interacción social en los períodos intermedio tardío y tardío, valle de

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INTERACCIÓN SOCIAL EN LOS PERÍODOS INTERMEDIO TARDÍO
Y TARDÍO, VALLE DE LLUTA, NORTE DE CHILE
Calogero M. Santoro1, Álvaro Romero G.2 y Vivien G. Standen1
Ponencia presentada en El Primer Taller Andino del Instituto de Investigaciones
Andinas Cajamarca, Perú, 28 al 30 de agosto de 2000
a ser publicado en "LA ARQUEOLOGÍA Y LA ETNOHISTORIA EN LOS ANDES"
editado por John Topic
1 Centro de Investigaciones del Hombre en Desierto y Departamento de Arqueología y Museología,
Universidad de Tarapacá, Casilla 6-D, Arica, Chile. Correo electrónico csantoro@uta.cl.
2 Departamento de Arqueología y Museología, Universidad de Tarapacá, Casilla 6-D, Arica, Chile.
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Este trabajo tiene por objeto describir y explicar la organización política y
económica de distintos grupos políticos que ocuparon directa o indirectamente la
zona baja del valle de Lluta en el área Centro Sur Andina. Se propone que grupos de
agricultores de organización social segmentada, radicados en la parte más fértil del
valle unos 15 km de la costa, controlaron distintos enclaves en la zona baja del valle
de Lluta durante el Intermedio Tardío (ca. 1100-1400 d.C.); lo que correspondería al
tercer caso de verticalidad costera (Murra 1972). Durante esta época los grupos
altiplánicos accedieron en forma indirecta a estas tierras, puesto que no se
encontraron indicadores de asentamientos de tipo colonial. Es posible que los
altiplánicos y los agricultores del valle mantuvieron acuerdos de intercambio y
cooperación a partir de acuerdos políticos administrados desde centros secundarios,
localizados en la sierra de Arica o, a través de lazos de parentesco (modelo de
verticalidad escalonada, de Durston e Hidalgo 1997). La reorganización política del
estado Inca, durante el período Tardío, provocó importantes transformaciones en la
composición de los asentamientos del valle. Mientras que en el valle intermedio
chaupiyunga (más de 50 km de la costa) se produce un reforzamiento de la cultura
local, el valle fértil se trasforma en un enclave controlado más directamente por el
estado Inka integrando poblaciones altiplánicas y locales bajo un esquema clásico
de verticalidad (Murra 1976, 1985).
El estudio analiza la dispersión espacial de indicadores de la cultura material,
tales como tipos de asentamiento, rasgos arquitectónicos y categorías cerámicas de
pasta y estilos decorativos, teniendo como referencia dos esquemas hipotéticos de
distribución espacial de rasgos culturales bajo algún régimen de verticalidad o
complementariedad ecológica. La muestra de cerámica de superficie obtenida de un
conjunto de 16 sitios arqueológicos habitacionales y 13 sitios funerarios asociados a
estos poblados, reconocidos en la zona baja del valle de Lluta. Los resultados del
análisis cuantitativo de la data arqueológica se contrastan con la distribución
espacial de los grupos étnicos camanchaca, cole y caranga, propuesta a partir de la
documentación etnohistórica del siglo XVI.
Palabras claves: Asentamientos, análisis ceramológico, sistemas de organización
económica, Período Intermedio Tardío, Período Tardío, Valles Occidentales, área
Centro Sur Andina.
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En este artículo se evalúa una serie de indicadores arqueológicos (tipos de
asentamiento, arquitectura y estilos cerámicos), con el objeto de avanzar en la
reconstrucción de los sistemas de organización socio económica de grupos políticos,
que interactuaron antagónica o complementariamente por recursos escasos dentro
de un determinado tiempo y espacio. La definición y análisis de correlatos
arqueológicos sensibles a estos procesos es un desafío metodológico que requiere
todavía de mayor elaboración (ver Wason 1994) y ha sido largamente debatido en la
antropología andina (D’Altroy 1992; Murra 1972; Schiappacasse et al. 1989; Stanish
1992).
Nuestra propuesta parte de la idea que la reconstrucción histórica debiera
solventarse en líneas independientes de datos arqueológicos, etnohistóricos y
etnográficos, donde interesa conocer no sólo los componentes de la cultura material
sino también tratar de descubrir y explicar las estructuras sociales y los procesos de
cambio y continuidad cultural. En este estudio asumimos que el análisis combinado
de tipos de asentamiento, rasgos arquitectónicos y el comportamiento cuantitativo
en el uso de tipos cerámicos puede servir para distinguir grupos sociales distintos y,
a partir de ello documentar su interacción social y los procesos de transformación y
continuidad cultural.
Este estudio se centra en una serie de sitios arqueológicos prehispánicos
ubicados en la subregión de Valles Occidentales del área Centro Sur Andina
(Lumbreras 1981), correspondientes a los períodos Intermedio Tardío y Tardío (ca.
1100–1500 d.C.). Nuestro foco central son las poblaciones locales, correspondientes
a comunidades de agricultores y pescadores con raíces históricas antiguas en esta
zona; sobre las cuales todavía tenemos un panorama más bien vago acerca de sus
sistemas de organización política y económica. Esto se debe, en parte, a que la
investigación arqueológica y etnohistórica ha privilegiado a los grupos étnicos postTiwanaku del área circum Titicaca, de estructuras políticas y económicas
centralizadas y de mayor prestigio y habrían intentado controlar, a través de varios
mecanismos, los ambientes y comunidades radicadas en los valles, oasis y costa del
norte de Chile y sur de Perú (Durston e Hidalgo 1997; Hidalgo 1986; Hidalgo y
Durston 1998; Julien 1985; Lumbreras 1974; Llagostera 1976; Muñoz 1986, 1989;
Murra 1972; Schiappacasse y Niemeyer 1989). Así. las explicaciones de los cambios
sociales en la prehistoria regional y local, se han vinculado a los vaivenes de
expansión y contracción de las sociedades nucleares del área circum Titicaca. De
esta manera, la caracterización de los períodos Formativo, Medio y Tardío de esta
zona periférica, se relaciona a flujos innovadores de origen altiplánico, partiendo por
una primera migración, en época de los primeros agricultores, de supuesto origen
Pukara, seguida luego de la migración Tiwanaku, para finalizar con la aymara e Inka
(Muñoz 1989:85; Núñez 1989; Rivera 1984, 1991; Rothhammer et al. 1986,
Rothhammer y Santoro 2001). Los resultados del estudio que presentamos a
continuación, revisan y cuestionan esta visión historiográfica de la prehistoria del
norte de Chile. Así mismo, se intenta salir de la etapa meramente descriptiva de los
restos arqueológicos para tratar de hacer inferencias acerca de los sistemas de
organización social.
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Pensamos que la historia de las sociedades locales tuvo su propia dinámica
interna, lo que se refleja en la variación y heterogeneidad espacial de la cultura
material desde la costa hacia el altiplano. A pesar de la presión ejercida por los
pueblos de las zonas andinas aledañas, los grupos locales filtraron y
reacondicionaron los elementos de origen externo dentro de un marco de resistencia
(Uribe 1999) o innovación, que respondió a las necesidades y principios de su propia
tradición e intereses sociales (Covey 2000; Dillehay 1987; Santoro 2000).
En este contexto sugerimos, a modo de hipótesis, que los grupos locales de la
subárea de Valles Occidentales, de organización social segmentada trataron de
controlar la zona baja de los valles desde el litoral hasta unos 70 km hacia el
interior, durante el Período Intermedio Tardío (ca. 1100 – 1400 d.C.). Este intento de
control podría servir para revivir el tercer caso de verticalidad de Murra (1972:445),
“de etnias pequeñas con núcleos en la costa” planteado para el grupo collique, en la
costa central de Perú, quienes habrían controlado cocales en Quivi, un típico
ambiente chaupiyunga, en el valle de Chillón, a unos 50 km de la costa y 1000 m de
altura. Este caso fue presentado tentativamente por Murra (1972), “no en un plan de
insistir que los archipiélagos existieron, sino buscando los límites del modelo”
(Murra 1972:445). Siguiendo las propuestas de John Murra, hemos tratado de usar
“tácticas arqueológicas” para documentar la existencia prehispánica de este tipo
organización social. Además, la situación que tratamos de documentar para el valle
de Lluta se ha reconocido tentativamente en Camarones (Niemeyer et al 1972-73),
Arequipa (Julien 1985:186), Osmore (Stanish 1992:167-168) y Chillón (Dillehay
1976; Murra 1972; Rostworowski 1993:223). Los datos arqueológicos y
etnohistóricos indican que los grupos costeros debieron enfrentar la presión de
grupos serranos y/o altiplánicos que trataban de controlar, directa o
indirectamente, espacios productivos en los valles bajos. Por esta razón se revisa la
evidencia arqueológica respecto de los mecanismos de complementariedad
empleados por las sociedades andinas para acceder a los recursos de valles como el
Lluta, en épocas prehispánicas. Esto particularmente, en relación al período Tardío,
cuando ocurren importantes trasformaciones en la composición de los grupos y el
manejo de los espacios.
En este marco tratamos de identificar arqueológicamente a los actores o
grupos políticos que se integraban en estos valles y oasis durante los períodos
Intermedio Tardío y Tardío. Esto sobre la base del análisis del comportamiento
espacial y temporal de pasta y decoración cerámica presentes en diferentes tipos de
asentamiento. Con ello esperamos avanzar en la caracterización y explicación de los
procesos de cambio de los sistemas de organización política y económica de las
comunidades locales.
MODELOS DE ANÁLISIS
El modelo de verticalidad o complementariedad ecológica ha sido fundamental en la
arqueología, etnohistoria y antropología andina (van Buren 1996), aunque Murra
estima que su propuesta pudo motivar mayor cantidad de estudios
multidisciplinarios (i.e. Dillehay 1976; Goldstein 1989; Hastings 1987; Julien 1985;
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Morris y Thompson 1985; Stanish 1992; ver D`Altroy 1992, para una evaluación
crítica). Los principios del modelo dan cuenta, en el decir de Murra, de una de las
formaciones o modos de organización económica desarrolladas en los Andes. En este
contexto, Salomon (1985, 1986), combinando datos etnohistóricos y antropológicos,
propuso una serie más amplia de “mecanismos de complementariedad” que
incluyen, desde los sistemas de mercado (acceso indirecto a los recursos) hasta el
control directo como la verticalidad (ver también Pease 1985). El sistema de
complementariedad descentralizada, dependiente de múltiples alianzas entre
unidades domésticas de distintos pisos ecológicos, basadas en lazos de parentesco
(Salomon 1985, ver también Harris 1985; Platt 1987; Riviere 1979) es el mecanismo
que mejor representa las condiciones demográficas, políticas y económicas de las
comunidades que habitaron los valles costeros del área Centro Sur Andina. Si este
fue el escenario, diversos pueblos o grupos políticos, entre el altiplano y la costa, se
vieron obligados a establecer acuerdos políticos simétricos o asimétricos, en
ambientes de paz y/o beligerancia, para llevar a cabo su economía, bajo algún
sistema de interacción.
