El recurso debe estimarse básicamente por tres razones

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El recurso debe estimarse básicamente por tres razones:
A.- La primera de carácter formal y es que; concedida la visita solicitada por una
resolución administrativa declarativa de derechos, dicha resolución no puede
modificarse sino en los muy estrictos términos previstos en el art. 103 de la Ley de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas de 26.12.92, lo que evidentemente
no ha ocurrido ya que la Administración Penitenciaria se ha limitado a inejecutar su
propia resolución.
B.- La segunda porque el nombre de la visita no puede afectar a la naturaleza de
ésta hasta el punto de llevar a su denegación. El preso solicitó textualmente "una
comunicación vis a vis de convivencia con mi mujer". Si se entendiera que no era
posible conceder la visita de convivencia en los términos en que se ha interpretado el
art. 45.6 del Reglamento, esto es en el sentido de que las comunicaciones de
convivencia exigen ineludiblemente la presencia de los hijos del interno menores de
diez años, siempre cabría mantener la visita al amparo de lo prevenido en el art. 45
puntos 4 y 5 aunque la duración no excediera de tres horas.
C.- En fin porque la interpretación de que es obligada la presencia de los menores
de diez años en las visitas de convivencia es incorrecta. Las comunicaciones de
convivencia tienen por objeto facilitar ésta en el orden familiar que no debe ser
perturbado por la Administración. Deben ser los propios cónyuges o convivientes en
consideración a sí mismos y a los derechos y deberes inherentes a la patria potestad
quienes decidan la forma más idónea de esas visitas de convivencia y los que, participan
en la misma. Cualquier intromisión de la Administración en ese terreno que afecta a
relaciones y obligaciones personalísimas -que no desaparecen con la prisión- carece de
apoyo jurídico. Y menos si pretende hacerse en términos generales dada la riqueza de
situaciones de la vida: Vgr. a uno de los hijos menores de diez años se le ha ocultado la
condición de preso del padre por decisión de éste y de la madre; o, tras concederse la
visita, enferma uno de los varios hijos menores del preso; o el interno tiene hijos
menores de diez años con su cónyuge y con otra persona con la que ha convivido, por
poner sólo de dos madres o padres distintos que, podrían ser más. Sería absurdo denegar
la comunicación de convivencia en el primer caso, suspenderla en el segundo, y obligar
a celebrarla con todos los hijos de las distintas uniones y sus plurales ascendientes en el
tercero. La Administración debe limitarse a poner los medios para facilitar tales visitas y
a establecer su duración con arreglo a las posibilidades de cada Centro. El resto es una
intromisión intolerable en lo que es el contenido de la patria potestad o en las relaciones
conyugales o de similar afectividad. Debe pues estimarse el recurso y con él la queja
formulada.
AUTO 80/99 26.1.99 JVP Nº3 EXP. 1033/96
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