PÚBLICO Índice AI: AMR 51/126/2006 2 de agosto de 2006 AU 206/06 Pena de muerte / preocupación jurídica Estados Unidos (Dakota del Sur) Elijah Page (h), raza blanca, 24 años La semana del 28 de agosto de 2006 está prevista la ejecución en Dakota del Sur de Elijah Page, condenado a muerte en 2001 por el secuestro, la tortura y el asesinato del joven de 19 años Chester Allan Poage en 2000. El 14 de agosto se celebrará una vista para que el tribunal de primera instancia determine la competencia de Elijah Page para rechazar a sus abogados y renunciar a los recursos de apelación de que dispone. En Dakota del Sur no se lleva a cabo una ejecución desde 1947. Chester Poage fue asesinado el 13 de marzo de 2000 cerca de la localidad de Spearfish, en la zona rural occidental de Dakota del Sur. Su cadáver apareció un mes después, y la autopsia constató que había muerto por heridas de arma blanca y una lesión en la cabeza causada con un objeto contundente. Tres hombres jóvenes fueron acusados del asesinato: Darrell Hoadley, Briley Piper y Elijah Page, que en el momento del crimen tenían 20, 19 y 18 años, respectivamente. Los tres fueron juzgados por separado. Briley Piper se declaró culpable, renunciando a su derecho a ser juzgado y sentenciado por un jurado, y un juez lo condenó a muerte el 19 de enero de 2001. Elijah Page hizo lo mismo y fue condenado a muerte por el mismo juez el 16 de febrero de 2001. Darrell Hoadley se declaró inocente y tuvo un juicio con jurado. Los miembros del jurado lo declararon culpable del mismo crimen, con las mismas circunstancias agravantes (que hacían que el crimen fuera punible con la muerte) establecidas en los juicios de Elijah Page y Briley Piper. Hubo división del jurado en cuanto a la gravedad de la pena; finalmente, en mayo de 2001 Darrell Hoadley fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. En enero de 2006, la Corte Suprema del estado ratificó la condena a muerte impuesta a Elijah Page. Dos de los cinco magistrados discreparon (como habían hecho en el caso de Piper), afirmando lo siguiente: “Basándose fundamentalmente en unas declaraciones de Hoadley, Piper y Page, que son interesadas y no han sido verificadas ni sometidas a contrainterrogación, el tribunal de distrito y la opinión mayoritaria concluyen que Piper y Page eran más culpables y estaban menos arrepentidos que Hoadley y que, por tanto, merecen más la muerte. En un sorprendente giro completo de su argumentación en la causa de Hoadley, ahora el Estado argumenta que éste es menos culpable que Piper y Page en este crimen espantoso [...] De hecho, el Estado imputó a Hoadley, Piper y Page idénticos actos, conductas y cargos, que conducían a las mismas condenas. Se alegaron y probaron las mismas circunstancias agravantes contra los tres [...] No hay diferencias importantes que justifiquen la vida para Hoadley y la muerte para Piper y Page”. Los jueces discrepantes concluían que los tres debían “ser condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por actos sustancialmente idénticos de asesinato”. Como muchas personas condenadas a muerte en Estados Unidos, Elijah Page tuvo una infancia de privaciones y abusos. Según los informes obtenidos, Desde que tenía dos años y vivía con sus hermanos pequeños y su madre drogadicta en edificios abandonados de Kansas City (Missouri), su madre dejaba que lo sometieran a abusos sexuales a cambio de drogas. Cuando tenía siete años, su madre perdió la custodia de los hijos debido a los abusos, la violencia y las privaciones que soportaban a su lado. La administración decidió poner a los niños al cuidado de su padrastro, pero los abusos y privaciones continuaron. De nuevo bajo la tutela del estado cuando tenía alrededor de 13 años, Page pasó por más de una decena de hogares de acogida a lo largo de un año y se fugó en numerosas ocasiones. En las evaluaciones psiquiátricas que le practicaron con 14 o 15 años manifestaba una conducta agresiva y antisocial. Cuando llegó a Dakota del Sur en 1999, tenía 17 años y un historial de periodos de internamiento en centros de reclusión de menores, entre otras cosas por cometer hurtos y robos de vehículos. Al imponerle la pena de muerte en 2000, el juez reconoció lo siguiente ante Elijah Page, que tenía 18 años: “Tu corta experiencia tiene que haber sido un infierno en vida. La mayoría de las personas tratan a sus mascotas mejor de lo que tus padres han tratado a sus hijos”. INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA En 1972, la Corte Suprema de Estados Unidos anuló las leyes de pena capital del país al concluir que la pena de muerte se estaba aplicando de manera arbitraria (Furman c. Georgia). Cuatro años después, en la causa de Gregg c. Georgia, la Corte examinó las nuevas leyes elaboradas por las cámaras legislativas de los estados y las aprobó. Las ejecuciones se reanudaron en enero de 1977 tras casi un decenio sin ellas. Desde 1977 se han cometido aproximadamente 500.000 asesinatos en Estados Unidos. En ese mismo periodo, unas 7.000 personas han sido condenadas a muerte; de ellas, algo más de 1.000 han sido ejecutadas y unas 3.300 permanecen en el corredor