Para el área Centro Sur Andina, en particular, Alan Durston y Jorge Hidalgo,
proponen un mecanismo de “verticalidad escalonada” (Durston e Hidalgo 1997;
Hidalgo y Durston 1998), documentado para el grupo altiplánico caranga, del sur
del lago Titicaca. Este modelo es una reformulación del segundo caso de verticalidad
de Murra, correspondiente a “etnías grandes, verdaderos reinos altiplánicos, con
núcleos en la cuenca del Titicaca [y] colonias hasta diez y más días de camino [del
núcleo altiplánico, como los lupaqa que] tenían oasis en la costa del Pacífico –desde
el valle de Lluta, en Arica, hasta Sama y Moquegua” (Murra 1972:437-438).
El señorío lupaqa es el ejemplo clásico de este caso, a través de sus demandas
en el siglo XVI para que se les reconocieran derechos ancestrales de acceso directo a
ambientes en ambas vertientes de los Andes. La visita de Garci Diez de San Miguel
indica que existían colonias lupaqa en el valle de Lluta (Murra 1972), lo que no ha
sido constatado arqueológicamente (Santoro 1995). En Moquegua los datos
arqueológicos tienden a mostrar que durante el período post-Tiwanaku, en el
afluente Otora se habrían instalado colonias provenientes del lado norte del Lago
Titicaca (Stanish 1992:168), pero con anterioridad al estado Inka (Stanish
1992:171).
La propuesta de Durston e Hidalgo (1997; Hidalgo y Durston 1998), de
“verticalidad escalonada”, podría explicar en parte las dificultades para reconocer
“contenidos culturales” prehispánicos, correspondiente a instalaciones coloniales
altiplánicas en los valles costeros como el Lluta (Murra 2002). El sistema de
“verticalidad escalonada” habría consistido en que en el primer escalón grupos como
los caranga accedieron a los valles serranos de Arica, bajo el mecanismo típico de
verticalidad. Esto es, a través de instalaciones coloniales y gente venida desde
caranga. Pero a la zona costera habrían ingresado en forma indirecta, vale decir sin
colonias propias, estableciendo relaciones de intercambio con poblaciones de los
valles bajos. Este sistema de control macro vertical integraba un “centro primario”
Hatun Caranga en el altiplano al sur del lago Titicaca, dos “centros secundarios”
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ubicados en las cabeceras de los valles de Lluta y Azapa (Socoroma y Belén),
controlados directamente desde Hatun Caranga y varios “centros terciarios”
localizados en la zona costera de dichos valles, controlados indirectamente desde los
centros secundarios. El análisis de documentos de los siglos XVI al XVIII les
permitió establecer los nombres de los “centros productivos terciarios” (Guator y otro
pueblo en el “valle de Asapa”, Chapija e Ipispacha en Lluta. En la primera localidad
del Lluta hemos reconocido sitios arqueológicos, la segunda localidad es
desconocida) y de los centros secundarios que se ubican tentativamente en las
localidades de Socoroma y Belén, en la sierra de Arica1 (Durston e Hidalgo 1997;
Hidalgo y Durston 1998). Estas propuestas y datos históricos han permitido dirigir
nuestras actuales pesquisas arqueológicas y la definición de indicadores culturales
para identificar a los grupos interactuantes; lo que nos recuerda el entusiasmo de
Murra cuando descubrió las potencialidades multidisciplinarias de la visita de
Huánuco Pampa, para combinar estrategias etnohistóricas y arqueológicas (Murra
1962).
Si el modelo de “verticalidad escalonada” es aplicable a épocas prehispánicas,
arqueológicamente se debería encontrar en los centros secundarios de la sierra de
Arica, rasgos arquitectónicos típicos del altiplano. Y, una incidencia importante de
cerámica decorada y no decorada y de otros rasgos culturales del mismo origen,
asociados a contextos domésticos y rituales (Stanish 1992). En los centros
terciarios, en cambio, debería encontrarse una mezcla más bien ambigua de bienes
de origen serrano y altiplánico asociados a elementos de origen local (ver nota 2).
En el modelo de complementariedad, los espacios periféricos como el valle de
Lluta son multiétnicos, vale decir habrían sido ocupados, al mismo tiempo, por más
de una entidad social (Murra 1972:441 y 443). En este contexto, a pesar de la
predicción de Murra (1972: 441) y dadas las dificultades para identificar este
fenómeno en los datos arqueológicos, Aldenderfer y Stanish (1993) sugirieron que la
arquitectura y los patrones de asentamiento serían elementos más diagnósticos que
la simple identificación de bienes muebles para distinguir a grupos distintos dentro
de un área, como los valles costeros. Proponen que si una comunidad se reparte por
un territorio, tenderá a reproducir sus patrones tradicionales de vivienda y
organización del espacio doméstico. En contraste, los bienes muebles, como la
cerámica, pueden introducirse a través de redes de intercambio que no implican el
traslado e instalación de núcleos poblacionales fuera de sus territorios de origen
(Aldenderfer y Stanish 1993). Por su parte Stanish enfatiza la importancia de
distinguir entre contextos domésticos y no-domésticos y evitar la simple
comparación cuantitativa de artefactos, sin considerar el contexto social que los
originó (Stanish 1992:40-41).
Nosotros pensamos que los bienes muebles forman parte de la tradición
cultural de una entidad social particular. La manera como se fabricaron y decoraron
los tiestos de cerámica (tipos de pasta e iconografía), para uso ritual o doméstico
responde a patrones culturales propios y forman parte de los códigos aprendidos al
interior de una entidad cultural. En este contexto también se inscriben la selección
de bienes importados. El ingreso de estos bienes dependía de la habilidad de las
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propias unidades domésticas de conectarse con unidades de otras localidades para
conseguir bienes de prestigio. En sociedades segmentadas, como las del valle de
Lluta, los artesanos que, posiblemente, no fueron de tiempo completo, reproducen
una iconografía de corte corporativo y por lo tanto de uso más generalizado. En
sociedades más complejas, en cambio, la iconografía se utiliza, junto a otros
métodos de coerción social, con fines políticos y puede servir para representar y
mantener en el poder al grupo dominante (Earle 1990, Plog 1990).
MATERIAL Y MÉTODO
Valle de Lluta
El valle de Lluta se ubica en el extremo norte de Chile, a 10 km de la frontera
con Perú. Es una cuenca hidrográfica de más de 150 km de largo y comprende una
hoya de 3.450 km2. Nace a los pies del volcán Tacora, desde donde desciende en
dirección sur por más de 80 km. En esta trayectoria capta una serie de afluentes
que drenan desde los faldeos occidentales de los Andes y escurrimientos
estacionales desde el oeste, generados en la sierra de Huaylillas, lo que produce un
caudal permanente que alcanza hasta la costa (1,5 a 2 litros/m2 promedio de los
últimos años, Amador Torres comunicación personal). La hoya puede ser dividida en
tres zonas ecológicas mayores: (a) zona baja, (b) zona serrana y (c) zona altiplánica
(Figura 1).
La zona baja abarca desde la desembocadura hasta unos 80 km hacia el
interior a 2.500 msnm. Corresponde a la sección más ancha y con mayor potencial
agrícola, favorecida por un clima libre de heladas, pero limitado por la salinidad de
las aguas y suelos. Abarca unas 4100 há y siguiendo diversas clasificaciones
geográficas previas (Díaz et al. 1958; Keller 1946; Klohn 1972; Torres 2000) la
dividimos en tres sectores o enclaves ecológicos: (1) valle costero, (2) valle fértil (3)
valle intermedio chaupiyunga (Figura 2).
El Valle Costero. Abarca desde la desembocadura hasta la localidad Morro
Negro a 10 km de la costa y a una altitud de 250 msnm, al interior del valle. Cubre
una superficie de aproximadamente 500 há. Presenta suelos arenosos y pedregosos,
mal drenados desfavorable para la agricultura hasta hoy día, cubiertos por dos
géneros de poacias, conocidas como grama salada (Distichlis spicata; y Muhlenbergia
asperifolia ), (Rosello 2000). Este espacio, posiblemente, fue usado por los grupos de
pescadores para una agricultura simple sin canalización de agua, complementaria a
su economía marítima, por lo que no necesitaron establecer asentamientos
permanentes, lo que ha influido en la visibilidad y conservación de los sitios
arqueológicos (Figura 3). Viniendo desde la costa, el sector se puede recorrer dentro
de una jornada. La escasez de asentamientos contrasta con la monumentalidad de
los paneles con geoglifos que flanquean el borde sur del valle (ver Dauelsberg et al.
1975; Valenzuela et al. 2001).
El Valle Fértil. Se extiende desde Morro Negro hasta la Angostura de Churiña,
45 km hacia el interior, a una altitud de unos 950 msnm (al oeste de la localidad
actual de Molinos). Comprende la caja más ancha del valle (2-3 km) y cubre una
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superficie de aproximadamente 3.000 há. El valle presenta laderas altas con
sectores de pendiente suave. Los asentamientos prehispánicos aprovecharon las
zonas aplanadas sobre el área de inundación del valle. Los suelos son de mejor
calidad en cuanto a drenaje y salinidad. El clima está influido por el régimen costero
de nubosidad baja, alta radiación y temperaturas cálidas libres de heladas. Esto
favorece un uso continuo del suelo durante todo el año y, en la actualidad unas
2.700 há se encuentran bajo cultivo permanente (Figura 4). Posiblemente, en épocas
prehispánicas esta fue la zona de mayor actividad económica, lo que se refleja en la
alta concentración de asentamientos poblacionales y cementerios que han sido
inventariados (Romero et al. 2000; Santoro et al. 2000).
El Valle Intermedio Chaupiyunga. Se ubica entre la Angostura de Churiña
hasta la localidad Jarimalla, cubriendo una superficie aproximada de 600 há.
Jarimalla se ubica a 80 km de la costa, a una altitud de 1.800 msnm, donde
comienza la sierra de Huaylillas. El suelo es más limoso, salino y circunscrito a
estrechas terrazas abigarradas a lo largo de la caja del río y, por lo tanto, sujetas a
constante erosión. El clima queda fuera de la influencia de la nubosidad de la costa,
por lo que tiene un aire más seco y diferencias de temperatura más marcadas entre
el día y la noche, sin alcanzar niveles de congelamiento. La ocupación de este sector
se restringe a limitados enclaves con suelos adecuados para una agricultura que
requiere de riego tecnificado, basada en canalización de vertientes, aguas del río y la
preparación de eras de cultivo (Figura 5). Es una zona ideal para productos de clima
cálido y seco, como cocales. En este sector, sin embargo, disminuye la densidad de
ocupación con relación al valle fértil, pero es más relevante con relación al valle
costero.
Este trabajo se focaliza únicamente en la zona baja del valle, dado que aquí se
concentra toda la actividad agrícola. La zona serrana es muy encajonada y
profunda, con limitada actividad humana hasta hoy día, mientras que la zona
altiplánica es un espacio productivo de pastoreo marginal. Ambas han sido
escasamente estudiadas arqueológicamente (Santoro et al. 2000). Los
reconocimientos realizados en la zona altiplánica presentan registros de
campamentos en cuevas vinculados a cazadores recolectores y pastores hasta
épocas coloniales y sub-actuales. Se ubican hacia los bordes del profundo cañón del
Lluta y en las quebradas que convergen hacia el valle desde el este y el oeste.
