La integración monetaria Publicado en Orientación, 17y 24 de diciembre de 2000 y 7 y 14 de enero de 2001. 1. Dudas y expectativas Tanto la presentación de este proceso de “dolarización” de parte del señor presidente, como la precipitada aprobación de parte de la Asamblea Legislativa nos ha tomado por sorpresa a todos, sin darnos tiempo para reaccionar; y esto es algo grave porque se trata de un giro drástico en la historia futura de la economía nacional. Por otra parte, el gobierno venía ofreciendo e impulsando la “concertación” con partidos políticos, grupos empresariales y sectores nacionales, sea para presentación de proyectos y préstamos para el 2001, como para concretar la puesta en marcha del Plan Nacional Territorial. Aunque se había discutido el tema de la dolarización en 1994, y en 1999 el ingeniero Manuel Enrique Hinds, Ministro de Hacienda, lo había propuesto de nuevo, sin embargo el actual gobierno no habló de ello, dando a entender que no estaba en su agenda de trabajo. El repentino anuncio del 22 de noviembre y la necesidad de conocer más en concreto los articulados o cláusulas del llamado “bimonetarismo”, que los Ministros de Hacienda y Economía, junto al Presidente del BCR y el Secretario Técnico del Gobierno presentaban en los medios de comunicación, no dio tiempo a una pausada reflexión y exposición de parte de grupos profesionales e institutos de investigación, a excepción del bien ponderado manifiesto de FUSADES. Se tenía la impresión de que no se jugaba limpio y de que en la Asamblea Legislativa se había concertado un turbio pacto para una rápida aprobación con dispensa de trámites. En otras palabras, que la presentación de la ley se hacía en el tiempo preciso para forzar una precipitada aprobación de una medida tan trascendental para el futuro económico. Si a la gente sencilla le preocupa con qué moneda va a comprar y vender, cómo se hace la reconversión de los precios de colones a dólares, o si los colones van a desaparecer, a los grupos académicos e investigadores les preocupa si las promesas publicitadas son realistas y objetivas en la situación presente de economía estancada. Le parecía a muchas personas e instituciones que el gobierno se aventuraba a prometer lo que sería difícil de cumplir, arriesgando posibles reacciones adversas y manifestaciones sociales desde los primeros meses del año 2001. Antes de entrar en los detalles de la ley, vale decir que los profesionales entendidos en estos temas monetarios, algo complejos, afirmaban desde el comienzo que el llamado “bimonetarismo” era una “dolarización disfrazada”, como lo mostraremos a continuación. Muy en resumen, que somos dos los grandes grupos de confundidos: la gente sencilla preocupada muy razonadamente por el manejo concreto de colones y dólares, con sus centavos, con el peligro de engaño para quienes no pueden multiplicar ni dividir. Un buen regalo de Navidad será una sencilla calculadora para evitar engaños mayores, porque de los “redondeos” menores pocos nos vamos a librar. La gente no tan sencilla, además de estos temores propios de amas de casa y señoras del mercado, dudan más bien de que puedan realizarse, en breve tiempo, la reducción de las tasas de interés y en qué condiciones, el descenso de la inflación, la llegada de capitales externos, el incremento de préstamos externos y la “conversión” del sistema bancario... Todos estamos sometidos a dudas y expectativas. ¿Qué dice la ley de Integración Monetaria? Dejando cuestiones más complejas que afectan al diezmado BCR, a los bancos del sistema y a la Superintendencia Financiera, lo más esencial sería lo siguiente: que a partir del primero de enero 2001 el dólar pasa a ser moneda de curso legal para todo tipo de transacciones monetarias o comerciales. Que el colón ya no podrá devaluarse porque queda anclado a un tipo de cambio fijo: 1 dólar = 8.75 colones, y que la conversión de dólares y colones se hace a dicho tipo de cambio sin cobro alguno de comisión de parte del sistema bancario. Quienes recibían dólares de familiares, o por otro motivo, no perderán los centavos y colones que hasta ahora quedaban en poder del sistema bancario. En consecuencia circularán el colón y dólar como monedas de curso legal a la paridad señalada por la ley. ¿Por que se habla de “dolarización disfrazada”? La razón es que al interior del sistema bancario, Superintendencia Financiera, ahorros de las AFP, títulos del BCR y hasta en bolsa de valores..., todas las cuentas, depósitos y ahorros se denominan o se contabilizan en dólares, convirtiendo todos los ahorros-depósitos en colones a dólares a la tasa de 8.75. Todas las chequeras de uso corriente vendrán nominadas o expresadas en dólares; es decir que para saber los ahorros o depósitos en colones tenemos que multiplicar por 8.75 el valor expresado en dólares. Quienes deseen manejar colones, de acuerdo el artículo 5 de la Ley, los podrá obtener en los bancos