ANÁLISIS DE PROBLEMAS ÉTICOS EN SITUACIONES CLÍNICAS Alberto Perales INTRODUCCION En el curso de las intervenciones de salud, con frecuencia, el profesional debe resolver los problemas éticos que la práctica con seres humanos genera. Desde antaño, la solución de los mismos ha dependido de la buena voluntad y arte del profesional. Es, sin embargo, triste observar el incremento de tales problemas en la práctica clínica diaria que los expertos adjudican a dos grandes factores: 1) El acelerado avance de la ciencia y la mayor complejidad tecnológica de la medicina moderna; y, 2) La deshumanización de los sistemas de Atención de Salud. En virtud de lo expuesto, es lamentable apreciar que el número de denuncias por violaciones éticas de los derechos de los pacientes viene aumentando con perjuicio y alto costo para los profesionales involucrados. Consecuentemente, la capacitación en esta área y el uso de metódicas apropiadas para identificar oportunamente y resolver tales eventualidades son ahora perentorios. Muchos procedimientos han sido propuestos para tales fines. Utilizaremos, por sus comprobadas bondades, el propuesto por Diego Gracia (1) excelentemente hechos operativos por Lorda y Couceiro (2), a quienes seguiremos en la presente exposición. MARCO TEÓRICO Para el análisis ético de todo caso clínico se requiere, en primer lugar, situarnos en un sistema de referencia en el cual podamos ubicar nuestro análisis y acciones. El que utilizamos en la cultura occidental contiene dos enunciados genéricos de sustento que no poseen contenido moral concreto pero sirven de guía para calificar si es éticamente aceptable lo que sostenemos, de acuerdo a nuestro mejor entender, que así lo es. En tal sentido, la vigencia universal de estos enunciados orienta a todas las personas a conducirse, en muchos casos casi intuitivamente, aceptando tales premisas aunque con frecuencia, ni siquiera ellas mismas, tengan conciencia cabal de tal relación. ¿Cuáles son? : a) La primera versa como “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin en si mismo, y nunca solo como un medio, porque las personas tienen dignidad y no precio”. b) La segunda, “Obra de tal manera que siempre consideres a todas las personas como iguales y merecedoras de similar consideración y respeto; no les hagas, pues, aquello que no desearías que a ti te hicieran”. Son estos enunciados la condición de la posibilidad de un comportamiento racional. Tienen, pues, objetividad intra- (en su misma época y circustancias) y trans-histórica (a lo largo del tiempo). NIVEL DE LOS PRINCIPIOS ETICOS Desde antaño, la humanidad, para tratar de mantener el orden social, creó y mantuvo diversos códigos éticos para obligar moralmente a toda la humanidad a hacer operativos, de la mejor manera posible, los dos enunciados anteriores. En este sentido, un código será tanto más aceptado por la sociedad cuanto mejore refleje tales enunciados. En el curso del tiempo y de la aplicación práctica del Código, suelen surgir correcciones y modificaciones y, eventualmente, un nuevo modo de ver entender las cosas lo que da origen a nuevos códigos éticos. En tal virtud se señala que estos principios tienen subjetividad (relatividad) transhistórica (mutan a lo largo del tiempo), pero también objetividad intrahistórica (constituyen una realidad cultural en su época y momento). Toda sociedad busca, así, el camino de su desarrollo moral, planteando nuevos códigos morales para hacer mejor operativas sus necesidades de convivencia en armonía. En el momento actual dos son los códigos que rigen particularmente nuestra conducta: los principios bioéticos y principios expuestos en la Carta de los Derechos Humanos. LOS 4 PRINCIPIOS DE LA BIOÉTICA El 12 de julio de 1974, en respuesta al escándalo surgido en USA con la demostración periodística de la violación de los derechos humanos en sujetos sometidos a experimentación científica, el Presidente de los Estados Unidos firmó el decreto que crea la Ley Nacional Para la Investigación Científica en ese país. Por ella y para prevenir tales injusticias, crea una Comisión encargada de estudiar los problemas éticos en la investigación científica que utilicen seres humanos. En 1978, la Comisión publica sus resultados en un documento que se conoce como el Informe Belmont. En éste, en síntesis se señala que la investigación científica que se practique en seres humanos debe regirse éticamente por tres principios: 1. El respeto a las personas 2. La Beneficencia (que incluye la No-maleficencia) 3. La Justicia Al año siguiente, en 1979, Beauchamp y Childress publican su famoso libro Principios de Ética Biomédica, en el cual, el respeto a las personas lo denominan Autonomía, y del principio de Beneficencia desglosan el de No-Maleficencia, y así definen los 4 principios bioéticos que se usan hasta el presente: 1. 2. 3. 4. Autonomía, Beneficencia No-Maleficencia y Justicia. Desde entonces, estos principios rigen no sólo el campo de la investigación científica sino todo acto en el área de la salud. Seguiremos a Ferrer en la descripción (3): 1. AUTONOMÍA. Se refiere a la capacidad que tiene toda persona para autogobernarse y decidir, libremente, las opciones que crea más convenientes para su beneficio. 2. BENEFICENCIA. Se entiende como cualquier acción realizada para beneficio de otro ser humano y constituye la obligación moral de obrar en sentido benéfico con nuestros semejantes. En otras palabras, de acuerdo a este principio, todo profesional de salud está moralmente obligado a obrar beneficientemente con todos los pacientes que le corresponde atender. 