LA MAGIA DE LO COTIDIANO. Cuando hablamos cotidianamente utilizamos muchas frases hechas que con el paso del tiempo han hecho que las palabras que las forman hayan perdido su sentido y tengan ahora un significado diferente del original. Se les pide a los alumnos que vuelvan a los orígenes, que tomen al pie de la letra la metáfora y que este ejercicio les permita escribir una historia original desarrollando su capacidad para generar textos narrativos. Esto es lo que han hecho: Olga Tello. (página 1) Erika Torres ( página 5) Marta Palomar (página 3) El hombre al que se le heló la sangre. Mau era un hombre casado, sin hijos, que vivía feliz. Tenía una esposa, llamada Emma, un trabajo, dinero, amigos... ¿Qué más podía pedir? Sólo poder dormir sin ningún sobresalto. Tenía muy mal sueño, todas las noches se despertaba con la misma pesadilla. La pesadilla continuaba cada día, cada vez más terrorífica y larga, es decir que desde que empezó esta , fue creciendo. Un día soñaba algo, y el día siguiente soñaba lo mismo pero prolongándolo unos minutos más. Todo empezó una noche, estaba cansado sin saber por qué, sentía como si un gran peso cayera sobre él impidiendo su felicidad. Antes de dormir, se tomó una aspirina y un vaso de agua. Se acostó con su mujer (ésta ya se había dormido), y se durmió. Mau soñó que estaba en una playa tranquilo sin nadie y sin sospechar lo que iba a ocurrir. De repente todo se nubló y empezó a soñar “Era de noche, frente a él, una casa, solitaria parecía desierta pero no estaba seguro de ello, por eso quiso investigar. Se acercó a la casa sin saber muy bien lo que hacía, la puerta estaba entreabierta y delante subía una escalera. Mau empezó a buscar por este piso sin encontrar más que el perro de la familia que dormía tranquilo sin ningún temor. Después de haber buscado por todo el piso inferior decidió subir arriba. Mau había observado que la casa estaba muy limpia sin rastro de polvo ni suciedad y que todos los muebles eran, o al menos parecían muy caros y dedujo que habían hecho limpieza ese mismo día y que sus propietarios eran gente adinerada, probablemente también tuviesen por contrato a alguna criada que les limpiase la casa todas las mañanas. Cuando llego al segundo piso sintió una presencia extraña pero siguió buscando algo, no sabía el qué, pero no podía controlar el sueño. Entró en una habitación, estaba a oscuras pero la luz de la ventana iluminaba parte de la habitación. Lo único que pudo ver fue a una pareja que dormía apaciblemente, sería un matrimonio ya mayor de unos 80 años. Mau pensó que esta pareja no tenía nada que ver con aquel sueño pero antes de que le diese tiempo a cerrar la puerta cuando pensó que solo había oído respirar a una persona, se dio la vuelta y se acercó a la cama. Observó a la mujer, que esta sí que respiraba e intento que no se despertara. Se fue al otro lado de la cama, observo el cuerpo del viejo ¡Estaba muerto! Estaba pálido, helado y con los ojos abiertos como platos. Al principio se asustó, pero después le tomó el pulso para asegurarse por completo, su imagen ya había dado la respuesta, a este no le latía el corazón era como si se le hubiera helado la sangre”. Esa fue la primera pesadilla que tuvo Mau. Ese día se despertó temblando como si la pesadilla hubiese sido real, había empapado la almohada del sudor y su mujer había desaparecido, bueno no había desaparecido, solo estaba desayunando, pero era tal el impacto que había nacido en él por ver el cuerpo del hombre congelado que de un salto se levantó de la cama y fue corriendo por toda la casa gritando el nombre de su mujer hasta que llegó a la cocina donde avergonzado por la locura que acababa de hacer le explicó a su mujer porqué había hecho semejante estupidez. Su mujer no le comprendió, Mau no se extrañó ya que ella no había visto el rostro aterrador que le estaba haciendo perder el juicio. Pero Emma quiso hacer algo por ayudar a su marido, entonces, llamó por teléfono a un psiquiatra, porque pensaba que Mau estaba dejándose llevar por la locura, y este al escuchar la versión de la mujer le dio hora para ese mismo día por la tarde, justo después de comer. Cuando estaban comiendo salió una noticia en la televisión que hizo temblar los cubiertos que tenían en sus manos Mau y Emma. La noticia decía que en una ciudad un hombre que parecía no haber tenido problemas circulatorios había muerto de una forma que nunca se había dado un caso parecido, por eso ahora la estaban investigando los forenses, en ella hicieron unas cuantas entrevistas y antes de terminar la noticia enfocaron con la cámara la ambulancia y dentro el fallecido y, como había imaginado Mau, él no era otro que el que se le había helado la sangre y ya “había conocido” en su sueño. Cuando llegaron a la consulta del psiquiatra Emma le dijo que lamentaba haber dudado de él, ya que la imagen del fallecido también le había impactado. Entraron a la habitación donde el psiquiatra les