Muestra de Estudio
El análisis de basa exclusivamente en muestreos de superficie aleatorios y
estratificados de los 29 sitios arqueológicos; 16 sitios representan ámbitos
domésticos y 13 corresponden a ámbitos ceremoniales funerarios (Stanish 1992). Se
distribuyen en los tres sectores ecológicos de la zona baja del valle de Lluta y
comprometen los períodos Intermedio Tardío y Tardío. Los sitios se listan en la Tabla
1, donde se indica el tipo de sitio su ubicación cronológica y la cantidad de
fragmentos de cerámica analizados (Figura 3)2.
Los sitios fueron ubicados espacialmente con instrumental GPS y mensurados
para determinar sus dimensiones. Una ficha descriptiva se utilizó para identificar
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los rasgos arquitectónicos y definir distintos tipos de asentamiento. Los criterios de
clasificación fueron los siguientes: emplazamiento, nivel de organización espacial
(presencia de vías de circulación, áreas funcionales), tamaño del asentamiento y
rasgos arquitectónicos, tales como, materiales de construcción, forma y tamaño de
los recintos. Esto con miras a identificar patrones que pudieran representar
distintos modos de vida o tradición cultural (Aldenderfer y Stanish 1993).
Los análisis de bienes muebles se concentraron en la cerámica dado que es un
elemento que se repite en todos los muestreos de superficie de los asentamientos, a
consecuencia de su calidad de conservación y la diversidad de contextos culturales
donde fue utilizada. Los fragmentos de cerámica se clasificaron de acuerdo a los
atributos de la pasta y decoración. Se analizó un total de 4.161 fragmentos de
cerámica, de los cuales alrededor de un 30% (n: 1.229) corresponden a fragmentos
decorados, bordes, bases y asas. 2932 forman el conjunto de fragmentos sin
decorar. Otros restos materiales como líticos, huesos, tejidos, cueros, conchas y
otros desechos, no se incluyen en este análisis por su baja y dispar ocurrencia. En
varios de los sitios inventariados se registran tipos de cerámica de data posthispana,
algunos con técnica y decoración europea, en tanto que otros denotan una mezcla
de formas y decoración europea e indígena. Estos tipos de cerámica no se incluyen
en la contabilidad y análisis cuantitativos de este estudio.
Alfarería del Valle de Lluta
La clasificación de la cerámica se basa en categorías de pasta y patrones
estilísticos aplicados a las superficies de los tiestos, cuyos detalles se pueden revisar
en publicaciones previas (Romero 2002; Santoro 1995; Santoro et al. 2001; Santos
et al. 2000). Estos tipos se han definido sobre la base de ciertos atributos propios
tanto en la manera como se fabricaron los tiestos (estándares de pasta), como en la
manera como se decoraron (patrones iconográficos). El estudio no se centra,
especialmente, en las variaciones en el uso de los distintos tipos definidos, a través
del tiempo y del espacio.
Se evaluó la variación estadística de cuatro tipos de estándares de pastas, de
un conjunto tipológico mayor. Esta tipología se basa en observaciones
macroscópicas del antiplástico y el ambiente de cocción. Las características de estos
tipos se resumen a continuación.
El Estándar 400. De cocción oxidante, presenta antiplástico compuesto de
gruesas y visibles partículas negras, blancas y grises. Con esta técnica se fabricó
gran parte de la cerámica decorada y no decorada utilizada típicamente por la
población local denominada cultura Arica.
El Estándar 500. Se caracteriza por un antiplástico menos grueso de color
blanco y cocción en ambiente oxidante. Dado su mayor presencia en las tierras altas
y su asociación con el estilo Charcollo, se considera que este tipo de técnica proviene
de la sierra o altiplano. Es importante señalar que este tipo de pasta no fue usada
para fabricar tiestos de estilo Arica.
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Los Estándares 210 y 220. Corresponden a cerámicas de mayor calidad técnica
que las anteriores, caracterizada por un antiplástico muy fino (E-210) o fino (E-220)
y cocción bien controlada, oxidante. Se asocia a tiestos típicamente altiplánicos, el
primero de ellos, E-210, a cerámicas de estilo Inka, y el segundo, E-220, a vasijas
del grupo estilístico Negro sobre Rojo.
En cuanto a los patrones estilísticos de la cerámica, se distinguen cuatro
grupos que presentan patrones diferenciados de decoración de las paredes internas
y, principalmente, externas de los tiestos. Usamos el término “grupos estilísticos”,
dado que éste se usa regularmente en la literatura para referirse a la manera como
se decoraron los tiestos u otro tipo de objetos. Un patrón estilístico es una
representación formal estandarizada que obedece a condicionantes técnicas,
temáticas y estéticas, interrelacionadas por un conjunto de reglas particulares a un
sistema cultural (Rice 1987). Sin desconocer que los estilos tienen un trasfondo
cultural, no significa que se convierten en un indicador por sí solo. El estilo es una
formalización supeditada a patrones culturales y condicionada por contextos
socioculturales concretos, y por lo tanto puede ser usado como una buena
herramienta para segregar “grupos” en términos cronológicos y/o culturales
(Calderari 1991; ver discusión sobre el tema en Gallardo et al. 1996). Usamos los
grupos estilísticos en este último sentido y reconocemos que algunos de los patrones
estilísticos están menos definidos que otros, pero dado que nuestro estudio no es
iconográfico propiamente tal, simplemente utilizamos el nivel de conocimiento que
sobre esta materia se dispone hasta ahora. Nuestro interés es explorar
estadísticamente el comportamiento de estos grupos estilísticos, con fines
comparativos espaciales y temporales. Utilizamos, adicionalmente, los estilos con
fines cronológicos, a falta de una batería de dataciones absolutas y un mejor soporte
estratigráfico.
Grupo Estilístico Arica. Incluye los clásicos estilos policromos San Miguel,
Pocoma y Gentilar (Schiappacasse et al. 1989:197). Éstos se caracterizan por fina
ornamentación policroma plasmada en una variedad de formas, fabricadas con
pastas de estándar 400. Estos estilos pueden considerarse como un componente
típicamente local (Bird 1943, Dauelsberg 1972a, 1972b; Munizaga 1957a, 1957b;
Uhle 1919, Uribe 1999). Tiestos de este tipo se utilizaron en contextos domésticos
(i.e. cocina, depósito de líquidos, macerado de semillas de molle [Schinus molle]),
ceremoniales (i.e. ofrendas y urnas funerarias) y otras actividades rituales
posiblemente realizadas en los espacios domésticos (Figura 6: a, b, c y d).
Estilo Serrano. El componente principal de este grupo se define como
Charcollo, un estilo caracterizado por manchas y líneas de color rojo sobre una
superficie café natural, denotando una decoración menos elaborada (Dauelsberg
1969; Romero 1999, 2001; Santoro et al. 2002; ver una definición distinta en Ayala
y Uribe 1996, ver también Schiappacasse y Niemeyer 2002). De escasa presencia en
tierras bajas, por lo que pensamos que este es un indicador de poblaciones
radicadas en los valles serranos de la vertiente occidental de los Andes (altos de
Arica y altiplano contiguo). Se asocia a pastas de estándar 500 (Figura 6: e y f).
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Grupo estilístico Negro sobre Rojo., integrado, principalmente, por el estilo
Chilpe y otros patrones iconográficos bicromos de líneas negras sobre un fondo rojocafé natural o con engobe (Schiappacasse et al. 1989:197). Se asocia a pastas y
tecnología del estándar 220. Los estilos Negro sobre Rojo pueden considerarse como
un componente de factura no local, propio más bien de las poblaciones del altiplano
al sur oeste del Titicaca, territorio de los pacaje y caranga (Figura 6: g-j).
Grupo estilístico Tardío o Inka. Compuesto por los estilos Saxamar (Figura 6: k)
e Inka (Figura 6: l, m y n). Se asocian a la tecnología del estándar 210.
Corresponden a tiestos importados a los valles y costa, fabricados bajo el sistema de
producción estatal y distribuidos a través de las redes controladas por el
Tawantinsuyu (D’Altroy y Bishop 1990) como parte, posiblemente, del servicio de la
mita’a. Por lo tanto, estos estilos son un buen indicador de las fases expansivas del
estado Inka en la zona (ver cronología tentativa en Schiappacasse y Niemeyer 1989).
Asentamientos y Arquitectura
A continuación se describen tres tipos de asentamientos clasificados de acuerdo al
lugar de emplazamiento, el nivel de organización y variedad de componentes
funcionales internos (vías de circulación, recintos de almacenaje, tumbas,
plataformas, etc.), tamaño, forma y materiales de construcción de los recintos. Sobre
la base de estos rasgos se definieron tres tipos que han sido rotulados como patrón
de asentamiento I, II y III.
Patrón de Asentamiento I (P.A.I). Poblados de organización simple levantados en
laderas abruptas, con pendiente entre 30 a 45 grados de inclinación. Los recintos,
las vías de circulación y las distintas áreas funcionales presentan distribución
irregular, lo que denota que la fundación y ampliación del emplazamiento fue más
bien oportunista y utilitaria. Los recintos se levantaron sobre plataformas simples
cortadas en el talud del valle, sin muros de contención. Son de forma rectangular
construidos con materiales locales: totora, caña y postes de madera identificados, en
algunos casos, como Guacán (Guayacán o Guacano; Miryca pavonis (De Ugarte
2000). Los restos de estos recintos se visualizan en la actualidad, como pequeños
levantamientos de forma irregular de no más de 50 cm de alto y varios metros de
diámetro. Presentan un color pardo producido por la concentración de deshechos
domésticos que cubren en parte los basamentos de postes, cañas y totora, de una o
más estructuras, lo que contrasta con el color más claro de la arena eólica que los
rodea y cubre parcialmente. Al interior de algunos de los recintos escavados, se
detectan profundos silos subterráneos cavados en el sustrato de arena compactada
por percolación de sal. Los sectores funerarios se encuentran dentro o en las
inmediaciones de los poblados, destruidos por acciones vandálicas de huaqueros, lo
que ha imposibilitado su estudio detallado. Poblados de este tipo son minoritarios en
el valle costero (2 casos Figura 3), mayoritarios el valle fértil (5 casos) y escasos en el
valle intermedio chaupiyunga (1 caso; ver Tabla 1). Emplazamientos de este tipo se
describen, también, para la desembocadura de Camarones asociados a la cultura
Arica (Schiappacasse y Niemeyer 1989:72; ver también Muñoz 1989:104-105).
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Patrón de Asentamiento II (P.A.II). Poblados de organización compleja de
recintos rectangulares de totora con vías de circulación y áreas funcionales mejor
organizadas espacialmente. Se levantaron sobre laderas con escasa pendiente
(Figura 4) o en terrazas aluviales estrechas. Compuestos por alineaciones de
concentraciones de restos domésticos, como los descritos más arriba, separados por
franjas o vías de circulación, sin deshechos de ocupación. Las áreas domésticas se
asocian a espacios públicos (canchas y petroglifos), lo que denota cierto
ordenamiento y planificación en la medida que el poblado se fue expandiendo. Los
recintos fueron levantados sobre plataformas cortadas en el talud y, a diferencia de
los anteriores, se reforzaron frontalmente con un muro de piedra. Son de forma
rectangular, construidos de totora, caña y postes de madera (Miryca pavonis). Los
silos son subterráneos y se pueden asociar a determinadas estructuras
habitacionales. Este tipo de asentamiento es típico del valle fértil (4 casos) Aparece
minoritariamente en el valle intermedio chaupiyunga (2 casos) y no está
representado en el valle costero (Tabla 1).