de la muerte. El sistema de justicia capital de Estados Unidos se caracteriza por la arbitrariedad, la discriminación y los errores. Aproximadamente una de cada diez personas ejecutadas en Estados Unidos desde 1977 eran “voluntarias”, personas condenadas a muerte que renuncian a sus apelaciones y “consienten” en ser ejecutadas. Hay diversos factores que pueden llevar a un preso a no seguir adelante con sus apelaciones contra su condena de muerte, como el trastorno mental, las enfermedades físicas, los remordimientos, la actitud desafiante, las creencias religiosas, la severidad de las condiciones de reclusión (incluidos el aislamiento prolongado y la ausencia de visitas con las que pueda mantener contacto físico), la sombría alternativa de una vida en prisión sin posibilidad de libertad condicional, el pesimismo sobre las perspectivas de la apelación, la búsqueda de notoriedad, o simplemente el deseo de conseguir una sensación de control sobre una situación en la que, por lo demás, el preso no tiene ningún poder. Racional o irracional, la decisión tomada por alguien que está amenazado de muerte por otras personas no puede ser “consentida”. Es más, no puede ocultar el hecho de que el Estado está llevando a cabo un homicidio premeditado, una violación de derechos humanos que es un síntoma de la cultura de la violencia, no una solución a ella. Independientemente de que un preso que “pide” ser ejecutado esté engañándose sobre el grado de control que tiene sobre su destino (al fin y al cabo, no están sino ayudando a su gobierno a cumplir la tarea que éste se ha propuesto realizar de todas formas), el Estado es culpable de un engaño mucho mayor. Está vendiendo su propia ilusión de control: la ilusión de que, al matar a algunos de los que condena por asesinato, aporta un elemento constructivo a los esfuerzos destinados a acabar con la delincuencia violenta. En realidad, el Estado está llevando a niveles perfeccionados y calculados el mismo acto que pretende condenar: arrebatar deliberadamente una vida humana. Aunque a veces se alude a estas ejecuciones como una forma de suicidio asistido por el Estado, ''homicidio asistido por el preso'' sería una denominación más adecuada. Porque si un condenado a muerte realmente pretende suicidarse, el Estado hará cuanto esté en su poder para impedirlo. El fenómeno de los presos que se prestan “voluntariamente” a la ejecución es un factor más que contribuye a la lotería de la pena de muerte. Por decirlo de otra forma, dado el índice de error reversible que se da en los casos de pena capital, si los aproximadamente 120 “voluntarios” ejecutados desde 1977 hubieran seguido adelante con sus apelaciones, la posibilidad de que los tribunales de apelación hubieran anulado las condenas de muerte de algunos de ellos es significativa (véase también: USA: Blind faith, http://web.amnesty.org/library/pdf/AMR511002006ENGLISH/$File/AMR5110006.pdf; y Estados Unidos: La ilusión de control, http://web.amnesty.org/library/index/eslamr510532001). Dakota del Sur volvió a introducir la pena de muerte en 1979, aunque nadie ha sido ejecutado desde entonces. La última ejecución llevada a cabo fue la de George Sitts, electrocutado el 8 de abril de 1947, y fue el último de los seis presos condenados a muerte en el estado en el siglo XX. Actualmente hay cuatro reclusos condenados a muerte en Dakota del Sur, recluidos en el módulo Jameson de la Penitenciaría Estatal de Sioux Falls. Según la legislación estatal, un reo convicto debe permanecer “en régimen de aislamiento en la penitenciaría y nadie podrá acceder a él sin una orden del tribunal salvo los funcionarios de la prisión, su abogado, su médico, un sacerdote o ministro si lo desea, y los miembros de su familia”. El alcaide de la prisión fija el momento de la ejecución en la semana que establece la orden judicial de ejecución. 2 ACCIONES RECOMENDADAS: Envíen sus llamamientos para que lleguen lo antes posible, en inglés o en su propio idioma: - expresando sus condolencias a las personas afectadas por el asesinato de Chester Allan Poage y aclarando que su intención no es restar gravedad al crimen ni al sufrimiento causado; - oponiéndose a la ejecución de Elijah Page, señalando su corta edad en el momento del crimen y su infancia de abusos y privaciones, haciendo notar la discrepancia de dos magistrados de la Corte Suprema del estado en esta causa, y explicando su oposición a la pena de muerte en general; - expresando su satisfacción por el hecho de que nadie haya sido ejecutado en Dakota del Sur en seis décadas y señalando que, a fecha de hoy, 125 países han abolido la pena de muerte de su legislación o en la práctica; - instando al gobernador a que detenga esta ejecución y apoye la suspensión de las ejecuciones en Dakota del Sur. LLAMAMIENTOS A: Governor Mike Rounds, Office of the Governor, 500 E. Capitol Avenue, Pierre, SD 57501, Estados Unidos Fax: +1 605 773 5844 Correo-E: (a través de): http://www.state.sd.us/governor/ Tratamiento: Dear Governor / Señor Gobernador COPIAS A: la representación diplomática de Estados Unidos acreditada en su país. ENVÍEN LOS LLAMAMIENTOS INMEDIATAMENTE. 3