3. NO-MALEFICENCIA. De acuerdo a Gracia, es el principio fundamental que rige la medicina Obliga a no hacer daño intencionalmente. Constituye, en el campo específico de la Atención de Salud, nuestra obligación de hacer el máximo bien a nuestros pacientes minimizando o eliminando los efectos nocivos de nuestras intervenciones. 4. JUSTICIA. La justicia tiene que ver con lo que le es debido a las personas; con todo aquello que, de alguna manera, les pertenece o les corresponde. Obliga a tratar a todas las personas con igual consideración y respeto y no discriminarlas por ningún motivo sino a establecer la igualdad de oportunidades. La injusticia conlleva misión o comisión que deniega o quita a una persona aquello que le era debido o que le correspondía. Estos 4 principios, llamados bioéticos, son los que habrán de regir, cual pilares fundamentales, el marco de nuestra actuación cuando, como profesionales de la salud, atendamos a pacientes que demandan nuestros servicios. Sin embargo, estos cuatro principios no poseen el mismo rango de obligatoriedad sino que, de acuerdo a Gracia, se subdividen en dos categorías. NIVEL I. De ética mínima. Corresponden a este nivel los principios de No-maleficencia y el de justicia. Define los estándares mínimos morales necesarios para la convivencia entre seres humanos. Por ello, la sociedad, en autodefensa las ha transferido a categoría de leyes con ejercicio de coacción a todos sus miembros para su debido cumplimiento. Es decir, de aquello necesario para la vida civil que nadie puede desobedecer so pena de proceso judicial y castigo Califica, así, la ética civil o de mínimos de lo colectivo o público. NIVEL II. De ética máxima. Corresponden a este nivel los principios de Beneficencia y de autonomía. En este nivel se ubican los principios de autonomía y de beneficencia. Aquí nos enfrentamos al mundo moral individual de cada uno de nosotros. Solo íntimamente podemos saber, exactamente, hasta que nivel decidimos ser beneficientes y con cuanta libertad actuamos. Se ubica en la vida privada de cada uno de nosotros, aquello que, si deseamos, nadie tiene por que conocer. Este nivel, en término generales, se subordina al primero a cuyos principios no puede violar; por otro lado, a nadie se le puede imponer su puesta en práctica; por ejemplo, frente a un grupo de mendigos en la puerta de un templo, cada persona decide si dará o no limosna y a cuantos de los necesitados apoyará con su benevolencia. La sociedad no puede obligar a nadie, por ley, a ser beneficiente ni a imponerle límites para ello, pero si se representan en Derecho como todo aquello que es “autorizado” o socialmente válido. Desde antaño, ha sido preocupación de la sociedad el inculcar este tipo de conductas en sus miembros, pero al no poder hacerlo legalmente, ha intentado hacerlos operativos por medio de Códigos Deontológicos (muy usados para guiar la conducta profesional), es decir, aquello que todo individuo, en circunstancias específicas, “debiera hacer”. Todos conocemos, sin embargo, el escaso impacto que ellos han demostrado, por diversas razones cuyo análisis escapa al objetivo de este artículo, en el colectivo. NIVEL TELEOLÖGICO. También llamado el de las consecuencias, indispensable para tomar una decisión moral. Partiendo del análisis de los hechos, basándose en los principios o valores en conflicto, uno puede llegar a tomar una decisión adecuada; pero hay circunstancias en que este nivel no es suficiente dejando al sujeto de la acción en in certidumbre de decisión. En tal caso resulta muy conveniente examinar este nivel pues, dependiendo de las consecuencias que habrán de derivarse de nuestras decisiones de “hacer” o no hacer”, “intervenir” o “no intervenir” la decisión a tomarse será más atinada y conveniente. Para finalizar, resumiremos los pasos que sigue el método propuesto por Diego Gracia: 1. Analice minuciosamente los hechos concretos que corresponden al caso clínico, empezando, naturalmente por la revisión diagnóstica y los procedimientos de intervención utilizados. Sobre ellos, conviene discriminar su nivel de conocimiento, pertinencia en intenciones. Se actúa, en este sentido, sobre la máxima “ una mala aplicación de la ciencia es, por definición, inmoral” 2. Identifique los problemas éticos inmersos en el caso. 3. Seleccione el más importante o el que afecta más la situación del paciente 4. Analice el conflicto ético en el nivel de los principios (I y II) y/o los valores en conflicto. 5. Si ello no es suficiente, analice el nivel teleológico 6. Busque decisiones intermedias 7. Concluya y decida una intervención con contenido científico y moral 8. Coteje con el sistema personal, familiar y sociocultural del paciente 9. Coteje la pertinencia legal de la decisión tomada 10. Tome la decisión final que puede ser implementada en forma de estrategia terapéutica de manejo moral. REFERENCIAS: 1. GRACIA D. Principios y metodología de la ética. En A. Cruceiro. Bio-etica para clínicos. Editorial Triacastela. Madrid, 1999: 201-222. 2. LORDA S & COUCEIRO A. Una metodología de análisis de los problemas bioéticos. En: A. Cruceiro. Bio-etica para clínicos. Editorial Triacastela. Madrid, 1999: 233-237. 3. FERRER J. Los principios de la Bioética. Cuadernos del Programa regional de Bioética, 1998, 7: 37-62.