Patrón de asentamiento III (P.A.III). Poblados de organización compleja, de
recintos pircados, levantados sobre terrazas altas de suave pendiente. Los recintos
fueron construidos con muros de mampostería de piedra no canteada y sin
argamasa, de una o dos hiladas. Son de planta socavada de forma elíptica a
semicircular, con divisiones internas y un área interior de 60 m² promedio (Figura
7). Se agregan también delineamientos simples de piedras que definen áreas de
actividades exteriores, a modo de patios. En el poblado de Milluni, (Llu-21) las
entradas en algunos casos están delimitadas por muros que forman un pasillo
semicircular, típico de otros sitios de la sierra de Arica, como Chapicollo (AZ-123).
Se detectaron también algunos silos adosados al perímetro exterior de los recintos.
En la parte central del poblado de Milluni destaca un sector con más de 50 silos
subterráneos, encistados y originalmente sellados con piedras planas, o metates.
Los silos que tienen un diámetro promedio de 50 cm en su estrada y más de 1 m de
profundidad, pudieron formar parte de un sistema de almacenaje comunitario.
Además, otra media centena de silos se distribuyen en distintos sectores del
poblado, separados de los silos instalados al interior de los recintos. Este tipo de
poblado se ubica, exclusivamente, en el valle intermedio chaupiyunga (2 casos).
Recientes excavaciones en Milluni permiten sugerir que se trata de un poblado de
época Tardía (Tabla 1).
Cronología Relativa de los Asentamientos
Los rasgos descritos se ubican, a base de cronología relativa de los estilos
cerámicos, entre 1100 a 1500 d.C. y encierra los períodos Intermedio Tardío y
Tardío. Durante este lapso de tiempo, se utilizaron sincrónica y diacrónicamente
distintos estilos de cerámica y tipos de asentamiento.
Los estilos de la cultura Arica son un buen indicador del Período Intermedio
Tardío, aunque estos componentes continúan en el período siguiente (Santoro 1995;
Santoro et al. 2001; Romero 2002). Los estilos tardíos, Inka y Saxamar, son un buen
indicador de la expansión del estado Inka en la zona y se utilizan como marcador
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para separar los asentamientos del período Tardío respecto del período anterior.
Para Rosario 2 se dispone de una fecha radiocarbónica correspondiente a un estrato
del Intermedio Tardío: 430±80 a.p., Beta–101496, carbón. La calibración de 1 sigma
define dos rangos temporales 1.410–1.530 d.C. (p = 53%) y 1.580–1.630 d.C. (p =
14%) (Oxcal Program, Bronk Ramsey 2000).
El inicio del Período Tardío lo ubicamos, tentativamente, hacia el 1400 d.C.
Esta distinción ha sido documentada estratigráficamente en algunos sitios
habitacionales del valle de Lluta (Romero 2002; Santoro 1995; ver también Muñoz y
Chacama 1988, 1991; Schiappacasse y Niemeyer 1989, 1997; ver también
Pärssinen y Siiriäinen 1997).
Análisis Cuantitativos
El análisis cuantitativo tiene por objeto mostrar la importancia estadística de
los componentes culturales (pastas y estilos), a través del espacio (tipos de
asentamiento y zona ecológica) y el tiempo (períodos Intermedio Tardío y Tardío). Los
cálculos de porcentaje se realizaron sobre la base del conteo simple de fragmentos,
puesto que nuestro interés era comparar el comportamiento de las distintas
categorías de artefactos en contextos domésticos y rituales. Para los cálculos de
porcentajes en los tipos de pasta se consideró el total de fragmentos inventariados;
mientras que para los tipos estilísticos (n: 1229) no se consideraron los fragmentos
no decorados que representan el 70% (2932) de la muestra.
Datos de este tipo, expresados en frecuencias y porcentajes de fragmentos de
cerámica clasificados por pasta y decoración, analizados estadísticamente, pueden
ayudarnos a establecer algunos parámetros para definir aspectos de la organización
política y económica y la posible identificación de unidades culturales distintas (ver
Meggers y Evans 1980; también Uribe 1999-2000:66, para una visión crítica de este
tipo de análisis). Si la cerámica y los tipos de asentamiento son sensibles a las
preferencias sociales de los grupos interactuantes esto podría pesquisarse en la
contabilidad de los rasgos de la cultura material. Consecuentemente, si durante el
Intermedio Tardío y Tardío el valle de Lluta fue un espacio compartido,
simultáneamente, por más de una entidad social, como sugieren las
interpretaciones etnohistóricas, arqueológicamente esperamos encontrar conjuntos
de rasgos muebles e inmuebles (asentamiento y estilos cerámicos) formando
patrones diferenciados. Nuestros datos provienen de colecciones de superficie
generados en espacios principalmente domésticos como las áreas habitacionales y
ceremoniales como los cementerios.
Si esta propuesta es correcta, análisis cuantitativos de la distribución espacial
y temporal de diferentes categorías cerámicas, debería mostrar tendencias similares
en los ámbitos domésticos de asentamientos de un mismo tipo y sus espacios
ceremoniales asociados, en este caso los cementerios. Asentamientos de distinto
tipo, en contraste, deberían presentar comportamientos estadísticos diferenciados
en los componentes de la cultura material mueble.
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Siguiendo las propuestas de Murra (1972) y Stanish (1992), se sugiere dos
alternativas de distribución espacial de componentes muebles e inmuebles.
Estimamos, sin embargo, que mientras menos estructurado o centralizado el
sistema de organización política, las tendencias que se proponen serán menos
marcadas.
1. Patrón de distribución espacial heterogénea, donde conjuntos culturales
diferenciados en aspectos tales como planificación, arquitectura y cerámica, entre
otros, se distribuyen en forma continua a lo largo de un territorio. De esta
manera, la distribución espacial de los grupos interactuantes es heterogénea
(Figura 8a).
2. Un patrón distinto se deriva de las observaciones en el valle de Chillón (Dillehay
1976) y quebrada de Camarones (Niemeyer et al. 1972-73), que denominamos
Patrón de distribución espacial segmentada, donde distintos conjuntos de
asentamiento, arquitectura y componentes cerámicos forman unidades que
tienden a polarizarse dentro de un territorio (Figura 8b).
RESULTADOS
La Tabla 1 presenta un listado de los sitios analizados, indicando el nombre y
tipo de sitio, el período cultural y el número total de fragmentos de cerámica
analizados. Del universo de sitios sólo 3 están ubicados en el sector valle costero, en
tanto que en el valle fértil se presenta la mayor densidad de sitios, 9 asentamientos y
10 cementerios. Finalmente, en el sector intermedio se registran 7 sitios, 5
asentamientos y 2 cementerios. La Tabla 2 presenta un listado de los sitios con las
frecuencias de los tipos de pasta y grupos estilísticos. A continuación se entrega una
descripción detallada de los resultados de análisis cuantitativos de los tipos de
estándares de pastas y grupos estilísticos, en relación al tipo de asentamiento, su
ubicación geográfica en la parte baja del valle de Lluta y el período cultural:
Intermedio tardío y Tardío.
Período Intermedio Tardío
Estándares de Pasta, P.A.I y Cementerio. La Tabla 3 y Figura 9 presentan la
frecuencia y porcentaje de los estándares de pasta del Período Intermedio Tardío
asociados al P.A.I y cementerios en los sectores valle costero, valle fértil y valle
intermedio chaupiyunga. Para este último sector no poseemos muestras de
cementerio.
En el sector costero destaca la mayoritaria presencia de pastas E-400 de origen
local, en ámbitos domésticos y funerarios, con 82,0% y 80,9% respectivamente. Las
pastas E-500, de origen serrano, son minoritarias con un 14,0% en los ambientes
domésticos y un 8,5% en el cementerio. Las pastas E-210 y E-220, de origen
altiplánico, tienen una presencia insignificante, no superan el 1%, salvo el E-220
que alcanza al 8,5% en el cementerio (Tabla 3, Figura 9).
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En el sector valle fértil la pasta E-400 se reduce casi a la mitad tanto en los
asentamientos como en el cementerio (47% y 48% respectivamente). El E-500, en
cambio, casi se duplica en los asentamiento (27%) y aumenta más aún en los
cementerios (34%) en relación al sector costero. La pasta muy fina E-210 aunque
tiene una baja representación en ambos espacios (1,5% en las áreas domésticas y
3,2% en los cementerios), presenta un cambio importante respecto del sector
anterior, donde está ausente. La pasta fina E-220 aumenta considerablemente en
los ámbitos domésticos 10,9% y con menor fuerza en los cementerios (11,6%; (Tabla
3, Figura 9).
En los asentamientos P.A.I del sector valle intermedio chaupiyunga hay un
notorio aumento de las pastas con tecnología E-500 (46,6%). Las pastas E-400
bajan al 40,3%, lo que marca claramente una curva descendente de este
componente desde el sector costero. El estándar de pasta muy fino E-210, aumenta
levemente en relación al valle fértil (3,6%), mientras que las pastas fina E-220,
disminuyen su representación (5,4%; Tabla 3, Figura 9).
Grupos Estilísticos, P.A.I y Cementerios. La Tabla 4 y Figura 10 presentan el
comportamiento estadístico de los grupos estilísticos durante el Período Intermedio
Tardío en sitios P.A.I y cementerios, en los sectores valle costero, valle fértil y valle
intermedio chaupiyunga.
En los sitios del valle costero se observa que el predominio de los estilos del
grupo Arica es casi absoluto, con un 68,4% en los asentamientos, y un 90,0 % en el
cementerio. En los asentamientos la cerámica de estilo Arica comparte espacio con
una leve presencia de estilos Tardío (Inka, 5,3%). El conjunto otros estilos
correspondientes al Período Medio e indeterminados presentan un 26,3% en los
asentamientos y un 10% en el cementerio (n: 3; Tabla 4, Figura 10).
En el sector valle fértil, los estilos Arica descienden levemente a 62,1% y 64,9%
en los sitios P.A.I y cementerios, respectivamente. En los asentamientos P.A.I
aparecen con fuerza piezas decoradas con estilo Negro sobre Rojo (22,8%), no así en
los cementerios donde aparece con un 13,0%. Los fragmentos con decoración
serrana o Inka tienen una incidencia minoritaria, cercana al 3% (Tabla 4, Figura
10).
En contraste, en el sector valle intermedio chaupiyunga los estilos Arica
declinan considerablemente y alcanzan sólo a un 29,6%, mientras que el estilo
Negro sobre Rojo alcanza su mayor presencia durante el Intermedio Tardío, con un
40,7%. Los estilos Inka y Charcollo también aumentan su presencia, con
porcentajes similares de 7,4% (Tabla 4, Figura 10).