del sistemas, a quienes se los entregará el BCR, siempre al tipo de cambio 8.75. Los sueldos y salarios pueden ser pagados en dólares a solicitud del empleado-trabajador. Como dólar y colón son monedas de curso legal, el Banco Central solicitará la cantidad necesaria de billetes y moneda metálica fraccionaria, níquel, de los Estados Unidos, con sus reservas en dólares. El Banco Central no emite dólares y tampoco puede emitir nuevos colones; esperamos que sí nos cambie billetes viejos por nuevos. Uniendo toda esta trama se deduce un proceso de “dolarización” porque todo el sistema bancario y todas las operaciones entre y con el sistema bancario se denominan, se contabilizan y se hacen en dólares. Al interior del sistema bancario es donde circula la mayor parte de las transacciones monetarias. Si se puede reclamar que los sueldos y salarios sean pagados en dólares, normalmente la mayoría de personas van a preferir manejar dólares porque todas sus cuentas de depósitos y ahorro se nominan en dólares. El dólar pasará a ser la “moneda de prestigio” (igual que los celulares) y poco a poco el colón quedará reducido a las compras menores. Como los comercios deben fijar sus precios en colones y dólares, todo este proceso irá induciendo a la población a usar preferiblemente, y, con el tiempo, exclusivamente, el dólar como la moneda real de curso legal. Incluso las señoras del mercado, que no quieren apearse del colón, poco a poco serán inducidas a cobrar en dólares, por aquello de que los frijoles dolarizados son de mejor calidad. La pregunta que nos hacemos es ¿por qué el gobierno nos ha sometido tan de repente a este tormento monetario, que a todos nos causa dudas y traumas? ¿Por qué algunos diputados, que en una rápida encuesta de los periodistas desconocían muchos términos económicos de la ley, aprobaron tan precipitadamente una ley tan enigmática?... ¿Por qué dolarizar? En primer lugar tenemos que analizar las razones expresadas en el discurso presidencial. “Todos en el país sabemos que nuestra economía, después de lograr éxitos muy marcados, está experimentando un entrampamiento que ha generado un negativismo muy nocivo para el desarrollo del país”. Como la palabra “entrampamiento” es muy fuerte, el presidente quiere deslindar culpabilidades. “No puede culparse a nuestros sectores productivos de este entrampamiento, ya que todas nuestras fuerzas económicas —los obreros, los empresarios, los hermanos en el extranjero, los agricultores— han dejado muy clara su dedicación al trabajo y al desarrollo del país”. La palabra “entrampamiento” la han utilizado también los miembros del equipo técnico del gobierno, al hacer la presentación de la ley. Todos éramos conscientes de que nuestra economía venía descendiendo desde 1996 hasta llegar al estancamiento de 1999-2000. La pregunta obvia: ¿quien ha llevado la economía a esta situación de entrampamiento cuando las fuerzas económicas, arriba mencionadas no son culpables de este entrampamiento? La respuesta es obvia: lo que ha fallado es el “modelo de libre economía de mercado y la mala conducción de este modelo”. Nos apoyamos en las mismas palabras del señor presidente. Desde 1996, varias instituciones y grupos de profesionales habían propuesto una serie de programas económicos: Bases para un plan de nación; Temas claves para un plan de nación; Crecimiento estéril o desarrollo económico; Crecimiento con participación; Estado de la nación en desarrollo humano... Pero estas propuestas de diálogo y concertación económica no fueron tomadas en cuenta, pese a ser fruto de profesionales bien calificados. En el presente año la ANEP preparó otra propuesta en el ENADE 2000 para dialogarla con el gobierno, pero el diálogo se fue apagando. Si las fuerzas económicas del país no son culpables de este entrampamiento, y varias instituciones o grupos profesionales presentaron estas alternativas de solución, que no fueron tomadas en cuenta, la obvia conclusión es que la culpabilidad recae en los pasados y presentes “conductores del modelo económico”. Cuántas veces en el presente y pasado año se había solicitado del gobierno, a comenzar por la misma ANEP, sector empresarial privado, que nos presentara un programa económico, que señalara un rumbo más concreto, ya que se disponía de tantas consultas populares (Bases para un plan de nación) y de varias ofertas de profesionales preocupados por la situación económica-social del país. En los dos pasados meses se había propuesto una “concertación” entre gobierno y varios sectores nacionales para lograr un consenso participado. En esas estábamos cuando en forma repentina e inesperada se nos expone e impone un fuerte “golpe de timón” que, de acuerdo a lo expresado por banqueros, empresarios, institutos de investigación, a todos les tomó desprevenidos. Hay algo misterioso en este proceso de “concertación mutilada”, que sigue siendo el interrogante. ¿Quién y por qué dio la orden del golpe de timón? La dolarización ¿es la mejor alternativa? ¿Qué piensan los institutos de investigación, banqueros y otros académicos? ¿Cómo lo definen?... 