Un conjunto de circunstancias fortuitamente aliadas han concurrido á ponernos durante quince años en comunicación con las provincias gallegas y en contacto con su vegetación. No hay por qué enumerarlas aquí, bastando declarar que con nuestra permanencia en el Colegio de La Guardia por espacio de veinticinco años aumentaron grandemente nuestras relaciones de amistad con padres de familia y alumnos procedentes de muy diversas comarcas de este país, los cuales, con instantes invitaciones, con ofrecimientos desinteresados, con simpáticas acogidas y finezas sin cuento, no sólo han hecho fáciles sino por extremo agradables las excursiones de herborización. Si, pues, algún éxito hemos alcanzado, si en algo hemos logrado ensanchar los límites del conocimiento de la Flora Galaica, revisando vastas y variadas extensiones de territorio é internándonos en regiones que, por su apartamiento y fragosidad, probablemente no habían sido exploradas hasta ahora, débese, lo confesamos con ingenua convicción, á la cooperación eficaz de nuestros bondadosos amigos, á quienes con este pobre pero sincero testimonio, quisiéramos en alguna manera pagar la deuda de gratitud contraída por nosotros. Todos, propios y extraños, y éstos quizás más que aquéllos, en virtud del contraste, si la fortuna les ha deparado ocasión de recorrer algunas campiñas gallegas y contemplar los eternos verdores con que á la Providencia plugo engalanarlas, ensalzan entu-