Período Tardío
Estándares de Pasta, P.A.II, P.A.III y Cementerios. La Tabla 5 y Figura 11
presenta, en forma separada, la frecuencia y porcentaje de estándares de pasta
asociadas a P.A.I, P.A.II y cementerios del Período Tardío, en los sectores valle fértil e
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intermedio chaupiyunga. Sitios de esta época no se registraron en el sector valle
costero.
En el valle fértil el P.A.II aparece, típicamente, asociado a este período. En los
ámbitos doméstico la pasta E-500 es, significativamente, dominante (43,0%),
mientras que el E-400 alcanza sólo un 22,2%. Destaca también el aumento de las
pastas muy fina E-210 y fina E-220 (20,9% y 11,3% respectivamente). Los
cementerios en este sector fértil, no se comportan de similar forma que el P.A.II, ya
que el E-400 es mayoritario con un 33%, seguido muy de cerca por el E-500
(27,5%). Los alfares E-210 y E-220 presentan similares frecuencias que en los sitios
P.A.II, 20,5% y 14%, respectivamente, con un leve repunte de este último estándar
con relación al período anterior (Tabla 5, Figura 11).
El sector valle intermedio chaupiyunga presenta dos tipos de asentamientos:
P.A.II y P.A.III, este último es exclusivo de este sector. En estos asentamientos las
pastas E- 400 (32,2% y 37,2% respectivamente) no se diferencian notoriamente de
las pastas E-500 (29,3% y 40,2% respectivamente). Los alfares importados de pasta
fina E-220 presentan proporciones similares en ambos tipos de emplazamientos
domésticos (P.A.II 14,1% P.A.III 13,6%). La cerámica de pasta muy fina, E-210, baja
levemente en los asentamientos P.A.II (17%), mientras que en sitios del P.A.III este
descenso es significativo (5,4%; Tabla 5, Figura 11).
En el valle intermedio chaupiyunga, las áreas funerarias cercanas al poblado
Milluni (P.A.III), denota una alta incidencia del E- 400 (34,7%), superando
notoriamente al E-500 (19,1%). Las pastas estándar 210 y 220, presentan menor
incidencia en relación a los asentamientos (2,5% y 6,1% respectivamente). Destaca,
sin embargo, una significativa presencia de la categoría “otros estándares” (37,5%),
compuesto principalmente por fragmentos de E-2213 (34,7%). Estas es una pasta
con desgrasante tan fino como algunos tipos altiplánicos, pero asociado al estilo
local Gentilar (Tabla 5, Figura 11).
Grupos Estilísticos, P.A.III y Cementerios. La Tabla 6 y Figura 12 presentan los
comportamientos estadísticos de los tiestos clasificados de acuerdo a los grupos
estilísticos asociados a sitios P.A.II, P.A.III y cementerios, de los sectores valle fértil e
intermedio chaupiyunga. En el valle fértil, tanto en los sitios domésticos como
funerarios el estilo Inka es significativamente dominante (67,4% y 66,1%
respectivamente), seguido muy de lejos por los estilos Arica con un 8,7% en los
sitios P.A.II y 12,5% en los cementerios. Los estilos Negro sobre Rojo presentan muy
baja incidencia en los ámbitos domésticos (4,9%), pero se duplica en los cementerios
(8,9%). En tanto, los estilos serranos se presentan minoritariamente, ya sea en sitios
del P.A.II (3,8%) y en cementerios (2,7%). A su vez, los grupos estilísticos de
asociación cultural indeterminada, tales como recubiertos de colores rojos y café,
presentan importantes frecuencias en asentamientos y cementerios, con un 15,2% y
9,8% respectivamente (Tabla 6 Figura 12).
En los sitios P.A.II del valle intermedio chaupiyunga, los estilos mayoritarios
corresponden al Inka (40%) seguido de los estilos Arica (32,2%). Los estilos Negro
sobre Rojo presentan baja frecuencia (17.4%), junto con lo estilos serranos (2,6%) y
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otros estilos (7,8%). En contraste en los sitios P.A.III hay un notorio dominio de los
estilos Arica (51%), lo que contrasta con la baja incidencia de los estilos Inka (7,5%).
Los estilos Negro sobre Rojo están mejor representados (28,6%), mientras que los
estilos serranos y “otros estilos” tienen baja incidencia (5,8% y 7,1%
respectivamente; Tabla 6 Figura 12).
En los sitios funerarios del sector intermedio chaupiyunga, los estilos Arica
tienen un dominio extraordinario, con un 84,4%. Los otros estilos presentan baja
incidencia: Negro sobre Rojo (7,5%), estilo serrano (4,1%) y estilos Inka (0,7%; Tabla
6, Figura 12).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En este estudio se confrontaron variables culturales muestreadas en ámbitos
domésticos y ceremoniales. Esto incluyó tipos de cerámica separados de acuerdo a
sus modos de fabricación (estándares de pastas) y decoración (estilos iconográficos).
Estas variables se exploraron espacialmente en tres sectores de la zona baja del valle
de Lluta (valle costero, fértil e intermedio chaupiyunga), a través de estadística
descriptiva. A esto se agrega la variable temporal focalizada en los períodos
Intermedio Tardío y Tardío (1100 – 1500 d.C). Los análisis estadísticos estuvieron
destinados a pesquisar cambios de preferencias en el uso de estos tipos de
artefactos. Los resultados muestran un panorama mucho más heterogéneo que lo
previsto en los modelos predictivos de la arqueología y la etnohistoria (Figura 8).
Los tipos de asentamiento cruzados con los estándares de pastas y estilos
decorativos de la cerámica, confrontados espacial y temporalmente, muestran
variaciones estadísticas importantes y, a pesar de las limitantes temporales
podemos distinguir condiciones típicas para los períodos en discusión. Las
variaciones espaciales en la composición de estos rasgos permitieron identificar y
caracterizar a los grupos políticos que interactuaron directa o indirectamente en el
valle de Lluta, mientras que las variaciones temporales permitieron pesquisar
cambios en los sistemas de organización social, entre la época pre-estatal y estatal
del régimen incaico.
Intermedio Tardío
Contrario a lo esperado, no hay una correspondencia fuerte entre tipos de
asentamientos y preferencias por un mismo conjunto de tiestos (pasta y decoración),
previsto en el patrón de distribución espacial heterogénea (Figura 8a). La manera
como se distribuyen los estándares de pastas y estilos iconográficos, tanto en las
áreas residenciales y funerarias, se asimila al patrón de distribución espacial
segmentada (Figura 8b), vale decir el conjunto de componentes analizados forman
agrupaciones espacialmente polarizadas y, podrían representar unidades políticas y
procesos sociales distintos.
El P.A.I, típico del período Intermedio Tardío, se registra en los tres sectores del
valle, aunque está mejor representado en el valle fértil (Tabla 1). En este tipo de
asentamiento, destaca el fuerte descenso de la pasta de origen local, E-400, desde el
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sector valle costero al sector valle intermedio chaupiyunga, tanto en los ámbitos
domésticos como los rituales funerarios (ver Tabla 3, Figura 9). Este descenso
gradual de las pastas E-400, coincide con un aumento gradual de las pastas E-500
de origen altiplánico. Destaca la similitud en el uso de vasijas con pastas E-400 en
ambientes domésticos y rituales en el valle costero y valle fértil (Figura 9).
Las preferencias por los estilos iconográficos en los ámbitos domésticos no
presenta cambios tan drásticos en los sectores valle costero y fértil, donde la
cerámica de estilos Arica mantiene alta relevancia (entre 60 y 70% respectivamente;
Figura 10). En los ámbitos rituales de cementerios, sin embargo, hay un descenso
notable de estos estilos en el valle fértil (62,1%) respecto del valle costero (90%). Esta
importante diferencia muestra que los agricultores del valle fértil fueron más
abiertos a la utilización de objetos importados (cerámica de estilos Negro sobre Rojo,
Serrano e Inka; Figura 6), en ambientes ceremoniales funerarios. Esta conexión con
el altiplano, posteriormente fue clave para la instalación del sistema de control
político más directo establecido por el Inka. No obstante lo anterior, es evidente que
la cerámica de estilos Arica fue el bien más usado en ambos sectores del valle
(Figura 10).
Los pescadores del valle costero usaron, casi exclusivamente, cerámica pintada
de origen local, ya fuera porque se resistieron a utilizar objetos importados o porque
no tuvieron acceso a ellos. Si no los fabricaron directamente, es posible que los
pescadores obtuvieron estos tiestos de los agricultores, como parte de acuerdos
políticos vinculados al usufructo de espacios productivos conmutados, o
intercambio de productos, o empleo de mano de obra para trabajos comunitarios,
como siembras, cosechas y tareas vinculadas con la instalación y mantención de los
canales de irrigación, etc. La identificación de los lugares de fabricación de los
tiestos de estilos Arica es un detalle histórico que deberá ser despejado en el futuro.
El sector valle costero fue un espacio más bien uni cultural (sólo registra
asentamientos P.A.I y tanto los estándares de pasta, como los estilos decorativos
muestran un significativo predominio de los componentes locales, pasta estándar
400 y estilos Arica). Presentan, consecuentemente, escasa introducción de
elementos importados para su reproducción social tanto en el ámbito doméstico
como ritual. La población de pescadores, agricultores del valle costero integraban
esta unidad más cerrada ya sea porque tuvieron poco acceso a bienes importados
del altiplano (cerámica Negro sobre Rojo) o porque deliberadamente evitaron su uso.
Los tiestos pintados con estilos Arica si no los produjeron internamente, pudieron
conseguirlos como bienes de intercambio con las poblaciones del valle fértil a cambio
de productos del mar o el acceso directo, de los vallunos a enclaves en la costa para
la obtención de pescados, mariscos y guano.
La instalaciones en el valle costero podrían representar un ejemplo del tercer
caso de verticalidad de Murra (1972), articulado por poblaciones de pescadores. Este
sector del valle es un espacio con inadecuadas condiciones para la agricultura, pero
atractivo para las poblaciones de pescadores, que pudieron establecer
asentamientos secundarios, cuyos asientos principales se ubicaban en la costa (i.e
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Pampa Gallinazo en la desembocadura del Lluta (Oscar Espoueys, comunicación
personal; Playa Miller al sur de Arica; Focacci 1997). Estos enclaves se distanciaban
de los núcleos en la costa hasta 1 día de camino de ida y vuelta (5 a 10 km de
distancia). Se trataba de instalaciones más bien temporales, con baja inversión en
infraestructura doméstica, lo que se refleja en la baja densidad de sitios
inventariados. Sirvieron, sin embargo, para diversificar la economía y proveerse de
agua fresca de las vertientes del valle (i.e. sitios Porvenir, ver Figuras 2 y 3).
En un plano más especulativo aún, sugerimos que este grupo identificado
arqueológicamente, podría corresponder a los ancestros de la población camanchaca
del siglo XVI. Esto en virtud que las fuentes documentales indican que era una
población costera que además practicaban agricultura en sectores cercanos a la
costa (Hidalgo este volumen). En este contexto, la escasa cobertura espacial de las
comunidades costeras, la precaria condición de sus instalaciones habitacionales del
valle costero hablan de una comunidad de baja densidad de población y de
organización social simple. Posiblemente cada poblado tenía un líder principal de
escaso poder económico y limitadas posibilidades de controlar comunidades vecinas.