dio la bienvenida y les pidió que se sentaran. El hombre les explicó que había tenido un paciente con el mismo problema que Mau hacía ya unos años atrás pero no había conseguido nada por las pocas intenciones de mejora que tenía el cliente, pero que lo único que necesitaba para que su plan funcionase era la fuerza de voluntad del afectado, Mau sin dudarlo le aseguró que él haría todo lo estuviese en sus manos. El plan del psiquiatra era el siguiente: Mau tenía que intentar controlar una de sus pesadillas y averiguar todo lo que pudiese acerca del lugar en el que se encontraba y entonces le despertarían e investigarían todo lo que pudiesen en la vida real. Esa misma noche empezó el experimento. Mau no tenía sueño pero poco apoco se fue quedando dormido y adentrándose en el mundo de sus sueños. Ya dentro pudo, sin tener que hacer mucho esfuerzo, controlar lo que hacía. Estaba en una ciudad semidesierta, sombría y fría no demasiado grande pero sus calles eran muy anchas. Se acerco a una tienda que parecía una ferretería o algo parecido y entró, dentro estaba el dependiente sentado en butaca leyendo. No se molesto ni en levantar la cabeza. Mau le preguntó en que ciudad se encontraban, el vendedor se incorporó y observó quién le había hecho aquella cuestión, después de preguntarle quién era y de donde venía le dijo que estaban en las afueras de su ciudad pero que casi nadie conocía ya que estaba más allá del cementerio. Mau se extrañó y le dijo que volvería pronto. Se despertó y se lo contó a Emma y ella también se extrañó, por eso al día siguiente fueron a contarle todo al psiquiatra, este dijo que si era real el sueño tendrían que averiguar si existían aquellas tierras tan peculiares. Sin pensárselo dos veces cogieron el coche y se dirigieron hacia las afueras. Tenían tanta prisa y tantas cosas en la mente que en el camino se les paró el coche por no haber puesto gasolina antes de partir. El coche se les paró justo enfrente del cementerio, en el que se estaba realizando un funeral. Los tres personajes tuvieron la misma idea de pedir gasolina a alguno de los invitados, se acercaron y preguntaron a los familiares pero ninguno tenía suficiente como para dejarles a tres desconocidos. El psiquiatra no se rindió y siguió preguntando a todos los que quedaban en el lugar cuando, de repente, se topo con una cara conocida, era una mujer, la mujer de su antiguo paciente, que como era de esperar estaba en el entierro de su difunto marido. Después de darle el pésame y de haber terminado la ceremonia le explicó todo lo que ocurría con su nuevo paciente, la viuda no mostró interés por ayudar pero aún así les dio gasolina. Ellos se pusieron en camino, ya estaba anocheciendo, pero no les importaba ya que tenían un asunto mucho más importante en sus mentes. La carretera se estrechaba poco a poco hasta que era un camino sin asfaltar y pedregoso. El clima iba siendo más frío cada vez y una espesa bruma fue cubriendo centímetro a centímetro el paisaje entero. Quizás Emma y el doctor no sentían lo mismo que Mau pero él sintió como un escalofrío le recorría todo su cuerpo, luego, una presencia y un recuerdo de toda la pesadilla que le inundó la cabeza con millares de imágenes extrañas y familiares, después no pudo evitar sentir miedo ya que se acercaban al lugar donde nació aquel problema, y, más tarde, sintió frío mucho frío, tanto que no podía mover casi ninguna articulación del cuerpo y se puso pálido. Emma le preguntó si todo iba bien, cuando se giró y le rogó al psiquiatra que volvieran a la ciudad, él no pudo negarse. Ya recuperado al día siguiente decidieron no seguir con la operación y no volver a hablar del tema, eso quería decir que Mau tenía que aprender a convivir con aquella pesadilla. Durante unos años vivió con su pesadilla Pero llegó su fin. Ese día su pesadilla terminó con la visión de su muerte, por eso quiso evitarla, cogió el coche y recordó el intento de hacía ya unos años atrás en las afueras de la ciudad, pensó que no podía hacer otra cosa que volver a aquel lugar. No podía imaginar lo que le iba a ocurrir Le pasó lo mismo que había pasado años antes, se fue congelando tanto que no podía casi conducir, por eso quiso parar el coche y seguir su ruta caminando. Eso no hizo más que empeorar las cosas, aumentó la rapidez de congelación, fue perdiendo el control de las piernas hasta que no tuvo más remedio que desplomarse en el suelo. Emma se despertó esa mañana con un presentimiento que se confirmó al no tener a su marido al lado. Se asustó y llamó a la policía para que iniciaran un proceso de búsqueda pero no hizo ninguna falta le dijeron que habían encontrado a su marido hacía menos de una hora en una carretera tirado en el suelo. También le pidieron que fuese para que juzgara ella misma el estado en el que se encontraba Mau. Llegó a la comisaría asustada pero con ganas de ver a su marido. Allí enseguida le acompañaron a la habitación donde se hallaba, nada