Wanda Tommasi “Cuerpo y alma son una sola cosa”. La experiencia religiosa de Etty Hillesum1 Lo que Cristina Campo lamenta como perdido desde el cristianismo de los orígenes, esto es, la estrecha relación entre lo corpóreo y lo espiritual en la experiencia religiosa, sintetizada en la idea de los sentidos sobrenaturales, en realidad no se ha perdido del todo ni para ella ni para otras autoras contemporáneas: la reencuentran, por caminos diferentes, algunas mujeres que, en nuestro tiempo, han tenido experiencia de Dios. En primer lugar, Simone Weil, autora muy querida por Cristina Campo, pero con la que esta guarda las distancias debido a la elección weiliana de permanecer en el umbral de la Iglesia, contrapuesta a su convicción de poder captar, en la adhesión a la Iglesia ortodoxa y la belleza de sus ritos, la presencia de lo invisible en lo visible. Sin embargo, fue precisamente Simone Weil quien le enseñó a Cristina Campo el camino del vaciado, la descreación capaz de cavar en el ser humano un vacío que pueda atraer la gracia. Según Campo, la weiliana es una “gran didáctica espiritual via negationis”:2 Weil opera negativamente, destruyendo todo aquello que puede ocupar idolátricamente el lugar del verdadero Dios. Con Weil, estamos en la forma hueca, en el proceso de vaciado y de descreación. Campo, en cambio, pone el acento en la “forma formante”3 —Dios— que deberá rellenar ese vacío y colmar la forma hueca. De esa presencia de lo divino en lo humano se deriva la transfiguración de los sentidos en sentidos sobrenaturales, capaces de saborear “la maravillosa carnalidad de la vida divina”.4 Weil enseña a Campo cómo “la adquisición de los sentidos sobrenaturales conlleva la oblación de los naturales”,5 pero, más allá de este proceso negativo, para Campo se abre la dimensión de los sentidos transfigurados, en los que “la propia razón se retira a su modesto lugar natural y es más bien el cuerpo el que es llamado a reconocer, acoger y recibir lo invisible”.6 DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 4 2 | 2012 Más allá de las diferencias entre ambas autoras, vinculadas sobre todo con la elección weiliana de permanecer en el umbral de la Iglesia y con la adhesión campiana a la Iglesia ortodoxa y el rito bizantino, queda el hecho de que para ambas en el centro del cristianismo está el misterio de la encarnación, un acontecimiento que Weil considera tan impresionante que la lleva a poner entre paréntesis la resurrección. Y para Weil la encarnación de Dios, su descenso a un ser finito y mortal, convierte la finitud humana en la vía obligada de retorno a Dios, y lo creado en un tejido de símbolos que es un espejo de la sabiduría divina. Lo que Cristina Campo subraya con fuerza es que lo espiritual y lo corpóreo están integrados conjuntamente en la economía de la encarnación: lo divino atraviesa e involucra lo sensible, de modo que cuerpo y espíritu no están separados, sino íntimamente unidos y potenciados por la relación con lo divino. Según la autora, esta verdad, que estaba bien presente en el cristianismo de los orígenes, se ha perdido sustancialmente en el mundo de hoy, aunque se encuentren trazos de ella en el rito bizantino, en la devoción popular y en las experiencias místicas. Es verdad que la estrecha relación entre cuerpo y espíritu en la experiencia de lo divino era fundamental en el cristianismo de los orígenes: dicha relación, lejos de haberse perdido, como lamenta Campo, se ha conservado como un río subterráneo que sigue fluyendo por debajo de la tendencia a la mortificación de la carne, que prevaleció después por efecto de influencias platónicas y espiritualizantes. Entre las experiencias religiosas que en gran parte han conservado