Ejercicio físico e hipertensión arterial

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Capítulo 256
Ejercicio físico e hipertensión arterial
V. Ferrer, F. Santonja
La mayoría de los estudios longitudinales en
humanos y animales de experimentación
que abordan los efectos del ejercicio físico
sobre la presión arterial (PA) apoyan la teoría
de que el ejercicio practicado de forma
regular es beneficioso para la mejora de la
forma física y produce una disminución de
la presión sanguínea en reposo. Dichos estudios ponen de manifiesto que las cifras de
presión arterial son inversamente proporcionales a la forma física del individuo con
independencia de la edad, peso corporal y
nivel de insulina en el plasma.
Ejercicio como
tratamiento de la HTA
En personas con hipertensión arterial (HTA),
después de una sesión de ejercicio físico de
30 a 45 minutos de intensidad moderada, la
PA sistólica desciende de 10 a 20 mm de Hg
durante 1 a 3 horas de finalizado el esfuerzo,
pudiendo prolongarse esta respuesta hasta 9
horas.
En la hipertensión esencial, especialmente
en la leve y moderada, el ejercicio regular
ha demostrado ser una medida terapéutica
eficaz. El ejercicio aeróbico desciende, por
término medio, las cifras tensionales en
reposo unos 3 mm de Hg en los normotensos,
6 mm en la sistólica y 7 en la diastólica en
las personas con cifras límite de PA y 10 mm
en la sistólica y 8 en la diastólica en los
hipertensos graves.
En general, el descenso de la PA con el entrenamiento físico es mayor cuanto mayor sea
la hipertensión del sujeto. Las personas que
tienen una hipertensión severa mejorarán más
que las que tienen una HTA moderada, aunque
quizá no tanto como para que la presión
vuelva a los valores normales, mientras que
las personas que tienen una PA normal, disminuirán muy poco su PA en reposo, pero
evitarán el aumento de la PA que se observa
con la edad en los sedentarios.
En el caso de la HTA ligera o moderada (140179/90-109 mm de Hg), los efectos positivos del programa de entrenamiento son
similares a los que produce la medicación
que se prescribe habitualmente, con la diferencia de que el entrenamiento físico se
acompaña de una mejora de otros factores
de riesgo, mientras que el tratamiento farmacológico de esta enfermedad puede empeorar otros factores de riesgo. Por esta razón,
es preferible que las personas que tienen
una HTA ligera o moderada elijan como
tratamiento un programa de ejercicio físico
en lugar de la medicación, tanto más cuanto
que se está dudando sobre la conveniencia
del tratamiento farmacológico de la HTA
moderada.
En el caso de una HTA severa, con cifras >
180/110 mm Hg, se recomienda que tomen
la medicación contra la hipertensión y que
realicen un programa de entrenamiento físico
adaptado a su condición física porque, en
estos casos, sólo la actividad física no es
suficiente para disminuir la PA hasta valores
normales. Cuando se combinan estos dos
tratamientos en hipertensos severos, se ha
observado una disminución de la mortalidad
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y, con el tiempo, una disminución de las dosis
de medicación precisada.
programa más general de entrenamiento que
engloba trabajo aeróbico y de fuerza.
Parece ser que los efectos positivos del ejercicio dinámico están mediados por una disminución de la actividad adrenérgica, lo que
se pone de manifiesto al reducirse la
frecuencia cardiaca (FC), la PA y los niveles
de catecolaminas circulantes en condiciones
de reposo.
Las personas con cifras de PA iguales o superiores a 180 mm Hg deben comenzar a practicar una actividad física sólo después de
haber iniciado el tratamiento con antihipertensivos.
Intensidad
Prescripción
de ejercicio en la HTA
Si se trata de una actividad física aeróbica,
la intensidad se puede controlar de dos
maneras:
Con cierta frecuencia se observan reacciones
hipertensivas al esfuerzo en individuos que
presentan cifras normales de PA en reposo.
Por el contrario, pacientes con HTA en reposo
pueden presentar durante el esfuerzo una
curva aplanada de la PA en relación con las
cifras que presentan en situación basal. Esta
dispersión respecto a la respuesta al ejercicio sugiere la necesidad de realizar una
prueba de esfuerzo en todos los casos y
adaptar el tipo e intensidad de actividad
física a la respuesta obtenida.