más entrar vio que lo tenían en una camilla con una sabana blanca cubriéndole todo el cuerpo, ella se imaginó que había fallecido y empezó a llorar todos los policías fueron a tranquilizarla y le dijeron que era mejor que se marchara sin verle la cara, ella se negó y corrió hasta su lado y descubrió el cuerpo quedándose de piedra al ver a su marido con el rostro asustado completamente petrificado y pálido. Los forenses dijeron que no le había podido haber pasado otra cosa que helársele la sangre sin ninguna explicación científica o lógica y que ya tuvieron un caso parecido. A Emma se le mezclaron sus pensamientos e ideas tan brusca y rápidamente que perdió totalmente la razón y tuvo que pasar el resto de su vida en un sanatorio. Y a esta historia no le encontraron ningún sentido nunca, fuese quién fuera el afectado. LA CHICA A LA QUE SE LE HELÓ LA SANGRE - - - - - - - - En un pueblo de la costa de Galicia todos conocen a Sonia. Es una chica de unos diecinueve años muy rara; vive sola, no habla con nadie y si le preguntan algo responde con las mínimas palabras posibles acompañadas por una mirada de indiferencia. Ahora están acostumbrados a su comportamiento, pero la mayoría saben que, hace unos años, Sonia no era así. Fue una niña agradable que siempre saludaba a todo el mundo y que intentaba ayudar en todo lo que podía con una gran sonrisa en la boca hasta los seis años. En esa época, sus padres decidieron hacer un viaje con ella y con su hermano pequeño a un diminuto pueblo de las montañas. Durante los primeros días todo era perfecto, pero cuando faltaba una semana para marcharse de nuevo, sucedió algo terrible. Esa tarde, Amparo y Pedro, los padres de Sonia, estaban muy cansados y se tumbaron a dormir un rato. Sonia estaba muy aburrida de no poder moverse y de estar tanto tiempo en una habitación, así que salió sigilosamente del cuarto sin ser descubierta y se dirigió a los alrededores del pueblo a jugar con la nieve. Por desgracia, esa misma tarde hubo la peor tormenta de nieve en muchos años y la pobre Sonia quedó atrapada en una pequeña cueva sin poder regresar al hotel. Pronto, Amparo y Pedro se dieron cuenta de la desaparición de su hija, y comenzaron a buscarla por todos lados, aunque era muy dificil por el temporal. Después de buscarla sin descanso la encontraron a la semana, despierta bajo unos arbustos con la mirada ausente y raramente caliente dado el frío que hacía. Durante esa semana, Sonia se había ido alimentando de lo que había encontrado por los alrededores de su cueva, que fueron piñas y algunos frutos, las primeras noches había llorado esperando a que sus padres fuesen a buscarla, pero no había ido nadie a buscarla. A la quinta noche, Sonia dejó de tener frío, sus abrigos le provocaban calor aunque estaban a varios grados bajo cero y dejó de importarle que sus padres no fueran a recogerla. En ese estado la encontraron Amparo y Pedro el séptimo día. La llevaron a toda prisa al hospital más cercano. Cuando un médico le dijo a Amparo que no se le habían podido realizar ningún análisis porque, al parecer, su sangre estaba sólida, le quedó claro lo que había estado sospechando desde que la miró a los - ojos fríos y ausentes después de encontrarla. A su hija Sonia se le había helado la sangre. Marta Palomar EL NIÑO QUE SE AGARRO A UN CLAVO ARDIENDO Un fin de semana de agosto estaban unos niños jugando a la pelota en el campo de fútbol ,él jugaba como todos los niños mientras las niñas él miraban y les animaban, Él jugaba he iba a meter gol iba corriendo entonces grito: - Madre mía se me había olvidado deciros que mi padre me ha dicho que tengamos cuidado porque por aquí están en obras y hay muchos clavos . -De acuerdo pero sigamos el partido –le respondieron los niños Entonces el niño siguió el partido. Los niños no le hicieron mucho caso hasta que sucedió. Un niño que estaba despistado volcó un barril donde había un líquido muy caliente, en ese líquido habían clavos .A él no le paso nada pero a los niños que había detrás de él pisaron los clavos pero no les paso nada porque no todos llevaban zapatillas pero el que iba el último tropezó y se calló encima de todos los clavos el niño se puso a llorar , los otro niños no sabían que hacer entonces uno se fue a llamar a la madre del niño , la madre vino enseguida . y la dijo: -¿qué te a pasado cariño? El niño le respondió: Me he tropezado y me he caído pero me he caído encima de un montón de clavos ardiendo . La madre lo llevó a urgencias y todo quedo como un susto, pero todos los niños estaban asustados y decían que lo que le había pasado a su amigo era culpa suya pero la madre no les culpaba a nadie decía que había sido un incidente. Los niños seguían asustados y desde entonces cada vez que jugaban a fútbol estaban más atentos de no volcar ningún barril que de jugar a el mismo fútbol. El niño decía que ellos no habían tenido que la culpa la había tenido él por estar despistado. Erika Torres