el indisoluble nexo entre lo corpóreo y lo espiritual, Campo incluye justamente la piedad popular y la experiencia mística: creo oportuno subrayar que, en estas formas de experiencia religiosa, siempre ha habido una presencia significativa de mujeres. En efecto, la convicción de que la relación con lo divino pasa a través del cuerpo, ciertamente no la había perdido Cristina Campo, como no lo habían hecho otras autoras contemporáneas que se acercaron a la expe- 93 La teologia dels sentits / La teología de los sentidos, Tema monogràfic Wanda Tommasi riencia de Dios. En este texto me referiré sobre todo a Etty Hillesum, pero es conveniente recordar también, aunque sea de pasada, a María Zambrano, con su concepción de una relación femenina con lo divino que pasa a través del infierno y que reintegra en la conciencia los estratos más oscuros del sentir,7 y a Luce Irigaray que, con la idea de lo trascendental sensible, augura una nueva epifanía de lo divino, capaz de transfigurar la carne y dar cuentas simbólicamente de la fecundidad de la diferencia sexual.8 En general, para las mujeres hay un estrecho vínculo entre materia y espíritu, entre cuerpo y alma. Dicho vínculo puede atribuirse a la relación femenina con la madre y a la posibilidad para una mujer de ser madre: de hecho, la madre es aquella que nos ha dado a la vez la vida y la palabra, el cuerpo y el lenguaje, sin separaciones ni jerarquías. Gracias a la relación femenina con la madre, sigue vivo hoy todavía, en la experiencia religiosa de algunas mujeres, ese nexo inseparable de carne y espíritu que el cristianismo primitivo ponía en el centro, en virtud del misterio de la encarnación. Etty Hillesum es una de las autoras contemporáneas cuya experiencia religiosa da cuenta del indisoluble vínculo entre cuerpo y alma, y de la centralidad del sentir en el propio camino espiritual. En Etty, joven judía holandesa muerta prematuramente en Auschwitz en 1943, está la firme determinación de desarrollar hasta el fondo su sentir, de padecer el sufrimiento que le ha tocado en suerte, sin aliviarlo con teorías consolatorias: las teorías le parecen construcciones defensivas frente a la intensidad de un sentir que, tanto en el sufrimiento como en la alegría, debería ser padecido, acogido y acompañado en todo su desarrollo.9 Hay una fuerte valorización del sentir como vía de desarrollo espiritual. Moviéndose en esa dirección, Etty Hillesum ofrece ideas que pueden aproximarse a la doctrina de los “sentidos sobrenaturales”. Frente a la terrible experiencia de la Shoah, la autora afirma, en efecto, que habría que involucrar otros sentidos, “otros órganos además de la razón”, albergar los DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 4 2 | 2012 duros hechos en nuestra cabeza y en nuestros corazones “para que se aclaren y se conviertan en factores de crecimiento y comprensión”: “Ciertamente no es tan simple, y tal vez menos que nunca para nosotros, los judíos, pero si no sabemos ofrecer al mundo empobrecido de la posguerra nada más que nuestros cuerpos salvados a cualquier precio —y no un nuevo sentido de las cosas, sacado de los pozos más profundos de nuestra miseria y desesperación—, entonces no bastará”.10 Frente a la actitud de la mayoría que, con una carga de dolor demasiado grande, se niega a pensar, Etty quiere ser “el corazón pensante de los barracones”:11 usa la inteligencia del corazón para aprender el arte del dolor, para albergarlo dentro de sí misma como una carga preciosa que debe asimilar y absorber. Al mismo tiempo, alaba la vida, cada momento de la vida que todavía le es concedido, y aprecia la belleza, que le parece tanto más preciosa cuanto más frágil y amenazada por la fuerza. No es