2. La dolarización, por sí sola, no es la solución Ésta es una afirmación general. Los banqueros y empresarios consultados hablaron de un “optimismo moderado”. En primer lugar no es factible que se realicen de inmediato algunos de los efectos anunciados. Los plazos en el Fondo Social de la Vivienda no pueden ser prolongados más allá de los 25 años y se revisará la situación de pagos o moras de los solicitantes. La banca privada tardará un tiempo en acomodar a la baja las tasas de interés a los nuevos créditos, y es más compleja la revisión de créditos anteriores a mayor tasa de interés, tomando en cuenta la elevada mora bancaria. Las tasas de inflación dependerán de la marcha en los precios del petróleo, que afectan a la mayoría de sectores económicos, del alza en las tarifas eléctricas y sobre todo de los costos de producción de las empresas nacionales. La dolarización, en cuanto adopción de una moneda sólida mundial, pudiera ser un atractivo para la llegada de nuevos inversionistas extranjeros; pero el ambiente de inseguridad que azota el país no es el mejor reclamo para la llegada de estos inversionistas. Los inversionistas quieren seguridad y tranquilidad. Algunas personas creen que con la dolarización se facilita la entrada de capitales dudosos, frutos de tráficos ilegales. También es posible que, a tasas de interés similares para los ahorros, algunas personas e instituciones prefieran sacar sus ahorros a los EE.UU. La dolarización está plagada de condicionamientos y de sorpresas o respuestas humanas. También los exportadores se quejan de que el tipo de cambio ($1 = ¢8.75) sobrevaluado, dificulta sus exportaciones frente a monedas relativamente devaluadas de nuestros socios comerciales centroamericanos… Sobre todo, se requieren otras condiciones de parte de varias instituciones públicas. Con la dolarización el Banco Central de Reserva deja de ser la suprema autoridad monetaria y el prestamista del sistema bancario; ya no puede emitir colones, ni hacer préstamos a los bancos. La autoridad monetaria se ejercerá desde EE.UU. y de acuerdo a sus necesidades. Esto quiere decir que se va a requerir una eficiente responsabilidad de la Superintendencia del Sistema Financiero, que en el recién pasado no advirtió o no corrigió una serie de delitos financieros. Estas conductas no se cambian sólo por ley. El Fondo Monetario Internacional dio un “apoyo condicionado” a la aprobación de la ley. La condición fundamental es que el Estado mantenga un buen equilibrio fiscal, cuando, por tres años consecutivos, tenemos un elevado déficit fiscal… a) b) c) d) El manifiesto de FUSADES es claro al respecto: “Pero la dolarización de la economía no será suficiente por sí sola para la reactivación. El gran desafío es hacer que la dolarización funcione los más eficazmente posible en el mediano y largo plazo. Para ello FUSADES recomienda: Disciplina fiscal para que las finanzas públicas se equilibren y que las autoridades estén en condiciones de implementar una política fiscal que produzca ahorro en las épocas de bonanza y lo utilice en las difíciles. Solidez y supervisión del sistema financiero. Flexibilidad de los mercados para que el país pueda amortiguar impactos negativos externos. Líneas crediticias internacionales que le permitan al país enfrentar contingencias financieras, y de esta manera sustituir -al menos parcialmente- el tradicional papel de prestamista de última instancia del Banco Central de Reserva. El régimen de dolarización exigirá mayor productividad: de las empresas requerirá mayor eficiencia y modernización; del gobierno el compromiso de crear un entorno más competitivo con menores costos de transacciones”. “El proyecto de dolarización no debe sobredimensionarse como reactivador de la economía y no debe ser motivo para continuar impulsando las transformaciones institucionales fundamentales siguientes: a) Modernización del Estado b) Aumento del acceso y mejora de la calidad de los servicios sociales, muy especialmente de educación y salud y c) Reducción del crimen y mejora de la seguridad ciudadana” (La Prensa Gráfica, 30 de noviembre de 2000, p. 45). La dolarización no es la panacea, porque todas estas condiciones no son fáciles de cumplir. El Presidente de la República se lo recuerda a sus colegas del gobierno: “Habrá para nuestro gobierno tres exigencias fundamentales. La primera es la rigurosa supervisión del sistema financiero, la segunda es el cobro efectivo de impuestos y la tercera es la agilidad en la inversión pública”. (La Prensa Gráfica, 6 de diciembre de 2000, p. 25). Tres exigencias y tres puntos suspensivos para el 2001... Para algunos se trata de un optimismo moderado y para todos “un golpe de timón” inesperado, cuyo rumbo es... impredecible.