Las agricultores del sector valle fértil conformaron una unidad con fuerte raíz
local que incluía cierto número de bienes importados, particularmente de tiestos no
decorados de pastas E-500, de origen serrano o altiplánico, que compiten con tiestos
fabricados localmente con pastas E-400 (Figura 9). Esto significa que en el uso de
tiestos no decorados, no hubo una preferencia marcada por vasijas fabricadas
localmente respecto de las vasijas importadas. En contraste, los tiestos decorados de
estilos Arica son notoriamente más importantes que los tiestos Negro sobre Rojo de
origen altiplánico, tanto en espacios domésticos como rituales funerarios (Figura
10). Esto significa que estas comunidades prefirieron bienes de origen local para la
funebria y otras actividades realizadas en ámbitos domésticos vinculados a los ciclos
de vida de la gente, la producción agrícola, etc.
El sector valle fértil, con mejores potencialidades agrícolas, y un predominio de
componentes locales, posiblemente fue controlado por una población local de
raigambre más agrícola, y por lo tanto con asentamientos centrados en el valle. Esta
población valluna dependió igualmente del mar para su subsistencia diaria
(Aufderheide y Santoro 1999) y para ello posiblemente establecieron sus propios
enclaves en el litoral o simplemente establecieron relaciones de intercambio con los
costeros, dependiendo de los acuerdos políticos a que llegaron ambos grupos. En
este contexto, sugerimos que esta población de los valles puede corresponder a los
ancestros de la población cole, identificada en la documentación etnohistórica
(Hidalgo este volumen, ver también Schiappacasse y Niemeyer 1989). Estas
comunidades de pescadores y agricultores conformarían el grupo yunga, identificado
en términos genéricos en la documentación etnohistórica. No sabemos, por lo tanto,
si estos grupos (pescadores y agricultores), eran políticamente independientes o
formaban parte de una misma estructura con dos parcialidades.
Una situación contrastante se observa en el valle intermedio chaupiyunga,
donde la cerámica Negro sobre Rojo (de origen altiplánico, Figura 6) sobrepasa a la
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cerámica Arica, en los ámbitos domésticos (no hay muestra de cementerio)
asociados al P.A.I (Figura 10). Esto representa una situación de cambio importante
respecto de los sectores anteriores y constituye el segmento distinto, en los términos
de nuestro patrón distribución espacial segmentada.
La cerámica Negro sobre Rojo, ausente en el valle costero y baja incidencia en el
valle fértil, en el valle intermedio chaupiyunga puede representar a una población de
origen serrano o altiplánico, como caranga, que accedió en forma indirecta a este
sector del valle. Esta cerámica habría formado parte de un conjunto mayor de
productos (i.e. charqui, lana, tejidos, materias primas líticas como obsidiana, azufre,
etc.) entregado por los grupos altiplánicos a los vallunos a cambio de productos
agrícolas del valle (maíz), guano y pescado seco. Este intercambio debió se arreglado
políticamente por los principales de los altiplánicos caranga, centrados en la sierra
de Arica y los principales del valle de Lluta centrados en el valle fértil. Si este fue el
escenario que provocó la distribución espacial de la cerámica Negro sobre Rojo, el
modelo de verticalidad escalonada (Durston e Hidalgo 1997) tendría una base
prehispánica.
Una alternativa distinta sería que los propios altiplánicos (caranga)
establecieron y controlaron directamente espacios productivos en el valle intermedio
chaupiyunga, con la venia de los líderes o población local. En este caso los
altiplánicos se habrían instalado en poblados levantados por las poblaciones locales,
como Milluni, gracias al acuerdo entre principales de ambos grupos. Si este fuera el
escenario, tendríamos una base empírica para documentar el segundo caso de
verticalidad de Murra. Esta alternativa de control directo ha sido documentada para
el período Otora (pre Inka), en Osmore, caracterizado como “un clásico ejemplo de
colonización multiétnica como fue hipotetizado por Murra en su volumen de 1972”
(Stanish 1992:171,. Este esquema político desaparece durante la época incaica,
períodos Estuquiña y Estuquiña-Inca, cuyos asentamientos son autónomos, es decir
no forman parte de un sistema archipielágico (Stanish 1992:171; previsto en el
modelo de Llagostera 1976). En contraste, Covey (2000) estima que los grupos
políticos altiplánicos, de época pre Inka, no tuvieron suficiente poder económico y
político como para mantener un sistema de control directo en enclaves de Moquegua
más cercanos a la costa y por lo tanto a varios días de camino del altiplano.
Para el valle de Lluta estimamos que dada la baja representatividad de tiestos
de cerámica de estilos no locales, se puede considerar como un indicador de control
más bien indirecto asimilable al modelo de verticalidad escalonada. En contraste,
Murra (1976), sugiere que las parcialidades de los lupaca “podían apoderarse
simultáneamente de oasis en Ilo, Moquegua o Lluta” (Murra 1976:142). Este debate
seguramente se irá despejando en la medida que se afinen los indicadores
arqueológicos para identificar el tipo de relaciones políticas que establecieron los
altiplánicos en los valles occidentales y la manera como se organizaron las
poblaciones locales de estos territorios.
En el sector intermedio chaupiyunga, entre 50 y 70 km de la costa, se polariza
una situación política distinta, donde los componentes de origen serrano o
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altiplánico compiten con los componentes locales (Figuras 9 y 10). Dado que no hay
una predominancia clara ni de los componentes culturales locales y tampoco de los
componentes serrano y altiplánicos, sugerimos tentativamente que este pudo
constituir un típico espacio de ocupación “multiétnica” en el sentido que
concurrieron directa (caso 2 de verticalidad) o indirectamente (verticalidad
escalonada) grupos políticos de origen altiplánico y valluno. Estudios recientes en el
sector de Vinto, en la parte más alta del valle intermedio chaupiyunga, muestran la
existencia de pequeños asentamientos con una alta incidencia de cerámica
altiplánica Negro sobre Rojo, separados de otros asentamientos que presentan una
alta incidencia de cerámica de estilos Arica (Valenzuela et al. 2002).
Este sector intermedio chaupiyunga es un espacio que no puede ser controlado
sobre la base de cambiar diariamente de residencia desde asentamientos principales
en el valle fértil o en la sierra. Por el contrario, se requiere establecer instalaciones
más permanentes, lo que se ve bien reflejado en el tipo de poblado mejor
estructurado, como Milluni (Figura 7). Para los altiplánicos, estos enclaves pudieron
servir como núcleos terciarios en el esquema de verticalidad escalonada de Durston
e Hidalgo. Un enclave altiplánico en Milluni controlado en forma conjunta con los
vallunos, habría permitido a los primeros operar en forma más segura, en estos
ambientes alejados de sus dominios de control directo en la sierra, donde se
ubicaban, posiblemente, sus centros secundarios. Para los altiplánicos, el interés no
solo radicaba en las posibilidades agrícolas de este sector del valle (caracterizado por
condiciones cálidas y secas de quebrada profunda y encajonada), adecuado para el
cultivo de maíz, papas, y eventualmente coca, sino también por la conexión hacia la
costa para la obtención de guano, pescado y mariscos secos.
En suma, se podría postular que durante el Intermedio Tardío tanto el sector
valle costero y valle fértil, fueron controlados por población de origen local. Si
constituyeron unidades políticas independientes o no, y cuales fueron las alianzas
que establecieron entre ellos (intercambios o acuerdos políticos ritualizados) es una
tarea para resolver en el futuro. El valle intermedio, en cambio, presenta una
situación de uso compartido del espacio, por una agrupación de origen altiplánica y
una agrupación de origen local, cuya naturaleza también requiere de mayor
investigación.
Período Tardío
Para este período se cuenta con una muestra distinta, por un lado, no existen
datos para el sector valle costero. En tanto en el valle fértil e intermedio
chaupiyunga se verifican dos tipos de asentamientos P.A.II y P.A.III.
En el valle fértil destaca la fuerte penetración de tiestos fabricados con pastas
de tecnologías altiplánicas (E-210, E-220, E-500), que suman más del 75% en los
ámbitos domésticos y 62% en los rituales funerarios. Esta situación se repite en los
asentamientos P.A.II. (60,4%) y P.A.III (59,2%), del sector intermedio chaupiyunga.
La diferencia se produce en los cementerios de este sector, donde tiestos de pastas
locales E-400 (34,7%) sobrepasan al conjunto de tiestos de pastas altiplánicas
(28,1%; Tabla 5, Figura 11).
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La situación es contrastante con los tiestos decorados. En el valle fértil existe
una fuerte penetración de alfares con estilos importados que suman un total 77,7%,
donde destaca la alta incidencia de tiestos de estilo Inka (66,1%), contra un 12,5%
de tiestos con estilos Arica. En el sector intermedio chaupiyunga, se produce una
diferencia significativa entre los asentamientos P.A.II y P.A.III. En los primeros hay
un predominio de los estilos importados (60%), con una mayor incidencia del estilo
Inka (40%). Los estilos Arica repuntan (32,2%) en relación a lo observado en el valle
fértil. En los asentamientos P.A.III, en cambio, los estilos Arica alcanzan una gran
popularidad (51%), seguido de lejos por el estilo Negro sobre Rojo (2,6%), mientras
que los estilos Inka y Serrano tienen baja incidencia (7,5% y 5,8%). En los
cementerios la proporción de los estilos Arica es aún mayor (84,4;), mientras que los
estilos importados tienen muy baja representatividad (Inka 0,7%, correspondiente a
5 tumbas disturbadas en el sector de cementerios al oeste de Milluni; Tabla 6,
Figura 12)4.
Las variaciones observadas pueden reflejar arreglos políticos y económicos del
estado Inka para administrar la población y los territorios de los valles de Arica.
Cambios en otros aspectos de la vida de la gente que radicaban en el valle de Lluta
se han registrado, previamente, en los patrones arquitectónicos (Santoro y Siclari
1997) patrón de asentamiento (Santoro 1995; Romero 2002), actividades
económicas, dieta y efectos parasitarios (Dorsey-Vinto 1997; Loyola et al. 2000;
Reinhard et al. 2002; Santoro 1995).
En este caso los resultados muestran arreglos de corte más bien político, que
muestran variaciones importantes a lo largo del valle. Por un lado en el valle fértil
tenemos instalaciones totalmente incanizadas, de origen altiplánico (pacaje o
caranga). Esas instalaciones pudieron estar conectadas al sistema estatal de
mitmaqkuna altiplánicos, a los que se sumó, además, población local. Como Sama
Grande en el extremo sur de Perú (Covey 200:128), aparte de la alta incidencia de
cerámica importada, se agrega la ocurrencia de una arquitectura de corte incaico,
correspondiente a tres plataformas de muros frontales de piedra en el sitio Molle
Pampa (Santoro 1995). Como en el caso de Pueblo Tacahuay (Covey 2000:128), las
operaciones incaicas en el valle fértil aprovecharon las instalaciones locales y la
experiencia de la interacción con el altiplano ocurrida en el período Intermedio Tardío,
de corte más bien indirecto, y posiblemente desarrollado bajo el esquema de una
verticalidad escalonada (Durston e Hidalgo 1997). En el período Tardío, contrario a lo
descrito por Stanish (1992) para el Osmore, los indicadores presentados, permiten
sugerir que se trata de operaciones de control directo, bajo el modelo clásico de
verticalidad, coincidente con lo que ha logrado establecer Covey (2000), para el
extremo sur de Perú. Esto contradice, por otro lado la hipótesis de Llagostera (1976).