casualidad que, incluso en los momentos más dramáticos de la persecución de los judíos, no falte nunca en el escritorio de Etty un ramo de flores. Se siente próxima a “los hambrientos, los maltratados y los moribundos”, pero también está cerca del “jazmín” florido y de un “trozo de cielo” fuera de su ventana.12 El jazmín florido, que sigue floreciendo imperturbable dentro de ella incluso cuando sus flores ya se han caído y hundido en los charcos de barro, indica un momento de ser que, aunque frágil y evanescente, no puede ser cancelado ni por las persecuciones ni por las atrocidades. La caricia misericordiosa de lo bello no atenúa la desdicha, pero suscita un amor profundo por todas las cosas preciosas que la mala suerte puede destruir, por la fragilidad de las criaturas, por su cuerpo expuesto a las heridas de la fuerza. Al leer los escritos que Etty Hillesum nos dejó, nos impresiona su capacidad de alabar, a pesar de todo, la vida y apreciar cada momento incluso en circunstancias tan difíciles como las que ella vivió. Nos impresiona su capacidad de irradiar luz desde dentro y de no dejarse arrollar 95 La teologia dels sentits / La teología de los sentidos, Tema monogràfic Wanda Tommasi por lo que la amenaza desde fuera. Es la escritura del diario lo que le permite a Etty permanecer siempre en contacto consigo misma y no dejarse arrastrar por el impacto de las circunstancias: la escritura es la práctica primera y fundamental de elaboración de las propias vivencias, gracias a la cual Etty registra fielmente las oscilaciones de los propios estados de ánimo y cultiva y acompaña el propio sentir, sin perder nunca el hilo de sí misma; esto, según Carla Lonzi, es lo que siempre han conseguido hacer las místicas.13 También Etty, como las místicas, tiene en esto la ayuda de la conversación con Dios, de la práctica de la oración, consecuencia del descubrimiento de Dios como la parte más recóndita de sí misma, en la que ella encuentra paz, quietud y equilibrio: Dios es el nombre que Etty da al reposar en sí misma, al silencio interior. No hay separación entre ella y Dios, como no hay separación entre cuerpo y espíritu.14 Cuerpo y alma son inseparables y, en nombre de esta convicción, que inicialmente le transmitió su maestro y amante Julius Spier, en un determinado momento Etty rechaza la vía de la ascesis que él le propone, y quiere mantener juntas espiritualidad y sexualidad, cuerpo y alma, de un modo que ella siente profundamente acorde con su diferencia femenina.15 En esta circunstancia, mientras que Spier tiende hacia el cielo, según un modelo ascético tradicional, Etty quiere mantener juntos cielo y tierra: ella observa que, para una mujer, el cuerpo es expresión del alma, mientras que para un hombre un contacto físico puede ser también solo un juego sensual.16 El propio gesto de arrodillarse para rezar —Etty habría querido escribir su historia como la de la chica que no sabía arrodillarse— es sentido no como una humillación sino como una participación del cuerpo en la relación con Dios, como un gesto “tan íntimo como los gestos del amor, de los que (…) no puede hablarse si no se es poeta”:17 el cuerpo no es concebido como tumba o prisión sino como un templo que debe conservarse y mantenerse en buena salud, con DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 4 2 | 2012 la convicción de que “cuerpo y alma son una sola cosa”.18 Etty, que se arrodilla sobre la alfombra de bonote del baño, atraída hacia el suelo por algo más fuerte que ella, practica una oración corporal que, al situarse en un contexto común y cotidiano, sacraliza la propia cotidianidad. El amor por el cuerpo y por aquello que es terrenal no es para nada incompatible con el amor a