1) Controlando la FC. Para el Colegio
Americano de Medicina del Deporte
(ACSM), el rango de pulsaciones que
mejoran más las cifras de PA en una
persona hipertensa es el que se encuentra
entre el 45 y el 75% de la FC máxima.
Esta frecuencia puede determinarse de
forma directa al realizar una prueba de
esfuerzo máxima (en bicicleta o en tapiz
rodante), o bien se puede estimar de
modo indirecto restando a 220 la edad
del paciente.
Tipo de actividad
2) Controlando la respiración. Si una
persona sedentaria, sin experiencia
deportiva, jadea cuando está haciendo
ejercicio físico, quiere decir que esa
intensidad es excesiva para ella.
Es recomendable cualquier tipo de actividad
aeróbica que haga trabajar muchos grupos
musculares (caminar, correr, nadar o montar
en bicicleta).
Desde hace unos pocos años, se han publicado buenos resultados en el tratamiento
de la hipertensión al entrenar en circuitos
de pesas, siendo superponibles las mejoras
obtenidas a los conseguidas con el ejercicio
aeróbico. No obstante, ciertos autores siguen
sin apoyar definitivamente la efectividad de
este tipo de ejercicio, aduciendo que la
posible reducción de los valores de PA es
menor que la que se puede conseguir con
un entrenamiento de tipo aeróbico. En la
actualidad, el entrenamiento de fuerza se
recomienda como un complemento de un
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Si se trata de un ejercicio de pesas, se debe
respetar el principio de trabajar con cargas
moderadas, que supone trabajar con cargas
equivalentes al 50-69% de la fuerza máxima
para ese ejercicio. Se sabe que todo ejercicio de pesas con una carga que no permita
hacer un mínimo de 12 repeticiones supone
un esfuerzo superior al 70% de la fuerza
máxima con ese ejercicio. El entrenamiento
con pesas debe programarse con cargas que
permitan realizar entre 12 y 15 repeticiones
sin llegar al agotamiento, pudiendo hacer
todavía unas tres repeticiones más.
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Duración
Variará según el tipo de actividad y el entrenamiento previo. Para la mayoría de los
hipertensos, se recomienda que la duración
de una sesión de ejercicio físico sea:
• Actividad aeróbica en personas sedentarias y sin experiencia deportiva. Lo recomendable es que empiecen por caminar a
buen paso, en sesiones cortas de unos 20
minutos de duración, para ir aumentando
progresivamente hasta los 60 minutos.
• Actividad de fuerza. La duración de la
sesión dependerá, sobre todo, del número
de ejercicios a realizar y de las series y
repeticiones con cada ejercicio.
El tiempo estipulado para una sesión de
entrenamiento se puede repetir en varias
sesiones diarias más cortas, siempre que sean
de al menos 10 minutos cada una. De esta
manera se observa una mayor adherencia al
ejercicio y hay menos personas que lo abandonan.
Frecuencia
Una persona hipertensa debería hacer ejercicio al menos 3 días por semana, aunque
lo recomendable sería que lo realizara a
diario ya que el ejercicio parece ser más
efectivo para disminuir las cifras de PA.
Ejercicio como prevención
primaria de la HTA
Aunque las personas que son activas físicamente tienen menos riesgo de desarrollar
HTA (aproximadamente de un 20 a un 50%
menos) que las que son sedentarias, no
pueden obtenerse conclusiones definitivas
acerca del posible efecto beneficioso del
ejercicio físico para la prevención primaria
de la HTA. Sin embargo, diferentes estudios
longitudinales han puesto de manifiesto que
el riesgo relativo de padecer HTA es mayor
en aquellos individuos sedentarios respecto
a aquellos que realizan ejercicio aeróbico de
una manera regular. Incluso se ha observado
cómo en niños en edad escolar, las cifras de
PA son más bajas en los que practican ejercicio físico moderado-intenso.
