Reinventar el modelo: un delicado equilibrio

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27 DE MARZO DEL 2012
Reinventar el modelo:
un delicado equilibrio
El ‘modelo Barcelona’, de ciudad mediterránea, compacta
y de iniciativa público-privada, ha funcionado, y muy
bien. Pero la dura crisis europea, económica y de valores,
obliga a replantear la concepción del proyecto de ciudad
y a dar un nuevo enfoque a la gestión del urbanismo.
julio carbó
E
l modelo Barcelona necesita reinventarse. En medio de la dura crisis europea, económica y de valores, especialmente álgida aquí en
tierras catalanas, no solo nos enfrentamos a un obligado replanteamiento de la concepción del
proyecto de ciudad, sino que la gestión del urbanismo y su complejidad requieren un nuevo enfoque. La ciudad se enfrenta a un conjunto de retos
globales que han empezado a fragmentar la cohesión social, la equidad urbana y la calidad de vida
de sus habitantes, en detrimento, según dicen algunos, de su proyección exterior.
Porque, eso sí, el modelo Barcelona, de ciudad mediterránea, compacta y de iniciativa público-privada, ha funcionado, y muy bien. Es innegable que,
salvo algunos proyectos desafortunados, Barcelona ha dado un paso de gigante en sus 25 años de
mandato progresista, años en que, valga decirlo,
ha contado con la ayuda de fondos europeos y del
Estado. Son de alabar la cantidad y calidad de intervenciones urbanísticas en zonas periféricas, antes
desconectadas, como por ejemplo la Mina y Nou
Barris, los siete kilómetros de apertura de la ciudad al mar, y el despliegue de infraestructuras como las Rondas e instalaciones como el Ecoparc y la
depuradora del Besós, y también de otras que, no
por invisibles son menos importantes, como son
los depósitos de aguas pluviales que han evitado
las inundaciones en los bajos de las casas. Crucemos los dedos para que, a pesar de los recortes presupuestarios, los proyectos de la Sagrera con su
gran parque lineal y el de la cobertura de las vías de
Sants, resuelto con meticulosidad, puedan llegar a
buen puerto.
Pero concentrémonos en qué ciudad queremos
cara al futuro, o más bien, cuál sería el nuevo enfoque que precisa la Barcelona del futuro. Porque a
todos nos gusta una ciudad limpia, segura y agradable, pero no solo se trata de mantener su calidad
urbana sino de actualizar la ciudad para seguir
siendo un número uno en cuanto a la calidad de vida que ofrece y a motor económico de la región.
Primero, precisemos. Ya no se trata de la Ciudad Condal, sino de la Barcelona metropolitana,
de una red de ciudades interconectadas, llámese
Daniel
SERRA
Catedrático de
Organización de
Empresas, Universitat
Pompeu Fabra (UPF).
Licenciado en
Ciencias Económicas
(UAB) y doctor por
la Johns Hopkins
University. Experto en
logística empresarial
y organización del
territorio.
Eva
SERRA
Arquitecta y Urbanista.
Especializada en
Arquitectura del Paisaje
por la University of
Wisconsin-Madison.
Trabajó en el
Departamento de Medio
Ambiente de Wisconsin.
Experta en análisis
territorial, participación
pública y relaciones
internacionales.
metrópolis o región, o simplemente Catalunyaciudad. Con los retos actuales, se requiere un enfoque transversal en cuanto a temáticas y ámbito
territorial. La ciudad-región es el motor económico que instiga el cambio de paradigmas y, en nuestro caso, nuestra metrópolis, Barcelona, necesita
asumir este liderazgo y unir sinergias con otros vecinos para llevar a buen puerto estrategias económicas de alcance europeo como son, por ejemplo,
el corredor mediterráneo, al que, por cierto, Europa es más proclive que nuestro propio Estado. Por
suerte, nuestros políticos ya se han puesto manos
a la obra en estos temas incluyendo el de resolver
el drama de las conexiones ferroviarias del puerto
de Barcelona.
Inciso aparte, en cuanto al urbanismo de la ciudad, este necesita apostar por tres nuevos objetivos: integrar las nuevas tecnologías; encaminar la
ciudad hacia la autonomía energética, y establecer mecanismos de participación ciudadana. Los
dos primeros, la integración de las nuevas tecnologías y la autonomía energética precisan de una
regeneración integral del tejido urbano existente,
lo cual no es tarea fácil ya que, hecho a posteriori, o
sea en la ciudad ya construida, exige una fuerte in-
Hay que actualizar
la ciudad para que
siga siendo motor
económico y número
uno en calidad de vida
versión inicial. Se trata de replantear la ciudad en
términos de sostenibilidad, de metabolismo urbano, y mediante las nuevas tecnologías, canalizar su
funcionamiento, servicios, tráfico, flujos de materias y entrada de recursos, reciclando al máximo lo
que produce, y reduciendo su consumo energético
gracias a la captación de energías alternativas. En
esta línea, la concejalía de hábitat urbano, está iniciando con optimismo propuestas interesantes como el de manzanas autosuficientes.
Sin embargo, faltaría el tema de nuevos mecanismos de participación ciudadana y de redes sociales. Se trata de implicar a los habitantes en la
toma de decisiones. La ciudad negociada es la que
comparte su gestión no solo con los actores económicos sino con las organizaciones sociales, con la
llamada sociedad civil. En los tiempos que corren
de malestar social, con un paro galopante y obligada reducción de gastos en todos los ámbitos, se necesita de la colaboración ciudadana para gestionar
la ciudad de manera transparente y eficiente.
En definitiva, en estos tiempos difíciles que se
avecinan, posiblemente la ciudad que queremos
no será la que tendremos. Lo esencial es no perder
de vista la claridad de los objetivos: la ciudad para
todos, de todos. Cabe esperar que no merme el empuje que los nuevos dirigentes tienen, y que, con el
consabido seny català, logren el delicado equilibrio
entre el modelo de ciudad abierta, inclusiva, creativa y solidaria pre-crisis y la asunción de iniciativas del sector privado para poder encauzar proyectos de gran calibre como es el Blau@Ictinea, un
desarrollo mixto y autosuficiente que finaliza la
apertura al mar de Barcelona en Montjuïc.
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