Dios: Etty, como judía que se aproxima al cristianismo, considera ajena a la auténtica inspiración cristiana el menosprecio de las cosas terrenales: el cristianismo es visto no como mortificación de la carne sino como amor a lo creado y a nuestra patria terrena.19 En la atención al cuerpo y a sus ineludibles exigencias se revelan tanto la hebraicidad como la feminidad de Etty Hillesum: una mujer, en efecto, sabe los muchos gestos humildes que son necesarios para nutrir y sostener el cuerpo. En Etty hay, además, una atención a las prácticas cotidianas que, al implicar una disciplina del cuerpo, favorecen también la del espíritu: “El orden jerárquico dentro de mi vida ha cambiado un poco. ‘Antes’ prefería comenzar con el estómago vacío con Dostoievski o con Hegel, y en el tiempo libre, cuando estaba nerviosa, se me ocurría también remendar una media, aunque en realidad no se podía hacer otra cosa. Ahora empiezo con la media, en el sentido más literal de la palabra, y luego poco a poco, pasando a través de las demás tareas cotidianas, voy subiendo hacia la cumbre, donde reencuentro a los poetas y los pensadores”.20 La humilde práctica de remendar una media termina teniendo prioridad, en el orden jerárquico de la jornada, porque, al implicar el cuerpo, obliga a traer la atención al presente, al aquí y ahora, impidiendo las fugas imaginarias y las bacanales del espíritu: es un ejercicio de presencia que luego le permitirá afrontar las tareas intelectuales con la misma participación consciente. Además, Etty sabe escuchar la sabiduría del cuerpo, que la lleva a veces a la rendición, a rendirse ante los propios lími- 97 La teologia dels sentits / La teología de los sentidos, Tema monogràfic Wanda Tommasi tes, por ejemplo cuando se ve obligada a admitir que no está en condiciones de hacer largos recorridos a pie por Ámsterdam, después de que se les prohibiera a los judíos utilizar bicicletas o medios de transporte públicos.21 Es una rendición que en realidad es el ejercicio de una nueva fuerza: es una forma de “actividad pasiva”, que conlleva la aceptación de lo que es inevitable y que precisamente por eso libera nuevas potencialidades, ya no empleadas en la lucha inútil contra lo que en cualquier caso debe aceptarse.22 La extraordinaria capacidad de Etty de renovar las propias fuerzas es atribuible a las dos prácticas que para ella fueron fundamentales, la de la escritura y la de la oración. Ambas contribuyen a mantener vivo el contacto con la parte más profunda de sí misma, a no perder el hilo de sí, a no dejarse arrollar por las circunstancias: “Si, tras un laborioso proceso que ha ido avanzando día tras día, conseguimos abrirnos paso hasta las fuentes originarias que tenemos dentro, y que yo llamaré Dios, y si luego conseguimos que ese paso permanezca siempre libre, ‘trabajándonos a nosotros mismos’, entonces nos renovaremos continuamente y ya no tendremos que preocuparnos de agotar nuestras fuerzas”.23 Ambas prácticas implican tanto al cuerpo como al espíritu: la mano que escribe y el pensamiento que se despliega, el cuerpo que se arrodilla y el alma que se dirige a Dios; ambas contribuyen a incrementar la capacidad de vivir en el presente con conciencia, permiten “estar al cien por cien”.24 A este respecto, a medida que la perspectiva de la deportación va aproximándose cada vez más, Etty cita en varias ocasiones la enseñanza evangélica de vivir como las aves del cielo y los lirios del campo, que no se preocupan por el día de mañana, porque a cada día le basta con sus propios problemas: “Hay que volverse (…) tan simple y sin palabras como el trigo que crece, o la lluvia que cae. Se debe simplemente ser”.25 Si bien la exhortación a vivir en el presente sin