Para la American Heart Association (AHA),
una actividad física de intensidad moderada,
como caminar a buen paso, es beneficiosa
cuando se practica durante al menos 30
minutos la mayor parte de los días. Si la
actividad se prolonga durante más tiempo
e incluye períodos de más intensidad, los
beneficios también serán mayores. También
puede ser útil realizar dos períodos de 15
minutos o tres de 10 minutos, como mínimo,
en un mismo día, porque producen el mismo
efecto beneficioso.
Farmacoterapia en el
hipertenso que realiza ejercicio
La administración de fármacos antihipertensivos en aquellos pacientes que no responden
a las modificaciones en los hábitos de vida
constituye el segundo escalón en el tratamiento de la HTA. La utilización de un fármaco no supone la eliminación de las medidas
no farmacológicas, sino que deben seguir
teniéndose muy en cuenta a la hora del
enfoque global del tratamiento antihipertensivo, constituyendo el ejercicio físico aeróbico
a una intensidad moderada una recomendación fundamental. Hay que buscar la dosis de
medicación antihipertensiva que controle la
presión sanguínea sin comprometer la capacidad funcional durante el ejercicio.
Los inhibidores de la enzima de conversión
de la angiotensina (ECA), actualmente utilizados como agentes de primera línea, son
una elección excelente en los pacientes
hipertensos que realizan ejercicio. Los efectos
secundarios de la medicación son mínimos,
no parecen interferir con la capacidad
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máxima de ejercicio, ni ocasionan un
aumento de la sensación de fatiga durante
el mismo. Varios estudios han demostrado
una eficacia significativa en el tratamiento
de la HTA mediante inhibidores de la ECA
sin disminuir el consumo máximo de oxígeno
o la FC máxima.
Los fármacos bloqueadores de los canales
del calcio también mantienen su efecto
antihipertensivo sin comprometer la tolerancia al ejercicio. Al igual que los inhibidores de la ECA, son una excelente elección
en los adultos hipertensos que realizan ejercicio. Aunque algunos antagonistas del calcio,
como el verapamilo, disminuyen la contractilidad del miocardio como componente de
su acción antihipertensiva, su uso no parece
provocar una disminución en la capacidad
funcional, como ocurre con los bloqueadores
beta.
Los diuréticos pueden no ser la elección ideal
para el deportista hipertenso. La hipopotasemia existente entre el 10 y 30% de los
pacientes que toman diuréticos puede exacerbarse con los esfuerzos, cuando se liberan
grandes cantidades de catecolaminas. La
deshidratación, presente al inicio del empleo
de los diuréticos, también puede empeorar
con el entrenamiento de la resistencia.
Todos los beta bloqueantes y, especialmente,
los no selectivos, pueden reducir la tolerancia al ejercicio. Los estudios comparativos han demostrado que los agentes
selectivos beta1 disminuyen el rendimiento
del ejercicio menos que los agentes no selectivos. Como resultado de estos datos se reco-
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mienda que los adultos que realizan ejercicio y que tengan hipertensión eviten la
utilización de beta-bloqueantes no selectivos debido a que, durante el ejercicio,
pueden aumentar el potasio sérico y dificultar la disipación del calor. No obstante,
aunque los efectos secundarios se producen
más frecuentemente con beta-bloqueantes
que con otros agentes, es importante advertir
que su uso (especialmente los beta-bloqueantes selectivos) no está contraindicado en
el adulto que realiza ejercicio.
Recomendaciones para
hipertensos que quieran
hacer ejercicio físico
• No hacer ejercicio físico si la PA de reposo
sistólica es mayor de 200 mm de Hg y/o
la diastólica, mayor de 115 mm de Hg.
• Evitar hacer ejercicio físico hasta que la
respuesta hipertensiva al ejercicio no esté
controlada por la medicación.
• La intensidad del ejercicio con la que se
consigue la mejor respuesta de las cifras
de PA se sitúa en un rango del 45 al 75%
de la FC máxima.
• Los hipertensos que hayan sufrido un
infarto agudo de miocardio deben evitar
realizar ejercicio físico intenso (por encima
del 70% de la FC máxima de esa persona)
a fin de evitar posibles complicaciones. En
estos casos, es mejor trabajar en un rango
de pulsaciones comprendido entre el 55 y
el 69% de la FC máxima.
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