desco ante el momento actual El reciente movimiento sísmico, es una lamentable situación que ha provocado pérdidas de vidas humanas e inmensos daños materiales. Ante ello, esperábamos una rápida y organizada reacción de las autoridades, en tanto nuestro país está emplazado en un territorio muy propenso a sufrir los embates de la naturaleza. Sin embargo, no fue así: las acciones realizadas, desde nuestra opinión, estuvieron muy lejos de ser las esperadas en estas circunstancias y, en su lugar, hemos percibido poca habilidad para canalizar la ayuda eficientemente e intentos de cubrir las notorias deficiencias mediante artilugios mediáticos que no vienen al caso, aumentan la confusión y agregan mayores problemas a la dramática situación que viven los miles de compatriotas residentes en las zonas siniestradas. Sobre esto último, estimamos que las declaraciones del presidente Alan García emplazando de manera genérica a las ONG, convenientemente difundidas por algunos medios de comunicación, estuvieron totalmente fuera de lugar. Haber afirmado que no se habían hecho presentes en esta hora de emergencia, a lo cual se agregó la opinión de algunos periodistas sobre los supuestos “millones de euros” que estas organizaciones estarían guardando, en vez de entregarlos a los damnificados, sólo revelan una completa desinformación que, dado el momento, llama a sospecha sobre las reales intenciones que esconden. 1 En ese sentido, desco considera necesario hacer las siguientes precisiones: 1. El gobierno debería concentrar sus esfuerzos en liderar de manera más efectiva las acciones de apoyo en las zonas afectadas. Así, no debería distraer la atención formulando ataques gratuitos a las organizaciones de la sociedad civil, pues no hemos condicionado nuestra ayuda en este momento de emergencia. Más aún, hemos reforzado nuestra habitual colaboración con los gobiernos locales y regionales de las zonas afectadas. 2. Es claro que ante la situación de desastre, el gobierno ha mostrado graves debilidades y una falta total de prevención siendo el nuestro un país expuesto a catástrofes naturales. Ha sido evidente la desorganización imperante en las acciones que ha tomado, de manera tal que ha sido un aspecto resaltado con mucha preocupación por la prensa y observadores extranjeros. No reconocer estos errores ha significado entredichos con otros gobiernos que han acudido prestos al socorro, así como la confusión entre los grupos de cooperantes y rescatistas que se hicieron presentes desde las primeras horas en las zonas impactadas. 3. Las ONG, como muchísimas instituciones y millones de personas del país y del extranjero, hemos reaccionado inmediatamente ante la catástrofe. En ese sentido, las premisas de nuestros trabajo no se asienta en la publicidad ni el protagonismo, aunque ello no es óbice para resaltar en estos momentos los denodados esfuerzos que vienen realizando nuestros colegas que trabajan en Ica y Huancavelica, siendo muchos ellos víctimas del desastre. 4. Sin embargo, es claro que ante situaciones de desastre, es el ESTADO EL QUE TIENE EL DEBER Y RESPONSABILIDAD DE LIDERAR LAS ACCIONES, distribuyendo las tareas entre las instituciones y organizaciones a fin de canalizar de manera ORDENADA dicho apoyo. Entonces, bajo la dirección de éste, las ONG tenemos la obligación de acudir al llamado de apoyo y canalizar los recursos de acuerdo a las instrucciones de la cooperación internacional. Por eso, nos llama la 2 atención que en estos momentos de crisis, se busque cuestionar a las ONG sin mayores argumentos, de forma tal que pareciera estar utilizándose esta dramática situación para objetivos insospechados. Nos resulta insólito que el gobierno y algunos medios de comunicación ocupen tiempo y recursos para seguir hostilizando a las ONG en vez de buscar articular nuestras acciones a fin de responder de manera conjunta a esta tragedia. Pero, para desco y todos aquellos que buscamos un país más equitativo y justo, la tragedia de nuestros hermanos del sur revela también cuestiones de fondo muy preocupantes. En primer lugar, los defensores del modelo económico imperante siempre expusieron a la región de Ica como uno de los ejemplos de la prosperidad que podía alcanzarse con esas reglas de juego. Sin embargo, hemos visto la enorme precariedad sobre la cual ha venido levantándose este enfoque de desarrollo, es decir, un importante crecimiento que no ha generado mejores niveles de vida y seguridad para la mayoría de personas que viven en esos lugares. En segundo lugar, la enorme debilidad institucional del Estado peruano ha quedado una vez más demostrada en este trágico momento. La sensación de desprotección y falta de ayuda cuando más la necesitaban nuestros compatriotas fue clamorosa e innegable, a pesar de los esfuerzos que implementaron algunas autoridades y medios de comunicación para evitar que trascendiera. Asimismo, todo ello también se patentizó con el protagonismo innecesario de los miembros del Ejecutivo, cuando se suponía que existen instancias para planificar y conducir las acciones en estos casos, como es el Instituto de Defensa Civil (INDECI). En tercer lugar, transcurrido más de una semana, no existen lineamientos claros acerca de cómo va a procederse con la reconstrucción de la zona devastada. La falta de previsión, en cuya base radica la ausencia de planificación, puede volver a manifestarse en esta dimensión. Al respecto, nos parece necesario pero a todas luces insuficiente que se haya convocado a 3 empresarios para conducir el ente encargado de la reconstrucción –FORSUR. Al respecto, ¿y dónde está la sociedad? ¿Cuál será el rol que cumplirán las autoridades locales y regionales? Pero, sobre todo, ¿las víctimas no participarán en la reconstrucción de su hábitat? Las organizaciones de la sociedad civil y, entre ellas, las ONG estimamos que es la sociedad la que debe pronunciarse y tener opinión sobre los asuntos que conciernen a su problemática. Así, tendremos un rol muy importante en la vigilancia y seguimiento de las acciones que se llevarán a cabo en este sentido. Lima, 25 de agosto 2007 4