preocuparse por el día de mañana valoriza el plano del ser hasta la simplicidad de una existencia sin pa- DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 4 2 | 2012 labras, queda el hecho de que Etty Hillesum no dejó nunca de elaborar el sentido del propio estar presente tanto en la escritura como en la conversación con Dios, en la oración: el silencio interior, al que ella dio el nombre de Dios, fue el punto de observación interna de la experiencia de la vida que le permitió seguir dándole sentido incluso viviéndola plenamente, estando presente al cien por cien. Por último, el punto más alto y más sorprendente de la experiencia religiosa de Etty Hillesum lo representa la idea de “ayudar a Dios”,26 de encontrar un amparo para él, de alojarlo dentro de sí misma justamente cuando, a causa del mal y del odio que están envenenando los ánimos, cualquier rastro de Dios corre el riesgo de desaparecer de la faz de la tierra. Dios no es concebido como omnipotente sino, al contrario, como indefenso y necesitado de ayuda: alojándolo en su interior, Etty se salva a sí misma de la desesperación: es consciente de custodiar una carga preciosa, que hay que poner a salvo para que la destrucción no sea completa. Respecto a este punto, es oportuno subrayar la cualidad femenina y materna de la relación de Etty con Dios: alojando a Dios dentro de sí Etty, que en el plano personal había rechazado ser madre y había recurrido a un aborto voluntario, asume ahora una maternidad simbólica respecto a Dios, un Dios percibido como dependiente de ella y necesitado de ayuda. Es como si estuviera embarazada de Dios, en una relación en la que cuerpo y espíritu están ambos implicados en el hecho de ofrecerle hospitalidad para transitarlo más allá de la catástrofe. La relación con Dios no es vertical sino circular: aunque Dios sea el creador y sea el que puede tenerla en brazos o de la mano, él no puede existir sin ella. La frágil posibilidad de que Dios sobreviva al horror de la Shoah se confía enteramente a la capacidad de la criatura de alojarlo dentro de sí, de cuidarlo maternalmente y mantenerlo seguro entre sus brazos. Es notable el hecho de que Etty, que buscó una contención, que tal vez le había faltado por parte de su madre, en rela- 99 La teologia dels sentits / La teología de los sentidos, Tema monogràfic Wanda Tommasi ciones con hombres más maduros que ella, y que luego buscó amparo en el lenguaje, en palabras que pudieran acoger y poner orden en su sentir, al final no construya un amparo para sí misma, sino para el Otro en sí, para Dios. Alojándolo dentro de sí misma, Etty consigue atravesar la desdicha sin caer en la desesperación ni en el nihilismo: tiene la certidumbre de que Dios no la abandonará en la última prueba, sino que la seguirá hasta Auschwitz. Recepción del artículo: noviembre de 2011. Aceptación: diciembre de 2011. Palabras clave: Cuerpo — Alma — Simone Weil — Etty Hillesum — Dios — Carnalidad — Espiritualidad — Encarnación — Experiencia — Relación femenina — Madre Keywords: Body — Soul — Simone Weil — Etty Hillesum — God — Carnality — Spirituality — Incarnation — Experience — Female relationship — Mother notas: 1 Traducción del italiano de Agnès González Dalmau. 2 Cristina Campo, “Introduzione a Simone Weil: ‘Attesa di Dio’”, en Sotto falso nome, a cargo de Monica Farnetti, Milán: Adelphi, 1998, p. 169. 3 Ibídem. Sobre la relación entre Cristina Campo y Simone Weil, véase Federica Negri, La passione della purezza. Simone Weil e Cristina Campo, Padua: Il Poligrafo, 2005. 4 Cristina Campo, “Sensi soprannaturali”, en Gli imperdonabili, Milán: Adelphi, 1987, p. 234 [“Sentits sobrenaturals”, tr. cat. de Agnès González Dalmau y Àngela Lorena Fuster Peiró, en este mismo número de DUODA, p. 34-51; p. 36]. 