El penado ha cumplido algo más de la mitad de su condena y observa buena conducta. Ha disfrutado de permisos sin que conste su mal uso. Todo ello le hace acreedor a una cierta progresión. Pero esa progresión no puede ser a tercer grado en régimen abierto porque carece de arraigo en España y de medios conocidos de vida lo que le vuelve especialmente vulnerable a ofertas al margen de la ley. Lo prudente es la progresión a esa suerte de grado intermedio que permite el artículo 100 del reglamento penitenciario permaneciendo el penado en segundo grado con las siguientes ventajas del tercer grado: podrá disfrutar hasta de cuarenta y ocho días de permiso al año, y podrá salir dos fines de semana alternos cada mes. La Junta de Tratamiento podrá restituir estas salidas de fin semana por otros días de salida si así lo aconseja el tratamiento, o para fines concretos cuales legalizar la situación del penado en España, obtención del permiso de residencia y trabajo etc. Auto 787/02, 4 de abril 2002, JVP nº3, Exp. 627/0 1