y los sujetos legitimados para convocarlas. Además, la celebración de la reunión no podrá interrumpir la prestación de los servicios, y sus convocantes tendrán que velar por su adecuado desarrollo. VI- PRINCIPALES SITUACIONES DE CONFLICTO: El componente político que caracteriza a este derecho, su ejercicio colectivo y el carácter público de los lugares de reunión conllevan un caldo de cultivo propicio para diversos conflictos relacionados con el mismo. Frente a esto, el Tribunal Constitucional se ha pronunciado en diversas ocasiones sentando las bases de una doctrina que deberá ser de aplicación en futuros conflictos. Destacaremos aquí dos de esos pronunciamientos sobre los conflictos que a nuestro juicio consideramos más característicos, para ver de qué manera los ha abordado el Tribunal. Comenzamos tratando el conflicto planteado en la STC nº163/2006, de 22 de mayo, acerca de un recurso de amparo promovido por USO frente a la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ de Madrid, la cual desestimó su demanda contra el Delegado del Gobierno de Madrid sobre manifestación de los trabajadores del INEM. Nos encontramos con una vulneración del derecho de reunión, ya que se limita la manifestación sin fundamento, pues se alega una supuesta alteración del orden público que pone en peligro personas o bienes, afectando solamente al tráfico viario. Dicha afectación se ha valorado en términos abstractos, ya que no se atiende a aspectos concretos ni se razonan los efectos sobre los servicios esenciales afectados. “Para prohibir una concentración deberá producirse la obstrucción total de vías de circulación que durante un periodo de tiempo prolongado inmovilice vehículos e impida el acceso a determinadas zonas o barrios de la ciudad por imposibilidad de que la autoridad gubernativa habilite vías alternativas (STC 59/1990)”. Además, la propuesta de reducir las dos concentraciones a una sola y la anulación del desplazamiento de un Ministerio a otro permite alcanzar el fin perseguido de la protección del orden público, pero no se supera el juicio de proporcionalidad al no darse razones fundadas que sustenten el interés general que se trataba de preservar. En este caso el TC abogó por el restablecimiento del derecho fundamental y la anulación de la resolución administrativa que lesiona el derecho y de la Sentencia impugnada. Otro caso digno de mencionar es el recogido en la STC nº 170/2008, de 15 de diciembre, sobre un recurso de amparo promovido por D. Enric Alsina Illa, referido a la Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ de Cataluña, que desestimó su demanda contra la Dirección General de Seguridad Ciudadana de la Generalidad de Cataluña sobre manifestación convocada por el Colectivo Mossos d´Esquadra. Versa sobre la vulneración del derecho de reunión al prohibirse la manifestación convocada en período electoral al Parlamento, la cual no tenía la intención de captar sufragios, sino de protestar por sus condiciones laborales. La manifestación fue prohibida por la Junta Electoral “porque teniendo en cuenta la proximidad del día de las elecciones, podría tener incidencia sobre el proceso” (art. 54 LOREG). El TC señala que se ha vulnerado el derecho de reunión alegando que no puede admitirse que la manifestación convocada por el colectivo se prohíba por su “posible” incidencia en el proceso electoral. Tampoco está claro que realmente pueda influir en las decisiones de los electores. Se debe beneficiar el ejercicio del derecho de reunión por la necesidad de su previo ejercicio para configurar una opinión pública libre y sólida. Por primera vez se establece que sólo puede desautorizarse una manifestación si su finalidad es directamente la captación de sufragios y ésta no haya sido convocada por partidos, federaciones, coaliciones o agrupaciones. Por lo tanto se declara la vulneración del derecho de reunión y manifestación y su restablecimiento. En definitiva, la doctrina del TC ha establecido los cauces para la resolución de estas soluciones conflictivas por medio de diversos pronunciamientos, por tanto, es una pieza clave para el buen funcionamiento de este derecho. BIBLIOGRAFÍA - Fernández Segado, Francisco. El sistema constitucional español; Dykinson. Madrid, 1992. - López, José Luis. El derecho de reunión y manifestación en el ordenamiento constitucional español; Ministerio de Justicia e Interior. Madrid, 1995. - Palomeque López, Manuel Carlos. Derecho del Trabajo (Vigesimotercera Edición); Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid, 2015. - Sánchez Ferríz, Remedio. Estudio sobre las libertades; Tirant lo Blanch. Valencia, 1989. - Vidal Marín, Tomas. Derecho de reunión y manifestación; Parlamento y Constitución, 1997. - Véase STC nº 18/1981, de 8 de junio. - Véase STC nº 91/1983, de 7 de noviembre. - Véase STC nº 115/1987, de 7 de junio. - Véase STC nº 85/1988, de 28 de abril. - Véase STC nº 66/1995, de 8 de mayo. - Véase STC nº 163/2006, de 22 de mayo. - Véase STC nº 236/2007, de 7 de noviembre. - Véase STC nº 259/2007, de 19 de diciembre. - Véase STC nº 170/2008, de 15 de diciembre. - Véase STC nº 24/2015, de 16 de febrero.