5 Ibíd., p. 238 [p. 41]. 6 Ibíd., p. 245 [p. 47]. 7 María Zambrano, Cartas de La Pièce. Correspondencia con Agustín Andreu, Valencia: Pre-textos, Universidad Politécnica de Valencia, 2002, p. 82. So- DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 4 2 | 2012 bre la genealogía femenina de revelación de lo divino en Zambrano, véase mi libro María Zambrano. La passione della figlia, Nápoles: Liguori, 2007, p. 51-72. 8 Luce Irigaray, Etica della differenza sessuale, tr. it. de Luisa Muraro y Antonella Leoni, Milán: Feltrinelli, 1985, p. 31 [Ética de la diferencia sexual, prólogo de Fina Birulés Bertran y Àngela Lorena Fuster Peiró, tr. cast. de Àngela Lorena Fuster Peiró y Agnès González Dalmau, Castellón: Ellago Ediciones, 2010, p. 44]. 9 Etty Hillesum, Etty. De nagelaten geschriften van Etty Hillesum 1941-1943, a cargo de Klaas A. D. Smelik, Ámsterdam: Uitgeverij Balans, 1986, p. 478. En este fragmento del diario, Etty contrapone la actitud frente al dolor de los rusos a la de los occidentales: mientras que los rusos viven hasta el fondo sus emociones, los occidentales se detienen a medio camino y aligeran su sentir con teorías, reflexiones y filosofías. Acerca del itinerario espiritual de Etty, véase mi libro Etty Hillesum. La inteligencia del corazón, prólogo de Felisa Elizondo, tr. cast. de Carolina Ballester Meseguer, Madrid: Narcea, 2003. 10 Etty Hillesum, Lettere 1942-1943, prefacio de Jan G. Gaarlandt, tr. it. de Chiara Passanti, Milán: Adelphi, 1990, p. 45. [Las cartas de Etty Hillesum se han editado en castellano —El corazón pensante de los barracones: cartas, tr. cast. de Natalia Fernández Díaz, Barcelona: Anthropos, 2001—, pero en este artículo los fragmentos citados han sido traducidos del italiano]. 11 Etty Hillesum, Diario 1941-1943, introducción de Jan G. Gaarlandt, tr. it. de Chiara Passanti, Milán: Adelphi, 1985, p. 230. [El diario de Etty Hillesum se ha editado en castellano —Una vida conmocionada: diario, 1941-1943, ed. de Jan G. Gaarlandt, tr. cast. de Manuel Sánchez Romero, Barcelona: Anthropos, 2007—, pero en este artículo los fragmentos citados han sido traducidos del italiano]. 12 Ibíd., p. 136. 13 Carla Lonzi, “Itinerario di riflessioni”, en E’ già politica, Milán: Scritti di Rivolta Femminile, 1977, p. 13-14 [“Itinerario de reflexiones”, tr. cast. de Agnès González Dalmau y Àngela Lorena Fuster Peiró, en este mismo número de DUODA, p. 54]. 14 Según Luisa Muraro, en los textos de “teología en lengua materna” escritos por mujeres, en el mundo en el que ellas interpretan libremente su propia experiencia, “la naturaleza humana no está separada de la divina ni el cuerpo del alma” (Luisa Muraro, Il Dio delle donne, Milán: Mondadori, 2003, p. 107 [El dios de las mujeres, tr. cast. de María-Milagros Rivera Garretas, Madrid: horas y HORAS, 2006]). Creo que eso es válido también en el caso de Etty Hillesum. 15 Etty Hillesum, Etty. De nagelaten geschriften van Etty Hillesum, cit., p. 271 y ss. 16 Ibíd., p. 316-317. 17 Etty Hillesum, Diario, cit., p. 87. 18 Ibíd., p. 27. 19 Etty Hillesum, Etty. De nagelaten geschriften van Etty Hillesum, cit., p. 576: Etty transcribe un pasaje de Rilke en el que el poeta afirma que el cristianismo implica el amor por las cosas terrenales y no su menosprecio. 20 Etty Hillesum, Diario, cit., p. 32. 21 Ibíd., p. 144-145. 22 Etty Hillesum, Etty. De nagelaten geschriften van Etty Hillesum, cit., p. 29. 101 La teologia dels sentits / La teología de los sentidos, Tema monogràfic Wanda Tommasi 25 26 23 24 Etty Hillesum, Diario, cit., p. 220. Ibíd., p. 222. Ibíd., p. 160. Ibíd., p. 169-170. DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 4 2 | 2012