Particularmente, sobre la base análisis estadísticos de indicadores similares a los
usados por nosotros, Covey sugiere tres maneras de control político ejercido por el
Inka en la costa sur de Perú. Esto incluía: (a) el clásico sistema de asentamientos
coloniales (mitmaqkunas altiplánicos) y población local (sitios Sama Grande y del
área de Moquegua), (b) control de grupos locales de agricultores (i.e. Quebrada
Tacahuay y Valle de Tambo) y (c) control indirecto de grupos dispersos de la costa
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(área Ilo-Ites), con recursos económicos no concentrados, a través de alianzas
vinculadas a intercambio de productos (Covey 2000:133).
La situación del valle fértil parece corresponder a un arreglo político que integró
población altiplánica, posiblemente mitmaqkunas, y población local que se establece
en asentamientos ocupados en la época anterior, que mostraba importantes lazos con
poblaciones altiplánicas, manejados posiblemente a nivel de lazos parentales. Estos
datos arqueológicos podrían correlacionarse con la historia del Inka Topa Yupanqui,
quien después que conquistara los grupos altiplánicos del área circum Titicaca, definió
para los pacaje tierras para el cultivo de maíz en los valles de Cochabamba, costa de
Arica y de Arequipa (Jimenes de la Espada 1965, Tomo II:338), por lo que el límite sur
de la provincia pacaje alcanzaba hasta la costa de Arica y Tacana [Tacna] (Jimenes de
la Espada 1965, Tomo II:334). Es posible que la cerámica de estilo Saxamar esté
asociada a este orden político establecido por Topa Inka Yupanki (1471–1493 d.C.;
Pärssinen 1992; Pärssinen y Siiriäinen 1997). Pensamos que el control ejercido por
los caranga (Durston e Hidalgo 1997; Hidalgo 1986; Pease 1981) es una situación
más tardía y podría corresponder a una segunda etapa de reorganización geopolítica
del Inka, que significó traspasar el control de los valles de Arica de los pacaje a los
caranga. Esta segunda etapa, de corte más imperial, se asociaría la cerámica Inka
más clásica que aparece más tardíamente, en los valles occidentales (Schiappacasse y
Niemeyer 1989)5. Las fuentes escritas del siglo XVI hablan del principal Cayoa,
Cayoca o Cayuca, que tenía subordinados en la costa de Arica y valle de Lluta
(Hidalgo y Focacci 1986). A su vez Cayoa dependía de Chuqui Chambe, principal de
la mitad hanansaya de los Caranga, con centro en Turco (Murra 1979, citado por
Hidalgo 1987:290). Este panorama pudo ser una consecuencia de la reorganización
política establecida por el Inka en el siglo XV, sugerencia que requiere de
contrastación arqueológica.
La situación del valle intermedio chaupiyunga en cambio, quedó fuera del área
de control directo del Inka, ya fuera por resistencia de la población local, o por una
política propia del estado, de establecer una relación más de intercambio con esta
zona, con bajas posibilidades para una explotación agrícola más intensiva como en
el valle fértil. Las piezas cerámicas importadas, seguramente ingresaron vía redes de
intercambio, pero se utilizaron principalmente en contextos domésticos, mientras
que los ámbitos ceremoniales fueron mucho más refractarios a la utilización de
estos bienes. Esta segregación evidentemente, representa una decisión política
interna de las poblaciones locales que no se alienaron al sistema ideológico del Inka.
Mientras tanto en el valle costero, la casi total ausencia de cerámica Inka (n: 1,
5,3%), indicaría que estos enclaves no quedaron incorporados en el sistema y como
en el caso de la costa entre Ilo-Ites del sur de Perú (Covey 2000), el Inka estableció
algún tipo de control indirecto, para acceder o conseguir productos de la costa
propiamente tal, como guano y pescado seco. Si se establecieron relaciones de
intercambio, es evidente que la típica cerámica Inka no estaba incluida entre los
bienes de intercambio. Esto pudo ser una consecuencia de una política del estado de
reservar estos bienes de prestigio para poblaciones con las que establecía relaciones
más directas, de lo contrario significaría que los costeros prefirieron otro tipo de bienes
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o productos que no hemos reconocido en los restos arqueológicos. Recientemente, uno
de los autores revisó la colección de cerámica del sitio costero Intermedio tardío y
Tardío, Playa Millar conservada en el American Museum of Natural History de New
York, excavada por Junius Bird (Bird 1943). Cabe hacer notar que de los más de mil
fragmentos analizados, correspondientes a los estratos superiores (A, B, C y D)
muestran escasos fragmentos de estilo Inka (ver Bird 1943:figura 8c).
Desde el punto de nuestros esquemas predictivos la distribución de la
población en el valle de Lluta durante el período Tardío representa el patrón de
distribución segmentada. Por un lado en el valle fértil se ubican poblaciones que
formaban parte de un sistema mayor dependiente plenamente integrado al estado
Inka, mientras que en el valle intermedio chaupiyunga se polariza una población de
tradición local, que se integra indirectamente al sistema estatal. En el sector valle
costero se parapeta una población de fuerte raíz local, que se mantiene
independiente del estado, mientras que sus parientes del valle intermedio
chaupiyunga aunque mantuvieron cierta independencia su vinculación con el estado
es más evidente.
No obstante lo anterior, debemos señalar que estas propuestas seguramente
serán mejoradas con nuevas investigaciones en el futuro, especialmente en lo que
dice relación con la micro-cronología de esta época tardía de la prehistoria que cubre
alrededor de 500 años (ver Pärssinen y Siiriäinen 1997; Schiappacasse 1999).
También podrán afinarse los indicadores culturales de los grupos políticos
interactuantes en los valles occidentales, dado que algunas de las tendencias
estadísticas parecen ser el reflejo de un palimpsesto, donde se confunde más de una
época y grupo cultural. Estudios estilísticos en la textilería y la cerámica, como los
que vienen realizando Uribe (2000) pueden ayudarnos a definir mejor las variaciones
tempo espaciales, sin descuidar sin embargo la manera como se extrapolan las
variaciones estilísticas para documentan y explicar los procesos de cambio cultural
(ver por ejemplo Plog 1990).
Agradecimientos. Este trabajo ha contado con el apoyo de los proyectos Fondecyt 1950961, 1970597,
1000457. Versiones de este manuscrito recibieron el beneficio de evaluaciones críticas en el XIII
Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Córdova octubre 1999; III Jornadas de Historia Andina,
Universidad de Valparaíso, Viña del Mar, 13 y 14 de octubre 1999; 50 Congreso Internacional de
Americanistas, Simposio Arq-8, Varsovia 10-14 julio 2000. Se agradece los comentarios de Jorge
Hidalgo, Daniela Valenzuela, Bernardo Arriaza y de los participantes del Primer Taller Andino del
Instituto de Investigaciones Andinas, Cajamarca, agosto 2000. El estudio de la colección de Playa
Miller, conservada en el American Museum of Natural History de New Cork, se realizó gracias a una
beca del propio Museo y del proyecto Mecesup UTA 9903.
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NOTAS
Estudios arqueológicos realizados en estos distritos de la sierra se encuentran en proceso.
Esta muestra forma parte de un conjunto mayor de 40 sitios inventariados en el valle de Lluta con
componente cerámico, que suman un total de 5625 fragmentos analizados. Los sitios que no se
incluyen en el análisis corresponden a sitios poco diagnóstico, con baja densidad de materiales de
superficie o correspondientes a otras épocas culturales.
3 El estándar 221, no descrito en la sección correspondiente, corresponde a una pasta de arcillas
muy bien seleccionadas, arenosas y de granulometría fina, de origen local, se emplea en la
construcción de formas de jarros pequeños con decoración Gentilar, como los descritos por Bird
(1943:figura 6, h, i, j)
4 Recientes excavaciones en este sitio (9 m2 en 6 recintos), han establecido que la ocupación inicial es
de época Tardía, por esta razón asumimos que los datos de esta área arqueológica corresponden a
este período.
5 Tres fechas por termoluminiscencia de fragmentos Saxamar provenientes de poblados del valle de
Camarones se distribuyen entre el 1320 y el 1400 d.C. Cuatro fragmentos de estilo Inca Altiplánico
Circumlacustre se ubican entre el 1420 y 1560 d.C. (Schiappacasse y Niemeyer 1989:76).
1
2
32
Tabla 1. Listado de sitios habitacionales y cementerios estudiados en el valle de Lluta. Se indica el
tipo de sitio, período y número de fragmentos de cerámica analizados.
Lluta 01
Lluta 68
Lluta 79
Lluta 04
Lluta 12
Lluta 17
Lluta 33
Lluta 45
Lluta 67
Lluta 04
Lluta 12
Lluta 17
Lluta 30
Lluta 31
Lluta 06
Lluta 34
Lluta 47
Lluta 48
Lluta 03
Lluta 11
Lluta 34
Lluta 57
Lluta 44
Lluta 21
Lluta 22
Lluta 41
Lluta 42
Lluta 19
Lluta 21
Sitio
Santa Lucía
Porvenir 1
Porvenir 2
Tipo Sitio
Cementerio
Patrón Asentamiento I
Patrón Asentamiento I
Total Valle Costero
Rosario Viejo
Cementerio
Oleoducto
Cementerio
Guancarane Este
Cementerio
Caquena Oeste
Cementerio
Cardones
Cementerio
Areneros El Morro Cementerio
Rosario Viejo
Patrón Asentamiento I
Oleoducto
Patrón Asentamiento I
Guancarane Este
Patrón Asentamiento I
Km. 37
Patrón Asentamiento I
Km. 37 1/2
Patrón Asentamiento I
El Morro
Cementerio
Caquena Este
Cementerio
Bocanegra Bajo
Cementerio
Bocanegra Km 40 Cementerio
Villa Olga
Patrón Asentamiento II
El Morro
Patrón Asentamiento II
Caquena Este
Patrón Asentamiento II
Km. 41
Patrón Asentamiento II
Total Valle Fertil
Molinos Oeste
Patrón Asentamiento I
Millune
Cementerio
Millune Oeste
Cementerio
Chapisca
Patrón Asentamiento II
Taipymarka
Patrón Asentamiento II
Sora
Patrón Asentamiento III
Millune
Patrón Asentamiento III
Período
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Intermedio Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Intermedio Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Tardío
Total Valle Intermedio, Chaupiyunga
Total
Nº
Fragmentos
47
76
124
247
47
88
49
74
68
24
239
26
92
219
256
81
43
104
165
91
115
150
343
2274
222
21
256
172
107
352
510
1640
4161
Tabla 2. Distribución de fragmentos cerámicos según grupo decorativos y estándares de pasta, de los sitios arqueológicos analizados.
