16 | SOCIEDAD TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 28 de noviembre de 2015 FOTO: MARÍA IGNACIA CONCHA D RR “Condoro” en el sector Matadero en Franklin. La carne es más fuerte Si hiciéramos caso a las constantes advertencias sobre los daños a nuestra salud que puede ocasionar el consumo de este tipo de alimentos, hace rato que deberíamos ser vegetarianos. Sin embargo, nada de esto sucede y –en los últimos años– la parrilla y el bistec parecieran vivir su mejor momento. POR: Álvaro Peralta Sáinz (Don Tinto) esde hace varios años, tal vez décadas, se le viene haciendo mala prensa a la carne, principalmente a la roja. Por lo mismo, cuadros como el sobrepeso y en general los problemas cardíacos ya están prácticamente asociados a ellas. El último ataque fue en octubre y vino de la Organización Mundial de la Salud que publicó un informe que muchos temieron que podría convertirse en el tiro de gracia de esa industria. Según la OMS, las carnes de vacuno, chancho, cordero y cabra –entre otras- deben considerarse como “probablemente cancerígenas”, mientras que las procesadas como salchichas, hamburguesas y embutidos son productos que derechamente aumentan el riesgo de cáncer en las personas y por lo mismo deben ser calificadas al mismo nivel de otras como el humo del tabaco o el plutonio. Pero tras el mazazo comunicacional no se vieron carnicerías cerradas, parrilladas con las brasas apagadas ni padres desesperados abogando en las escuelas para que a sus hijos no se las den de comer. Es más, en países como Uruguay (famoso por la calidad de sus carnes), las autoridades salieron a replicar el mentado estudio y destacaron lo bueno que es -según ellos- comer este tipo de alimentos de manera regular. Es que algo pasa con la carne y su consumo. Años de mala imagen y aún así incluso los vegetarianos, macrobióticos y veganos no sólo siguen siendo minoría en los comedores de Occidente, sino que su producción y consumo está creciendo en diversas partes del mundo. Así, en Chile en 2008 consumimos 81, 2 kilos per cápita de carnes rojas y en 2014 llegamos a 87,3 kilos. En China la cosa va llamativamente al alza: hace dos décadas consumían cinco kilos en promedio al año. Ahora van en 50. Pero no sólo eso. También ha pasado algo inesperado: comer carnes rojas, hacer asados y hasta ser carnicero se ha transformado en una moda. Tal cual. Así como los jóvenes hippies se volvían vegetarianos, ahora los hipsters y otras tribus urbanas comen vacuno, chancho, cordero y más; felices de la vida. Carne “cool” Tal como ha pasado con otras actividades económicas en Chile, junto con la expansión de los supermercados han ido desapareciendo las carnicerías de barrio. Pero a la par con eso, en el último lustro se ha desarrollado –al menos en algunas zonas de Santiago- un buen número de locales de este tipo, pero lujo -como Gourmeat y El Abasto, en Vitacura-, con cortes importados e incluso madurados; y han aparecido las secciones premium en algunos supermercados. Además, han surgido restaurantes de carne a la parrilla de mantel largo -como La Bifería, OX o Cuerovaca- y lugares como la salchichería HOGS, un sitio netamente juvenil donde se venden diversos tipos de salchichas que ellos mismos fabrican con carnes seleccionadas. “Se está viendo en todo el mundo, porque es una respuesta, una reivindicación de toda la mala prensa y supuestos estudios que por años han salido contra ella. Porque al final, lo que hace mal son los productos industriales, pero la carne así desde la carnicería, los embutidos caseros o artesanales, son otra cosa”, opina Andrés Vallarino, chef y socio de HOGS. En Brooklyn, para algunos la meca del “hipsterismo”, las carnicerías a la vieja usanza, donde se despostan los animales en la parte trasera del local, se preparan embutidos y se madura carne ya son parte del paisaje. En estos lugares –además de trabajar con animales criados en granjas orgánicas cercanas a la ciudad- se cultiva el estilo from nose to tail, que no es más que consumir todos los cortes que entrega el animal, de la nariz a la cola, tal como sucede en nuestras matanzas de chancho sureñas pero que en el primer mundo es revival y moda. Y claro, los carniceros de estos negocios son unos verdaderos rockstars. Quizás el mejor ejemplo es Tom Mylan, propietario de la muy ondera –y reconocida mundialmente- The Meat Hook. Otro se puede ver en Lima, donde el chef Renzo Garibaldi (ex La Mar de Gastón Acurio) regenta Osso, un lugar donde funciona una carnicería – Garibaldi pasó de cocinero a carnicero- y un restaurante de carnes y que actualmente es un hit. Tanto así, que si no se tiene reservas hay que esperar horas para encontrar una mesa en este boliche del barrio limeño de La Molina. SIGUE EN PÁG. 18