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ROA
Se encuentra en el extremo suroeste de la provincia, asentada sobre la cima de un alto cerro
en la margen derecha del río Duero. El propio río sirvió de foso natural y convirtió a Roa en una
importante plaza estratégica a lo largo de la historia, destacando su papel como bastión defensivo en
los primeros siglos medievales. Su origen remoto hay que situarlo en la Rauda de los vacceos y
romanos. El pueblo vacceo asentado en este territorio pronto entró en contacto con el ejército
romano, que les sometió ya avanzado el siglo I a.C. después de las guerras civiles que destruyeron la
Rauda celtibérica. Prueba de la presencia romana es la red de comunicaciones que recorría la
comarca, cuyo eje principal era la vía Caesar Augusta-Astúrica, de la que quedan restos en la zona.
Asimismo, esta localidad fue punto fundamental de otras vías de menor importancia como los ejes
Roa-Tordómar, Roa-Palencia y una ruta de enlace entre los valles del Duero y del Riaza. Avanzando
en el tiempo, este territorio destacó como punta de lanza del avance repoblador cristiano de
comienzos del siglo X, de tal manera que en el año 912 se tienen, por primera vez, noticias de la
refundación y nueva fortificación del enclave de Roa por el conde Munio Núñez. Más tarde, en 1136
aparece nombrada de nuevo en el documento de ratificación de los límites de la diócesis de Osma.
Durante el proceso de señorialización que experimentó todo el reino castellano, a lo largo de la Baja
Edad Media, Roa pasó con frecuencia de unas manos a otras hasta que en 1464 cayó bajo el
dominio de don Beltrán de la Cueva, y posteriormente de los condes de Siruela.
A lo largo del tiempo, Roa fue creciendo en dinamismo y asentando su preeminencia en la
comarca, como lo demuestra la presencia, al menos desde 1290, de una aljama que se mantuvo
hasta la expulsión de los judíos a fines del siglo XV. Gracias a la intervención de Doña Violante, viuda
de Alfonso X El Sabio, en 1295 se construyó una muralla para poner fin a las desavenencias entre
Roa y las aldeas cercanas. Constaba de seis puertas, flanqueadas por torreones, almenas y cubos,
de las cuales hoy tan sólo se conserva la de San Juan. De gran importancia para reactivar la
economía local resultó la licencia concedida por Enrique IV en 1465 para organizar un mercado los
martes y dos ferias anuales. Al mismo tiempo, el viñedo se fue extendiendo por su terrazgo,
contribuyendo a consolidar la primacía de Roa dentro de La Ribera occidental.
En el siglo XVI esta localidad fue testigo de una muerte importante, la del cardenal Cisneros,
acaecida en 1517. Siglos después, en 1825, tuvo lugar la de Juan Martín “el Empecinado”, héroe
guerrillero de la Guerra de la Independencia que, tras un terrible cautiverio, fue ejecutado en la villa.
En los siglos modernos se produjo un notable desarrollo de las artes, cuyo principal exponente es la
magnífica ex-colegiata de Santa María, situada en el casco antiguo de la población formando parte
del conjunto arquitectónico de la plaza mayor.
Según Loperráez, en Roa, además de la de Santa María, llegó a haber otras cuatro
parroquias: San Vicente, La Trinidad, San Juan Bautista y San Esteban. Las dos primeras han
desaparecido totalmente. La de San Juan estaba vinculada a un hospital con el mismo nombre, que
actualmente es la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen “Ribera de Duero”.
Junto a este edificio se conservan los únicos restos de la iglesia de San Juan: una parte del muro
meridional, en el que hay un nicho rematado por arco apuntado de factura gótica, y la portada. Esta
última es una obra perteneciente a la segunda mitad del siglo XIII y se compone de cinco arquivoltas
de medio punto asentadas sobre jambas acodilladas y dos columnas, todo ello bastante deteriorado.
También se mantiene en pie la iglesia de San Esteban, de estilo gótico, con una torre defensiva
medieval.
Textos elaborados por la Universidad de Burgos
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Al igual que ocurre en el resto de La Ribera, el vino y los viñedos forman parte del territorio y
de la cultura popular. Lagares y barrios de bodegas excavadas en la tierra son construcciones
auxiliares omnipresentes en el paisaje urbano y en las proximidades de Roa.
Extramuros de la villa se pueden admirar dos ermitas, la de San Roque y la de Nuestra
Señora de la Vega, patrones de la villa. La segunda se documenta en el siglo XVI, pero, debido a un
incendio, fue reedificada a finales del siglo XVII. Dos fiestas se celebran en el año en honor a la
patrona. Una el segundo domingo de mayo y otra en septiembre, en las que se realizan procesiones y
se baila dentro de la ermita. A mediados de agosto se celebran las fiestas de Nuestra Señora y San
Roque, durante las cuales se organizan encierros y se degustan, entre otros manjares, las típicas
sopas de ajo.
Otro lugar de interés que podemos visitar en Roa de Duero es el Aula Arqueológica donde
se recrea el interesante pasado prehistórico e histórico de esta localidad. El Aula se completa con un
Parque temático arqueológico situado en las Eras de San Blas, a las afueras del pueblo.
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