Sitio
Lluta 01
Lluta 03
Lluta 04
Lluta 04
Lluta 06
Lluta 11
Lluta 12
Lluta 12
Lluta 17
Lluta 17
Lluta 19
Lluta 21
Lluta 21
Lluta 22
Lluta 30
Lluta 31
Lluta 33
Lluta 34
Lluta 34
Lluta 41
Lluta 42
Lluta 44
Lluta 45
Lluta 47
Lluta 48
Santa Lucía
Villa Olga
Rosario Viejo (Cementerio)
Rosario Viejo (Asentamiento)
El Morro
El Morro
Oleoducto (Cementerio
Oleoducto (Asentamiento)
Guancarane Este (Cementerio)
Guancarane Este (Asentamiento)
Sora
Millune (Cementerio)
Millune (Asentamiento)
Millune Oeste
Km. 37
Km. 37 1/2
Caquena Oeste
Caquena Este
Caquena Este
Chapisca
Taipymarka
Molinos Oeste
Cardones
Bocanegra Bajo
Bocanegra Km 40
Grupo Decorativo
Arica
27
2
3
71
4
3
11
1
9
6
53
1
97
123
6
6
2
1
25
12
8
22
1
8
Negro
s/Rojo
1
16
2
Estándar de Pasta
EEEE- O.E.P. O.E.P. Total
Inka Serrano O.G.P. Hispana S.D. Total
210 220 400 500
18
3
1
1
10
3
3
6
1
12
1
6
2
20
8
1
1
33
5
51
6
8
9
2
1
13
7
11
6
5
5
10
12
1
1
1
1
7
85
38
8
2
2
28
38
2
3
8
1
9
5
16
1
5
4
1
3
1
1
9
7
2
4
1
3
6
2
3
2
2
1
22
4
5
10
3
3
1
1
17
42
42
136
67
94
75
24
34
64
228
13
331
117
204
226
65
34
53
86
75
194
36
65
107
47
91
47
239
81
115
88
26
49
92
352
21
510
256
219
256
74
43
150
172
107
222
68
104
165
30
3
8
1
18
9
6
37
1
1
3
4
8
80
37
10
8
4
22
48
4
7
7
38
13
1
3
2
58
5
58
12
20
26
13
5
34
28
11
12
13
25
24
38
8
29
134
44
29
58
11
28
45
121
6
196
90
82
117
23
16
8
54
35
89
15
22
45
4
20
6
47
25
53
23
12
15
18
148
2
195
51
104
94
28
11
24
41
40
103
17
30
40
1
6
2
12
3
2
7
1
3
5
12
2
19
102
12
6
3
3
4
12
8
9
18
5
8
20
8
1
22
4
5
10
3
3
1
1
47
91
47
239
81
115
88
26
49
92
352
21
510
256
219
256
74
43
150
172
107
222
68
104
165
1
Lluta 57
Lluta 67
Lluta 68
Lluta 79
Km. 41
Areneros El Morro
Porvenir 1
Porvenir 2
Total
O.G.P.= Otros Grupos Prehispánicos
11
3
6
7
529
6
188
11
1
1
277
2
44
7
3
2
3
191
306
1
16
68
113
79 2932
343 14 23 106 195
24
4
11
6
76
1
56
16
124
2 108
12
4161 353 448 1624 1380
5
2
3
2
277
1
79
343
24
76
124
4161
Tabla 3. Frecuencia y porcentaje de estándares de pasta durante el Período Intermedio Tardío
Estándar de pasta
Estándar 210
Estándar 220
Estándar 400
Estándar 500
Otros estándares
Total
Valle Costero
P.A. I
CEM
Nº
%
Nº
%
1
0.5% 0
0.0%
2
1.0% 4
8.5%
164 82.0% 38 80.9%
28 14.0% 4
8.5%
5
2.5% 1
2.1%
200 100.0% 47 100.0%
Valle
P.A. I
Nº
%
12
1.5%
87 10.9%
389 48.7%
275 34.4%
36
4.5%
799 100.0%
Fértil
CEM
Nº
%
11
3.2%
40 11.6%
164 47.5%
95 27.5%
35 10.1%
345 100.0%
V.
Intermedio
P.A. I
Nº
%
8
3.6%
12
5.4%
89
40.3%
103
46.6%
9
4.1%
221 100.0%
P.A. I = Patrón de asentamiento I
CEM = Cementerio
Tabla 4. Frecuencia y porcentaje de grupos decorativos durante el Período Intermedio Tardío
Grupo decorativo
Arica
Negro sobre Rojo
Inka
Serrano
Otros estilos
Total
Valle Costero
P.A. I
CEM
Nº
%
Nº
%
13
68.4% 27
90.0%
0
0.0% 0
0.0%
1
5.3% 0
0.0%
0
0.0% 0
0.0%
5
26.3% 3
10.0%
19 100.0% 30 100.0%
Valle Fértil
P.A. I
CEM
Nº
%
Nº
%
90
62.1% 50
64.9%
33
22.8% 10
13.0%
3
2.1% 4
5.2%
4
2.8% 2
2.6%
15
10.3% 11
14.3%
145 100.0% 77 100.0%
V.
Intermedio
P.A. I
Nº
%
8
29.6%
11
40.7%
2
7.4%
2
7.4%
4
14.8%
27 100.0%
P.A. I = Patrón de asentamiento I
CEM = Cementerio
Tabla 5. Frecuencia y porcentaje de estándares de pasta durante el Período Tardío.
Valle Fértil
Valle Intermedio
Estándar de pasta
P.A.II
CEM
P.A. II
CEM
P.A. III
Nº
%
Nº
%
Nº
%
Nº
%
Nº
%
Estándar 210
142 20.9% 79 20.5% 47 17.0%
7 2.5% 46 5.4%
Estándar 220
77 11.3% 54 14.0% 39 14.1% 17 6.1% 116 13.6%
Estándar 400
151 22.2% 127 33.0% 89 32.2% 96 34.7% 317 37.2%
Estándar 500
Otros estándares
Total
292 43.0% 106 27.5% 81 29.3% 53 19.1% 343 40.2%
17 2.5% 19 4.9% 20 7.2% 104 37.5% 31 3.6%
679 100.0% 385 100.0% 276 100.0% 277 100.0% 853 100.0%
P.A. I = Patrón de asentamiento I
P.A. II = Patrón de asentamiento II
CEM = Cementerio
Tabla 6. Frecuencia y porcentaje de grupos decorativos durante el Período Tardío
Valle Fértil
Grupo decorativo
P.A.II
CEM
Nº
%
Nº
%
Arica
16
8.7% 14 12.5%
Negro sobre Rojo
9
4.9% 10 8.9%
Inka
124 67.4% 74 66.1%
Serrano
7
3.8% 3 2.7%
Otros estilos
28 15.2% 11 9.8%
Total
184 100.0% 112 100.0%
Valle Intermedio
P.A. II
CEM
P.A. III
Nº
%
Nº
%
Nº
%
37 32.2% 124 84.4% 150 51.0%
20 17.4% 11
7.5% 84 28.6%
46 40.0% 1
0.7% 22 7.5%
3
2.6% 6
4.1% 17 5.8%
9
7.8% 5
3.4% 21 7.1%
115 100.0% 147 100.0% 294 100.0%
P.A. I = Patrón de asentamiento I
P.A. II = Patrón de asentamiento II
CEM = Cementerio
Tabla 7. Frecuencia y Porcentaje de Estilos Decorativos Asociados a
Patrones de Asentamiento I y II y Cementerios. Período Tardío,
Sectores Valle Costero, Fértil e Intermedio Chaupiyunga.
P. Intermedio Tardío
Tipo de sitio
P.A.I costero
Cementerio costero
Subtotal Valle costero
P.A.I fértil
Cementerio fértil
Subtotal Valle fértil
P.A.I intermedio
Cerámica
Sin decorar Decorada Total
N
%
N
%
181 90.5% 19 9.5% 200
17 36.2% 30 63.8%
47
198 80.2% 49 19.8% 247
654 81.9% 145 18.1% 799
268 77.7% 77 22.3% 345
922 80.6% 222 19.4% 1144
194 87.8% 27 12.2% 221
Período Tardío
Subtotal Valle Intermedio
Total Intermedio Tadío
P.A.II fértil
Cementerio fértil
Subtotal Valle fértil
P.A.II Intermedio
P.A.III Intermedio
Cementerio Intermedio
Subtotal Valle Intermedio
Total Tardío
Total general
194
1314
495
273
768
161
559
130
850
1618
2932
87.8%
81.5%
72.9%
70.9%
72.2%
58.3%
65.5%
46.9%
60.5%
65.5%
71.8%
27
298
184
112
296
115
294
147
556
852
1150
12.2%
221
18.5% 1612
27.1% 679
29.1% 385
27.8% 1064
41.7% 276
34.5% 853
53.1% 277
39.5% 1406
34.5% 2470
28.2% 4082
Figura 1. División Ecológica de la Hoya Hidrográfica del Valle de Lluta (Fuente: Cartografía
Digital IGM 1956).
Figura 2. Distribución de Sitios Arqueológicos Estudiados, Habitacionales y Cementerios, de
los Sectores Costero, Bajo e Intermedio Chaupiyunga del Valle de Lluta.
Figura 3. Sector Valle Costero. Sitio Porvenir 2.
Figura 4. Sector Valle Fértil. Sitio Molle Pampa.
Figura 5. Sector Valle Intermedio Chaupiyunga.
Figura 6. Grupos Estilísticos de Cerámica: (a-d) Estilos Arica;
(e-f) Estilo Charcollo (Grupo Estilístico Serrano); (g-j) Grupos
Estilístico Negro sobre Rojo; (k) Estilo Saxamar; (l- n) Estilo
Inka (Grupo Estilístico Tardío).
Figura 7. Recinto Circular Sitio Milluni, Patrón
de Asentamiento III (P.A.III), Sector Valle
Intermedio Chaupiyunga.
Figura 8. Modelo Predictivo: (a) Patrón de Distribución Espacial
Heterogénea; Estima una Distribución Espacial Continua de
Conjuntos Diferentes de Rasgos Culturales; (b) Patrón de Distribución
Espacial Segmentada; Estima una Distribución Espacial Discontinua,
Polarizada de Conjuntos Distintos de Rasgos Culturales.
Figura 9
Figura 9. Histograma de Estándares de Pasta Asociadas a Patrón de Asentamiento I
(P.A.I) y Cementerios (Cem), Sectores Valle Costero, Fértil e Intermedio
Chaupiyunga, Período Intermedio Tardío.
Figura 10. Histograma de Grupos Estilísticos de la Cerámica, Asociados a Patrón de
Asentamiento I (P.A.I) y Cementerios (Cem), Sectores Valle Costero, Fértil e
Intermedio Chaupiyunga, Período Intermedio Tardío.
Figura 11. Histograma de Estándares de Pasta Asociados a Patrón de
Asentamiento II (P.A.II), Patrón de Asentamiento III (P.A.III) y Cementerios
(Cem), Sectores Valle Costero, Fértil E Intermedio Chaupiyunga, Período Tardío.
Figura 12. Histograma de Grupos Estilísticos de la Cerámica Asociados a Patrón de
Asentamiento II (P.A.II), Patrón de Asentamiento III (P.A.III) y Cementerios (Cem),
Sectores Valle Costero, Fértil e Intermedio Chaupiyunga, Período Tardío.
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